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presidirá la Asamblea?
Directora Nacional Gabriela Vivanco Salvador
Editor General: Jean Cano
Editor Regional: Fabricio Cevallos Chávez
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Año: XXXIX No. 10.746 tras la destitución de Guadalupe Llori, considere volver a la presidencia. ¡Se ven cosas!
Nuevamente, la suerte del país está en juego, no solo por la próxima posesión de las dignidades recientemente electas sino también, porque el 14 de mayo la Asamblea debe seleccionar a sus nuevas autoridades.
KLÉBER MANTILLA CISNEROS klebermantilla@yahoo.es @kleber_mantilla
No existe órgano más desprestigiado y con menor credibilidad que la Asamblea Nacional. Son muchas las encuestadoras que han coincidido en que el Legislativo, según los sondeos ciudadanos, no goza de la simpatía de nadie. Y, si se quisiera alguna otra confirmación, el termómetro ciudadano, ese que todos tenemos incorporado y que utilizamos en cada conversación informal con un taxista, obrero, compañero de trabajo o comerciante, sin duda, ratificaría lo que los números indican.
CARLOS FREILE
Virgilio, en su Eneida (III, 41), da este consejo: “Respeta al difunto” (‘Parce sepulto’). Estas palabras vienen a la memoria con motivo de ciertas reacciones ante el fallecimiento trágico de un personaje de mucha influencia en la vida nacional, sobre todo en el campo educativo. Toda persona al morir deja recuerdos de errores y aciertos, triunfos y fracasos; frente a ella los demás debemos mantener un respeto básico. Este respeto no significa aprobar la totalidad de sus acciones, condescender con sus equivocaciones o aceptar co’, ‘horror’, ‘espanto’, ‘fobia’ y, todas las acepciones nos llevan al miedo intenso. Luego la sucesión de actos violentos que se ejecutan para infundir terror, son formas de pavor y miedo profundo que desestabilizan la vida común y corriente de una población, obligando a sus miembros a tomar m edidas extremas y, en muchos casos, a encerrarse en sus propias viviendas para evitar agresiones y salvaguardar su vida e integridad.
A esto hemos llegado en el país. Los negocios de toda índole, las farmacias, almacenes, las viviendas, en fin, son espacios de prisión con ba-
Aplaudo el interés de aquellos escasos asambleístas que piensan que existe todavía la posibilidad de hablar de consensos y mejores días para el legislativo. Si esa fuera la consigna de todos, el país contaría con menos juego político y más leyes para solucionar los problemas que apremian y angustian al país. Pero, la realidad es otra. El tablero y la suerte ya están echadas, Saquicela intentará negociar su permanencia, mientras que las demás bancadas, guardan la esperanza de captar por la fuerza del oportunismo, un asiento en el CAL. Lo que más sorprende es que Pachakutik, sus opiniones. Al hacer un balance de una vida, superficial o profundo, debe imperar la ecuanimidad, sin por ello renunciar a las propias convicciones. Se alcanza extremos de miseria espiritual lanzando burlas por la forma en que a alguien le llegó el último suspiro, porque se pretende considerar que no ha sido acorde con la forma de vida o las palabras del difunto.
Cuentan que cuando Carlos V, emperador de Alemania, conquistó en una guerra la ciudad en la que estaba enterrado Lutero, al cual había combatido en vida, uno de sus capitanes le sugirió desenterrar el cadáver. Carlos le respondió: “Ha encontrado su juez. Yo hago la guerra contra los vivos, no contra los muertos”. Más allá de la convicción católica del premio o castigo después de la muerte, los hom- rrotes de hierro y cadenas, donde sus dueños y dependientes son encarcelados por su propia voluntad en esa especie de búnker en el que se han ido convirtiendo los locales comerciales y residencias.
La autoridad que deba definir como ‘terrorismo’, o no, deberá ser proba y juiciosa. Quienes deban calificar los actos delincuenciales de ‘terroristas’, deberán tener la cautela para hacerlo con absoluta conciencia y responsabilidad, no vaya a ser que con este membrete se produzcan venganzas políticas, persecuciones, pues la figura de ‘terrorismo’ no ha sido utilizada en el medio, a no ser bres de bien reconocen la imposibilidad de defensa por parte del difunto, por eso se puede analizar la obra de personas con influencia, pero constituye una bajeza sin nombre insultarlas y burlarse de manera chabacana y procaz. No podemos saber cuánto de envidia, de revanchismo o de resentimiento se agazapa detrás de ciertos comentarios, ni queremos entrar en el asunto. Que cada cual tome el caldo que prepara; no es nuestro papel condenar a nadie, pero sí llamar a la reflexión para elevar el nivel de las relaciones interpersonales, tan deteriorado en este triste país. en el gobierno de Correa, que sirvió para perseguir perversamente a unos cuantos opositores.
