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Introducción

Desde que el hombre abandonó el estilo de vida nómade que había adoptado desde sus inicios, y se encontró frente a la necesidad de empezar a realizar pequeños intercambios como manera de dar uso al exceso de productos que habían, requirió un sistema para darle valor a las cosas, el cual, a medida que pasaban los años se fue perfeccionando.

La importancia de conocer y analizar todo este proceso, radica en que la moneda surge como un método de comercio e intercambio, reemplazando el trueque con cacao, vacas, tierras, café o trigo, que formaban parte de la mayor demanda de productos en Venezuela. Por lo que, al momento en que evoluciona, se encarrila a un nuevo modelo económico y un nuevo estilo de vida; alterando un tipo cambiario, y considerado una manera de relatar y demostrar la historia de un País.

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De esta manera, pasó a ser un soporte material fundamental, manejable como dinero circulante en el ámbito de la economía venezolana. A partir de los inicios de la Primera República, donde se promulga la Ley de Monedas, que se argumentará más adelante, luchando frente a una Anarquía Monetaria, donde se decreta al Franco como Moneda Nacional, hasta hoy en día donde está legítimamente el Bolívar como Unidad Monetaria de Venezuela.

El presente trabajo busca demostrar toda aquella evolución histórica a la que se afrontó la moneda. Por todos los procesos económicos y sociales, las reformas, transformaciones y guerras nacionales a las que se vio involucrada; centrándonos en la situaciones e importancia que tuvo esto para Venezuela, y a su vez, remarcando nuestra identidad cultural, porque esta historia forma parte de nuestra Nación.

BREVES DESCRIPCIONES HISTORICAS DE LA MONEDA COMO MECANISMOS COMERCIALES

La moneda ha evolucionado a lo largo del tiempo como un mecanismo comercial importante para la economía de todos los países del mundo. Desde el primer momento en que las diversas sociedades decidieron abandonar los trueques y buscar un objeto que sirviera como medio de cambio, comenzó a desarrollarse un complejo sistema económico que, hoy en día, se sigue ampliando profundamente, teniendo en cuenta el mismo concepto de tener un objeto de alto valor que funcione como un mecanismo comercial.

En América, los aborígenes usaban principalmente los granos de cacao (Ver Anexo I) como instrumento de pago, asi como el oro de las minas americanas en polvo, granos o pepitas. No fue sino hasta 1498 que se dan a conocer las primeras monedas (Ver Anexo II), las cuales fueron traídas por los conquistadores españoles. Estas monedas se encontraban hechas a base de oro, como doblas o castellanos, y de plata como el real o la blanca.

La escasez de monedas metálicas y la poca producción de objetos vendibles, hizo que a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII predominara el uso de las perlas (Ver Anexo III) como forma de pago, estas provenían principalmente de las islas de Cubagua y Margarita. Es preciso mencionar que, en el Cabildo de Caracas del 19 de septiembre de 1589, se declara con fuerza de ley que las perlas debían ser aceptadas como moneda, con el equivalente de 16 reales de perlas por un peso de oro fino, oro de 22 ½ quilates, del peso de 4,6 gramos, lo que equivalía a 450 maravedíes.

Por mucho tiempo circulo en el país la moneda española, hasta que fue extinguiéndose por haberse prohibido la introducción de ellas en América. Ante tal situación, tanto la gobernación como la Compañía Guipuzcoana, introdujeron al país una considerable cantidad de monedas “macuquinas” (Ver Anexo IV), piezas de plata de forma irregular, provenientes de México, que fueron acuñadas en los siglos XVI, XVII y principios de XVIII.

Desde ese momento hasta el final del período colonial, toda la economía y la Hacienda Pública estuvieron apoyados en la moneda mexicana, de la cual Venezuela tuvo suficiente para satisfacer las necesidades internas del país, así como para socorrer a las gobernaciones vecinas, además de los envíos hechos a la tesorería española, que recibió importantes remesas casi anualmente en proporciones de dos o más el monto de los gastos locales.

