17 minute read

AGENCIAS

Next Article
BEÑAT ZALDUA

BEÑAT ZALDUA

LA JORNADA DE ENMEDIO Sábado 2 de julio de 2022

ESPECTÁCULOS

Antonio Sánchez lanza Shift. Bad hombre vol. II, en el que mezcla diversos géneros

Desde rock industrial hasta hip hop, pasando por música regional, todas ellas fueron unidas por medio del prisma del baterista que lleva ya décadas dedicándose al jazz

JUAN IBARRA

Con el primer Bad hombre, Antonio Sánchez empezó a experimentar alrededor de nuevos límites musicales. Ya entonces tenía la intención de poner el énfasis de su música en la batería, pero todavía conservaba un esquema asentado en el jazz. Por aquella época, el músico llevaba ya varios años desarrollando una carrera en torno al estilo originario de Nueva Orleans, y su nombre se había dispersado por todo el mundo gracias a su participación como autor del distintivo score en la película Birdman de Alejandro González Iñárritu.

A partir de entonces, las posibilidades de Antonio se ampliaron. El baterista se había dado cuenta de que era posible hacer música de muchas otras formas. “Antes generalmente me ponía a componer en mi piano. Escribía las partes para el bajo, para el saxofón, para el piano, las ensayábamos, las grabábamos y luego nos íbamos de gira; ese era el proceso”, explicó Sánchez en entrevista.

Aunque ese era un proceso que el músico disfrutaba, “sobre todo ir viendo cómo va creciendo la música conforme la vas tocando día a día, enfrente de diferentes personas”, señaló, además Antonio podía experimentar en un estudio propio, sin presiones de tiempo y a su ritmo. Más que pensar en canciones, el baterista tenía en la mente vibras. “Lo quería ver como si fueran pedazos de energía lo que yo traía, diferentes energías que pudiera aplicar a las improvisaciones de batería”, detalló.

Con el tiempo, la intención de continuar experimentando permaneció en el músico, sólo que esta vez quería llevar las cosas un paso más allá. “No quería tener gente de jazz, quería salirme completamente de la cuestión de este género porque siento que he estado muy involucrado en el desde hace mucho tiempo, y me daban muchas ganas de probar algo distinto”, contó Sánchez.

Con esa perspectiva surgió Shift. Bad hombre vol. II, un disco en el que Antonio colabora con músicos

No quería tener gente de jazz, deseaba salirme completamente de este género

de los más diversos géneros, como Trent Reznor, Rodrigo y Gabriela, Lila Downs , Ana Tijoux, Dave Matthews, Pat Metheny, Meshell Ndegeocello y con su abuelo, el mítico actor Ignacio López Tarso, entre varios más. Pero esa resolución acerca de las colaboraciones tendría su propio proceso. Estando en la Ciudad de México, el baterista fue a ver un concierto de Silvana Estrada, y en el momento en que la cantautora veracruzana interpretó, sólo con su cuatro, El agua y la miel, Sánchez quiso saber si podía lograr una mezcla armónica que uniera ambos estilos.

Estrada cedió su canción a Sánchez, y cuando el baterista tuvo una propuesta, la cantautora estuvo complacida con el resultado. A partir de entonces Antonio comenzó a pensar en otros músicos que le gustaban y a quienes su trabajo pudiera gustarles. “Creo que este disco no hubiera existido, por lo menos de la manera en que existe ahora, si no hubiera sido por la pandemia”, admitió el mexicano refiriéndose a las personas que pudieron aceptar su propuesta.

“A todos los artistas les di la opción de que fuera algo nuevo, algo viejo, o una maqueta. Yo le decía: ‘si tienes un verso y unas cuantas palabras, con eso puedo trabajar’, porque quería experimentar”, explicó. De esa manera, Antonio recibió muy diversas propuestas, desde rock industrial hasta hip hop, pasando por música regional, sin embargo, todas ellas fueron unidas por medio del prisma de un músico que lleva ya décadas dedicándose al jazz. “Fue una manera de reimaginar el material que se me dio, mantener la esencia intacta, que es lo que quería, pero reimaginarlo de tal manera que la voz y la batería fueran los dos elementos protagónicos”, detalló el músico.

