NARRACIONES

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CUÉNTAME UN CUENTO


RELATOS GANADORES

SELECCIÓN HECHA POR LOS COMPAÑEROS DE CLASE

2010/2011 2.B TALDEA


ÍNDICE

La Nota Dorada – Julene Iraola

Un Amor Costoso, Pero Logrado – Maider Echeverria

Rio Desbordado – Estitxu Ormaetxea

El Mejor Día De Mi Vida – Verónica Oliveira

Raptada – Nekane Ijurko

No Se Sabe Lo Que Se Tiene Hasta Que Se Pierde – Uxoa Aranalde

Una Nueva Vida En París – Xabier Aizpurua

El Cambio de Cole – Idoia Barrutia


LA NOTA DORADA Hola, me llamo Claudia, vivo en Estados Unidos y tengo diez años. La gente dice que aparento menos por mi estatura y la carita de ángel que tengo. Mis ojos son grandes y azules como dos bolas de helado de pitufo. Por lo demás soy una chica corriente. Ahora, estoy en mi cuarto intentando hacer los deberes, pero no me termino de concentrar. Siempre he sido una chica muy trabajadora, de las que siempre lleva hechos los deberes, pero hace poco tiempo por una razón mis notas están bajando. La razón de todo esto es mi abuelo, mi queridísimo abuelo Luís. Con el que me pasaba las tardes jugando, el que siempre me sacaba una sonrisa, el que lo único que quería era verme feliz. Teníamos una muy buena relación, pero el final de todo esto llegó el mes pasado. Antes de fallecer me prometió llevarme a Laponia, donde vive Papá Noel. Era el único que comprendía mi sueño, mis padres se hacían los sordos y como siempre me regalaban un jersey con un reno que hacía sonido, típico de aquí. No me gustaba nada, pero como para mis padres soy la hija perfecta, la que nunca se queja ni da problemas, me tuve que callar.

Ahora que llega la navidad me acuerdo aún más de Luís. A él no es que le gustara mucho, pero por mí se lo callaba, quería verme feliz. Ahora que ya no está, no tengo esperanzas de poder cumplir mi sueño. Dejé los libros a un lado y con papel y boli en mano empecé a escribir la carta para Papá Noel:

Querido Papá Noel:

Sé que este último mes no es que me haya esforzado mucho en los estudios, pero todo tiene su explicación. El mes pasado falleció mi abuelo, mi queridísimo abuelo. Con él pasaba la mayoría del tiempo y jugábamos hasta no poder más. Él me prometió que algún día me llevaría a Laponia para conocerte. Solo quiero una cosa estas navidades. Solo quiero ir contigo, solo una vez. Y mi sueño se cumplirá.


Dejé la carta encima de la cama y fui corriendo al salón a por un sobre. A la mañana siguiente de camino a la escuela, la eché al buzón. Ahora solo tenía que cruzar los dedos y esperar. Los días fueron pasando hasta que llegó lo que todos estábamos esperando con tantas ganas, las vacaciones. En el colegio todos andábamos alborotados, al tocar el timbre todos salimos corriendo a la calle a hacer nuestra última guerra de bolas de nieve antes de irnos. Mientras hacía mis grandes bolas de nieve hablaba con mi gran amigo Paul sobre los regalos de navidad.

- Paul, tú ¿qué le has pedido a Papá Noel?

- Pues yo la verdad, no he pedido mucho.... como bien sabes mi padre siempre está de viaje por el trabajo, y solo quiero que pase más tiempo conmigo.

- Me parece estupendo, tú no eres como Sara, que solo pide ropa, ropa, ropa y más ropa.

- Bueno Claudia, ya me dirás a la vuelta si Papá Noel se ha portado bien, que mi madre me está esperando. Adiós y feliz navidad.

- Adiós Paul, que pases unas bonitas navidades.

Cuando llegué a casa, poco a poco lo fuimos preparando todo como otros años. Mi padre trajo un enorme abeto. Mi madre sacó la caja roja donde guardábamos todos los adornos para el árbol y nos pusimos manos a la obra. A mi madre le encanta, lo hace con todo el entusiasmo del mundo y por eso creo que siempre nos queda tan bonito. Precioso. Y llegó la noche, la gran noche. La que todos los niños esperan nerviosos. Pasó mucho rato hasta que pude quedarme dormida. Pensé que ya era por la mañana cuando noté que alguien rozaba mi hombro, pensé que era mi madre dándome los buenos días. Abrí los ojos despacito, y allí estaba, vestido de rojo. Lo que voy a


contar a partir de ahora sé que es difícil de creer, pero quiero contároslo.

La ventana estaba abierta, hacía frío fuera, me animó a ponerme mi abrigo y me invitó a que saliera con él. Justo en frente de mi casa, brillante y acogedor estaba su trineo. Subimos y aquello empezó a volar. A volar.... No sé cuánto tiempo pasó, solo sé que no quería que se terminara. Pero se acabó y me vi de nuevo sentada en mi cama todavía con el abrigo puesto. A la mañana siguiente vino mi madre a despertarme, mi madre. Ese día no fue como otros años, en los que daba un brinco y salía escaleras abajo para abrir los regalos. Ese día tardé más, pensando si lo que había pasado por la noche era solo un sueño. Me levanté y abrí los regalos. Unos patines nuevos, un par de libros y un paquetito pequeño que dejé para el final. Era una bola de cristal, de esas que al darle la vuelta cae nieve. Dentro, una pareja de renos, además una nota dorada en la que ponía:

"Sigue soñando Claudia, no olvides que quizá puedan quitarte algún sueño, pero nunca te podrán quitar las ganas de soñar".

JULENE IRAOLA


UN AMOR COSTOSO, PERO LOGRADO

Andrés es un chaval de dieciséis años. De estatura normal, rubio, ojos azules y un cuerpo atlético de deportista. Éste, tiene un amigo de toda la vida, ya que sus madres son las mejores amigas y Andrés y Pablo son como dos hermanos. Pablo tiene la misma edad que Andrés. Es un chico moreno, delgado, de ojos marrones, y bajito. Son catorce chavales en la cuadrilla y además, bastante populares. Es una cuadrilla alegre, siempre están de cachondeo y no les hace falta mucho para divertirse con cualquier cosa y pasarlo genial. Andrés y Pablo nunca se separan pero junto a ellos están Manu y Carlos.

