SIMULACRO Mag || ISSUE 13

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ISSUE NO. 13


ÍNDICE Nota editorial

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"EL SIMULACRO ES REAL" Ici et Ailleurs | Sandra Sánchez

EN FOCO: EL TIEMPO 04

EN FOCO: EL TIEMPO DE TARKOVSKY

Cuatro instantes de un bebedor | Javier Rebollo

La Infancia de Iván | Rita Lozano

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Todo es basura | Mercedes Orden

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El Espejo | Laura García Benítez

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FESTIVALES La Bitácora del IFFR | Manuel Omar Mejía

Ya lo dijo Maya Deren | Francisco Marise

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La máquina del tiempo | Tomás Cruz El presente como recuerdo, la nostalgia por el futuro y la realidad como sueño | Eduardo Ceballos Un rincón en el trigo: a propósito de First Cow | Diego Cepeda

Seguiré amando a Ford | Julia Scrive-Loyer

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La sonrisa de Nanuk | Rafael Guilhem

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La casa que construimos | Bruna Braga

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Pequeñas Impresiones | Julia Scrive-Loyer Playlist: 1980 | Alex Wexelman Hay algo en el sonido del saxofón | Bianca Martins

CINE LATINOAMERICANO 33

ANIMACIÓN Los nuevos tiempos | Rita Lozano

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EXTRAS

THE MISFITS

Ema, un cuento de hadas "distroyer" | Mónica Volonteri

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35 Ilustración de la portada: Sofía Zelaya

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NOTA EDITORIAL Los tiempos que corren. Los tiempos muertos. Viajar en el tiempo. Detener el tiempo. Tener tiempo. Nuestro tiempo. El tiempo, desde que tengo memoria, ha sido mi mayor enemigo y mi mayor tesoro. Me imagino que es así para todos, o por lo menos para muchos de nosotros, sobre todo en esta experiencia colectiva de espera pandémica. Era sólo una cuestión de tiempo que llegáramos a una edición de Simulacro dedicada a ello. Porque más allá del tiempo que nos lleva constantemente de la mano, en esta edición hablamos de la íntima relación entre el tiempo y el cine. Y quién mejor para ilustrarlo que nuestro director en foco, Andrei Tarkovsky. En la conciencia del tiempo se introduce la paciencia. Espero que le sigan dando uso y que vengan pronto tiempos mejores, tiempos compartidos, nuevos tiempos.

Julia Scrive-Loyer

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Anne-Marie Miéville & Jean-Luc Godard · 1976

Ici et Ailleurs SANDRA SÁNCHEZ || OMG, would you please shut up? Por favor un poco de silencio, llevo pidiendo un poco de silencio toda esta pandemia, silencio a las bombas de agua de mis vecinos que nos dejan sin agua, ¡que se calle el metalero de las 8 pm! y silencio también ––y sobre todo–– ante el flujo de pensamientos que me inunda todo el tiempo, que me empuja a hacer cosas, a ser cosas a a a a a a a a hacer cosas porque el lenguaje se volvió un instrumento de comunicación con un mensaje primordial: estetiza tu identidad en los espejos que te ofrecemos y entonces eres francés o revolucionario o cineasta o crítico o ciudadano, pero siempre la demanda, la absoluta demanda del super yo, del imperativo categórico, del lenguaje, (is she more beautiful? is she more beautiful? is she more beautiful than me?); la demanda de pronunciarse, de decir algo, de sostener la completud del argumento y la lógica del sentido.

En el Seminario 8 sobre el amor de transferencia Lacan dice algo parecido a lo que muestran AnneMarie Miéville y Jean-Luc Godard en Aquí y Allá: ante la promesa de la intersubjetividad, la disparidad o la imposibilidad de una correspondencia plena. Por eso me gusta escribir cartas, porque el destinatario es concreto e indeterminado a la vez; más cerca de ti que de él pero imposible esa cercanía sin él. Amar es dar lo que no se tiene a quien no te lo pide. Hace poco le decía al librero de Rinoceronte por Instagram que me gustan los libros que transcriben clases y los libros de diarios y los libros de cartas, se escribe-se habla para alguien con nombre propio: los alumnos, las vulnerabilidades de un yo secreto, un amigx/un amante o un amigx o un amante porque every letter is a love letter, dice Chris Kraus. ¿Es esta una carta de amor? La pregunta es falsa, por supuesto. Corrijo, me estiro, extiendo los ojos lentamente para ver. Reformulo.


¿El montaje es una carta de amor? Entonces comprendemos porque hay lugar para la muerte, para la crueldad, para lo oculto, para lo propio. Un combate contra el entretenimiento que esconde entre la niebla espesa su marcador de identidades acotadas, molde de galleta insípida, en serie. ¿Cómo se recuerda algo? ¿La muerte de alguien? El cadáver anónimo-histórico es el efecto injustificable del enriquecimiento y el goce de la acumulación, pero esta vez de ceros, acumular ceros como dice la peli. Y en cada cero que se suma a la cifra de los muertos hay trabajo, abuso, cansancio y dolor mucho dolor un dolor sin comas un dolor inexplicable un dolor que espero queridx amigx nunca hayas sentido en tu vida. Si mirarlo fragmentado, sesgado, en el visionado de una película es crudo, ni si quiera me atrevo a imaginar su magnitud en carne propia: las violaciones, la muerte, los cuerpos magullados; quedarse vivo y atestiguar. La guerra que parasita manipulando esperanza y necesidad. Benjamin lo dijo: todo documento de historia es un documento de barbarie porque en los ceros y en los libros con aparatos críticos de los institutos de historia del mundo se registran las vidas que no importaron (a los estados, a los señoríos) pero que fundan y perpetúan los poderes. Pienso en El Retrato de la Burguesía (1939) de Siqueiros en el sindicato mexicano de electricistas en la colonia Tabacalera, en la Ciudad de México, en las máquinas que se alimentan de la sangre de los trabajadores, en donde el oro brilla y se tiñe con sustancia orgánica. Y sí, estamos hablando de lo mismo aquí y allá. Del goce, de lo que nos lleva a acumular con el lenguaje, con el sistema de imágenes, con la inteligencia, con el montaje: máquina deseante de flujos y cortes premeditados: máquina que si se convierte en fe corre el peligro de volverse milagrosa, en la acepción nazi; con la suma y no con el n-1.

Porque el amor, el amor en su distancia no acumula, no consume: consuma. Se acaba, es temporal. La imagen publicitaria no tiene tiempo sino un espacio que se come todo, mediante hipóstasis. En cine, amar las imágenes y amar los montajes es detenerse para contemplar y en el acto desconfiar de la contemplación misma; amargarse la fiesta sin amargarse el corazón. Me gusta pensar que entre corte y corte, entre texto, imagen y sonido hay un hueco, una zona de indeterminación móvil que puede llenarse de mil maneras para en la multiplicidad evitar el fascismo: ese hueco, esa hiancia, ese espacio se lubrica con el ojo del espectador, específicamente con la mirada que se arroja al continuo de imágenes (dicen los directores de Aquí y Allá que en cine las imágenes se ven una tras otra que no de golpe, como en el Atlas de Aby Warbug). El espacio en blanco entre cuadro y cuadro existe para nunca adorar, sino para moverse. No para estar ahí, mucho menos para ser ahí, sino para inocular la obra terminada y hacerla correr, deshilacharla por caminos asincrónicos, como ellos lo hicieron con la revolución y con la familia burguesa: sabiendo que no podemos evitar el 1 +1 = x. Robar la x, la variable, multiplicarla. Y no concluir, nunca concluir. Seguir ensayando. Bueno, me despido porque vino mi amiga y comeremos pastel. Adiós y gracias por las sesiones compañerxs*. *El primer borrador de este texto se escribió para el Taller de Crítica de Cine de Salvador Amores, organizado por Casa Negra, a finales de 2020.

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En foco: El tiempo de Tarkovs󿵒

LA INFANCIA DE IVÁN · EL ESPEJO · TODO ES BASURA


La infancia de Iván LAS PARADOJAS DEL SER HUMANO DURANTE SU BREVÍSIMO TIEMPO DE VIDA

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RITA LOZANO || La infancia de Iván, es el primer largometraje de Andrei Tarkovsky, realizado en 1962. Con él ganó el León de Oro en el Festival de Venecia, cuando tenía 30 años. Debo confesar que es un filme hermoso y horrible a la vez, pero hay tantas cosas plasmadas en esos 94 minutos de cinta, que sin duda eso la convirtió en una de mis películas favoritas. Un amigo muy querido me dijo una vez que a las películas de Tarkovsky no había que mirarlas en términos de historia o querer analizarlas como a las demás, ya que Tarkovsky era un poeta y sus películas había que sentirlas. Platicábamos acerca de mis primeras impresiones o confusiones después de haber visto El Espejo — mi primer acercamiento al trabajo del cineasta. Asumí entonces que las películas de Tarkovsky tenían algo más que ofrecer al espectador, así que me dispuse a apreciarlas, no sólo con los sentidos, sino con aquello que pudiese alcanzar a captar la razón y el corazón. ¿Acaso la vida no es más que un sueño con un tiempo definido? Las primeras escenas parecen mezclar la vida y los sueños de Iván, en donde volar como mariposa parece de lo más natural, para luego regresar a la tierra, a las raíces, mientras escucha el canto de un pájaro cucú. Iván despierta de ese sueño, para ingresar a su realidad, un amanecer, sí, pero lleno de cadáveres durante la segunda guerra mundial, algo que nadie desearía para un niño y vemos en los siguientes segundos un camino difícil de andar hasta el atardecer. Iván nos sorprende porque lo vemos niño, pero mira como adulto — ignora como alguien molesto con las cosas de este mundo. Sin embargo luego le surge la fragilidad manifiesta e inevitable, como el sueño que te vence y los afectos que también derrotan actitudes rígidas para permitirnos abrazar a otros, así como Iván abraza al oficial Jolin y permanece en su abrazo, confiado del cariño que hay ahí. No vemos escenas violentas de las acciones de la guerra, pero podemos observar algunas de sus consecuencias. De esta manera, el espectador construye en su mente lo que llevó a esos resultados, haciendo un estilo de narración que crea una percepción más intensa.

En medio de ese devastador escenario de guerra, la belleza, de algún modo está presente, de inicio no lo notas, pero está en todos lados, en algo tan sencillo como un tronco de abedul, hermosura que aún cortada se nos ofrece y podemos observarla con cierta nostalgia en las paredes de una cabaña, al igual que la vemos en los jóvenes arrastrados a la misma guerra… ahí están con su encanto, su juventud, las sutilezas de los anhelos en sus corazones y con la desolación de su futuro ahora incierto. Porque aún en medio de algo tan espantoso como un conflicto bélico, surge el amor, el deseo, la alegría y todo esto sucede tanto en las pausas de la guerra, como en las pausas de la vida. Nada en nuestra experiencia física es eterno como para ser una acción ininterrumpida, pero el instante mismo de un beso puede sentirse sin fin e irremediable, como un disparo al corazón del que no pudiste escapar. Justo esto nos muestra la película: las pausas, así como lo que sucede en ellas, las reacciones que más allá de la razón, provienen de esa naturaleza humana que nos hermana y de la sorpresa ante las cosas que enfrentamos, porque como menciona muy atinadamente uno de los personajes, “todo es súbito en la vida”. Así vemos a la señorita Masha que, ante un beso robado, se queda con ganas de borrar lo sucedido, de escapar como un pajarillo después de que un chiquillo, que lo ha atrapado antes, lo ha puesto en libertad, sin saber si debe volar o regresar a la tibieza de las manos de quien segundos antes fuese su captor. Y nos susurra con imágenes, que el sentimiento embriaga, el amor lo hace, lo mismo que la ira, sin importar lo que suceda alrededor.


Aquello que nos conforma y distingue como especie, se hace presente inexorablemente de una manera u otra, como la música, el arte, la creencia de un Dios, un niño que desea un juguete, la añoranza y el recuerdo de un amigo que ya no está e incluso, a veces, hasta la premonición de la muerte. Esas son las certezas… y luego, vienen las paradojas que coexisten en nuestro interior: un niño que ha aguantado más de lo que un hombre entrenado para la guerra podría; dos hombres, a punto de salir en una misión, dispuestos a morir o a matar a quien sea, preocupados por el futuro de un pequeño y su bienestar; un sujeto puede estar maltrecho por las circunstancias, pero dispuesto a seguir adelante; un anciano atormentado por los horrores de la guerra hasta perder la razón, puede ser capaz de decir alguna verdad profunda; un niño que quiere ir a la guerra, para vengar a su madre y ayudar a exterminar a la mayor cantidad de enemigos posible, pero que, en algún punto de sí, conserva bondad suficiente para dejarle comida al abuelo que ahora vive entre las ruinas en un estado de locura. Sin duda, somos criaturas complejas. Durante las guerras el ser humano externa lo peor y a veces lo mejor de sí… el mal, la falta de piedad, heroísmo, ira, hermandad, intolerancia; todo ello volcado en ruindades con el único objetivo de dañar; sin embargo, en este plano material en el que nos desenvolvemos, los signos sensibles suelen ser los parámetros de percepción, un ejemplo de ello es el sonido o su ausencia, que suelen ser síntoma y secuela a la vez de lo que está sucediendo alrededor, y cuando se vuelve definitivo, es su reconocimiento lo que rompe el hechizo funesto de quienes se ven envueltos en ella, ya sea para anunciar la victoria soñada después de tantas penurias o el cese de los enfrentamientos. Trágicamente, el triunfo de uno es la muerte y el sufrimiento del otro; como en el sonido de una campana, el badajo se mueve de un extremo al otro, hacia posiciones contrarias, ya sea en personas diferentes, como en el caso de la victoria y la derrota, o en la misma persona, como el dolor de un niño indefenso ante la pérdida de su madre y el deseo febril de venganza. Pero estas reacciones pueden ser distintas en cada individuo. Mientras Iván permanece impávido ante un bombardeo, como quien ya lo ha visto todo, Galtsev, un soldado mayor que él en edad, llega asustado a tratar de tranquilizarlo y es que las emociones, así como los sentimientos, nada tienen que ver con la edad, sino con el estado del corazón.

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Resulta sorprendente que, aún siendo una narración de tiempos de guerra, nos permita contemplar reflejos de la naturaleza y acciones humanas que se repiten en distintas circunstancias, así como algunas particularidades del mundo, presentes, independientemente del conocimiento que se tenga de ellas. Nuestras acciones toman el rumbo de nuestras decisiones y hay tantas opciones como manzanas en un camión lleno de ellas… las personas van escogiendo, tomando su camino, sin saber de quién será el fruto de lo que hacemos en vida o a dónde irá a parar una vez que partamos. En algún punto, Iván es un niño que propios y extraños e incluso el enemigo quisieron proteger, sin embargo, él forja un camino distinto. Y aún en la noche más obscura, aunque no lo percibamos, la belleza está presente de las formas más inverosímiles, como en la quietud del agua de una ciénaga, en las siluetas negras de los árboles en la madrugada, así como de manera terrible e inverosímil, en las mortíferas luces de los ataques; la realidad física, también tiene sus paradojas inevitables. Tanto en los ratos de alegría, como en los de desolación, el ser humano carga con todas sus contradicciones sin que ellas supongan un conflicto para la existencia, y así vemos a dos soldados que sabemos son rivales en el amor, acompañarse y cuidarse para sobrevivir porque son compañeros de armas. “¿Acaso ésta no es la última guerra en el mundo?”, pregunta Galtsev con su juventud llena de cicatrices en una de las últimas escenas. Debió serlo, después de los horrores vividos y presenciados por toda la humanidad; sin embargo, tristemente tengo que escribir ante la pregunta planteada por este personaje, que la segunda guerra mundial no fue la última. Vemos también el destino forjado y alcanzado por Iván; pero lo que queda en él, no es esa transición dolorosa del paso por la muerte, ni su sufrimiento en el mundo. Lo que queda es el sueño de la vida, el amor experimentado, los compañeros de viaje, los juegos, los recuerdos de la felicidad, de los días de sol, de agua fresca, de amigos y aún después de habernos sentido solos o perdidos por momentos, el recuerdo de la alegría. ¿Acaso no venimos a jugar y a ser felices en esta vida? En qué momento la humanidad torció ese sueño con la guerra y la violencia, que no se da cuenta de que la vida es tan breve como el sueño en una noche, sin importar los años respirados.

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El lugar de donde sales para jugar, como un niño que termina de contar recargado en un árbol para correr a encontrar a sus compañeros, es el mismo lugar al que regresas al final. Desde hace algunos años pienso que los seres humanos, en el vasto recorrido del cosmos y sus estrellas, somos apenas brevísimos suspiros de eternidad, y esta película es realmente impresionante, porque Andrei Tarkovsky dibuja magistralmente, a través de la historia de un niño que ha perdido su infancia por la guerra, la esencia, así como las paradojas que suceden en el tiempo de vida, a pesar de las circunstancias.


Todo es basura

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MERCEDES ORDEN || Andréi Tarkovski y Tonino Guerra caminan, descubren y se sientan a discutir. El documental Tiempo de viaje (1983), los encuentra recorriendo posibles locaciones a lo largo de Italia para la producción de Nostalgia, primera película del director fuera de la Unión Soviética. Las conversaciones atestiguan un intento mutuo de persuadirse sobre qué tipo de escenarios deberían poner en escena para acompañar a un protagonista en medio de una crisis existencial. Mientras Guerra propone una belleza convencional y turística, Andréi se separa de “lo hermoso” de Sorrento interesándose por las ruinas, aquello que las ingeniosas arquitecturas no han alcanzado. Allí donde el tiempo y el avance de la naturaleza cuentan su propia historia, el director se propone construir la suya, ubicando a los personajes en espacios que dicen y gritan por sí solos. Atravesar la obra de Andréi Tarkovski se convierte en un desafío al ras de la tierra. Interés que se descubre al conocer acerca de las experiencias previas de su juventud. En la carta de presentación para el ingreso a la escuela VGIK (Instituto Estatal de Cinematografía) escribe “me apasioné por el cine y la literatura, pero sobre todo por la gente de nuestro país, su entorno natural y su forma de vida”¹. Tras ser parte de una expedición científica del Instituto NIGRIzoloto, en Siberia del Este, Andréi abandona las ciencias para ocuparse del arte, uno que lo convierte en un cineasta, en un poeta –influido por la profesión de su padre Arseni-, en un escultor del tiempo. Un arte donde la ciencia, la naturaleza y la religión dialogan y él, que alguna vez se proyectó como traductor, se siente preparado para interpretar la materia. En Tarkovski todo es basura. A partir de este punto se puede pensar su crítica al presente, con una mirada nostálgica que comprende un cuestionamiento de la sociedad y sus diferentes formas de relacionarse con el medioambiente. Basura en medio de la que logra detenerse para observar la destrucción del entorno, del hombre por el hombre y del carácter espiritual. Su obsesión por mostrar los restos se aparta de las bellas imágenes vacacionales de Guerra y encuentra la belleza en la caída. En paredes ajadas por la humedad, en territorios arrasados por la guerra, en charcos e incendios.

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Su corta obra entrega una mirada atenta a las ruinas de las personas, los espacios, y las culturas. Es en ellas donde el director exhibe lo sublime junto a lo trágico, como si fueran dos conceptos indivisibles, dignos de pensarse como el cuadro Angelus Novus de Klee que citaba Walter Benjamin en sus tesis “Sobre el concepto de historia”². Ángel que mira horrorizado un tiempo al que no puede regresar ni detenerse y que lo empuja como un huracán hacia un progreso que parece inevitable. Tarkovski mira, escribe, filma ese pasado que ya no es, trata de unir los fragmentos que encuentra, sin permitir que ese tiempo muera del todo. Los desechos son las huellas que ha dejado el hombre, y el director los pone en cuadro para plasmar de un modo fiel su punto de vista. Es ese camino minado por descartes el que acompaña a los tres personajes de Stalker (1979), donde el tiempo ha quedado en suspenso dentro de un terreno clausurado por donde ellos caminan y descansan, en charcos que alojan resortes, monedas, residuos de guerra con el fin de llegar a una habitación prometida y donde se mantiene la última esperanza de lo sagrado. Tarkovski está convencido: el hombre es el culpable, el que empuja a la destrucción. Idea que refuerza una y otra vez desde su ópera prima, La infancia de Iván (1962), donde los ambientes han sido arrasados y las personas se encuentran en estado de locura, abandono y soledad. De modo similar a Andrei Rublev (1966) esta destrucción camina en paralelo al egoísmo y la destrucción que han ocasionado diversas guerras. En esta segunda película, el director habla a través de Teófanes, un anciano cuya experiencia de vida le permite legalizar la afirmación: “quien añade ciencia, añade dolor”. En su filmografía la ciencia siempre se presenta como un engaño inscripto en el ideal de progreso positivista. Seguramente sea Solaris (1972) donde se trate con más énfasis la cuestión tecnológica, pero, frente a la idea original de la novela de ciencia ficción de Stanislaw Lem, el director propone una película que escapa del género para exhibir la incomodidad actual.


Aquí la ciencia ha fracasado y lo que entrega no es un panorama prometedor sino un presente donde la tecnología de una estación espacial ha quedado abandonada y envejecida. Lo que vemos en ese espacio que promete materializar los deseos y recuerdos de las personas es nuevamente lo descartado. Residuos materiales y oníricos de diferentes épocas se entremezclan construyendo el constante sentimiento de nostalgia mientras acercan una pregunta por el tiempo en términos estéticos y temáticos. En El espejo (1985), película que, según se dice, puede comprenderse en clave autobiográfica, se observan con fuerza esos elementos residuales hospedados en un inconsciente nutrido por los recuerdos y los sueños intercalados con un material de archivo que nos recuerda un pasado que sigue siendo evocado. En su libro Esculpir en el tiempo dice Tarkovski: “Provisionalmente somos tan sólo testigos de la muerte de lo espiritual. Lo meramente material, por el contrario, ya ha establecido su sistema, se ha convertido en la base de nuestra vida, enferma de esclerosis y amenazada de parálisis. Todo el mundo sabe que el progreso material no da la felicidad de la persona. Y, sin embargo, nos encaminamos enloquecidamente a mejorar sus logros”³. El director enferma, pero antes deja su carta de despedida: la obra final donde condensa y ordena sus temores y deseos respecto del arte y su modo de comprender el mundo. En Sacrificio (1986) los actos llevados a cabo por el protagonista cobran valor por fuera de la lógica mercantil y operan como un método de escape a la idea de progreso. Es en el inolvidable plano secuencia de la casa incendiada donde se exhibe con más fuerza uno de los binomios principales planteados por Andréi –el ideal positivista frente a lo sagrado religioso– allí Alexander es castigado por el hecho de regirse con valores que resultan irracionales para el mundo moderno incluso aunque haya entregado su vida para salvar a sus seres queridos. En la misma dirección que su director, Zizek escribe al respecto: “un acto no respaldado por ninguna consideración racional, puede restaurar la fe inmediata que nos liberará y curará de la enfermedad moderna espiritual”⁴. El protagonista es descartado por personas e instituciones que ante la incomprensión de sus actos, prefieren castigarlo.

La obra de Tarkovski habla a los gritos, a la vez que contempla desde la lejanía. Busca en la poesía de sus imágenes un doble movimiento de denuncia y salvataje. En la naturaleza, una última esperanza. Los paisajes sufren las consecuencias de un falso progreso o son amenazados ante la posibilidad de un acto de destrucción humana. El aburrimiento conquista un mundo donde todo se ha matematizado, las personas se han entregado a la soledad o a la locura y lo que no sirve a la lógica capitalista, queda descartado. La única solución que encuentra el director es la de retomar el misterio del mundo. Pero entiende, igual que el ángel de la historia que, aunque capture gestos, objetos y acciones descartados, el ideal científico avanza como un huracán. ¹ TARKOVSKI A. & MOURIÑO, J.M. (2015). ESCRITOS DE JUVENTUD. MADRID: ABADA EDITORES. ² BENJAMIN, WALTER. “SOBRE EL CONCEPTO DE HISTORIA” EN ESTÉTICA Y POLÍTICA. BUENOS AIRES: LAS CUARENTA, 2009. P. 140 ³ TARKOVSKI, A (2013), ESCULPIR EN EL TIEMPO. MADRID: RIALP, P.254 ⁴ ZIZEK, S. (2006), LACRIMAE RERUM. BARCELONA: DEBATE, P.139

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El Espejo

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LAURA GARCÍA BENITEZ || Hay directores que te muestran lo feo y aterrador que puede ser el mundo. Y luego está Tarkovsky, que nos regala en El Espejo la belleza. La primera vez que vi El Espejo fue un viaje, un reencuentro, algo que ni siquiera podría explicar con palabras — la conexión con cada imagen fue tan profunda que sentí haber vivido esos momentos que en realidad nunca habían sucedido. El tiempo y la vida se llevan de la mano — desde que nacemos estamos destinados a morir. Tarkovsky se expresa desde sus memorias, sueños y realidad haciéndonos entender el tiempo como una simple idea. Podemos recordar e irnos directamente a ese episodio de nuestra vida. Aunque no nos traslademos físicamente, lo hacemos mentalmente al lugar y a la hora que deseamos. Por esa razón el cine es tan poderoso, porque nos permite viajar en el tiempo desde un presente intacto. Permitiéndonos sentir y conectar con aquello que nos identifica. El cine es una maquina del tiempo que buscamos constantemente ya sea para irnos al pasado o para viajar al futuro. Sembrando en el espectador esperanza, reflexión y empatía.

Es ese reflejo de Masha mirándose en el espejo que nos hace entender que siempre estamos tratando de encontrarnos a nosotros mismos, tratando de entendernos, de amarnos tal cual somos. Es ese reflejo de Masha en el espejo diciéndonos a todo pulmón que la vida pasa, que hoy somos jóvenes y mañana viejos, que tú, la vida y el mundo cambian constantemente. Para mí cada plano dentro de la película es el complemento perfecto a un poema recitado al atardecer: expresando el sentimiento de la nostalgia al mirarse a sí mismo en su infancia, utilizando la naturaleza y el hogar con delicadeza y revelando su complejidad, con una construcción sonora profunda y cuidadosa donde cada detalle evoca en el espectador grandes sensaciones. Es muy difícil para mí hablar de El Espejo de manera concreta porque es una película que debe ser sentida. Es una experiencia distinta para cada uno de nosotros, y es una experiencia que amerita ser vivida: conectar con ella y dejarse llevar hacia ese otro mundo, hacia esa otra forma de ver las cosas, hasta quererlas.

