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¿Cómo olvidar el rencor?
¿Cómo olvidar el rencor?
En el evangelio de Mateo 18:3 dice así:
Y dijo: (hablando de Jesus)
- “De cierto os digo, que si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”
Tambien Jesus dijo en el mismo libro de Mateo, capítulo 19:14:
Les diré que como adulto me he dado de cuenta que el perdonar es una de las encomiendas más difíciles que nuestro Señor Jesucristo nos ha dejado. Cuando eres niño, el perdonar era tan fácil que si un amiguito te ofendía, lo perdonabas casi al instante, pero con el pasar de los años vamos perdiendo esa habilidad.
En el cuento “La Piedrecita de la Felicidad” todos los adultos están tan envueltos en sus quehaceres diarios que han olvidado las cosas más importantes de la vida como; reír, jugar, hablar amistosamente con un extraño sin miedo a ser rechazado, y lo más importante de todo… Perdonar las ofensas de otros hacia ti.
Cada año que pasa nos volvemos más y más rencorosos, nuestro corazón se va endureciendo cada vez más. El corazón de un niño es como un cedazo que al recibir agua la filtra, quedando seco casi al instante, pero el corazón del adulto es como una esponja que almacena el agua recibida y le toma tiempo secarse, pero cuando está a punto de secarse, viene otra agua adicional y se almacena por largo tiempo, y como la esponja que al retener liquido por largo tiempo empieza a oler mal, así nuestra vida se convierte en una maloliente, haciendo que otros se alejen de nuestro lado. Lo más triste de todo este asunto es que nos hemos acostumbrado a nuestro mal olor y no lo percibimos, y luego nos preguntamos, “¿Por qué todos se alejan de mí?
Amigos, aunque este cuento parece uno para niños por sus coloridos diseños, en realidad va dirigido a nosotros los adultos.
El Señor puso este cuento en mi corazón una vez que venia caminando solo pateando una piedra, y me tomó tiempo darme de cuenta que el mensaje era dirigido a mí primeramente.
Hermanos, el camino para limpiar nuestros corazones no será fácil, pero con mucha oración, lectura de los evangelios y sumisión a nuestro Señor Jesucristo podremos ver esa luz al final del camino, la esponja maloliente que era nuestro corazón se irá convirtiendo nuevamente en un cedazo libre de rencores.
Que la bendición del Padre a travez de su Hijo Jesucristo los cubra, y que su Santo Espíritu los consuele en esta dura encomienda que es el perdón.