CE no. 69

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El 1 1 de agosto de 1976, este OVN I se paseó por terr¡torio japonés y fue fotografiado varias veces por una persona que no quiso revelar su identidad.

Los datos técnicos fueron publicados, junto con otra de sus fotografías en Ia cualse advierte alOVNl a mucha menor altura, dentro de la Galería de CONTACTOS No.63.

'Nebulos gaseosa de Serpens y santo "marciano'" de Aralar.

Una publicación catorcenal de Editorial Posada, S. A.

PRESIDENTE DEL CONSEJO

Guillermo Mendizábal Lizalde

SUBD IFI ECTOB ADIVi I N ISTRATIVO Guillermo Varqas E.

TIIIIIEIO$ Hil[ffiTRNf 8I[TT

DIRECTOR: Ariel Rosales

JEFE DE REDACCION: Héctor Chavarría Liu BEDACCION EN ESPAÑA: Enrique V¡cente

PRODUCCION: Fausto Rosales Pablo Latapí Jorge lzaguirre Salvador Alvarez

TIPOGFAF IA: Ma. de la Luz Reyes A. Ma. del Carmen Sánchez S.

TRADUCCION: Claudia Hermann

FOTOGRAFIA: Manuel Olvera

ABTE: Araceli Arriaga Barba Víctor M. Hernández V.

COLABORADORES:

Francisco Aniceto Lugo, Rudolph G, Aicardi, Vicente-Juan Ballester Olmos, Juan José Benltez; Will¡am Brautigan, Jerome Clark, Flené Foúéré, Salvador Freixedo, Her¡berto García Rivas, Elvira García, Ramiro Garza, Arthur Gatti, Ma. Teresa Givaudán, Perla González, Hugo del Grial, Miguel Guasp, Carlos Guzmán Roias, Mario Herrera, J.J. Hurtak, Jean-Pierre Jourde, John A. Keel, Antonio Las Heras, Judyth de León, Máurius Lleget, Mercedes Méndez Azcárate, Erwin Móller, Servando Molina, Lino Monti, Marcelo Eduardo Pichel, Hugo S. del Real, Mack Beynolds, Antonio Ribera, Guadalupe Rivera de lturbe, Rius, Hernán Rodrfguez, Cecilia Sánchez, Virgilio Sánchez Ocejo, Ken Smith, Guy Tarade, Fernando J. Téllez, Kenia Velásquez, Carlos Villa, Fabio Zerpa' CONCESIONAR IOS EXCLUSIVOS PARA LA VENTA DE ESPACIO PUBLICITARIO: Publ ipromociones selectivas (Francisco Salazar)

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DISTRIBUCION D. F.: Enrique Gómez Corchado

DISTFI IBUCION FORANEA: Distribuidora lntermex, S. A. USA: Miguel Reyes Medina SERVICIOS; Agencia EFE, Psv' Eve Communications, UPl, AFP, Transworld Feature Svndicate, Prensa Latina, ICUFON, DUIST'

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de agosto, 1979

Editorial

Cartas En Contacto iQué buscaban los OVNIS en Casilda? oor Anton¡o Las Heras 'gl ,¡a¡e interrumpido, 18 años después

por Hernán Rodríguez Otra prueba de la realidad OVNI por Carlos Vilchez N. Fernando Sesma, Zun contactado apóstata? por Ramiro Garza El santo marciano de Aralar Dor Juan G. Atienza''Ellos nos siguen vis¡tando" por Erich von Dániken Archivo Secreto La última órbita del skylab por María Cecilia Sánchez La sartén voladora por Robert F. Young Libros Tests y entreten¡m¡entos

CONTACTOS EXTRATERRESTBES. Revista publicada por Editorial Posada' S A' La Otra Banda No. 74,Col.Tizapán san Angel, México 20, D. F, Teléfono 550-40'22. Publicacióncatorcenal, Registros en trámite. Miembro de la Cámara Nacional de la lndu§tria Editorial lmpresa en VictorL Litográfica, S. A. , Bulevar Manuel Avila Camacho 585. Prohibida la reproducción total o parc¡al del contenido de esta revista. No se devuelve material escrito o gráfico no solicitado. Precio del eiemplar $ 12.00 M. N. lmpreso enMéxicolPrinted in Mexico.

