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Editorial

Interactívate

Poco a poco va volviendo, esta vez sí, la normalidad plena que se llevó consigo la situación de emergencia sanitaria; aunque determinados aspectos quedaran renovados o fenecieran para siempre. En el plano educativo hemos visto la consolidación de las aulas virtuales, por ejemplo. Y en nuestro instituto hemos recibido con alborozo el regreso de todas las actividades extraescolares o de uno de nuestros proyectos más queridos, los grupos interactivos. Como sabéis, en este proyecto se fomenta el trabajo cooperativo y aporta la novedad de que aparece en escena una persona del ámbito familiar que dinamiza la realización de las tareas que los alumnos divididos en grupos llevan a cabo. Así se favorece la inclusión con el impulso del aprendizaje entre todos y lo que no es menos importante, se tienden puentes de conocimiento, comprensión y colaboración entre los principales protagonistas de la comunidad educativa: el alumnado, el profesorado y las familias.

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Con mayor frecuencia de la que quisiéramos los docentes percibimos cómo siguen vigentes determinados clichés sobre nosotros como colectivo que nos molestan: que si las vacaciones, que si no hacemos nada ante los casos de acoso escolar (cuando es uno de los asuntos en que más se ha avanzado y nos preocupa enormemente); igualmente los adolescentes son objeto de lugares comunes que a priori les juzgan como si fueran una masa berreante, desterrando sin más su enorme generosidad y sensibilidad. Y las madres y padres tampoco tienen buena fama en lo que concierne a su actitud con respecto a la educación de sus hijos, cuando lo cierto es que casi siempre puede contarse con su colaboración y comprensión.

Para favorecer el conocimiento y la comunicación no hay nada como ese impulso interactivo que da la importancia que tiene al saber escuchar, al ponerse en situación, al replantearse los esquemas preconcebidos. Emisores y receptores confundidos en un solo proceso cambiante de mejora. Intercambiando espacios y experiencia, poniéndose cada uno en la piel del otro.

(Interactiva ha sido también la cena navideña del instituto de este año, en el sentido de que hemos dejado de un lado la mesa de banquete estática e inamovible donde cada cual permanece en su sitio para quedarnos de pie todo el tiempo, hablando, intercambiando, riendo, abrazándonos para celebrar que volvemos a celebrar, en un flujo continuo de alegría y reconocimiento).

Este curso ocho profesores de nuestro instituto retoman esta experiencia que cuenta con la entusiasta colaboración de hasta 25 familiares de alumnos de nuestro centro, casi todas ellas mujeres, principalmente madres, aunque también contamos con una abuela. Es curioso comprobar una vez más que a la hora de los grupos interactivos la disciplina mejora y hasta los alumnos más disruptivos dan la talla. El reportaje central de nuestro próximo número se centrará precisamente en los grupos interactivos de este año, pero no queríamos dejar pasar la ocasión de saludar su regreso ya desde estas páginas.

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