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Cuicocha: historias y misterios

Ramiro Ruiz R.

El complejo volcánico de Cuicocha, está en el Cantón Cotacachi, pertenece a la Reserva Ecológica Cotacachi-Cayapas.

Considerado entre los 100 primeros sitios más importantes del mundo por la UNESCO en el programa que propuso 181 lugares como candidatos de 56 países, evaluados por 33 expertos internacionales.

En 1990, el Grupo de Trabajo Global de Geositios, de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS), con ayuda de Progeo, a Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y la UNESCO, desarrollaron una base de datos de sitios geológicos de relevancia internacional en varios países europeos. En 2021, la Comisión Internacional de Geopatrimonio de la IUGS actualizó y reformuló esta decisión necesaria en el Programa Internacional de Ciencias.

El complejo volcánico está en la reciente lista de organismos internacionales, como uno de los destinos más atractivos para viajes, investigación científica y turismo.

Cuicocha es un volcán. La Unesco resolvió acogerlo en el libro de los 100 lugares más importantes y hermosos del planeta.

Historias Escondidas

Cuicocha esconde historias. Es un misterio. En invierno el visitante se aparta cuando cubre una neblina espesa. En verano es la máxima expresión de esplendor: el agua se multiplica en la gama de colores azules, verdes y plateados. Aquí el color del amor es azul. De esos amores que nunca se olvidan.

Hualcopo Duchicela desde la loma miraba el golpe de las olas contra las rocas recortadas de la laguna. Los islotes en la mitad del lago le parecieron enormes senos de una mujer acostada. Estaba cansado, dolorido. Su reino desmembrado y las derrotas pasadas sumieron a Hualcopo en un profundo abatimiento. Recordaba los días de lucha cuando ocupó Quito con sus tropas y pensó: “Debo retirarme”. Había perdido las batallas frente al narigón Huayna Cápac. Decidió vivir en Atuntaqui, y cuando necesitaba matar la congoja iba a Cuicocha a pensar.

La destrucción del Reino de los Caras y la conquista de los territorios del norte hicieron sudar la gota gorda al Huayna Cápac. No logró reducirlos a su obediencia. Pensaba Hualcopo: los Caras fuimos aguerridos. No nos sometieron al yugo de los Incas. Somos enamorados y amantes de la vida independiente. El exterminio de la tribu de los Caranquis les puso al extremo de rendirse temporalmente. Huayna Cápac con su larga nariz subió a adorar al Sol en Cuicocha. El Sol es la vida, el causante de la fertilidad y está más alto que la luna.

Cuicocha fue el lugar sagrado para rendir culto al agua. Sin agua no existe la vida y la muerte. El agua es esencialmente femenina.

Los Espejos No Existen En La Noche

Para los Incas había sido prohibido mirarse en los espejos. Porque la noche es el momento del alma y los espejos son enemigos del alma. Igual ocurre en el agua. Los lagos como los espejos reflejan las imágenes. Por eso en las ceremonias fúnebres los Incas sacrificaron un perro para que acompañe al alma del muerto y le ayude a atravesar el mar.

La Historia De Los Muertos

Cuando un hombre está próximo a su fin, sus amigos y parientes van al cementerio pensando que su alma podría vagar prematuramente. Ellos la expulsan y cierran simbólicamente la entrada gracias a diversos objetos prestados; entre ellos un espejo. Quien se mira en el espejo por la noche es posible que tenga una muerte solitaria. Cuicocha tiene almas escondidas. Murieron los indios que fueron condenados por el más grave delito social: la ociosidad. El castigo a los ociosos era el más difícil de cumplir: debían llenar un costal de piojos. Como esto era imposible, los recluían y sacrificaban en el Islote grande de la laguna (Teodoro Wolf).

Se transformó en el símbolo de Cotacachi y pasó a formar el elemento principal del escudo cantonal. Los talabarteros han pintado Cuicocha en monederos, chaucheras carteras, álbumes de fotografías, cigarreras, cuadros repujados a golpe.

Los viejos cuentan los misterios que guardan las aguas como la historia del Padre Yurovi. Cuando era estudiante fue de excursión a Cuicocha con sus compañeros de colegio. Navegaron a los islotes, pero si viró el bote en la travesía. El joven vio que se abrían las aguas de color encendido. Rezó a Dios. Le prometió que se dedicaría a su servicio.

Desde ese instante quedó marcado el destino del hombre santo. Las aguas de la laguna jamás se abrieron, ni tenían un color encendido. El sol reflejado en la superficie cristalina produjo el más feo de los sustos.

Todas las generaciones de escueleros aprendieron de otras generaciones. Cotacachi era un lugar privilegiado de los talabarteros que no descansaban nunca. Pero los españoles escogieron a Cotacachi para el descanso. La Marquesa de Solanda vivió en la hacienda Ocampo. En las aguas heladas de las filtraciones de la laguna bañaba su cuerpo, mientras los españoles escondidos entre matorrales se remojaban las barbas con la lengua.

Los cotacacheños descubrieron que Dios tuvo la paciencia infinita para hacer del lago, una obra de arte.

Otra alma bendita nunca regresó al cementerio de Cotacachi. Un grupo de amigos fue a guitarrear, jugar baraja y chupar aguardiente de caña en el Islote Yerovi. Remaron desde el pequeño muelle y se dedicaron a la bohemia. Uno de ellos jamás regresó. Era la hora del diablo. Decían que había remado solo hasta la orilla el costado del Islote Wolf, trepó la pendiente y llegó a la hacienda Santa Rosa a visitar a su amante. La gallada de viejos regresó al pueblo cargando un chuchaqui del infierno y sin atinar a dar ninguna razón sobre el desaparecido.

En 1988 un taxista se lanzó al agua por decepción de amor. En las profundidades del lago los buzos de las

Fuerzas Armadas solo pudieron descubrir las huellas del auto, pero su ocupante debe ser un muerto solitario que seguramente se miró en el espejo retrovisor los últimos minutos de su vida.

El Amor Al Estilo Cuicocha

Dicen que la ternura está perdida. Pero no Suki. Le has devuelto el calor a mi corazón. Y por eso cojo tu mano, aquí frente a las aguas de Cuicocha. Quiero descubrir tu palabra, quiero borrar de esa mirada el rasgo de tristeza y comprender la vida, comprender el agua, la profundidad de tu vida en la mía y convencerme definitivamente de que eres mi piel, mi sangre. Por eso le pido a mi amigo Pablo Neruda sus versos que te voy a leer en el oído, despacio, mientras las olas de este inmenso espejo chocan con las rocas casi como un rumor:

De todas las cosas que he visto

A ti quiero seguir viendo, De todo lo que he tocado, Sólo tu piel quiero seguir tocando: Amo tu risa de naranja, Me gustas cuando estás dormida.

Eres diferente y caminas en dirección de mis sueños. Te estrecho, te beso y he querido decirte aquí y ahora, junto a la Laguna de Cuicocha porque el agua es femenina y es vida, mi Suki.

Ramiro Ruiz R.

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