En el siglo XIX, hubo una gran inestabilidad económica derivada de los sucesos ocurridos en la Guerra de Independencia, pues, se acentuó el caos monetario gracias a la existencia de dos gobiernos, el español y el patriota, y que se sucedían en el poder luego de cada triunfo y derrota. Luego, consolidada la República de Colombia, se intentó restablecer el sistema bimetalista (Ver Anexo V) español mediante diversas disposiciones legislativas. Cuando Venezuela se separa de la República de Colombia, logra hacer pasos definitivos para retornar al régimen monetario español.

Una de las tantas secuelas que dejó la Guerra de la Independencia fue la escasez de circulante que pesará sobre el país por largos años; ante la imposibilidad de encontrar mejor solución, se admitió legalmente la circulación de monedas extranjeras. (Farías y Pardo, s.f. “Siglo XIX”, pág. 2.)

Se autorizó en mayo de 1834 la circulación de varias monedas procedentes de algunos países americanos vecinos, las cuales eran semejantes a las españolas en peso y ley. Otras monedas autorizadas fueron la macuquina, el peso fuerte y la onza de oro española, así como otras monedas extranjeras, con el fin de remediar la escasez monetaria.

Así lo reafirma el Autor anterior al decir que: “La circulación legal de las monedas fuertes extranjeras y de los centavos de cobre norteamericanos, fracciones del peso fuerte, constituyeron una verdadera innovación en el tradicional sistema monetario en el país que por más de 2 siglos había realizado sus transacciones en pesos sencillos de 8 reales”.

En marzo de 1848, hubo un importante cambio cuando se sustituyó el régimen bimetalista por uno mono-metalista (Ver Anexo VI), y se declaró que el franco de plata sería la unidad monetaria de la República. Sin embargo, los problemas que se intentaban solucionar con ese cambio, se acentuaron más gracias a las dificultades políticas atravesadas en la época del régimen de los Monagas.

En el decir de Farías y Pardo, “en marzo de 1857, el Presidente José Tadeo Monagas (Ver Anexo VII) dictó un Decreto por el cual se adoptó en el país el sistema métrico decimal y con arreglo a él, se creó un sistema monetario uniforme fundado en el patrón oro”. Pág. 2

Esta Reforma quedó paralizada por los sucesos que desembocaron en el derrocamiento de los Monagas.

Fue al Presidente Antonio Guzmán Blanco (Ver Anexo VIII) a quien tocó dar el paso definitivo en cuanto a la creación y consolidación del régimen monetario venezolano cuando, el 11 de mayo de 1871, estableció como unidad monetaria al venezolano de plata con peso de 25 g y ley 900, equivalente a Bs. 5 y ordenó la acuñación de una moneda de 20 venezolanos (Bs. 100), a la que se daría el nombre de bolívar, pero no llegó a crearse.

El gobierno, auxiliado por la Compañía de Crédito fundada en 1870, ordenó, entre 1873 y 1877, acuñar monedas venezolanas de oro, plata y níquel por un valor de 1.091.622 venezolanos (equivalente a Bs. 5.458.110). Esta cantidad de moneda nueva permitió, a partir de 1874, prohibir la circulación de toda moneda de oro y plata, nacional o extranjera, perforada, lisa o dañada en

cualquier otra forma, las cuales podían cambiarse en las oficinas de la Compañía de Crédito en el término de 6 meses, a los precios fijados.

Finalmente, por Decreto de 31 de marzo de 1879, “Guzmán Blanco creó el bolívar de plata como unidad monetaria de Venezuela. Por el mismo Decreto prohibió la circulación de las monedas extranjeras, que en lo sucesivo solo se admitirían en su calidad de mercancías, según su contenido de metal fino y por lo tanto sujeto su valor a la simple relación de la oferta y la demanda”. (Farías y Pardo, s.f. “Siglo XIX”, pág. 3.)

El uso del papel moneda comenzó a generalizarse a partir de 1876 con la fundación del primer Banco de Caracas, seguido después por el Banco de Maracaibo (1882), el Banco Comercial (1883) y el Banco de Venezuela (1890). Sin embargo, el público continuó mostrando cierta desconfianza hacia los billetes emitidos individualmente por cada uno de los bancos existentes y las monedas de plata y oro continuaron siendo de su preferencia aun en la acumulación de capital.

