La Jornada Semanal

Page 1

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 17 de noviembre de 2013 ■ Núm. 976 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Pushkin

Alexandr

V íctor T oledo

trueno de cañón

S cerbanenco , el escrutador • E lse L asker -S chuler : tan compuesta y a deshora • M olotov : una bofetada fiera y perfumada


Muerto prematuramente a sus escasos treinta y ocho años, Alexandr Pushkin es “el poeta símbolo de Rusia, el más grande por su dimensión histórica”, y es considerado por muchos –comenzando por sus contemporáneos y sucesores– como el auténtico fundador de la lengua rusa actual. Poeta, narrador, dramaturgo, liberal en plena monarquía zarista, Pushkin, cuyo apellido significa “trueno de cañón”, es dueño de una voz que, dos siglos más tarde, continúa resonando con toda su fuerza. Ofrecemos a nuestros lectores cinco breves muestras de su poesía, acompañadas de una semblanza a cargo de Víctor Toledo. Publicamos además sendos artículos sobre el también ruso Giorgio Scerbanenco, la escritora alemana Else Lasker-Schuler, así como un ensayo sobre la iconoclasta banda mexicana Molotov.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

de asombros

bazar

Hugo Gutiérrez Vega TERENCE RATTIGAN EN BROADWAY Para Fuensanta

Hacía tiempo que sir Terence Rattigan no apare­ cía en las carteleras de Broadway. Ahora la pro­ dución del Old Vic londinense de The Winslow Boy lo ha traído de nuevo a la Gran Manzana. Las candilejas de la memoria del público de la olvi­ dadiza y novelera ciudad de ese show bussines que abominaba Arthur Miller se encendieron y la crítica recordó a sir Terence, a su teatro con personajes de la alta clase media británica, a sus chispeantes diálogos y, fundamentalmente, a sus obras que fueron tan vistas y admiradas en las décadas de los cincuenta y los sesenta. Me refiero a The Browning Version, a The Prince and The Showgirl, The Deep Blue Sea y, sobre todo, la muy famosa Separated Tables. Sir Terence, muerto a los sesenta y seis años de su edad, es un modelo de constante éxito y de ha­ bilidad en la construcción dramática y en la belleza de su prosa que se mani­ fiesta en diálogos exactos y muy bien enmarcados, en un lenguaje lleno de fuerza lírica e ingenio británico. Ese ingenio que, desde la época de Wilde, da su verdadero significado a las pala­ bras y las enmascara en el juego de las parado­ jas, entendidas éstas como formas de enri­ quecer a la dialéctica. Sir Terence nació en Londres, estudió en Eton, en Harrow College, y dio un dorado punto final a su carrera entre las enredaderas de los patios del Trinity College oxfordiano. Después de tales per­ fecciones de fondo y de forma, se fue a Londres y se dedicó por completo a la vida teatral y a sus va­ riados reventones. Lindsay Posner dirige la puesta en escena de The Winslow Boy en el American Airlines de Broad­ way. Roundabout y el Old Vic patrocinan esta nueva aventura de una obra que pertenece por completo a la Inglaterra eduardiana, a los re­

manentes del “honor” victoriano y a los horro­ res y los contados aciertos de instituciones tan caducas y neurotizantes como la familia tradi­ cional. Esta discutible y, por todos conceptos, revisable institución social (la “primera célula” de las instancias socializadoras, según la retó­ rica tradicional) salva su honor manchado por una acusación de robo hecha a uno de sus miembros, un insoportable adolescente expul­ sado de una escuela de la Marina Real. El padre, para librarlo de la acusación, mueve todas sus influencias, contrata a un eminente abogado, arruina a la familia, pero, al final, ve su honor res­ taurado. Afortunadamente, sir Terence da a los personajes la carga de buen humor necesaria para huir del melodrama y para evitar, en el ca­ so de la puesta en escena que estoy comentan­ do, que la señora Mastrantonio, intérprete de la señora Winslow, cayera en la tentación de con­ vertir en gritona madre napolitana a la ponderada y a veces llori­ queante esposa del barrio de Kensington. Buena y respetuosa del texto y de la tensión espiri­ tual buscada por Rattigan es la puesta que ahora se lleva a cabo en medio de musicales hechos sobre ma­ chote y llenos de los lugares comunes de un Broadway que, de vez en cuando, nos entrega teatro de arte y de re­ flexión. De regreso a la casa de mi hija y su familia, pen­s é en Rattigan, en los eduardia­ nos que veían cómo el imperio se caía a pedazos y en la moral victoriana y su terrible sentido del honor. Sir Terence me puso a pensar. Eso es lo que el teatro debe lograr a través de la emoción y del funcionamiento de las neruonas atontadas por tantos lugares co­munes, por la manipulación co­ mercial y por la vulgaridad sensiblera que cho­ rrea melaza en las pequeñas pantallas •

jornadasem@jornada.com.mx

Directora General: C a r m e n L i r a S a a d e , Director: H u g o G u t i é r r e z V e g a , Jefe de Redacción: L u i s T o va r , E d i c i ó n : F rancisco T orres C órdova , Corrección: A leyda A guirre , Coordinador de arte y diseño: F rancisco G arcía N oriega , Diseño Original: M arga P eña , Diseño: J uan G abriel P uga , Iconografía: A rturo F uerte , Relaciones públicas: V erónica S ilva ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: A lejandro P avón , Publicidad: E va V argas y R ubén H inojosa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: Poeta, noble y revolucionario

I. K. Aivazovski y I. E. Repin, El adiós de Pushkin al mar, Museo de toda Rusia de A.S. Pushkin, San Petersburgo

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh­t émoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui­ tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jor­n ada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

2


Scerbanenco

3

el escrutador

Foto: faremilano.wordpress

Ricardo Guzmán Wolffer

G

iorgio Scerbanenco (Rusia, 1911-Italia, 1969) es uno de esos escritores de novelas policía­ cas, en su momento famoso, que se ha ido quedando en ediciones viejas pero que bien vale la pena retomar. Para quienes gustan de la muerte literaria y sus explicaciones, salpicadas con datos sobre la socio­ logía del crimen y la psicología del delincuente o su víctima (de la novela policíaca negra –está la contrapartida inglesa, donde poco se analizaba el aspecto sociológico‒), Giorgio es de esos autores que no dejan de ser vigentes. En este tiempo donde la violencia bestial apenas logra tener una contra­ partida literaria, son pocos los autores que plan­ tean la comprensión del fenómeno por los involu­ crados; regresar a los pioneros dará una luz a este género que en su momento era de una fuerte crí­t ica social. No importa que muchos autores importan­ tes, como Chandler o Hammett, hayan sido repe­ tidos y llevados a la pantalla: en sus novelas queda la inconformidad por los ricos que se suponen ajenos a las leyes y a la justicia. Giorgio, sin embar­ go, se plantea desde la primer novela del médicopolicía Duca Lamberti un acercamiento al crimen inmediato, pero tratando de comprenderlo, a ve­ ces hasta de justificarlo. El personaje Lamberti es un médico que ha sido encarcelado por practicar la eutanasia por compa­ sión. Cuando sale de prisión, entra a trabajar en un peculiar empleo: cuidar a un joven adinerado que vive alcoholizado. Con la novela Venus privada, Lamberti entra de lleno al mito literario, sin nada que pedirle a personajes como El agente de la Con­ tinental que Hammet usara con tanto tino en sus novelas rojas. Duca es analítico, pero no por ello es compasivo con los delincuentes: su estancia car­ celaria le ha enseñado a distinguir a esos idiotas. Venus privada gira alrededor del negocio de la pros­ titución elegante en Milán, donde vivió el autor, pues cuando comprende que el muchacho (joven, millonario, guapo, instruido, sensible) sólo bebe