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ffinfiilnn[$nffi No.69 SUMARIO
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LA §ARTEN VOLADORA

La víspera del día de Todos ros santos, Hailoween, es fecha propicia para las brom_as, pero, cpuede ser bromá ta visita ár'iÁá-irn, espacial extraterrestre? Y, ¿xtará diciendo su tripulante ta verdad cuando'anui- cia que la Tierra será destruida en unas horas? gn esta niloiia numorísti- clt_y tierna al mismo tiempo, Robert F. young -ioiái-¡iá escritor de cF- responde a estas preguntas, y a otras retac"ioniias-iii et or¡ián dá ciertos ovninautas frecuentemente observados en ta ,áái¡aii. y er resurta- * gt rn cuento que hard gozar a quienes gustan de ras teorirs de Jacques Vallée.

M.riann. Summers trabajaba en una fábrica de sartenes. Durante ocho horas diarias, toda la semana se mantenía junto a una banda de transmisión colocando los mangos a los utensilios. Sobra decir que este trabajo la aburría y que refle- xionaba cansadamente en que estaba perdiendo el tiempo al mismo ritmo con que corría la banda.

En algunas ocasiones Marianne se preguntaba el porqué de tan monótona ocupación, aunque de antemano sabía la respuesta: si una persona desea ser independien_ te. y carece de las aptitudes y la educación para serlo, no le qu'eda más que dedicarse a trabajos rutinarios. Existe una apreciable diferencia entre poner mangos a las sartenes y actuar en televisión, pues cuando se tienen las piernas g.ordas, en opinión de los encarga- dos de seleccionar bailarinas, ño queda más remedio que emplearse en lo que sea si hay que comer tres veces al día.

En el mundo gris de Marianne nunca pasaba nada, siempre lo mismo a las mismas horas todos

los días y al parecer había pocas perspectivas de mejorar en el futu ro.

Así estaban las cosas cuando se encontró con la sartén voladora. ,t**

Aquel día había transcurrido igual de aburrido que los demás y que fuera el día de Halloween, no cambiaba nada, salvo que varios dependientes habían invitado a Marianne a bailar. lnvariablemente la muchacha les respon- día con su habitual mentira de que no le gustaba el baile. Recibió otras nueve invítaciones y las rechazó todas preguntándose si ella serÍa la única muchacha disponible en la fábrica y sin darse cuenta de que su cabello rubio, ojos azules y franco semblante de chiquilla criada en el campo, resultaban bastante atrac_ tivos para cualquiera. Desde luego, Marianne era bonita.

A la hora de salida, la muchacha abordó el autobús para ir a su apartamento; anochecía cuando llegó y los chiquillos disfrazados

pedÍan su cuota de dulces. pero Marianne no estaba Oe frumor párá pensar en las fiestas de Halloween. Antes de subir a su departr.*tá tomó la correspondéncia: uná carta era de su madre y la otra. Marianne sintió latima, ,prirái, corazón mientras se apresuraba a entrar en su modesta habitación. A pesar de ta curiosidad teyO.jii- mero la carta de su madre, tóáo iba bien por la casa, le contana lai novedades habituales en una pe- queña comunidad salpicadas con algunos chismes y tinatmente -tá repetih su invitacíón , iá.ónriaáI rar su .actitud y volver a casa. , ' especialmente ahora que Howard King.es.t¿ba arreglando su frogai t convirtíéndolo en una residencia.

lnquieta, Marianne abrió la otra carta.

Adorada Marianne:

Me habh propuesto no volverte a escribir. Lo he hecho tantas veces pidiendo que regresaras a tu casa y que te casaras conmigo. . . y tú siempre contestabas {¡n múcha convicción.

Me imagino que sabrás de tas meloras que estoy haciendo en la casa, y bien sabes el porqué. Saáes que la compré pensando en ti. Ahora sólo tengo un ventanal c.on cristales y no sé si ponerlo en la sala o en la cocina, donde que- d9ría muy bien, aungue la iista da al corral. En ta sala se vertb sensacional pero los ventarrones del invierno seguramente to dáN rán. No sé qud decidir. , . ','

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Te extraño mucho, esPecialmen' te en esta época Y cada día imagi' no que estás de vuelta Y recargadg en ia barda del iardín. He llegado hasta a llamarte Por tu nombre dándote las gracias Por estar otra vez aquí y las personas que me han visto se imaginan que estoY loco. Regresa, Por favor.

Howard

La mente de Marianne se llenó de imágenes Y recuerdos..' de aquelle ncasión en que ¡-1"nry¿¡rl le confesó su amor Y ella le rePlicó que también lo arnaba, Y llegÓ a la conclusión de que segu ía amándolo.

