LA SIDRA 207 (Xunetu'21)

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LA SIDRA EN PALABRAS

Saga Capítulo V

(Del I al IV en ediciones anteriores)

Mientras desayunaban en un bar, los agentes Luisa Quirós y Santiago Prado se ponían al día. Un café con leche acompañaba las explicaciones de la policía sobre las referencias que había encontrado de muertes por inhalación de CO2. Si bien no había descubierto ningún suceso parecido en los últimos años en Asturies, la enóloga Lucía Niembro le había comentado algunos incidentes ocurridos en Francia. –Hace tres años se produjo una intoxicación colectiva en un restaurante de comida rápida en Seine-Saint-Denis. Allí se almacenaban tanques de CO2 para la carbonatación de bebidas y uno tenía una fuga. Cuatro trabajadores resultaron muy afectados. No hubo muertos pero Francia está realizando una importante labor en cuanto a protocolos de prevención e incluye a los llagares, junto con las bodegas de vino y fábricas de cerveza, como probables fuentes de exposición de los empleados al dióxido de carbono. La enóloga también le había contado que unos colegas suyos residentes en ese país le habían dicho que una persona murió precisamente en un llagar de sidra el año pasado y que creían que fue por esa causa. –Entonces consideras que la hipótesis del accidente gana fuerza –quiso saber Prado. –Para mí lo único que gana fuerza es la idea de que es perfectamente factible que la causa de la muerte sea el dióxido de carbono. –Muy bien –concedió Santiago–, pero eso apunta precisamente a un error 207

humano. –O a que alguien conoce perfectamente qué puede pasar si metes a una mujer de 52 kilos dentro de un tonel recién vaciado. –Aún así –apuntó su compañera– me parece muy complicado. No creo que sea una forma de matar precisamente sencilla. Habría que tener todo demasiado calculado y aún así, podría no resultar. Santiago guardó silencio, bebió un sorbo de café y dijo: –No obstante, hay indicios de que la muerte de Beatriz no fue un accidente. Al parecer esa noche no tenía intención de trabajar en la bodega, de hecho iba a salir, así lo confirman el bolso, la chaqueta y el móvil en su coche. Dentro del depósito se encontró un recipiente para muestras, pero nada con qué recogerlas. Además, yo creo a quienes aseguran que si la joven hubiese entrado en el tonel, lo hubiera hecho con un detector de gases, porque los había. –Sí… y varios. Su compra está incluso reflejada en los libros de cuentas que te facilitó el administrador de la empresa. Los he revisado y los habían adquirido hace un par de años. –No sé Luisa, la verdad es que todo parece llevarnos a que Beatriz, realmente, cometió un fallo enorme. Pero algo no me termina de convencer. –¿Y la familia, sospechas de alguien? El agente Prado suspiró. –Me falta por tomar declaración a Miguel, el hijo de Genoveva Santurio. Lo he intentado en varias ocasiones y por


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