por el remordimiento de suponerse causante de la muerte de una prostituta eventual, sabe que el único modo de que éste recupere su vida es captu­ rando o matando al asesino de la cortesana ama­ teur; como vivió su infancia y juventud al lado del padre policía, quien intentó disuadirlo de tomar esa profesión, en el fondo tiene todos los trucos del guardia viejo. En el trayecto de esa investigación se topa con otra mujer que también se prostituye cada tanto, pero usa su inclinación al pensamiento sociológi­ co, que se ha planteado la necesidad de comprender cómo las mujeres usan su cuerpo para vivir en in­ dependencia: Livia Ussaro. La prostitución como opción libertaria, como una decisión sobre el propio cuerpo, incluso como filosofía ante los estándares sociales de monogamia y manutención masculina. De inmediato se advierte la fascinación mutua: ella lo admira por la eutanasia practicada (está conven­ cida de que era lo mejor para el paciente); él advier­ te que los planteamientos de ella son claros, irre­ batibles, “kantianos”: sabe que para ella lo más importante es el Pensamiento, las Teorías, la Justi­ cia. Pero antes de saberla su complemento, ella par­ ticipa como carnada en la cacería de la red de proxe­ netas. Al final de la primera novela, ella termina con el rostro deshecho por los cortes que le infieren los delincuentes que Duca golpea con precisión médi­ ca, seguro de que un buen azote puede matar. Como era de esperarse, en posteriores novelas Duca y Livia juntan sus caminos para formar una peculiar pareja donde intercambian los papeles del investigador y del filósofo en la búsqueda de la jus­ ticia a secas; aunque a la hora de los golpes él los da y ella los razona después. En Muerte en la escuela se enfrentan a un peculiar crimen: varios muchachos (de entre catorce y vein­ te años) matan a su maestra en el salón de clases, luego de torturarla y violarla. Lo que al principio es un caso indescifrable (todos niegan haber parti­ cipado) por ser casi un incidente de cuarto cerrado,

pronto es llevado a los bajos fondos de Milán para investigar sobre los vendedores de drogas y los ca­ minos de los reincidentes juveniles. Si en la primera novela Duca plantea la ley como la respuesta social para encauzar el modo de actuar individual y refiere la necesidad de que los códigos (civil, penal, etcétera) sean constantemente actuali­ zados para que correspondan a las necesidades co­ lectivas, al llegar a Muerte… se ha desengañado de las leyes. En Venus… muestra su desprecio por los estafadores: “Hoy existen bandidos con asesoría le­ gal, engañan, roban, matan, pero ya han estudia­ do la línea de defensa con el abogado en el caso de que los descubran y los juzguen, y nunca se les castiga suficientemente”, pero después piensa en matar a los delincuentes: le promete al joven alcohólico en­ señarle cómo podría matar a los asesinos de la joven. En Muerte… opta por el castigo interno: cuando com­ prende que es una adulta quien ha organizado y has­ ta participado en la vejación de la maestra y sabe su identidad, prefiere que sea ella misma quien se cas­ tigue con el suicidio, en lugar de arrestarla para que sólo pase unos años guardada y salga tan campan­ te, ante la perspectiva de un vida de soledad por su publicitada participación en un crimen violento. Y es que Duca sabe que “la ley es cosa de risa”. Suena actual: según los investigadores, en México se casti­ ga entre el 1.5 y el 3 por ciento de los delitos. Duca sabe que “con los delincuentes la bondad es inútil”, da por hecho que la readaptación es viable en tan poco porcentaje que habría que cambiar la no­ ción de cárcel y sus objetivos. Incluso con los jóve­ nes delincuentes, como al que ayuda Duca: pronto se desencanta al verse traicionado por el muchacho al que pretende salvar. El Doctor sabe que en el cri­ men lo que importa es el modo y su espíritu: com­ para a los nazis con la causante de la vejación de la maestra y la sabe sanguinaria, no sólo por la víctima directa, sino por cómo ha afectado a todos los mu­ chachos para toda la vida. Scerbanenco no se ha ido •


Para desmitificar a

4

Gabriela Mistral Gerardo Bustamante Bermúdez

Con maestros revolucionarios de México. Foto: gabrielamistralymaestrosdemexico.blogspot

“He aprendido cosas amargas: que todos los hombres creen en las miserables patrias, en el aire mexicano o chileno, en los pastos mexicanos y chilenos.”

S

ucede con frecuencia que las grandes virtudes y defectos de un personaje constituyen parte de la leyenda que biógrafos y estudiosos. Las historias nacionales en Hispanoamérica están marcadas por la elaboración de biografías imagina­ rias de personajes importantes y hacedores de la historia de las ideas. El caso de la escritora chi­ lena Gabriela Mistral es un ejemplo dentro del magisterio femenino en Latinoamérica, con su correspondiente construcción de la virtuosa y dedicada maestra que mira en la educación de los niños y en la formación magisterial feme­ nina la fuente de progreso; sin embargo, su ideal dista de la versión oficial que se tiene de ella, al menos en México. Sobre la vida de Gabriela Mistral se ha erigido una leyenda que oscila entre la tragedia existen­ cial, el espíritu viajero, el sentimiento de frus­ tración amorosa por el suicidio del empleado ferrocarrilero Romelio Urueta, en quien según sus biógrafos se inspiró para la composición del poema “Interrogaciones”, de Desolación (1922) y que en su primera estrofa dice: “¿Cómo que­ dan, Señor, durmiendo los suicidas?/ ¿Un cua­ jo entre la boca, las dos sienes vaciadas,/ las lunas de los ojos albas y engrandecidas,/ hacia un ancla invisible las manos orientadas?” La escritora chilena fue invitada a México en 1921 con la finalidad de emprender la gran labor educativa encabezada por José Vasconcelos. Llegar a México significó la oportunidad de materializar las luchas ideológicas del progreso nacional a través de la educación. Mistral comparte con Vasconcelos la utopía del progreso de Latinoamérica a través de la alfabetización y, en ese sentido, México tiene una deuda con las clases indígenas y campesinas a las que Mistral admira. Empero, su vida en este país no fue tan placentera. Personajes como Palma Guillén han proporcionado algunos datos al respecto. Ahora,

la paulatina publicación de epistolarios con misivas de la autora dejan en claro que, al conocer México, se decepcionó de la gente. Muy al contrario de la concepción nacionalista que se tiene sobre la escritora, existe también la ver­ sión sobre su ideología antifranquista, antifascista y su simpatía por las ideas del socialismo soviéti­ co. En su texto “Motivos de vida”, escrito a finales de 1924 y dado a conocer hasta 1991 en el libro Tan de usted. Epistolario de Gabriela Mistral con Alfonso Reyes, la poeta habla sobre la primera impresión iluso­ ria que le provocó la gente de México y el posterior desencanto; se sorprende del nacionalismo ram­ plón de la política mexicana de entonces: “He apren­ dido cosas amargas: que todos los hombres creen en las miserables patrias, en el aire mexicano o chileno, en los pastos mexicanos y chilenos. No me han con­ vertido con su feroz nacionalismo, volveré con una decepción áspera, pero a la vez con una terquedad heroica a vivir en Chile mi universalismo de espíri­ tu, de la mente y de la mirada. Y en las flores chilenas miraré sólo las flores, y en la carne chilena, miraré sólo la carne humana.” En Cartas de amor y desamor (1999), misivas que Mistral le envía al poeta Manuel Magallanes Moure (1878-1924), confiesa sobre su trabajo: “La enseñan­ za es mecánica y es amarga. Yo que he trabajado des­

de los quince años me, he fatigado demasiado pronto. Esta conquista del pan ha sido para mí –antes– de­ masiado dura y estas cosas me han arruinado ener­ gías, alegrías, esperanzas que hoy no puedo resuci­ tar.” El magisterio incomoda a la poeta; advierte la ignorancia de sus compañeras de trabajo y la alie­ nación de las políticas educativas profesadas por las directoras de las escuelas. Mistral está inconfor­ me con el adiestramiento de los niños como sujetos pasivos. La educadora llegó a México acompañada de la joven escultora Laura Rodig como asistente. Poste­ riormente será la promotora educativa y diplomáti­ ca Palma Guillén quien ostente el cargo, hasta que en 1946 la poeta conoce a la joven estadunidense Doris Dana, en Bernald College. A partir de ese momen­ to Dana se convertirá en la acompañante, secretaria y cuidadora de la enferma escritora, quien en ocasio­ nes le escribe colérica, le reprocha el abandono al que la tiene sometida y le pide un poco de amor. A ella le contará episodios traumáticos vividos en México: acusa a la gente de Xalapa de xenófoba, desconfía de sus empleadas, piensa que hurgan su corresponden­ cia; en síntesis, se siente hostigada por aduladores y amenazada por los empleados. Además, no puede recibir las sesenta hectáreas de tierra que el gobierno de Miguel Alemán le obsequia debido a que se en­ contraban a menos de trescientos kilómetros de la costa. En su segunda visita a México, entre finales de 1949 y principios de 1950, Mistral sale prácti­ camente huyendo de un país que en el fondo rechaza. No obstante tal rechazo, la presencia de Mis­ tral fue clave para la educación en México, sobre todo porque dejó Lectura para mujeres, que piensa como libro básico para la formación de la maestra moderna mexicana, que debía empaparse y cono­ cer lo mejor de la historia y la literatura universal, sin abandonar su faceta de esposa y madre. Diri­ gir el proyecto antológico le provocó gran recha­ zo dentro del sector educativo. El nacionalismo ve con malos ojos la labor de una extranjera en su afán por cumplir la tarea encomendada. Vascon­ celos deja su puesto por presiones políticas y Mis­ tral concluye de forma apresurada el compromiso antológico. En la introducción a Lectura para mujeres, la autora se asume como extranjera, justifica detalladamente la selección de los textos y su co­ rrespondiente intención: despertar el sentido hu­ mano de las mujeres, instruirlas en tópicos como la justicia social, el trabajo, la naturaleza, la geo­ grafía y los asuntos históricos y literarios. La inten­ ción es “mejorar el mundo” a través de la educación. Mistral sólo firma como “La recopiladora”, quizás con la intención de restarse mérito, aunque el criterio mismo de la selección lleva implícita una ideolo­ gía sobre lo social, el gusto por lo universal, el pen­ samiento y, quizás, por una propuesta de expandir el funcional concepto de nacionalismo que ya veía como inoperante y limitado para el progreso de hom­ bres y mujeres de Latinoamérica •


