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ISBN 9798384507017 Ítem 005849275
Título del tema: DEVOCIONALES / ESTUDIO BÍBLICO / ENSEÑANZA / DIOS
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LIFEWAY RECURSOS EQUIPO EDITORIAL
Giancarlo Montemayor Vicepresidente, Lifeway Global
Carlos Astorga Director editorial
Jeslys Castro Coordinadora editorial
Denisse Manchego Asistente editorial
Xiomara Pedrahita Revisión de contenido
Andrea Nulchis Diseño gráfico
Grupo Scribere Traducción, edición y adaptación del diseño en español
1. La hija de Jacob ............................................................................. 11 Génesis 33:18–34:31
2. Los hijos de Jacob ....................................................................... 25 Génesis 35:1-29; 37:1-36
3. Judá y Tamar ................................................................................ 39 Génesis 38:1-29
4. José, el esclavo .............................................................................. 51 Génesis 39:1-23
5. El jefe de los coperos de Faraón ............................................... 65 Génesis 40:1-23
6. José, el gobernador ..................................................................... 77 Génesis 41:1-57
7. José prueba a sus hermanos ................................................... 89 Génesis 42:1–43:34
8. Una familia reconciliada .......................................................... 103 Génesis 44:1–45:15
9. Rescate de la familia de Jacob ................................................. 117 Génesis 45:16–47:12
10. Jacob termina en fe ................................................................... 129 Génesis 47:13–48:22
11. La soberanía de Dios .................................................................. 141 Génesis 49:1–50:21
12. Revisión de principios fundamentales ................................ 155
Cómo utilizar este manual de estudio
Utilice esta guía visual para entender mejor el orden de este manual de estudio y descubrir la forma en la que está diseñado para facilitar su aprendizaje y ayudarlo a aplicar efectivamente cada principio bíblico.
Número de sesión
Cada sesión está claramente indicada. Se sugiere estudiar una sesión por semana.
La hija de Jacob
Génesis 33:18–34:31
Pasaje bíblico de estudio
Cada sesión se enfoca en el estudio de un pasaje determinado, el cual se indica en la página de inicio.
Mapas
Cada texto contiene uno o más mapas que aportan significativamente al estudio exhaustivo de la Escritura.
Contexto
Antes de sumergirse en el estudio es importante comprender su contexto.
Esta sección proporciona el trasfondo que le ayudará a ubicar mejor los tiempos así como los eventos bíblicos del pasaje de estudio.
Puntos claves del texto
Se trata de las palabras o frases que se destacan dentro del pasaje bíblico que se está estudiando. En cada punto se especifica el versículo al que corresponden.
Espacio para tomar nota
Se ha designado esta área donde usted podrá registrar sus pensamientos, ideas, conocimientos nuevos y todo lo que proceda de su estudio de la Escritura.
Analice el texto
Las preguntas de esta sección están diseñadas para cimentar sus conocimientos a través del análisis profundo del pasaje estudiado.
Explore el significado El pueblo de Dios debe vivir como peregrino y extranjero en este
pero él
llamado a vivir como nómada; se movería de un lugar otro sin heredar ni un solo ápice. El Nuevo Testamento utiliza su ejemplo para enseñarnos que los cristianos heredarán el reino eterno de Dios, pero ese reino no es de este mundo, y no debemos perder de vista ese hecho. Abraham «esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto constructor es Dios» (Hebreos 11:10), y sus expectativas nunca se cumplieron durante su vida. Lo mismo ocurre hoy con el pueblo de Dios: Nuestro verdadero hogar es eterno las cosas de este mundo que consumen nuestro tiempo y nuestras energías pueden distraernos de hacer tesoros imperecederos. Jacob perdió esto de vista cuando compró tierra en Siquem comenzó establecerse allí. No está mal tener un hogar y una carrera «echar raíces» en un lugar. El peligro yace en olvidar que esas cosas son solo temporales. Nuestro enfoque debe estar siempre en invertir en el reino de Dios, invertir para la eternidad no para el hoy. Dios odia el pecado, pero también lo perdona. Siquem era un joven lujurioso, y no tenía disciplina para controlar sus pasiones. Vio una joven hermosa, permitió que su lujuria lo dominara y la violó. Su pecado trajo vergüenza para él y para una joven inocente; pero luego él se arrepintió de ese pecado y procuró resarcir lo hecho. A los ojos de Dios, todos los pecados son una afrenta absoluta Su carácter santo; cada acto de desobediencia, sin importar lo pequeño insignificante que nos parezca, nos deshonra nosotros y otros. Sin embargo, Dios, a diferencia de los hijos de Jacob, también hace provisión para el arrepentimiento y la