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COSTA MAYA
Novela Inédita
Capitulo V Cozumel

Cuando llegó Edgardo al aeropuerto de la Isla de Cozumel ya lo estaba esperando Geraldine en su Jeep Willis, quien lo recibió con un afectuoso abrazo y un beso en la mejilla, vestía una fresca blusa color rosa sin mangas, muy apropiada para el caluroso clima, un short de mezclilla Calvin Klein y zapatos tenis Adidas, luciendo un bronceado tono dorado que contrastaba con su cabello rubio y sus ojos azules, lo que le daba un look muy al estilo de las chicas californianas de las playas de Santa Mónica y Malibú.
Que gusto verte, hace mucho que no sabía de ti- dijo ella.
Hola Geraldine, -saludó Edgardo- Estaba ocupado haciendo investigaciones arqueológicas en la selva, ya sabes que ahí no hay teléfonos ni manera de enviar una carta.
Por esa razón a Edgardo le gustaba la selva y las costas remotas, pues ahí se sentía aislado y protegido del resto del mundo.
Pues parece que pronto llegará la modernidad hasta aquí, - contestó ella - acaban de hacer un aeropuerto cerca de punta Nizuc en la península, en la costa frente a Isla Mujeres ya hay un hotel ahí funcionando, el Playa Blanca con setenta cuartos.
Estoy enterado, - respondió Edgardo- que vino el presidente de México, Luis Echeverría a principios de año a inaugurar el aeropuerto y de que quieren secar los manglares y pantanos de la barra costera de la laguna Nichupté para hacer una gran zona hotelera que se llamará “Cancún”, que quiere decir nido de víboras en lengua maya.
Lo siento por los cocodrilos que son los únicos habitantes de ahí.
Lagartos, como les dicen por aquí, - contestó Geraldine- pero no solo por ellos, también las aves, los flamencos, las garzas y otras que aquí anidan, además el manglar es como un gran criadero de peces que luego de adultos van a vivir a los arrecifes.
Es una pena – contestó Edgardo, - pero esa es la falsa idea que se tiene del progreso, destruir la naturaleza para llenar la selva de edificios, pero a los gobiernos y los inversionistas no les importa eso, sólo el dinero que van a dejar los turistas. Pero mejor cuéntame de ti, como te ha ido en la isla.
- Estoy muy contenta aquí y el negocio va muy bien, pero tú ya debes tener hambre vamos a comer.
- Me parece bien, pero quiero ir al hotel a registrarme y dejar mis maletas.
- ¿En dónde te hospedarás?
- En el nuevo hotel El Presidente, sobre la costera, ahí también llegarán Rick y Jean Antón, nos reuniremos mañana.
Pasaremos a dejar las maletas despuésdijo Geraldine - ahora iremos al bar que era tuyo, solo que le cambié el nombre ahora se llama Zazil-Ha, como la princesa maya.
Bonito nombre y muy adecuado para su nueva dueña, significa “Princesa del Agua” en lengua maya y fue la esposa de Gon- zalo Guerrero, el naufrago español que se hizo cacique de un pueblo maya al sur de la costa. - dijo Edgardo sonriendo.
También quiero presentarte a alguien ahí,dijo Geraldine.
¿Acaso tu novio o esposo? - dijo Edgardo poniendo cara de asombro.
No, - contestó ella - aún no he conocido a alguien que valga la pena, además todos quieren solamente llegar a pasar un buen rato y luego irse.
Es una amiga que me ha estado ayudando con el negocio desde hace un tiempo se llama Camila, te agradará.
La conocí en la costa de Mahahual hace un par de años llevando unos turistas de paseo.
Ella había llegado allí con un novio suyo americano que conoció cuando trabajaba en Cozumel como mesera y después de estar una temporada con ella él regresó a su país y la dejó ahí sola, tú sabes que es un pequeño pueblo de pescadores y ella con una pequeña lancha y buceando a pulmón se dedicó a pescar langosta y otros mariscos que ofrecía y cocinaba para los turistas en una fogata de leña en la playa, también es hábil con el machete y trepaba los cocoteros para ofrecer cocos frescos y eso le permitía vivir en una pequeña choza.