5

Ricardo Bada

Jornada Semanal • Número 976 • 17 de noviembre de 2013

E

“No puedo aguantar sus poemas, ante ellos no siento más que aburrimiento o rechazo, a causa de su superficial ostentación. También su pro­ sa me resulta cargante, por los mismos moti­ vos: en ella maquina el cerebro incontrolablemen­ te espasmódico de una urbanícola sobreexcitada.” Quien sentencia con estas palabras es nadie menos que Franz Kafka y el objeto de su exabrupto, Else Lasker-Schüler. Al lado de tan lapidario juicio cabe contrapuntear las palabras de uno de los Everests de la lengua ale­ mana, Karl Kraus: “Else Lasker-Schüler [es] la más poderosa e intransitable personalidad lírica de la moderna Alemania.” Y aún podrían añadirse otras dos calificadas opiniones, la de Kasimir Edschmied (“Es la más importante poetisa del pueblo judío des­ de hace siglos”), y la de Friedrich Dürrenmatt: “Veía las cosas como si fuese la primera vez que lo hiciera, y las decía como si fuese la primera vez. [Rilke] es­ taba más a resguardo de los aludes, tenía un nivel mejor que el de ella, quien era una cordillera más atrevida que él, de naturaleza volcánica, con abismos más cortados a pico y alturas más elevadas.” Hippie prematura y precursora del teatro del ab­ surdo, Else Lasker-Schüler, “la mayor poetisa que jamás poseyó Alemania” (Gottfried Benn), falle­ ció en Jerusalén el 22/ i/1945, a las 7:25 de la mañana. Fue enterrada en Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos: cuando tiempo después se modificó el tra­ zado urbano del lugar, su tumba desapareció como para justificar un verso de su soneto “Despedida”: “Le hice trampas al mundo, el mundo me las hizo.” Else Schüler había nacido en Wuppertal, paisa­ na –pues– de Engels, el 11/ii/1869. Contrajo un ma­tri­ monio de conveniencia en 1894 con el médico Jo­ nathan Lasker, cuyo apellido ingresó así por la puer­ ta trasera en la historia de la literatura universal, y tuvo un hijo, pero no de su marido, nunca se dignó decir de quién; un hijo al que llamó Paul, igual que su querido hermano menor, muerto cuando ella sólo contaba trece años. También su hijo habría de morir joven y en la plenitud de su talento, a los veintiocho años, una muerte que fue una de las muchas puñala­ das traperas que la vida le tenía reservadas a Else. Otras de esas puñaladas traperas (las trampas que el mundo le hizo) se llamarían Franz Marc y Georg Trakl, eso para no hablar de ese otro género de muer­ te que es el desaire público por parte de la persona amada, en este caso Gottfried Benn. A su “Giselheer el pagano”, como lo llamó, le dedicaría versos que no son una invitación, sino una exhortación, casi una exigencia: “De tu sendero el arcén/ que lo acompaña yo soy:/ cae.” A los que un Benn quién sabe si desde­ ñoso o atemorizado, replicará con estos otros: “De mi sendero arcén nadie será./ Deja, pues, mustiar tus flores./ Mi senda fluye, a solas seguirá.” No obstante, cumplido caballero y, sobre todo, certero crítico, Benn la auparía al puesto cimero del olímpico femenino alemán, lo mismo que haría Karl Kraus, una vez más, al publicarle “Un viejo tapiz tibetano” en su consagratoria revista Die Fackel (La Antorcha, con una nota a pie de página justamen­ te famosa: “El poema aquí citado se cuenta, según pienso, entre los más primorosos y conmovedores que haya leído nunca, y hay pocos, de Goethe acá, en los que –como en este tapiz tibetano– estén en­ treverados sentido y sonido, palabra e imagen, idio­ ma y alma:

Foto: www.grafundfrey.de

Ein alter Tibetteppich Deine Seele, die die meine liebet, Ist verwirkt mit ihr im Teppichtibet. Strahl in Strahl, verliebte Farben, Sterne, die sich himmellang umwarben. Unsere Füße ruhen auf der Kostbarkeit, Maschentausendabertausendweit. Süßer Lamasohn auf Moschuspflanzenthron, Wie lange küßt dein Mund den meinen wohl Und Wang die Wange buntgeknüpfte Zeiten schon?

Llevó Else Lasker-Schüler una vida bohemia y dis­ paratada; escribió poesía, prosa y teatro alucinados, y encarnó, por encima de lo que las circunstancias se lo permitían, la imagen que se había hecho de ella misma, o se mentía para sobrevivir, en sus reinos imaginarios desde los que concedía prebendas y con­ decoraciones, y en ocasiones, como a Richard Deh­ mel, preeminente lírico del modernismo alemán, “diez elefantes blancos, mis palomas plateadas, mis jardines y rosas azucaradas, pomos de ungüento, mis tres negros sudaneses, y mi anillo, en cuya piedra se refleja el cielo”. Nacida a deshora, o bien tardísimo o bien dema­ siado pronto, la historia estaba de todos modos dis­ puesta a darle alcance con su dardo de curare incu­ rable, del que tiene amplia provisión en su carcaj para gente como ella. En 1933 tuvo que abandonar Alemania, donde se quemarían sus libros por orden de un crítico literario llamado Joseph Goebbels, y se refugió en Suiza, via­

jando desde allí hasta tres veces a Palestina. La últi­ ma fue sin regreso posible; había estallado la guerra, y en la patria del queso gruyere le negaron un agu­ jero al que volver. Antes, como está documentado, también le habían prohibido ejercer su declarada profesión de poetisa. Y así se quedaría Else Lasker-Schüler a morir en la tierra de sus lejanísimos ancestros: esa voz intra­ ducible y casi ni siquiera aproximable en ninguna traducción, pero que no por eso deja de ser una de las más puras e inconfundibles que sonaron en el siglo pasado. Séale permitido al autor de estas líneas argüir su pena por no haber podido trasegar al castellano ni un diezmo de la riqueza del original, pero ojalá el em­ peño de mi texto, y de la aproximación que sigue, aficionen al lector a aprender alemán para emborra­ charse de poesía y penetrar en los reinos de esta bella judía, que parece salida de una petenera: Tan compuesta y a deshora Y sigue mi aproximación a “Un viejo tapiz tibetano”: Tu alma, que por la mía se desvive, trenzada está con ella en un tapiz del Tibet. Destello con destello, enamorados colores, estrellas cielo avante diciéndose de amores. Nuestros pies en esta joya descansando, nudosmilesymilesocupando. Dulce hijo de un Lama sobre un trono de almizcle, ¿desde cuándo se besa tu boca con la mía y en la mejilla urde del tiempo viva urdimbre? •

Else Lasker-Schüler: tan compuesta y a deshora


X 6

Jornada Semanal • Número 976 • 17 de noviembre de 2013

ron La Para toda s y todo s los que orga niza ca en músi de val festi Yosh okur a 2013 , ese gran . barro de s ópoli Cosm tra Mor elia, nues

