CE número 90 (11 de junio, 1980)

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Estos dos OVNIS fueron fotografiados volando sobre España durante 1979; el de arriba apareció en la madrugada del 11 de noviembre, fecha en que tuvo lugar el espectaeular incidente entre un avión español Super-Caravelle y un enorme OVNI; el de la izquierda fue fotografiado varios días después por un aficionado valenciano. Más información en la página 12.

Portada Migue! Angel Montaño

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CONTACTOS EXTRATERRESTRES. Fle'rista publicada por Editor¡al Posacla, S. A. La
Otra Bar¡cla No. 74, col. Tizapán san Angel, lVléxlco 20, D. F. Teléfono 550-40-22. Publicac¡ón catorcena1, llegistros er trámite. Miernbro de la C;imara Naeional de la lndustria Editorial.lmpresa en Vicloria Litográfica, S. A. Buie','ar Manuef Avila Carnacho 585. Prohjbic]a la reproducclón tctal G pürc¡a! cei ccnten¡do de esta revista. No se devuelve materiai escrito o gráfico no solicitadu. Pre¿io dei eleinplar $ 15.00 M. N. lmp;-eso en México/printed ín Mexico.

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para que nada nos separe que no nos una nada...

Farewell, Pablo Neruda

La pareja humana un nuevo programa con James R. Fortson (Premio Nacional de Periodismo, 1979) y Verónica Ortiz

todos los miércoles a las 9 PM en el Canal del lnstituto Politécnico Nacional. SEP

TVOICI

F R L s I F I C R C I il

N §-\ m\
Por ALAN E. NOURSE 42

ALGO SUCEDIO DURANTE E.§E V¡AJI A VENUS OUE EN APARtENctA HABrA stDo suMAil4ENrr rñÁÑáüir_ó. . ALGO OUE SE COLO A LA NAVE ESPACIAL Y PENMÁÑTCiO AGAZAPADO Y OCULTO HA.STA OTJE CULMIT{O EL REGRESO A CASA. NO ER.A AI.{iO T}i,,'E SE COruOCIERA _EN LA TtERRA, TAMPOCO ERt\,4¿ f {.r .\uTENTICO EN .] ERMINOS TERRE§TRE§",. ER.& Uí\¡A írAL§IF¡TACION!

Hace poco tuvimos oportunidad de ver una *stu{}enda pelicufa de ciencia ficción terrorífica: Alien, el octavo pasajer.:. No sólo la superproduc- ción de esta pel Ícula sino ta*thitan su ortr¡irzal terna impresíonaron a! público. Pero resulta que el teft:.a r]ü ss r1ljciü i:n la litr:ratura rle ciencia ficción. Hace casi 20 años mereció un iraiantterltL, extrdordinario por parte de Alan E. Nourse" un médico profesianal üue taNnbián se dedica a escribir relatas con ternas biológicos. Let pesadilta espaciai que presentamos aquí es fustantente dicho relata. . ttsda una c!;ra maestra de la ficción científica que explora las ¡nás,¡*riadas ¡:asit¡iridades de la vída ex trate rrestre.

a gran nave espacial se zambu-

lló nuevamente en la negrura del espacio hacia el tercer planeta del sistema. Su ausencia hab ía sido larga, pero flnalmente estaba regresando a casa.

Donald Shaver se encontraba sentacio ante el tablero de controles cuando un hombre alto y rubio entró a la cabina sonriendo. La cara dei piloto estaba gris y su cuerpo era sacudido por espas. mos. Al alegre saludo cJei rubio sólo contestó:

-DesearLa estar en casa, quisiera encontrarme en casa ahora.

-Tú y otros ochenta más -res- pondíó el rubio, pero dejó de hablar al ver que el piloto se retorcía violentamente y con un gnito caía hacia adelante.

-Estoy enfermo Scotty -susu- rró- trae al doctor, . . pronto" Súbitamente y con inusitada violencia el cuerpo del enferrno se arqueó, rnientras una tos incontrolable lo atacaba hasta hacer que su semblante se pusiera azu!. Luego, r€co a poco, se relajó.

Scotty tomó el teléfono y sin x,ar de mirar a su amigo marcó ; rúmero de la enfermería pai"a notiiicar que un hombre acababa Jerrcri r'

* * *

El doctor Crawford era quizá -.i hombre más infeliz Ce l;* nave mientras meditaba una y otra vei

en sus neüros pensamientos. Se trataba cje r.¡n hombre alto y larguirucho que podría perecer apuesto de ftü ser por sL¡ traje arrugado y la barba hirsuta de dos días. La tripu iación io apodaba e! "Doctor Cauteia'n, a causa del cuidado que ponía en todo quanro hacía, pero Él sabía mr:y bien qr.ie sólo siencio as¡ Se pOr:ía sobrevir,,ir en el espacio. Apreto ios puños con frustracién. Aquel ;iaje hehía sído un fracaso ¿Iesde el principio; después de turla la emoción y ant¡cipacióri: nada de gloria, ni un descuf:ri rnient,;. i I'iada !

HasÍe ufiñ hora antes.

Miró de nuevo las tarjetas que ten ía en las trant:s y volvió a decirse que era irnposibie, mientras ei m¡edo ie roia el estómago. Tomando una riecisión se levantó y caminó rápidamente hacia el camarote del canitán.

Ro[-¡ert ,iaffe sonriá al médico de a b*rdn, perü ss puso serio al ver la expi'es¡ón de su rostro.

-¿Cue pasa doctor?

--T'snenros problemas Bob.

--iDesr:uds de este viaje tan tranquilul l,j* brornees.

-Tenemes a bordo un hornbre extrao¡'dinaric. Te ríes, pero no lo clig¡o ei"r el seritiela que estás pensansanelc¡. $é que todos tus hombres son fuera .Je serie, pero éste lo es rnás ¡lues viy* ;i"¡ando debería estar rnu§rl(i.

^ iif,*ii quieres decirT *rar,"¡fcrci agité ias tarjetas que

tenía en la mano.

- iTodo está aquí! Estos son los exámenes que hice a toda la tripulación al salir de Venus. Se les analizó por completo y todos ellos están sanos; tambíén el que te digo, su organismo funciona perfectamente, cam¡na, se ríe. pero no tiene azúcar en la sangre y su nivel de creatin¡na es de 130. iBasta con tener un nivel de 25 para ser cadáver!

*Pero, eso no es posible, sin azúcar en la sangre.

-Espera, no es todo. Solic¡té que se le hicieran otros estudios y los resultados fueron normales. iNingún metabolismo puede cambiar tan rápído!

El doctor se interrumpió porque sonó el comunicador. El capitán contestó y luego asintió sombríamente mirando hacia el doctor. Colgó.

- iAcaba de morír un piloto, es urgente que vayamos!

El cadáver había sido retirado y los equipos de investigación analilizado cuanto se podía, pero el doctor no se tranquilizaba. Con las tarjetas de los resultados en la mano se paseaba desesperado por la cubierta, mientra5 el capítán lo miraba fijamente.

--No puede ser Bob, es imposi- ble, este hombre murió porque no ten ia azúcar en la sangre. .

-Pero eso resuelve tu problema, el hombre que buscabas ha muerto, tal y como debía ser.

-El problema jefe, es que el muerto es otro. El tripulante al que me refie¡'o sigue gozando de cabal salud. . me refiero a Wescott. Este, ipobre diablo!, ni siquiera bajó a la superficie de Ver'lus, estuvo encamado todo el tiempo que permanecimos ahí.

*¿Se trata de una plaga, algo contagioso traído de Venus?

-No capítán, ningún virus po- dría atravesar nuestras defensas; creo que estamos ante otra cosa muy diferente: mucho más terrible que un virus. Hay algo suelto en la nave, algo inteligente, de n¡nguna manera una enfermedad.

**.t(

-No puedo evitar estar nervioso --masculló el capitán mientras se paseaba por su camarote-, no doc-

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tor, lo que dices es una posibilidad endiablada. Estuvimo§ en Venus, los hombres bajaron a ese planeta, lo exploraron y fotografiaron, se tomaron muestras, se buscó vida Y no había nada, tamPoco minerales valiosos. Para lo poco que aprendimos y ganamos podríamos habernos quedado en casa. Y ahora esto: la simple posibilidad de que tengamos entre nosotros un organismo extraño es terrible, y al mismo tiempo rid ícula. iEn Venus no existe vida!

