2 minute read

Un buscador de asombros

Me encuentro en una charla con la escritora Cecilia Eudave en la que resalta la importancia y el impulso que tuvo Carlos Bustos en sus inicios como escritora. Él fue quien la publicó por primera vez y en sus palabras, además de anécdotas, no hay más que agradecimiento.

Carlos, en algún momento, se definió como un “Buscador de asombros”; y no sólo era bueno para buscarlos, era bueno también para narrarlos y ponerlos en el papel (ganó varios prestigiados premios), pero la fase de su personalidad en la cual me gustaría detenerme, que es con la que comienzo este texto, es en su generosidad.

Advertisement

Sí, Carlos era un ser bondadoso; para los que no lo conocieron, pienso en él como un Guillermo del Toro en escritor; es decir, alguien agradable, empático, divertido y que buscaba que todos dieran lo mejor de sí mismos. Volvemos a la mágica palabra: generoso. Estaba lejano del egoísmo que es muy común en este medio, a mí me encantó que desde el primer momento me tratara como un colega y te lo hacía saber. Carlos buscaba en todo momento darte una palmada que te impulsara. Su conferencia con la cual lo conocí: “Ser escritor y no morir en el intento”, me pareció muy honesta y eso se valora en todos los aspectos de la vida.

Hay vidas cortas pero no por eso incompletas. La última obra publicada de Carlos está disponible como parte de la colección de ganadores del Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez (Cultura Jalisco). Su libro se llama “Los tigres vienen de noche” y en los epígrafes que eligió para abrir la obra se encuentra Borges: “¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad”.

Este libro, como otros en su haber, contiene un diálogo con un escritor al que admira; inicia con un cuento dedicado a Jorge Ibargüengoitia que juega con los dobles, las realidades paralelas y el lugar de donde provienen los sueños. En su introducción, Carlos dice que sus cuentos juegan, buscan el punto de fuga, el momento en el que la narración quiebra por un punto insospechado y el lector se encuentra ante un escenario distinto, para ofrecerle algo diferente a lo acostumbrado, con un suceso indefinible que hace que la escena tenga una extraña belleza. Es un homenaje a la escritura y también a la frustración que esta provoca.

Su cuento “Promesas rotas”, nos invita a reflejarnos en el lado B de nuestras creaciones, todo un entrenamiento para aquellos que quieren incursionar en el mundo de las letras.

En “La bala”, el buscador de asombros nos recuerda que el escritor está en la búsqueda de la idea única, la que se tiene una vez en la vida, la que atraviesa directamente la cabeza como una bala y te coloca en el lugar de los autores que vale la pena ser leídos: los que se juegan el pellejo cada vez que se colocan frente a la hoja en blanco.

En “Escritura fantasma”, nos remite a esas dos etapas del oficio: la de la escritura y la del editor, ambas que Carlos exploró y dominó. En el cuento, la protagonista se vuelve inolvidable con una sola frase: a ella le gustaba el ruido de su vieja máquina de escribir, ya que es parecido a escuchar las voces de los que ya salieron de este mundo.

“El libro secreto de los secretos”, “llueven letras sobre París”, “Maldice a los dioses”, “El alfabeto blanco” y “Escritura fantasma II”, completan este excelente libro.

La Sociedad Fantásmica es una excelente referencia al legado sembrado en un gran grupo de escritores que, a la fecha, seguimos agradecidos con él; y entre ellos yo, que le dediqué mi primer libro.

Los invito a conocer a alguien que también tenía sus monstruos entrañables, para que a través de leerlo su obra siga amenazada por la inmortalidad...

*Fernando Barba es autor de “El Rhumor de la discordia” y participante en las antologías “El futuro en 100 palabras”; “Jalisco, homenaje a la literatura contemporánea” y “Flores que sólo se abren de noche”.

DATO:

Sociedad Fantásmica: es un homenaje al escritor Carlos Bustos (1968-2016).

This article is from: