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Las lecciones que dejó Moncayo

En una admirable muestra de respeto por los recursos públicos y la dignidad de los puestos gubernamentales, el general Paco Moncayo renunció a su cargo de consejero. Aunque insiste en que sus conocimientos y experiencia seguirán al servicio del Estado, juzgó que no tenía sentido seguir ocupando una plaza luego de que sus recomendaciones ya fueran tenidas en cuenta para el giro estratégico en materia de seguridad. Su paso por el Gobierno, breve pero relevante, dejó valiosas lecciones.

En un momento en el que, por el auge de la inseguridad, la desesperación se apodera de la ciudadanía y los populistas florecen, Moncayo hizo un llamado a la sensatez. Tuvo la valentía de recordarle al país que cualquier solución a este problema tiene que ser a largo plazo. Resistió a la tentación de las solu- ciones fáciles y las promesas demagógicas, y redireccionó la atención del Estado a los asuntos fundamentales en esta lucha: retomar el control de las cárceles, establecer un reglamento claro y pragmático para el uso legítimo de la fuerza, aumentar la cantidad de efectivos, coordinar esfuerzos interinstitucionales y, sobre todo, rescatar la importancia de golpear al crimen organizado también en el campo de las finanzas y del abastecimiento de armas. El general arrojó luces también sobre las trabas burocráticas que obstaculizan la instalación de los escáneres en los puertos y otras medidas urgentes. Vale recordar que, ante la ralentización administrativa que suele conllevar un cambio de régimen, solo la presión ciudadana puede servir para agilizar al sector público. La transparencia resulta, ahora más que nunca, fundamental.

Madrid, Madrid

Lasélites latinoamericanas tuvieron durante mucho tiempo la vista puesta en los Estados Unidos de Norteamérica y particularmente en la zona de la Florida y en la ciudad de Miami. Lo aspiracional para esas élites tanto económicas como políticas era tener apartamentos o casas en Miami, posesiones, empresas, bienes, que les permitieran mantenerse a resguardo de los vaivenes políticos.

Sin embargo, parecería que el foco ha cambiado, y que España y fundamentalmente la ciudad de Madrid se ha transformado en lo aspiracional para quienes buscan salvaguardar sus capitales y disfrutar de la calidad de vida de una ciudad en la que se sienten como peces en el agua.

Son oleadas las que llegan —venezolanos, colombianos, ecuatorianos, argentinos y ahora muchos mexicanos—. Las olas sucesivas de migración de capitales y de adquisición de bienes demuestran que la intranquilidad ocasionada por sistemas de gobierno poco amistosos con las actividades privadas ahuyenta a los capitales y genera un círculo vicioso de empobrecimiento.

Y así como en los Estados Unidos la gente busca la ‘green card’, y afincarse en una sociedad en la que viven; también vemos ahora como para los estudios jurídicos resultan muy atractivos los trámites que desembocan en tener la ciudadanía española, portuguesa, italiana, y así adquirir el ambicionado pasaporte válido en toda la Comunidad Europea.

Así son los vaivenes de la vida. Madrid se transforma cada vez más en una ciudad cosmopolita, foco de atracción para los latinoamericanos y también gente de otras latitudes. Sus barrios tradicionales empiezan a ser tomados por la gente adinerada que llega desde el otro lado del océano, que se mimetiza con los castellanos y españoles de todas las regiones de ese hermoso país. Mientras tanto en nuestra América, se aguzan las diferencias, los pueblos se polarizan, se vive una inseguridad que acosa y una pobreza que lastima.

naturaleza y nunca piensan en el futuro del país. Reflexionar y rectificar el rumbo de tantas equi vocaciones sería lo correcto; pero no, la falta de preparación y las ambiciones personales pueden más que entender que la seguridad y desarrollo del país son más importantes que el discurso repetitivo y cansino de los políticos de siempre, que han terminado con la credibilidad de la gente.

Muchas personas con prestigio y conocimiento han silenciado sus voces ante tanta politiquería que nunca tiene claro lo que quiere. O lo tienen muy claro, que han confundido el pensamiento del pueblo sumiéndolo en la incertidumbre y la apatía. ¿El Ecuador vive lo que realmente se merece? Los objetivos que marcan nuestra existencia nos indican el camino a seguir. Nuestra vida intelectiva está compuesta por funciones psíquicas que nos permiten conocer, analizar y pensar cómo está conformada la sociedad, para no dejarnos engañar por quienes viven por y para la política. No podemos permitir que la corrupción organizada, interesados y charlatanes decidan el futuro del país. El destino de los pueblos no se elige con posiciones radicales ni bravuconadas de gente que en el pasado causó mucho daño al país, provocando la fuga de cerebros y personas que labran su destino en otros países para sustentar el futuro de su familia. El dejar hacer, dejar pasar, el fanatismo y las formas radicales de gobierno destruyen vidas e ilusiones. Si queremos cambiar el país, debemos recuperar el respeto y la dignidad, desterrar el miedo, el temor y los planes de gobierno con mentalidad populista. Aprendamos de los errores cometidos por una Asamblea Nacional politizada e incapaz, que tuvo que irse con el 96% de rechazo de la población. ¿De qué sirve ganar elecciones con los mismos de siempre, si nunca entendieron las necesidades de la colectividad? El cambio radical, las políticas públicas con servicios de calidad, es lo correcto.

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