Manu y Carlos, son unos chavales que siempre ayudan a los demás. Cada vez que tienen problemas Andrés o Pablo, éstos están dispuestos a sacarles la sonrisa en cada instante y decirles:

- Hay cosas mejores de las qué preocuparse, no es el fin del mundo, sigue adelante y no te preocupes por eso, nosotros estamos aquí para ayudaros.

Éstos, son como: "cuatro patas para un banco". Todos los chavales jóvenes les tienen envidia porque ellos son los que más ligan de todo el pueblo. Aparte de que son guapos, tienen ese punto de atraer a las personas con tan solo mirarlos. Siempre llevan la sonrisa colgada de oreja a oreja y se les ve unos chavales maduros y con responsabilidad. Andrés está enamorado de Marta. Es una chavala bellísima de ojos verdes, pelo castaño largo y un cuerpo normal. Sabe perfectamente que Andrés siente algo por ella y siempre le salen las mariposas en el ombligo cuando le ve a Andrés, ya que ella se siente atraída hacia él también. Andrés se queda atontado cada vez que la ve, pero David, el joven listo y malo del pueblo, también está enamorado de Marta y ésta, no sabe qué hacer, necesita un tiempo mínimo para pensárselo y para ver quién le demuestra que la quiere.


David está intentando dañarle a Andrés diciéndole a Marta de todo. Le dice que Andrés, no le quiere, que está desesperado y que por eso quiere tener a alguien al lado, que le va a engañar y que lo va a pasar mal.

- ¡Vente conmigo, yo te haré feliz! - le dijo David a Marta. Ella le contestó:

- Yo no puedo irme contigo porque Andrés de momento, no me ha hecho nada, pero sÍ que es verdad que ahora le estoy dando vueltas a la cabeza, pensando si es verdad o no, todo lo que me has dicho.

Después, Marta decide hablar con Andrés, para aclarar todo y para que se quede más tranquila. Llegó el día y Andrés estaba muy nervioso, pensando...

- ¿Qué me dirá? ¿Qué surgirá? ¿Será algo malo? ¿Pasará algo? ¿Quizás me quiera decir todo lo que me quiere? no lo sé, pero yo, voy a aparecer a donde ella lo mejor posible, lo mejor que pueda. Ya son las 17:00 y Marta me está esperando sentada en un banco del parque.

- ¡Hola Marta! - dijo Andrés, y ésta añadió:

- ¡Hola Andrés! He quedado contigo para solucionar todo lo que tengo en mi cabeza. Hace unos días estuve hablando con David y me dijo que tú me estabas engañando y quería saber si es verdad o no. Por eso he decidido quedar contigo porque a mí éstas cosas no me gustan la verdad.

Éste, se quedó aturdido y Marta ya supo que era mentira todo lo que le contó con tan solo mirarle a la cara. Andrés le respondió:

- Todo es mentira, sé lo que está haciendo y ahora lo único que me queda es demostrarte todo lo que siento por ti. ¿Pero, sabes qué? y Marta añadió:

- ¿Qué?


Él contestó:

- Quiero pasar todas las horas junto a ti, quiero soñar contigo cada noche que te recuerdo, quiero hacerte feliz porque...te quiero.

A su vez adujo Marta:

- No tengo palabras para ti, yo también te quiero y poco a poco fueron acercándose hasta que sintieron los dos cuerpos juntos y se besaron por primera vez.

David quedó como un mentiroso y los dos enamorados consiguen lo que ellos quieren, ya que tienen muchas cosas en común y una larga vida por delante.

MAIDER ECHEVERRIA


RÍO DESBORDADO

En un pequeño pueblo de Sevilla, vivíamos mis padres, mi abuelo Juan y yo, Marta, en la misma casa. El pueblo solo tenía una escuela, una iglesia, una panadería y un mercadillo cada semana. Teníamos muchos amigos en él, porque como el pueblo era tan pequeño que nos conocíamos entre todos. Un día, dijeron por la tele que llegaría una terrible tormenta y que todos los de esta zona tuviésemos cuidado. Como era de esperar, no creímos que fuese cierto, pero lo fue. Uno de esos días se avecinó la tormenta. Quisimos evitar daños, pero no hubo tiempo. En apenas tres horas de tormenta, el río del pueblo se desbordó. Todos fuimos a casa a tapar la entrada principal para que el agua no pudiese pasar. En aquel momento paró de llover. Terminamos de cubrir la entrada, y nos fuimos a la cama, puesto que ya era de noche. Yo no podía dormir, y mientras bajaba a la cocina a por un baso de leche, notaba como se me mojaban los pies. Cuando bajé las escaleras del todo, el agua me cubría por encima de la cintura. Avisé a mi familia, y entre todos, a los habitantes del pueblo. -¿Y qué hacemos ahora?- decían algunos. - No sé, habrá que pensar algo y rápido - contestaban otros. - Sí, pero, ¿qué? Buscábamos una salida, pero todos aquellos que tenían una barca o algo parecido, la tenían en el garaje inundado. Estábamos desesperados, cuando de repente dejo de llover. Pero no bajaba en nivel del agua. Al día siguiente, seguía y seguía lloviendo, de modo que el nivel del agua aumentaba. Mi abuelo decidió construir una barca de madera, pero no era lo suficientemente grande como para llevar a más de diez personas. Los ciudadanos, cuando se enteraron de lo que construía mi abuelo, quisieron subir. Pero no había sitio. De modo que mientras mis padres distraían a la gente, mi abuelo y yo intentamos huir mediante la barca que acababa de construir. -¡Sí! Lo conseguimos - dije con entusiasmo. - Pero ahora tenemos que buscar a alguien para que nos ayude y para que los demás habitantes del pueblo estén sanos y salvos- añadió.