Marianne había Perdido la noción del tiempo Y llevaba largo rato sentada sin Prestar atención a un constante repiqueteo en su ventana; luego se dio cuenta de que aquello era muY irregular Y empezó a preguntarse qué Podría ¡er, Ouizá los muchachos travietos trataban de jugarle una broma. . . pero era dif ícil Pues vivía tn el sexto Piso Y su ventana estabr atejada de la escalera de emeroencia. No Podía ser el viento, Éues los golPes eran muy regulalins v parecían una especie de 'seilal. lntrigada decidió investigar' TratÓ de ver a través de los crista!éi;:sin resultados Y entonces co'msnzó a abrir la ventana Para mirai melor' * i+ *

Lo que encontró no ten ía la menor aPariencia de Plato volador, más b¡en Parecía una sartén invertida Y 3ln' mango' La fuerza de la costumbre le hizo alargar la mano para comPletar la oPeraciÓn ruti' ñarl8, - lNo toques mi nave. ' .!

Fue entonces que Marianne vio al viaiero interestelar. Estaba de pie, erguido junto al costado de su pequeño vehiculo; su casco refulgía con un tinte azulado a causa de una señal luminosa.'Vestía un uniforme gris, ajustado al cuerPo, y portaba todo el equiPo reglamentario, incluso la pistola desintegradora, cbn la cual apuntaba f ríamente a Marianne. Llevaba tanques de oxígeno bajo su capa Y botas altas. Med ía aproximadamen-

te unos 12 centfmetros, Pero tenía un aspecto fiero que asu§tó a Maríanne. Acostumbrada a la realidad, Marianne dedujo que estaba enloqueciendo y comenz6 a cerrar la ventana.

- iDeténte o te incinero' '!

La orden era demasiado real para provenir de su imaginación Y la muchacha obedeció en el acto. El extraño ser le siguió apuntando a la cabeza durante unos instantes y después bajó el arma, diciéndole:

-Así me gusta. Si te Portas bien y obedeces mis órdenes quizá te perdone la vida.

-¿Quién eres? -inquirió Marianne.

Parecía obvio que el visitante esperaba la pregunta, pues enseguida adoptÓ un aire teatral Y se acercó permitiendo que la luz de la alcoba le diera de lleno; hizo una leve reverencia y anunció en tono majestuoso, aunque Poco audible por su fina voz:

-Soy el prínciPe MoY Trehano; emperador de diez mil soles Y comandante de la flota que en estos momentos sobrevuela tu insignificante pl'aneta.

-iPara qué?

-Para destruirlo. Eso es todo. -éY por qué?

-Sóis una amenaza Para la civilización galáctica, Zte parece poco?

- iOh! -musitó Marianne.

-Vamos a hacer añicos tus ciudades. La destrucción será tal que jamás podréis volver a rehaceros. ZTienes algunas pilas eléctricas de repuesto?

-iPilas eléctricas de rePuesto? -repitió intrigada Marianne.

-De las que se usan en las linternas, con esas me basta.

La actitud del príncipe denotaba cierto aturdimiento, aunque sus facciones eran poco visibles desde el ángulo en el que estaba la muchacha.

-Mis impulsores atór-nicos están ligieramente descentrados-y tuve que hacer un aterrizaje de emergencia. Afortunadamente Poseo el secreto para transformar la energía 'de una pila eléctrica comÚn y aprovecharla encadenando su reacción. tTienes algunas a la mano?

-Buscaré entre mis cosas -dijo la desconcertada Marianne.

-Ten presente que te estoy vi-

gilando. Nada de tretas nl intentes comunicarte con alguien, Pues te aniquilaré a través de los muros de la habitación.

-Tengo una lámpara de mano en el tocador.

Dirigiéndose al mueble comProbó que ahí estaba. Desatornilló la base y extrajo las dos pilas secas, depositándolas en el borde de la ventana. De inmediato, el Príncipe comenzó a maniobrar con ellas. Abrió la puertecilla de su nave y metió en ella las dos Pilas. _No te muevas de ahí _ordenó secamente. Estaré vigilándote a través de los visores de la nave, Una vez que Trehano desaPareció, Marianne pudo estudiar con más cuidado el curioso vehículo. En realidad era casi una sartén, iuna sartén voladora! lncluso, en el lugar adecuado tenía una hora' dación para insertar el mango. Además, en conjunlo no hacía pensar más que en una sartén, Marianne movió la cabeza intri' ggda. La semejanza era demasia' da para ser coinCidencia. Al mirar de cerca recordó los visores men' cionados por el PrínciPe Y al fijarse más notó unos Puntos luminosos en la proa del vehículo esPacial. Trató de confirmarlo Y oYó la voz del príncipe que gritaba:

- iAléjate!