El personaje de Masha es muy potente — intriga, inquieta —, y como espectador quieres saber todo lo que pasa en su interior: esa añoranza de tener a su familia unida jamás desaparecerá, esperando a un esposo que quizás nunca volverá. El poder de ser madre, una madre que cuida a sus hijos pero que también va a envejecer y va a verlos crecer. Una mujer que en el fondo quizás sólo busca la felicidad. Busca en el mar de lágrimas de su soledad la compañía de alguien que la entienda.

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LA BITÁCORA DEL IFFR cobertura de festival por Manuel Omar Mejía


INAUGURACIÓN Comienza el IFFR 2021 con el estreno de Riders of Justice, una película danesa del director y guionista Anders Thomas Jensen. En síntesis la historia trata de un grupo de outsiders que se juntan para buscar venganza en contra de lo que aparenta ser un atentado terrorista a un tren. Con esta premisa, la película toma el rumbo de las historias clásicas de justicieros fuera de la ley, al estilo de The Punisher. Sin embargo, desde un comienzo la película toca temas más allá de la venganza, como el efecto mariposa, el trauma y se cuestiona severamente si las coincidencias existen o nunca fueron coincidencias desde un principio. Riders of Justice es en esencia una película que navega con excelencia entre la acción, melodrama y el humor negro. Una película que entretiene con su acción y te deja perplejo con su humor atrevido. Se podría reclamar el uso, a veces desproporcionado, de facilismos de guion como el arma que se atasca justo antes de matar al protagonista o descubrir al enemigo por un completo deus ex machina de un personaje que aparece veinte segundos en pantalla. Aún así, se podría argumentar que estos mismos “facilismos” van de la mano con el tema de las coincidencias, el efecto mariposa y la cadena de eventos que tenían que suceder para llegar a ese preciso momento. ¿Tal vez un meta-mensaje de parte del director?

día 1

AURORA, DESTELLO BRAVÍO & LONE WOLF

Aurora es una sutil pero mordaz historia de resiliencia y opresión. Un enfoque único a un problema que afecta a miles, tanto en Costa Rica como en toda América Latina y el mundo, un embarazo no deseado. Luisa, una arquitecta y maestra de talleres infantiles, ayuda a la menor de edad Julia en su embarazo. Un embarazo que afecta, obviamente, a Julia pero en gran medida a Luisa también. La puesta en escena es brillante teniendo el uso constante de primeros planos que se concentran en la mirada de Luisa y Julia; así como varias acciones fuera de cuadro que rememoran la cámara de Kiarostami. Paz Fábrega, directora y guionista de la película, da al público una poderosa historia donde el remolino de sentimientos crece paulatinamente hasta culminar con un agridulce sentimiento de soledad.


Destello Bravío es brutal. Un recorrido onírico y casi apocalíptico de un pueblo español. Un pueblo estancado en una burbuja de tiempo donde no pasa nada pero existe un aura constante de que en cualquier momento pasará algo. ¿Pero qué será ese algo?

Esta es una película policíaca, con toques de comedia y con un toque futurista que además de todo nos invita a tapar todas las cámaras que estén a nuestro alrededor. El director Jonathan Ogilvie presenta un film fascinante que tendrá un lugar asegurado en la mente de todo cinéfilo que quiere ver algo nuevo.

En la película seguimos a Cita, Isa y a otras mujeres del pueblo en su vida cotidiana. Con ellas miramos este deseo de cambio como un grito de desesperanza, un grito de ira por el tiempo que lo consume todo. Por un pueblo abandonado donde los jóvenes se van a la ciudad y solo los ancianos se quedan allí a esperar la muerte y el olvido. Un pueblo que es en sí un revoltijo de memorias y deseos frustrados. Un lugar que vive entre tradiciones católicas centenarias y música electrónica; entre dulces tradicionales de leche de cabra y cocaína. Esta es la ópera prima de la directora Ainhoa Rodríguez. Una pieza magistral con tintes a lo Fellini, donde la realidad y la fantasía se entremezclan de tal manera que ya no existe ni una, ni la otra. Una película que verdaderamente te atrapa desde su primera escena hasta la última. Lone Wolf llega a ser el perfecto balance entre formato y contenido. Un formato inusual (un tipo de found footage pero no el clásico found footage) con una historia bien contada que cautiva desde un comienzo. Esta es una película donde estas dos partes, formato y contenido, tienen igual importancia y la historia no sería la misma si alguna de las dos cambiase. La historia, basada en el libro “El agente secreto” de Joseph Conrad, nos posiciona en un futuro cercano en Australia. Un futuro donde las organizaciones anarquistas están por doquier y la privacidad es inexistente, ya que estamos siendo vigilados por el gobierno todo el tiempo. Pensándolo bien... más que un futuro cercano, es el presente... Pero bueno continuemos: la historia se cuenta a partir del contenido de cámaras de seguridad, llamadas de Skype y videos de teléfonos celulares. Con esta cantidad de espionaje la película parece ser una trama de James Bond, sin embargo, esta historia es realmente conmovedora y pesada. Una historia de personajes frágiles con convicciones fuertes. Una historia que invita a querer y a despreciar a los mismos personajes y que te deja dudando si existe el bien humano.

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día 2

CARRO REI, GRITT, MADALENA, LANDSCAPES OF RESISTANCE, FEAST & FRIENDS AND STRANGERS

Landscapes of Resistance es una experiencia, un viaje alucinante a las memorias de una de las primeras partisanas de Serbia, una guerrillera que luchó contra la invasión facista durante la Segunda Guerra Mundial. A veces parece un sueño, a veces parece una pesadilla; el documental contado en su mayoría por voice over es fortalecido con una edición de transiciones suaves que te mantiene en trance y atento a los detalles. La historia, de la misma manera, intenta hacer una correlación con el presente, ya que el fascismo del siglo pasado no ha muerto, sólo ha evolucionado. Por suerte, el espíritu de revolución sigue con vida, las partisanas y los partisanos están presentes y la lucha por un mejor futuro permanece en las calles, en las protestas, en los corazones. Gritt es un salto libre sin paracaídas a los abismos más oscuros de nuestra mente. Una película difícil de mirar por sus incomprensiones, el dolor del personaje principal, la vergüenza ajena de acciones discutibles y por la actuación inmortal de Birgitte Larsen en el papel protagónico. Gritt es una artista con grandes pretensiones que planea hacer una obra inmensa de crítica al sistema noruego y a la sociedad.


Una revolución que junta a lo autos viejos obligados por nuevas políticas a ser destituidos, con sus dueños, personas de bajos recursos que no pueden ofrecer nada más que sus viejos peroles.

Sin embargo, este mismo sistema le cierra todas las puertas que toca y ella misma llega a cerrarse y a destruir algunas otras. La película se divide en varios capítulos, cada uno más difícil de mirar que el anterior, en los cuales la cordura, los sueños y en general la humanidad de Gritt se pierden poco a poco. Es un viaje que explora los deseos de los artistas y los límites que tomamos para hacer lo que queremos. Así como una crítica a la escena artística de países que se han conformado con el arte como un artículo de mercadería y turismo. De la misma manera, Gritt presenta un estudio fuerte sobre el feminismo, el capitalismo e incluso nuestro egoísmo como seres humanos. Sin lugar a dudas esta película es una fuerte competidora para ganar el premio Tiger en su categoría Tiger Competition y es un must-watch para la audiencia en general. Un futuro clásico del cine europeo. Hace muchos años tenía un amigo que había nombrado a su laptop Lucía, era su primera computadora en la vida y la cuidaba, literalmente, mucho. Por ejemplo, odiaba hacer trabajos muy de noche en Lucía, porque no era justo para ella ya que era muy joven para cansarse tanto. Aunque bobo y anecdótico, ejemplos como el amor entre mi amigo y Lucía solo demuestran que no estamos tan lejos de una realidad como la de Carro Rei, una película de los géneros fantasía/sci-fi/surreal. La directora Renata Pinherio nos regala un universo rico en dramaturgia y ambientación. En Caruaru, una ciudad emergente de Brasil, un niño (Uno) nace dentro de un carro y con esto se crea una comunicación telepática entre ambos que perdura en su joven adultez. Una vez en el presente, los problemas sociales e injusticias en la ciudad hacen que el vínculo entre estos dos crezca, al punto de crear una revolución que aparenta ser correcta y beneficiosa para todos.

Con esta trama, la película explora la estrecha relación entre la tecnología y el ser humano, ¿acaso nosotros no somos otras máquinas como estos autos? ¿Si creamos el auto, acaso ellos no llegan a ser parte de nuestra sangre, como un hijo o una hija? Es decir, ver la tecnología como una extensión de nuestro propio cuerpo. La película vislumbra los beneficios, los límites y el daño de esta relación tan estrecha. Igualmente, el film discute la naturaleza humana con el concepto general de la naturaleza y como cada vez más, enterramos nuestros orígenes en capas de pavimento y acero. ¿O acaso el concepto de naturaleza “verde” con el concepto de avance tecnológico nunca fue visto desde el acercamiento correcto? Carro Rei podría ser vista como una película de precaución, o como una invitación a cuestionar nuestro concepto de naturaleza / tecnología, o un estudio del balance entre ideologías y realidad. Incluso llega a presentar el concepto del fascismo en sistemas latinoamericanos injustos y sin oportunidades de mejoramiento. En resumen, la película se puede mirar y estudiar desde diferentes puntos de vista pero de manera personal lo que miro principalmente en esta película es creatividad pura y una ejecución espectacular. Esta es una historia cyberpunk en una ciudad brasileña que no parece ser muy tecnológica de por sí, creando un buen contraste y un espacio original para una historia de este tipo. Una historia que además cuenta con personajes bien construidos, siguiendo enseñanzas brechtianas, con soliloquios y monólogos de personajes como si estuvieran ante un público en vivo. Con escenas y acciones de personajes teatrales y forzadas, que sólo refuerzan la idea de lo natural y lo antinatural. Carro Rei es un tour de force inolvidable, una obra creativa que está hecha para ser vista y admirada más de una vez. ¡Viva King Car! ¿Viva King Car? ¿Qué? ¿Feast está inspirada en un caso de la vida real? Con este dato, que yo desconocía por no leer las sinopsis, la película toma un panorama macabro más allá de lo que había experimentado hasta ahora en el festival.

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Pero fuera de que esté inspirada en un caso de la vida real, Feast es un acercamiento sensorial brillante al lado oscuro del corazón humano. A veces parece una amalgama de emociones que quieren estallar, representada por imágenes turbias que se complementan con los testimonios en voice over de un crimen atroz. ¿Qué es este famoso crimen? El crimen de un grupo de hombres que en varias fiestas sexuales drogaban a sus víctimas y una vez inconscientes, les inyectaban sangre con VIH. Todo es complejo en esta película desde su trama, los personajes, sus cuestionamientos y las lógicas contradictorias de los responsables en cuestión. Feast es fuerte, inteligente y no se anda con rodeos. Una película que te mueve el piso y en sus secuencias finales, te deja en un estado de completa perplejidad. “Some fuckin’ artists” exclama un millonario coleccionista de arte al mirar una pintura extraña y perturbadora. “Some fuckin’ artists” exclamo yo (ni millonario, ni coleccionista de arte pero sí perturbado) al mirar esta surreal, disruptiva y verdaderamente cómica película. En esencia, Friends and Strangers es una serie de viñetas de momentos incómodos que se van agravando cada vez más hasta culminar en un ambiguo final de alucinaciones o borracheras ¿o alucinaciones etílicas? ¿O ninguna? Este es un mosaico cómico que debajo de su amena superficie, perfila una imagen alterna de las relaciones interpersonales, del amor, de la amistad, del pasado. Incluso juega con meta mensajes cuando el mismo millonario excéntrico coleccionista de arte pregunta si acaso la videografía no es más que el arte de la ilusión. Y sí lo es, pero en este caso en particular, Friends and Strangers llega a ser el tipo de ilusión / alucinación que experimentan los personajes en sus viñetas particulares. Madalena está desaparecida y sus amigas la buscan. Madalena está perdida y el asesino sigue en libertad. Madalena desapareció por completo y la vida, tristemente, continúa como si nada. Esta película, con una sobria y poderosa puesta en escena, vislumbra un mensaje oscuro y un grito subrepticio de desesperación por la justicia y por el cambio.