-[\o te exaltes Bob, tu negativa es demasiado tajante. , . no haY vida como la conocemos, eso es definitivo. Pero supón que nosotros llegamos a Venus siendo esPerados por algo que nos observó todo el tiempo. Supón que ese algo era de una materia capaz de cambiar su forma a voluntad. iPodría ser cualquier cosa! Ouizá nos observó bajo la forma de una piedra, o tal vez era un charco de agua. iNo te has Puesto a Pensar en lo perfectamente muerto que se veÍa Venus a pesar de poder albergar vida?

-Pero todo eso sólo son esPeculaci ones.

-Es cierto, pero las Pruebas están ahí. Un hombre murió mucho después de lo que debió hacerlo. . y, otro vive cuando debería estar muerto. En esto no haY error. Sin azúcar en la sangre un hombre muere. No a veces o casi siempre, Muere y punto. Y mucho antes de que su nivel de azÚcar llegue a cero. lgnoro qué sea Roger Wescott ahora, pero seguro que no es humano.

-Sln embargo, sigo sin entender las motivaciones de "eso".

-No tenemos que entenderlas, "Eso", sea lo que sea, puede tener muchos motivos para matar a un hombre y usar su cuerpo o duPlicarlo. Pero una cosa es segura: no puede tener buenas intenciones. Si fuera pacífico se habría dado a conocer en su planeta. Esa cosa desea ir a la Tierra y para hacerlo copió a uno de nuestros hombres. Exteriormenie la falsificación fue perfecta, pero por dentro el doble estaba todo revuelto; la sangre es un ejemplo. Pero de todas maneras nuestra cosa venusina iogró Poner en orden todo el organismo, sólo que para entonces los análisis ya

se habían realizado. Entonces, al sberse descubierto el venusino, mata a otro triPulante anulándole el azúcar de la sangre. De esta manera todos nosotros supondríamos que esto era una epidemia y pasaríamos el resto del viaje tratando de averiguar de qué virus se trata ba.

-Suena bastante malo, pero, tqué podríamos hacer? Recuerda que sólo posees una corazonada, no hay pruebas.

-De cualquier forma, Bob, desearía probar con ese chico, con Wescott.

El capitán dejó la taza de café Y asintió lentamente,

El muchacho se veía saludable y confiado, tenía una cara franca y simpática, ese tiPo de cara que impulsa a confiar implícitamente en su propietario. El caPitán Y el doctor lo analizaron de arriba a abajo, clavando en él sus ojos inquisitivos hasta que el joven se sintió inquieto. El doctor le preguntó:

-¿Sabe por qué lo mandé llamar?

-No señor, simplemente se me dijo.

- iNo mienta! --gritó Crawford-, iusted es un ladrÓn ! Se met¡ó en mi camarote Y se robó el dinero que colectamos Para la viuda del piloto muerto.

En el rostro del muchacho se retrataron la incredulidad y la indignación, para dar Paso casi al instante a una expresión de sufrimiento al sentirse acusado injustamer'lte. Voltéó desesperadamente hacia el capitán demandando apoyo, pero sólo encontró hielo en los ojos de Jaffe.

-Pero. , . señor, yo soy incaPaz de'robar. Entré a su camarote Y usted no estaba, después sal í, Yo no tomé nada.

-No mientas -replicó Crawford-, sólo tú pudiste tomar ese dinero. iSerá mejor que lo devuelvas !

- iYo no tengo nada! -dijo el muchacho con los ojos llenos de lágrimas.

Los dos oficiales lo miraron fijamente con la expresión de quien se enfrenta a una criatura despre-

ciable. Dejaron que esa mirada se clavara hondoen el suplicante Wescott y después el caPitán lo desPidió. Cuando hubo salido, Jaffe se derrurnbó en la silla,

-Esto es una cosa ruin, doctor ¿No viste su expresión?