S

i se le quie re ver des de cier ta rup tura r­ gen erac iona l y des de algú n van gua po­ ad nsid inte baja dism o cult ura l de lítica, Molotov nació en 1995 como una er­ ban da inso lent e, pro voc ado ra, imp ema sist anti eza cert tine nte y bajo el sell o de algu na será n par te de y de cier ta amb igüe dad cult ura l que tel estr iden ­ coc Su . su pro pio des tino anti sole mne una fuer za con n lota te se com pon e de letr as que exp en opo si­ nte ame casi inéd ita, que alza n la voz altiv ca inic ial épo la de o ción a ese tart amu deo med iátic la apo lo­ en ía mar del neo libe rali smo que se tran sfor gía del esp ectro del sali nism o. Mic ky Hui ­ Mol otov, actu alm ente inte grad o por Paco Aya­ a), tarr (gui dobro (voz y bajo), Tito Fuentes ), nac e ería (bat igth la (baj o y bate ría) y Ran dy Ebr hos muc en ado pes o, abs olut ame nte com o rock dur sus con , enta nov s mom ento s; un rock hijo de los año a, tric eléc a tarr gui pro pias pec ulia rida des : mu cha r albu ho muc , hop dos bajos vehementes, mucho hipida­ scen “ob de eria que se arri esga a inno var en mat

edia bicu ltur al: que nom brar ese des gar re, esa trag car la fata lida d ser y no ser del nor te de Am éric a, evo con Esta dos Uni ­ de nue stra vec ind ad aniq uila dor a llo a la arti cula ­ dos , pero tam bién reto rcer le el cue rle brillo a las ción gramatical de la tragedia para saca a ese par de bajos guitarras de estridencia indignada, ría sim plem ente de reso nan cias ásp eras y a una bate y polí tica de los exa cta en esa pers ecu ción par ódic a loto v com bin a amo s de la catá stro fe nac ion al. Mo onio sam ente a los idio mas que pret end en rein ar arm o de América del partir del Tratado del Libre Comerci bata el pod er Nor te ( tlc an ) y de esa man era le arre end a corrup­ de la verb aliz ació n inso lent e a la trem ral y a la imp o­ ción pol ítica , al opt imi smo neo libe pas o, se rego cija sici ón de la ame rica niza ción y, de men de Esta do. en la inm inen te cris is del viej o régi el único estan­ No se puede decir que Molotov fue ione s; con la dar te son oro de una o var ias gen erac y de bandas de multiplicación vertiginosa de grupos año s nov enta , es rock , de esti los y fusi one s, en los liderazgos indis­ prácticamente imposible hablar de des artí stic as y cuti bles en cue stio nes de sen sibi lida ible afir mar es pop ulares de épo ca. Lo que sí es pos culo se con soli ­ que , en tiem pos en los que el esp ectá nte de la soci e­ da com o la exp erie ncia más imp orta

X

es el blan co per ­ ma, el prim er álbu m de Mo loto v bia y en Esp a­ fect o de las acu saci one s de hom ofo ani zac ion es de ñ a se ven en pro blem as con org “Pu to”; sin el hom osex uale s, por su céle bre can ción iel y sin en­ Mac con text o del ped eras ta cura Marcial rsió n par ó­ inve tend er el títu lo com o una verd ade ra s?, niño de Man á, dica y crue l de ¿Dó nde juga rán los otov rind e cult o por sup ues to que pare cerí a que Mol tada de este pri­ al patr iarc ado imp eran te. En la por ncit a de secu n­ mer disc o se ve la silu eta de una jove es, con los cal­ dar ia con uni form e prín cipe de Gal de un auto móv il. zon es en las rod illas en el inte rior la amb igüe dad Esta esce na es el prim er zarp azo de jueg o casi idí­ de Mol otov : com o parodi a crue l del da de rock ban lico de niñ os “fre sas” de Man á, esa cad o de mer el de lige reza dul cific ada al máx imo por embar­ sin mo; la música y por el sistema cultural mis ecie esp una es go, la ima gen y su otra lect ura pos ible a­ ons resp lte resu de bofe tada mac hina con tra quie n i­ rim disc la de s ble y esto ron da tam bién los terreno nac ión sexu al. a la épo ca se Los him nos que Mo loto v pro pon e bilingües, oras suceden como cascadas de figuras son amp lia de ante son mem oriz ado s por una fran ja bast

X

o l o M

para “Frij oler o” Molo tov en una esce na del vide oclip

una bofe

Pow er, Cart el del docu men tal Gim me the dirig ido por Olal lo Rubi o

a sexu al y polí ­ des ”, jueg os de pala bras de alta carg muc ha pala ­ fin, en tica , ning ún voc alis ta prin cipa l, bañ o de una el que bra “alt ison ante ” que no es más s los días. todo de la expresión que va al fondo del hab a lo con ­ rond ésta Si alguna estética define su música, enta el alim io per trad icto rio: su hon rad ez de vitu iene sost o pas de y efec to polí tico de sus can cion es ico clás tido sen el el esti lo de una ban da sin esti lo en una en da arca enm de la pala bra; su rebe ldía inic ial, gru pos de rock bata lla cult ura l y ped estre con tra los te más “refina­ men políticamente correctos y estética una tran sfor­ en ina dos ”, com o Fob ia o Man á, culm ho el inst into muc mac ión luci feri na que reba sa por nce s de una alca los inic ial de paro dia par a exp lora r polí tico ema sist el bofe tada artí stic a y fier a con tra era. man esa de mis mo, quiz ás sin pro pon érse lo da a luz que al verb o Molotov es el primer monstru sito ha­ trán o plen la épo ca del sali nism o; un país en tení a da niza rica cia una sup ues ta mod erni dad ame

algu nos him nos dad en su con junt o, Mol otov ofre ce lo pol ítica men ­ tra con que pele an cue rpo a cue rpo sim plem ente esto que te correcto en ese ámb ito, aun inm unid ad la y n rció con firm e la cap acid ad de abso Desde una mo. mis ulo política y cultural del espectác Molotov ulo, ctác espe leve desviación en la noción de esp ecie una tar mon a alca nza en muc has oca sion es l con ­ ura cult ue ataq un de anti esp ectá culo , es dec ir, c­ dire ente alm verb n tra el Sist ema , una inte rpel ació lve vue se mo mis esto ta con tra la “po lític a”, que por o de la cult ura una rep rese ntac ión del ago tam ient n de mel odr a­ esió suc pol ític a dom inan te y de la de la cris is de mo mis mas que está n en el cora zón tod a una épo ca. nto con tra Mol otov pute a, grit a des de su nac imie ha bra­ muc e pon le y el maj estu oso Sist ema Polí tico las nirán juga nde ¿Dó vata a su prim era exp losi ón: ión y inac rim disc la de ñas? (199 7). Des de el áng ulo e­ sist anti , todo de ar pes del leng uaje que se quie re, a

ba l qu e Mo lot ov es el pri me r mo nst ruo ver pa ís en da a luz la ép oca de l sal ini sm o; un dernidad pleno tránsito hacia una supuesta mo ese de sga am eri can iza da ten ía qu e no mb rar rre , esa tra ged ia bic ult ura l.


X 7

Jornada Semanal • Número 976 • 17 de noviembre de 2013

ensayo

G us ta vo O ga rr io

. v o t o Molo tov en un anun cio para Adid as

a d a m u f r e p y a etada fier cult o casi mes iá­ jóve nes que se van rele van do en el s del leng uaje rero ago de a nico a la ban da y a su fam rematar su para sólo to, rrec soez y políticamente inco s com o erio rop imp de lista tray ecto ria con una larg a en una se mar sfor tran por can cion es que term inan verbal más cia sten resi de to tradición hasta cierto pun iden ­ estr de ume perf ante que cult ura l, esto con bast poc o a o poc que to”, “Pu de cia pub licit aria . Ade más ji­ adó par ual, osex hom no se va tom and o com o him l ura cult er pod to cier e cam ente , lo que le rest ituy ca colo otov Mol ial, inic dad perd ido por la amb igüe con tra el pod er en el ima gina rio de la mal edic enc ia bo”, la prime­ Jaco o bob a otros temas: “Que no te hag bo Zab lu­ Jaco a , visa Tele a ra de sus imp ugn acio nes sim u­ ión, upc corr de er pod dov sky y a ese inm ens o reci a una er”, Pow the e mm lacro y ocu ltam ient o; “Gi e­ pod su y tica polí e clas la y dire cta ame naz a con tra ular pop or vap o cuy a tem roso sistema de corrupción, ón con tra esa he­ enc auz a muy bien la anim adv ersi o inm edia ta­ ican mex do ren cia neo libe ral del Esta los Salinas de Car de cia iden mente posterior a la pres nal a manera icio trad ate rem Gortari (1988-1994), con tra el gob ier­ con cha mar pia de coro que busca su pro ”; “Ch inga cido ven será ás no: “El pue blo uni do jam una sin­ de yico opé mat ono tu mad re”, him no casi el ord en ena resu rica retó a ceri dad no ped ida en cuy ; “Vo to ular pop nsa defe o patr iarc al verb aliz ado com r con enta erim exp a n ieza lati no” , en el que ya emp l­ bicu inos térm en tan ifies giros bilingües que se man e info rma l de los tura les con tra la excl usió n form al dos . Uni dos Esta mig rant es mex ican os en es el gran ge­ otov Mol de m Si bien el prim er álbu teri orm en­ pos taca des es, nera dor de éxit os inso lent inm edia ta era man de casi te el tem a “Fri jole ro”, que en un ver­ ma sfor tran se ión a su pue sta en circ ulac

