CE no.94

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Este OVNI fue fotografiado en 1977 sobre, Portsmouth, New Hampshire, Éor la célebre secuestrada Betty Hill. La imagen ha sido bastante difundida por ella misma en el curso de sus múltiples conferencias.

Una publ¡cación catorcenal de Editorial Posada, S. A.

PRESIDENTE DEL CONSEJO : Guillermo Mendizábal Lizaide

SUBDIRECTOR ADMI NISTRATIVO : Guillermo Vargas E.

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DIRECTOR: Ariel Rosales

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SUBDIFIECTOR: Héctor Chavarr ía REDACCION EN ESPAÑA: Enrique de Vicente

PRODUCCION: Guil lerrilo Muñoz de Baena Jorge lzaguirre Salvador Alvarez Margot Morán

TRADUCCION: Claudia Herrmann Ma. Esther Zubieta

FOTOGRAFIA: Manuel Olvera Emilio Toledo

ARTE: Jesús Ramos Malagón

CO LABORADOR ES:

Francisco An¡cetc Lugo, Rudolph G' Aicardi, Vicente-Juan Ballester Olmos, Juan José Beníte2, William Brautigan, Jerome Clark, flené Fuéré, Salvador Freixedo, Heriberto García Rivas, Elvira García, Ramiro Garza, Arthur Gatti, Ma. Teresa Givaudán, Perla González, Hugo del Grial, Miguel Guaso, Mario Herrera, J' J. Hurtak, J. P Jourde, John A. Keel, Antonio Las Heras, Judyth de León, Márius Lleget, Mercedes Méndez Acárate, Erwin Móller, Servando Molina, Lino Monti, Leonte Obiío, Marcelo Eduardo Pichel, Hugo S. del Real, Mack Reynolds, Orlando Rímax, Anton¡o Ribera, Aleiandro Robelo, Fausto Rosales, Guadalupe Flivera de lturbe, R¡us, Hernán Rodríguez, Cecilia Sánchez, Virgilio Sánchez Ocelo, Ken Smith, GUY Tarade, Fernando J. Téllez, Kenia Velásquez, Carlos Villa, Fabio ZerPa'

VENTA DE ESPACIO PUBLICITARIO: Editorial Posada, S A. Teléfono; 55O'4O'22

DISTRIBUCION D,F,: Enrique Gómez Corchado

DISTRIBUCION FORANEA: Distribuidora lnterrnex, S. A EUA: Miguel Reyes Medina, 1664 Córdova Suite 'l , Los Angeles, California 90007 Tel. \2131 732-43-43.

SERVICIOS. Agencia EFE, Psv-Eve Comrnunications, UPl, AFP, Transworld Feature Syndicate, Prensa Latina ICUFON, DUIST'

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SIJMIAHICI Cartas--

Editorial

En Contacto-Otro ex miembro de la NASA habla de OVNIS Todos al avión orb¡tal por el doctor Virgilio Sánchez Ocejo Congreso de ufóloges y contactados por Claudia Herrr.r¡ann-

Archivo Secreto OVNI sobre una base r¡ar¡al secreta por John A. Keel Libros--_--...-'-.--_-

por J. P. Jourde Ñan Mado!: éciudadela extrahumana? por Hernán Rodríguez La conspiración nórtearnericana contra !os OVNIS

El aterrlzaje de cennlna por Sergio Conti _-Madrid: OVNIS sobre !a autopi§ta M-3ü por José Antonio CanrPaña Si esto no es una amená¿ff. por Keith Laumer---

Partada Miguel Angel Montaño
No.94
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CoNTACTOS ÉXTfiATÉRRESTHÉS. Revista publicada por Editoriai Posada, s A' La Otra Banda No. 74, C<¡1. Tizapán san Angel, l\4éxico 20,
Teléfono 55A'4O'22' Publicac¡ón catorcenal, Registros en trámite. Miemoio de la Cámara Nacional de la lndustria Editorial' lmpresa en Victoria Litográfica. S. A. Bulevar Manuel Avila Camacho
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SI E§TO NO ES UNA AT}IENAT,AIII

Apoy.nao firmemente el codo sobre la mesa de la cocina que le servía como escritorio, el general brigadier Straut enfocó sus binoculares y miró, a través de la ventana del segundo piso de aquella granja donde se encontraba, el objeto que yacía inclinado a la orilla del bosque. Observó las siluetas que se movían alrededor de la masa gris, y luego tomó el teléfono de campaña que ten ía junto.

