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MINUCHIN

reforzadas. Se enfatiza los procesos de aprendizaje y se niega la existencia de instintos. La conducta del hombre y del animal deben ser consideradas en el mismo plano, de ahí que se puede hacer experimentos en animales que pueden ser picados a los humanos. externo de acuerdo a sus vivencias. El ser humano está sediento de relaciones auténticas y profundas, que validen su auto-identidad y apoyen los compromisos y las responsabilidades que toma. de la conducta, sino cómo ésta viene determinada por la socialización en el grupo familiar y por ende, puede ser modificada desde la intervención de todo el núcleo familiar como un sistema. La conducta es un constructo producto de la socialización reciproca del individuo con su medio.

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TEORÍA ESTRUCTURAL DE MINUCHIN

la FAMILIA es una unidad social que enfrenta permanentemente a cambios internos y externos, a su vez, que procura el desarrollo de sus miembros que se adaptan a una sociedad cambiante. “Es una comunidad de personas para las cuales el propio modo de existir y vivir juntos es la comunión” (Carta a las familias del Papa Juan P. II, 1994). La familia ha sido considerada siempre como la expresión primera y fundamental de la naturaleza social del hombre. Esta concepción no ha cambiado ni siquiera en nuestros días. En ese sentido, las funciones de la familia sirven a dos objetivos distintos. Uno es interno —la protección psico-social de sus miembros; el otro es externo —la acomodación a una cultura y la transmisión de esa cultura. Cada sociedad imprime en la familia un sentimiento de identidad. El niño aprende que pertenece a un determinado grupo social, con creencias, valores, costumbres…en si, como modos de vida específicos (cultura) y al que está anclado su

núcleo familiar. El entorno social configura en parte, la identidad psicológica del niño. La familia es un sistema abierto en transformación, por cuanto su adaptabilidad le permite responder a las demandas de los momentos históricos que les toca vivir.

Un concepción integral de familia es aquella que contemple el hecho de que toda estructura de familia responde a un contexto sociocultural determinado, interactúa con él, se adapta; toda dinámica familiar es dialéctica, trasformadora, en permanente movimiento, en función de satisfacer sus necesidades de autorrealización; y por último, la familia mantiene una continuidad de sus propios modos de vida pese a las continuas presiones externas a las que esta sometidas. Es un sistema cambiante, en permanente osmosis con su medio social, interfamiliar e intrafamiliar (GEOGRAFÏA DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR); más no es una estructura rígida, predecible, cerrada, inalterable. La familia se desarrolla en el transcurso de cuatro etapas a lo largo de las cuales el sistema familiar sufre variaciones; los períodos de desarrollo pueden provocar transformaciones al sistema y un salto a una etapa nueva y más compleja. Esto es lo que Minuchin

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denomina el CICLO VITAL DE LA FAMILIA (Minuchin, 1986).

La primera etapa, la constituye la formación de la pareja. Comienza con el adulto joven, soltero y sin pareja que se pone de novio. Forma una pareja y luego se casa hasta el nacimiento del primer hijo. Esto genera un compromiso mutuo, se eligen, se complementan y deciden que quieren estar juntos. El casamiento o la convivencia formal legalizan esta etapa, la cual es revalidada socialmente por ambas familias, que pasan a formar parte del nuevo grupo familiar constituido, y que tienen sus propias modalidades de funcionamiento.

En esta etapa los miembros de la pareja deben negociar sus propias reglas de convivencia y de intimidad.

La segunda etapa, la pareja con hijos pequeños. Ya nacido el niño, se produce el choque de culturas y modalidades de crianza de ambas familias de origen de los padres. Aparece el cansancio de la madre y a veces síntomas de depresión. A veces los síntomas no los presenta la madre, pero si el niño, en forma de llanto, berrinches... En este caso clave el rol del padre, quien no debe quedar excluido del sistema.

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En esta etapa se renegocian responsabilidades entre la pareja; la familia de ambos tienden a presionar para intervenir en la crianza del primer nacido; aparecen nuevas crisis que deben ser superadas desde el diálogo sincero, el establecimiento de límites a externos, el aprendizaje por ensayo - error y la corresponsabilidad de la pareja.