La batería como una herramienta de producción

Antonio también quería lograr algo especial con Shift. Bad hombre vol. II: “utilizar la batería como una herramienta de producción, porque muchas veces los discos que están muy bien producidos –siempre pongo el ejemplo de So, de Peter Gabriel– cuando los escuchas hay una cantidad de capas, de teclados, de voces, de guitarras, de bajos, de percusión; pero generalmente distingo una sola batería”, indicó el intérprete.

“Por qué no puedo utilizar la batería como una herramienta de producción igual que se utilizan teclados, o voces; hacer un montón de capas diferentes, con diversos sonidos y ritmos; que pueda ir poniendo uno enfrente de otro; y que de repente suene a una batería monstruosa que ni siquiera entiendes por qué está sonando así, pero entiendes que es algo más que sólo una batería. Quería lograr ese efecto, como si fuera una ilusión sonora”, abundó el baterista.

Gran influencia de Ignacio López Tarso

El nuevo álbum de Antonio Sánchez no sólo está unido por el sonido de su batería y su estilo de producción, la apertura y el cierre son dados por una de las más grandes influencias del músico: su abuelo el actor Ignacio López Tarso. Del actor, el baterista aprendió a seguir su pasión, “porque el crecer viendo a alguien que amaba tanto lo que hacía, que es la actuación, lo que hace todavía, ver eso para mí fue muy impactante”, relató, “toco la batería y la voy a seguir tocando me vaya como me vaya, no es como que esté buscando hacer otra cosa”.

▲ La rapera chilena Ana Tijoux (izquierda) y el músico Antonio Sánchez grabaron el sencillo Mi palabra, el cual ya está disponible en plataformas.Foto cortesía del baterista

Igual que en su anterior Bad hombre, López Tarso tiene un espacio. “Lo que se me ocurrió fue escribirle versos a mi abuelo para que los dijera, como si estuviera diciendo un corrido e invitando a la gente a escuchar el disco, y a que abran sus oídos”, describió. El actor aparece a modo de maestro de ceremonias, “me lo imaginaba como si estuviera en el centro de una plaza en México, donde se oye al camotero, y se oyen las campanas de la iglesia, y de repente se oye la voz de mi abuelo que está invitando a todo el mundo a entrar”, dijo el músico.

Los sencillos I Think We'e Past That Now, junto a Trent Reznor y Atticus Ross; y Mi Palabra, hecho en colaboración con la rapera chilena Ana Tijoux; ya están disponibles en plataformas de streaming. A mediados de este mes se publicará otro tema en colaboración con la cantante neozelandeza Kimbra, y el disco completo se estrenará en agosto.

“Oaxaca los recibe con los brazos abiertos, está de fi esta”; inicia la Guelaguetza 2022: Alejandro Murat

Tras dos años de suspensión por la pandemia de covid-19, el gobernador estatal inauguró la máxima fi esta de los oaxaqueños

JORGE A. PÉREZ ALFONSO CORRESPONSAL OAXACA, OAX.

Oaxaca esta de fiesta, aseguró el gobernador del estado, Alejandro Murat Hinojosa, al inaugurar la máxima fiesta de los oaxaqueños, La Guelaguetza, en el teatro Macedonio Alcalá de la capital del estado.

Tras dos años de suspensión debido a la pandemia por covid-19, la fiesta y colores vuelven a Oaxaca con más de 80 actividades gastronómicas, económicas y culturales que se efectuarán en torno a esta festividad que se realizará durante todo julio.

El acto inició con la entrada de un Tiliche, un danzante perteneciente la delegación de Putla Villa de Guerrero y quien en esta edición es la

Símbolo de la amabilidad, la unión e identidad

imagen, el bailarín sonó un cuerno, y así arrancó oficialmente La Guelaguetza 2022.

Acompañado por su esposa, la presidenta estatal del Sistema DIF Estatal, Ivette Morán de Murat; de los secretarios de Turismo y Economía, Juan Carlos Rivera y Juan Pablo Guzmán y la secretaria de Cultura, Karla Villacaña, además del presidente municipal, Francisco Martínez, el mandatario estatal destacó que pese a la situación que se vivió en Oaxaca y el resto del mundo, los oaxaqueños y la entidad siguen de pie.

“Estamos anunciando al mundo la celebración de la Guelaguetza 2022, que en esta edición cumple 90 años de ser referente de nuestra cultura e historia, de convertirse en un símbolo de la amabilidad, de unión e identidad”, señaló.