Dejamos en el pueblo todos los conocidos, amigos y a la familia. Mi abuelo fue piragüista en su juventud, de modo que pudimos ir hasta donde el nivel del agua descendía sin ningún problema. Avisamos a toda la gente que encontramos en el camino, pero nadie podía ayudarnos puesto que no sabían como entrar en el pueblo, pero llamaron a la policía y a mucha gente más. Empezaron a sacar a los habitantes del pueblo poco después de parar de llover, cuando el nivel del agua empezó a descender.

El agua volvió al río, y pudimos comprobar que todos estábamos bien, todos excepto mi amiga Paula. Que al querer salir nadando se la llevó la corriente, y la encontramos en las afueras del pueblo, herida. Por suerte, se puso bien, y todos nos dieron las gracias por avisar a la gente que nos ayudó.

ESTITXU ORMAETXEA


EL MEJOR DÍA DE MI VIDA

A día de hoy se podría decir que no he aprovechado todas las oportunidades que da la vida. Siempre he sido demasiado responsable y siempre he estado demasiado pendiente de mi familia amigos... etc. Pero ayer mi amiga Margarita me llamó, y me hizo reflexionar sobre todo lo que me había perdido.

-¿Sí...? -¡Rosa! ¡Si te cuento lo que acabo de ver en la tele no me creerás! -Hola Marga, buenas tardes a ti también -Dije en tono sarcástico.- ¿Qué dices que viste? -Un casting...-Hizo una pequeña pausa, como queriendo añadirle intriga a lo que decía.- ¡Para conocer a George Clooney! Yo llamo para apuntarnos, el jueves a las doce en la pastelería de la esquina y vamos juntas. -¡Vale!

Como dos niñas las dos soltamos un gritillo absurdo, pero la emoción era tal que no nos importó. Al colgar el teléfono, entonces fue cuando me di cuenta de que había desaprovechado mi vida. Hacía ya varios años que no hacía nada interesante, y tenía que reconocer que aunque a mí me lo pareciera, quedarse en casa viendo Titanic con veinte paquetes de clinex, no era un plan digamos, divertido. A lo mejor era una aburrida, una vieja de cuarenta y ocho años como las que van a tirar la basura en bata, de las que se ríen los jóvenes, pero me daba igual. Yo solo sabía que iba a cumplir mi sueño, que me iba a apuntar a ese casting y que iba a ganar, y así vivir la experiencia de mi vida, la que años atrás no supe aprovechar.

Era el día, me puse los mismos pantalones, los que tenía repetidos en el armario, unas veinte veces repetidos, y la chaqueta que me puse en la boda de mi hermana. Tuve que meter algo de barriga, bueno, quizás había engordado un poquito desde entonces. Todo hay que decirlo, una no está para hacer dietas .Además, para tener cuarenta y ocho años, yo me veo estupenda.

Acto seguido me dirigí al baño me eché un poco de colonia y observe mi pelo. Era un caso perdido. Era tan rizado que se me hacía imposible peinarlo por las


mañanas. Bueno, ni por las tardes, ni por las noches. Así que opté por hacerme un moño alto. Me pinte un poco los labios de rosa y me encaminé hacia la puerta. Ese día me sentía joven así que decidí bajar por las escaleras. Pero me di cuenta de que no lo era al llegar abajo, los años pasan y han hecho conmigo lo que han querido.

Salí del portal y cómo no, igual que todos los días me encontré con la vecina de arriba que venía de bajar la basura. Esa mujer producía más basura de la que produciré yo en toda mi vida. Era como una fábrica industrial, nunca lo he entendido, y creo que ya no lo entenderé. Esta vez no le deje que me contara su vida como hacia todas las mañanas, le corté diciendo a dónde iba. La verdad me apetecía contárselo a la gente, gritarlo en plena calle. Aunque no lo hice, como era de esperar, me tomarían por una vieja loca y seguí caminando. La pastelería no estaba muy lejos de mi casa, ni de la Marga, estaba más bien como en medio de las dos, tendría que andar unos cincuenta metros. Al llegar miré a los lados en busca de mi amiga, pero no había llegado, como de costumbre llegaba tarde. Creo que de todas las veces que hemos quedado juntas, hasta de jóvenes ninguna de las veces ha llegado puntual; y yo tonta, que no aprendo, y sigo saliendo de casa diez minutos antes siempre.

De pronto la vi, para variar, iba como decía yo con su típica "pachorra caribeña" más tranquila que nada, como si estuviera dando un paseo por la playa. Sin darme cuenta, la estaba mirando con algo de cara de pesadez, bueno, algo aburrida estaba de esperar y cuando se acercó, dijo:

- ¿Y esa cara? ¡Que solo llego tres minutos tarde! - Cinco, guapa, ¡cinco!- Le dije chistosa.- Anda vamos, ¡que a este paso no llegamos!

Durante el trayecto no hablamos de nada en especial, conversábamos, y cambiábamos de tema según se nos iba ocurriendo. Cuando todavía faltaban unas dos paradas para llegar, repare en una pequeña arañita que se descolgaba por un hilo unos tres metros delante de mí. Decidí no decir nada, ya que sabía de sobra que si lo hacía, Marga gritaría, o saldría corriendo. Ya no me extrañaba nada de ella.

Al llegar vi muchísima gente apelotonada al rededor del edificio, la mayoría eran mujeres, bueno no la mayoría, eran todo mujeres. Pero en realidad, me daba igual. Yo había ido allí con la intención de cumplir mi sueño, y eso iba a hacer.


Al entrar encontramos, que no había demasiada gente en comparación con el gentío que se había acumulado fuera. Había unas 60 mujeres, todas más o menos de mi edad y al frente un mostrador alto. Nos acercamos confiadas, y vimos a un hombre pequeño y con cara de estrés sentado en una butaca negra que trabajaba concentrado en su ordenador. Al vernos nos dijo:

- ¡Hola! Buenos días, ¿nombres por favor? - Lo pronunció como si llevara diciéndolo toda la mañana, y con cierta pesadez. - Claro, yo soy Rosa Toca. - Sí, ¿y usted? - Margarita Díez. - Vale, aquí tienen sus números. El coordinador les llamara para entrar cuando les toque. Gracias. - Perdone...-Dijo Margarita- ¿Nos puede decir si queda mucho hasta que nos llamen? El hombre miró a Marga con cara de... no sé, la miró como un asesino de esos que salen en las películas de miedo. Miro en su ordenador, tecleó un par de veces y nos dijo que no llegábamos demasiado pronto y que unos veinte minutos no nos los quitaba nadie.

Nos giramos y la vi. O eso me pareció por lo menos, era ella Clara Olgado. La guapa de la clase, la rubia a la que todos los chicos querían, la que años atrás me había robado más novios de los que incluso podido llegar a tener. Me quede unos segundo mirándola, después miré a Marga pero esta despistada como siempre estaba buscando costosamente algo de su bolso. Le di un leve codazo y miro al frente. Atónita igual que yo se quedó observando a aquella señora. No había cambiado nada, seguía siendo rubia, aunque ahora tuviera el pelo algo más corto que como lo había llevado anteriormente, con una figura estupenda, quien lo diría. Que nos íbamos a tener que encontrar aquí, deseé que no lo hiciera, que no se diera la vuelta pero lo hizo. Me miró de arriba a abajo, y lo mismo hizo con Marga acto seguido, esbozó una sonrisa falsa con su perfecta boca y camino hacia nosotras, mientras nos daba dos besos dijo:

- ¡Qué alegría encontraros aquí...! - Sí, ¡qué felicidad! -Dijo Marga.

Le di un codazo, como advirtiéndole de que estaba siendo borde y aquello no nos convenía. Si queríamos ganar ese casting no debíamos enfadar a la bestia, de lo contrario se haría más fuerte tendría más afán por ganar. Hablamos de lo típico cuando te encuentras con alguien después de muchos años, que tal nos iba la vida, que estábamos haciendo...etc.


No era muy agradable hablar de ello, ya que yo no estaba haciendo nada en especial en ese momento, sino trabajar. Además, seguro que ella tendría un trabajo perfecto y un marido perfecto, viviría en la casa perfecta con los niños perfectos, vamos, una vida perfecta. Primero fue Marga, contó sin vergüenza que ella estaba en paro, y que vivía con su marido Alfredo y Flufi, un terrier en su piso. Cuando acabó me tocó a mí. Dije la verdad, que estaba trabajando de limpiadora, en una oficina y que vivía en mi piso sola. A continuación ella contó, que vivía en una villa a las afueras de Madrid, con su marido Dylan, sus cinco hijos y un pastor alemán llamado Mane. Después nos enseñó fotos de sus hijos. Eran tres niñas y dos niños. Todos eran rubios, bastante altos, bueno como era ella, y como su marido. Nos repitió dos veces sus nombres, eran: Marta, Susana y Carmen las chicas, y Andrés y Marcos los chicos. Me dio la impresión de que para lo único por lo que se había acertado a nosotros era para hablar de sus hijas e hijos, ya que se pasó un buen rato hablando de ellos. Que si su hija se a doctorado en medicina, que si la otra esta en Londres haciendo un master de biología, que Marcos está haciendo derecho... En fin, lo que dije al principio, hijos perfectos, marido perfecto, casa perfecta y vida perfecta.

Cuando acabó de contarnos la vida de sus cinco hijos, la suya y la de su marido, la llamaron para entrar a hacer el castig, sin darnos cuenta llevábamos aproximadamente un cuarto de hora hablando así que deducimos que en un par de minutos nos llamaría a nosotras también.

Nos sentamos en unas sillas que se encontraban en el lado derecho de la enorme sala y las dos hablamos un rato más sobre ella, probablemente sería por de toda la murga que nos acababa de dar, hablamos de ella hasta que escuchamos desde la puerta de la que supongo sería la sala del casting.

- Siguiente, 556. - ¡ROSA, ROSA! ¡QUE ES EL MIO! - Pues venga, ¡George te espera!

Se fue muy ilusionada, y al entrar vi salir a la hiena, la cual me volvió a saludar con esa característica sonrisa suya. Sin darme cuenta cuando Marga marchó, me había puesto de pie, así que me volví a sentar, a esperar. Me sudaban las manos, para que iba a negarlo estaba muy nerviosa. Se me hizo eterna la espera. Miraba el reloj cada dos por tres, aun sabiendo que no habría pasado mucho más de dos minutos. De pronto la vi. Salía con una mezcla de risa, y percibí algo de enfado.


- ¿Y bien? - ¡Joder Ros!, ya te puedes ir preparando… - ¿Qué pasa? -Dije asustada.- Que no me han pasado... Tú si te preguntan diles que sabes inglés y todo eso, invéntate cosas. - ¿Qué dices?

Sin darme tiempo a terminar, el chico gritó mi número. Me di cuenta de que mi archienemiga, por llamarla de algún modo, sabía ingles perfectamente y tendría más posibilidades de ganar que yo. Pero no la iba a dejar así que sin pensármelo más respire hondo y caminé hacia la puerta negra en la que se encontraba él.

Era una sala blanca, no demasiado grande, en la parte derecha había dos guitarras españolas, no sé que podrían pintar ahí un teclado igual al que tenía yo en casa y al frente había una mesa larga en la cual se sentaban, dos mujeres y un hombre. Me acerque un poco, hasta una pegatina que había en el suelo de la huella de dos pies, que supuse que sería para ponerte encima. Cuando lo hice, el hombre preguntó:

- ¡Hola! Por favor preséntese. - ¡Hola! Bueno... Me llamo Rosa Toca tengo 48 y vivo aquí en Madrid. - Bien... ¿Aficiones, gustos?