en con tra de la dad ero him no pop ular y med iáti co one s de me­ mill de ta has disc rim inac ión de mile s y énfa sis casi un Con vo. xica nos que cruz an el Río Bra ad sin poe ­ erid sinc su de libe lo, el tem a des taca por reot ipo este el nte eme veh sía que rech aza de man era con tra s one saci acu las y que pun tual men te ord ena razo ­ de y icos nóm eco Esta dos Uni dos en térm inos de re/ mad la ta has y esto nes del narcotráfico: “Yo ya ndo cua s nce ento cha escu que me pongan sombrero/ que exis ta algú n digo / no me llam es frijo lero / y aun nun ca infl amo s ces/ nari resp eto/ y no met amo s las es/ te paga­ país s otro a la moneda/ haciendo guerra da/ mie n­ deu stra nue s mos con petr óleo / e inte rese la feri a/ con da que se n tras tant o no sabe mos / quié ded o­ ven os som que de aun que nos hag an la fam a/ con ­ son des uste os/ res/ de la dro ga que sem bram sum idores.” de críticos áci­ Quizás para rematar su trayectoria iátic os del med y tes iden dos y has ta cier to pun to estr Gim me the ntal ume doc el sist ema , en 201 2 se estrena de su con ­ allá Más io. Rub Pow er, diri gido por Ola llo pod er y del edia icom trag cep ción pro voc ativ a com o evis ­ entr n –co sa den con de la nac ión, el doc ume ntal

X

as– los oríg ene s tas, test imo nios , imá gen es hist óric ocla sta de Mol o­ de la acti tud has ta cier to pun to icon de tono nac io­ tov. El doc ume ntal se vale del cam bio y mordaz , de los nali sta, de una cua si épic a, brev e de la hist oria de tiem pos actu ales , de una lect ura más evid ente s, Méx ico con cen trad a en los agra vios hist oria con tem ­ siem pre en con trap unt o con cier ta enm arca r el sur­ por áne a del rock en Méx ico, par a la bas tard ía sali ­ gim ient o de Mol otov y con firm ar nist a de la ban da. reiv ind ica­ ¿Es Mo loto v una ban da de rock de resi ón de cier ta cion es soci ales y sus him nos una exp ente , más allá resi sten cia cult ura l? Qui zás sim plem ica, Mol otov fue de cua lqu ier esp ecu laci ón met afís nom bró y tocó una bofe tada fier a y per fum ada que tric a y de bajo s con una estr iden cia de guit arra eléc nostalgia patriar­ púrpuras insobornables, con cierta gar rud a, la irra ­ cal pero de incu esti ona ble acti tud a una épo ca y la cion alid ad polí tica y cult ura l de tod va del “nacio­ continuidad de esta misma época, que auración del neo ­ nalismo revolucionario” a esta rest o que aho ra nos libe rali smo de esca par ate med iátic ame naz a con no term inar nun ca •


Pushkin

trueno de cañón

A

lexandr Serguiévich Pushkin (Moscú, 26 de mayo de 1799-San Petersburgo, 29 de enero de 1837, 6 de junio y 10 de febrero, según el calendario gregoriano ruso) es el poeta símbolo de Rusia, el más grande por su dimensión histórica: fundó no sólo la época de oro de su literatura sino, prácticamente, la lengua rusa actual. Adelantó al modernismo casi cien años (Ruslán y Liudmila, La leyenda de la zarina muerta y los siete caballeros, Cuento sobre el zar Saltán, etcétera), volvió al idioma de los muzhiks (campesinos), y al extremo cortesano, pesadamente litúrgico, una lengua su­ mamente musical y bella, ligera, versátil, de infini­ tos destellos significantes: la economía de Pushkin es mayor que la de Shakespeare. Más notorio si ve­ mos que no había una tradición (el inicio poético fue el griego), pues los cultivados ‒incluyéndolo‒ es­ cribían y hablaban en francés (la invasión napoleó­ nica acendró el nacionalismo). Hacía poco, Mijaíl Lomonósov había logrado configurar el alfabeto. Pushkin asentó el diccionario, su lengua al fin se hizo literaria, clásica, elegante. Así ‒su nombre sig­ nifica trueno de cañón‒ irrumpe explosivamente inaugurando el espíritu y la saga moderna rusos. Para Nikolai Gógol (ni él supera los cuentos en ver­ so de Pushkin) era un extraordinario fenómeno, único del espíritu ruso, “el ruso en el grado de de­ sarrollo que alcanzará quizás dentro de doscientos años”. La preceptiva contemporánea rusa se des­ pliega de esta genial fundación, su gran tradición poética se basa en él (Blok, Tsvetáieva, Mandelshtam, Pasternak, Brodsky...). El mago saltó de golpe has­ ta el clasicismo, el romanticismo, el realismo y la modernidad. Los antecesores: como Lomonósov (“nuestra universidad”: Pushkin) balbuceaban una métrica medieval en comparación con el lujo ex­ traordinario de la musicalidad y profundidad con­ ceptual (en la forma más sencilla) del demiurgo que sobresaliendo entre sus contemporáneos fundado­

Víctor Toledo

Pyotr Konchalovsky, Retrato de Alexander Pushkin, 1932

res (Zhukovsky, Koltsov, Baratinsky, Tiutchev) in­ auguró todo: la novela (La hija del capitán ‒nueva prosa rusa‒, Yevgeni Onegin ‒en verso‒, etcétera), el teatro (Mozart y Salieri, Borís Godunov ‒en prosa y en verso‒, entre otras), la crítica (contra Hegel, verbi­ gracia), la crónica histórica. Y participó en la prime­ ra gran revolución, el movimiento patriótico demo­ crático de los decembristas (Pushkin se salvó de la tragedia porque andaba de juerga con unos gitanos y no se enteró de la fecha del levantamiento donde murió la mayoría de sus amigos, la flor de la aristo­ cracia eslava que buscaba abolir la esclavitud de los muzhiks. Una amiga gitana, al leerle la mano, le dijo que no regresara a la ciudad, la misma que predi­ jo y quiso evitar su muerte posterior). La destruc­ ción de su correspondencia con importantes inte­ lectuales y revolucionarios evitó que la policía zarista rastreara a los otros inconformes. Por todo esto se ganó la enemistad del zar y, siendo aristócra­ ta (bisnieto de un esclavo abisinio arrebatado a los turcos que por su gran inteligencia, Pedro el Grande, hizo cortesano), las intrigas morbosas de la corte. El padre de la poesía y la lengua rusa actuales, que no era agraciado físicamente, se había casado con la misma belleza: Natalia Goncharova. Sus agudos epigramas antizaristas se difundían fervorosa­ mente entre los jóvenes nobles revolucionarios. Nicolás i , perdonándolo (su predecesor lo había deportado al Cáucaso) pero censurándolo, trató de reconciliarse con la opinión pública. El duelo contra el apuesto oficial francés, hijo adoptivo del emba­ jador holandés (en realidad asesino a sueldo) D’ Anthés, se urdió a costa del supuesto romance de éste con la joven esposa del libre pensador: estos ver­ sos, de 1829, son del poema “Si aún paseo entre el tumulto”:”¿Veré en alguna lid mi muerte?/¿Quizás en viaje, o en el mar?/¿O en el vallejo aquel, por suer­ te,/Mis restos han de reposar?” El poeta presentía su muerte (quizá ya estaba de­ cretada por los límites extremos del destino del ge­

nio): se había ido a despedir de sus amigos, la gita­ na vio en la constelación de su mano el infortunio, el caballo se resistía a trotar, un gato negro cruzó por su camino. En Yevgeni Onegin ‒gran obra narrativa‒ Zaretsky (palabra que viene de zar) que entrega el desafío, pudo evitar el duelo ‒prohibido en el impe­ rio‒, pero no lo hizo, como el zar en la vida real, con esto se da otra premonición-sincronicidad entre la obra y la historia. El día del duelo es el 13 de enero (antiguo estilo), por esto también el 13 es un día de mala suerte en Rusia. Formado en el Liceo Militar Imperial de Tsársko­ ye Seló, Pushkin alcanzó a disparar primero pero un botón desvió el acierto al corazón de su adversario. Las bajas murmuraciones que lo arrastraron a su destino fueron por envidia pero también por su queman­ te sol. El gobierno, temiendo una manifestación po­ lítica durante el funeral trasladó el cuerpo en secreto, a medianoche, a un monasterio cerca de Mijáilovs­ koye, la hacienda de su madre, donde le dieron se­ pultura con la única asistencia de parientes y ami­ gos: a pesar de todo, la gente se enteró. El único que se atrevió ‒contra la censura‒ a dar la noticia sobre su muerte, después de una agonía de cuarenta y ocho horas en que sobre todo disculpaba a su esposa Na­ talia, fue Andrei Kraievsky. En un suplemento, Los anexos literarios, escribió: “¡Se puso el sol de nuestra poesía! Ha muerto Pushkin, nuestro poeta, nues­ tra alegría, nuestra gloria popular.” En aquella épo­ ca ‒a pesar de todo el intento de silenciar el asesina­ to‒ más de 32 mil personas se reunieron para estar junto al poeta. Su sucesor, por su grandeza poética y patriótica, Mijaíl Lérmontov (1814- 1841) saltó a la cúspide de la fama con “La muerte del poeta”: por este poema empezó a correr la misma suerte: prime­ ro fue deportado al Cáucaso, después asesinado en un duelo planeado y provocado por intrigas. La inauguración de la literatura y la lengua con­ temporánea rusa es trágica, pero legendaria y des­ lumbrante •


A K...