Aseguró que julio es el mes más importante para los oaxaqueños.

Destacó que esta festividad es la expresión cultural de la solidaridad en el estado, “Guelaguetza es invitar, es compartir”, por lo que los y las oaxaqueñas demuestran su generosidad durante el mes de julio con mayor fuerza, recibiendo así a los turistas internacionales, nacionales y locales.

El mandatario se dijo entusiasmado del inicio de estas festivida-

▲ La festividad tendrá más de 80 actividades gastronómicas, económicas y culturales. El acto inicial se realizó en el teatro Macedonio Alcalá. Foto Jorge A. Pérez Alfonso

des y aseguró que los oaxaqueños están listos para recibir a todos los visitantes, que tras dos años regresarán para ser partícipes de este homenaje racial y aseguró “Oaxaca los va a recibir con los brazos abiertos”.

“Oaxaca está en paz, está de pie, aún cuando en estos seis años hemos sufrido los embates de los desastres naturales, lo hemos visto de frente y hemos salido avante, por qué Oaxaca trabaja todos los días, Oaxaca es valiente”, puntualizó el mandatario quien destacó que a lo largo de su administración se ha trabajado por mantener la paz, siempre mediante el diálogo.

Asimismo, durante su discurso destacó “la Guelaguetza es más que una experiencia para los sentidos, es una experiencia para el espíritu, nos llena de orgullo, la presumíamos y lo más importante, nos mantiene vivos”.

Finalmente, el mandatario junto con su esposa y las autoridades que encabezaron esta actividad bailaron el tradicional jarabe Del Valle.

Elaborar penachos en Zaachila es algo de mucho compromiso y seriedad

JORGE A. PÉREZ ALFONSO CORRESPONSAL VILLA DE ZAACHILA, OAX.

Tras dos años de suspension debido a la pandemia ocasionada por el covid-19, este mes de julio regresa la máxima fiesta de los oaxaqueños, la Guelaguetza 2022 se efectuará y miles de personas abarrotarán el auditorio del Cerro del Fortín para poder observar las costumbres y tradiciones de diversas localidades indígenas de la entidad.

Una de las más representativas y que nunca puede faltar es la Danza de la Pluma, misma que representa a la región de Valles Centrales y que evoca la conquista, dependiendo de qué municipio sea quien presente esta danza, son los participantes, sin embargo, siempre está presente Moctezuma, el último emperador azteca acompañado de otros bailarines.

Ante el regreso de esta importante representación, Ivan Cruz López, originario de la Villa de Zaachila, comunidad zapoteca conurbada a la capital del estado, una de las localidades que se presenta en la rotonda de las azucenas para presentar la Danza de la Pluma, continúa con la elaboración de penachos, mismos que los danzantes lucirán durante la festividad.

El taller de plumario, Buidoo Xtera Duub que significa en zapoteco de Zaachila “La espiritualidad de la pluma”, surge debido al amor por su comunidad y el rescate de tradiciones, pues según cuenta Cruz López él comenzó a investigar la técnica de entorchado de pluma y descubrió que ésta existió en Zaachila, sin embargo estuvo perdida por casi 40 años, por lo que se embarcó en una búsqueda para aprender esta tradición para la creación de los penachos que se utilizan en esta danza.

Después de conseguir que un amigo le enseñara lo básico, tras lo cual el comenzó a realizar los penachos, buscando información por su cuenta, experimentando y sobre todo, siguiendo el patrón de los penachos de la Villa de Zaachila, explicó que en Buidoo Xtera Duub la elaboración de estas artesanías es algo de mucho compromiso y seriedad, por lo que el acuerdo con quien solicite un penacho es de palabra, sin la necesidad de firmar ningún tipo de contrato, pues la palabra es lo que más vale.

La elaboración de cada pieza, dijo, es largo, pues inicia con la recolección de las plumas, el teñido, el deshidratado de carrizo, el encerado del hilo, pero además, se busca a otros artesanos que también tienen parte en el proceso, como es el caso de los metalisteros, este trabajo puede tardar hasta seis meses, sin embargo al contar con todos los materiales, se pueden crear nueve penachos en un lapso de dos meses.

