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El Cambio
Por Jorge Eliecer Rivera Franco*
El pasado 14 de febrero, Colombia tuvo por primera vez a un presidente de la República rindiéndole cuentas a sus electores. Desde el balcón de la Casa de Nariño, Gustavo Petro, informó a miles de sus electores y ciudadanos interesados en la suerte del país, como trabaja para cumplir con los programas anunciados en su campaña que le llevo a la Presidencia. Con un lenguaje comprensible para todos, durante una hora y treinta minutos, explicó el qué y por qué de las reformas a la salud, las pensiones y al estatuto del trabajo, en Colombia, para incluir a las mayorías excluidas.A la mañana siguiente, arreciaron sus críticos, con señalamientos perversos, en el sentido de que el presidente está desconociendo la autonomía del poder legislativo y judicial, cuando lo que hizo fue recordarles y reconocer, que el único soberano, es el pueblo, del cual emanan todos los poderes, de acuerdo con el artículo 3 de la Constitución Nacional. En el trasfondo del debate se mueven los intereses creados de unos y otros, el pueblo interesado en que la salud llegue a todos los lugares del país y que en su estructura prime la prevención. Que el dinero de las pensiones no sea la caja menor de la plutocracia y que el trabajador reciba trato digno y salarios justos. Los otros, interesados en no perder las tetas de la hacienda pública, que llenan sus bolsillos y sus sacos, de manera ilegal y “legal”. Amparados en la corrupción y las complicidades. Estos fueron los cambios anunciados a lo largo de todo el país durante su campaña, razón por la que es absurdo que algunos sectores se sorprendan de que haya presentado tales reformas al congreso, en cumplimiento de lo prometido. En procura del cambio anunciado. Debemos recordar que el principal enemigo del cambio, es el sistema educativo, diseñado para sostener los intereses dominantes, los mismos que el Papa Francisco, señala en su Encíclica Laudato Sí, que son insostenibles. Reproduciendo una cultura que soporta las conductas y comportamientos de la sociedad, que en nuestro caso, ha dado muestras de ser indiferente ante las carencias, necesidades y sufrimientos de las grandes mayorías. Una sociedad violenta y corrupta, que ante el fracaso de la justicia, a hora pretende abrir las puertas de las cárceles para poner en libertad a toda clase de delincuentes, criminales, negociando con los que están en la calle, para que puedan usufructuar sus riquezas, producto de su oficio delincuencial. Cultura que mueve los hilos visibles e invisibles del gobierno y la “oposición”, no debemos olvidar esto, por eso, volviendo a la Encíclica citada: “Es URGENTE una PROFUNDA Revolución Cultural”, para hacer factibles los cambios requeridos en Colombia, arriba, en el medio y abajo. Las transiciones necesarias, no serán posibles, sin cambios profundos, estructurales, curriculares, en la educación, la cultura y los estilos de vida hoy dominantes. *Sociologo, director Movimiento Ser Ciudadano.
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