Lo preguntaban con un tono muy seco de voz y sin saber porque me puse todavía más nerviosa, y empecé a poner la pierna como cuando escuchas una canción y marcas con ella el ritmo. Tragué saliva, y conteste:

- Bueno... Me gusta salir a dar paseos, ir al cine... Toco el piano desde los nueve años y no sé que más puedo decir. Al acabar la frase solté una pequeña carcajada, pero no obtuve la respuesta que esperaba.

- ¿Tocas el piano? - Dijo una de las mujeres extrañada. - ¿Puedes tocarnos algo? - Claro... - dije no demasiado confiada.

Me acerqué al piano, y me senté en el taburete. Me percaté de que ni siquiera tenía pedal así que paré un momento pensando en qué podía tocar. Una de las más básicas era la novena sinfonía, así que comencé a tocar. Anteriormente me


habían hecho repetir tanto esta canción en las clases de piano, que me la sabia de memoria y no necesitaba ni mirar al teclado. De reojo miraba al jurado, pero la vista solo me daba para ver a la mujer que me había preguntado extrañada si tocaba el piano, me miraba con cara de admiración. Esto me hizo sentir bien, en realidad en todos los certámenes de piano a los que había ido siempre había quedado en malos puestos, nunca antes de la décima. Una vez acabé, me levante y me volví a colocar en la marca del suelo en la que me había puesto antes, los miembros del jurado siguieron unos dos minutos atónitos mirándome y acto seguido comenzaron a aplaudir, note como me iba ruborizando y solté una pequeña sonrisa de avergonzada, y a la vez alagada.

Cuando acabaron, el hombre me hizo un par de preguntas más, y a continuación preguntó lo que Margarita dijo:

- ¿Sabe inglés?

¿Qué debía decir? Por una parte debía decir la verdad, pero si lo hacía tendría menos oportunidades de conocerlo. Así que opte por mentir. Nunca se me había dado demasiado bien ya que como decía Marga, cuando lo hago muevo el pie igual que cuando te haces pis. Yo intente é hacerlo lo mejor que pude.

- Sí...- Justo en el momento que lo dije, el tío que me había llamado anteriormente para entrar dijo que no teníamos demasiado tiempo y que fuéramos acabando, debíamos llevar allí más tiempo del que me pareció.

- Bueno Rosa, tienes muchas cosas que nos han gustado. Así que hemos decidido que eres una de las elegidas. Después cogeremos a todas y elegiremos solo una. Deje su número de teléfono aquí, y si es la elegida la llamaremos.

No me podía creer lo que estaba escuchando. ¡Era una de las elegidas! Madre mía, quería salir ya y contarle todo a Marga. Así que escribí mi número de teléfono en una ficha que el señor me dio y salí casi corriendo. No miré bien al salir y me choqué con Marga que estaba justo delante de la puerta esperando. Fue patético, pero nos dio igual. Así que seguido exclamé:


- ¡Que me han escogido Marga! ¡Que me han escogido! - ¿Qué dices? ¡Joder Ros! ¡Ros! ¡Que lo vas a conocer! - ¡Lo sé! ¡Dios mío! ¡Marga que me da algo! - ¡ROS! ¡Que te han elegido! - ¡Que ya lo sé! - Vale, vale. - Dijo Marga todavía muy alterada- ¡Tranquilicémonos!

Salimos a la calle a tomar aire fresco. Las dos respiramos hondo y al soltarlo, nos miramos y nos empezamos a reír de puros nervios. Cuando pude dije:

- Marga - Aun riéndome.- ¿Sabes qué? - ¿Qué? - Que he tenido una potra impresionante.-Y solté una pequeña carcajada al final de la frase.- El chico de los números me ha salvado. - ¿Y eso? - Pues que justo me habían preguntado que si sabía inglés, y sabes que yo no sé mentir y les he dicho que sí, entonces entro este chaval diciendo que no había tiempo y que se dieran prisa y no me han dicho nada más sobre el inglés. - Serás... Bueno pero a ver qué haces cuando lo conozcas... Intenta no violarlo...Marga, tan bestia como siempre. - Anda vamos yendo a casa que hoy ya he tenido demasiado.

Entré en casa y tiré la chaqueta de la emoción que tenía, me apetecía tocar el piano, y así lo hice. Entre en la sala me senté en el piano y empecé a tocar "My heart will go on" de la banda sonora de Titanic. También comencé a cantar con mi horrible voz, me daba igual que me escucharan o no, estaba feliz. Cuando acabe de dar mi gran concierto, estuve unos minutos sin mirar a ningún sitio, simplemente pensando en lo que podía haber ocurrido si él no hubiera entrado en ese momento, si hubieran descubierto que en realidad no se hablar inglés, en fin, cosas que se piensan sin ningún motivo aparente, simples reflexiones. Eran las dos y media, me moría de hambre así que preparé unos espaguetis, no me apetecía cocinar.

El resto del día lo pasé prácticamente hablando por teléfono con Margarita nos contábamos lo nerviosas que estábamos, además acabábamos de hablar, y a los diez o veinte minutos nos volvíamos a llamar.


Durante los siguientes tres días no ocurrió nada interesante, trascurrieron tranquilos y me los pasé hablando, cómo no, por teléfono con la petarda de Marga. Ahora era ella la que me llamaba cada dos por tres para preguntar si ya me habían llamado, aunque sabía de sobra que en cuanto me llamaran, yo la iba a llamar a ella. Además, si ella ocupaba la línea era posible que llamaran y al no contestar eligieran a otra como ganadora. Pero al cuarto día, lo que ya casi creía imposible ocurrió. El teléfono sonó, y deseé con todas mis fuerzas que no fuera Margarita. Respiré hondo, miré el teléfono, y con la mano temblorosa lo cogí.

-¿Sí...? - ¡Hola, buenas tardes! ¿Es usted Rosa Toca? - Sí, sí, soy yo. ¿Qué ocurre? - Le llamamos para comunicarle que ha sido la elegida para conocer a George Clooney, y...