En la tercera etapa, la familia con hijos en edad escolar y/o adolescentes, la entrada de un hijo a la escuela representa suinserción formal a la sociedad, es ponerlo en el juego de la vida en su contexto. Las exigencias de los padres sobre el rendimiento, el comportamiento, el cumplimiento de las obligaciones, la escogencia de las amistades… puede ser un foco de conflicto. Asimismo, la interacción con otras familias y la observación de sus modos de vida (teoría de la comparación social de Festinger), puede cuestionar el funcionamiento de la familia de origen.

En esta etapa, se va construyendo una relación con los hijos a quienes progresivamente se les van dando libertades y se especifican nuevos roles y responsabilidades en función de sus edades, habilidades, ritmos de aprendizajes.

La cuarta etapa, de la familia con hijos adultos, es caracterizada por la salida de los hijos del hogar, y la reacomodación de la pareja. Los hijos abandonan el hogar porque se casan, o simplemente quieren vivir en independencia de sus padres. Aparecen los síntomas propios del denominado “nido vacío”, que obliga a la pareja a replantear el vínculo matrimonial y las prioridades. Este es un período en el cual las enfermedades propias de la vejez hacen su aparición, así como la muerte de alguno de los cónyuges.

El síndrome del nido vacío es la sensación de soledad,

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angustia, depresión… que experimentan los padres inmediatamente posterior a la salida del último hijo del hogar. En esta etapa es clave la madurez emocional y experiencial de la pareja quien busca nuevas alternativas que alimente la relación y de nuevos sentidos a la vida, en caso contrario, ante la evidencia de un estancamiento emocional de alguno de los cónyuges, esto puede ser causal otra crisis matrimonial.

De igual manera, toda familia, concebida como un sistema, define sus relaciones en función de constructos por ensayo – error en el tiempo. Estos constructos transaccionales delimitan las JERARQUIAS, o sea, los roles de poder en el grupo familiar y fuera de este. Estos constructos delimitan pautas acerca de cómo, con quien y de qué manera los miembros deben relacionarse, es decir, en función de sus demandas. Este conjunto de acciones funcionales es lo que se denomina ESTRUCTURA

FAMILIAR.

Estas demandas están sostenidas por dos sistemas de coacción: primero, las convenciones universales que organizan la estructura interna familiar, y el idiosincrásico, las expectativas de cada miembro de la familia. Pero cuando estas expectativas amenazan la estabilidad y unidad familiar, la familia debe encarar nuevas alternativas de adaptabilidad sin perder la continuidad que proporciona un marco de referencia a sus miembros. Este sistema desempeña sus funciones a través de SUBSISTEMAS. Los subsistemas pueden ser formados por generación, sexo, interés o función. Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y en los que aprende habilidades diferenciadas. Los subsistemas presentan distintos niveles de poder y responsabilidades particulares. Entre ellos están el conyugal, parental, fraternal individual... Cada individuo toma conciencia de su rol en el grupo familiar, y aprende a ceder el poder cuando sea necesario para facilitar la convivencia.

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El respeto a la diversidad y de la especificidad de los individuos en el grupo familiar, constituye, en efecto, un principio fundamental que debe llevar a proscribir toda forma de convivencia normalizada.

Los padres pueden llevar a cabo una revolución proactiva tranquila permitiendo a sus hijos desarrollar al máximo sus capacidades. Dedicándoles tiempo e interés. Evitando juicios críticos, evaluaciones negativas y resaltando el valor a equivocarse para aprender. Esta dedicación les proveerá de seguridad en sí mismos y les servirá de estímulo en su desarrollo intelectual. Estimular sus elecciones, descartar las propias exigencias y expectativas, salvo que coincidan con las de los niños. Lo operativo es no anticiparse a la demanda para no obturarla antes de que se produzca, y así respetar el ritmo y los roles de cada uno de los miembros. Es aceptar los cambios y apoyarse en las decisiones, permitiéndose experimentar traspiés y los fracasos necesarios para adquirir independencia de criterio. La tarea es plantearnos construir espacios en que el niño desarrolle plenamente sus capacidades y habilidades según sus propios ritmos, estableciendo límites.

Los LÍMITES están constituidos por reglas en la familia que definen quiénes participan y de qué manera. Existen límites claros, difusos y rígidos. Los límites permiten proteger la diferenciación en el sistema. Deben definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el desarrollo de sus funciones sin interferencias indebidas, pero también deben permitir el contacto entre los miembros del subsistema y los otros. Los límites no son sinónimos de exclusión, rigidez, anormalidad; por el contrario, es sinónimo de libertad.