Para 1925, el bolívar (Ver Anexo IX) es prácticamente una de las monedas más sólidamente respaldadas del mundo. La devaluación del dólar estadounidense en enero de 1934 y el repunte en las exportaciones petroleras venezolanas, fortalecen el bolívar “cuya nueva paridad es fijada a Bs. 3,90 por dólar, a través del llamado Convenio Tinoco firmado en agosto de 1934.” (Farías y Pardo, s.f. “Siglo XX”, pág. 1.)

La creación del Banco Central de Venezuela centraliza la emisión de papel moneda de circulación forzosa en el país, generalizándose el uso de los billetes en detrimento del numerario en oro y plata.

A principios de 1961, como resultado de una crisis coyuntural en los mercados petroleros mundiales, el gobierno del Presidente Rómulo Betancourt (Ver Anexo X) se ve forzado a establecer un control de cambios y a proceder a una devaluación del bolívar.

El 13 de marzo de 1989, por Decreto presidencial, fue eliminado el tipo de cambio preferencial y establecido el mercado único, con una cotización de Bs. 39,35 por dólar; el precio de esta moneda seguirá subiendo entre corridas especulativas y mini-devaluaciones controladas por el Banco Central de Venezuela, hasta que por decreto presidencial del 27 de junio de 1994, atendiendo la grave crisis cambiaría causada por los desequilibrios del sistema financiero y las intervenciones de varios bancos, el país volvió al control de cambios, con una paridad de Bs. 170 por dólar.

A. Nacional:

Tomando como referencia a la Numismática en Venezuela (2020), La historia de la moneda en Venezuela, se puede decir que inicia en el año 1787, cuando por orden del Rey Carlos III se acuñaron monedas provinciales de plata para que circularan en Venezuela e Islas de las Antillas. De acuerdo a la historia de la moneda en Venezuela, esta se divide en diversas épocas, tales como:

La Época Colonial (1787-1809), pertenece a esta época la primera acuñación para Venezuela ordenada por el Rey Carlos III en 1787, y las realizadas por primera vez en Caracas por el Ilustre Ayuntamiento según decreto del Gobernador Don Manuel de Guevara y Vasconcelos el 12 de junio de 1802, fecha en la que se instaló la Real Casa de Moneda de Caracas, que comenzó la acuñación de monedas de cobre con carecer de seña, siendo la única colonia en hacerlo. A partir de 1810, la Casa de la Moneda acuñaría tanto monedas de plata de 1 y 2 reales, como de cobre de ½ y ¼ de real.

Época de la Independencia (1810-1819), comprende las actividades bajo la administración del Gobierno Patriota, con la acuñación, durante un breve lapso, de monedas con los signos de la nueva república en 1812, de 1/8 y 1/4 de real de cobre, y de 1/2 y 1 real de plata, así como la emisión de abundante papel moneda. Las incidencias de la guerra de Independencia mantuvieron aislada en manos realistas a la Provincia de Guayana y de Maracaibo del resto del país, por lo que se vieron obligadas las autoridades realistas a acuñar monedas de cobre para cubrir sus necesidades.

Época de la Gran Colombia (1820-1830), el 29 de septiembre de 1821 fueron sancionadas tres leyes fundamentales en materia de monedas, estas son: Ley sobre ley y peso de las monedas de oro y plata, Ley sobre amonedación de la platina y Ley sobre emisión de una moneda de cobre. Estas leyes fueron promulgadas el 1 de octubre de 1821. Venezuela se separa oficialmente de la Gran Colombia el 23 de septiembre de 1830 cuando el Congreso de Valencia sanciona la carta de la nueva República de Venezuela. Durante el período de 1819 a 1830 que duró la Federación de Colombia, Ecuador y Venezuela, se acuñaron en Bogotá, Popayán, Santa Marta y Pasto monedas de oro y plata. La Casa de Monedas de Caracas, acuñó pesetas y cuartos de real (cuartillos). En octubre de 1830, el Congreso ordenó la clausura definitiva de la Casa de Moneda Caraqueña.

República de Venezuela (1830-1863), los inicios de la Venezuela separada de la Gran Colombia estuvieron marcados por una gran confusión en materia de monedas, y la circulación de gran cantidad de monedas extranjeras. Las primeras monedas con el nombre de República de Venezuela llegaron al país en 1844 y eran centavos, medios centavos y cuartos de centavos de cobre, mandados a fabricar en Inglaterra, con lo que se inicia la modalidad de ordenar acuñaciones e importación de monedas a través de agentes comerciales, lo cual dura hasta 1885 cuando se estableció el cuño de Caracas. En 1863, al finalizar la Guerra de la Federación, se produce una de las rarezas en la numismática venezolana: las monedas con la efigie de Páez, las cuales no salieron a

circulación por el derrocamiento del Gobierno del General Páez (Ver Anexo XI). Al país llegaron 150.000 piezas de 10 Reales que no fueron recibidas por el nuevo gobierno y fueron regresadas, se presume que la empresa acuñadora las fundió para usar la plata en otras monedas.

Estados Unidos de Venezuela (1864-1953), el 12 de junio de 1865, el Congreso de los Estados Unidos de Venezuela, decretó una nueva Ley de Monedas que derogaba la de 1857. Se autoriza al Ejecutivo para establecer Casas de Monedas para acuñar en oro, plata y cobre. Se establecía por primera vez que las monedas de oro y plata llevaran la efigie del Libertador, se introduce la modalidad que en el reverso de las monedas llevara la inscripción: Estados Unidos de Venezuela. En 1879 se dictó una Ley de Monedas, donde se creó la nueva unidad monetaria; el bolívar de plata y se limitó la circulación de la moneda extranjera a la de los países de la Convención Monetaria Latina, sustituyendo el circulante extranjero por moneda nacional. Se acuñaron piezas de plata con los valores de bolívares cinco, dos y uno y las fracciones de cincuenta y veinte céntimos.

República de Venezuela (1953-1999), con el cierre del Cuño de Caracas, se inicia de nuevo la acuñación de monedas venezolanas en el extranjero. La Constitución promulgada en 1953 abandonó el nombre de Estados Unidos de Venezuela. Se realizaron acuñaciones de monedas de plata y níquel. En 1972, el Directorio del Banco Central de Venezuela recomienda al Ejecutivo Nacional, la acuñación de monedas conmemorativas, la cual no estaba contemplada en la vigente ley de Monedas. Con la Ley del Banco Central de Venezuela del 30 de octubre de 1974, este ejerce con carácter exclusivo, la facultad de emitir billetes y acuñar monedas. Entre 1988 y 1989 ocurrió una clandestina desmonetización no autorizada por el BCV de las monedas de níquel puro, como consecuencia de la fuerte alza de los precios del níquel registrada en el mercado internacional. Paralelamente, la acaparaban y utilizaban como materia prima y otros usos industriales, lo que ocasionó que el BCV aprobara en 1989 la emisión de billetes por primera vez de 1 y 2 Bs., la reimpresión del billete de 5 Bs. y monedas de acero enchapadas al 6% de níquel con valores de 25 y 50 céntimos, y 1, 2 y 5 Bs.

“Las transformaciones políticas venezolanas en el siglo XX han estado asociadas a la dinámica de la industria petrolera y a las mutaciones monetarias y financieras en el ámbito internacional y nacional.” (Mata, 2006, “Resumen”, párr. 1.).

República Bolivariana de Venezuela (1999-Presente), con la aprobación de la nueva Constitución en diciembre de 1999 por referéndum popular, se cambia el nombre del país a República Bolivariana de Venezuela.

El Directorio del Banco Central de Venezuela autorizó la desmonetización de las monedas fraccionarias de las denominaciones de Bs. 0,05; 0,10; 0,25 y 0,50, y de las monedas de plata de Bs. 0,25; 0,50; 1; 2; 5 y 10, las cuales ya no eran utilizadas como medio de pago. Tanto las monedas de plata como las monedas fraccionarias indicadas anteriormente dejaron de ser de curso legal a partir del 1º de abril del 2001.

