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Poesía, pág
SUSURROS
Acariciando susurros se agita el tiempo entre mis manos; pretendo atraparlo, pero ingenuamente sus segundos se deshacen como gotas de rocío sobre el fragante verdor que rodea la aldea.
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Mis silentes pasos recorren de puntillas las sendas, algo borrosas, de mi infancia: añoranzas rosáceas de inocencia y afectos. Una tímida brisa de mediodía libera ecos de risa de entre las ramas de los árboles y mi frágil mirada pierde su prudencia empapándose de un llanto templado que reconforta el alma.
Todo es diversamente idéntico; los colores, los aromas, las voces, los sonidos; quizá, tan solo las sensaciones que estremecen mi cuerpo me resulten desconocidas.
Tal vez, sin apenas darme cuenta, sea yo la que ha cambiado...
Mariola Naval Bernadó