-ZCómo les va a sus muchachos, mayor?

-General, desde que esa ca ja cayó esta mañana. .

-Ya se todo lo de la caja. Bill. Y también ahora lo sabe Washington. iOué tienes de nuevo?

-Señor, aún no hay nada que reportar. Tengo a cuatro equipos traba jando, y esto sigue siendo tan impenetrable como el demonio.

-ZTodavía se oyen los ruidos aden tro?

I ntermitentemente, genera l.

-Le doy una l¡ora más, mayor. Ouiero esa cosa abierta.

El general dejó el teléfono y distraidamente le quitó la envoltura a un puro. Había actuado con rapidez, reflexionó, desde que la policía del estado le avisó la noche anterior, a las nueve cuarenta y uno. Tenía a sus hombres en el lugar de los hechos, el área había

sido despejada y evacuada de civiles, y para la media noche ya había mandado un informe preliminar a Washington. A las dos treinta y seis hab ía descu bierto la pequeña caja tirada sobre el suelo, a diez metros del enorme objeto, -proyect¡1, cápsula, bomba o lo que fuese. Pero ahora, varias horas después, no hab ía nada nuevo.

Ei teléfono de campaña sonó. Straut contestó de inmediato. -General, hemos descu bierto un punto débil en la parte superior del objeto. Todo lo que podemos decir es que en ese lugar la superf icie es más delgada.

.-Está bien. Sigan trabajando, Biil.

Esto parecía mejor. Si el general Straut lograba tener a esa cosa bajo control para cuando Washington se diera cuenta de que era algo importante, tal vez habría abierto el camino para recibir su segunda condecoración. Esta era su oportunidad y la aprovecharía al máximo.

Miró de nuevo a aquella cosa. La mitad estaba adentro del bosque y la otra mitad fuera; era de contorno redondeado, sin rasgos característicos. Ouizá tendría que ir a verla más de cerca. Posiblemente vería algo que los demás no habían percibido. Podría mandar a todos al diablo en cualquier

momento, no en vano había ganado su primera condecoración en Normandía a base de puro valor. Y aú n lo ten ia.

Tomó el teléfono.

-Voy a bajar, Bill -le dijo al mayor.

Por costumbre se puso la pisto¡ la en el cinturón, No sería de mucha ayuda contra una bomba del tamaño de una casa, pero el peso del arma lo hac ía sentirse mejor.

La cosa se veía más grande que nunca mientras se acercaba en el jeep. brincando sobre los surcos del campo recién arado. Desde ahí podía observar una débil línea alrededor del objeto, justo bajo la juntura del lado y la parte superior, El mayor no había mencionado eso. La línea era bastante obvia; es más, parecía una grieta.

Con un sonido como el de una pelota de "baseball" que pega en el guante de catcher, la grieta empe- zó a abrirse, m ientras la parte superior del objeto se inclinaba; los hombres resbalaron y entonces quedó abierta, vibrando, como el techo de una casa que se levanta repentinamente. El conductor paró el jeep. Hubo gritos y se oyó un extraño rechinido que hizo estremecer a Straut. Los hombres corrieron hacia atrás, dos de ellos jalaban a un tercero.

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El mayor surgió de la parte posterior del objeto, miró a su alrededor, y luego corrió hacia el general Straut gritando:

- iUn hombre muerto! Se abrió. . no lo esperábamos.

Straut brincó del jeep y fue a donde estaban los hombres, qu ienes se hab ían parado y m iraban hacia atrás. La parte interior de la tapa era de un negro iridiscente. El rechinido se oía a través del campo. Greer llegó jadeando, -ZOué pasó? -preguntó Straut con avidez.