restitución. Aún más, Él da Su Espíritu Santo a los que creen en Jesucristo, parte de la función del Espíritu es convencernos de pecado y llevarnos al arrepentimiento. Todos somos culpables de maldad, así como Siquem y los hijos de Jacob eran culpables ante Dios: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, la verdad no está en nosotros» (1 Juan 1:8). No obstante, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de arrepentirse de sus pecados ser plenamente restaurado a una relación inquebrantable con nuestro Creador: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (v. 9). La venganza le pertenece a Dios, no a nosotros. El pecado de Siquem contra Dina avergonzó a toda la familia de la joven, y sus hermanos tenían razón de estar enojados. Sin embargo, se equivocaron al tomar la venganza por sus manos y masacrar a las personas de aquella ciudad. Al hacer esto, se volvieron tan culpables como Siquem por no controlar sus propias pasiones. Todos sufrimos manos de otros de vez en cuando, y en ocasiones podemos ser afligidos en gran manera. Sin embargo, debemos considerar tales sufrimientos como herramientas que Dios usa para purificarnos y fortalecernos. Aquellos que nos odian no pueden causarnos mal menos que Dios lo permita, cuando Él lo permite, es por una razón. Las razones de Dios para permitir que Sus hijos sufran siempre tienen la intención de glorificar Su nombre. Puede ser que Él esté obrando para que el pecador obtenga salvación, o quizás está trabajando para hacernos más como Cristo. Ya sea que veamos una razón o no, nunca debemos pagar mal con mal. «No
4. Si usted hubiera estado en el lugar de Jacob, ¿cómo habría respondido al arrepentimiento de Siquem? 20 PIEDRAS VIVAS
Reflexione sobre el texto
Mediante estas preguntas se pretende llevarlo a una reflexión exhaustiva del texto bíblico aplicado a su propia vida y a la posterior puesta en práctica del aprendizaje en su vida cotidiana.
Reflexione sobre el texto
5. Según su opinión, ¿qué motivó a Jacob a comprar tierras cerca de Siquem? ¿Fue esto sabio o no? ¿Por qué?
6. ¿Alguna vez ha conocido a alguien que cometió un grave pecado, pero luego se arrepintió? ¿Qué frutos de arrepentimiento (evidencia de un corazón cambiado) mostró esa persona en su vida?
7. ¿Cómo debió haber respondido Jacob al pecado de Siquem? ¿Hizo Jacob lo correcto con respecto a Siquem? ¿Y con respecto a sus hijos?
8. ¿Cuándo ha visto la gracia de Dios demostrada por alguien que fue agraviado? ¿Hay alguna circunstancia en su vida en este preciso momento en la cual puede mostrar gracia hacia otra persona?
22 PIEDRAS VIVAS
Respuesta personal
9. ¿Cómo responde usted cuándo alguien lo ofende? ¿Toma venganza u ofrece perdón?
Explore el significado
Esta sección ampliará su comprensión de la Escritura y le ayudará a consolidar una perspectiva bíblica de los temas estudiados.
10. ¿Cómo responde cuando ha pecado contra alguien? ¿Busca perdón y ofrece restitución?
Respuesta personal
Un espacio para meditar en los cambios que el estudio bíblico producirá en su vida y las acciones a tomar para que la transformación sea eficaz y bendecida.
La hija de Jacob 23
Introducción
Jacob, también llamado Israel, tuvo doce hijos y una hija. El libro de Génesis nos ofrece muchos detalles de la vida de estas personas. Cada uno era un ser humano real, hecho de carne y hueso como usted y yo, y con fortalezas y debilidades similares a las nuestras. Todos enfrentaron pruebas y tentaciones únicas. Una fue violada, otro fue vendido como esclavo y otro sufrió la muerte de dos hijos.
Algunos de estos personajes respondieron confiando únicamente en la fidelidad de Dios, mientras que otros decidieron tomar venganza con sus propias manos. No obstante, de todas sus historias aprendemos una lección: ¡Dios tenía el control de todas sus circunstancias! Aun cuando parecía que Él no estaba por ninguna parte, en realidad estaba guiando de manera cuidadosa los acontecimientos en la vida de estos personajes. Después de todo, ellos se convirtieron en la poderosa nación de Israel.
Esto no significa que vivieron sin pecado, en algunos casos fue todo lo contrario. Sin embargo, Dios estaba obrando en ellos, aun cuando vivían en pecado, a fin de cumplir Sus propósitos para con Su pueblo. ¿Cuáles eran Sus planes? Reconciliación en la familia de Jacob y en la vida de Sus hijos a través de los siglos. Pues Cristo nació de la descendencia de Jacob.
En estos doce estudios, examinaremos los acontecimientos bíblicos que se describen en Génesis 34–50. Veremos el ejemplo de siervo de José y estudiaremos cómo llegó a ser el modelo de un líder piadoso. Seremos testigos del crecimiento de Judá de pecador egoísta a líder competente de su familia. Y, lo mejor de todo, conoceremos algunas verdades preciosas sobre el carácter de Dios y descubriremos Su gran fidelidad al cumplir Sus promesas. En resumen, aprenderemos lo que significa caminar por fe.
