kidda.es nº8

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Cristina López 19 años

Para Cristina, ser diagnosticada de hiperactividad a los ocho años no supuso ningún problema. Al ser tan pequeña, no entendía lo que le sucedía. Por eso, acogió incluso con alegría las visitas que realizaba a Madrid con su familia, para ir a la psicopedagoga, pues en ese lugar siempre tenía preparadas diversas actividades y juegos, que era la forma en la que la doctora estudiaba su caso de hiperactividad. Ahora, a sus 19 años, conoce muy bien su situación y es capaz de analizarla. Estudia Fisioterapia en la UCAM y desde siempre el apoyo de sus padres ha sido esencial. Desde el momento en que la diagnosticaron, han estado siempre apoyándola y ayudándola, algo que la ha servido para enfrentarse a todo sin miedo. Durante la infancia, le resultaba difícil ver cómo los compañeros tenían más facilidad para captar lo aprendido en clase o cómo mantener la concentración suponía un esfuerzo grande para ella y no para los demás, lo que la hacía sentirse un poco diferente.

El día a día

De normal, olvidaba apuntar los deberes y los exámenes de clase y siempre tenía que llamar a otros compañeros para que la ayudaran. Era muy desorganizada y encontraba muchos problemas para concentrarse, y lo pasaba mal. Además, aunque se esforzaba el doble, los resultados de las notas no eran los que ella quería: si estudiaba para un 8, se desilusionaba al obtener un 6. Recuerda que la materia que más le costaba eran las matemáticas: podía resolverlo todo bien, pero por un despiste por mala concentración perdía todo el ejercicio. Sin embargo, gracias al apoyo recibido habido un gran cambio. Poco a poco, la desorganización ha desparecido, como muchos de sus problemas de concentración. Para ello hizo falta paciencia, apoyo y tiempo. Otro elemento importante para su aprendizaje y la superación de sus problemas fueron los profesores: el apoyo recibido por ellos fue muy grande y siempre le demostraban que creían en ella y la animaban a seguir. Por ejemplo, su madre tenía que hablar en ocasiones con ellos para que le dieran más tiempo para contestar a las preguntas o explicarles las muchas dudas que siempre le surgían, que suponían en su caso una gran dificultad. Es cierto que los compañeros, que no entienden en qué consiste este problema, podían ser un poco crueles, tachándola de “enchufada” o metiéndose con ella por no ser aparentemente “normal”. Esto hace sufrir mucho a los niños hiperactivos, pero, desgraciadamente, es algo que hay que superar también con esfuerzo. Por ello, la familia es un punto de ayuda esencial. Cristina reconoce que «he sido un poco rebelde y me ha costado trabajo afrontar que tenía un déficit y eso me ha causado muchos problemas»; sin embargo, fue madurando y se dio cuenta de que esos baches pueden superarse y que el déficit no le impide hacer nada de lo que ella quiera. Sus padres, por ejemplo, buscaron profesores de apoyo y han estudiado junto a ella, «preguntando la lección las veces que hiciera falta», comenta. Por eso, reconoce que sin sus padres «no estaría donde estoy».

También su hermana fue alguien muy importante. Recuerda que la ayudaba mucho con los estudios; si el amor entre hermanos es un elemento esencial que debe fomentarse en cualquier familia, para un niño hiperactivo aún más, pues podrá encontrar en ellos apoyo y amistad. Además, considera Cristina que es muy importante conocer y mantener relación con gente con el mismo problema, con la que poder compartir experiencias similares. Nos cuenta también que alrededor de los doce años tuvo una profesora particular que ha sido un pilar fundamental en su vida. «Hoy en día es como mi hermana, ha sido una ayuda indispensable respecto a este tema». Por ello, piensa que no todos los profesores de apoyo sirven para los niños hiperactivos. Tienen que saber tratar esa dificultad, estar pendientes de todo: deberes, los trabajos que hay que presentar, las exposiciones... ya que los niños hiperactivos se despistan mucho y les cuesta llevar ese control. Ahora que Cristina ya está en la universidad, dice que «a la hora de ponerme a estudiar siempre me cuesta más». Sigue tomando la medicación, que le ayuda bastante, pero el esfuerzo que tiene que realizar de trabajo es el doble para, por ejemplo, preparar un examen.

La receta para familias

Desde su experiencia, Cristina nos ayuda a saber cuál considera que es la receta para cuidar y tratar diariamente a un niño hiperactivo, ayudándole para enfrentarse a su presente y futuro. Ánimo: Es necesario que los niños vean que, aunque encuentren dificultades con los estudios, todo se logra y el esfuerzo se ve recompensado. Apoyo: Es el elemento que más destaca Cristina, pues ha sido clave para poder encontrarse ahora en la universidad estudiando lo que le gusta: «Decirle a sus hijos que valen para eso y para más y que sepan que si surge un problema los padres están para lo que haga falta y que nunca se van a perder, porque sus padres estarán con ellos en ese difícil camino». Por ejemplo, el trato de los padres con los profesores es esencial. Cariño: Para Cristina es indispensable. Nos cuenta que «a veces, las personas como yo, que tenemos TDAH, lo vemos todo negro y nos deprimimos, y siempre necesitamos a alguien que nos dé mucho cariño y que nos haga ver que todo es posible». Paciencia para tratar y educar a los niños hiperactivos.

Recomendaciones a los niños hiperactivos

Para Cristina, lo esencial es que no se desanimen, que aprendan a convivir y se esfuercen lo necesario para conseguir lo que quieren: «Yo he estado ahí donde estáis vosotros, he tomado mi medicación y no es para nada raro, es una ayuda que necesitamos para poder concentrarnos más a la hora de estudiar» y, especialmente, les recomienda que «nunca rechacéis la ayuda que os den. Yo alguna vez lo he hecho, porque me sentía capaz de hacerlo por mi misma, cuando realmente no podía y no me daba cuenta de lo que necesitaba». Por último, desde su experiencia, recomendaría que «si tienen que echarle más horas de estudio, lo hagan», pues ha sido gracias a eso como Cristina ha conseguido llegar donde quería, con mucho esfuerzo, algo que siempre es recompensado.

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