A partir de ahí dejé de escuchar. Mi cerebro se paralizó completamente me quede con la boca abierta, colgué el teléfono cuando la mujer acabó de hablar. Sabía que había prometido llamar a Margarita pero primero me senté en el sofá y respiré hondo. Intente ordenar mis pensamientos, haber, iba a conocer a George Clooney, mi actor favorito, mi ídolo, para que negarlo era como una cría y desde siempre lo idolatraba.

Aquel día fue el mejor de mi vida, nunca acabaré de agradecer a Marga por haberme animado a apuntarme a aquel casting. Nunca se sabe lo que el futuro te depara, en mi caso hice bien en no perder la esperanza, y sobre todo en creer en mí misma. La vida da palos, quien mejor que yo para decirlo, pero también da pequeñas recompensas y hay que saber apreciar esas pequeñas cosas que te hacen feliz.

VERÓNICA OLIVEIRA


RAPTADA

Soy Ashley, tengo 13 años y vivo en Madrid, soy una persona alegre y muy tranquila. Tengo el pelo largo y negro y los ojos azules y un poco grandes. Mis mejores amigas son: Vanessa, Carla y María. Vanessa es una chica de pelo rubio y de piel pálida, es muy optimista, pero, cabezota. Carla en cambio es una chica pelirroja, es divertida y me lo paso muy bien con ella. María es la más tranquila de las cuatro, si tiene algún problema siempre viene a donde mí. Es morena, con los ojos verdes, y estos siempre resaltan entre la gente. Las cuatro formamos THE PLAYERS. Tengo una hermana que se llama Ainhoa y tiene cinco años. Por el momento no tengo ningún enemigo y espero no tenerlos nunca, aunque sé que eso no es posible. Me gustaría contaros a todos una historia que me pasó y en la que pasé mucho miedo. Fue el 8 de Julio de 2006, el día de mi cumpleaños, mis amigas me dijeron que no podían quedar y me tuve que quedar sola en casa, porque mis padres venían más o menos a las 18:00 del pueblo de mis primas. De repente sonó el teléfono de casa que estaba en la otra punta. Mi casa es un poquito grande, tiene tres plantas. En el piso de abajo hay un baño, la sala muy grande, la cocina y un cuarto para jugar o para hacer lo que quieras. En el segundo piso tengo, otro baño, tres habitaciones (una para mis padres, otra para mi hermana y otra para mí). El tercer piso es una buhardilla en la que hay un ordenador, a parte de los que tenemos mi padre y yo. El caso es que estaba en mi cuarto y bajé corriendo hasta la sala y cogí el teléfono. - ¿Si? - pregunté. - ¡Hola Aslhey! ¡Feliz cumpleaños! Soy Marta. Me preguntaba si podrías venir a mi casa, es que me he quedado sola y como es tu cumpleaños... - Vale ahora mismo voy. - Le respondí con alegría. Cuando fui a casa de María, fue entrar en casa y empezar a reír. ¡Me habían hecho una fiesta sorpresa! No me lo podría creer, no lo había visto venir. Después de los sándwiches me regalaron un niqui de tirantes negro y una falda


de flores. Al terminar la fiesta sorpresa nos fuimos a la calle a dar unas vueltas. Estábamos pasando por una calle con muchas casas (demasiadas diría yo), olía a pies y de repente oí un ruido de cristales rotos. - ¿Quién anda ahí? Un silencio largo nos invadió a mis amigas y a mí. Entonces, empezamos a correr hasta la casa de María. - ¡Que miedo he tenido! - dijo Carla. - ¿Qué pudo haber sido? - pregunto Vanessa. - No lo sé, pero si vuelvo a pasar por ahí será con mucha gente y a la vez o con mi madre. - les dije yo con miedo. - Se ha hecho tarde y me tengo que ir a casa - dijo Vanessa. - Sí yo también voy. - le dije - ¡Espérame Vanessa voy contigo! Cuando volví a casa ya estaban mis padres y mi hermana allí, pero, no les conté nada de lo ocurrido. Al día siguiente, mis amigas y yo nos atrevimos a pasar por allí, pero esta vez con más gente al rededor. - No tengas miedo. No te haré daño. - escuché una voz que me hablaba en forma de susurro. De repente, la gente se fue y nos quedamos solas y de pronto: - ¡Aaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!! ¡Ayudarmeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!! - les grité a mis amigas. Pero la persona que me cogió me tapó la boca con la mano y me metió en un coche negro, que no se podía ver muy bien y en el que olía bastante mal. Me taparon los ojos con unos trapos con olor muy fuerte, lo que provocó que me desmayara. Cuando me desperté estaba en un garaje abandonado diría yo, ya que no había ningún otro coche excepto en el que me habían traído. - ¡Hola Ashley! - me dijo una mujer más o menos de la edad de mi madre. - ¿Quién eres? - pregunté con mucho miedo - ¿Por qué me has secuestrado? - Soy la madre de Isabela, una compañera tuya del cole que era muy popular hasta que apareciste tú. Y tranquila, si te portas bien no te haré nada. Solo quiero que desaparezcas para siempre para que mi hija vuelva a ser popular.

- ¡Pero no puedes pensar un poco! - dije muy furiosa y ya con nada de miedo -


Me parece muy bien que se preocupe por su hija pero, lo que está haciendo ahora es un delito. Y si lo piensa mejor, si desaparezco, la gente se preocupará por saber donde estoy. - Eso no pasará porque después de unos años se habrán olvidado de ti y entonces te soltaré. - Entonces me verán y seré más popular. - le dije con voz de burla. - ¡A mí no me hables así! ¡Y te piensas que te voy a soltar aquí mismo estas muy equivocada! ¡Te soltaré con los ojos vendados en un bosque de a saber dónde, porque todavía no tengo prisa! Entonces me dio un fuerte tortazo. Después de un mes más o menos, seguía secuestrada, pero la madre de Isabela no sabía que yo en ese mes la había vigilado para saber cuándo podía salir. - Voy a salir para ver si ya te han olvidado - me dijo con una cara como de preocupación.