Madalena, una mujer trans de un pueblo agrario de Brasil, desapareció desde hace algunos días. A partir de su desaparición miraremos las historias de tres personajes que tienen un vínculo directo con ella pero no entre ellos. Las historias en sí son sencillas y es esta sencillez y el aparente desdén por Madalena lo que da sentido a la historia. ¡Una mujer trans fue asesinada en sus narices y la vida continúa como si nada! Siendo sus amigas las únicas que se preocupan por ella pero que finalmente, sin más que hacer, se resignan a seguir sin ella. La falta de importancia que la misma película y la mayoría le da a Madalena parece explorar la naturalización de la violencia, la naturalización de la transfobia en la sociedad. Esta naturalización es tal que ni siquiera sabemos cómo se encontró el cadáver o qué pasó en sí, ¿se lanzó alguna investigación? ¿Hubo sospechosos? Lo único que sabemos al final, por un texto en los créditos finales, es que Brasil es el país con más asesinatos de personas trans en el mundo. Esta es una película brillante que contiene grandes elipsis de guion, personajes aparentemente parcos pero que sus acciones, por sencillas que sean, develan el mar de emociones que llevan enterrados. Para finalizar, Madalena cuenta una historia con un discurso necesario y poderoso, como si Madalena representara el llanto de todas y todos los que se han ido como un suspiro y han sido olvidados y olvidadas.


día 3

THE EDGE OF DAYBREAK + AMMODO TIGER SHORTS

The Edge of Daybreak es como una daga que penetra lentamente tu sistema y en su camino te introduce al mundo onírico de una nación, de la guerra y de la destrucción. Ésta es una película que sin contexto puede ser utilizada para representar cualquier país que ha tenido un pasado injusto. A mí, viniendo de un país reprimido por gobiernos y ejércitos, me movió a un nivel muy personal. La película cuenta con una cinematografía espectacular con un blanco y negro que cautiva. Escenas que muchas veces parecen viñetas de sueños y recuerdos. Las memorias y cómo estas memorias toman vida es el fundamento principal del film. Un fantasma se va por el camino que yo no tomé. ¿Qué vida tendrá ese otro? Los caminos se bifurcan y Mateo Vega toma el concepto del fantasma para expresar una insatisfacción en Er Is Een Geest Van Mij. ¿Una insatisfacción a la popularidad del facismo en los últimos años, a la vida y decisiones de un joven adulto o al tiempo en general que lo cambia todo? La imagen de un fantasma, como esa sombra que vive en un mundo paralelo se refleja en este poema visual, donde una narración serena y contundente nos lleva de la mano por ideas que se dividen entre el holandés y el español. Un cortometraje que es un stream of consciousness donde todo es una ilusión, una figura distorsionada o la sombra de una imagen original. Es como un tren que ya se nos va, y nosotros sin percatarnos finalmente lo perderemos. Luces del desierto es un acercamiento extraordinario a la cultura y tradiciones de un país y me atrevo a decir que de toda una región. Luces en el cielo, figuras extrañas, personajes extraños, animales que son personas, personas que son animales y demás habitan un desierto mexicano, como fuertes testigos de la resiliencia en un hábitat tan hostil. Este documental, además de contar con una imagen tétrica pero enriquecedora brilla con un manejo extraordinario del audio.

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Las historias que nos cuentan los pobladores del desierto, junto a su sonido ambiente es una radionovela sensorial que se queda en tu mente bailando sin música pero con mucha autodeterminación. En resumen, Luces del desierto es un festín para el ojo y el oído. Tracing Utopia retrata a un grupo de jóvenes de la comunidad LGBTQ conversando acerca de cómo sería una utopía para ellos, a su vez planteando un manifiesto para la igualdad y el respeto. Es tierno, triste y necesario para nuestro tiempo. Además brinda una mirada honesta de la Generación Z, que puede llegar a sorprender, ya que ha sido una generación muchas veces ridiculizada y vista de menos. Pero que en este documental demuestra sus verdaderos colores. Una generación de personas que buscan un mejor futuro. El documental cuenta con un formato estupendo, honestamente la primera vez que miro algo así. Utilizar el footage de Minecraft para contar una historia de este potencial es algo único. O al menos para mí lo es. Las entrevistas con las y los jóvenes del documental se complementan con el footage del videojuego y quien lo ha jugado, entiende perfectamente el por qué de su uso en un cortometraje con la palabra “utopía” en su título. Catarina y Nick, directores de la película nos dan una propuesta de storytelling hermosa que de seguro será tomada como estándar para muchos. Porque su fuerza y empatía con los personajes y el público es indudable.

El descubrimiento de un tumor en el testículo de Sélim inicia una exploración existencial a la muerte, el sexo y la soledad. Agate Mousse es una película que contiene copiosas discusiones metafísicas y abstractas presentadas en un formato especial. Rompe la cuarta pared cada vez que lo mira necesario y trata a la imagen y sonido como una plastilina para moldear la figura deseada. Una figura que termina siendo una masa amorfa que se puede interpretar como uno quiera y esto mismo es lo que la hace tan especial. ¿Documental, ficción, video ensayo? ¡Para qué preguntarse eso! Agate Mousse es un film muy bien delineado que brinda a la mesa filosofía y arte. Una película extraordinaria que puede ser una de las exploraciones más interesantes de todo el festival. La violencia intrafamiliar siempre es un tema pesado de tocar en cualquier obra. Esto, más el alcoholismo, la pobreza y la falta de oportunidades es una combinación a lo bomba molotov que tendrá consecuencias destructivas. Pebbles es exactamente eso, una bomba molotov que logra adentrarse en tu psiquis mientras vos te adentrás a la dura vida de estos personajes. Esta película es un tipo de road movie que se concentra en un breve momento de la vida de una familia. El padre, un conocido alcohólico y busca pleitos, saca a su hijo de la escuela para usarlo de carnada para recoger a su esposa en la casa de su madre, que previamente se ha escapado de su casa por abuso. En estos viajes que se dan de aldea en aldea observamos la hostilidad, el maltrato naturalizado a la mujer y el machismo que se basa en ver cuál de los oponentes la tiene más grande. Aún con sus momentos cómicos o entrañables, Pebbles es una representación de la dura realidad. Una representación en la que es inevitable pensar en el futuro del niño, en la continuidad de estas actitudes en las futuras generaciones y de sí en serio existe alguna solución a estos problemas.

día 4

AGATE MOUSSE, ARCHIPEL, PEBBLES, I COMETE — A CORSICAN SUMMER, BLACK MEDUSA

“¿Así que ella no cree en Dios? — ..Ella nos contó una vez que había visto a Dios. Él se le acercó y le dijo que él mismo no existía, y como él no existía… eso fue todo, ella dejó de creer en él.”

Un pueblo tranquilo, un verano, con alcohol, playas y sexo, esconde sin tanto esfuerzo, un ambiente hostil entre los pobladores. Como dicen “pueblo pequeño, infierno grande”. Pero I Comete - A Corsican Summer no se concentra mucho en estos aspectos de pueblo con capas oscuras y subrepticias a lo Lynch. Sino que es más un mosaico de diversas viñetas de la vida. Historias individuales que en sí crean el microcosmos de un pueblo veraniego.


Sus comienzos como territorio de pueblos originarios, a la conquista francesa, a la conquista inglesa, al limbo cultural que vino con los años y a la actualidad. Es un relato honesto, donde no se dan respuestas, se plantean sentimientos, hechos históricos y una búsqueda artística.

Con tomas largas y en su mayoría estáticas, Pascal Tagnati presenta un universo poderoso en lo mundano que se alarga como un buen día de sol y olas. Black Medusa es una película con gran potencia estética, tanto visual como auditiva que aún con toda su fuerza se siente incompleta. Es una película del subgénero rape revenge que usa como escenario la ciudad de Tunis. La película cuenta la historia de Mada, una víctima de abuso sexual, que comete una serie de homicidios por las noches, mientras trabaja como editora audiovisual por los días. La película pretende explorar las posibles consecuencias de las víctimas de abuso, la ira y el asco por los actos que hicieron en contra de ellas. Sin embargo, Black Medusa llega a quedarse corta al seguir perpetuando varios tropos y problemas que las películas de este subgénero tiene. El film se resalta en su manejo de géneros durante toda la cinta. En un principio parece un drama pero rápidamente se transforma en un thriller o film noir, con ensoñaciones de pesadilla al pasar a un romance y terminando en una amalgama de todo. No se encasilla y viaja libre de manera orgánica. “Soy una guía caprichosa”, le dice la voz de la mujer a la del hombre, en el comienzo del tour por las mil islas del río Saint-Laurent en Québec. Archipel es un video ensayo exquisito, una hoguera de emociones que cuenta con una animación viva, cambiante y atrevida. La película toma los cuestionamientos de “¿qué es una nación?”, “¿qué es una comunidad?” teniendo el contexto algo tumultuoso de la Canadá francesa. De la mano de la voz en off de dos personajes anónimos y el uso de material de archivo modificado, tenemos un vistazo del alma québécois.

día 5

LIBORIO, TERRANOVA, LOOKING FOR VENERA, BEBIA, À MON SEUL DÉSIR, MAYDAY, SEXUAL DRIVE

Papá Liborio es un mesías dominicano que vino al mundo “para sacar el mal y que entre el bien” pero la invasión estadounidense en la isla y la presión por acatar órdenes de “paz” lo convirtieron en un fugitivo. Liborio, inspirada en la vida real, es una película que presenta un brillante estudio de la espiritualidad en las comunidades. Trata con gran atención y respeto a sus personajes principales y tiene una espectacular estructura de guion, sencilla pero mordaz. Asimismo, en lo que resalta el film (al menos personalmente) es en el uso complementario entre los elementos espirituales (o de fantasía, como quieran llamarlo) y la realidad. En películas como estas, las figuras mesiánicas son dioses o charlatanes, pero en Liborio no es tan sencillo.

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Los elementos fantásticos podrían ser racionalizados sin ningún problema pero para ser honestos... tampoco me extrañaría que sí fueran milagros. Esto se logra al colocar al espectador como uno más de los seguidores de Liborio y miramos a través de sus ojos todo lo que está pasando. Liborio, además de todo, es una película que aboga a la memoria colectiva de todo un país. A entender la importancia de estas luchas campesinas en la República Dominicana, así como en el resto de Latinoamérica. Looking for Venera es un coming of age que toca los temas de la sexualidad y liberación femenina. La directora Norika Sefa presenta con esta película una historia honesta, en un pueblo donde las costumbres conservadores reinan. Es un acercamiento interesante a las diferencias generacionales, teniendo a la “nueva generación” como la que aprende de los errores de las madres y padres y se esfuerza por forjar un nuevo presente, alejado de costumbres que ellos y ellas consideran anticuadas. Tomando decisiones que probablemente sus padres quisieron tomar pero que no tomaron por miedo a romper el status quo. Looking for Venera es una historia vibrante que desafía los conceptos clásicos de que las generaciones pasadas tienen todo el conocimiento y las nuevas con su puerilidad no tienen nada que enseñar y tienen sólo que aprender. Los personajes son fuertes y orgánicos y las relaciones entre ellos son lo que sobresale de esta ópera prima.

“Lo que pasa es que nunca habías visto tan lejos” le dice Marsha a Ana. Esta frase es la epítome de Mayday porque en serio ninguno de los personajes y probablemente del público había visto tan lejos. Esta es una historia de fantasía, feminismo y elecciones; luchar por una realidad difícil y oscura, a vivir cómoda en un sueño. Ana muere por su jefe abusivo y entra a una especie de paraíso en una isla, donde varias chicas la ayudan a vengarse de los hombres que llegan a este lugar. ¿Es esto el paraíso? ¿Sólo una ensoñación? Difícil de decirlo con seguridad. La idea y la ejecución están bien planteadas y aunque el guion cuenta con mucha “mano de guionista”, es innegable el gusto por descubrir qué pasará con Ana, qué se explicará de este mundo de ensueño o qué pasará a continuación.

Ariadna, una joven modelo, regresa a su aldea para el funeral de su abuela. El reencuentro con su familia se vuelve más que incómodo al surgir tensiones pasadas y presentes. Además de todo esto, ella tiene que realizar un antiguo ritual que consiste en conectar con un cordón, la cama donde falleció su abuela en el hospital, con su ataúd. Un viaje de 25 kilómetros que tiene que hacer caminando.

Porque simple y sencillamente no hay nada que excite más que un buen ramen con extra grasa de cerdo, ¿no? O qué tal unas semillas fermentadas de soya que huelen a sexo del día anterior, ¿tampoco? Bueno, no me digás que un buen plato de tofu picante que te hace sudar la gota gorda no es el mejor afrodisíaco para hoy en la noche… Sexual Drive es un deleite. Un film erótico que no muestra ninguna escena explícitamente sexual. No lo necesita -- para eso está la comida como medio afrodisíaco.

Bebia, à mon seul désir plantea una discusión sobre lo nuevo y lo antiguo, sobre las tradiciones y las nuevas modas. Especialmente en nuestro tiempo que tiene una nueva moda cada treinta segundos, ¿dónde quedan estas tradiciones que son fundamentales en nuestras sociedad? De la misma manera nos podemos preguntar si en serio vale la pena seguir con tradiciones tan antiguas que ya no resuenen para las nuevas generaciones.

En esta película, Kurita, un hombre misterioso, pasa por la vida de tres parejas, siempre alimentando la idea y la intensidad sexual en ellos, a partir de la comida. Es como si Kurita fuera un gurú del sexo que nadie pidió pero que todos y todas necesitaban. Las situaciones pasan de suspenso a lo irreal a lo hilarante. Una comedia erótica que no te podés perder.


