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El petróleo ayudó a proteger nuestros cielos
Cnel. Vicente Apolo
Desde muy pequeño, sentía una especial fascinación por los aviones, me parecían algo mágico y soñaba con estar a bordo de ellos.
Años más tarde la vida me premiaba con formar parte de la Fuerza Aérea y la dicha de comandar uno de esos aparatos que tanto admiré aún siendo niño. Mirando en retrospectiva esos momentos inolvidables vividos en medio del rugido de los motores y de las prácticas temerarias.
Puedo comparar con mucha satisfacción, el desarrollo de la institución del que fui testigo activo porque tuve la oportunidad de volar en todos los modelos de aviones que estaban en servicio antes y después del inicio de la primera exportación de petróleo de los pozos en la región oriental.
El tiempo nos dio la razón ya que todo cambió para bien y la Fuerza Aérea no fue la excepción porque después de haber vivido tantos años a la sombra de los Estados Unidos y de sus donaciones de aviones a los que ellos habían utilizado hasta casi terminar su vida útil, por fin dispusimos de los medios necesarios para adquirir flamantes aeronaves y modernizarse en todos los aspectos.
Quienes forman parte de mi generación deben recordar al avión carguero C-47, apodado el caballo de acero por su fortaleza y versatilidad y que luego vino más elegante en su versión de pasajeros como modelo DC-3 con los cuales se fundó la empresa Tame. Los aviones de combate que surcaban los cielos formando escuadrillas que asombraban en los desfiles, eran los míticos T-6 con su motor a hélice y su cabina con cabida para dos tripulantes uno adelante y otro atrás y a los que sus mecánicos hacían todo tipo de malabares para mantenerlos volando con los pocos repuestos que disponían y que de tiempo en tiempo cobraban la vida de sus pilotos volando por las intrincadas rutas entre las altas montañas o sobre la espesura de las selvas orientales.
Hay que recordar a los primeros jet comprados a Gran Bretaña, los cazas Meteor y los bombarderos Camberra que después de tanto uso y sin provisión de repuestos se iban quedando en tierra y ya formaban parte de los museos en sus bases.

Con los recursos petroleros llegaron nuevas oportunidades para la defensa aérea y mejorar sus capacidades operativas y proyectarse orgullosa ante el futuro.
Así , de la mano de ese recurso, vino su modernización y pudimos entrar con pie firme en la era supersónica, primero con los aviones Jaguar ingleses, luego los Mirage franceses que le permitieron neutralizar y detener a la fuerza enemiga en la cordillera del Cóndor para defender los destacamentos de Paquisha, Mayaycu y Machinasa en la guerra de 1981.


Finalmente llegaron los Kfir comprados a Israel y se completó la trilogía de aviones supersónicos que más tarde serían determinantes para el éxito que se logró en los combates de la guerra del Cenepa y que condujeron a la firma de la paz definitiva con nuestros vecinos del sur.
Nada de eso habría sido posible sin el aporte del gobierno con los valores provenientes de la exportación petrolera que permitieron transformar a la
Fuerza Aérea desde sus heroicas y audaces misiones volando aviones saturados de tiempo y nostalgia a los flamantes aviones supersónicos que la convirtieron en una Fuerza poderosa y respetada en toda Latinoamérica y que defendió nuestra soberanía dominando el espacio aéreo en los combates en los que se logró derribar a tres aviones y otro desaparecido y que dio un giro definitivo a la guerra y nos condujo a la firma de la paz tan anhelada.
Por esto y por muchas otras razones más, no concibo cómo se pretende privar al estado de los ingresos que generan los yacimientos en el Yasuní y que ayudan al bienestar de todos los ecuatorianos , a cambio de un supuesto beneficio ambiental, cuando durante todos estos casi veinte años de producción, no ha existido ningún daño a la naturaleza ni a las tribus que allí habitan y que inclusive la mayoría de ellos están de acuerdo en que se sigan explotando los pozos que allí producen miles de barriles porque saben que eso se traduce en beneficios para ellos y para todos nosotros.
Ojalá nos despojemos de la venda que no nos deja ver con seriedad y pragmatismo los beneficios de esta extracción tecnificada y amigable con el medio ambiente y que provee al estado de los recursos que tanto necesita para atender nuestras necesidades.