La Agencia de Viajes Argentina Nº 1.133

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La Agencia de Viajes Argentina Lunes 20 de diciembre de 2010

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Reportaje Historia y Presente del Turismo

Ernesto Siedlockzek, ex gerente comercial de Aerolíneas Argentinas

“Hay que aceptar los cambios porque se producen aunque uno se oponga” n A modo de remate del ciclo, dialogamos con uno de los más experimentados veteranos del sector, con casi 60 años de trayectoria. Trabajó en Pan Am, Lufthansa, Austral y Aerolíneas Argentinas, de la que llegó a ser gerente comercial, y se refirió a su historia y a los cambios que se produjeron en el sector.

n Por Alejo Marcigliano (redacción7@ladevi.com)

L

os amigos y colegas lo conocen sencillamente como “Silo”. Aunque lleve el mismo apodo, poco tiene que ver con el fundador del Partido Humanista, aunque en el fondo también es un poco filósofo. Alguno de sus compañeros lo definió, nada más y nada menos, como “el

mejor gerente comercial que tuvo Aerolíneas Argentinas”. Retirado hace casi una década, pero con más de medio siglo de experiencia de trabajo en el sector, lo cierto es que Ernesto Siedlockzek es hoy un invitado infaltable en las reuniones de camaradería de los veteranos. - ¿Cómo fue su carrera? - Estuve 10 años en Pan Am, cuatro años en Lufthansa, Transatlántica (apenas un año y me volví en el anteúltimo vuelo antes de que dejara de operar), retorné brevemente a Lufthansa y posteriormente me llamaron de Austral en 1965. Tras un año y medio pasé a Aerolíneas Peruana S.A. (APSA) y luego me volvió a contratar Austral. - ¿Por qué regresó a Austral? - Me llamó el mismísimo Williams Reynal y me dijo: “Tenés que volver, ¿cuánto ganás”, “X” le contesté, “Bueno te doy XX”, dijo y ya está, no había más que hablar... Delante de mí llamó al administrador y le avisó. Tras una década en Austral pasé a Aeroméxico y a los seis meses Juan Carlos Pellegrini y Turnes me ofrecieron la gerencia de AR en Fráncfort. Me empecé a reír porque me había ido de Lufthansa a Austral (en aquella época tenía una oficina en Alem y Lavalle y volaban con tres Curtiss C-46. Yo tenía 28 ó 30 años) justamente por eso. Ya en Alemania me había explicado que para hacer carrera en LH tenía que ir a Europa sí o sí. Yo ya era jefe de pasajes y manejaba también algo de ventas. El viaje me iba a hacer perfeccionar además el alemán porque yo hablaba un dialecto

LA CASA PROPIA ”Yo me casé y no tenía casa. Trabajaba en Lufthansa, tenía un terreno y una Vespa, nada más. En esa época el Banco Provincia de Adrogué, donde vivía, otorgaba créditos pero para terminar la casa, no para hacerla. Fui varias veces al banco y me hice amigo de un tal Fraga. Y le pregunté como podía hacer para acceder. Él me dijo: ‘Hacé unas paredes, más o menos, yo te mando un inspector y listo’. Un pariente mío era constructor, entonces lo llamé y le pedí un presupuesto. Se necesitaban $ 500 mil. ¿De dónde sacaba yo ese dinero?... y allí se me ocurrió que yo tenía 500 amigos. Les pedí entonces $ 1.000 a cada uno: no era mucha plata, algo así como US$ 50 per cápita. Lo divulgué por las agencias y yo explicaba que pedía el dinero pero que no sabía cuándo iba a poder devolverlo… Así recaudé $ 486 mil, cubrí la diferencia y así empecé a construir mi casa. Muy pocos, dos o tres me exigieron la devolución y lo hice. Luis Serra, de Swissair, me dijo: ‘Tu idea fue brillante, es la estafa legal más grande que puedo imaginar’”.

que era el que hablaban mis viejos que eran medio suabos y medio checos. Yo aceptaba ir a Alemania como empleado de LH si después podía volver, pero nadie podía asegurarlo, quizás luego me destinaran a Tokio o a cualquier otro lugar. Por eso me fui. Así que en ese nuevo intento de la suerte para que me fuera a Alemania, en 1976, acepté y me fui con AR. - ¿Usted fue gerente comercial de AR? - Sí, estuve primero en Fráncfort. Después fui gerente regional, luego gerente en Río y luego arribé como gerente comercial. Después volvieron a mandarme a Zúrich otros cinco o seis años y cuando regresé

“Se perdió en alguna medida la conexión humana, antes te llamaban para pedir una reserva y te saludaban, sabían quién eras, estabas en contacto con los agentes de viajes, ahora no le ves la jeta a nadie” me jubilé, en 1996. Veinte años. Tuve algunos ofrecimientos de trabajo posteriores pero no quise aceptar. Por suerte siempre hice mis aportes como gerente de casa central, aun estando afuera así que obtuve una jubilación que me permite vivir tranquilamente. Hice un acuerdo con mi mujer: los días impares le grito yo, los pares le toca a ella y todo bien. -Usted mencionó una empresa que no conocía: Transatlántica… - En los 60 trabajé en Transatlántica Argentina, una compañía mistonga. Entré como jefe de reservas y comunicaciones, la dueña era una tal doctora Marckus que había sido secretaria de Aristóteles Onassis. La señora esta era una francesa, de origen judío, muy inteligente. Tras el viaje inaugural a Europa, cuando estaba haciendo las maletas para volverme me llama al hotel y me pregunta: “¿Qué estás haciendo Ernesto?”. “Terminando de armar mis valijas para volver”, le respondí. “Deshacélas… te quedás acá”, me dijo. “¿Y a hacer qué?”, quise saber. “Todo”, me dijo