“¿Cuántas ciudades hay en el mundo? ¿Una?” Alejandro Alonso y Alejandro Pérez, los directores de Terranova, nos invitan a la reflexión con una serie de cuestionamientos filosóficos, a partir del concepto de “la ciudad”. En particular La Habana, fundada en la terranova hace tantos años. Con aparentes referencias visuales a “Berlín: sinfonía de una gran ciudad” y “El hombre de la cámara”, los directores representan una estética impresionante. Una estética que hace que miremos a La Habana desde varios puntos de vista y varias perspectivas. A veces las imágenes son desfiguradas, otras veces nos desorientan. A veces la ciudad, vista a través de los ojos de los directores, aparenta ser una maqueta, como un juego de mesa con piezas de edificios y personas que se mueven por voluntad ajena. De la misma manera, el sonido es atrapante e hipnótico; con su banda sonora urbana, sus silencios sucios y maquinaria pesada que nos dan una capa adicional de inmersión. La Habana es una ciudad muy conocida alrededor del mundo, sin embargo, la elección de obviar los lugares más icónicos y concentrarse en el no-lugar de este espacio, es un discurso que da fuerza al concepto de transmutación de asentamientos por todo el mundo. Terranova ofrece la oportunidad de pensar en el pasado y el futuro de los asentamientos humanos, lo que a su vez da pie para entender o al menos pensar qué entendemos de nuestro presente y cómo vivimos y cómo pasamos nuestro día a día y como eventualmente cambiamos.

premiación El Festival Internacional de Cine de Róterdam 2021 ha terminado. Esta semana fue un tour de force con películas de todo el mundo y en su gran mayoría de una calidad extraordinaria. A continuación repasamos algunos de los premios y películas de esta edición del IFFR 2021.


TIGER AWARD La ganadora del prestigioso Premio Tiger es Pebbles. Película de la India que trata sobre un padre, una madre, un hijo, su disfuncionalidad familiar y la violencia intrafamiliar. Un film sencillo pero poderoso con grandes personajes que resaltan problemáticas sociales de la India y del mundo en general. Enternecedora a veces, brutal en otras ocasiones, Pebbles es digna ganadora del máximo galardón del festival.

SPECIAL JURY AWARDS I Comete - A Corsican Summer | Esta película francesa te deja en un estado letárgico. Con su uso del ritmo lento y sereno, representando el mismo estado de ánimo de la ciudad veraniega, I Comete da al público una experiencia de inmersión interesante. Looking for Venera | Un coming of age que discute la polaridad entre juventud y vejez. Una innovadora historia de sexualidad, machismo y feminismo. Looking for Venera no se anda con tapujos y critica tanto a la sociedad en general, como ciertas actitudes individuales que tomamos en nuestra adolescencia. Tiene un uso estupendo de la fotografía y la edición que te atrapa en el escenario de un pueblo de Kosovo.

VPRO BIG SCREEN AWARD El perro que no calla | Esta película, delineada cual obra maestra, nos cuenta la historia de un hombre en sus treinta que pasa por una serie de crisis personales y existenciales. Es un relato honesto y extrañamente positivo que nos asegura que la vida es una mierda… pero hay que tratarla una mierda a la vez y vista de esta manera, no es tan grave ni conlleva tanta crisis. Personajes entrañables, secuencias que hace un año habrían parecido de ciencia ficción pero que la reciente pandemia nos ha demostrado que todo es posible, y un uso sereno pero acertado de animaciones hacen resaltar a esta película argentina.

AMODO TIGER SHORT AWARD El Amodo Tiger Short Award premia a tres cortometrajes (entre 1 a 63 minutos) por igual. Este año las películas ganadoras fueron: Sunsets, every day, Maat Means Land, y Terranova. De esta última hablaremos un poco más. Terranova es una película que te somete a un trato surreal, viajando entre realidad y sueños; entre exploraciones filosóficas y pláticas mundanas del día a día. Su estilo visual y sonoro es perfecto para la exploración del concepto de ciudad, tomando a la Habana como escenario principal. Una Habana vista a través de otros ojos, una Habana que si bien muchos conocen, pocos han visto de esta manera.

FIPRESCI AWARD The Edge of Daybreak | Película densa y fantasmagórica que discute los temas de la guerra, el trauma y la familia. The Edge of Daybreak, presentada en un espectacular blanco y negro reta al espectador con su misteriosa ambientación y sus silencios y su ritmo.


SEGUIRÉ AMANDO A FORD

JULIA SCRIVE-LOYER || Ver a Ford es, al menos para mí, una manera de volver a casa y reencontrarme con una familia extendida de rostros queridos y paisajes añorados. Con Ford siempre me he sentido cómoda, excepto, quizás, la primera vez que vi The Quiet Man. El recuerdo es borroso, pero los colores, los personajes, y hasta cierto punto la trama, me habían dejado la misma sensación que me generó Seven Brides for Seven Brothers. Un aftertaste confuso; la había disfrutado, sí, pero no entendía bien lo que me había hecho sentir ni lo que pensaba al respecto. Sin embargo todos los elementos que nos hacen amar a Ford estaban ahí: John Wayne, Ward Bond, los dientes escalofrientemente blancos de Ken Curtis, la fuerza de la naturaleza que es Maureen O’Hara, el humor tiernamente Fordiano y, claro está, los paisajes.

Pero sobre todo su sensibilidad, que a veces parecería perderse en medio de las cabalgatas por Monument Valley, pero que habría que estar muy ciego para no percibir. Ford fue quien me enseñó que el Western puede ser uno de los géneros cinematográficos más melancólicos. En el avanzar constante del vaquero, se produce la tensión inevitable entre el lugar que dejó atrás y su destino. The Searchers, My Darling Clementine, por poner dos ejemplos, empiezan mucho antes de que aparezca la primera imagen en pantalla y se extienden, como trenes nocturnos, mucho más lejos del supuesto punto final. The Quiet Man también nos presenta a un hombre que ya se ha ido, dos veces — de su tierra natal y de su tierra adoptiva —, y que esta vez llega para quedarse, llega para convertirse en permanencia.

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La permanencia no sólo la da, en este caso, tener una residencia fija, propia y ancestral, sino también el ajustarse a las tradiciones que le pueden parecer ridículamente antañas. Wayne se fue de Innisfree siendo un niño, pero Innisfree parece haber sido siempre Innisfree, un lugar donde quienes fueron tus ancestros definen permanentemente tu presente. Sin embargo, aun con todos los elementos que cité más arriba, todavía no sé cómo me siento con respecto a The Quiet Man. Entiendo que le fue muy bien en su época, contra todo pronóstico; entiendo la importancia de Ford de filmar en la tierra de sus padres; entiendo que me enternecen sus personajes y la realidad que emanan — aunque al servicio de un pueblo ficticio. Ford, al igual que Hawks, otorgaba humanidad en los gestos mínimos en medio de lo épico. Para no citar las mismas obras que ya mencioné anteriormente, puedo referirme por ejemplo a Two Rode Together, donde la conversación entre los dos protagonistas al borde del río, compartiendo fuego para encenderse el tabaco, tiene más fuerza que todo lo que pueda haber pasado antes y todo lo que pueda pasar después en la película. Y entiendo, sobre todo, que amo a Ford, y por eso no entiendo por qué no amo The Quiet Man. Siento que estoy traicionando a Truffaut al no poder amar incondicionalmente la obra de un autor al que admiro. Sin embargo, como apuntó Sandra Sánchez durante una de las sesiones del taller: en esa defensa incondicional que no admite errores, se objetifica al ser humano detrás de esas obras. La permanencia, la estatua, le gana al ser humano que contiene. Sin embargo, en este caso, esa dualidad entre ambas identidades no está depositada en Ford, ya que The Quiet Man es considerada una de sus grandes obras. No, en este caso, y es algo que Truffaut tampoco admite, esas dualidad se ve restringida en uno como espectador. Hay cierta hipocresía en lo incondicional, y lo digo siendo alguien que lleva a Truffaut muy, muy cerca del corazón. Si puedo amarlo, puedo también admitir mis distancias con él. Si quiero llevar la bandera de Ford, puedo llevarla admitiendo también sus obras que no me han terminado de conmover. Parecería que me contradigo, pero lo que quiero decir es que el cariño puede ser egoísta y demandante. Puede consternarme no sentir lo que esperaba sentir ante una película de Ford, pero admitir mi consternación no tiene por qué hacerme quererlo — o defenderlo — menos.

Entiendo y admiro la convicción y la necesidad de defender incondicionalmente a ciertos autores que tenía Truffaut. Sus textos, en un momento de mi vida, fueron esenciales para permitirme validar mis gustos cinematográficos. Sin embargo, mientras más crezco, más insisto en alejarme de los radicalismos para, justamente, permitirme seguir cambiando y creciendo. Notarán que no he dicho prácticamente nada sobre The Quiet Man. No sabría cómo. Mi impulso sería escribir sobre How Green Was My Valley, que jamás ha dejado de conmoverme. No logro escribir sobre lo que no me conmueva, o sobre lo que no me dé rabia. ¿Cómo plasmar entonces lo que está entre medio? Podría ser hipócrita, y dedicarme a alabar lo que es para muchos una gran obra. O podría dedicarme a diseccionar lo que me aleja de ella. Sin embargo, esas razones son para mí un misterio. Quiero terminar con esto: en un capítulo de Travels with Charley, Steinbeck regresa al pueblo donde nació y donde crecieron sus padres. Herido, se da cuenta de que los que siguen ahí, preferirían no haberlo vuelto a ver y quedarse mejor con el fantasma de su recuerdo, ese que es inamovible y que por lo tanto les es más cómodo. Antes de irse, Steinbeck sube con su poodle Charley a una loma, y desde ahí observan el pueblo y los paisajes que lo rodean. Le señala a Charley el valle en el que su madre cazó su primer gato salvaje, y el árbol en el que su padre talló el nombre de él y su primer amor. Lo imprime todo una última vez en su recuerdo, dejando a sus fantasmas ahí donde están destinados a existir: en el paisaje que los invocó. Ahí, el valle siempre será verde, los caballos seguirán avanzando lentamente por Monument Valley y los indios seguirán atacando. Henry Fonda ha seguido cumpliendo su promesa I’ll be there, y sigue ahí, observando el río que lo ata a su primer amor, y recostando sus botas en la baranda de un hotel de pueblo. John Wayne seguirá cargando a un niño a través del desierto, seguirá alejándose del marco de la puerta de la mujer que amó, y seguirá volviendo a ver por primera vez las colinas del pueblo donde nació y donde crecieron sus padres. Siempre volveremos a esos lugares, en el cine, el único mundo donde sí es posible volver a casa, y donde yo seguiré amando a Ford. *El primer borrador de este texto se escribió para el Taller de Crítica de Cine de Salvador Amores, organizado por Casa Negra, a finales de 2020.


La sonrisa de Nanuk

Das Kino und der Wind und die Photographie, Hartmut Bitomsky, 1991

RAFAEL GUILHEM || Es difícil imaginar que algo especial sucederá entre las cuatro paredes donde Bitmosky y sus secuaces fabrican la película. Más complicado es creer que eso que están haciendo es una película. Lisa y llanamente, los monitores de televisión, las cintas métricas, las fotografías y los cables nos hacen sentir en un despacho burocrático donde se llevan a juicio las mentiras del cine. Porque si algo nos han enseñado los desdobladores de imágenes es a sospechar de ellas, a diseccionar sus trucos y atajar sus mentiras. No es tarde para darnos cuenta de que Bitomsky nos plantea un destino distinto. Ni la fe absoluta ni la objeción estridente. A los diez minutos de iniciado El cine y el viento y la fotografía, este hombre de rasgos minerales nos hechiza con las siguientes palabras: «Siempre se acusó a Flaherty de que sus documentales tenían una puesta en escena. Pero si uno observa con atención, ve que Nanuk mira a la cámara y sonríe. La película registró su sonrisa. Esta sonrisa es lo auténtico. La sonrisa es la realidad real de esta película». ¡No nos queda otra que asentir!

Es la afirmación al final del túnel. La sonrisa es el gesto del rostro que más se asemeja a la «belleza del viento moviéndose entre las hojas de los árboles» (Griffith); un espasmo involuntario e impredecible que tiene su propio ímpetu y absorbe el espacio a su alrededor; la intrusión de una realidad que pertenece menos al hombre invernal que al tiempo helado que le sobrevive. Bitomsky ha recorrido un largo camino para llegar a estas conclusiones, y otro tramo para comunicarlas. Y ahora entendemos que su oficina es un lugar en el que depositar nuestra confianza. Porque su descubrimiento no es menor: es la tarea de un detective antes que la de un exegeta, donde las pistas valen por sobre todas las interpretaciones. Mientras a lo largo de la historia muchos se han desgastado en quitar el velo a Flaherty acusándolo de charlatán, Bitomsky se ha esmerado en devolvérselo, con la convicción de que los secretos son una cuestión de tensión superficial. No hacía falta barrer la paja, destartalar los mecanismos de la máquina o deconstruir los discursos pronunciados.

