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La gente entiende que el IESS no está bien
La crisis del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social no es una de promoción ni de publicidad, sino de diseño fundamental. Diferentes sectores políticos intentan engañar a la opinión pública con excusas acordes a su ideología y agenda. Unos aseguran que la falta de afiliados se revertirá con crecimiento económico —omitiendo que, bajo las reglas actuales, más afiliados generarían más obligaciones—. Otros creen que con reformas cosméticas —como aumentar la edad de jubilación o recortar beneficios— se puede corregir el sistema, cuando bajo la configuración demográfica y socioeconómica actual eso solo postergaría el problema. Si el IESS resulta cada vez menos atractivo para la ciudadanía es porque esta percibe su frágil diseño.
Hoy, la afiliación resulta suma- mente costosa para el empleador y demasiado arriesgada para el empleado —especialmente para los jóvenes que empiezan su vida productiva y que están lejos de cosechar varios beneficios—.
Paradójicamente, las áreas que mejor funcionan —la atención médica y los servicios financieros— no pertenecen necesariamente a la seguridad social y atraen a usuarios que cuestan mucho y aportan poco. Se le exige a una juventud cada vez más esquiva y con un futuro incierto que se haga cargo de generaciones anteriores cada vez mayores, con más beneficios y bajos aportes. Al mismo tiempo la clase política intenta devengar su compromiso constitucional con el IESS usándolo, regularmente, como botín. Mientras esas contradicciones persistan, no tiene sentido esperar un aumento en la masa de afiliados.
Colibrí
La semana pasada mi hija me preguntó ¿ qué pasa con nuestro país, está muy peligroso por la delincuencia y los efectos tan fuertes del invierno, tenemos que irnos? Le dije te voy a contar una corta fábula: “Un día en el bosque se desató un incendio. Los animales, incluso los más fuertes, huían despavoridos, cuando de repente vieron a un pequeño colibrí volar en dirección a las llamas. Asombrados, le preguntaron la razón y la pequeña ave respondió que llevaba toda el agua que podía cargar, una gota, para intentar sofocar ese infierno. Algunos lo tildaron de loco. Otros se burlaron. Todos le dijeron “pero infeliz, ¿crees que tu esfuerzo servirá de algo?” El colibrí respondió “no lo sé, tal vez no, pero yo voy a hacer mi parte”.
Más allá de la moraleja que se explica por sí sola. Comparto este relato, porque si bien es verdad que estamos viviendo momentos muy difíciles como sociedad, también es cierto que no debemos caer en la desesperación, siempre hay algo que podemos hacer. La historia tiene una razón, y es que este pequeño animalito, no es solo una de las aves más bellas que existen, sino también de los más inteligentes y nos conviene aprender de ellos.
El colibrí sabe cómo adaptarse a las situaciones para sobrevivir, a lo largo de su evolución lo ha demostrado. La cruda realidad que atravesamos los ecuatorianos demanda adquirir esa habilidad. Por muy indefensos o pequeños que nos lleguemos a sentir ante los problemas, afrontemos los cambios negativos en nuestra vida, actuando con inteligencia, organicémonos en nuestros hogares, barrios, lugares de trabajo, etc. Exijamos de las autoridades la parte que les corresponde. Fomentemos la cultura de prevención en todos los aspectos, generemos círculos de confianza y ayuda para articular acciones inmediatas ante una emergencia, sumemos esfuerzos contra la delincuencia. Sólo unidos y solidarios tendremos la ventaja que necesitamos ¡Nos tocará vencer los días más difíciles, para ganar días mejores!
El segundo acto se abre con la presentación de los 7 magos del Consejo de Administración Legislativa de la Asamblea Nacional (CAL) que con fanatismo e ignorancia sublimes , intentarán hacer desaparecer al Presidente y desconocer el sistema democrático Finalizarán este número con el sombrero del cinismo tratando de convertir en mandatario a un ‘conejo’ de apellido Saquicela.
Luego viene la Gran Iza, este monstruo, con mentalidad egoísta y maquiavélica no solo goza de impunidad, sino que intentará nuevamente calentar las calles, incendiar las ciudades del país y amedrentar a la Corte Constitucional para que dé paso al juicio político contra el Presidente. Corren los rumores de que está manejado a control remoto por algunas mentes obtusas y llenas de resentimiento. Los más atrevidos llegan a insinuar que hay unos titiriteros en Bélgica o en un islote paradisíaco del río Babahoyo, que podrían inspirar sus grandes hazañas destructoras. Por último, nuestro espectáculo principal: el desfile de 137 payasos que saldrán a bailar al ritmo que les pongan en la Asamblea. No olvide reservar su asiento, gaseosa y preparar canguil, porque, eso sí, aunque usted financió este gran circo con sus impuestos, lo que aquí no verá es: seguridad ante la delincuencia, acceso a la salud digna y a una educación de calidad Este es, sin duda, un espectáculo lamentable, pero imperdible.
Dejando de lado la lamentable tragicomedia que es el país en manos de estos politiqueros, podemos decir que definitiva- mente necesitamos un sistema libertario , porque eliminaremos estos circos de políticos nefastos que tanto daño le hacen a Ecuador. Lo que hoy tenemos solo beneficia a la casta política. En el libertarismo no hay impunidad, pues todos somos iguales ante la ley. Se impulsa la eficiencia en los sectores con un Estado menos interven cionista y de mayor calidad. Por eso se convierte en el único camino a la prosperidad. Pidamos sin miedo: ¡menos circo, menos Estado y más Libertad!