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LA JORNADA Sábado 2 de julio de 2022
OPINIÓN
El sacrificio de los hermanos jesuitas MIGUEL CONCHA
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on profundo pesar nos sumamos a la condena por la ejecución de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales S.J., de 79 años, y Joaquín César Mora Salazar S.J., de 80, así como del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma y la desaparición de dos personas, perpetrados el 20 de junio en la comunidad de Cerocahui, Chihuahua. Un suceso trágico que posiciona y devela de nueva cuenta muchas situaciones y significados, que son leídos por la conciencia cristiana como un hecho interpelante y profético, y por el compromiso ciudadano como una oportunidad para revisar integral y corresponsablemente la política de seguridad pública en el país. Subrayamos que nuestros hermanos dedicaron coherentemente sus vidas al servicio de las comunidades indígenas de la sierra Tarahumara, región que históricamente, sexenio tras sexenio, ha sido mantenida casi en abandono absoluto por parte del Estado mexicano. Conocida por sus imponentes montañas, y habitada por las infatigables comunidades indígenas tarahumaras, quienes se autoadscriben como rarámuris, han sufrido el despojo de sus tierras y territorios, así como hambrunas y sequías. Viven sin caminos y sin infraestructura básica, como el acceso al agua, a la energía eléctrica, a servicios de salud, a la educación y a la seguridad. Han sobrevivido a condiciones de olvido y de violencia, y a una desigualdad estructural extrema, que no ha sido atendida por la falta de voluntad de los gobiernos en turno. Ha sido la Compañía de Jesús –una de las organizaciones católicas eclesiásticas, con una tradición
cercana a la defensa de los derechos de los pueblos indígenas–, la que de manera ejemplar ha entretejido lazos de hermandad y solidaridad en la sierra Tarahumara desde que enviaron sus primeras misiones en el siglo XVI. Como parte de su labor misionera, asumieron desde entonces acciones educativas y de promoción de la salud, así como la creación de proyectos económicos solidarios y el asentamiento de un seminario, todo ello desde el compromiso por la justicia, la reconciliación y la paz. Pero no sólo ha sido el acompañamiento a las comunidades rarámuris que defienden sus territorios ante una realidad que las lacera, sino también a partir del compromiso con su vida comunitaria, su lengua, su cosmovisión y sus costumbres, mediante las cuales han procurado acercar un poco de igualdad y justicia social a la comunidad rarámuri, ganándose así el amor y cariño de sus habitantes. El contexto histórico de desigualdad estructural, ¿no es suficiente desgracia? Respondemos que no. Aún debemos agregar el componente del crimen organizado que, aprovechándose de la ausencia del Estado y del aislamiento de la región rarámuri, acapara el territorio para cultivar mariguana y amapola, y perpetran secuestros y extorsiones, formas modernas de esclavitud, así como la explotación de los bienes comunes, por citar sólo algunas acciones delictivas. Esta situación se agudizó de manera considerable durante la primera década de este siglo, con la expulsión y asesinato de toda persona que enfrentara al crimen organizado. Al menos seis personas ambientalistas rarámuris fueron asesinadas en la sierra Tarahumara en años recientes, sin dejar de mencionar el asesinato de la periodista Miroslava Breach, en re-
El concepto estratégico de los muertos BEÑAT ZALDUA
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adrid ha estado estos días tomada por la OTAN, literalmente invadida. Las principales arterias de la ciudad han estado cerradas y las autoridades han pedido a todo el que pueda que teletrabaje. El alcalde ha asegurado que la cumbre de la Alianza Atlántica dejará en la ciudad una lluvia de millones, de esas que uno nunca sabe a quién mojan, mientras lo cierto es que hay vecinos que ni siquiera han podido cruzar la calle debajo de su casa. Madrid condensa estos días todo lo que es la OTAN: un temor que se rearma a costa de inflar presupuestos para combatir problemas que, en gran medida, ella misma crea. La frase original es del Centre Delàs, aunque bien la podría firmar la rama grouchista del marxismo: “La OTAN es la mejor solución a los problemas provocados por la misma OTAN”. En realidad, no es tanto ni tan calvo. Achacar a la OTAN toda la responsabilidad por la invasión rusa de Ucrania no deja de ser una absolución inmerecida para Putin, de quien tampoco puede aceptarse el derecho a hacer lo que quiera en lo que considera su
patio delantero. Por otro lado, es el ataque sobre Ucrania lo que ha convertido en inevitable un rearme europeo que Trump no había logrado. Pero es un marco como el de la OTAN, que no sirve más que para supeditar la política exterior europea a los intereses de EU, el que impide una relación de vecindad razonable entre Moscú y Bruselas, que es la que debiera interesar a la UE en tiempos críticos para materias primas que faltan en el viejo continente y abundan en la tundra siberiana. Entramos en una época de escasez global en la que los grandes productores de materias primas pueden, jugando bien sus cartas, tener la sartén por el mango. Si un experto en geopolítica llegase hoy a la Tierra desde quién sabe qué planeta, preguntaría con razón a los europeos qué carajo hacen ligando su futuro a EU. La OTAN fue una renuncia a la soberanía europea desde el principio de los tiempos, pero lo acordado estos días en Madrid, en plena decadencia –interna y externa– estadunidense, es de juzgado de guardia. Concretamente, la OTAN ha aprobado en Madrid un nuevo “concepto estratégico”, que es como la organización llama a la hoja de ruta con la que cada década