-Estaba. , . revisando el punto débil, general. Lo primero que supe es que estaba. alzándose debajo de mí. Caí; Tate se encontraba al otro lado. Ouiso sostenerse, pero el golpe lo mandó contra un árbol. Su cráneo.

-{Oué demonios es ese escándalo?

-Es el ruido que escuchábamos desde antes, general. Hay algo vivo ah í dentro.

-Está bien, cálmese, mayor. No estamos desprevenidos. Traiga los vehículos y póngalos en su lugar. Pronto estarán aqu í los tanques.

Straut miró a los hombres que se encontraban parados en torno suyo. Les demostrar ía lo que significaba asumir el liderato.

-Ustedes manténgase atrás --les ordenó mientras con mucha calma daba una bocanada a su puro.

Luego caminó hacia el reluciente objeto. El ruido cesó de pronto; eso fue un alivio. Un olor débil y curioso se esparció en el aire; era algo como cloro. . o algas marinas...oyodo.

No hab ía huellas en el lugar donde se encontraba aquella cosa. Parecía haber caído directamente hasta su posición actual, Además era pesada: la tierra se había desplazado hasta f ormar un borde como de medio metro de alto en todo el derredor.

Straut oyó un grito a sus espaldas. Se volvió y vio que los hombres estaban señalando algo. Sobre la orilla del'objeto, unos cuantos metros arriba de su cabeza, se movía una extremidad rojiza como la tenaza de un cangrejo, tentaleando.

Straut sacó la ,45 de su funda y disparó. Salpicó una materia

UN CLASICO DESCONOCIDO

Keith Laumer es otro de esos magníficos escritores con que cuenta la ciencia ficción moderna. En las listas de autores pred¡lectos del público de habla inglesa afecto al género su nombre comparte honares con los de Robert He¡nlein, Frederik Pohl, Frank Herbert y Harry Harryson, por mencionar sólo unos cuantos escritores de primer ttrden que desgraciadamente son poco conocidos en México. Publicó por vez primera en 1959, pero con su original talento para narrar historias apasionantes sobre los temas más versátiles e imaginativas de la cie¡tcia fícción se abrió camino hasta ocupar un lugar importante, al lado de los escritores consagrados que venian publicando desde muchos años an tes.

Keith Laumer es prácticamente descanocido para el lector que depende de las traducciones al español, a pesar de que su serie sobre el agente interplanetario Retief es considerada por los críticos como un cláslco de la space opera de los años sesenta -el caldo de cultivo que a fines de la década siguiente habrla de producir el fenómeno Star Wars y su interminable secuela de imitaciones. En esta especialidad Laumer.se proyecta como el precursor lnmediato, pero también es famoso por la otra parte de su obra, más intelectual,donde aborda temas como la existencia de realidades paralelas o el choque cultural entre la raza hun¡ana y los seres extraterrestres. Justamente a este último tema pertenece el cuento de Keith Laumer que aguí reproducimos. Originalmente se titula "Umbral" y en él Laumer ha imaginado la posibilidad de un contacto y su frustración debido a la torpeza humana. En el personaje del general Straut está retratada fielmente la mentalidad militar (buena parte de su vida Laumer la pasó en la Fuerza Aérea,de la cual se retiró para escribir ciencia ficción),esa misma mentalidad que puede servir tanto para lanzar bombas sobre un país indefenso como para aniquilar a un alienígena que busca el contacto sin otro propósito que el de reclblr protección. Esta es la historia, pues, de por qué nos podemos quedar en el umbral de una nueva experiencia humana. ,,,;1, i! ' .i

Portadas de dos libros del gran Keith Laumerl.Alguna vez se traducirán al español?

suave y la garra desapareció con 'una sacudida. El rechinido comenzó nuevamente con enojo, pero fue ahogado por el ruido áel motor deljeep que llegaba hasta é1.