El profeta

Recuerdo aquel mágico instante: Apareciste frente a mí Como visión fugaz El genio de la belleza pura. En la angustia opresora de la desesperanza En la zozobra del trajín escandaloso Largo tiempo resonó tu dulce voz Y soñé tus líneas armoniosas. Pasaban los años. Tormenta de rebeldes Temporales los sueños ahuyentó Y olvidé tu cariñosa voz Tus líneas celestiales. En la espesura lóbrega de la prisión Mis días silenciosos se estiraban Sin la divinidad o inspiración Sin lágrimas, sin vida, sin amor. El alma un día se despertó: Y otra vez apareciste tú Como visión fugaz El genio de la belleza pura. Pulsa encantado el corazón Para él nacieron otra vez Divinidad e inspiración Y vida y lágrimas y amor.

Ciego vagaba en tétrico desierto Mi espíritu sediento padeció, Alado serafín, de pronto, En una encrucijada apareció. Con leves dedos como sueño Mis párpados tocó. Se abrieron proféticos mis ojos Ojos de un águila en peligro. Rozó mis oídos, De clamores se llenaron, de sonidos: Oí las vibraciones del éter Y el vuelo de los ángeles El discurrir de los peces bajo el mar Y el crecer silencioso de la vid. Me apartó los labios, me arrancó la lengua Maliciosa, locuaz y pecadora. Con mano ensangrentada Puso entre mis labios yertos Bífida lengua llena de sabiduría. Abrió mi pecho con su espada Arrancó mi palpitante corazón Y un ascua ardiente en la herida me incrustó. Exánime yacía sobre el desierto Cuando la voz de Dios me despertó: “Levántate, Profeta, abre tus ojos, tus oídos, Y a través del mar y de la Tierra, de los pueblos Tu verbo abrase el corazón.”

Hay una rosa divina

Yo la amé a usted… Yo la amé a usted: pero el amor aún pudiera ser No se extinguió en mi alma todavía. Pero ojalá no vuelva éste a preocuparla No quiero entristecerla yo con nada. La amé en silencio, la amé sin esperanza Y tímido o celoso: atormentado. La amé tan cariñoso, tan dulce, tan sincero Como Dios quiera la vuelvan a querer.

Hay una rosa divina: Ante el Céfiro asombrado Se abre roja y vaporosa Y por Venus bendecida. Vano, a Kífer y Entusiasmo, Asesina el soplo helado. Entre instantes rosas brilla Imperecedera rosa...

Rosa ¿En dónde está nuestra rosa Amigos míos? Se marchitó la rosa El bebé de la Aurora. No digas: ¡Así se seca la juventud! Ni digas: ¡Ésta es la alegría de la vida! Dile a la flor: ¡Perdona, lo lamento! Y condúcenos Hacia el lirio blanco. V ersiones de V íctor T oledo

Orest Kiprensky, Pushkin, 1827

Iván Makarov, Natalia Nikolaevna Pushkina Lanskaya, 1849

9


leer En medio de extrañas víctimas, Daniel Saldaña París, Sexto Piso, España, 2013.

17 de noviembre de 2013 • Número 976 • Jornada Semanal

Los pasos revividos, Hugo Gutiérrez Vega, Vaso Roto, España, 2013.

NUEVAS PEREGRINACIONES Respecto de ésta, la primera novela de Saldaña París –narrador, editor, antologador y multibecario mexicano–, dicen los editores que “con buen humor pero sin concesiones, la incomprensión que los personajes sienten ante un mundo que constantemente les recuerda, no siempre de las formas más sutiles, su incapacidad y su medianía, es dejada al descubierto por el autor con una prosa que avanza a un ritmo furibundo”. Serán los lectores quienes determinen si hay el suficiente santo para tanto nicho, pues los editores añaden que la prosa del autor está “meciéndose a lo largo y ancho de todo el idioma español”. Empero, es evidente que, con menos de treinta años de edad –es decir, con bastante antelación a la edad que, de acuerdo con muchos, hace posible la escritura de una novela que no merezca el calificativo de “bisoña”– Saldaña posee un aliento narrativo y un arsenal de recursos estilísticos lo suficientemente amplios para cualquier osadía novelística.

El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, Patricio Pron, Mondadori, México, 2012.

En materia de elogios, no hay nada tan aconsejable como la más intensa de las desconfianzas: si los ditirambos cuartaforreros de las novelas de cuño reciente, escritas por autores de cuño ídem, fueran todos verdad absoluta, cada semana tendríamos novísimos Cervantes, Semprunes, Rulfos, Onettis… De esta novela del argentino Pron se han dicho, entre otras magnificencias, las siguientes: “ponga el lector en la mejor estirpe los grandes nombres que prefiera […] pero, imagine al escritor que imagine, junto a él estará Pron, con todo derecho”; “Pron debería ser un referente inexcusable en la narrativa en español del nuevo siglo”; “lo que está haciendo con su obra […] es reinventar la narrativa en castellano, contar cosas que nunca se contaron antes en nuestra lengua”. Como siempre, diga el lector si lo leído da para tanto y, entretanto, aquí está la quinta novela de este autor que, a sus casi cuarenta años, goza de un encomio crítico aún por justificar.

F.J. IRAZOKI / PABLO SANTIAGO CHIQUERO

A

la poesía mexicana se le deben obras valiosas en el siglo xx. Las escribieron Alfonso Reyes, José Gorostiza, Octavio Paz, Jaime Sabines y José Emilio Pacheco, entre otros. Menos conocido en España, el académico, cónsul y catedrático Hugo Gutiérrez Vega (Jalisco, 1934), autor de una cincuentena de libros, forma parte de los poetas que relevaron con calidad a la generación de Octavio Paz. Llevado por su cargo de embajador, Gutiérrez Vega residió en Grecia durante siete años, de 1988 a 1995, y allí nacieron sus tres poemarios reunidos en el volumen Los pasos revividos. En el primer libro, Una estación en Amorgós, con textos en prosa, sintetiza su escritura: una elegancia llana, de lenguaje directo que no excluye la belleza. Se percibe en sus páginas una empatía hacia el hombre común, pero aún más hacia quienes eligen el camino de la disidencia. La joven prostituta, el panadero de voz tan potente como su soledad, el religioso que acoge a los disidentes o el médico que va juntando los dolores de los enfermos fueron conocidos por el escritor y ocupan el espacio de su literatura. Se identificó tan hondamente con ellos que la redacción inicial la hizo en lengua griega. Sin embargo, en seguida nos advierte de su escasa fe en las sociedades idílicas: “Llamaba a los lejos la rígida campana de la aritmética”. Acierta el prologuista, Marco Antonio Campos, al resaltar los retratos conseguidos por el poeta en el segundo libro, Los soles griegos. El marinero anclado en la taberna, el informante que anota la fatiga de sus propias células, el fanariota que ama los crepúsculos y un caballero cauteloso son resumidos con precisión psicológica. Gutiérrez Vega no los define desde una superioridad irrisoria, sino desde la compañía. Sin orgullo o indiferencia ante “las figuras que viven/ en la otra orilla del abismo”. El tercer poemario se titula Cantos del despotado de Morea. En él destacan los versos donde dos amantes viven ignorando los asedios de la guerra. La escena ocurre en Mistrá, último centro de la cultura de Bizancio. Hugo Gutiérrez Vega combina con maestría los heptasílabos y pentasílabos. Acaba la lectura, nos quedan las impresiones de un conjunto en el que los símbolos no dificultan la comunicación. Una poesía, en fin, transmitida sin ruidos. Como si existiera la profundidad inocente. Dice Hugo Gutiérrez Vega en uno de los poemas finales de este volumen: “Con nosotros desaparecerá una visión del mundo,/ pero lo mismo pasará con nuestros conquistadores./ Dan risa los imperios más perecederos que las cosas pequeñas de todos los días,/ los signos y los tranquilos gestos del hombre en la tierra”. Y dos páginas después, como una continuación del poema anterior, añade: “Cobijados por ellos jugamos, con todo el cuerpo, el sarcástico juego de la inmortalidad”. Ese puñado de versos, y ese “sarcástico juego de la inmortalidad”, resumen la esencia de Los pasos revividos, la obra que reúne los tres poemarios independientes, aunque unitarios, que Gutiérrez Vega dedicó a Grecia. Nacido en Jalisco en 1934, poeta y ensayista,