Rusia pasa de “socio estratégico” a “la amenaza más directa”, mientras China se convierte en un “desafío sistémico”. Difícil entender por qué Europa se ata de pies y manos
Además de acompañamiento a las comunidades indígenas de la sierra Tarahumara, la Compañía de Jesús ha procurado acercarles un poco de igualdad y justicia social
presalia por su trabajo enfocado en denunciar los vínculos entre narcotraficantes y la clase política de Chihuahua. Los gobiernos federal, estatal y municipal, ¿ya están atendiendo la situación? Parece que no. Un elemento más por agregar es la impunidad sistémica, aquella que la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los derechos para todas y todos” ha denominado el signo de los tiempos, “que personas, colectivos, organizaciones y pueblos hemos denunciado desde hace décadas”, y no ha cambiado bajo el gobierno actual. Por el contrario, “los efectos de la simulada transformación han profundizado la violencia estructural e institucional, rompiendo los límites que el crimen tiene pactados con autoridades de los tres niveles de gobierno para coexistir en el territorio nacional”. Bajo estas particulares circunstancias es como reconocemos la existencia de un significado pluridimensional de este acontecimiento trágico y profético del asesinato de nuestros hermanos, pues en México denunciar el despojo de la vida y el territorio, es decir, las violaciones a los derechos humanos, es una actividad en constante riesgo, que también pone en peligro la vida y la dignidad de las personas y colectividades en lucha. Por ello, así como la Red TDT, la Red Solidaria de Derechos Humanos, el Colectivo de Personas Víctimas de Desplazamiento Forzado y organizaciones acompañantes, hacemos un llamado al gobierno federal y local, a fin de implementar una política de seguridad que tome en serio y sin titubeos los derechos de todas y todos, desde una mirada de justicia social y restaurativa, con la finalidad urgente de reconstruir el tejido social y cultural.
calibra y ajusta sus objetivos. En él, además de ahondar en una idea cada vez más amplia de defensa –la cual permite extender la actividad de la alianza militar en sectores de lo más diversos–, los ideólogos de esta cosa dibujan un mundo “competitivo”, “peligroso” y lleno de “amenazas” en el que sólo un estúpido renunciaría a armarse hasta los dientes. Rusia pasa de “socio estratégico” a “la amenaza más directa y significativa”; mientras China, que apenas aparecía en el horizonte, se convierte en un “desafío sistémico”. Es muy difícil entender por qué Europa se ata de pies y manos en la que se anticipa como la gran pugna de las próximas décadas, lleve o no razón la profecía de Tucídides, un viejo griego que decía que el choque militar es inevitable cuando una nueva potencia desafía el equilibrio existente. La historia lo desmiente parcialmente, pero Tucídides vive días de gloria. El caso español es más incomprensible, si cabe. En un giro inesperado, el presidente Pedro Sánchez apoyó en marzo la posición de Marruecos en el conflicto saharaui, renunciando a sus deberes como antigua potencia colonial y acabando con décadas de ambigüedad. Se alineó así con la posición inaugurada por Trump y seguida por Biden, y provocó la ira de Argelia, principal suministrador de gas natural. Al menos hasta mayo, mes en el que, por vez primera en la historia, EU se convirtió en el principal exportador de gas al Estado español.
No es cuestión menor. El saldo de la maniobra española queda más o menos así: se traiciona la justa demanda del pueblo saharaui; se tensan relaciones con un socio estratégico como Argelia; se prioriza el gas licuado estadunidense, más caro y menos ecológico –ya que recorre por barco al menos 7 mil kilómetros–, frente al ducto argelino, que apenas recorre 750 kilómetros; se complican las relaciones con los socios de gobierno y de investidura del PSOE –Podemos y los soberanistas vascos y catalanes–; liga su política exterior y de defensa a la voluntad de Washington –dos destructores más tomarán el camino de la base de Rota– y se externalizan las labores fronterizas, que quedan en manos de Marruecos. Y la monarquía alauita no es una campeona de los derechos humanos, por decirlo deportivamente. Al menos 37 personas muertas e imágenes dignas de los peores episodios de la humanidad dejó la represión del intento de entrar en Melilla que centenares de migrantes realizaron hace una semana. La Guardia Civil española colaboró y Pedro Sánchez aplaudió el sudor de la gendarmería marroquí contra las “mafias internacionales”. Apenas cinco días después, en su nueva doctrina aprobada en Madrid, la Alianza Atlántica calificó de “desafío” la evolución de las naciones del norte de África. Hay que tener cuidado con el lenguaje, porque a lo que la OTAN llama “concepto estratégico”, en África bien pueden llamarle muerte.