Título
El título en español «Génesis» proviene de la Septuaginta (la traducción griega de la Biblia) que significa «orígenes». Génesis sirve para introducir el Pentateuco (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento) y toda la Biblia. La influencia de este libro en la Escritura está demostrada porque se cita más de 35 veces en el Nuevo Testamento, con cientos de alusiones en ambos Testamentos. La historia de la salvación, que comienza en Génesis 3, no se completa hasta Apocalipsis 21–22, donde se describe de manera gloriosa el reino eterno de los creyentes redimidos.
Autor y fecha
Aunque 1) en Génesis el autor no se identifica a sí mismo y 2) este libro concluye casi tres siglos antes del nacimiento de Moisés, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento le atribuyen esta composición (ver, por ej.: Éxodo 17:14; Números 33:2; Esdras 6:18; Nehemías 13:1; Mateo 8:4; Marcos 12:26; Lucas 16:29; Juan 5:46). Moisés es el autor apropiado al considerar su formación académica (ver Hechos 7:22), y no se han presentado razones de peso para impugnar su autoría. Génesis se escribió después de Éxodo (hacia 1445 a. C.), pero antes de la muerte de Moisés (hacia 1405 a. C.).
Trasfondo y contexto
El contexto inicial del libro de Génesis es la eternidad pasada. Dios, por un acto voluntario y por Su Palabra divina, hizo que toda la creación existiera, la abasteció, y sopló vida en un trozo de barro que modeló a Su imagen para convertirlo en Adán. Dios hizo del ser humano la cúspide de Su creación; es decir, Sus compañeros que disfrutarían la comunión con Él y darían gloria a Su nombre.
El trasfondo histórico de los primeros acontecimientos en Génesis es sin dudas mesopotámico. Aunque es difícil precisar con exactitud el momento de la historia en el cual se escribió este libro, Israel escuchó por primera vez el relato en algún momento antes de cruzar el Río Jordán y entrar a la tierra prometida (aprox. 1405 a. C.).
Génesis tiene tres escenarios geográficos secuenciales y diferentes: 1) Mesopotamia (capítulos 1–11); 2) la tierra prometida (capítulos 12–36); y 3) Egipto (capítulos 37–50). Los marcos de tiempo de estos tres segmentos son: 1) Desde la creación hasta aprox. 2090 a. C.; 2) 2090-1897 a. C.; y 3) 1897-1804 a. C. Génesis cubre más tiempo que el resto de los libros de la Biblia juntos.
Temática histórica y teológica
En este libro de los comienzos, Dios se revela a sí mismo y le revela a Israel una cosmovisión que contrastaba, en ocasiones de manera muy aguda, con la de sus naciones vecinas. El autor no intenta defender la existencia de Dios ni presentar un análisis sistemático de Su persona y obras. Más bien, el Dios de Israel se distingue claramente de los supuestos dioses de sus vecinos. Se revelan fundamentos teológicos, que incluyen a Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo, el hombre, el pecado, la redención, el pacto, la promesa, Satanás y los ángeles, el reino, la revelación, Israel, el juicio y la bendición.
Génesis 1–11 (historia primigenia) da a conocer los orígenes del universo; es decir, los comienzos del tiempo y el espacio y muchas de las primeras experiencias humanas como: el matrimonio, la familia, la Caída, el pecado, la redención, el juicio y las naciones. Génesis 12–50 (historia patriarcal) explica a Israel el surgimiento de su existencia como una familia cuya ascendencia se remonta hasta Heber (de ahí que se les conozca como los «hebreos»; ver Génesis 10:24-25) e incluso más remotamente hasta Sem, el hijo de Noé (de ahí el término «semitas»; ver Génesis 10:21). El pueblo de Dios no solo llegó a comprender su ascendencia e historia familiar, sino también los orígenes de sus costumbres arraigadas, tradiciones, lenguas y diferentes culturas, especialmente las experiencias humanas básicas, como el pecado y la muerte.
Como se preparaban para entrar en Canaán y despojar a los habitantes de aquella tierra de sus hogares y propiedades, Dios reveló el trasfondo de sus enemigos. Además, necesitaban comprender el fundamento real de la guerra que estaban a punto de declarar teniendo en cuenta la inmoralidad de asesinar, en consonancia con los otros cuatro libros que Moisés estaba escribiendo (Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio). Al final, la nación judía entendería una porción seleccionada de la historia mundial precedente y el trasfondo inaugural de Israel como base sobre la cual vivirían sus nuevos comienzos bajo el liderazgo de Josué en la tierra prometida a Abraham, su ancestro patriarcal.
Génesis 12:1-3 se enfoca principalmente en las promesas de Dios a Abraham. Se quita la mirada del resto de los pueblos del mundo en Génesis 1–11 y se centra en una pequeña nación: Israel, por medio de la cual Dios llevaría a cabo de manera progresiva Su plan redentor. Esto resaltaba la misión de Israel de ser «una luz a los gentiles» (Isaías 42:6). Dios prometió una tierra, descendientes (simiente), y bendición. Esta triple
promesa se convirtió, a su vez, en la base del pacto con Abraham (ver Génesis 15:1-20). El resto de la Escritura confirma el cumplimiento de estas promesas.
En una mayor escala, Génesis 1–11 plantea un mensaje singular sobre el carácter y las obras de Dios. En la secuencia de narraciones que conforman estos capítulos de la Escritura, emerge un patrón que revela la abundante gracia de Dios al responder a la desobediencia voluntaria de la humanidad. Sin excepción, en cada relato Dios aumenta la manifestación de Su gracia. No obstante, también sin excepción, el hombre responde con una rebelión pecaminosa cada vez más grande. En términos bíblicos, cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia (ver Romanos 5:20).
Un último tema de importancia teológica e histórica que distingue a Génesis de los demás libros de la Escritura es que este primer libro de la Biblia se corresponde estrechamente con el último. En el libro de Apocalipsis, el paraíso que se perdió en Génesis será recuperado. El apóstol Juan presenta de manera clara los acontecimientos registrados en su libro como resoluciones futuras a los problemas que comenzaron como resultado de la maldición en Génesis 3. Su atención se centra en las consecuencias de la Caída al destruir la creación y en la manera en que Dios libera a Su creación del efecto de la maldición. En palabras del propio Juan: «Y no habrá más maldición» (Apocalipsis 22:3). No es de sorprender que, en el capítulo final de la Palabra de Dios, los creyentes se encontrarán en el Jardín del Edén, el paraíso eterno de Dios, y comerán del árbol de la vida (ver Apocalipsis 22:1-14).
Desafíos de interpretación
Comprender los mensajes individuales de Génesis que conforman el plan y el propósito más amplio del libro no es tarea fácil. Tanto los relatos individuales como el mensaje general ofrecen importantes lecciones sobre la fe y las obras. Génesis presenta la creación por mandato divino, ex nihilo; es decir, «de la nada». Tres sucesos traumáticos de proporciones épicas: la Caída, el diluvio universal, y la dispersión de las naciones, se presentan como trasfondo histórico para comprender la historia universal. A partir de Abraham, la pauta es enfocarse en la redención y bendición de Dios.
Las costumbres del Génesis suelen diferir considerablemente de las actuales. Deben explicarse teniendo en cuenta su origen en el antiguo Cercano Oriente. Cada una debe tratarse también según el contexto inmediato del pasaje, antes de intentar explicarla basándose en costumbres registradas en fuentes extrabíblicas o incluso en otras partes de la Escritura.
Jacob y Egipto
Ubicación exacta incierta
Escala en millas ?
El Mar Grande
(Mediterráneo)
MONTE CARMELO
Dotán
Siquem
MONTEMONTEHERMÓN LÍBANO
Cedes
Mar de Cineret
Río Yarmuk
Galaad
Río Jordán
Gezer Bet-el Salem
Bet-semes
Hebrón Mamre Siclag?
Beerseba Sodoma Tamar
Cades-barnea
Neguev
? Parán ?
Río Arnón
deArroyo Zered
Arroyo de Jaboc
Damasco
Padan-aram (Harán)
Ribla
La hija de Jacob
Contexto
Nuestro estudio comienza con Jacob y su familia en Siquem, en la tierra de Canaán (ver el mapa en la Introducción), adonde Jacob había viajado tras reconciliarse con su hermano gemelo Esaú. Para entonces, Jacob, también llamado Israel, había vivido allí varios años, e incluso había comprado una parcela de tierra. Era la primera vez que un descendiente de Abraham adquiría tierras en Canaán, hasta donde se nos indica en Génesis; esto sugiere que Jacob se estaba estableciendo allí.
Como recordaremos, Jacob tenía dos esposas y dos concubinas. Había pasado muchos años trabajando para su tío Labán, y durante ese tiempo se había enamorado de Raquel, la hija menor de este. Había pedido permiso a su tío para casarse con ella, y él había accedido con una condición: Jacob trabajaría para él durante siete años a fin de ganarse la mano de su amada. Jacob aceptó con agrado esta condición, pero al cumplirse los siete años, Labán lo engañó y le entregó a Lea, su hija mayor, en lugar de Raquel. Entonces Jacob trabajó otros siete años para obtener la mano de Raquel.
Con el paso del tiempo, Jacob amó a Raquel más que a Lea y no hizo ningún esfuerzo por disimularlo. Esto debe haberle causado gran tristeza a Lea, pero el Señor la consoló al darle seis hijos, mientras que Raquel permanecía estéril. Raquel, a su vez, celosa de la fertilidad de su hermana, persuadió a Jacob para que le diera hijos por medio de su sierva. (Los hijos de la criada se considerarían de Raquel). Lea respondió como si se tratara de una competencia, y le dio su sierva a Jacob. Esta rivalidad entre las dos hermanas continuó, y Lea tuvo otros dos hijos y una hija, mientras que Raquel no tuvo ninguno.
