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de 13 plantas “materializa” objetivos de la reforma energética

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AGENDA JUDICIAL /

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Julio Guti Rrez

La transacción anunciada entre el gobierno federal e Iberdrola “materializa” uno de los objetivos que tiene el gobierno y que buscó realizar por medio de la reforma a la industria eléctrica: otorgar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la mayor parte del mercado de generación en México por encima de los privados, afirman especialistas del sector.

La compra de las 13 plantas por parte de la administración a la firma española resulta una compra “redituable” ya que la CFE cuenta con la capacidad para incrementar la generación en zonas donde la demanda crecerá en los próximos años y, además, no afectará la competencia en el mercado eléctrico nacional, afirmaron los expertos.

Fue en el último trimestre de 2021, tras presentar su tercer Informe de gobierno, cuando el presidente, Andrés Manuel López Obrador anunció la presentación de una reforma constitucional al sector eléctrico mexicano, la cual buscaba dar prioridad a la CFE por encima de los operadores privados. Se buscaba que la CFE garantizara por lo menos producir y des- pachar 56 por ciento de la energía que se genera en el país y que el sector privado se quedara con 46 por ciento restante, hecho que, dijo en su momento, “permitirá reparar el grave daño que causó la privatización al sector público y a la economía”.

No obstante, diversas firmas extranjeras, sobre todo de países como Estados Unidos y Canadá, alegaron que esta iniciativa ponía en riesgo la participación de empresas privadas en la industria energética mexicana, además que no coincidía con los acuerdos logrados en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Finalmente, luego de diversas discusiones y críticas hechas por diversos actores del sector energé- tico y financiero privado, el 17 de abril de 2022 la iniciativa de reforma fue rechazada por el pleno del Congreso.

Sin embargo, con el anuncio hecho ayer y por lo que explicó el presidente López Obrador, la CFE pasará a generar 55.5 por ciento de la electricidad que se despacha y se consume en el país, por lo que los privados se quedarán con 44.5 por ciento.

“La compra (de las plantas) significa más generación para la CFE y suma a la estrategia y a la política energética de México. Con ello, prácticamente se materializa uno de los objetivos de la iniciativa que fue modificar los términos de la generación eléctrica y que la Comisión llegara al 56 por ciento”, dijo Arturo Carranza, analista del sector energético.

El especialista indicó que si bien, la transacción debe de pasar por la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) “no afecta tanto, porque, por ejemplo, la CFE incrementará su capacidad de generación en el noreste del país, una región cuya demanda crece más que la de todo el país, que es de 3 por ciento”.

“Sí es rentable la compra, la CFE insiste que tiene capacidad sobrada en gas natural, favorece el modelo de negocio de la comisión y también se fortalece por el hecho de que las plantas de ciclo combinado están en una zona donde la demanda de electricidad va a incrementar más de 3 por ciento”, recalcó.

M Xico Sa

López Obrador y Black Rock // Sánchez Galán, trago amargo // Crece participación de la CFE

CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

TOMAN SENTIDO LOS reiterados cuan “cordiales” encuentros entre el presidente López Obrador y Larry Fink, cabeza visible del fondo buitre BlackRock (maneja recursos por alrededor de 16 billones de dólares en inversiones “globales”, entre ellas una cárcel privada en México), y el más reciente, que no el último, se dio el pasado 23 de marzo, es decir, 12 días antes de que el mandatario anunciara que el gobierno federal adquirió 13 plantas de generación eléctrica en una operación valuada en cerca de 6 mil millones de dólares.

¿Y QUÉ TIENE que ver Fink en todo esto? Casi nada, porque el fondo buitre es la voz cantante, pues es propietario de una gruesa rebanada accionaria de la trasnacional española que vendió esas 13 plantas de generación eléctrica, es decir, la impresentable Iberdrola, cuya cabeza visible es el gánster Sánchez Galán, ladrón y depredador contra el que, desde el inicio de su administración, el mandatario enfiló baterías.

ASÍ, LA NEGOCIACIÓN de compraventa no se dio entre López Obrador y Sánchez Galán, sino ente el mandatario y Larry Fink, y el resultado fue un plato amarguísimo que debió tragar el depredador gachupín, odiador profesional de México, país al que aborrece, pero del que ha obtenido pingües beneficios, con la “contribución” de nefastos personajes como Borolas y otros integrantes de su pandilla, como Georgina Kessel, secretaría de Energía de Calderón.

DESDE LUEGO QUE el armado del jugosísimo negocio eléctrico para los privados –siempre en detrimento de la Comisión Federal de Electricidad– fue decisión no sólo de Calderón (aunque este fue uno de los más activos, especialmente para beneficiar a los consorcios españoles), sino que el banderazo de salida lo aportó Carlos Salinas de Gortari; Zedillo siguió ese camino, al igual que Fox, Borolas y Peña Nieto, que en los hechos se desempeñaron como simples gerentes de la oligarquía autóctona y foránea, con los herederos de Franco en primer lugar y en todos los ámbitos.

COMO BIEN LOS dijo ayer el presidente López

Obrador, la herencia recibida por su administración fue “un desastre de los tecnócratas corruptos con su política energética. Agotaron yacimientos petroleros, privatizaron parte de la industria petrolera con la mentira de que iba a llegar a raudales la inversión extranjera, que

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