LA VOZ DE LA A6 Nº 172- DICIEMBRE 2017

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Diciembre 2017

4  |­  LA VOZ DE LA A6 OPINIÓN

GESTIÓN EMOCIONAL

Sentimientos Sin Género

RINCÓN EDUCATIVO

Educación, ¿talla Única?

DRA. ELSA MARTÍ BARCELÓ Médico de Familia. Especialista en Psicoterapia Psicoanalítica Consulta Médica Torrelodones Directora de ele, Escuela de Liderazgo Emocional

Finales del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI se caracteriza, entre otros aspectos no tecnológicos, por un vivir rápido, materialista, carente de afectividad, en el que no hay tiempo para sentimientos ni emociones. Azotados por la epidemia de pobreza en el sentir, corazones desconsolados lloran, ante la incapacidad de dar y recibir ternura, gestos de cariño o palabras significativas como un << te quiero>>, un << te necesito>> o un << me importas>>. La autenticidad y trasparencia, valores sublimes del ser humano a la hora de actuar y comportarse, y las mentes sensibles de hombres y mujeres que buscan la claridad de sentimientos y rechazan la ceguera emocional que hoy existe en la sociedad actual, en donde todo vale y los afectos no son a veces lo más importante, escasean. La firmeza y determinación a la hora de recibir, encaminar y educar las emociones, es lo que fomenta estados anímicos facilitadores en pro de la autorrealización personal, social y profesional. La felicidad no es tener una vida pudiente y acomodada, es tener un corazón enamorado de la vida que uno tiene. Hacer del mundo en el que vivimos un mundo más igualitario y comprensivo, en el que Ellos y Ellas estén presentes, sin discriminación de género, donde el derecho a ser diferente, a opinar y expresar las emociones libremente, se respete y sea acogido de manera natural es un reto ilusionante. Es lo que permite acercar dos sensibilidades, la masculina y la femenina, en ocasiones enfrentadas, pero en verdad complementarias. Es lo que inicia a la persona en el camino hacia un paraíso de líderes emocionales en cuanto a ilusiones, pasiones y afectos compartidos; sensibles a la generosidad, respeto y tolerancia. Existe un mundo masculino que, al igual que el femenino, hay que escuchar y comprender. Necesitamos la aportación, dedicación y compromiso de los

hombres para emprender todos juntos un viaje a un destino común, prometedor en cuanto a paz interior y bienestar exterior se refiere. No hay que olvidar que ante las alegrías o las penas, el bienestar o el sufrimiento, todos, con independencia de la condición masculina o femenina, sentimos y reaccionamos. Aunque sean las mujeres las que históricamente hayan patrimonializado la capacidad de exteriorizarlos. La realidad es (y lo llevo percibiendo desde hace muchos años en las terapias que realizo en consulta) que “el sentir” no tiene género, las emociones son innatas al ser humano, habitan en los corazones con independencia de su condición femenina o masculina. Su carácter atemporal hace que sobrevivan más allá del pasado, presente y futuro. Muchos de nosotros crecimos y nos desarrollamos con la creencia popular… “Si infrecuente es oír al hombre hablar de emociones a la hora de hacer; si inimaginable es que muestre sus sentimientos a la hora de ser; todavía más inusual es que públicamente lo expresen y lo relaten en unos escritos para que otros los lean” Incapacitar este legado cultural es mi propósito para esta era de ceguera y tacañería emocional. Conocer a personas dotadas de estas capacidades, y divulgar estos valores, fue lo que me llevo a promover la línea editorial de la Escuela de Liderazgo Emocional, ele, y a la publicación de Mujeres sin Maquillar y Hombres sin Afeitar. Libros, ambos, que a través de las experiencias personales de mujeres y hombres, nos sumergen en ese universo emocional, leitmotiv de la escuela. Leerlos nos hace vivir, sentir. Nos hace participes de la forma rebelde y caprichosa en que las emociones anidan en el corazón de los seres humanos. Nos hacen contemplar un paisaje emocional muchas veces no reconocido, aunque sí conocido.

M.ª LUISA TURELL Licenciada en Filología Hispánica. Profesora de Secundaria

Así se titula un magnífico libro que su autora, Ana Roa García, profesora, pedagoga y terapeuta familiar, ha presentado recientemente en el Colegio de Doctores y Licenciados. Tuve la suerte de compartir allí numerosos puntos de vista y, sobre todo, comprobé con gran agrado que hay muchos docentes preocupados por ofrecer soluciones a los problemas educativos actuales. Estoy convencida de que estas soluciones han de venir precisamente de los Centros y de los profesores que adquieren este compromiso viviendo a pie de aula cada día. Es ahí donde la realidad tiene nombre y apellido, y no en los despachos del Ministerio. Por eso me acerqué a Ana al final de la presentación y le pedí permiso para comentar en mi Rincón Educativo su libro “EDUCACIÓN, ¿talla ÚNICA?”, en el que se muestra de una forma muy clara y didáctica la necesidad de que padres y profesores estemos muy atentos a lo que de verdad demandan nuestros chicos. Quienes legislan se empeñan en empapelar a los directores, a los orientadores y por supuesto a los profesores, con una tonelada de programaciones didácticas, llenas de terminología indescifrable, en ocasiones, además de adaptaciones curriculares significativas (o no significativas…). En fin, ¡un despropósito! Todo esto está muy bien y es necesario, pero ¿cuándo nos dedicamos a atender de verdad a nuestros alumnos y, sobre todo, a aquellos que más nos necesitan? Ese es el verdadero problema que aterriza en la pura y dura realidad: acabamos aplicando la talla única porque, entre otras cosas, no estamos preparados para atender a la diversidad de forma eficaz. Apoyo la propuesta de Ana Roa porque puede ser muy útil para los docentes; da muchas pistas a los educadores implicados en la tarea de atender a hijos y alumnos con dificultades. Para esta finalidad es imprescindible una detección

temprana. El prólogo de este libro corre a cargo de Irene Villa, que sufrió amputaciones junto a su madre como consecuencia de un atentado terrorista, y que ha supuesto un ejemplo de resiliencia. Desde aquel dramático momento supo que su vida estaría orientada a ayudar a todo aquel que tuviera que superar obstáculos. En sus palabras queda patente este objetivo: “Los hijos han de saber que hay cosas innegociables como el esfuerzo, la amabilidad, la obediencia, la colaboración… La realidad es que si nos pasamos de generosos y permisivos, creamos tiranos que no saben tolerar la frustración. Y los primeros perjudicados son ellos, porque les dejamos sin escudo, sin las herramientas necesarias para afrontar situaciones en las que el viento sopla en contra. […] Si conseguimos inhibir malas conductas sin maltratar ni humillar, reforzando lo correcto y dando instrucciones en positivo, el día de mañana entenderán que el egoísmo solo conduce a la soledad y, lo más importante, que aunque la vida les ponga obstáculos, los superarán porque sabrán que los límites se los pone uno mismo.” Por tanto, la educación no admite “talla única” y Ana Roa, en colaboración con otros profesionales expertos, muestra la forma de ayudar a nuestros niños en problemas como el estrés, las amistades, la resiliencia, la epilepsia, el autocontrol, la disciplina positiva, la “incomprensión” lectora, el trastorno específico del lenguaje y otros temas interesantes, con la misión de colaborar en la detección temprana de estas dificultades antes de que sea tarde. Terminemos con una valiosa frase de Paulo Coelho, con la que finaliza el capítulo “Educar en resiliencia”: Un guerrero responsable no es alguien que toma el peso del mundo en sus hombros, sino alguien que ha aprendido a tratar con los desafíos del momento.


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