Finalmente, Raquel clamó al Señor en su angustia, y Dios tuvo misericordia de ella y abrió su matriz. Ella dio a luz a José y luego a Benjamín. En conclusión, Jacob tuvo un total de doce hijos, y al menos una hija. Conoceremos a los doce hijos de Jacob en el siguiente estudio, pero por ahora analizaremos a su hija, Dina. Ella era la hija menor de los hijos de Lea, y probablemente tenía entre catorce y dieciséis años en el momento en que comienza nuestro relato.
En la época de Jacob, habría sido extraño que una adolescente anduviera sola por las calles de una ciudad desconocida. Sin embargo, esto es precisamente lo que Dina estaba a punto de hacer. No se nos refieren los motivos de su excursión, pero, como veremos, los resultados serían dramáticos.
Acercamiento
Jacob tenía una familia numerosa, con doce hijos y una hija. ¿Cuáles son algunos de los desafíos que plantea una familia con muchos hermanos y hermanas?
Puntos claves del texto
Lea Génesis 33:18–34:31 y observe las palabras y las frases claves que se indican a continuación.
Jacob en Canaán. Después de reconciliarse con su hermano, Jacob lleva a su familia a Sucot y luego se establece en la ciudad de Siquem en la tierra de Canaán.
33:18 llegó sano y salvo. Esta afirmación hace referencia al cumplimiento del voto que Jacob hizo en Betel cuando, después de salir de Canaán, clamó a Dios pidiendo un regreso seguro. Previamente, Jacob había prometido dar el diezmo (la décima parte de sus posesiones) al Señor al llegar a Canaán (ver Génesis 28:20-22). Es de suponer que cumplió esta promesa en Siquem, o más tarde en Betel (ver 35:1).
33:19 compró una parte del campo, donde plantó su tienda. Esta compra se convirtió en la segunda propiedad que perteneció legalmente al linaje de Abraham en la tierra prometida (ver Génesis 23:17-18; 25:9-10). No obstante, la tierra no era de Abraham y sus descendientes solo porque la compraron, sino porque Dios era el dueño de toda ella (ver Levítico 25:23) y Él se las entregó para su posesión exclusiva.
33:20 erigió allí un altar. Jacob construyó un altar en el lugar donde antes Abraham había erigido uno (ver Génesis 12:6-7) y lo marcó con un nombre nuevo: El-Elohe-Israel, que significa: «Dios, el Dios de Israel». De esta forma, Jacob expresó que él adoraba al «Todopoderoso». La palabra Israel quizás anunciaba su uso para referirse al pueblo con el que rápidamente se asoció, incluso cuando no consistía en mucho más que la extensa familia de Jacob.
Dina sale. Jacob compra tierra en Siquem y establece allí a su familia. Un día, su hija Dina, decide salir a explorar el lugar por su cuenta.
34:1 Dina. Dina era la undécima hija en la familia de Jacob, nacida de Lea después de su sexto hijo, Zabulón (ver Génesis 30:20-21).
Salió […] a ver a las hijas del país. El significado de esta frase es ambiguo. Josefo, el historiador judío, afirmó que este suceso tuvo lugar durante una fiesta cananea y que Dina salió a ver los vestidos y los adornos de las mujeres. Al parecer, ella fue sola, lo cual habría sido inusual en aquella cultura. Lo común era que las jóvenes salieran acompañadas al menos por su madre y sirvientas, y
probablemente también por sus hermanos. Es posible, entonces, que Dina se escapara sin el consentimiento de su padre.
34:2 Siquem. La ciudad donde Jacob y su familia vivían evidentemente llevaba el nombre de una familia dentro de la tribu de cananeos que moraba allí. Con frecuencia, los lugares adquirían sus nombres de la tribu o líder que se asentaba allí. En este caso, Siquem era el hijo del gobernante de la región. Jacob había comprado un pedazo de tierra de Siquem y esto sugiere que planeaba establecerse allí. Sin embargo, este no era el plan de Dios, y la decisión de Jacob de morar con los cananeos tuvo consecuencias nefastas.
La tragedia golpea. La joven Dina no estaba protegida por sus hermanos, quienes apacentaban sus rebaños en el campo. Un joven rico se aprovechó de su vulnerabilidad.
la vio [...] la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. Esta es una descripción explícita del ciclo del pecado. Siquem se dejó llevar por el deseo de sus ojos, luego extendió su mano y tomó lo que deseaba (como hizo Eva en Génesis 3), y entonces cometió el pecado. Este pecado produjo muerte, como siempre hace: «… cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte» (Santiago 1:14-15).