El 9 de agosto del 2001 el Banco Central de Venezuela pone en circulación las nuevas monedas de 10, 20 y 50 Bolívares y el 18 de enero del 2002 el nuevo billete de 10.000 Bolívares, todos con la denominación de República Bolivariana de Venezuela. A partir del 1 de febrero de 2006 el BCV revocó el curso legal (desmonetizó) de los billetes en las denominaciones de Bs. 5, 10, 20, 50 y 100. El Banco Central de Venezuela (BCV) anunció que, a partir del 13 de junio de 2019, tres nuevos billetes se incorporan a la actual familia de especies monetarias. Las nuevas piezas son de Bs. 10.000, Bs. 20.000 y de Bs. 50.000, presentando similares características del anverso de Bs. 500 variando el color en cada caso. Tres nuevos billetes serán incorporados al Cono Monetario vigente, como parte de la ampliación de la actual familia de especies monetarias. Las nuevas piezas de Bs. 200 mil, 500 mil y de 1 millón comenzarán a circular paulatinamente, a partir del 08 de marzo de 2021.

B. Internacional:

Cada uno de los países tiene un comportamiento del sistema monetario. En Venezuela el signo monetario es el Bolívar. El bolívar es diferente al peso colombiano (Ver Anexo XII), al dólar norteamericano (Ver Anexo XIII) y a las demás monedas que existen en el mundo. El bolívar, así mismo, tiene un poder adquisitivo distinto al del peso y al del dólar.

Para crear bolívares, de la misma manera que para crear las demás monedas del mundo, existe un mecanismo. La unidad monetaria denominada bolívar, conjuntamente con la sistematización legal que regula su producción, las unidades económicas implicadas y el marco de costumbres y prácticas dentro del cual se lleva a cabo tal procedimiento de creación de bolívares, componen el sistema monetario nacional.

Hasta cierto punto es expresión de la soberanía del país. Los demás países tienen también sus sistemas monetarios nacionales. Si cada país posee su sistema monetario nacional, ¿por qué hay necesidad entonces de tener un sistema monetario internacional?

La respuesta podemos encontrarla tomando en cuenta que el intercambio de bienes y servicios entre países causa conflictos diferentes a los que ocasiona el intercambio dentro del propio país. Es indudable que en ambos tipos de intercambios una unidad brinda bienes o servicios y la otra unidad, las que demandan, tienen que pagar por ellos. De la misma manera (a nivel nacional e internacional) cuando se prestan fondos: el prestatario debe recibir los fondos, es decir, se debe realizar una entrega o, lo que es lo mismo, transferir poder de compra. Pero el “proceso de ajuste” de las transacciones tanto reales como financieras es diferente cuando se trata del mercado internacional que cuando se refiere al mercado nacional.

En el mercado nacional, en el momento de hacer transacciones entre unidades económicas individuales o entre distintas regiones del país, puede ocasionar un déficit y, de hecho, de la misma manera ocurre con frecuencia: un individuo gasta más de lo que es su ingreso, o una región se endeuda con otra . En el caso de la región es frecuente decir entonces que su balanza de pagos está fuera de una estabilidad.

Por extensión, se podría decir también que la “balanza de pagos” del individuo aludido es igualmente deficitaria. En ambos casos, en el momento que los individuos o regiones prestadoras se encuentren de acuerdo en aceptar (y acumular) activos financieros -es decir, derechos- el déficit puede continuar.

Pero en un momento dado se requerirá la liquidación total de la deuda, la razón es porque ya no habrá activos financieros admisibles, que sean transferibles a los vendedores o a los prestamistas. En ese momento, los individuos o regiones deficitarios se encuentran en el deber de incrementar el ingreso o a disminuir los gastos, es decir, a adaptar su actividad económica ajustado a los recursos de que disponen y a los que adeudan.

Lo importante es que el proceso monetario de ajuste, dentro del país, no manifiestan inconvenientes debido a que se utiliza una unidad monetaria presentada por un gobierno único. En el caso del individuo, el proceso real de ajuste es instantáneo: como se expuso en el párrafo anterior, simplemente tendrá que ajustarse a sus circunstancias. Las autoridades monetarias no se sienten comprometidas, en general, a elaborar una política para equilibrar las “balanzas de pago” individuales.

Cuando se trata de una región, desde el punto de vista del ajuste real, es muy común que los gobiernos medien para tratar de nivelar la balanza de pagos debido a que las dificultades económicas y sociales que se elaboran pueden ser de consideración. Así, se fomentan políticas de ingreso, de gastos, de desconcentración industrial (Ver Anexo XIV), de impuestos, de migración laboral, de educación, etc. Pero nuevamente, del mismo modo que en el caso de los

individuos, no se hayan inconvenientes monetarios de ajuste, porque la autoridad monetaria es nacional, el dinero que se utiliza es el mismo, y las leyes al igual que el marco institucional de pagos, son comunes a todas las partes involucradas en el intercambio.

Ahora, cuando se habla o se refiere al ámbito internacional, las cosas son diferentes. Los países, tal como se expresó antes, producen su propio dinero nacional y, por esa razón, tal dinero tiene poder de compra sólo dentro de los límites de cada país (no todos están en esta situación), sin embargo, algunas monedas nacionales se emplean como dinero internacional. El uso de tal dinero internacional -llamado entonces “divisas”- es lo que en parte se estudiará en las secciones que siguen.

Se encuentra una gran diversidad de monedas las cuales por si mismas no se usan internacionalmente como unidad de cuenta, medio de intercambio y reserva de valor. Al mismo tiempo, los habitantes de cada país esperan tener dinero que se reciba internacionalmente en el momento de pagar. Y, asimismo, a la hora de recibir poder de compra (porque se ha exportado bienes o servicios, porque se toman préstamos o porque se obtienen donaciones o transferencias) se delega en que tal poder de compra se materialice en dinero nacional que es el que se recibe dentro del país para la realización de transacciones.

En pocas palabras, el intercambio entre países crea un problema de ajuste monetario por el hecho de que hay distintas unidades monetarias involucradas. Es necesario realizar un paso adicional -intermedio- para pagar internacionalmente y cerrar una transacción: convertir la moneda nacional en moneda internacional, o lo que es lo mismo, contar con un “mercado de divisas”.

C. Ejemplos:

Las primeras monedas conocidas llegaron a Venezuela de la mano de los conquistadores en 1498; predominando el uso de la perla como forma de pago, provenientes de las Islas de Cubagua y Margarita.

El Cabildo Caraqueño declaró las perlas de Margarita como moneda entre 1589 y 1620. En 1787 el Rey Carlos III ordenó acuñar monedas de plata para que circularan en Venezuela e Islas de las Antillas, con valores de 0,5; 1 y 2 reales, fabricadas en la Casa de Moneda de México y fueron puestas en circulación en 1788.

Durante la independencia, se crearon varias monedas, la primera de las cuales fue el peso venezolano, en 1811. Tras varios cambios políticos, en 1876 se creó una moneda única para el país que fue bautizada como el venezolano y que fue sustituida por el bolívar en 1879.

La primera moneda de este fue lanzada en 1879, diseñada por el grabador francés Albert Desiré Barre con la efigie de Simón Bolívar en el anverso y el escudo de la República de Venezuela en el reverso. Este diseño se mantiene hasta el presente con algunas modificaciones de estilo.

Fue establecida en 1879 como unidad monetaria por el presidente Antonio Guzmán Blanco, llevando su nombre en honor a Simón Bolívar, héroe de la independencia venezolana. Está establecido en la Constitución que la unidad monetaria es el Bolívar (artículo 318) y delega en el Banco Central de Venezuela (BCV) su emisión y control.

El 1 de enero de 2008 fue aplicada una reconversión monetaria que estableció el Bolívar Fuerte y durante 3 años coexistieron ambos conos monetarios.

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