académico de la Lengua por partida doble, en México y España, Gutiérrez Vega ha desarrollado una larga carrera como diplomático. La estancia de Gutiérrez Vega en Grecia no solamente fue política, sino también sentimental y poética. La lectura de los poetas griegos, los clásicos y los modernos, y la exploración de su geografía fueron decantándose en estos poemas que tienen la forma de un bellísimo cuaderno de viaje. Como el viajero dispuesto a guardar sus impresiones, el poeta desgrana nombres de lugares –Amorgós, Mistrás, Pendeli–, cincela paisajes y nos habla de las gentes humildes que encuentra a su paso. La sencillez de su lenguaje poético –¡tan complejo e intenso!– a veces se desliza hacia el terreno de la prosa poética, y el lector va pasando las páginas con la gozosa sensación de curiosear en el diario de un poeta viajero, o en el de un viajero que, como el Odiseo de Homero, o como los ancianos que el propio Gutiérrez Vega retrata, utiliza la poesía como arma para detener el tiempo. En los versos de Gutiérrez Vega, las descripciones de personajes del pueblo –de marineros, prostitutas o comerciantes– son conmovedoras, pero desde el principio el retrato anecdótico se inclina hacia el gran tema que llena estos poemas y los hace grandes: el paso del tiempo, el devenir histórico, la futilidad de los hechos humanos y de todo lo que se nos antoja eterno... En un país como Grecia, cuna de la cultura occidental, la historia pesa como una losa, y allí donde posa la vista el poeta sólo encuentra ruinas, muerte, destrucción, caída de imperios, palacios incendiados, “niños pasados por aguas”, mujeres suicidadas para evitar caer en las manos de los invasores. Es la historia imparable, la desaparición de todas las visiones del mundo, la que lleva al poeta a afirmar, lacónico: “Llevo a mis muertos en la memoria y acuden cuando se lo pido.” Ante este planteamiento, el presente sólo es un delgado filo de quietud entre la comprobada destrucción del pasado y la segura destrucción del futuro, y el lector encuentra consuelo en la emocionada y hermosísima oración del poeta: “Allí donde la soledad se espesa/ formando un círculo viscoso,/ donde nos buscamos/ con inutilidad presentida,/ me inclino y pido a Dios/ por los amantes,/ por los que han dejado de amar;/ por los que se han quedado solos/ y viven pegados a una ausencia;/ por los que se hacen daño/ y se separan sin saber la razón;/ por los que no saben hablarse,/ por los abandonados,/ los engañados/ y los que se presienten/ solitarios para siempre [...] En la tarde marina,/ bajo el cielo de las gaviotas,/ hago estas rogativas macilentas./ Dos amantes se besan en la playa/ y el mundo sigue y sigue,/ crujen mis peticiones/ y la vida se apunta/ una nueva victoria” •

In memoriam Guillermo Tovar de Teresa (1956-2013)

10


11

leer

Jornada Semanal • Número 976 • 17 de noviembre de 2013

La lectura. Elogio del libro y alabanza del placer de leer, Juan Domingo Argüelles/ilustraciones de Irma Bastida Herrera, Fondo Editorial del Estado de México, México, 2012.

IRMA BASTIDA HERRERA Y EL ARTE DE ILUSTRAR JUAN DOMINGO ARGÜELLES

I

rma Bastida Herrera mereció recientemente uno de los máximos premios de la 24 Bienal de Ilustración de Bratislava (el concurso más antiguo e importante de ilustración en el mundo): la Golden Apple, en la categoría de Álbum Ilustrado para Niños y Jóvenes. Este reconocimiento lo obtuvo por las ilustraciones del libro La lectura. Elogio del l i b ro y a l a b a n z a d e l p l a c e r d e leer, de mi autoría, publicado por el Fondo Editorial del Estado de México, en 2012, y editado espléndidamente por el poeta Félix Suárez. El jurado de la 24 Biennial of Illustratios Bratislava dictaminó que las imágenes que Irma Bastida Herrera elaboró para acompañar mi texto “son de formato pequeño, pero grandes en concepto; creadas con una mínima variedad de colores y líneas, y en las que destacan sus buenas ideas, metáforas y gran sentido del humor, el cual es muy importante para atraer a los jóvenes lectores”. Es la segunda vez que un ilustrador mexicano merece esta distinción tan importante. Antes de Irma Bastida Herrera, este premio de la Bienal de Bratislava le fue otorgada a Carlos Pellicer López, en 1985, por su libro Julieta y su caja de colores, publicado en 1984 por el Fondo de Cultura Económica. Honrado por la compañía dialogante de Irma Bastida Herrera en mi libro La lectura, escribí el siguiente texto, que invita sobre todo a ver, mirar, leer y admirar el arte de ilustrar de esta artista de la imagen. La ilustración de libros es un ejercicio de creación y no sólo de recreación. Un ilustrador es un creador que, a la par que el escritor, pone en imágenes gráficas lo que el autor del texto pone en palabras. Cuando el escritor y el ilustrador coinciden se produce una empatía estética y comunicativa que potencian al libro. Muchas veces (esto lo digo porque me consta), leemos un libro porque su portada y su diseño nos invitan a ello, y cuando fui niño lo primero que me atrajo de los libros fue su arte de ilustración. El primer libro completo que leí en mi vida, sin que nadie me obligara a ello, fue Corazón, diario de un niño, de Edmundo de Amicis. Y comencé a leerlo porque sus ilustraciones me invitaron a ello. Hoy, cada vez que recuerdo el

libro de De Amicis, recuerdo también, con mucho placer, las ilustraciones. Cuando vi mi libro La lectura: Elogio del libro y alabanza del placer de leer, ilustrado por Irma Bastida Herrera, me pareció de inmediato que su potencia se duplicaba o posiblemente se multiplicaba, porque Irma entendió perfectamente mi propósito de alabanza del placer de leer y lo puso en sus propias imágenes, con sus propias ideas, en diálogo con mi texto. Sus imágenes no complementan nada más el texto, sino que dialogan con él y con los lectores, y en este sentido lo enriquecen. Recuerdo que, cuando conversé con Félix Suárez, mi editor y amigo, le dije que yo deseaba que este libro tuviera ilustraciones, y le mandé mi original electrónico con algunas imágenes a manera de ideas gráficas. Él me respondió que el libro sería ilustrado por alguien que era excelente, y fue así como llegó a manos de Irma Bastida Herrera. Fue un feliz azar, pero los libros están hechos también de felices azares. No puedo sino estar feliz con el Premio Golden Apple de la 24 Bienal de Ilustración de Bratislava para Irma Bastida Herrera. Me siento tan feliz como si yo hubiera obtenido este reconocimiento, aun a sabiendas que el premio es para la ilustración y no para el texto. Y no puedo sino sentirme feliz porque tengo la alegría de ser acompañante de Irma o, para decirlo correctamente, coautor junto con ella de un libro que se titula La lectura: Elogio del libro y alabanza del placer de leer, que ambos escribimos para el lector posible. En la página de agradecimientos de La lectura, yo escribí lo siguiente: “Mi especial agradecimiento por el espléndido trabajo editorial y por las maravillosas ilustraciones que dialogan con la palabra y la hacen más felizmente expresiva.” Exactamente es esto. El trabajo editorial es de Félix Suárez y su equipo, y las maravillosas ilustraciones son las de Irma Bastida Herrera, a quien no sólo le he expresado mi admiración sino también mi agradecimiento, y a quien le expreso hoy mis más emotivas felicitaciones • Narrativa breve, Victoriano Salado Álvarez, unam /Colegio de Jalisco/ u de g , México, 2012.