Marckus y me cortó… y así fue como me quedé como representante de la compañía en Ginebra, Suiza, por ocho meses. - ¿Y cómo llegó a ser gerente comercial de AR? - Yo no tengo estudios terciarios pero bajo mi mando tenía ingenieros y abogados. Yo terminé el secundario de noche… Después sí, por supuesto, hice muchísimos cursos, tanto en Lufthansa como en Pan Am, que era la gran escuelita. Y tuve la suerte de trabajar primero en la casa central de AU, que era pequeña, y después pasé a la de AR que es un monstruo, pero ya conocía cómo era el tema. Además cómo no iba a poder ser gerente comercial si trabajé de esto toda mi vida. -¿Y cómo fue eso de comenzar a trabajar a los 14 años? - Estudiaba violín, vivía en Lanús y mi profesor vivía en Floresta. Un día voy y resultó que estaba enfermo. En aquella época no había teléfonos ni celulares ni nada. ¿Y qué hago ahora?, me fui a dar una vuela por el centro con el estuche de mi violín y un portafolio donde llevaba las partituras. Pasé por Diagonal Norte y vi el cartel: Pan American compañía de Aviación. Y me mandé. Entré por el edificio de oficinas y pedí pasar a la oficina de personal. Era la 119A. Había dos empleados: un tal Moretti y otro llamado Iglesias. Yo estaba de pantalón corto, porque el largo se usaba después de los 15. “¿Qué querés?”, me preguntaron. “Y vine a ver si hay algún laburito”, dije. “¿Y qué sabés hacer?, ¿sabés escribir a máquina?”, interrogaron, “No, pero toco algo de piano, así que…”, contesté. Los tipos se cagaron de risa y me dieron una solicitud. La miré muchos días y pensaba que los tipos me la habían dado para tomarme el pelo. Finalmente decidí completarla y no la mandé por correo, la llevé. A los 10 días me llegó una carta pidiéndome que me presentara. Ese mismo día me mandaron a hacer los estudios médicos y a los dos días ya estaba trabajando de cadete, llevando papeles de una oficina a otra, de office boy. Hablaba un poco de inglés (después aprendí más) y alemán, pero recién había terminado el primario. Me tuve

que pasar al turno noche para terminar el secundario. Después fui telefonista y después teletipista, hice un reemplazo en el área de cargas y después pasé a reservas. Me fui de Pan Am en 1956, cuando me llamó Lufthansa. - De modo que con 24 años ingresó a LH pero ya con 10 años de carrera... - Correcto. Incluso por esa época hice la colimba que fue el tiempo en el que más guita junté porque Pan Am me pagaba medio sueldo (así era el convenio porque además me guardaba el trabajo) y después

“Entré por el edificio de oficinas y pedí pasar a la oficina de personal (…) “¿Qué querés?”, me preguntaron. “Y vine a ver si hay algún laburito”, dije. “¿Y qué sabés hacer?, ¿sabés escribir a máquina?”, interrogaron, “No, pero toco algo de piano, así que…”, contesté” desplumaba a los suboficiales del comando de artillería antiaérea jugando al Tute Cabrero. REFLEXIONES SOBRES LOS CAMBIOS. -Usted comenzó trabajando con la teletipo y terminó con el e-mail, ¿qué se ganó y qué se perdió con esos avances tecnológicos?

- La verdad es que desde hace rato, sin la existencia de la computadora, los aviones grandes no podrían existir. Antiguamente las reservas las volcábamos a una planilla, a mano, pero el DC-3 cargaba 22 pasajeros, el DC-4, 44; y el DC-6, 58 ó 60 según la versión. Hoy en día, con aviones que llevan 400 pasajeros, manejar el mismo sistema de escribir con lápiz y borrar hubiera sido imposible. De modo que se ganó porque se facilitó el crecimiento del negocio. Se perdió en alguna medida la conexión humana; antes te llamaban para pedir una reserva y te saludaban, sabían quién eras, estabas en contacto con los agentes de viajes, ahora no le ves la jeta a nadie. Creo que una cosa empujó la otra, la tecnología facilitó la llegada de los aviones grandes y estos, a su vez, impulsaron el cambio tecnológico. Hay que aceptar los cambios porque se producen aunque uno se oponga. La naturaleza es así. - ¿Y cómo cambió la comercialización? - El pasajero que paga su propio boleto sigue buscando lo mismo que antes: quiere el precio más bajo y en segundo lugar, puntualidad. Después viene la posibilidad de tener un servicio a bordo. Hoy la gama de pasajeros se diversificó, el abanico es mucho más grande. Antes era más elitista, eran menos los viajeros. Pero no es una mirada crítica, son datos de la realidad, antes era de una forma, ahora es de otra. Pero pese a que haya pasado

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