-Tratamos con algo ruin, Bob tenemos que ser duros. . . Por e bien de 'o* O.:.t.

La sala de reunión estaba llene por toda'la tr¡PUIación que no cunrplía labores de rutina, cuancjo el capitán tomó la Palabra'

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. .rrrarf,
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-Hay entre nosotros un ladrón -esperó hasta que la frase surtiera el efecto necesario hasta acallarse los murmullos-. Ese ser despreciable robó el dinero de la viuda de nuestro piloto y hasta que esa cantidad no sea devuelta se cancelan todos los permisos para usar las salas de entretenimiento. Es todo.

Jaffe abandonó el lugar mientras los tripulantes comentaban entre ellos, como un avispero furioso. El capitán se sentía un ser siniestro; miró al doctor y leyó en sus ojos el mismo sentimiento.

Crawford sufría más que nunca, sabía que si por alguna casualidad

se equivocaba habría destruido para siempre la vida del joven triPulante; pero al mismo tiemPo algo le decía que ten ía razón.

Los dos hombres se miraron fijamente un rato y luego eldoctor cerró el control de aire de la cámara, al mismo tiempo que desactivaba los seguros electrónicos.

En una fracción de segundo la mirada de sufrimiento de Wescott se convirtió en gesto de alarma.

La mente que se alojaba tras los ojos aparentemente cerrados del hombre era ajena a la Tierra. Aquel ser alienígena pensaba con oleadas de odio intenso, de veneno puro vertido en ideas" Pensaba Y calculaba. . mientras en otra parte de la nave otra mente similar se retorcía de la misma manera tras su envoltura humana.

El segundo ser tenía miedo, un miedo mayor que su odio y ansiaba regresar, escapar. La otra mente, en cambio, le recriminaba su cobardía y le advertía que todo iba a salír bien, que el humano que los persegu ía no pod ía ganarles.

-Piensa en todos esos cálidos cuerpos que podremos poseer, en el sufrimiento que les daremos. todo un planeta lleno de ellos. No puedes rendirte ahora. Burbujeó con un éxtasis de ruin anticipación.

-Pronto serán nuestros. todos el los, el doctor.también.

Crawford estaba séguro de tener la respuesta. Antes sospechaba, pero ahora lo sabía con certeza. Faltaban apenas unas cuantas horas para gue la nave llegará a la base terrestre de Los Alamos. Era ahora onunca' ***

Wescott ignoraba por qué le ordenaron, a pocas horas de la llegada, limpiar la cámara PrinciPal de descompresión; pero Ya casi terminaba. No oyó los pasos hasta que los dos hombres, el caPitán Y el doctor, estuvieron parados prácticamente encima de é1, solo separados por la gruesa cubierta devidrio a islante.

-¿Y , ahora qué pretendes? -pregL¡ntó el capitán al doctor.

-Ahora vas a ver el resultado de mis investigaciones. iWescott! -le gritó al muchacho, haciendo que clavara en él esa mirada de sufrimiento que tan bien había llegado a conocer"

-ZOué hace doctor? iMe está cortando el aire!

El doctor miró fríamente al muchacho, mientras el capítán permanecía helado de terror.

Lo que siguió fue bastante rápido y muy desagradable: ver morir a un hombre por asfixia es horrible, especialmente cuando éste grita, llora e implora a sus verdugos, cuando pide piedad en nombre de la humanidad. Lasfacciones de la víctima se tuercen y se convierten en una máscara, la sangre fluye de las arterias reventadas y las manos golpean los mamparos hasta que las uñas se arrancan y la sangre brota. Finalrnente lo que queda en el suelo es sélo una caricatura de hombre'. Pero más horrible resulta todo cuando, en los últimos instantes, la mirada de terror y dolor se convierte en una de odio infinito y lo que Parecía ser un hombre se torna en una masa amorfa, similar a una amiba que se retuerce hasta quedar fofa e inmóvil.

-Ya pasó todo -musitó el doctor.

-Entonces sí era. estabas tan seguro?