.Straut se agachó, cogió una hoja a la cual se había adherido un pe_ dazo palpitante y brincó al vehículo mientras éste se ponía de nuevo en movimiento. Luego sobrevino un choque y se voltea_ ron.

-Suerte que era tierra suave -dijo algu ien. Y otro más preguntó: -¿Oué pasó con el conductor? Silencio. Straut abrió los ojos. - Z0ué sucedió? Un desconocido lo miraba desde arriba,.era un sujeto ordínario como de tre¡nta y cinco años.

-Calma, general Straut. Ha sufrido una fuerte caída. Todo está

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bien, Soy el profesor Lieberman, de la universidad.

-i Y el conductor? -preguntó Straut forzadamente.

-Murió al volcarse el jeep.

-ZVotcó?

-La criatura lanzo un golpe con ese miembro parecido al agui- jón de un alacrán. Le pegó al jeep y lo volteó. Usted se libró, El conductor alcanzb a brincar, pero el jeep se volteó sobre é1.

Straut se sentó.

-¿Dónde está GreerT -Estoy aquí, señor -le contestó el mayor dando un paso hacia adelante.

-i Ya están aqu í los tanques?

-No, señor. Recibí un mensaje del general Margrave. Hay algo así como una contraorden. AIgo acerca de no destruir materiai científ ico. Pero yo mandé tráer i95 ¡¡6¡teros de la base.

Straut se puso de pre. El desconocido lo tomó del brazo, -Debería acostarse, general -le difo aquel hombre.

-¿Ouién demonios me va a obligar? Greer, ponga esos morteros en su lugar, espaciados entre los demás veh ículos.

El teléfono sonó. Straut contestó:

--Aqu í el general Margrave, Straut. Me alegro de que esté en pie nuevamente. Van a llegar unos científ icos de la universidad del estado. Coopere con ellos. Tendrá que detener las cosas, al menos hasta que pueda mandar a otro hombre allá para.

-ZOtro hombre? General Margrave, no estoy incapacitado. La situación está bajo control.

--Z Lo está? Tengo entendido que tuvo otro acc¡dente. ¿Oué ha pasado con su estrategia defensiva?

-Eso fue un accidente, señor. El jeep. ,

-Revísaremos el caso en otra ocasión, Ahora estoy hablando por una razón más importante. Los hombres que descifran claves progresaron algo con esa caja. Está emitiendo una especie de mensaje,

-ZDe qué clase, señor?

-El mensaje sólo dura veinte segundos, pero la mitad está en inglés. Es el fragmento de una grabación de un programa de radio; uno de los hombres de la red lo identificó. El resto es puro farfulleo,

Aún están trabajando en eso.

-ZOué?

-Bryant me dice que quizá haya una relación entre las dos partes del mensaje. Yo no sé. En mi opinión se trata de una amenaza de algún tipo.

*-Estoy de acuerdo, general. Es un ultimátum.

--Bien. Desde ahora mantenga a sus hombres a buena distancia. No qu iero que ocurran más accidentes.

Straut maldijo su suerte mientras colgaba el teléfono. Margrave estaba dispuesto a reemplazarlo, después de que hab ía tomado todas las precauciones. Tenía que hacer algo rápido, antes de que la oportunidad de ser promovido se le fuera de las manos.

El hombre que se llamaba Lieberman se acercó y le dijo: --General, protesto contra cualquier ataque que, Me estoy haciendo cargo de esto, profesor --dijo Straut, interrumpiéndolo bruscamente-. No sé quien lo dejó entrar o por qué, pero yo tomaré las decisiones.

Y luego añadió:

--Voy a detener a este asesino antes de que salga de su nido; quizá llegue al pueblo que está al otro lado del bosque. Ahí hay cuatro mil habitantes. Es mi deber protegerlos. Y haciéndole una señal a Greer dio media vuelta.

Lieberman lo siguió implorando: --La criatura no ha dado muestras de agresividad, general Straut.

-ZCon dos hombres muertos? -- iDebió mantenerlos a distancia I

- ¡Oh! ZEntonces fue mi culpa, eh? -exclamó Straut mirando a Lieberman con furia.

Ese hombre se había escabullido hasta allí, y luego tuvo el descaro ínfernal de acusarlo -a é1, al general brigadier Straut- de haber causado la muerte de sus propios hombres. Si tuviera a ese sujeto dentro de un uniforme sólo durante cinco minutos.

-.-Usted no está bien, general. Esa caída. ,

--iOuítese de mi camino, profesor! --le gritó Straut, La situación actual podrfa arruinar su carrera; y ahora este cabeza de chorlÍto que se entrometfa.

Con Greer a su lado, Straut se dirigió hacia la orilla del campo.

*Está bien, mayor. Abra el fuego con sus calibres .50.

Greer dio la orden y comenzó un ruido estrepitoso. El olor a explosivo y la bruma azulde la pólvora inundaron el ambiente. Esto estaba mejor. Por alEo él se encontraba al mando en ese lugar.

Lieberman se aproximó de nuevo a Straut, y le suplicó:

--General, en nombre dE la ciencia le pido que espere un poco más; al menos hasta que sepamos de qué se trata el mensaje,

- iAléjese de la línea de fuego, profesor!

Straut.le dio la espalda al civil y levantó los binoculares para observar el efecto de la carga. Cuando la granada explotó en el blanco hubo un tremendo golpe y un estruendoso ruido. Straut vio cómo brincaba el objeto y la tapa abierta temblaba. Se levantó el polvo a su alrededor. Pero no ocurrió otra cosa.

.-Mantenga el fuego, Greer -di- jo Straut, casi con un sentimiento de triunfo. La cosa aquélla parecía inmune a la artillería. ZOuién iba a negar que era una amenaza?

-ZY los morteros, señor? Podemos dejar caer unos cuantos ahí adentro.

- Está bien, intente eso antes de que trate de cerrar la tapa. Y no sé qué haremos luego, pensó.

El mortero estalló con un golpe sordo. Straut, muy tenso, contemplaba la acción. Cinco segundos después, el objeto eruptó un chorro de desperdicio de color rosa pálido. La tapa se meció y el líquido rosáceo escurrió por la superficie opalescente. Hubo un segundo estallido, y un tercero. Ahora un gran fragmento de la tenaza amenazadora colgaba de la rama de un árbol, a unos cincuenta metros del objeto.

Straut tomó el teléfono.

- iCesen el fuegol

Lieberman veía con horror la carn icer ía.

El teléfono sonó. Straut lo levantó.

-General Straut -contestó. Su voz era firme. Habla dado fin a la amenaza.

-Straut, hemos descif rado el mensaje *dijo el general Margrave

Continúa r, ,, ,* OO:,

Viene de la pá9. 20

CONGRESO DE...

vida de los hombres. Se trata de un aparato volador que anula la gravedad al entrar en acción.

La delegación de Francia, encabezada por Gerard Lébat, editor de la revista ¿es extraterrestres, presentó una serie de películas y diapositivas de OVN lS vistos en ese pa ís.

Hasta aquí. el congreso estuvo dominado por los ufólogos, y en seguida se iniciaron las narraciones de los "contactees" o contactados.

LO EXAMINARON TRES PEOUEÑOS SERES

El primero que subió al estrado fue T.L. Smeets, quien tuvo un encuentro cercano en lndonesia durante una cacería de tigres en un lugar sagrado para los nat¡vos de ese país. Tres pequeños seres se llevaron a Smeets a su nave Y después de hacerle exámenes f ísicos le explicaron que los volcanes de lndonesia estaban activos y que podían causar estragos en la Tierra. Los diminutos seres dijeron provenir de un planeta situado en la constelación de Wolf Y tener bases en diversas partes de nuestro sistema solar, Antes de partir dejaron a Smeets como Prueba de su existencia un trozo de un extraño metal, que los científicos no pudieron analizar.

