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“Pareciera que vivimos una época orientada a neutralizar lo inesperado”

ocurre mucho que ya nadie te llama por teléfono sin avisarte antes que te llamará, es decir, hasta un llamado telefónico que por definición ocurre de repente está atravesando una época en la que se intenta en que nada ocurra, que lo sepamos desde antes.

Otra reflexión que plasma el autor argentino y alumno de Ricardo Piglia (19412017) es que, entre el bien y el mal, elegiremos el mal.

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“Los militares que se enamoran y se van juntos al territorio de los indios, cruzan la frontera donde los ‘civilizados’ miran a indios sin ley, sin normas, pero es un espacio donde ni siquiera está la dimensión de la distinción del bien y del mal, donde ellos pueden llegar sin ser juzgados como sí lo serían en la llamada civilización”, expresa.

¿Por qué elegimos el mal?

Los que definimos como santitos han resultado tan malévolos tantas veces que me interesa la forma del mal como moralismo que es un grado aumentado de la moral, es cuando alguien considera que tiene la garantía del criterio del bien y por lo tanto la facultad y el derecho de imponer ese criterio sobre el mal.

Ese mecanismo moralista de quien que está muy seguro de ser el poseedor del bien es una premisa que ha desencadenado las conductas más atroces en el mundo. En los nueve cuentos de Kohan, los personajes ambicionan la libertad y, como cualquier persona, no quiere que sea coartada por nadie.

Influencia

Literatura

Reyna Paz Avendaño reynapazavendano@gmail.com

Una adivina llega a un pueblo y se convierte en el centro de atención, especialmente del sacerdote quien la mira como una afrenta contra Dios; dos militares se enamoran y dejan la civilización para vivir en la frontera con los “bárbaros”; y qué pasa cuando el deseo de un ejecutor es más fuerte que los moralismos; ésas son algunas historias que narra Martín Kohan (Buenos Aires, 1977) en “Nueve cuentos”.

El libro editado por Pollo Blanco inicia con el cuento de “La adivina”, una mujer estrafalaria que se instala en un poblado para ganarse la vida prediciendo el futuro a sus habitantes, sin embargo, el sacerdote se aferra a señalarla como pecado - ra pero hasta los más fieles prefieren a la bruja que cuenta todo y no al dios que siempre calla.

¿Siempre nos llamará la atención aquello que nos sorprende?

Hay muchas formas de la felicidad que tienen que ver con lo sorpresivo y me parece que hay una tendencia de época para con- trolarlo todo, establecerlo todo, acordarlo todo incluido lo que estaba tradicionalmente ligado a lo nuevo como los viajes.

Martín Kohan comenta que admira y extraña mucho a su maestro Ricardo Piglia. “Él tenía la generosidad de usar la palabra amigo para dirigirse a mí. Me recibí de licenciado en letras cursando un seminario con él, volvía a mi casa después de sus clases y no podía conciliar el sueño porque en mi cabeza rondaban las ideas, las hipótesis y las conexiones que desplegaba en dos horas y media. Después tuve la posibilidad de conversar y encontrarme con él tantísimas veces, era fabuloso”.

Todo empieza a estar pautado, todo parece venir con protocolo previo como si estuviésemos viviendo una época fuertemente orientada a neutralizar lo inesperado.

No sé si en México, pero en Argentina

Pero ¿qué pasa si aquello que limita la libertad no está afuera y es un impedimento interno?, ¿qué pasa cuando tenemos un conflicto entre el deber y el deseo?, es decir, cuando sentimos que nuestro deseo está mal, pensar que la libertad trama sus conflictos también al interior de cada uno de nosotros para no pensar siempre que tenemos la plenitud del deseo, la plenitud de la claridad de la libertad”, cuestiona.

El autor también resalta que en sus cuentos aparece la mirada de los otros.

“Estos cuentos transcurren en pueblos pequeños en donde todo el tiempo las personas están bajo la mirada de otros a diferencia de la gran ciudad y su lógica del anonimato. En un pueblo casi todos se conocen o todos podrían conocerse y estás bajo la mirada del otro”, indica.

A pesar de que en términos de individualidad se supondría que existimos como individuos para después lidiar con los otros, al final incorporamos las miradas ajenas, añade.

“Lo que somos nunca está definido y se produce con la relación con otros, no somos sin la mirada de los otros, lo cual nos regresa a la pregunta si la libertad y los deseos no están solamente afuera sino adentro de nosotros”, señala.

En los nueve cuentos de Kohan, los personajes ambicionan la libertad y, como cualquier persona, no quiere que sea coartada por nadie

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