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La amistad, un tesoro invaluable…
En la actualidad en la que a menudo estamos inmersos en nuestras propias rutinas y obligaciones; la amistad nos recuerda la importancia de las conexiones humanas, para sostenernos, impulsarnos y ayudarnos a convertir los momentos ordinarios en extraordinarios; razón por la que la amistad verdadera es un tesoro, que jamás debemos dar por fijo, para honrar a aquellos que nos acompañan con su afecto desinteresado en nuestro andar por la vida, indudablemente ciertos de que la amistad a través del tiempo y la distancia, siempre serán un pilar fundamental para ofrecernos apoyo, compañía y alegría. Amigos queridos al respecto les comento que en el calendario de conmemoraciones el 30 de julio está marcado como el Día de la Buena Amistad, ocasión propicia para tomarnos un tiempo y pensar sobre los lazos fraternales que la fortalecen para unir, para valorarla y cuidarla, particularmente antes de perderla sin opción a recuperarla. Y es que, hasta hace poco tuve el privilegio de contar en mi vida con un amigo, de esos de verdad, de los que muchas veces hacen el papel de un hermano cercano, mi confidente más leal, el que siempre fue solución por sus habilidades, quien fue calma para mis tormentas, el que me daba su mano para levantar mi autoestima por más baja que estuviera, con ternura y sobre todo con generosidad; un amigo que estaba allí por más kilómetros que nos separaron para consolar mi desaliento desde el compromiso de su amistad. Él, siempre con su sonrisa luminosa, producto de una conciencia tranquila y un corazón grande; motivándome con sus mejores palabras de apoyo cuando más sola me sentía, y entre otros tantos detalles hermosos de ser mi amigo, contándome lo feliz y bendecido que se sentía con su compañera de vida, sus maravillosas hijas y su familia a quienes amaba entrañablemente y enviándome a diario al WhatsApp sentidos mensajes de la Biblia, para acercarme más a Dios y para cuando él ya no esté aquí.

Sin embargo, un día sin previo aviso y sin compasión la muerte me lo arrebato, llevándose con él a uno de los pocos hombres buenos, honestos y sabios, que hacia la diferencia con su existencia en la tierra; quien me apreciaba tal cual era con todos mis defectos, haciendo que cualquiera de mis pocas virtudes iluminase mis sombras y que ahora en honor a ese caballero me obligare a expresar con más frecuencia para hacerlas más grandes. No puedo negar que llore inconsolablemente por su partida y que de pronto y por un instante mi dolor se apaciguo, por el ruido que la luvia provocaba al caer a cantaros en lo profundo del vacío que me dejaba, tan intenso como si el mismo cielo llorara con tanta tristeza; deteniéndome en cuestionarme porque a él si no lo merecía y haciendo que sienta un intenso frío y desolación, aunque casi ya no nos veíamos. Pero sé que con el paso del tiempo que no es mucho, te deseo de todo corazón que descanses en paz amigo querido y no te olvidaré, siempre serás uno de los mejores recuerdos en mi existencia, que me motivarán a ser mejor hasta volver a vernos; con la seguridad de que el lugar que tienes en el cielo es el de uno de los más bellos ángeles, que acompañarán eternamente al creador.
Esta es una amistad basada en confianza, respeto mutuo, empatía y afecto; un tesoro invaluable, que ni la muerte podrá hacerla nada más pequeña, amistad de esas que enriquecen emocionalmente como seres humanos y nos acompaña tanto en los momentos felices como difíciles de la existencia, la que no solo nos brinda alegría y diversión, sino que también nos proporciona numerosos beneficios para la salud física y mental, que como lo aseguran ciertas investigaciones científicas, cuando son amistades sólidas reducen el estrés, fortalecen nuestro sistema inmunológico, ayudándonos a vivir vidas más plenas y satisfactorias; sin dejar de considerar que existen diferentes tipos de amistades, cada una con características únicas y propias, que pueden variar desde la amistad de la infancia en la que compartimos juegos y travesuras, hasta la amistad adulta basada en intereses comunes o apoyo mutuo y que cada tipo de amistad nos enseña lecciones valiosas, permitiéndonos crecer como personas.
Mi consejo no pedido pero sugerido, disfrute de la verdadera amistad con que cuenta, aquí y ahora cuídela y no espere a que no pueda agradecerla a ese amigo o amiga, por contribuir con su amistad a hacer de su existencia un privilegio y a cada uno de ustedes espero haber causado una sensación buena el contenido de este artículo, que fue hecho para ustedes con el mayor aprecio, para los amigos que están y también para los que ya partieron, deseándoles un ¡Feliz Día de la Amistad! a todos.