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13 DE ABRIL DEL 2014
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las dinastías agrícolas del baix llobregat
Payeses
al borde del asfalto Cada vez hay menos mano de obra joven en una de las comarcas más fértiles de Catalunya. Aunque la crisis ha frenado la presión urbanística, las fincas corren el riesgo de abandono o venta. El colectivo y la Administración buscan soluciones imaginativas. texto y fotos juan pedro chuet-missé
V
isto desde el aire, el Parc Agrari del Baix Llobregat tiene la apariencia de un puzle multicolor, donde el verde de los cultivos y el marrón de las tierras se combinan con el gris claro de los invernaderos. Y como cicatrices, lo surcan autovías, pistas de aterrizaje, vías ferroviarias, caminos rurales, algunas rieras con poca agua y, en un trazo grueso, el curso del río Llobregat. Las urbanizaciones y los pueblos del área metropolitana surgen como islas entre las 3.300 hectáreas de esta zona agrícola. Alrededor de 1.500 campesinos trabajan en esta zona y, además de competir con los productos importados y con la presión urbanística, se enfrentan al envejecimiento de su población. Según un estudio del Parc Agrari, el 40% de los propietarios rurales tienen más de 65 años, mientras que solo el 12,5% son menores de 45 años. «Hay una tendencia al alza de la llegada de jóvenes al campo, pero no basta para reemplazar a las generaciones anteriores», explica Borja Camí, ingeniero agrónomo que asesora a
Jaume Pascual, durante una pausa del trabajo, en Mas Colomer.
universitarios que quieren introducirse en el mundo agrícola. «Buscamos una cooperación entre ellos y los agricultores veteranos, para que el saber tradicional se pueda combinar con sus conocimientos universitarios y las nuevas tecnologías», dice Miquel Doménech, técnico de asuntos agrícolas del Consell Comarcal del Baix Llobregat, organismo que, junto con el Parc Agrari, ha impulsado un curso para capacitar a jóvenes y proyectan un programa para crear emprendedores agrícolas, enfocado a desempleados de la comarca.
De las finanzas a las hortalizas
«Por mi salud mental, decidí hacerme cargo de la finca familiar», dice un exestudiante de Empresariales
agricultores de la zona. «Uno de los problemas es el acceso a la tierra. Hay propietarios que prefieren mantenerla improductiva para ver si la pueden vender a industrias o a promotoras. Un payés busca contratos de arriendo a largo plazo, pero los especuladores prefieren evitarlos», dice. En este cambio de modelo productivo están los representantes de la nova pagesia: jóvenes con estudios
Antoni Tugas sigue trabajando en su campo a los 75 años.
«Por el bien de mi salud mental, decidí dejar mi trabajo y hacerme cargo del campo de mi familia», confiesa Pere Tugas, de 41 años, que ha abandonado la carrera de Administración de Empresas y la especialización en Finanzas, para dedicarse a la agricultura. Las Marinas es una finca de ocho hectáreas en Viladecans dedicada a las hortalizas. Además, Tugas también administra y cultiva unas parcelas de cerezos en Sant Climent del Llobregat. Hace más de 120 años que su familia trabaja en estas tierras.
«Como economista, intento aplicar mis conocimientos en la administración de la finca, pero cuesta muchísimo, porque en la agricultura dos más dos no siempre son cuatro», cuenta. «Para hacerme cargo de las tierras, puse como condición que había que convertirlas en cultivos ecológicos, pero no es nada fácil», afirma. Sin embargo, sus productos han conseguido el certificado de Producto de Proximidad emitido por la Generalitat y, gracias a su página en internet (tugasicompanyia.com), la venta de frutas y verduras a domicilio ha crecido el último año. Roger Badosa, de 27 años, siempre supo que quería ser agricultor. Su abuelo y su padre habían teni-
Albert Bou y su padre, durante la recogida de las alcachofas.