Seguro le pasa lo mismo que a mí. Está esperando sin expectativas que llegue mediados de mayo para ver quiénes son los elegidos. Esta Asamblea es cualquier cosa, menos un centro de debate político, jurídico y académico. La rigurosidad y la sensatez, son adjetivos inapropiados para referirnos a quienes actualmente la componen. Entre el juicio político al presidente, su inacción frente a la inseguridad y el poco nivel argumentativo de las sesiones, la Asamblea no parece merecer nuestra preocupación. Al final, que salgan unos, se queden otros o vengan unos nuevos, no es garantía de progreso o calma, tan solo es un capítulo más de la misma comedia.
Si el irrespeto prima entre los vivos, empeñémonos en que por lo menos los muertos no sean tratados de vil manera, puede ser el primer paso para curarnos de nuestro aniquilador canibalismo permanente.
Seguro aparecerán los detractores del régimen actual que se han servido de esta amarga y dolorosa verdad para desprestigiarlo; ahora estarán prestos a criticarlo como un gobierno que atenta contra los derechos humanos y así se cumplirá el adagio popular: “palo porque boga y palo porque no boga”, pero entonces, ¿qué mismo quieren?
Ciertamente los ciudadanos ya no soportamos el estado de sitio en el que nos han puesto los delincuentes, pero tampoco hay que olvidar la oscura, irresponsable y reprochable labor de algunos jueces que, ante actuaciones válidas de la Policía para capturar a malandrines muy peligrosos, han botado al tacho de basura el riesgo de los uniformados e inmediatamente y sin explicación han puesto en libertad a los delincuentes.
Lacastración química temporal y reversible para el delito de abuso o agresión sexual está conectada con el escenario de guerra del Ecuador actual que ha declarado terroristas a ocho bandas delictivas. Los derechos humanos, la equidad de género y los derechos de la niñez requieren depuración, investigación y actualización. Hay sanciones legales frágiles para la violencia sexual, intrafamiliar y la pornografía infantil. Más, si el presunto agresor es un legislador. El caso del asambleísta Peter Calo esconde un entramado bastante complejo que combina el acoso sexual con la ética, lo legal con lo ilegal, el reclamo politizado de grupos feministas y la compra-venta de situaciones escandalosas.
Según Fiscalía y la Policía, el polémico legislador fue aprehendido en flagrancia en un hotel. Fue acusado de presunta violación a una jovencita de 19 años embarazada. Peter pidió que le lean sus derechos en lengua quichua. Una jueza lo liberó rápido, demostrando la inseguridad jurídica vigente traducida en impunidad tóxica. Lo mandaron a casa con un grillete electrónico y presentación periódica en los tribunales. Simultáneamente, el portal GK, relata otro proceso legal abierto por estafa en su contra y de su esposa Nelly por la venta irregular de un terreno en el cantón Salcedo, en Cotopaxi. Su nombre, Diego Fernando Calo Caisalitin, lo cambió a Peter para ganar luego una curul con Pachakutik, organización que pronto lo expulsó. Recién se autoproclamó ‘rebelde’ y coqueteaba con el correísmo.
Esa mañana Calo acompañó con poncho rojo a su colega Mireya Pazmiño a denunciar al presidente por presunto peculado en Fiscalía. La misma causal controversial de un juicio político que huele y sabe mal por el mercadeo de votos y esas contradicciones torpes de los acusadores al presentar pruebas. Tremendo debate desatado alrededor de una clase política desprestigiada, ineficiente e inoperante que entiende a la corrupción y a cada violencia con muletillas y leyes huecas. Una polarización dañina que evita la innovación de políticas públicas coherentes para enfrentar la pobreza y el narcotráfico.
¿Y las marchas de mujeres con pañuelo violeta en entredicho? ¿O es que desaparecen por los sorpresivos fenómenos naturales: deslaves, inundaciones y sismos? Acaso, ¿Peter Calo es un ser inadvertido? ¿Ya se agotó la indignación por el feminicida que saca gente a la calle cuando se produce en un cuartel de policía, pero es invisible cuando usa poncho? ¿Ya no hay mujeres gritando ni por la escasez de medicinas, la impunidad en juzgados, ni contra el violador sexual que aprueba las leyes?
El Estado debe garantizarnos la paz y bienestar y, en esa medida, agotar todos los medios para combatir al hampa y aplicar los métodos necesarios por drásticos que sean, pero insisto, con la justicia y autenticidad, para que el remedio haga efecto y no sea peor que la enfermedad, porque, ahí sí, la paz no será ni una quimera.