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Clientes colman La Nueva Viga en busca de los mejores precios

Para esta Cuaresma, mojarras, sierra, huachinango y los camarones son las especies que más buscan los clientes en la central de pescados y mariscos La Nueva Viga, quienes desde antes de las 10 de la mañana de ayer atiborraron los pasillos del inmueble de Iztapalapa, “porque la variedad, calidad y precio de aquí se imponen a los que hay en las tiendas de autoservicio”.

Los comerciantes aseguraron que la afluencia de familias –que llegaban en sus vehículos, taxis o transporte público con cubetas, botes y bolsas– ya es como en 2019, antes de la emergencia sanitaria.

La mayoría de los asistentes no utiliza cubrebocas ni gel antibacterial; los filtros sanitarios quedaron en el pasado y la sana distancia no existe, porque las personas caminan cuerpo a cuerpo en tres hileras y sólo se repliegan cuando los chiflidos y gritos de los diableros advierten “¡ahí va el golpe!”

Mauricio Ortiz, quien vende productos procedentes de Tamaulipas, Veracruz, Sinaloa, Chiapas, Guerrero y Nayarit, dijo que “el cubrebocas sólo lo usan quienes piensan que el covid existe”.

Por su parte, la Secretaría de Desarrollo Económico local estimó que de hoy y hasta el domingo la asistencia al segundo mercado mayorista especializado en pescados y mariscos más grande del mundo –por detrás del de Tokio, Japón–será de al menos 110 mil personas, quienes dejarán una derrama de 603 millones de pesos, es decir 6.3 por ciento más que en 2022.

En un recorrido, locatarios entrevistados señalaron que los precios aumentaron por la inflación y la escasez de especies como ostiones, langostinos y jaibas vivas, mientras el huachinango empezó a llegar esta semana; en el caso del pulpo, cuyo precio se encuentra hasta en 400 pesos el kilo, los consumidores se quejaron de que casi no había en existencia y el que encontraron estaba congelado.

Juan, residente de la colonia Anáhuac, aseveró que además de que los precios son mas bajos “es bonita la experiencia de comprar en La Viga”, luego de que pagó por un huachinango completo mil 800 pesos, el cual fue limpiado, previo pago de 70 pesos.

Los parroquianos expresaron su beneplácito por la presencia de supervisores de la Procuraduría Federal del Consumidor, como Miguel Ángel Cabello, quien compró cuatro kilos de camarón cristal a 145 pesos, pero al colocarlo en la báscula itinerante descubrió que le despacharon tres kilos con 300 gramos.

Por esa razón volvió al local acompañado por los inspectores, quienes pidieron al locatario que retirara la báscula de tipo reloj con la que pesaba los productos o clausurarían el establecimiento, mientras el cliente recibió la mercancía faltante.

▲ Como antes de la crisis sanitaria, los pasillos de La Nueva Viga se vieron pletóricos. Fotos Luis Castillo

Creación de judas y diablos de cartón, labor que pasa a nuevas generaciones

ÁNGEL BOLAÑOS SÁNCHEZ

Entre judas con forma de payaso, muñecas y calacas destaca un diablo bigotón que recuerda a un ex presidente. Felipe Mota Jerónimo confirma que es Vicente Fox, y aunque es tradición quemarlos durante el Sábado de Gloria –porque representan al apóstol que traicionó a Jesús–, la gente prefiere lle- varlos como objetos decorativos y de colección.

Descendiente de una familia de comerciantes y artesanos, desde hace años ofrece en estos días sus productos de cartonería en calles del centro histórico de Coyoacán, hoy tiene 30 años y recuerda que cuando cumplió 12 acompañaba a su papá al puesto que instalaba allí mismo, en el cruce de Avenida México, calle 3 y Sebastián Lerdo de Tejada, en la colonia Del Carmen. Sus padres, una hermana y un primo atienden otros locales en los alrededores de la colonia, protegidos con sombrillas de las que cuelgan figuras de diablos y calacas más elaboradas, como las montadas en bicicleta, mientras el de él tiene judas de mayor tamaño, sobre todo calacas articuladas y con cuernos, pintadas de rojo, que son más atractivas para sus clientes que los diablos, porque aunque éstos tienen un aspecto burlón que los ridiculiza, como el de Fox, “no los compran porque dicen que les da miedo”.

Cuestan desde 150 pesos hasta mil 500 el de mayor tamaño, como el que exhibe de más de un metro de altura con todo y cuernos, el cual tarda casi una semana en elaborar, pero dice que sobre pedido los hace más grandes y del diseño que le pidan –catrines y con las características de algún oficio o personaje–, aunque confiesa que el más pedían era de otro ex presidente, Carlos Salinas, y de hecho su hermana en el puesto de Belisario Domínguez y Centenario tiene algunos diablos que se parecen.

Los pequeños son los que se terminan pronto porque son más fáciles de llevar y los turistas los compran como recuerdo.

Felipe cuenta que sus abuelos también eran comerciantes y elaboraban cartonería para esta temporada que vendían en el Centro Histórico, pero salieron de esa zona con los reordenamientos para sacar al comercio informal de las calles del primer cuadro y ahora allí sólo venden banderas para celebrar las fiestas patrias.

Sus figuras, judas y calacas las elaboran en su casa, en el centro de la ciudad, y trabajan en ellas sus papás, su esposa y su hermana. Sus tíos y su primo también practican el oficio y espera que también su hijo, que ahora tiene cinco años, continúe con la tradición.

En lo que resta del año, sobre todo para la celebración del Día de Muertos, también llevan a vender sus figuras al centro de Coyoacán, donde dos de sus puestos son permanentes con otro tipo de artesanías como alebrijes, rebozos y sombreros mexicanos.

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