Específicó que los penachos que se elaboran para los danzantes de Zaachila tienen tres colores principales, que son el verde, blanco y rojo, además de algunos remates en color rosa, morado, doble bandera y la de Moctezuma, cuya corona se distingue por llevar un águila devorando una serpiente sobre un nopal.

Indicó que el proceso de construcción requiere principalmente de mucha paciencia por lo complicado que es, “nosotros ocupamos dos técnicas para elaborarla, que es la técnica de pluma de flor y el entorchado de pluma, tejemos manualmente la pluma”, tan sólo la corona tarda de dos a tres días en armado.

La espiritualidad de la pluma surge del amor y el rescate de tradiciones

Raúl Zambrano: el detective que va tras la pista al sonido perdido

El editor mexicano publica El eco de lo que ya no existe, una carta de amor a la música

CARLOS PRIEGO ESPECIAL PARA LA JORNADA

Su trabajo puede definirse con varios adjetivos, aquí tres: erudito, virtuoso, anecdótico. Raúl Zambrano (Tampico, 1969) es un reconocido investigador mexicano especializado en el repertorio de Manuel M. Ponce para guitarra y considerado un experto productor de diversos proyectos de divulgación radiofónica. Aria de divertimento, Elevación y folía –la versión radiofónica de Historia mínima de la música en Occidente, su primer libro publicado por la editorial Turner en 2011– y La otra versión; son algunos de ellos. Con este antecedente el guitarrista decidió ir más allá y, tejer un nuevo punto de encuentro –uno que involucrara al melómano, al lector y al escritor– cuyo eje que lo articulara fuera la palabra escrita que hablara de la música. El resultado es El eco de lo que ya no existe (Turner, 2021), un libro construido a partir de siete ensayos donde la música está al centro de todo, pero en el que el tampiqueño supo integrar diferentes perspectivas: la interrelación de la armonía con el silencio, el eco, la memoria, la desaparición; y al mismo tiempo, iluminar a algunos de sus protagonistas: György Ligeti, John Cage, Philipp Heinrich Erlebach, Sor Juana o Glenn Gould, entre otros.

Desde la primera página, el lector capta que no se trata de un libro de ensayos centrado sólo en músicos. ¿Qué es el silencio? Se pregunta Zambrano, porque el silencio, si bien es una palabra que ronda nuestros espacios cotidianos, puede ser definido en cientos de maneras. El artista francés Yves Klein se preguntó ¿qué es el silencio absoluto y es esto acaso posible?, por lo que, en 1947, compuso su primera sinfonía monótona, que consistía en una sola nota interpretada durante 20 minutos, seguida por otros 20 minutos de silencio. Años más tarde, el compositor y músico John Cage aseguraba que no existe el silencio en este mundo y en 1952 publicó la pieza silenciosa 4’33”, una obra musical en tres movimientos que puede ser interpretada por cualquier instrumento, en cuya partitura el compositor indicó a David Tudor –pianista para quien fue escrita la obra– que guardara silencio y no tocara su instrumento durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. Sin embargo, para el investigador mexicano, la respuesta es menos experimental y sugiere que el silencio es el eco que sucede a la última nota de una obra y se convierte en la huella de la música que dejó de ser y vive en la memoria del escucha.

En busca de los tratados perdidos

Para el sexto capítulo del libro, Las maravillas del ocaso, Zambrano se convierte en una especie de Guillermo de Baskerville contemporáneo, y se lanza a la búsqueda de la obra perdida de varios creadores. Uno de ellos es el compositor novohispano Juan García Céspedes, cantante que desde niño formó parte del coro de la Catedral de Puebla, bajo la dirección de Juan Gutiérrez de Padilla, y desempeñó distintas funciones en el recinto, pero de quien sólo se conservan seis obras –tres en latín y tres en lengua vernácula– y de cuya producción musical existe un vacío de catorce años que van de 1664 a 1678, tiempo en que cumplió con las obligaciones de maestro de capilla. Otro de los misterios a los que el autor –poseedor de una memoria prodigiosa y un fenomenal talento para intentar resolver enigmas de toda índole sigue la pista de El caracol, el tratado de música que Sor Juana Inés de la Cruz confesó haber comenzado y del que no se tiene rastro alguno. A partir de una referencia en la Catedral de Guatemala, en el caso de Céspedes, o un romance a la virreina de la Nueva España, en el de Sor Juana; Zambrano cuenta y rastrea la historia de “algo que está ahí incluso al haber desaparecido”.