El doctor sonrió forzadamente, con un rictus de dolor, mientras posaba su mirada cansada en el cap¡tán,

-Copió perfectamente a un humano, todos sus gestos Y acciones. Reaccionaba de la manera que lo hubiera hecho Wescott, Pero hubo algo que se le escapó: aunque comía con desgano, igual que cualquier persona que sufre, nunca tuvo indigestión y es que a Pesar de que estaba familiarizado con nuestras reacciones no ten ía por qué saber que el disgusto causa trastornos d igestivos.

-Entonces esto es el fin, El doctor asintió, aunque él sabía que podía ser únicamente el principio.

v;,, ,,.
¿Cémo
Continúa en la pá9. 47 45

se 0,,,';eron para mirarlo, vest¡das oÉ : ?s a cabeza con un traje como e l: "nombre de Michelín". Ter ¿ a ca'oeza cubierta con una especie Ce casco. Al día siguiente, la ge"carmería detectó una radioacti';icac anormal en 8 puntos difere.I.s cel lugar, cubriendo un radic re 5 a 6 metros alrededor del pun:o de aterrizaje. El testigo iu! o'e'norragias nasales abundantes c-rante los ocho días que siguie;'o- a la observación, y tambiér s: cietectó radioactividad en sus ,ES: dos. Segtin sus declaraciones, ,cs dos seres estaban de pie Y mec r e' unos 90 centímetros de alto Casos publicados en la obra de F Lagarde, Mystérieuses Soucoi)e.s 'y'olantes, págs. 1 16 a 122, Ec i :"s Albatros, París, 1974],..c

\"/ e-t de la pá9. 32

¿ POR ouE Los...

das e' obtener idénticos propósitos. tcorán ayudarse, complementars€ c continuar cada una su cam,i^¡ .oependiente. Pero lo importan:e 3s que, en tales condiciones, nc -aorá ruptura en la curva evoluti,.': ie cada grupo. A lo sumo hac -: una nueva posibilidad de trabajc ia complementariedad de planetas, Así como hoy, en la

Tierra, varias naciones se agrupa!l para obtener tal o cua! propóslto que les es de interés cornún.

En base a lo expuesto me permito extnapolar io siguiente: e/ contactú aficíal con una a más culturas pracedentes de otros mundos nts habrá de comenzar aquí en la Tierra, sino en algún otro lugar del casrnüs cuando urla sspacionave terrestre y una pravenien' te de un ignorado planeta se encuentren imprevistarnente rnientras estudian Ltn lugar que, sin saber!o, resulta de ínterés cürnún.gp

Viene de la pá9. 45

FALSIFICATION

El doctor se deslizé ientamente hacia la cubierta de las pequeñas naves saivavidas. Sonrió para sí mientras pensaba que ciertas precauciones sobraban pues nadie lo estaba vigilandr:. fte spués de la muerte de Wescott todo hab ía vuelto a la normalidad.

Cruzó rápidamente de un lado a otro de ia estancia y disparé uno por uno todos ios salvavidas hacia el Sol, dejando sólo el que ocupó rápidamente, Menos de un minuto después el salvavidas iniciaba un apresurado y directo ingreso a la atmósfera terrestre, rnientras

la t.'norme nave permanecía aún en órbita y los asombrados tripulantes apenas comenzaban a notar la fuga del Ou.tot;

f\adie de la tripulación 5e sintió feliz después del desembarco. A quién le gusta que io reciban con las arnlas en ia mano Y que antes de poder ver a su familia lo conduzcan a una clínica esPacial Y lo ' enrcierren en una celda a Prueba de vi rus.

Ei iiuctcr si:b ía que era duro, que se trataba de un truco sucio, p{}ro nü poclía dejar las cosas así nilda rnás; era urla gran responsabllidad. PLres estaba seguro de que h¿rlria a bordo por lo menos otro venusino.

Después de que los policías sacaron a toda la tripulación y se Ia llevar0n, la esbelta nave quedé soia.

EI doctor Crawford paSó junto a ios policías que fuertemente anmados cuidaban la Puerta, después de ser checado Por varios pruestos de control. Necesitaba llevarse sus notas y tomar algo de la s,ustancia muerta del venusino que y,acía en la cámara de descomPresión. Sabía que era una tontería estar haciendo esas cosas, especialnnente después de haber dejado todo en manos más expertas; Pero no pod ía e,vita' sentirse inquieto.