Ella en el tiempo en el que me había secuestrado subió muy pocas veces a la habitación de un hotel que había alquilado. Se fue a aquella habitación y mientras yo empecé a salir de aquel garaje que olía como una cajita de gatos sin limpiar desde hacía cuatro semanas. Cuando fui hacia la puerta, me di cuenta de que quizás la policía necesitaría unas pruebas así que cogí las cartas que escribía a sus familiares de que estaba bien y que me había secuestrado y por eso no estaría en casa en unos días. Al salir vi que no estaba muy lejos de mi casa, por eso fui andando pero de repente me vio la madre de Isabela, y empecé a correr. Ella me perseguía, llegué a mi casa, no tenía las llaves y llamé al timbre intensamente. Por suerte, le había despistado un poco y ya estaba cansada de correr la madre de Isabela. En cuanto me abrieron la puerta de casa, entre rápidamente y cerré la puerta con llave y con todos los candados que había. Mi madre me preguntó qué pasaba y le expliqué que tenía las pruebas de que me habían secuestrado y quién me había secuestrado. Me ayudó. Me dijo que fuese a mi cuarto y que llamase a la policía. Lo hice y les conté todo. Por suerte llegaron pronto y se llevaron las pruebas y a la madre de Isabela a comisaría. Cuando volví al cole todos se sorprendieron, todos me preguntaban qué me había pasado y yo les conté todo menos quién me secuestró por el bien de


Isabela. Ella me dijo que no sabía nada de lo ocurrido, que seguramente que las cartas que escribía su madre serían las que leía su padre pero a ella no se las dejaba leer. - No importa ya estoy bien - le dije. - ¡De verdad que no sabía nada!- me respondía Isabela todo el rato - Ahora llevaran a mi madre a la cárcel pero es por una causa justa. Y así es como terminó mi rapto.

NEKANE IJURKO


NO SE SABE LO QUE SE TIENE, HASTA QUE SE PIERDE

Aitor, es un chico de doce años que ha tenido un problema con los amigos de toda la vida. Se han enfadado porque piensan que los ha cambiado por otra cuadrilla, y han llegado a esa conclusión por medio de unas fotos que vieron en el tuenti. Entonces decidieron enfadarse con Aitor y no hablarle nunca más. Aitor se sentía mal, se sentía culpable. Un sábado a la mañana Aitor se despertó, porque oyó el timbre. Se asomó a la mirilla y vio un niño de unos siete años, era el hermano de una de sus amigos. Él le comentó que lo arreglase ya, porque oyó hablar a su hermano con los demás de los amigos que no le iban a hablar nunca más a partir de ese momento. Aitor se fue a la cama a echarse de nuevo y pensó todo lo que le estaba pasando. No era nada normal, no le parecía nada justo. Cuando se despertó de la siesta que echó, decidió vestirse y dirigirse a casa de su amigo Julen. Cogió la bici, y salió pitando de casa. Tardó un cuarto de hora en llegar. Cuando llegó, tocó el timbre, y se puso Julen. Preguntó quién era. Entonces Aitor decidió poner voz de pito, y decir que era el cartero y coló, Julen se lo tragó.

Subió de una en una las escaleras con la cabeza bien baja, como si tuviera ganas de llorar. Cuando iba a entrar en casa de Julen, la madre de Julen estaba en la puerta. Entonces la madre de Julen y Aitor se sentaron en el sofá, mientras Julen estaba en el ordenador. Aitor le contó todo a la madre de Julen, y le dio la razón.

Entonces la madre llamó a su hijo Julen, y le digo que si no venía, que se quedaba sin salir una semana. Julen decidió aparecer y se sentaron los dos. No se dijeron ni hola. Entonces Aitor le dijo, que ya se darían cuenta tarde o temprano, que se iban a enterar quien tenía razón y quien no, y que iba a hacer algo que nunca olvidarían. Aitor salió con la cabeza bien alta y Julen se pasó toda la noche pensando en lo que le había dicho e intentando descifrar a qué se refería. Julen estaba muy


asustado.

Al día siguiente, Julen se despertó asustado porque soñó que Aitor se tiraba de un cuarto piso. El instinto le llevó a la cocina, y ver el periódico. Cuando leía la primera página, vio una foto de Aitor, y esto leyó en el pie de foto:

Aitor Sanchez un joven de 12 años, se suicidó ayer a la noche, se tiró de un cuarto piso. Aitor dejó una nota para sus amigos; Julen, Unai, Asier y Bruno. Esto fue lo que puso: “Sé que no es para tanto, pero teníais que haber pensado un poco más. ¡Yo nunca os hubiera hecho eso! Y bueno, que os voy a echar de menos. No quiero que os olvidéis de mí jamás, y quiero que tengáis en cuenta que nunca se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.”

UXOA ARANALDE


UNA NUEVA VIDA EN PARÍS

Érase una vez, un niño llamado David que vivía con sus padres y su hermana mayor Elisa. Ellos vivían en Valencia y Elisa tenía muchas amigas, David no tenía tantos porque era muy tímido. A su padre le acababan de hacer una buena oferta de empleo, pero fuera del país, concretamente en la capital francesa. -¡Es una buenísima oferta, tendremos que ir a Francia! ¡No nos tendremos que preocupar de no tener comida a fin de mes! -¡Pero así no voy a ver más a mis amigos! - contestó David medio llorando. Para poderse marchar a París, debían vender la casa. Un día, vino un comprador y se quedó con ella: -¿Y, cuánto dices que vale la casa? - preguntó mientras estaba fumando un puro. - 300.000 euros y aparte el garaje que son 5.ooo - dijo el padre al sospechar que el comprador era rico. - ¡Solo! ¡ja, ja, ja! ¡Eso es como comprar pan en los chinos!- añadió mientras seguía fumando. Con suficiente dinero para viajar, dejaron la casa y se fueron rumbo hacia París. Cuando llegaron, un taxi les llevó a la nueva casa. Ese mismo día, los padres planearon ir a Euro Disney, para así suavizar la ausencia de los amigos de Valencia. Ambos eran buenos estudiantes, pero en Francia todo era distinto. Los alumnos franceses eran más agresivos. Ambos, tuvieron que ir a clases particulares para aprender francés y así ir bien en el colegio. Los dos echaban de menos a sus amigos y siempre que podían, se enganchaban al ordenador para hablar por Tuenti. Un día de colegio, un chaval llamado Remí le quitó la cartera a David y empezó a mirar el contenido que había dentro con sus amigos. Al terminar de verlos Matiew tiró la cartera a la basura y añadió:


- ¡Hala! ¡Perdón! Ha sido sin querer, ¿me perdonarás no? Ja, ja, ja - se burló. - ¡Claro que te perdono, no te has enterado de que te he quitado mí la cartera y te he dado la tuya, ja ja ja. El que ríe último ríe mejor.