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Tan sólo teníamos que trabajar en afilar nuestra mirada para encontrar los momentos de gracia en que la realidad no ha sido suplantada. Para decirlo claro: los milagros se obtienen. Primero está el sentido y después, más hondo, la epifanía, que llega inevitablemente tras la labor de cavar en su dirección. La fórmula es que el trabajo hace a la sonrisa, para decirlo en nuestros términos. Es algo que puede pesar sobre los hombros de los perfeccionistas que se contentan con salir ilesos, pues la sonrisa es el accidente feliz que los comulgadores de la armonía temen ver contaminando sus proyecciones. Pero para encontrar la respiración que yace en las películas, como ha hecho con la acción de sus comentarios Bitomsky, hay que buscarla en los documentos y no en una etapa de desorganización anterior, a sabiendas de que sólo cuando el movimiento sensible del mundo se aloja en una forma puede rendir cuentas. Ha llegado la hora de revertir nuestras ofuscaciones iniciales: los oficinistas (o los detectives, o los burócratas, o los cineastas) ven los documentos no como mentiras que revisten verdades, sino como atuendos ovillados con el espíritu de la verdad. Los grandes cineastas, como Flaherty, son los que toman la ilusión como un atajo hacia la realidad (incluso si es un sendero irreductible). Y eso se logra tendiendo una red que capture lo indeterminado, ese objeto preciado para cualquier artista. «La belleza de una película comienza donde termina la actuación», dice Godard. La gran lección de Bitomsky —en el terreno de la lectura y la crítica— es la de provocarnos a concentrar nuestra atención en lo que nos distrae, como la sonrisa inquieta que se tiende de lado a lado entre los labios de Nanuk. *El primer borrador de este texto se escribió para el Taller de Crítica de Cine de Salvador Amores, organizado por Casa Negra, a finales de 2020.


SOM -IURTSNOC EUQ ASAC AL

BRUNA BRAGA || “La casa es un instrumento para enfrentarse al cosmos,” escribió Gaston Bachelard — la “casa”, en este caso, no viene siendo el conjunto de paredes, techo, ventanas, y puertas que asociamos de inmediato con la palabra, sino más bien lo que contiene en su caparazón: el hogar. Evocando el calor, un sentido de protección, y de amor de la infancia. Al mismo tiempo, el hogar puede convertirse en la materialización de la desgracia humana. En películas como Rear Window (1954) y Psycho (1960), Alfred Hitchcock subvierte la dimensión protectora del hogar tiñendo las casas más ordinarias con peligros extraordinarios, mientras que la mansión en ruinas de Big Edie y Little Edie en Grey Gardens (1975) es un reflejo espeluznante y decadente de dos mujeres unidas por las cadenas del pasado. En su libro Habitar, el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa observa con agudeza la comercialización del hogar:

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“Los anuncios actuales de las tiendas de muebles que ofrecen la posibilidad de ‘redecorar tu hogar de un tirón’ son absurdos; sería el equivalente a un psicólogo anunciando que renovaría todos los contenidos en la cabeza de un paciente a la vez.” En efecto, la esencia de un hogar trasciende sus cualidades físicas. Un hogar no es un simple objeto, sino una condición multifacética que contiene memorias, pasado y presente, miedos y deseos. Es también el conjunto de rituales y ritmos personales que componen nuestro diario vivir.

E El resultado es cómico, obviamente, casi infantil: un techo que no encaja, ventanas en ángulos disparatados, una puerta de entrada en el segundo piso y una baranda que también sirve de escalera. Se le podría describir como una casa de pesadillas. Tras “terminar” la construcción, la pareja invita a algunos amigos para una fiesta de bienvenida, pero la casa termina siendo sacudida por una tormenta (“Pasé una tarde muy agradable en su carrusel”, dice una de las invitadas) dando vueltas sin parar, como el sueño que representa.

En cuanto al cine, Buster Keaton es, para mí, uno de los realizadores que tocó este tema de la manera más ingeniosa y genuina — particularmente en su película One Week (1920). El principio de la década del 20 vio la llegada de un método de construcción revolucionario: la casa prefabricada, que podía elegirse en un catálogo y construirse en cualquier sitio. De hecho, la película es una parodia de Home Made (1919), un documental de Ford Motors que mostraba cómo una casa prefabricada y construida por uno mismo podía levantarse en sólo una semana.

Hay una marcada interdependencia entre identidad y lenguaje — éste último condicionando nuestra percepción y apropiación del espacio. El lenguaje define nuestro territorio personal — “este es mi hogar”, decimos. Es imposible vivir tranquilos en un espacio que no identificamos como propio. Piensen en todos los anónimos cuartos de hoteles en los que han estado, y los cambios sutiles que le han hecho para apropiárselos. O piensen en cómo un niño carga con su mantita o su juguete a donde vaya, para llevar consigo un pedazo de la seguridad del hogar. Lo mismo se puede decir de nuestra pareja en One Week. La casa parece tener una mente propia, rebelándose contra cada intento de ellos por habitarla. Sin embargo, ellos se aferran a ella con determinación, intentando una y otra vez hacerla propia, ya que es el único lugar al que podrían llamar hogar — y como sabemos, construir un hogar se toma más de una semana.

n One Week, Keaton y su nueva esposa reciben una de estas casas y un terreno de parte de su Tío: “Para darle a la casa una apariencia concisa, constrúyala siguiendo los números en las cajas”, dicen las instrucciones del Portable House Co. A escondidas de los recién casados, un antiguo enamorado de la novia cambió los números en las cajas de madera y, durante la semana, a Keaton le cuesta armar la casa.

SIMULACRO | 19


E M A UN CUENTO DE HADAS 'DISTROYER'

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MÓNICA VOLONTERI || Hace casi un año que vi Ema (2019) del realizador chileno Pablo Larraín, y hace casi un año que tengo atragantado un texto sobre esta película. Para una mujer de 57 años que intenta mirar con sus lentes de semiótica pero con absoluta honestidad existencial, el primer visionado de Ema fue muy perturbador. Pero, así como el amor a primera vista, las primeras impresiones hay que dejarlas reposar. Reposé la perturbada digestión de Ema y cuando volví a verla, ya como parte de una asignación a mis estudiantes de Semiótica II de la carrera de Cine de Chavón, es que la tragué. Y sin duda, esa primera impresión perturbadora se diluyó con los digestivos de la mirada docente. La película integra el dembow y la danza contemporánea como dos elementos antitéticos que definen a los dos personajes en pugna: Ema y Gastón. No pareciera que estemos frente a un musical, sino que la música es el fetiche de autosignificación de los personajes. Por otra parte, tenemos una línea argumental, que contrasta con las actuaciones naturalistas y la representación casi mimética de un Valparaíso en un Chile signado por las protestas y revueltas sociales. Para esta espectadora, el punto perturbador inicial en la primera mirada de la película fueron las acciones que representa la protagonista para mover la narración de la fábula. Esta perturbación radica en el uso de la sexualidad como vehículo para llegar al objetivo. En ese transcurrir, la sexualidad va encarnando diferentes performancias de acuerdo al contexto y a la motivación. Me paro aquí y en la segunda mirada, advierto que este recorrido destroyer enlaza las acciones como en un cuento de hadas con un happy ending tan bien puesto, tan luminoso, tan delicadamente encuadrado por una cámara tímida que teme invadir la privacidad de estos seis personajes que se convierten en familia. Personajes que antes fueron deambulando por el deseo más atroz (propio o ajeno) coloreados de humo, fuego y oscuridad y fisgoneados por un lente intrusivo y casi voyeur.

Pero hay más que fábula en este montaje paralelo, no de dos líneas como las vías del tren, sino de tres. Una línea es la de la fábula con un ordenado esquema cronológico de las acciones que son manipuladas por una energía sexual que nunca llegó a ser libido, y como no puede faltar en nuestros días: la corrupción de las instituciones y el discurso legal-sicológico. Otra es la de la terapia de pareja donde los protagonistas se destruyen mutuamente al ritmo de una agresividad pasiva despiadada. Y la tercera, la simbólica, con danza y fuego, danza que separa los bandos de los protagonistas y fuego que apaga el bombero con su manguera fecunda. Podríamos decir que en Ema se juegan tres campos que se entrecruzan, se oponen, se intercambian en fondo y forma para meter al espectador de lleno en la ficción y manipularlo con lo escandaloso de la moral sexual y la conducta social corrupta para luego expulsarlo del paraíso de armonía que se obtiene a partir de esos comportamientos. Incluso la conducta agresiva de uno de los personajes infantiles (descuartizar y congelar un gato, quemar a la tía), también deviene en parte de esta cadena que nos deposita en este final de cuento de hadas. Sin embargo lo destroyer está, y no en las conversaciones de la pareja de Ema y Gastón que se reprochan de manera despiadada sus respectivas debilidades como padres, como pareja. No. Lo destroyer está en el plano simbólico: en las tomas en las que Ema incendia diferentes espacios de la ciudad con un lanzallamas, llamas que configuran el óvulo enorme que la misma Ema danzando como espermatozoide penetrará. Lo destroyer creativo está en la objetualización de los personajes que representan los discursos hegemónicos para que Ema pueda ser sujeto, o en el caso que nos ocupa, el hada que encanta a todos con sus llamaradas.


LOS NUEVOS TIEMPOS Animatics como producto final y la democratización de los medios

RITA LOZANO || Los animatics son básicamente storyboards integrados en una edición de video, con fondo sonoro, que nos permiten ver con recursos mínimos cómo sería una animación en cuestión de historia, personajes, encuadres, secuencias y ritmos. Originalmente éste era el paso previo a la animación en los Estudios de animación. Sin embargo, desde hace algunos años, varios usuarios de redes lo han trabajado como medio de expresión, que permite con menos recursos monetarios y de tiempo, jugar junto con el espectador y entre ambos, armar breves historias animadas que se dan el lujo, casi de manera revolucionaria de omitir una serie de cuadros, como devorando el tiempo o simplemente ignorándolo y narrar historias de manera extraordinaria entre lo que sugiere el autor y lo que percibe el espectador. Estos animatics, pueden llevar dibujos y fondos tan sencillos o complicados como el autor lo decida. Sin embargo, lo que usualmente sucede es que en un animatic bien logrado, se afinan otros recursos, como las expresiones o la narración, lo que los sitúa en un punto medio entre ese paso rústico de una preproducción y la animación final. Esto los posiciona como un producto a parte, una rama distinta de la animación, que ya se verá en los próximos años si se sigue cultivando o no, pero que por lo pronto, nos ha dejado historias que bien vale la pena ver y que incluso pueden causar fascinación.

Así que de manera tremendamente interesante la animación está simplificándose y pasando de manos de unos cuantos creadores a una cantidad ingente de personas con talento que se están aventurando a animar de esta manera. Hoy nos centraremos en el material que hay en Youtube, no sólo porque es en donde una gran cantidad de personas comparten sus animatics, sino también porque ustedes como lectores tendrán un fácil acceso a aquello de lo que estoy hablando. Los temas son muy variados, los hay de historias originales, con personajes originales (OC -original character). Mi favorito es Escape from Divinity (parte 1 y parte 2) de ToastyGlow, quien en dos breves capítulos, de menos de cinco minutos cada uno, nos cuenta una historia completa de amor, fanatismo, violencia, asesinatos, relaciones familiares, opresión y libertad. Hay infinidad de artistas que comparten su trabajo y hay muchos animatics originales para ver. Regularmente se etiqueta en inglés: Animatic OC, debido a que la palabra Animático, que sería el equivalente en español casi no es usado y las siglas OC también son de uso muy frecuente. Cuando un producto de entretenimiento es lo suficientemente fuerte para inspirar, y sus personajes están tan bien logrados que la audiencia logra enamorarse de ellos, surgen expresiones que les hacen referencia e incluso van más allá de lo que los autores originales imaginaron.

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Esto lo hemos visto en los últimos años en varios medios, a través de fanfics, fan art y en el caso de los animatics, no es la excepción. Por ello es común encontrar animatics muy bien hechos de obras de teatro, como Hamilton, Be More Chill, Dear Evan Hansen, Wicked y The Heathers, entre otras. También los hay de series como Miraculous Lady Bug, Avatar y Gravity Falls. A este respecto, vale la pena ver el trabajo realizado por Art of Rhues sobre la serie Star vs the Forces of Evil y la canción “Monster” de la película Frozen II. Hay canciones ilustradas con animatics e historias acompañadas con canciones. En este caso hay un par de animatics que captaron muy pronto mi atención: ambos derivan de los personajes de la última serie de Voltron (el remake de DreamWorks, que inició con Kihyun Ryu, uno de los exdirectores de la serie Korra — aunque Voltron daría para una nota aparte, desde la primera versión japonesa hasta nuestros días, hoy no nos detendremos en ello). Ambos animatics sugieren un romance que no sucede en la serie, entre dos de los personajes: Pidge y Lance, los animatics son los logrados por honestlyprettychill con las canciones “Someone you like” y “I do adore”, mismos que se pueden ver en ese orden para contar una historia en dos partes. Y aunque parecen de elaboración sencilla, sin fondos elaborados, este par de animatics tienen algo que incluso algunos animadores profesionales pierden de foco en su trabajo cotidiano en grandes producciones: la importancia de las expresiones que reflejan lo que está sucediendo en el interior del personaje, tanto faciales como corporales, en todo momento. De entrada, sólo de verlo es lindo, si añadimos que la paleta de colores está muy bien lograda y juega con los colores del uniforme de ambos en la serie, es aún mejor. Pueden encontrar también una combinación de series/canciones y trabajo original. Al parecer hay canciones preferidas por los creadores de animatics y una de ellas es la canción “Ready as I’ll ever be” de la serie Tangled de Disney, pero hay un caso que destaca por la calidad de los dibujos y la fortaleza de sus personajes, los cuales pertenecen a un trabajo propio de su autor: Covarche.

