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Hispanoamérica: la hora de liberar todo su potencial
Carlos Buitrago Office Manager McKinsey & Company, Ecuador
El mundo está entrando en una nueva era caracterizada por la reconfiguración de la globalización, la multipolaridad geopolítica, transformaciones en las estructuras productivas y los sistemas energéticos, la aceleración de plataformas tecnológicas transversales y disruptivas, y cambios en las fuerzas demográficas.
En este contexto cambiante, cobra mayor importancia la resiliencia frente a la incertidumbre.
La resiliencia es una característica que Hispanoamérica siempre ha tenido: hemos desarrollado, por nuestra propia historia, la capacidad de ser versátiles, sortear los obstáculos y adaptarnos con rapidez. Y aunque por ello estemos relativamente bien posicionados para enfrentar la nueva era, existen grandes retos por delante: lograr un crecimiento robusto que responda a las demandas sociales, repensar el andamiaje empresarial para ser más competitivos, potenciar la creación de nuevos negocios nativos digitales y apalancados en la inteligencia artificial, aprovechar de manera sostenible nuestros vastos recursos naturales, avanzar la inclusión socioeconómica y la diversidad, o profesionalizar el talento, entre otros.
Como punto de partida, es un momento propicio para repensar nuestra definición de crecimiento. No solo se trata de generar ganancias, sino de buscar un impacto positivo holístico, incluyendo al planeta y a las personas.
Un crecimiento sostenible e inclusivo, para ocupar un rol más preponderante en el nuevo orden mundial, y también para asegurar a las generaciones futuras un mundo mejor. ¿Cómo lograrlo? Si miramos el sector empresarial, la región cuenta con pocas multilatinas, pero hay un gran número de pequeñas empresas que podrían volverse más productivas y generar los ingresos fiscales para financiar reformas estructurales necesarias. Existe espacio para construir muchas más empresas medianas que compitan en mercados globales, incrementen las exportaciones y generen empleos de calidad.
Además, es importante desarrollar consumidores de clase media cuyo gasto impulse la demanda interna y la inversión en el desarrollo de bienes y servicios más diferenciados.
Asimismo, la digitalización desempeña un rol fundamental, ya que puede ayudar a las empresas medianas a reducir rápidamente la brecha de productividad con las empresas más grandes, descentralizar el trabajo, y ofrecer productos más accesibles para las clases vulnerables.
De hecho, Hispanoamérica se ha posicionado como terreno fértil para el desarrollo de startups y ecosistemas digitales, y ya cuenta con varios unicornios que nos llenan de orgullo.
Por otro lado, la sostenibilidad y el cambio climático cobran más relevancia que nunca.
Tenemos frente a nosotros la asignación de capital más grande de la historia de la humanidad: para alcanzar la neutralidad de carbono se necesitan US$9.200 millones de inversión anual de aquí a 2050 — el 7,5% del PIB.
Esto implica inversiones para ampliar la oferta de energía renovable, cambios en la matriz de consumo, eficiencia energética, electrificación del transporte y de los procesos industriales, pero también reforestación y mercados de carbono, economía circular, hidrógeno verde, captura y almacenaje de carbono, y otras tecnologías.
Hispanoamérica si se lo propone puede atraer gran parte de esos fondos.
Contamos con ventajas competitivas en cuanto a la disponibilidad y la calidad de recursos naturales para la generación renovable (desde los vientos de la Patagonia, o el potencial solar estimado en todo el territorio de Ecuador con fines de generación eléctrica, equivalente aproximadamente a 15 veces el potencial hidroeléctrico técnico y económicamente aprovechable que tiene el país), que nos permite incluso pensar en una industria de hidrógeno verde y derivados competitiva y exportadora.
La región también posee una capacidad de abatimiento de carbono única (a través de la forestación y la revalorización de su gran biodiversidad) y una importante riqueza mineral esencial para la manufactura de tecnologías de descarbonización.
Por último, para que el crecimiento sea inclusivo, es fundamental nutrir el talento local y desbloquear la innovación. Aunque la mayoría de las empresas hispanoamericanas han avanzado relativamente en la agenda de diversidad de género e inclusión de grupos subrepresentados, sólo una de cada tres implementa medidas para incluir a personas de distintos contextos socioeconómicos. Otro reto para esta nueva era es generar un cambio en los liderazgos: contar con más líderes ambidiestros, que sepan jugar tanto a la defensiva como a la ofensiva, planear para el futuro a la vez que actúan en el hoy capturando las oportunidades.
Buscamos nosotros ser un aliado de impacto que ayude a crear valor de manera integral. Con sólida presencia en la región y profundo compromiso con el desarrollo de sus países, contamos con talento global con experiencia y conocimiento en transformaciones de empresas e industrias. Estamos convencidos de que, en la cúspide de esta nueva era, Hispanoamérica puede ofrecer al mundo seguridad energética y alimentaria de manera sostenible, un pool de talento joven y diverso, y nuevos productos y servicios competitivos, acelerando la digitalización, creando nuevos negocios y abriendo múltiples caminos.

Es el momento de catalizar un ciclo de crecimiento dinámico, sostenible e inclusivo. Es el momento de desbloquear juntos el vasto potencial de Hispanoamérica.
Carlos Buitrago Office Manager McKinsey & Company, Ecuador