Así termino la escena y Matiew no tuvo más remedio que coger su cartera de la basura. Al día siguiente Matiew y Remí se disculparon ante David y fue durante el curso un ejemplo a seguir. A nadie más se le ocurrió nunca gastarle una broma. Llegaron las vacaciones y todos regresaron a Valencia. David contó la movida que tuvo aquel día y Elisa charló, cómo no, de sus fantásticas notas. David no habló de esto, porque como bien le preguntó su tío dijo: - A yo, bien, bien... esto... ¿qué hay de comer? Allí en casa de su tío pasaron unas vacaciones inolvidables de verano que toda la familia no lo olvidaría nunca.

XABIER AIZPURUA


EL CAMBIO DE COLE

Un día Jon como todos los días, iba al cole. Él, era muy listo y siempre sacaba muy buenas notas, y no tenía ningún problema con nadie, todos le respetaban como era, con sus gafas negras y un bolígrafo en la mano. Hasta que una mañana, llamaron de casa desde la escuela diciendo que habían tenido unos asuntos económicos y tenían que cerrar la escuela, entonces todos se tenían que cambiar del cole.

Cuando se enteró Jon de que se tenía que cambiar de cole, no le gustó nada porque no quería separarse de sus amigos, pero al final comprendió que tenía que estudiar y que no podía dejar los estudios. Unas semanas después, Jon empezaba en el cole nuevo. Él no sabía cómo sería todo y tenía un poco de miedo por saber si sabría adaptarse bien con sus compañeros. Con el timbre de las ocho, llegó la hora de entrar en clase. Cuando entró, todo el mundo le miraba y sonreía; y él se presentó; - Hola soy Jon, tengo catorce años y vengo de otro cole que han cerrado hace poco. Todos decían que parecía muy majo. Pasaron los días, y los exámenes llegaron. En esa clase había un chico muy listo al que no le gustaba que nadie sacara mejores notas que él.

Al cabo de unos días, la profesora trajo los resultados de los exámenes. Beñat estaba muy seguro de que tenía las notas más altas de la clase, y la profesora empezó a decirlas: -Buenas noticias alumnos, todos habéis avanzado mucho en las notas, pero el mejor de clase ha sido Jon. En ese momento, cuando la profesora dijo las notas, Beñat se dio cuenta que Jon había sacado mejores notas que él y se enfadó mucho.


Al salir de clase, Beñat le agarró a Jon y le llevó a una esquina para hablar. - Mira Jon. Yo, Beñat, te quiero decir que no puedes sacar mejores notas que yo. Siempre saco las mejores notas y tiene que seguir siendo así, de lo contario, tu vida se convertirá en un infierno. -Vale, vale,… Jon cuando fue a casa, empezó a llorar y le contó todo a su madre. Él estaba muy preocupado con lo que iba a pasar, y su madre le dijo que tenía que decírselo todo a la profesora. Pero Jon no estaba de acuerdo con lo que su madre le había dicho, y le dijo que Beñat no hiciese nada, y si llegaba a hacerlo entonces se lo diría a la profesora. Su madre estaba preocupada y decidió hablar con la profesora al día siguiente, la cual, no podía creer lo sucedido. Entonces, pasaron un plan para arreglar las cosas entre los niños. Unos días más tarde organizaron una excursión para poner el plan en marcha. - Escucharme todos. Vamos a organizar una excursión a la montaña, para jugar y conocernos mejor.

Cuando todo estaban preparado la profesora hizo equipos; - Jon, tú vas a estar en el equipo con Beñat , Ane y Unai. Pero Jon no le gustó nada que le pusiesen con Beñat porque le tenía miedo y le dijo a la profesora: - Perdone profesora, pero yo no quiero con Beñat. La profesora hizo como si no escuchase. El juego empezó, y a Beñat le correspondió ser el guía del grupo. A Jon, Ane y Unai no les gustó mucho la idea, pero no tenían tiempo para discutir. En el bosque, al principio todo iba bien hasta que se cansaron y decidieron descansar un rato. En ese momento, a Beñat se le ocurrió hacerle una


pequeña brama a Jon. Beñat con la excusa de que era el guía del grupo, les dijo a los demás que iba a investigar la zona por donde iba a pasar. Los chicos no pensaron en ese momento en que Beñat fuera a hacer nada malo, y con toda confianza le dijeron que se fuera tranquilamente, y él aprovechó para poner una trampa.

Un poco más tarde, todo estaba listo para continuar y entonces Beñat le dijo a Jon, que era mejor que se pusiera de guía porque era el más listo de la clase y así poder llevar a cado su plan. Cuando estaba caminando, Jon cayó en la trampa y fue rodando unos metros hacia abajo hasta que se agarró a un árbol, pero no se podía mover. Entonces Beñat, Ane y Unai se asustaron por la caída, y decidieron ayudarle con una cuerda que tenía Ane en su mochila, atándosela a Unai en la cintura para subirle. En ese momento, Beñat se arrepintió de lo que había hecho y pidió perdón. Más tarde cuando se juntaron todos, le explicaron a la profesora lo que había sucedido y lo llevaron al hospital. A partir de ese momento, Beñat y Jon se hicieron amigos y no tuvieron más problemas.

IDOIA BAZTARRIKA


Fin de la selecci贸n


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