La nave espacial estaba como nnuerta sin el ronroneo de sus motores y sin las voces de los hombres. El doctor recorrió rápidamente los pasillos desiertos en dirección a su carnarote. De pronto se detuvo. Sr:po por un oscuro instinto que no estaba solo.

¿Pero quieh pod ía estar ah í7 Todos los tripulantes se encontraban fuera; la policía había insPecr:ionado la nave hasta estar segL¡ra de que adentro no quedaba ni una mosca. Sin embargo, la sensación de una presencia era cada vez más fuerte, El doctor sintió que se le r:rizaban los cabellos y comenzó a pensar que había sido un tonto redomado al regresar solo a la nave' tOué cosa le estaba acechando en la oscuridad?

Se movió hacia su camarote Y entonces escuchó con certeza un suave susurro de pisadas. Un sudor frío le perló la frente.

. *
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" iNos están disparando!"

En un instante comprendió la sltuación: quien estaba en la nave era alguien que como él conocfa toda la historia de la falsificación. i Entonces era cierto que no había sido sólo un venusinol

Tembló al pensarlo y comenzó a caminar lenta, cautelosamente, hacia la puerta de salida. Estaba seguro que de alguna manera lo conseguiría: saldría de ah í, dormiría unas horas y después podría regresar acompañado de varios guardias. Aquéllo que estaba adentro no podría huir.

Entonces se cerró la puerta principal y todos los cerrojos de seguridad se corrieron sobre ella. i Estaba atrapado!

Pero pelearía hasta morir y quizá pudiera llevarse con él a la cosa aquella que le amenazaba.

- iTú, quienquiera que seas, no podrás salir de la nave!

Gritar no servÍa de gran cosa, pero era un alivio oír su propia vo4. Luego el silencio se hizo pesado.

De pronto, en la cubierta supe- rior se escucharon pasos que se

dirigían, ahora lo sabía con eerteza, hacia la cabina del capitán.

- iJaffe, no te servirá de nada, hay guardias en la puerta y te verán salir, la persona a quien suplantas ya está afuera y !a po!icía !o sabe!

Tenía que estar en la cabina cjei capitán y Crawford se dirigió hacia allá con la pistola en la mano, después de todo no había sido tan tonto para meterse a la nave desarmado.

Todo parecía estar sumido en tinieblas, pero ante la puerta de'la cabina encontró encendida una luz. Crawford se deslízó hacia ella tratando de dominar su respiración agitada. Aun en el caso de que el venusino pudiera matarlo, no podría salir de la nave porque el control Io detendría y al ausentarse él las autoridades investigarían y darían con la solución del enredo.

La puerta de la cámara se abrió repentinamente y dsa fue la señal para el doctor. Disparó dos, tres, hasta cinco veces en todas direcciones, cubriendo todos los posibles rincones de la cámara. y entró. No había nadie.

Oyó un sonido a sus espaldas y volteó rápidarnente, un segundo antes de que su mano y brazo derechos fueran destrozados por un impacto directo a quemarropa.

Giró hacia la f igura sombría que estaba en el pasillo lanzando un grito de rabia y dolor, y vio que el hombre se acercaba hacia la luz hasta que ésta reveló sus facciones en las que lucía una sonrisa de triunfo sádico.

Con ojos llenos de terror el doctor Crawford se quedó mirando a su ProPia tut'"*

espacial con paso seguro n fruición el aire y miró que se extendía ante é Luego, dando un giro de 180 gr dos se enca minó en dirección contraria a I a que habitualmente lleva ba al doctor hasta las populosa ca I les re hambre. pletas de personas.

Tení

*
*
La grúa dejó al doctor al pie de la nave ante la mirada escrutado de los guardias, y después de las verif icac iones de rutina abandonó el puerto Aspiró co la ciudad ra as ró o. 'o it. ana3S ía ? 49

Una publicación especializada en los grandes temas de Ia salud, la ecología, el naturismo y el vegetarianismo

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