Obedeció tan ráPido que estuvo a punto de caer. Trehano, mientras tanto, volvió a salir de la nave Permaneciendo fuera con aire majestuoso.

-La técnica Y los secretos de mi imperio estelar no son Para los infelices gusanos de la Tierra, Sin embargo, en señal de agradecimiento por haberme aYudado te voy a dar un consejo. No tenemos la intención -prosiguió-, de destruir totalmente a la humanidad. Nuestro plan es hacer desaParecer 'la civilización actual Y Para eso sólo necesitamos Pulverizar las ciudades principales. Las Poblaciones de menos de veinte mil habitantes serán resPetadas. El bombardeo se iniciará en el momento en que yo me incorPore a la f lota y esto será en unas cinco horas. Por lo tanto, si en algo valoras tu insignificante existencia, huye. Huye de la ciudad sin pérdida de tiemPo. El Prínci, Contínúa en la Pá9. 47

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líneas del mapa estelar pueder. corresponder prácticamente a cualquier cosa del cielo.

Por otra parte, no han faltado investigadores que han acusado a Betty de haberse vuelto un espectáculo con fines lucrativos, después de la muerte de su esposo. En realidad, la propia tsetty admite: "Jamás había recibido un centavo por mis conferencias hasta ahora. Pero en la actualidad, ya jubilada, llegué a la conclusión de que era hora que me pagaran por mi trabajo relacionado con los OVNIS. Me representa la program Corporation of America y via¡o a todas partes. iHasta grabé un programa para la televisión australiana !"

Pero con detractores o sin ellos, es innegable que Betty Hill, en ocasiones, ha ido demasiado lejos en su reconstrucción de los hechos, arreglándolos y embelleciéndolos según su estado de ánimo, pero a pesar de eso, de los años y de la gran cantidad de documentación. el caso Hill sigue siendo un clásico de abducción y también un misterio. Si de alguna manera las actitudes de Betty Hill como conferencista profesional han lesionado la imagen de su secuestro por parte de ovninau ovntnautas, es problema de ella y no del incidente que Drota- que prota. gonizó. Viene de la pág.42

CIENCIA

FICCION

pe Moy Trehano ha hablado. Nuevamente Marianne pudo advertir la casi imperceptible inclinación de cabeza, luego el príncipe se introdujo en su nave y cerró la puerta con violencia. Se oyó un ligero chirrido y la pequeña sartén comenzó a trepidar. Pequeñas luces se encendieron hasta dar al aparato el aspecto de un árbol de Navidad. Marianne contemplaba todo esto con arrobamiento y curiosidad, hasta que repentinamente se abrió una puertecilla superior y apareció

ei rostro airado del príncipe.

-Apártate... -gritó furioso. Aléjate si quieres evitar las quemaduras de mis propulsores.

ZPropulsores a chorro? De manera gue así funcionaban los platillos voladores. Marianne pensó en ello por unos instantes mientras veía como se elevaba la diminuta nave lanzando f ulgores similares a las llamas de un encendedor de cigarrillos. Para ser propulsores se ve ían poco impresionantes. pero Marianne no estaba dispuesta a discutir cons¡go misma tales cuestiones, la mecánica nunca había sido su fuerte.

Más adelante, la muchacha pen- só que mucho de lo que había visto y oído era dudoso: el príncipe hablaba el idioma con gran soltura y prácticamente le hábía aconsejado que regresara a la casa de sus padres. . luego estaba la cuest¡ón de las fuentes de energía:' una nave que volaba con pilas de linterna no parecía una gran amenaza. Pero Marianne no estaba con án i mo para controversias.

Empacó sus cosas rápidamente. No era que se hubiera impresiona- do gran cosa por las palabras del príncipe, sino que su visita era un pretexto para mandar al diablo la

ciudad de la cual ya estaba aburrida. El sitio ya era bastante depr:imente sin que los agentes de colo_ caciones teatrales le dijeran que sus piernas eran gordas, y estaba el constante smog. .

Sí señor; habÍa suficientes razones para regresar al terruño.

Sólo se detuvo en la estación de ferrocarriles el tiempo suf iciente para mandar un telegrama:

Howard querido: Coloca la ventana en la cocina. No me preocupa la vista del corral. Ltegairé ,a cása en el primer tren.

.

Mientras se alejaba de la ciudad, el príncipe Moy Trehano se dió un momento de descanso abandonando su actitud de concentración sobre los mandos. La misión había cu lm inado ventu rosamente.

El asunto de las pilas había sido muy desagradable, pero la culpa era nada más de él por no haber checado su estado aun .sabiendo que cuanto se vend ía en la tienda del pueblo tenía por lo menos seis años almacenado. A finalde cuentas el error era debido a la gran atención que Trehano había pues-

Marianne
47 -;Jffifu ",,;riiirffr,!yíJ?., -'r--*---'J lvo> / (OiJrultÉ rO9Ot Lo, Dra, ^¿uCtrÁlP.o(,AAMA.,oN. +d;|§§ €rt"A \ G bd-.á.2. | 2- ...t -.¿ú I l)Éá* rt0I8r Ñ §:x.laaEiH tili?a\ ' -6PYqi 'OA_-á9\ 60;i>*\ , z- a'r-'o ?- \ [d9.-29- iá' \t'2" ) lltrfl'::'I.) irii ¡ u¡ n'" ' ¡oPERA ^. grú ¡ cÉiii¿cro:' 'il#rw

to en la rehabilitación del resto de la nave.

Sin embargo, el asunto había sido de gran aYuda, Pues al ser ayudado por la muchacha ésta se había hecho acreedora a una recompensa. Por lo demás, la exPlicación veladamente técnica de la reacción en cadena fue una estu,penda improvisación Y él estaba seguro de que Marianne no entendíá nada de esto, al igual que é1, pero habÍa quedado imPresionada, Se despojó del casco Y se alisó la barba. Llegaría a casa en la madrugada y volvería a sentirse totalmente seguro en su refugio entre los sauces. Escondería la sartén en la coneiera, donde Ya estaba el mango, y dejaría Pasar los días sin mayores preocupaciones. Podía estar tranquilo pues había realizado una buena acción Y como recompensa, sus quehaceres domésticos disminuirían.

Una bruja montada en su escoba se cruzó en su camino. El Príncipe Moy Trehano la miró con desagrado y criticó su anticuado medio de locomoción. iCon razón ya nadie creía en las brujas! Para

conservar la estirpe era necesarlo lr con los tiempos, desechar las ideas conservadoras; si él se hubiera empeñado en continuar las cosas al estilo tradicional viviría ahora como un ermitaño, como un solterón amargado obligado a desemPeñar todas las tareas domésticas de la casa de Howard King. No tenía nada contra é1, le Parecía un hombre hecho y derecho; Pero saltaba a la vista que su casa nunca luciría limpia y elegante si el hombre seguía ensimismado Y triste, Pasánáose los días sentado a la entrada de su hogar, con el corazón Preñado de anhelos, esPerando el retorno de la novia, Pero sin tener el valor de ir por ella hasta la ciudad.

Por eso MoY Trehano tuvo que intervenir, aunque Para hacerlo necesitó realizar un cuidadoso plán: si se hubiera Presentado ante Marianne con sus roPajes convencionales, la muchacha no le hubiera hecho caso. Los seres humanos del siglo XX tenían tanta imaginación como sus Predecesores de los siglos XVlll y XIX; creían en seres pavorosos a pie juntillas: entes que habitaban en lagos brumosos

o a miles de brazas de Profundidad, incluso en las cumbres de las montañas. De ahí que fuera natural su acePtación de seres interespaciales y de platillos voladores tripulados Por ellos. ,

Y, sin embargo, la gente Ya no creía en duendes tutelares, como ér

Viene de la pá9. 30

EL SANTO...

fenómeno está conectado con circunstancias propias de la tierra y del ser humano, creo que es Ya hora de que lo admitamos como posibilidad inmediata. Admitirlo, por supuesto, no significa que nos encontremos Ya en el camino correcto para facilitar una explicación satisfactoria del f enómeno. Para hacerlo haría falta, en primer lugar, abolir a nivel planetario las estructuras lógicas y euclidianas por las que nos regimos. En segunda ProvicJencia, habría que reconocer objetivamente el mundo de aParien-

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