El arte precisa de la mentira

El músico especializado en el repertorio para guitarra de Manuel M. Ponce aterriza su ensayo en un tema que domina y le apasiona, el eco del barroco en el México del siglo XX. En 1929, el virtuoso guitarrista clásico español, Andrés Segovia, pidió a su amigo, el músico y compositor mexicano, Manuel María Ponce componer una suite estilo barroco que pudiera ser atribuida a un músico de aquel periodo. La obra no fue publicada por ninguno de los dos, el manuscrito desapareció durante la Guerra Civil Española y de ella sólo se conserva una grabación que hiciera Segovia en 1930; lo que se pregunta el también guitarrista mexicano es: ¿por qué Ponce acepta la propuesta de Segovia de componer para la guitarra en estilo barroco y darle una atribución apócrifa? ¿Será que Ponce descubrió la posibilidad de creación que sólo es posible en la libertad, adquiriendo el derecho de relaborar, como si fuera la primera vez, la belleza musical de otro tiempo?

Un libro con una estructura musical

Al igual que una variación musical, la obra publicada por Raúl Zambrano es una composición caracterizada por contener un tema que se imita en otros subtemas, los cuales guardan el mismo patrón armónico del tema original. Con todo, estas ideas tan generales quedan cortas para explicar el éxito de El eco de lo que ya no existe. Es un libro que sorprende y maravilla, uno de los productos de más calidad que nacieron en la industria editorial asociados a la música en los pasados meses; su fecha de lanzamiento fue junio de 2021. Fue prodigiosamente escrito, con anécdotas rebosantes de inteligencia y chispa, una cons-

▲ Raúl Zambrano, investigador especializado en el repertorio de Manuel M. Ponce para guitarra. Foto José Pita Juárez

trucción narrativa casi novelística y un sentido del equilibrio exquisito. Los temas que trata en cada capítulo, por ejemplo, suelen presentarse intercalados con una anécdota para no aburrir al lector con tecnicismos. Entender todos los códigos musicales si uno no está entrenado ofrece una dificultad, pero Zambrano intenta eliminarla. Las anécdotas, incluso las más superficiales, están contadas con solidez, además de sutileza, y el enorme acierto del trabajo del experto es establecer un punto de encuentro entre escritor, lector y escucha para emprender juntos un recorrido, en cuyo itinerario la belleza emerge de lo que descubren todos.

Roquero canadiense encuentra en Japón su guitarra robada hace 46 años

El rockero canadiense, Randy Bachman, recuperó ayer en Japón su guitarra fetiche que le fue robada hace 46 años.

El autor con su grupo The Guess Who de la canción American Woman (1970), viajó hasta Tokio para un encuentro conmovedor con su querida Gretsch, que le había sido robada en un hotel de Toronto (este de Canadá) en 1976.

“Estaba devastado”, explicó a la Afp el músico de 78 años. “Con esta guitarra escribí varias canciones que se vendieron por millones. Era mágica para mí”.

La estrella había comprado esta 6120 Chet Atkins, de color naranja, a los 19 años, por 400 dólares, una suma ganada en el sudor de su frente cortando césped y lavando coches.

El artista la codició durante mucho tiempo, pasando horas admirándola en el escaparate de una tienda de Winnipeg (centro de Canadá) a principios de los años 1960, en compañía de su amigo el músico Neil Young.

El instrumento, encadenado por precaución a los baños de los hoteles donde se alojaba durante las giras de su grupo, le había sido robado a pesar de haberlo confiado brevemente a un técnico de su equipo.

Fue gracias a un aficionado que Bachman encontró a su Gretsch. Su compatriota William Long revisó cientos de imágenes en Internet hasta identificar en 2020 el instrumento, gracias a la ubicación particular de un nudo en la madera.

El detective aficionado siguió la pista de la guitarra desde el sitio de Internet de una tienda de música en Tokio hasta un intérprete japonés llamado Takeshi, visto en un video publicado en YouTube en 2019.

Randy Bachman tuvo que esperar a que mejorara la situación sanitaria del covid-19 en Japón, para poder venir y regalar una guitarra idéntica a Takeshi y recuperar así su amor de juventud.

This article is from: