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Una renuncia que abre puerta

Muchas veces los políticos creen que es cuestión de tiempo hasta que la gente termine dándoles la razón y por ello no tienen reparo en perpetuar dolorosos impases. El presidente Guillermo Lasso —al igual que el resto de miembros de Creo— acaba de demostrar fehacientemente que no es ese tipo de líder. Al abstenerse de ser candidato en las próximas elecciones anticipadas, el aún presidente hace dos valiosas contribuciones al país. La primera es mantener viva la opción antiautoritaria en las próximas elecciones. Se ciernen sobre la democracia ecuatorianas amenazas desde diferentes frentes. Ya no es solo el correísmo; también habrá qué vérselas con el populismo militarista y el ecologismo radical. Dispersar la tendencia democrática —mayoritaria— entre demasiados candidatos conlleva el riesgo de allanar el camino para una de esas minorías autoritarias. La segunda es abonar a que, en este momento de grave crisis, la gestión pública se vea libre de susceptibilidades políticas. Tanto el problema de seguridad como El Niño que se avecina requieren medidas urgentes y concertadas. Si las autoridades locales o los otros bloques políticos temen que esas gestiones tengan una motivación electoral solapada, probablemente condicionarán o limitarán su apoyo. Igualmente, este no es momento para que un mandatario tenga que dividir su tiempo y su atención entre la gestión y la campaña. Al retirarse de la contienda y garantizar que no apoyará a ningún candidato, Lasso invita a creer que el manejo de las crisis será prioritario y, dentro de lo que cabe, políticamente desinteresado. Ojalá el resto de actores sean capaces de escuchar el llamado y proceder con similar madurez.

Existe una frase muy popular que dice: “Nunca es tarde para empezar”. Todos la hemos escuchado, ya que solemos mencionarla y creer en ella.

Esta expresión se usa a menudo para alentar a las personas que piensan que ya no hay tiempo para comenzar algo que siempre quisieron hacer, pero que, por alguna razón, nunca se atrevieron ni intentaron.

Suena bien el imaginar que aún hay oportunidad para comenzar aquellas cosas que creíamos perdidas. Lamentablemente, este dicho no es cierto; al menos, no del todo.

No es verdad que nunca es demasiado tarde para empezar. A veces, sí lo es.

La frase original puede hacer mucho daño a quien la sigue y la cree ciegamente.

Aquellos que aún tienen la oportunidad de hacer algo con su vida, para quienes aún no es demasiado tarde, podrían creer que tal afirmación es cierta, confiarse y dejar pasar su tiempo haciendo cualquier cosa. Podrían pasar años y, luego, darse cuenta de que la oportunidad de hacer lo que realmente querían se ha ido para no regresar.

En algún momento no habrá más tiempo para cada uno de nosotros. Y por eso debemos aprovechar el ‘ahora’.

Además, a lo largo de nuestra vida, no podremos hacer lo mismo ni seremos los mismos siempre. Hay una gran diferencia entre lo que podemos hacer con 20 años, que con 60 o más.

Suena lógico, pero la verdad es que la mayoría de la gente no tiene idea de lo que realmente significa. Muchas personas viven como si la vida durara para siempre. Dejamos de lado las cosas que realmente importan y no usamos las habilidades, cualidades, energía y tiempo que tenemos ahora.

Cuanto antes descubras tus opciones, más completa y conscientemente podrás elegir lo que quieres y necesitas hacer en cada etapa para ser feliz.

A veces nos paramos tanto tiempo a contemplar una puerta que se cierra y vemos ‘demasiado tarde’ otra que se abre.

Elbinomio ideal es el que se ha jugado por el país todos los días y no únicamente en campaña electoral o en redes sociales. Es el que cree en el combate contra la desnu- trición crónica infantil, apoya la agricultura, es devoto del poder que tiene la educación, además de creer en la inversión progresiva en la salud y la defensa de la seguridad social. También respalda la producción, porque sin generar riqueza no se combate la pobreza. A cada quien con sus impuestos, sobre todo. Aquí nadie se debe bajar de sus responsabilidades.

El binomio ideal actúa con firmeza contra la delincuencia, no le tiembla la voz ni la mano contra la corrupción y la impunidad. Le duele el desastre que tenemos y no duerme, porque quiere cambiar la realidad. El binomio ideal sabe gestionar, hacer, construir, descentralizar. Escucha y actúa con respeto. Piensa en el país porque hace país. En otras palabras, no es advenedizo ni pura pirotecnia. Queremos un binomio que gobierne, no uno que se entregue a los brazos del extorsionador de turno. Este binomio debe restaurar el tejido social, lograr que los ecuatorianos volvamos a creer en nosotros mismos y en nuestros vecinos, pues no se puede construir una sociedad con desconfianza, miedo y viveza criolla. El binomio ideal debe dialogar con resultados, actuar con evidencias, acordar un trabajo en equilibrio y respeto con las demás funciones del Estado. El binomio debe decirnos cuál es el camino como resultado de un gran acuerdo nacional. Ecuador exige un giro ético de la política y eso se logra exigiendo calidad en cada una de las candidaturas. No pueden repetir los mismos que ya fueron parte de la peor Asamblea desde la transición a la democracia. Solo el hecho de que varios partidos quieren postular a los anteriores, es razón suficiente para castigarlos con el voto ciudadano de forma democrática. La muerte cruzada nos pone frente al espejo a los partidos y movimientos. Democracia ya, decencia, sobre todo.

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