MÁSCARA

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mรกscara bendito remiendo

Juan David Cรกceres Murillo Bogotรก D. C., Colombia 2018



Esto es un ejercicio autobiográfico y documental. Aprendo. Aplico. Registro. Y de nuevo aprendo. Los errores que cometo, los remiendo. Y continúo. Espero que disfrute este sendero recorriéndolo, tanto como yo lo hice construyéndolo.



“La conclusión fundamental [...] es que es en la naturaleza de las superficies, antes que en la naturaleza de las propias líneas, donde se encuentran las diferencias cruciales”. Ingold (2007).


Las máscaras se han usado a lo largo de la historia de la humanidad para exhaltar y/u ocultar aspectos del humano que la lleva puesta. Utilizar una máscara entonces no es necesariamente convertirse en alguien más, sino en otra versión de sí mismo. Es cubrir la superficie del rostro. El año pasado estuve caminando por las calles y sobre los pequeños canales de Venecia, Italia. Estando en esas me encontré con una pequeña casa que estaba abierta. Era una tienda de llamada Ca’ Macana. Vendían máscaras y habían cientos de ellas tanto en blanco como pintadas. Allí mismo las fabricaban y las decoraban según los antiguos métodos de los maestros artesanos venecianos. Las máscaras juegan un papel muy importante para la cultura italiana por su relación con el teatro y la denominada Commedia dell’Arte. Por esta razón, cada máscara tiene un significado y una razón de ser como es. El público debía reconocer cómo era un personaje tan solo viendo la máscara sobre su rostro. Quería sentir lo que sienten los actores de este tipo de teatro. Quería encontrarme en una de esas máscaras, pero ninguna parecía cercana a mí.


Finalmente la encontré O más bien, encontré algo de mí en ella. En esa superficie que fue una vez ajena a mí.






Cuando regresé a Bogotá D. C., Colombia, la máscara se había agrietado durante el viaje.



“Después la arreglaré, no debe ser tan difícil”, me dije a mí mismo.

No fue sino hasta un año después que me di la tarea de finalmente remendarla.

Me di cuenta que dedicarle tiempo a esta tarea me daba la posibilidad de trabajar de nuevo la máscara y resignificarla (König, 2013), y así hacerla totalmente propia.


Fue difícil empezar a pensar qué camino debía seguir porque este es un proceso que es comparable al que describte Pérez Bustos (2017) respecto al desenradado y posterior remiendo en el calado, “requiere cuidado, tiempo y conocimiento”. Podía comprometerme a ser cuidadoso y a dedicarle la cantidad de tiempo necesaria, pero sucede que carecía de conocimiento sobre el tema. No quería que mi falta de experiencia dañara el resto de la máscara. Empecé a imaginarme distintas maneras de poder remendarla, busqué en revistas y en tutoriales de internet varias posibilidades de unión, sin embargo me hacía falta algo y es que “pensar en la técnica implica hacerla” (Pérez Bustos, 2017). Uní entonces lo que encontré con lo que ya sabía: bordar. Remendé con puntos de bordado. La plataforma virtual y sus facilidades me permitieron la búsqueda de soluciones y la unión de conocimientos en torno a la labor de remendar (König, 2013). Empecé a practicar en un medio parecido antes de intervenir la máscara. Utilicé cartón industrial de dos milímetros de espesor recubierto en gesso, logrando acercarme al material original. Luego quise emular algunas de las grietas en el cartón, y posteriormente intentar remendarlo con distintas puntadas e hilos. Finalmente quería que, a diferencia de otras labores textiles, se viera el remiendo como marca o huella de quien lo hizo y se volviera parte de la pieza. Por esta razón cubrí también de gesso el remiendo, no invisibilizándolo, pero sí con el deseo de hacerlo parte de lo que se está arreglando.



Punto de cruz El cartón es mucho más rígido que la tela. Una aguja no lo atraviesa. Abrí unos pequeños agujeros con una broca. Entre ellos pasa la lana con ayuda de una aguja. Nudo. Arriba. Abajo. Izquierda. De nuevo arriba. De nuevo abajo. Se formaban equis que funcionaban como ganchos. Unen las piezas. Acortan la brecha. Finalmente nudo.



Punto de espina de pescado Luce como el punto de cruz. Pero la lana y la aguja entran por agujeros distintos. Nudo. Arriba. Abajo. Izquierda. De nuevo arriba. De nuevo abajo. TambiĂŠn se forman equis. Se extienden y se entrelazan. Abrazan la grieta. La cubren. Finalmente nudo.



Punto de espina de pescado doble Surge del anterior. Debería ser más uniforme. Pero así me quedó a mí. Algo desordenada e infrecuente. Nudo. Arriba. Abajo. Izquierda. De nuevo arriba. De nuevo abajo. Sigo el camino, y luego me devuelvo. Se construye sobre lo ya construido. Da lugar a una cicatriz fuerte. Finalmente nudo.



Punto de espina de pescado en escalera Surge del anterior. Pero se construye gracias a lo que denomino soporte. Que no es mĂĄs que una puntada lineal. De allĂ­ se agarra el punto de espina, y no del material. Permitiendo mostrar su reverso. Nudo. Arriba. Abajo. De nuevo arriba. De nuevo abajo. El remiendo surge gracias al soporte. El camino se traza por una lĂ­nea que se enreda con otra. Se remienda enredando con cuidado. Finalmente nudo.



Punto de ribete portuguĂŠs Del anterior toma prestada la presencia de un soporte. Un hilo que une las piezas de un lado al otro. Un segundo hilo envuelve el soporte. Como si lo trenzara. Nudo. Arriba. Abajo. De nuevo arriba. De nuevo abajo. Se ve el remiendo. Pero se decora. Se oculta la fisura. Finalmente nudo.


Apliqué lo aprendido y remendé mi máscara.


Mi otro rostro.


Utilicé el punto de espina de pescado doble. Es una puntada que me daba fuerza de unión suficiente como para remendar sin rasgar o dañar la superficie.


SentĂ­a que los trazos surgĂ­an y se entrelazaban entre ellos de manera natural.










Sinceramente me siento muy satisfecho. Ese rostro una vez ajeno ya lo siento mucho más personal. Una extensión y casi que prótesis de mí.


Remendar no solo hace posible arreglar y reutizar algo ampliando su ciclo (König 2013), sino también permite la intervención. Permite que quien remiende se materialice dentro del objeto y forme parte de este. Permite que quien remiende se apropie del objeto. Permite pensar y reflexionar cuidadosamente sobre lo que se está haciendo gracias al tiempo invertido en ello. Remendar para mí no fue solo arreglar, unir o pegar. Remendar para mí fue aprender. Remendar para mí fue un espacio donde mis manos entraron en diálogo con la máscara, que era mi rostro. Gracias al remendar, mis manos fueron capaces de darle valor a una máscara de áctor, y convertirla en algo únicamente mío, en algo que únicamentre entró en contacto conmigo y dialogará conmigo. Es cierto que el remendar puede llegar a ser una actividad de comunidad, pero ni aún así la comunidad con la que trabaje entenderá ni vera lo que remiendo como yo lo veo.


Remendar es mucho mĂĄs que reparar. No solamente estoy extendiendo la vida del objeto, sino que tambiĂŠn extiendo mi vida en lo que remiendo.


Referencias Ingold, Tim. 2007. Lines: A Brief History. London, England: Routledge. König, Anna. 2013. “A Stitch in Time : Changing Cultural Constructions of Craft and Mending.” Culture Unbound. Journal of Current Cultural Research 5: 569–85. Pérez-Bustos, Tania. 2017. “Thinking with Care.” Revue d’Anthropologie Des Connaissances 11 (1). doi: 10.3917/rac.034.a.


fin Juan David Cรกceres Murillo Bogotรก D. C., Colombia 2018


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