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La persistencia del horror
Dr. Alan Cathey Dávalos acathdav@gmail.com
El Olvido Altera La Memoria
Salvador Dalí pinta, en 1931, uno de sus más icónicos cuadros, dentro del surrealismo, del cual es maestro indiscutible. Este cuadro es un intento por conciliar, a través del arte, la comprensión del concepto relativista del espacio-tiempo, que Einstein postulara unos años antes. Juega con unos relojes blandos y desvaídos, que, inexplicablemente, siguen su marcha y marcan la hora, en un escenario onírico, muy propio de la vasta imaginación de Dalí.
Existen numerosas interpretaciones de la obra, a cuál más sesuda y profunda. Me imagino que cada persona, como sucede por lo general en la estética artística, percibirá la obra a su manera, según las emociones que le despierte. Mi percepción, es la de estar ante un tiempo que va cambiando conforme se aleja, difuminándose en una bruma leve, que altera la memoria y el recuerdo. El tiempo se encarga de borrar esquinas y planos, y lo vuelve incierto y relativo.
Esta interpretación, que se me hace plausible ante la evidencia personal de cómo el olvido nos gana terreno cada día, y las memorias de hechos y de libros se pierden o se alteran, tan alarmante y dolorosa como es para cada uno, a una escala social, resulta ser un fenómeno aterrador.
Significa que, masivamente, la sociedad adopta la amnesia y el olvido del pasado, sea por pereza, por comodidad, o incluso por sentimientos de culpa, que prefiere borrar antes que enfrentar y resolver.
La repetida, y no por esto menos acertada admonición del historiador Carlos Santayana, de que los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla, como que se pasa por alto, en estos procesos de irrelevancia y desinterés por la memoria de la colectividad.
En alguna medida, encontramos explicación para lo que en el título de éste comentario se plantea, la persistencia del horror, al perderse la memoria colectiva de los espeluznantes episodios, en los que el atavismo primitivo es sacado a flor de piel, por la manipulación de los peores instintos tribales de los grupos humanos, en torno a identidades asesinas de religión, raza, ideología o clase, hábilmente aprovechadas por operadores políticos, que se valen de tales recursos para aglutinar tras suyo a unas masas movilizadas en torno al odio a un “enemigo” construido al efecto, a unos “otros”, imaginados como amenazas al grupo exclusivo y único al que cada sujeto se empeña en pertenecer.
El Helicoide
Solo así se explican las declaraciones que en días pasados realizará el dictador venezolano Nicolás Maduro, al recibir emocionado una maqueta muy detallada del edificio donde el horror de su dictadura se plasma de la forma más atroz.
Se trata de El Helicoide, un centro comercial que el visionario Hugo Chávez, tras expropiarlo en alguno de sus arrebatos de “socialismo”, lo destinó para que en el operará el centro neurálgico de cualquier dictadura que se precie de serlo, su servicio secreto, a cuyo cargo está la represión de opositores y desafectos, las amenazas más peligrosas al régimen.

Puerto Quito, 28 de julio de 2023
CONVOCATORIA A ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
En atención al artículo 20 del Estatuto del Club Deportivo Formativo Especializado F.C Real
Puerto Quito”; se convoca a la Asamblea General Ordinaria a todos los socios del CLUB para tratar temas relacionados con la reforma de estatutos para la FEDERACIÓN ECUATORIANA DE FÚTBOL, el día domingo 30 de julio de 2023 a las 19:00, a través de la plataforma Zoom (medios electrónicos), con el siguiente orden del día:


1. Constatación del Quorum e instalación de la sesión.
2. Instalación de la reunión a cargo del presidente.
3. Lectura y aprobación de la reforma de estatutos.
4. Clausura.
Nota: En caso de no haber el quorum a la ho ra señalada se esperará una hora y se dará inicio a la sesión con todos los presentes y todos los acuerdos que se tomen se harán válidos.
Atentamente:
Para la dictadura, cualquier dictadura, es indispensable poder mostrar una imagen física del terror, un edificio que despierte una reminiscencia del infierno, en cualquiera de los muchos imaginarios que lo definen, un espacio de sufrimiento, de humillación y de dolor, para que la población sepa, o peor aún, intuya o imagine, lo que la puede aguardar, si no agacha la cabeza ante los autócratas.
El Helicoide se ha convertido en ese símbolo esencial de la dictadura, en el cual se despoja de su humanidad al detenido, a golpes, por el hambre, las descargas eléctricas, en fin, por todos los medios de tortura que la capacidad de los bien entrenados verdugos es capaz de imaginar y usar para destruir la voluntad y la resistencia de sus víctimas. El Helicoide es a Venezuela lo que Isla de Pinos es a Cuba, un Gulag tropical, del que pocos salen, y quienes lo hacen, son espectros muertos en vida a los que se despojó de cualquier dignidad.
Es lo que fuera la ESMA en la Argentina de Videla, donde las torturas y violaciones anticipaban el atroz destino de los “vuelos de la muerte”, que culminaban con el lanzamiento de los presos, aún vivos, al océano Atlántico, desde los aviones de la Fuerza Aérea. El Helicoide dio un paso más en esta técnica, evitándose la necesidad del vuelo, arrojando, desde el mismo edificio, directamente, a los presos al vacío, ahorrándole al Estado costosos vuelos.
Es lo que en Nicaragua representa el Chipote, el legendario centro de tortura de Anastasio Somoza, espantoso destino de quienes se levantaron contra un régimen, que ahora se ha vuelto inspiración y modelo para un Daniel Ortega, que ha rehabilitado y puesto a punto a este venerable centro del horror, donde la juventud nicaragüense, como en el pasado, puede ser masacrada y torturada en un local de indudable prestigio para tales menesteres.
Es lo que representa la tristemente célebre cárcel de Evian, en la Teherán de los ayatolás, tan cercanos y tan caros al dictador Maduro, donde se viola a las jóvenes iraníes, por el nefando crimen de no usar velo o no cubrirse el cabello, antes de matarlas a golpes por la muy moral policía de la teocracia, y donde se ejecuta a las personas por unos delitos tan extraordinarios y novedosos como el “odio contra dios”, o la “enemistad con dios”, por los que cientos de opositores han sido asesinados en la horca.
El Helicoide representa a todos estos centros de horror, actuales y pasados, donde el ser humano es brutalizado y destruido por una maquinaria de represión, refinada por largos años de práctica y de conocimientos y técnicas obtenidas e intercambiadas en toda la serie de “universidades del horror”, que se han difundido con gran éxito, ante la cada día mayor demanda de estos servicios por parte de los autoritarismos en pleno auge.

La P Rdida De La Verg Enza
Lo extraordinario de lo acontecido hace unos días, con las declaraciones de Maduro, es, ya no sólo el reconocimiento público que hace respecto de un centro de tortura y asesinato de opositores, algo que, en tiempo pasado se negaba vehementemente, pues provocaba un elemental sentimiento de vergüenza, sino su exaltación y alabanza moral, elevando a este escenario de horror a una categoría ejemplar, de servicio público meritorio.

Como si ayer Hitler hubiera hecho una apología de Auschwitz o de Treblinka, o si Stalin hubiera elevado a sus 400 Gulags a instituciones de beneficencia. Algo así planteó Félix Dzerzhinsky, fundador de la policía secreta comunista la Cheka, sobre las sólidas bases de la Okhrana zarista, al hablar de sus verdugos como individuos de “manos limpias, mentes claras y corazones ardientes” que, con el arraigado hábito del plagio, fuera incorporado a algún imaginario político tropical, sin citar fuente. Vemos cómo el horror persiste y se perpetúa en el tiempo, volviéndose rutinario, habitual, y de esa forma, normalizándose.
La filósofa Hannah Arendt percibió ya, durante el juicio a Adolf Eichmann en 1961, por su participación en los detalles operativos y logísticos del Holocausto, lo que denominó “la banalidad del mal”, dejado en manos de subalternos de tercer nivel, a los cuales se ordena, para que, como autómatas despojados de conciencia, ejecuten instrucciones superiores.
El estado de “sus pensión” de la conciencia, se logra con el previo trabajo de integración colectiva a una identidad, cuyos slogans logran borrar la capacidad crítica y ética.
La banalización del mal está presente a diario en nuestras vidas, en los noticieros que dan cuenta, ya a manera de recuento, cuántos asesinatos se han producido, y bajo que modalidad, hasta el punto de que no se sabe si hablan de algo real o se trata de alguna de las innumerables series y películas que incesantemente pasan por televisión o el celular.
La banalización del mal llega al punto de crear imaginarios sobre la vida y milagros de los peores delincuentes, o en balbuceos que pasan por canciones, en los que el mensaje, reducido a un monótono recitado de incoherencias, exalta al criminal como modelo a seguir.
GOYA Y LOS “SUEÑOS DE LA RAZÓN”
De nuevo, el artista nos da algunas pistas que permiten, desde su perspectiva estética, el comprender el inconsciente colectivo de una época.
En este caso, se trata de Francisco de Goya, que vive ese crucial momento de la filosofía europea, la Ilustración, plasmada en la Revolución Francesa, donde la Razón se convierte en el nuevo mito y arquetipo, tanto en Europa, como en su entorno cultural, en América, Australia y Nueva Zelanda.

Con una premonición extraordinaria, Goya produce una serie de bocetos en los que unos monstruos asaltan al hombre racional mientras duerme. La colección es presentada por Goya bajo un título inquietante, “Los sueños de la razón, producen monstruos”.

De nuevo, la interpretación del título se presta a diversas comprensiones, de las qué tal vez la más apropiada, de cara a circunstancias que están en el futuro, es aquella que entiende el riesgo que implican las utopías, como sueños de la razón, que fácil - mente se transforman en las pesadillas que vivirá el mundo a lo largo del siglo XIX, cuando muchas de estas ideas se formulan y transforman en las ideologías que se impondrán durante el siglo XX, que verá el auge del nacionalismo, del racismo, del supuesto socialismo “científico” y que postula el materialismo dialéctico, como una de las soluciones racionalistas absolutas para la organización de las sociedades.
Rápidamente adquieren características religiosas, con sus “Libros Sagrados”, sus profetas y demiurgos, con nuevas iglesias, patriarcas e inquisidores para erradicar herejías y quemar herejes.
Esos monstruos de los sueños de la razón serán los que devoren al humanismo, que fuera la propuesta del Renacimiento y de la Ilustración, y serán esos monstruos de los que se busca hoy escapar, cerrando los ojos ante el mal, confiados en que, al abrirlos, por arte de magia, se habrán marchado.
Son esos monstruos los que devorarán el alma de la cultura europea y occidental en los hornos de Auschwitz, en los Gulags, insidiosamente, en la pérdida de su sentido histórico y de su trascendencia, en la fastuosa herencia que esa cultura ha aportado al mundo, única creadora de conceptos como los derechos humanos, las libertades individuales y una ética humanista sin parangones.
Vienen Para Quedarse
Lo terrible es que vinieron a quedarse, a ser quienes recuperen su antiguo y omnímodo poder, su calidad de amos y señores, libres de cortapisas y de límites. La persistencia del horror es posible tan sólo en la desmemoria, en la negativa de quienes tuvieron, al menos por unas pocas décadas, el beneficio de una libertad, con todas sus falencias y reservas, como no la ha tenido el mundo, en ningún otro momento de la historia.
Efectivamente, Goya fue capaz, a través de la iluminación artística, de prever los riesgos que conlleva el ejercicio de la razón, cuando no se la sujeta con las riendas de la ética. Su advertencia premonito - ria no impidió lamentablemente el surgimiento de esos monstruos, que hoy en día se han regado por el mundo.
Los hemos visto en la China de Mao, sacrificando en sus altares a 50 millones de personas hace 75 años, encerrando en campos de reeducación, un eufemismo para los de concentración, a la minoría uighur, básicamente por motivación racial y religiosa, desde hace unos años, o a los utopistas camboyanos exterminando a la mitad de sus compatriotas por carecer de callos en las manos o usar lentes, o a serbios exterminando musulmanes bosnios, en una limpieza étnica hace menos de 30 años. Ahí siguen las utopías fracasadas aferradas al poder en Norcorea, desde hace 70 años, o en Cuba, desde hace 60.

¿Y LOS BENEFICIARIOS DE LA LIBERTAD?
Y mientras tanto, entre los beneficiarios de las libertades y los derechos, perdiendo de día en día la memoria del horror, en una suerte de Alzheimer colectivo, que permite apenas recordar el camino al más próximo centro comercial y el último producto que mostró la publicidad, presentado como la solución definitiva para problemas de tanta relevancia como el acné, la obesidad o la caída del cabello. Ante estas catástrofes, ¿cómo pedir que se recuerde la persistencia del horror?