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Hay animatics basados en hechos reales, como el que hizo JulyB sobre lo ocurrido en México el 2 de octubre de 1968, que animó con el cover de 2WEI con Edda Hayes de la canción “Warriors” de Imagine Dragons que fue usado en League of Legends. Y por último, una artista que veo desde hace algunos meses y cuyos animatics tienen algo muy especial. Ella es SAD-ist y sus animatics son sobre la serie Dream SMP (Survival Multi Player), en donde varios jugadores tienen un juego de rol en Minecraft con varias transmisiones en vivo y editadas en distintas plataformas, pero que de manera brillante van creando la historia a la par que sus espectadores la ven. Acuerdos, guión, improvisación y reacciones que salen literalmente del corazón de algunos de sus participantes, supongo que esa serie tiene un poco de cada uno de estos ingredientes; es por eso que tantos la siguen y lo más entretenido es que todo sucede desde el terreno del juego. Lo que me llama la atención del trabajo de SAD-ist, es que toma elementos de la serie del juego, diálogos, audios adicionales como canciones, e incluso reacciones físicas de los jugadores para armar una historia simulada y crear un universo alterno, pero con similitudes a lo que está sucediendo en la serie de Minecraft. Sin duda, su mejor animatic logrado al momento en que escribo esta nota es el de “Dawn of 16th”, que publicó en diciembre. Ha ido mejorando en los últimos meses su talento narrativo y no dudo que lo seguirá haciendo en el futuro. Las formas de entretenimiento siguen evolucionando y los creadores de animatics son pioneros inquietos que están forjando con los recursos a la mano contenidos para sus audiencias y con legados breves se aventuran en este universo de los dibujos animados. Por supuesto que hay muchos nombres de artistas que se quedan en el tintero, pero hasta aquí una breve muestra de lo que está sucediendo con esta forma de expresión, que quizá sea semillero de las nuevas leyendas de la animación en las próximas décadas o que se perderá irremediablemente en cuanto haya tecnología accesible para obviar la cantidad de recursos necesarios para lograr una animación completa. Eso, sólo el tiempo lo dirá. -


YA LO DIJO MAYA DEREN

Las escenas reflejan lo que aún no ha sucedido, las escenas anticipan lo que ya ha sucedido. Las escenas que aún no han sucedido ya han sucedido. La “continuidad” es uno de los mitos del cine; en el cine el tiempo es circular, como un rollo de cinta. Vikar, protagonista de Zeroville de Steve Erickson Si un filme imita el tiempo que percibimos y no es capaz de crear otros, entonces estar sentados en la butaca del cine es una pérdida de tiempo(s). Francisco Marise, Madrid, invierno del 2021

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cuatro instantes de un bebedor por Javier Rebollo Declaremos la guerra al tiempo Cioran (a los 21) 1. El cuento de La 1.001 noches en que un hombre abandona su pueblo a la búsqueda del paraíso y cuando lo encuentra solo puede mirarlo un instante, el de abrir y cerrar unas cortinas… y cuando regresa a su pueblo su casa no existe, han pasado cien años y nadie sabe de él ni su nombre.

3. En un tratado de danza del siglo XV de Domenico da Piacenza, el maestro enumera los elementos fundamentales de cualquier arte: memoria, agilidad, manera, cálculo del espacio y “fantasmata”. A saber, ese momento de detención de un movimiento justo antes de un movimiento, un instante en el que todo se paraliza, en el que todo se congela para entonces emprender otra vez el movimiento.

Corolario El instante no tiene duración. Como Cioran lo formulara, el instante es la eternidad, lo absoluto. Solo a través del eterno presente del instante se puede transcender la existencia y el tiempo. ¡Dichosos aquellos que pueden vivir en el instante, sin nostalgias del pasado ni anhelos por el futuro, instalados sintiendo el presente completamente!: los borrachos y los enamorados.

2. El término marinero que Bachelard utilizaba para designar el instante: “Point vélique”, el punto de convergencia que se da cuando la vela de un barco es empujada por el viento y por la resistencia del mar en el casco. Ese precioso equilibrio momentáneo de inmovilidad y movilidad simultánea hace que el barco se mueva… y silbe el casco.

4. El término inventado por Duchamp en 1924 y oculto en sus cuadernos hasta 1980 para nombrar conceptualmente el instante y su potencia poética y existencial: “inframince” (infraleve). El calor de un asiento que acaba de dejarse es infraleve. Las medias de una mujer al cruzar y descruzar las piernas es infraleve. La puertas del metro que se cierran y el viajero que entra en el último momento es infraleve. La taza caliente que se retira de una mesa y el vaho que queda en la madera como en un film de Tarkosvky es infraleve. El descorchar de una botella de champán frío es infraleve. El ruido de detonación de un arma y la marca del proyectil que aparece en la pared es infraleve.


LA MÁQUINA DEL TIEMPO

TOMÁS CRUZ || Quería agotar un párrafo introductorio describiendo la pequeña hazaña de sentarse en el sofá y encender el televisor a Netflix, Mubi o tu servicio de streaming favorito y compararlo con la acción de subirnos en el DeLorean de Marty McFly o en la T.A.R.D.I.S de Dr. Who. Pero les daré un viaje al futuro y les cuento: el cine es la máxima autoridad en viajes en el tiempo por su increíble capacidad de moldear la imagen y el sonido para convertirlo en una materia prima que se asemeja al tiempo lo suficiente como para hacernos viajar por él desde la comodidad de nuestros hogares.

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IMAGEN Y SONIDO Los romanos creían que para hablar del tiempo había que hablar de su opuesto: la eternidad. Para muchos, la eternidad la describimos como aquello que perdura más allá del toque del tiempo. Platón decía que la eternidad es una imagen detenida (una especie de fotograma) mientras que el tiempo es la misma imagen, pero móvil (digamos que un total de 24 eternidades puestas seguidas en un lapso de un segundo genera un movimiento); sin dejar de considerar que ambas (eternidad y tiempo) están compuestas de lo mismo: el tiempo. Sin embargo, considero que la imagen en movimiento es una ilusión que no representa a totalidad el flujo del tiempo y su capacidad de escurrirse entre nuestras manos. El tiempo fluye siempre; quien se haya distraído en algo se habrá fijado cómo avanza sin importarle nadie. Por otro lado, quien haya querido que algo sucediera y lo ve pasar, se dará cuenta de lo rápido que puede irse el momento que esperaban. Vivimos en un momento efímero, constante y cambiante (por más contradictorio que parezca) al que llamamos presente. Y en este, el más mínimo pestañeo lo hace desaparecer. Cuando pausas una película la imagen se queda detenida, congelada, eterna; mientras que el sonido ha desaparecido dando paso al silencio de la sala donde nos encontramos. El sonido pertenece al presente, un presente que es continuo, que no espera a nadie y que toma del futuro para dejar al pasado. Es decir, el sonido va sucediendo constantemente a través de las bocinas y al momento de ser pausado deja de producirse porque las ondas sonoras dejan de trasladarse en el espacio. Así pues, imagen (eternidad) y sonido (tiempo) componen al cine de su materia prima: tiempo. VIAJAR POR EL TIEMPO Bazin señalaba famosamente en uno de sus artículos compilados en el libro “¿Qué es el Cine?” que el hombre siempre ha querido encapsular su realidad y su entorno para hacerlo eterno y que el cine es el epítome de esta fantasía, ya que captura lo hasta entonces imposible de capturar: el movimiento y, con él, el tiempo movible.

El cine, con esta habilidad, comienza su vida encapsulando movimientos cotidianos en Francia. Eventualmente, captura los sueños de un mago. Hasta que un hombre logra cortar los mejores momentos de la vida de otros y hacer películas. Surge el montaje, el arte nativo del cine. Tarkovsky lo llamaba “esculpir en el tiempo” porque con ello puede tomar la imagen y el sonido de decenas de horas en unos cuantos minutos que nos llevan a lugares nunca pensados. El montaje dilata y encoge el tiempo en el que transcurren los instantes que componen cada escena. Piensen en la batalla final de El Bueno, el Malo y el Feo: la escena se extiende en miradas por diez quizás quince minutos que en la realidad pudieron ser menos. Pero el montajista y el director querían que sintiéramos la tensión de cada segundo pulsando, cada mirada, cada movimiento un segundo más en el que los personajes se aferraban a ser el sobreviviente de dicha confrontación de pistolas. Este poder (parecido a los del titán Cronos) el cine lo ha aprovechado al máximo no sólo con presentarnos vidas enteras en el transcurso de dos horas, como es el caso de Moonlight o Boyhood — o, en el caso de Dr. Strangelove o La Soga, mostrar el transcurso de un día o de un par de horas. El cine nos permite transportarnos a tiempos anteriores con sólo presentarnos una colección de eventos que fluyen a través de la pantalla. Con ver una película de época o, de modo más curioso, al ver una película de otro tiempo y ambientada en su presente, tal como una máquina del tiempo, el cine nos permite un viaje al pasado. Esto debido a que, las primeras te permiten ver el pasado con una mirada actual mientras que la segunda te permite ver el pasado a través de las personas que la vivieron. Para mencionar sólo algunos ejemplos: las películas cortas que los hermanos Lumière realizaron para presentar en el Grand Café, las películas bélicas de las 2 guerras mundiales o de las infames como Vietnam (tanto las de ficción como los documentos fílmicos que se grabaron durante ellas), o un buen drama como Paris, Texas o Manhattan. Por otro lado, también por medio de querer adivinar el futuro (uno de los negocios más antiguos de la historia) el cine nos presenta mundos completamente fantásticos o terribles que a la vez son el reflejo de nuestro presente como Blade Runner o 1984.


VIAJAR EN EL TIEMPO Me quiero detener en el ejemplo de La Soga de Alfred Hitchcock porque explora las capacidades que tiene el cine para esculpir en el tiempo. Hitchcock filmó toda la película en un plano secuencia (aunque con cortes invisibles producto de la imposibilidad de un filme kilométrico) permitiendo a los espectadores mantenerse en la acción y ser partícipes del flujo del tiempo de los personajes dentro de la película. Y sin alarde de cortes y montaje de otros planos la película logra mantener un ritmo que a veces hace sentir que el tiempo va muy rápido y otras ralentiza los hechos sin dejar de ser un plano que se mantiene en tiempo real con la acción. Hitchcock nos situó en ese apartamento en donde se había llevado a cabo un asesinato y nos hizo vivir cada segundo junto a los personajes viendo desenvolver la trama con ellos. En otras palabras, el tiempo fluyó por la escena hacia el plano secuencia hasta finalmente, nuestros asientos. 54 años más tarde, y quizás sin intención de opacar a su predecesora, Aleksandr Sokurov filmó en formato digital El Arca Rusa logrando grandes proezas que no vale la pena detallar a plenitud más que en el aspecto de ser un único plano de 95 minutos (en formato digital) cumpliendo con la idea de su antecesor. Como en una de las páginas compiladoras de los ensayos de J. Hoberman se señala: “la toma única de El arca rusa es lo que Tarkovsky habría llamado “impresión del tiempo”” porque no importa por dónde se vea lo que pasa en la película, por más loco que parezca, son 95 minutos y sólo 95 minutos.

Sin embargo, a la vez de dar la impresión del tiempo, su historia es un viaje por el tiempo en retroceso sobre lo que hoy es el Museo Hermitage de San Petersburgo. Mostrando así que no sólo es un plano secuencia que muestra el flujo del tiempo (medido en 95 minutos) sin dilatarlo o encogerlo mediante el montaje, es un regreso en el tiempo (medido en siglos) por los momentos fundamentales de su historia. Como si con cada nuevo presente en la línea narrativa de la película quisieran alejarnos del tiempo presente de nuestros asientos sin apartarnos de la idea de que siguen siendo 95 minutos ininterrumpidos. El cine ofrece la oportunidad de ver el pasado, de sentirnos parte de él. No como una mera ensoñación o como un apartado antropológico que revisa el pasado de la humanidad, sino como una máquina que nos teletransporta en el tiempo — y no en el espacio — hacia otras eras. A la vez, el cine controla el tiempo. Podrá ser una película de 90 minutos o una de 120 pero en ese lapso vivimos otra vida, somos testigos de la historia de alguien más y nos enriquecemos de ella. Dilata los últimos momentos de una vida como si de un secreto milagro se tratara, acelera con un simple corte acciones largas y tediosas (como bajar las escaleras) sin que la acción deje de ser continua. Esta alquimia que tiene el cine es lo que hace del cine una de las mayores experiencias artísticas y creativas.

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el presente como recuerdo, la nostalgia por el futuro y la realidad como sueño

“No, no, no. These are not memories. This is all real what you see. Every detail, every image, everything is real” Jonas Mekas. Outtakes from the Life of a Happy Man.