34:3 su alma se apegó. Esta frase es una sola palabra hebrea que significa «aferrarse» o «estar unido a». Es la misma palabra que se traduce como se unirá en Génesis 2:24. «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne». A pesar de la violencia del crimen de Siquem, su alma se apegó a Dina.
se enamoró de la joven. El pecado de Siquem no se deshizo ni se corrigió por su posterior amor hacia Dina. Lo mismo sucede hoy. Nuestro remordimiento no expía el pecado, ni tampoco nuestros intentos por «compensar» a quien hemos herido.
34:4 Tómame por mujer a esta joven. Esto se acerca bastante a la ley de Dios dada a través de Moisés: «Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos; entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días» (Deuteronomio 22:28-29).
34:5 Siquem había amancillado a Dina. La palabra amancillar significa «ensuciar o contaminar, corromper moralmente, hacer algo inservible para propósitos santos». Este es un concepto terrible, y revela la importancia de la pureza sexual en el pueblo de Dios. Siquem le había robado algo precioso a Dina y la había corrompido en el proceso.
calló Jacob hasta que ellos viniesen. Algunos han sugerido que Jacob estaba esperando por sus hijos para saber qué hacer en este asunto. Sin embargo, su reserva puede haber sido simplemente una manera sabia de proceder, el tiempo que necesitaba para buscar consejo y esperar antes de reaccionar. Aun así, el propio Jacob debió haber ejercido un liderazgo piadoso en esta situación. Las siguientes acciones de sus hijos sugieren que él no era un líder fuerte en su propia casa.
34:7 los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron. La respuesta inicial de los hermanos ante este crimen fue correcta: dejaron lo que estaban haciendo y corrieron a ayudar. El pueblo de Dios hoy debería actuar con la misma urgencia cuando un hermano o hermana se encuentra en dificultades. hizo vileza. La inmoralidad sexual se ha vuelto tan común en nuestra cultura que los cristianos tienden a hacerse los de la vista gorda ante ella. Sin embargo, así no es como Dios ve la promiscuidad: ante Sus ojos, las relaciones sexuales fuera de los límites del matrimonio son una terrible perversidad. Es una vileza cuando el pueblo de Dios no se guarda sexualmente puro: es algo que no se debe hacer (v. 7).
Siquem se arrepiente. El joven príncipe Siquem ha cometido un horrendo crimen contra Dina, pero él se arrepiente de inmediato e intenta resarcir la situación.
un horrendo crimen contra Dina, pero él se arrepiente de inmediato
34:8 os ruego que se la deis por mujer. A primera vista, era una petición razonable por parte de Hamor, el padre de Siquem, y se ajustaba a la ley de Dios. La honra de Dina había sido violada, y habría sido difícil para ella encontrar esposo en el futuro. Sin embargo, el problema era que los cananeos no servían a Dios, y el pueblo de Israel no debía casarse con el mundo que los rodeaba. Es comprensible que Jacob dudara en tomar una decisión, ya que se encontraba en una situación difícil.
34:9 emparentad con nosotros. Abraham e Isaac habían ordenado a sus hijos que no tomaran esposas de entre los cananeos (ver Génesis 24; 28:1), y Jacob comprendió este principio. El pueblo de Dios no debe casarse con aquellos que no le sirven a Él, pues es como enyuntar un buey y un asno: los dos animales son completamente diferentes e intentarán arar en distintas direcciones. «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?» (2 Corintios 6:14).
34:10 la tierra estará delante de vosotros. La propuesta de Hamor era perfectamente legítima, incluso generosa: «Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión». Mas el Señor ya les había prometido la tierra a los descendientes de Abraham. Por tanto, desde la perspectiva de Dios, no le correspondía a Hamor
darla. El deseo de Dios era que Su pueblo viviera como peregrinos y extranjeros en la tierra durante los días de Jacob (ver Hebreos 11:9-10), y no era aún el tiempo de que la nación de Israel se estableciera en Canaán.
34:11 Halle yo gracia en vuestros ojos. Siquem buscaba perdón, y dejó claro que estaba dispuesto a hacer lo que la familia de Dina pidiera para resarcir el crimen cometido. Su transgresión fue grave, pero su arrepentimiento parecía genuino. La conducta de Siquem en este caso fue honorable.
Los hermanos conspiran. Los hijos de Jacob no están dispuestos a aceptar la propuesta de restitución de Siquem. En lugar de eso, conspiran para vengarse.
34:13 respondieron los hijos de Jacob […] con palabras engañosas. La vida de Jacob se había caracterizado por el engaño y la astucia, y ahora sus hijos estaban siguiendo sus pasos. por cuanto había amancillado a Dina su hermana. No hay duda de que la violencia de Siquem hacia Dina fue perversa, pero todo pecado es abominable ante los ojos de Dios. El joven se había arrepentido de su maldad y había expresado su deseo de resarcir el daño a cualquier precio. Sin embargo, los hermanos respondieron con su propia malicia.
34:14 No podemos […] dar nuestra hermana a hombre incircunciso. Esta declaración de los hijos de Jacob era cierta, pues el Señor no quería que Su pueblo se mezclara con los cananeos. No obstante, la ley mosaica (que aún no había sido dada) hacía provisiones para que los gentiles se circuncidaran y caminaran con el pueblo de Dios. La principal razón del Señor para escoger un pueblo era hacer evidente Su gracia a todo el mundo, no solo para bendecir a los descendientes de Abraham. Los hijos de Jacob estaban haciendo un mal uso de la provisión de gracia de Dios para sus propios fines de venganza. «Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea […] tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Santiago 1:19-20).
entre nosotros es abominación. Irónicamente, lo que los hijos de Jacob estaban a punto de hacer también sería una gran abominación.
34:15 Si habéis de ser como nosotros. Aquí nuevamente encontramos una declaración irónica, pues era Siquem quien estaba siendo honorable en la conversación, mientras que los hijos de Jacob estaban actuando de manera deshonrosa.
34:16 Seremos un pueblo. Este comentario de los hijos de Jacob era una mentira descarada. Como escribió Pablo: «Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros» (Efesios 4:25).
34:19 Y no tardó el joven. Esto demostraba que las palabras de Siquem eran sinceras, pues no tardó en hacer lo que la familia de Dina exigía para enmendar su pecado.
él era el más distinguido de toda la casa de su padre. Esto puede interpretarse de dos formas: indica que Siquem era tenido en alta estima por su pueblo, como lo demuestra el que los hombres de la ciudad se sometieron al doloroso y debilitante rito de la circuncisión. También significa que las acciones de Siquem, al menos en parte, eran el resultado de un arrepentimiento genuino, mientras que las acciones de la casa de su padre al parecer estaban motivadas por un deseo de beneficio económico.
34:23 sus bienes […] serán nuestros. Esto parece sugerir que Hamor y Siquem estaban ligeramente motivados por la idea de un beneficio económico.
Masacre. Los hijos de Jacob toman la justicia por su mano y se exceden al ejecutar venganza.
34:24 circuncidaron a todo varón. Dios estableció el pacto de la circuncisión con Abraham (ver Génesis 17:9-13) como una señal externa de que su casa y sus descendientes habían cortado su carne y habían entrado a una nueva relación de paz con Él. La ceremonia debía llevarse a cabo cuando los niños cumplían ocho días de nacidos, aunque también se permitía la circuncisión de hombres adultos. Sin embargo, la circuncisión de un adulto era dolorosa y debilitante, como bien sabían los hijos de Jacob. A ellos no les interesaba que los cananeos hicieran un pacto de paz con Dios, sino más bien satisfacer sus ansias de venganza.
34:25 Simeón y Leví. Simeón y Leví eran el segundo y tercer hijo de Jacob. En el siguiente estudio analizaremos cómo Rubén, el primogénito de Jacob, cometió un grave pecado que le impidió recibir la primogenitura; pero este pecado de Simeón y Leví puede ser parte de la razón por la cual ellos tampoco recibieron la primogenitura. Ese honor pasaría finalmente a Judá, quien era el cuarto en la línea genealógica. Jesús nació del linaje de Judá, no de la descendencia de Rubén, ni tampoco de la de Simeón ni de Leví.
34:26 a Hamor y a Siquem su hijo los mataron. El castigo de la ley mosaica era que Siquem hiciera restitución y se casara con la mujer que había violado, no que el joven muriera, ni tampoco su familia. No obstante, los hijos de Jacob fueron a tal extremo que masacraron a todos los hombres de la ciudad. Hicieron esto tan solo para satisfacer sus ansias de sangre, no había justicia en ello.
34:27 los hijos de Jacob. Simeón y Leví eran culpables de asesinato, pero al parecer todos los hijos tuvieron parte de culpa en el saqueo de los muertos. Esta triste perversión de la unidad familiar se repetiría cuando los hermanos se unieron para asesinar a José.
34:30 se juntarán contra mí y me atacarán. La principal preocupación de Jacob era su propia seguridad, no el pueblo que había sido masacrado ni el comportamiento malvado de sus hijos. La triste ironía es que Jacob no habría tenido que enfrentar este perjuicio si no se hubiera asentado en Siquem.
34:31 ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera? Los hijos de Jacob estaban tratando de justificar su maldad, pero los intentos honorables de restitución por parte de Siquem resaltan su culpa. Al final, Siquem no había tratado a Dina como a una ramera.
Analice el texto
1. ¿Qué motivó a Dina a ir sola a la ciudad? ¿Cree usted que sus acciones estaban justificadas o fueron imprudentes? ¿Por qué?
2. ¿Qué impulsó a los hermanos de Dina a ejecutar una venganza tan sangrienta? En su lugar, ¿qué habría hecho usted?
3. ¿Cree que el arrepentimiento de Siquem era sincero o fingido? ¿Su propuesta de matrimonio era una recompensa suficiente por lo que había hecho? Fundamente sus respuestas a la luz de este pasaje.