ENSEÑANZAS EXTRATERRESTRES

El mexicano Enrique Mercado (CONTACTOS No. 2) reveló su experiencia con seres extraterrestres que le brindaron enseñanzas de filosofía, física, astrofísica y matemáticas. Al describirlos señaló que son idénticos al hombre. Después de hablar sobre las características de las dos naves a las cuales lo llevaron, Mercado declaró que "ellos" advirtieron que no eran una especie de seres ideales o salvadores y que no se entrometerían en los problemas políticos, económicos y soci¡les de los hombres, pero que sí ayudarían

en el aspecto tecnológico asegurar a ia humanidad mejor y más digna existencia.

ROBERT KEt\NEDY HABLO CON UN EXTRATERRESTRE

para Víene de la pá9. 47 una

$ ESTO NO ES...

En la experiencia del reverendo Frank Stranges ---otro de ios contactados- intervinieron f iguras poI íticas importantes. Stranges habló de un amigo extraterreste de nombre Val Thor, el cual llegó a charlar con Robert Kennedv poco antes de su muerte. Esta experiencia llegó a conocerla el entonces presidente Gerald Ford por boca del mismo Stranges, quien estuvo en la nave de Val Thor y desde allí presenció el ases¡nato del hermano de John F. Kennedy, Stranges recalcó que la ufología tiene tres aspectos: uno legal, dentro del cual se enmarcan las acusaciones a los presidentes de Estados Unidos de ocultar la verdad con respecto al fenómeno OVN I ; un aspecto cient íf ico, bajo el cual se ampara la actitud de negar el fenómeno ante la falta de "pruebas contundentes"; Y finalmente un aspecto teológico,

CAMBIO SU MODO DE PENSAR

Walter Rizzi -el último contactado que habló en el Congreso de Mainz- cambió su modo de pensar después de un impresionante encuentro con pequeños serqs, que lo llevaron a su nave. Rizzi los describió a ambos y se refirió a las burlas que lo hicieron callar su experiencia durante 10años, Cuando Rizzi era intérprete entre las líneas alemanas e italianas en Rhodos, Grecia, un ermitaño le predijo el encuentro que tiempo después tuvo.

.HASTA EL AÑO PROXIMO

Colman von Keviczky clausuró el congreso con una conferencia sobre sus ilustradoras experiencias en pro de la aceptación oficial del fenómeno OVNI. Los participarrtes fueron despedidos con un diploma y un broche con el emblema OVNI, que fueron entregados por el presidente de la Sociedad Alemana de Estudios Ufológicos, Karl L. Veit y su esposa Anni.-2

excitado-. Es la cosa más loca que jamás haya.

Straut quer ía interrumPirlo, anunciarle su victoria, pero Margrave continuó.

-. un extraño razonamiento, pero hab ía cierta analog ía. En cualquier caso, estoy seguro de que la traducción es correcta. Esto es lo que dice en inglés. .

Straut lo escuchó. Luego colgó el teléfono con mucho cuidado. Lieberman lo miraba fijamente. -Z Han descif rado el mensaje? iOué decía?

Straut tragó saliva. Observó a Lieberman por un largo rato antes de contestar.

--Decía: "Por favor cuiden bien a mi niñita" -

Viene de la pá9. 41

EL ATERR¡ZAJE...

humano, y que sólo al alejarse de ellos se manifiestan los temores atávicos que lo dominan y le producen las sensaciones de pavor y angustia, provocadas en la mente humana por cualquier fenómeno desconocido. Esta ulterior aclaración de Rosa Lotti es, en consecuencia, de suma importancia. Además, nuestra suposición se confirma con otros inf ormes sobre contactos con OVNIS, según los cuales tampoco se produjeron trastornos psicológicos en los involucrados mientras estuvieron en presencia de los "visitantes".

También hay otras discrepancias en relación con ciertos detalies de su descripción del "huso". He aqu í la más recíente declaración de Rosa Lotti, hecha a los investigadores del Grupo de Estudio de Prato cuando la entrevistaron:

"En la parte más ancha del huso se veían d.os escoti llas, una frente a otra y en el centro, entre ambas, una pequeña puerta a través de la

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