EDUARDO CEBALLOS || Hay algo de la idea de la vida eterna después de la muerte que siempre me ha resultado casi ofensivo, indignante, para mí, mientras más lo considero. Me rehuso a creer en este “paraíso” de la verdadera vida, no porque no tenga o no quiera tener supersticiones, sino porque me parece un triste insulto a la única vida que tenemos justo ahora, incuestionable, entre las manos, y tan real como todo lo que podría ser considerado real desde la mentira de nuestros sentidos. Creo que es brutal pensar en que luego de cerrar por última vez los ojos sólo queda un vacío silencioso y eterno de la “no-existencia”. No es una espera eterna, simplemente no es nada, es la “noexperiencia”. Es el más indescriptible de todos los estados, ese de no existir. Pues desde que tenemos memoria (y aún antes de eso) hemos hecho todo lo contrario: viajar a través de un accidentado torrente de experiencias, empujados hacia adelante por una inercia casi inagotable. Casi. Aunque mis pocos años aún no logran deshacerse de esa imprudente sensación de inmortalidad con la que crecemos todos, sí le temo al día que me atropelle el infame punto final, y sólo una solución me dejaría satisfecho, además del falso estoicismo con el que acepto la posibilidad de la nada. La reencarnación suena dulcemente alentadora. Por respeto a mi mismo, al YO que escribe esto en este instante, producto de todos los contextos que me conforman, jamás desearía genuinamente vivir mi propia vida desde el principio, aunque mágicamente tuviera la oportunidad de retroceder y empezar de verdad desde cero. Sin embargo, hay algo especial en la idea de que cuando todo termine, naceremos de nuevo, como otro ser humano, que tendrá la oportunidad de experimentar todo por primera vez una vez más, y una vez más y una vez más, de principio a fin, con todos sus dramas, sus triunfos y tragedias contadas. Es un amor inmenso a la locura que es esta experiencia lo que me lleva a desear, no vivir para siempre, pero vivir de nuevo. Y es esto lo que me lleva al tema de este texto, que no es la muerte, o lo que hay más allá, sino ese espacio abstracto en el que nacen y se extinguen al instante todos nuestros momentos en el tan valioso y fugaz “aquí y ahora”. Me fijo en las cosas que escribo, y me doy cuenta de cuánto la anécdota, el recuento, el acto de la reconstrucción, protagonizan mi narrativa y mi discurso.

Citando frases de amigos que ellos hayan dicho alguna vez en cualquier conversación al caso, como si fueran personajes de gran importancia, y momentos sacados de una tarde cualquiera como grandes sucesos históricos. Como si de todo eso pudiera verdaderamente sacarse alguna relevancia filosófica escondida. Se puede. Y del acto mismo de rescatar estos sucesos fragmentados también se extraen conclusiones importantes. No sólo en los fantasmas borrosos de nuestra experiencia sino también en esa obsesión casi universal por revivirlos existen pistas de cómo atravesamos y experimentamos el tiempo. Esto que les voy a contar era un día cinematográfico, de esos que se convierten en anécdotas temáticas. Mi amigo y yo estábamos arriba en la azotea mientras él fumaba como uno de esos personajes en las películas de la Nouvelle Vague (Más un Jean-Pierre Léaud que un Jean Paul Belmondo) “A veces no sé cómo algunas personas pueden vivir sobrias toda su vida” me dijo, mientras nos recostábamos del muro mirando hacia abajo. Yo, y otros de mis compañeros habíamos hecho hasta lo imposible para que él y ella pudieran verse esa noche. Borrachos de amor ajeno, esperábamos la llamada de ella diciendo que ya había llegado para bajar a buscarla, y todos celebramos cuando porfin se abrazaron. Yo le regalé los condones. Había más alcohol del que nos convenía y más yerba de la necesaria. Pero el sueño me hizo el favor de evitarme malas decisiones, y me acosté temprano, contento de haber hecho posible un romance. En la mañana, en la misma azotea de la noche anterior, mi amigo me contaba que no recordaba nada, y que fue todo como si ni siquiera hubiese sucedido, y yo me reí por dentro de la constante ironía de los guionistas de la vida. La verdad es que el tiempo no es sólo una construcción. Los minutos y las horas son inventos humanos, pero el tiempo es una experiencia pura y dura, de dimensiones confusas, y demasiado abstractas, para lo increíblemente concretas que son sus consecuencias. Teorizar sobre lo que compone lo real y lo que es lo real no nos salvará de ninguna de las reglas con las que atravesamos el existir. Esta “conceptualización humana” que es el tiempo, es una cosa, tal cual, jamás tan tangible como cuando se nos escapa, y solo estamos conscientes de ella mientras sentimos cómo desaparece.

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A un compañero se le perdió un arete, algo irremplazable porque era como un amuleto para él. Lo buscamos sin encontrarlo durante horas, nos sentamos en el mueble, derrotados por no haberlo hallado, y espontáneamente, sin saber de dónde me salió este pensamiento — le dije “Las memorias van al mismo lugar que los objetos perdidos”. Éste es verdaderamente un amigo especial. Parece vivir casi en su propia dimensión de tiempo y espacio, con una mirada extrañada del presente. “Esto, esto que está sucediendo en este momento, no es más que una memoria, pronto, será un recuerdo, es más, yo no estoy aquí, simplemente estoy recordando esto desde el futuro” Me ha dicho tantas veces, en tantos momentos de esos, cinematográficos, y dignos de ser anécdotas temáticas. Obsesionado con los viajes en el tiempo, se escribe un correo a sí mismo todos los años para mandarlo a una fecha en el futuro, y así al leerlo experimentar la desfasada sensación de hablar consigo mismo en el pasado. Y el que es quizás el más fascinante e irritante de sus hábitos, es dar un pequeño salto durante las fotos grupales justo al momento del *click* para que su rostro quede plasmado borroso e irreconocible en la imagen. Hay algo tan poético como perturbador en esto. Hace de sí mismo un fantasma. El punto es que cuando lo busquen en fotos viejas, no lo encuentren, y se les haga difícil recordarlo. “No recuerdo cómo era”. Un bache, una mancha de la memoria. Yo también a veces parezco vivir en mi propia dimensión temporal, extrañamente paralela a esa del “presente como recuerdo”. En momentos en los que se me escurren las horas, sumido en espirales de pensamiento, suele arroparme un sentimiento muy parecido a la nostalgia. Es un anhelo muy fuerte, y logro ver en mi mente rafagazos de eso que deseo tan intensamente. Imágenes, formas, voces y personas. Se construyen momentos ante mí que no me pertenecen y que nunca lo hicieron, porque no es en el pasado que busco. Meto la mano desesperado en la neblina brumosa del futuro, logro apartarla un segundo y discierno siluetas a lo lejos que vuelven a ser engullidas para siempre en la incertidumbre. A veces no son imágenes, ni voces ni personas, a veces es sólo la noción de ese tiempo que aún no existe, que me hala como de un hilo amarrado directamente al corazón, y ya no es un anhelo por algo, sino puramente anhelo..

Si algo en común tienen estos dos estados del alma, el que vive el presente como un recuerdo, y el que siente gran nostalgia por el futuro, es que están ambos dislocados del verdadero tiempo. El momento fluye imparable en el torrente, y en “pensar” el momento, en distanciarse para observarlo como algo separado de la experiencia concreta, nos desfasamos, y por ese instante es como no existir. Tomaré prestadas las ideas de alguien que veo con cierta admiración para reformular a Descartes. “Pienso, luego existo” es una frase producto de su época, una en el que las personas ponían una confianza divina sobre la intelectualidad y los procesos de racionalización, pero la mente no se separa del cuerpo, no en realidad. Existir no es un proceso lógico, sino sensorial, estamos presentes sólo cuando nos atraviesa la experiencia. “Siento, luego existo” es más apropiado.

La temporalidad como la percibimos es la conjugación de la mente y el cuerpo. Si fuéramos sólo consciencia flotáramos en eternidad. El tiempo es mágico en su fragilidad, por la manera en la que se ficcionaliza en nuestras memorias, nos atraviesa y se escapa en nuestros presentes, y se dibuja a lo lejos como pequeñas siluetas en el futuro. En uno de mis momentos más lúcidos, miré hacia el balcón en la noche, y vi a mis amigos conversar, levanté mi mano y sentí como físicamente algo se escurría, pasaba con fuerza entre mis dedos como un vendaval, pero era espeso y cálido, y me invadió una felicidad casi sobrenatural, porque supe que estaba presente de testigo viendo el tiempo escaparse, y me dije a mí mismo “esto es real, es real porque se acaba, porque termina, porque sucede”. Segismundo, en “La vida es Sueño” toma una decisión que lo hace especial para mí, y me permite respetarlo más que a Hamlet. Él teme estar dormido y que esta vida que siente, que percibe, no sea más que una ilusión, teme quizás aún más la posibilidad de despertar y que ese sea el fin de este sueño. Y teme, claro, la idea de que si esto es un sueño, no tiene idea de lo que se pueda encontrar al otro lado una vez despierte. Pero confronta ese temor dándose cuenta de que no sabrá si duerme hasta que despierte, y mientras no despierte este sueño es lo real. Su decisión es actuar, apropiarse de su experiencia sin desperdiciar una sola acción. Así sabe que no se arrepentirá de nada el día que le toque despertar.































pequeñas impresiones

febrero


Portrait of Jennie (1948)

· Dir. William dieterle

Importa poco que la película sea previsible, porque su encanto es hipnótico. No me esperaba a que encajara tan perfectamente con el tema del Tiempo. Más allá de retratar un cruce entre dos tiempos, lo que más me fascinó fue la representación y la insistencia con el tiempo de la espera. Esperar al tiempo. Llegar a un tiempo en el que éste no exista. El amor como un tiempo propio, infinito. El personaje de Jennifer Jones es hermoso, a la vez tan misterioso y transparente. Diría que es de las primeras manic pixie dream girls, pero siento que su construcción va en realidad mucho más allá de eso. Me hizo pensar en Twin Peaks The Return y hasta cierto punto en Mulholland Drive. La transición al color hacia el final, el juego con las texturas de un cuadro. El tiempo detenido.

"i'm an old maid and no one knows more about love than an old maid"


I shot Jesse James (1949)

· Dir. Samuel Fuller

UF. Sí. Siempre amaré un buen western minado de conflictos internos. Quiero salir primero de las frivolidades: Jesse James está buenísimo. John Ireland obviamente tiene una cara súper interesante también, Preston Foster tiene full Tom Selleck vibes y Barbara goddamn Britton... Okay, ya que me saqué eso de encima, I Shot Jesse James es una tragedia en el sentido más puro de la palabra, con un personaje incapaz de siquiera admitir el dolor con el que carga y el miedo en los ojos de los que lo rodean. Amo las películas donde los hombres dicen que aman a sus amigos - aunque aquí sea en unas circunstancias tan duras. El personaje de Jesse James es hermoso en sus contradicciones y el clímax es muchísimo más fuerte que un simple duelo de pistolas. Diría más si tuviera más espacio.

"i

don't

was or one

know

if

it

shakespeare aristotle of

them

but said

"no one loves whom he fears""


Panique (1946)

· Dir. julien duvivier

Otro realizador del que nunca me habían hablado. Me pregunto si Truffaut también tendrá la culpa (ningún hate contra Truffaut jamás). Todavía me duele esta película, además de que me duele no haberla visto antes. Michel Simon es, como siempre, enorme y frágil, ingenuo y sabio, la víctima perfecta para parecer culpable. Creo que es una película importante a ver de nuevo en los tiempos que corren, en los que como sociedad estamos más que dispuestos a destruirle la vida o la carrera a alguien a veces sin las pruebas suficientes, como una especie de deporte o de catarsis colectiva - acto que venimos arrastrando desde los inicios de la civilización. En fin, esta película es hermosa y cruel, muy cruel, pero me alegra muchísimo haberme iniciado en la filmografía de Duvivier.

"I

love

my

you.

that's

answer

everything."

to


1980 “The Long Good Friday (Main Title)” “Night Drive”

ALEX WEXELMAN || Durante el verano, me creé una pequeña rutina: me compraba un desayuno de bodega (un sándwich de salchicha, huevo y queso con hasbrown) y veía una peli del año 1980. Armé esta playlist con la música que más disfruté de estas películas (pueden leer lo que escribí sobre ellas en mi letterboxd). Lo único que me entristece es que la suntuosa y encantadora rendición de “Crazy” por Gene Wilder que sale en Stir Crazy no está disponible en los servicios de streaming.

· Francis Monkman · The Long Good Friday

· Giorgio Moroder · American Gigolo

“Music for Strings, Percussion and Celesta, Sz. 106: 3. Adagio” “Cannibal Holocaust (Main Title)”

· Riz Ortolani · Cannibal Holocaust

· Shelley Duvall · Popeye “Midnight, the Stars and You” · Al Bowlly · The Shining “Lookin’ for Love” · Johnny Lee · Urban Cowboy “He Needs Me”

· Béla Bartók · The Shining


hay

del

en el sonido algo n ó f o x sa

"The Night" · Morphine "Mary Won't You Call My Name?" · Morphine "Modern Love" · David Bowie "Try a Little Tenderness" · The Commitments "Hungry Eyes" · Eric Carmen "Secret Garden" · Bruce Springsteen "Theme for Taxi Driver" · Bernard Hermann & David Blume "Take Ten" · Paul Desmond "Sophisticated Lady" · Duke Ellington

LATINA MELANCOLÍA || Misterio, suspenso, atracción. Hay algo en el sonido del saxofón que me transporta dentro de una narrativa imaginaria, como si yo fuera un personaje de una compleja trama dramática. Justo he empezado mis clases de saxofón y les comparto algunos de los solos cinematográficos que me han inspirado.

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