LAS DALIAS IBIZA Y FORMENTERA MAGAZINE 2021

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¿Qué habría pensado si hubiera tenido la oportunidad de ver esta Ibiza vacía de turistas? ¿Le recordaría vagamente a la isla que conoció a principios de los años setenta?

pero aún hay quien sigue disfrutándolo de verdad y eso es lo que importa”, le explicaba Racionero al escritor Vicente Valero en una entrevista publicada en Diario de Ibiza en mayo de 2009. Ibiza ha experimentado una gran transformación en los once años que han pasado desde aquella entrevista, pero quizás haya cambiado todavía más en los últimos meses. Al menos, de forma inesperada y brusca. Luis Racionero murió el 8 de marzo de 2020, una semana antes de que se decretara el Estado de alarma en España. ¿Qué habría pensado si hubiera tenido la oportunidad de ver esta Ibiza vacía de turistas? ¿Le recordaría vagamente a la isla que conoció a principios de los años setenta? Si pudiera venir a Ibiza para hacer un reportaje, Kapuscinski quizás se fijaría en el silencio de las islas sin turismo. El silencio que agujerea la economía mientras limpia el medio ambiente, que perturba y esperanza, que retrotrae a épocas de subsistencia y, al mismo tiempo, lima las capas artificiales que nos envolvían. El silencio que nos deja sin empleo y, a cambio, nos permite –desde nuestros balcones– escuchar a los pájaros que cantan en el bosque o ver a los delfines brincando en un mar sin barcos ni bañistas. El mismo silencio arcaico que atrajo a Benjamin, Bröner o Haussman hace más de medio siglo y que ahora rompen el motor del tractor y el llaüt, las industrias primarias y ancestrales que resisten ante las prohibiciones del confinamiento. Es el silencio que durante décadas acalló el ruido de un progreso que se construyó, paradójicamente, sobre un mito nacido del vientre de ese silencio, que ahora regresa para permitirnos el lujo de imaginar. Al otro lado de nuestros límites mentales tal vez nos espere un futuro más sostenible. Para descubrirlo tendremos que imitar a Kapuscinski y atrevernos a cruzar la frontera.

truly continue to enjoy it and that is what matters”, Racionero explained to writer Vicente Valero in an interview published in Diario de Ibiza in May 2009. Ibiza has deeply transformed in the eleven years since that interview, but it may have changed still more in the last several months. At least, more abruptly and unexpectedly. Luis Racionero passed away on 8 March 2020, one week before the State of Alarm was announced in Spain. What would he have thought, had he had the chance to see this Ibiza void of tourists? Would it vaguely remind him of the island he first saw in the early ‘70s? If he could come to Ibiza for a report, perhaps Kapuscinski would take notice of the silence of the islands without tourism. The silence that is perforating the economy while cleaning the environment, the silence that disturbs and gives hope, that takes you back to eras of subsistence and at the same time files down the artificial layers that were enveloping us. The silence that is leaving us without jobs and in exchange, enabling us—from our balconies—to hear the birds singing in the forest or to see the dolphins jumping in a sea free of boats and swimmers. The same archaic silence that attracted Benjamin, Bröner and Haussman fifty years ago and that today is broken by the tractor engine and the llaüt boat, the primary and ancestral industries that resist in the face of the prohibitions of confinement. It is the silence that for decades was stifled by the noise of a progress paradoxically built on a myth born from the very womb of that silence, which now returns to afford us the luxury of imagining it. On the other side of our mental limits, perhaps a more sustainable future awaits. To discover it, we’ll have to imitate Kapuscinski and dare to cross the border.


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