4. Si usted hubiera estado en el lugar de Jacob, ¿cómo habría respondido al arrepentimiento de Siquem?
Explore el significado
El pueblo de Dios debe vivir como peregrino y extranjero en este mundo. Dios había prometido a Abraham que sus descendientes heredarían toda la tierra de Canaán, pero él estaba llamado a vivir como nómada; se movería de un lugar a otro sin heredar ni un solo ápice. El Nuevo Testamento utiliza su ejemplo para enseñarnos que los cristianos heredarán el reino eterno de Dios, pero ese reino no es de este mundo, y no debemos perder de vista ese hecho.
Abraham «esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:10), y sus expectativas nunca se cumplieron durante su vida. Lo mismo ocurre hoy con el pueblo de Dios: Nuestro verdadero hogar es eterno y las cosas de este mundo que consumen nuestro tiempo y nuestras energías pueden distraernos de hacer tesoros imperecederos. Jacob perdió esto de vista cuando compró tierra en Siquem y comenzó a establecerse allí.
No está mal tener un hogar y una carrera y «echar raíces» en un lugar. El peligro yace en olvidar que esas cosas son solo temporales. Nuestro enfoque debe estar siempre en invertir en el reino de Dios, invertir para la eternidad y no para el hoy.
Dios odia el pecado, pero también lo perdona. Siquem era un joven lujurioso, y no tenía disciplina para controlar sus pasiones. Vio a una joven hermosa, permitió que su lujuria lo dominara y la violó. Su pecado trajo vergüenza para él y para una joven inocente; pero luego él se arrepintió de ese pecado y procuró resarcir lo hecho.
A los ojos de Dios, todos los pecados son una afrenta absoluta a Su carácter santo; cada acto de desobediencia, sin importar lo pequeño o insignificante que nos parezca, nos deshonra a nosotros y a otros. Sin embargo, Dios, a diferencia de los hijos de Jacob, también hace provisión para el arrepentimiento y la restitución. Aún más, Él da Su Espíritu Santo a los que creen en Jesucristo, y parte de la función del Espíritu es convencernos de pecado y llevarnos al arrepentimiento.
Todos somos culpables de maldad, así como Siquem y los hijos de Jacob eran culpables ante Dios: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» (1 Juan 1:8). No obstante, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de arrepentirse de sus pecados y ser plenamente restaurado a una relación inquebrantable con nuestro Creador: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (v. 9).
La venganza le pertenece a Dios, no a nosotros. El pecado de Siquem contra Dina avergonzó a toda la familia de la joven, y sus hermanos tenían razón de estar enojados. Sin embargo, se equivocaron al tomar la venganza por sus manos y masacrar a las personas de aquella ciudad. Al hacer esto, se volvieron tan culpables como Siquem por no controlar sus propias pasiones.
Todos sufrimos a manos de otros de vez en cuando, y en ocasiones podemos ser afligidos en gran manera. Sin embargo, debemos considerar tales sufrimientos como herramientas que Dios usa para purificarnos y fortalecernos. Aquellos que nos odian no pueden causarnos mal a menos que Dios lo permita, y cuando Él lo permite, es por una razón.
Las razones de Dios para permitir que Sus hijos sufran siempre tienen la intención de glorificar Su nombre. Puede ser que Él esté obrando para que el pecador obtenga salvación, o quizás está trabajando para
hacernos más como Cristo. Ya sea que veamos una razón o no, nunca debemos pagar mal con mal. «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» (Romanos 12:19-21).
Dios llama a Su pueblo a ser instrumentos de gracia, no armas de ira. El Señor había instituido el pacto de la circuncisión con los descendientes de Abraham para proveer una señal externa y visible ante el mundo de que los israelitas eran Su pueblo. El pacto era para la gloria de Dios, no porque Israel había hecho algo para ganar Su favor. Sin embargo, los hijos de Jacob usaron la provisión de gracia del Señor para sus fines carnales, y al hacer eso, deshonraron el nombre de Dios.
Reflexione sobre el texto
5. Según su opinión, ¿qué motivó a Jacob a comprar tierras cerca de Siquem? ¿Fue esto sabio o no? ¿Por qué?
6. ¿Alguna vez ha conocido a alguien que cometió un grave pecado, pero luego se arrepintió? ¿Qué frutos de arrepentimiento (evidencia de un corazón cambiado) mostró esa persona en su vida?
7. ¿Cómo debió haber respondido Jacob al pecado de Siquem? ¿Hizo Jacob lo correcto con respecto a Siquem? ¿Y con respecto a sus hijos?
8. ¿Cuándo ha visto la gracia de Dios demostrada por alguien que fue agraviado? ¿Hay alguna circunstancia en su vida en este preciso momento en la cual puede mostrar gracia hacia otra persona?
Respuesta personal
9. ¿Cómo responde usted cuándo alguien lo ofende? ¿Toma venganza u ofrece perdón?
10. ¿Cómo responde cuando ha pecado contra alguien? ¿Busca perdón y ofrece restitución?