Por su habilidad con el machete los otros pescadores no se metían con ella y la respetaban aceptándola como una de ellosdijo Geraldine riendo.
Le ofrecí que viniera a ayudarme con el negocio sobre todo del restaurante y ella aceptó con gusto, se encarga prácticamente de todo, atiende y cocina, también le enseñé a bucear y me ayuda con los turistas.
Vaya joyita que encontraste -exclamó Edgardo divertido.
Ya llegamos - dijo Geraldine. Ahí estaba Camila Canul en la barra preparando un ceviche de pescado bailando al ritmo de la música ambiental, una joven morena de mediana estatura vistiendo un breve short, una corta camiseta estampada y sandalias, de caderas y piernas bien formadas, cabello negro y corto, con bellos ojos negros almendrados, propio de los nativos de Yucatán ya que ella era originaria de Puerto Progreso y provenía de una familia de pescadores.
Hola Camila – saludó Geraldine. ¿Quién es éste? – respondió secamente Camila.
Es Edgardo, el amigo del que te hable -contestó Geraldine.
¿Ah sí? pues más te vale que tengas cuidado con mi amiga o te las verás conmigo -dijo Camila dirigiéndose a Edgardo apuntándole con el gran cuchillo de cocina que tenía en la mano.
Calma -dijo Edgardo levantando las manos y sonriendo – no tienes de que preocuparte, Geraldine y yo somos buenos amigos. Así es – intervino Geraldine – ya te conté que es gracias a Edgardo que tenemos nuestro negocio y él nunca me haría daño. Está bien - contestó Camila – siéntense y ahorita les llevo ceviche.
Gracias Camila – respondió Geraldine mientras tomaba dos cervezas del refrigerador.
¡Celosa tu amiga! - dijo Edgardo mientras se sentaba con Geraldine a la mesa. Así es ella, no le hagas caso, es debido a la vida difícil que ha llevado, pero es buena persona.
Veo que hay muchos cambios en Cozumel
– comentó Edgardo – hay varios hoteles nuevos en la costera y centros comerciales, está creciendo la ciudad de San Miguel de Cozumel.

Así es – dijo Geraldine – además ya están empezando a construir el muelle para cruceros, mucha gente está contenta porque piensan que traerá miles de turistas que dejarán muchas ganancias para sus negocios, tiendas y restaurantes.
Vaya, - exclamó Edgardo – el problema es que el muelle va afectar el arrecife, no solo destruyendo parte de él sino modificando las corrientes, eso afectará la vida marina sobre todo las formas juveniles que se refugian en el arrecife costero.
Además, dudo mucho que dejen tanto dinero los visitantes - agregó Geraldine –pues los turistas de crucero comen y duermen en el barco y solo compran souvenirs baratos y si acaso consumen algunas cervezas, eso es lo que ha sucedido en otros puertos de llegada de cruceros.
Por otro lado, - añadió - muchos negocios de la isla viven del turismo internacional de buceo ya que ellos pasan aquí varios días o semanas haciendo todo su consumo en hoteles, restaurantes y servicios locales, pues la isla es famosa en todo el mundo por sus hermosos corales y la variedad de vida marina, de lo que dependen muchos de los habitantes de Cozumel.
Claro, - dijo Edgardo - si se daña el arrecife de coral y se afecta la vida marina perderían su trabajo y no solo eso sino lo más importante, que es la maravilla natural de su biodiversidad que es la mayor riqueza de la isla y del mundo entero.
Tienes razón - interrumpió Geraldine pero ahora cuenta me de ti, ¿ya encontraste la mujer de tus sueños?
Edgardo detuvo pensativo la mirada en los ojos azul profundo de Geraldine sin responder.
Discúlpame Edgardo, no fue mi intención incomodarte hablemos de otra cosa ¿cómo van los planes que me contaste? Mañana nos reuniremos con Mike y Jean Antón y ya les contaré con detalle, -respondió Edgardo- mientras dime que más hay de nuevo en Cozumel por favor. Con gusto, – dijo Geraldine – hay muchas novedades divertidas que quiero contarte. Y así estuvieron platicando y riendo de los chismes locales hasta que cayó la noche. Ya es tarde - dijo Edgardo - quisiera ir al hotel a dejar mis maletas.
Te llevo – se ofreció amablemente Geraldine.
Después de que Edgardo dejara las maletas Geraldine dijo - caminemos un rato por el malecón, la noche es fresca, podemos continuar nuestra conversación.
Claro, - respondió Edgardo – me encanta caminar a la orilla del mar.

A poca distancia vieron un muelle de madera donde estaba atado un pequeño bote con remos.
Mira, - dijo Edgardo – podemos dar un paseo, tomemos prestado un rato este bote.
Es la bioluminiscencia del plancton, que brilla cuando se agita el agua – dijo Edgardo.
Sí - dijo Geraldine – se ve hermoso con el reflejo de la luna en el mar, me gustaría nadar.
Rápidamente se quitó la ropa y se zambulló, formando una explosión de luces en el agua y dejando una estela brillante tras ella.
Cuando salió a la superficie su largo cabello ensortijado flotaba y su cuerpo desnudo rodeado de un halo de luz la hacía verse como una diosa del mar, una bella ondina. Inmediatamente Edgardo se quitó la ropa y saltó al agua, se sumergieron juntos y conteniendo la respiración se dieron un largo beso bajo las transparentes aguas iluminadas por la luna hasta que ya no tuvieron aliento y salieron a la superficie tomando una gran bocanada de aire.
Se apresuraron a subir al bote y mecidos a la deriva por las suaves olas hicieron el amor bajo la luz de la luna y las estrellas.
CONTINUARA EL SIGUIENTE EPISODIO EN LA REVISTA LATINAS CON PODER DEL PROXIMO MES
De acuerdo, vamos – respondió Geraldine - podemos apreciar el malecón desde el mar y hay luna llena, es una bonita vista. Subieron rápidamente al bote y cuando Edgardo empezó a remar vieron como a cada golpe de remo el mar se iluminaba con una luz azul verdosa que formaba pequeños remolinos.
por Rodrigo A. Osegueda