MIMÉTICO Y PERSONAL VERÓNICA VOLKOW

E

n este volumen, Alberto Vital y su equipo de trabajo rescatan la narrativa breve de un extraordinario y algo olvidado autor porfiriano,

LA AVENTURA ARTÍSTICA DE PHILIP GUSTON Eugenio Mercado y Gonzalo Rocha Diego y Frida, una pareja mítica

Victoriano Salado Álvarez. Nuestro autor nace en Teocaltiche, Jalisco, en 1867, año que marca la entrada triunfal de Benito Juárez a Ciudad de México. Eso le permite a este narrador volverse testigo, junto con sus grandes amigos, Federico Gamboa y José López Portillo y Rojas, del ascenso, esplendor y decadencia del porfiriato. Salado Álvarez nos acerca un apasionante testimonio de la vida cotidiana en el México independiente de finales del siglo xix , al vuelo de una ágil, deliciosa y muy erudita prosa decimonónica. Son grandes breves cuentos, los que se nos regalan, escritos con deslumbrante elegancia, sutil estrategia narrativa e implacable ironía, a los que no podría objetárseles un importante lugar dentro de una colección de clásicos de la literatura mexicana. La rigurosa voz crítica de nuestro cuentista arma con la lucidez de la denuncia social una prosa que, por su riqueza y esmero, podría competir sin desdoro con el preciosismo de un Artemio del Valle Arizpe. Hay un gusto en Victoriano Salado por mimetizarse, en ciertos momentos, con el habla de diferentes sectores sociales. Suele, muchas veces, como narrador ocultarse casi por completo detrás de sus personajes y diálogos, presentándonos “cuadros” casi fotográficos de las situaciones. Si la voz de Victoriano Salado gusta esconderse así, mimetizándose con otras hablas, su mirada personal, sin embargo, siempre se destaca con enorme fuerza en sus conclusiones irónicas y las más de las veces dolorosas, en una denuncia, unas veces trágica, otras veces sardónica, de la realidad social. Esta desconcertante y muy particular cancelación de una voz narrativa más personal en Victorian Salado, a través de una interesante mimesis de las hablas sociales, de la inserción de citas o de una irónica parodia de la jerga jurídica o eclesiástica –los dos autorizados discursos ideológicos de la época: el abogado y el cura–, nos regala un arsenal de referencias históricas valiosísimas para la reconstrucción de los discursos y de la cultura del siglo xix mexicano. Esta compilación, aparecida en diciembre de 2012, resulta fundamental para una correcta comprensión de la historia literaria mexicana del siglo xix , así como de su relación con los eventos sociales y políticos más importantes. Son, por lo tanto, a mi juicio, tres los méritos de la edición: el literario, el histórico literario y el histórico social. Las notas a pie de página, por otro lado, son cuidadosas y puntuales, y nos permiten reconstruir interesantísimos aspectos del contexto histórico en el que se desenvuelven la acción y los personajes. Otro gran mérito de este volumen es el rigor con el que los textos fueron compilados, recurriéndose no sólo al volumen De autos, editado en 1901, sino a publicaciones periódicas. La introducción, por otro lado, hace una reconstrucción del contexto político y social en que vivió Victoriano Salado. Resulta muy enriquecedora. El trabajo, en fin, es referencia imprescindible para una justa y más profunda apreciación del siglo xix mexicano •

próximo número La Jornada Semanal

Entrevista con Eva Giberti

@JornadaSemanal

jsemanal@jornada.com.mx


arte y pensamiento ........

17 de noviembre de 2013 • Número 976 • Jornada Semanal

Naief Yehya

Enrique López Aguilar

ISTORIAR LA FAMA DE Jaime Sabines: como con otros autores, la enumeración de premios y reconocimientos obtenidos tempranamente no debe llamar a engaño, pues muchos procedieron de grupos literarios, oficiales o universitarios que reconocían la originalidad de una obra aunque eso no tuviera que ver con la relación que la misma alcanzara con otros sectores del público. A pesar de los galardones obtenidos por Sabines desde joven, su obra fue leída con deleite por algunos colegas y un pequeño grupo de seguidores que no eran Legión: ¿cómo fue que el poeta pasó del reconocimiento y la admiración de colegas, críticos y un círculo de enterados hasta una difusión y arraigamiento con indudables alcances masivos? Muchas de las primeras ediciones de Sabines fueron de tirajes cortos y publicadas en editoriales locales, universitarias o marginales (el Departamento de Prensa y Turismo de Tuxtla Gutiérrez, los Talleres de la Imprenta Económica, Metáfora, la Universidad Veracruzana, la unam); el primer Recuento de poemas, publicado en Joaquín Mortiz en 1962, se produjo cuando ésta era una editorial “subterránea” y apostaba por los nuevos valores literarios… Hasta mediados de los setenta, Sabines era un poeta reconocido pero sin lectores: por el volumen de sus tirajes y por las editoriales en que publicaba, en 1975 era un autor marginal con una obra poética casi concluida, pues entre el Nuevo recuento de poemas (1977) y el Otro recuento de poemas (1991), sólo agregó treinta y cinco textos agrupados bajo el nombre “Otros poemas sueltos”, escritos entre 1973 y 1991, donde faltan los que hizo entre 1991 y 1998. El disparamiento de la obra sabiniana ocurrió en la segunda parte de la década de los setenta, alcanzó una gran difusión en los ochenta y se consolidó en los noventa del siglo pasado: en 1975 estaban publicados sus poemarios más importantes, incluidos Horal (1950), La señal (1951), Tarumba (1956), Diario semanario y poemas en prosa (1961), Recuento de poemas (1962), Yuria (1967), Maltiempo (1972), Algo sobre la muerte del mayor Sabines (1973) y Otro recuento de poemas (1977), por lo que la raíz de su fama no es atribuible a la publicación de una nueva obra capital que lo revelara frente al público, como fueron los casos de Cortázar con Rayuela, en 1963, y de García Márquez, con Cien años de soledad, en 1967. La difusión y popularización de la poesía de Sabines tiene su origen en la apertura ofrecida por el movimiento estudiantil de 1968 por la manera como éste propició el conocimiento y la lectura de escritores que esa juventud contestataria deseaba leer: en cierto modo, la an-

tología que realizaron Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Alí Chumacero y Homero Aridjis, Poesía en movimiento: México 1915-1966 (1966), prefiguró las curiosidades y cambios de actitud de una nueva generación lectora que culminaron en un público que leyó al grupo “de la onda”, en la publicación de El otoño recorre las islas (poesía recogida de José Carlos Becerra) y en el encuentro con poetas que compartían el desenfado y la búsqueda del nuevo lenguaje desarrollado por la generación del ’68 mexicano. Del gusto literario fermentado en ese momento emergieron las pasiones por Rayuela (que para muchos adquirió el estatus de novela generacional), por las complejas genealogías de Cien años de soledad, por el lenguaje irreverente de Inventando que sueño: entre los nombres del llamado boom latinoamericano, la herencia de la revolución sexual de los sesenta, el movimiento hippie, la presencia del rock y la posibilidad (reprimida) de cambiar el estado de cosas, lo que se vivió en las calles capitalinas entre junio y octubre de 1968 alcanzó esferas inesperadas, como la creación de nuevos públicos para nuevos lenguajes, la modificación de hábitos generacionales y la ruptura con décadas de crecimiento estabilizador en la economía y la política mexicanas. Nada volvió a ser lo mismo: las “malas” palabras se adecentaron y comenzaron a ser usadas por todos, sin la severa prohibición de más ojos paternos; la revolución sexual, expresada a través del amor libre, fue ejercida con mayor libertad y amplitud gracias al desarrollo de la píldora anticonceptiva; nuevas actitudes y nuevos héroes culturales emergieron después del ’68: el Che Guevara, Marcuse, la izquierda, la politización de los discursos, la necesidad de reconocerse en nuevas formas que dieran cuenta de la intimidad y los sentimientos de una generación que se percibía distinta a las anteriores y había encabezado protestas y rupturas contra el orden establecido • (Continuará.)

A LÁPIZ

H

Fausto, de Alexander Sokurov Los Faustos En 1604 se publicó la obra de teatro La trágica historia del Dr. Fausto, en la que Christopher Marlowe convirtió en literatura la antigua leyenda del doctor que vende su alma al diablo a cambio de conocimiento y poder. El apetito voraz de sabiduría conduce a la perdición a Fausto, que nació en la pobreza pero logra educarse a base de sacrificio. Esta no fue la primera versión de la historia ni sería la última. Casi doscientos años más tarde Goethe terminó su primer borrador de Dr. Fausto,

una de las más grandes obras de la letras alemanas. En 1947, Thomas Mann publicó otro portento, su novela Dr. Fausto, en la que adapta la leyenda al siglo xx al sustituir al doctor por un músico que se contagia deliberadamente de sífilis con la idea de que la locura que produce esa enfermedad lo hará componer mejor. Schubert, Schumann, Berlioz y Gounod, en la música, y f . w . Murnau en el cine, son sólo algunos de los grandes nombres que han creado obras prodigiosas en torno a esta leyenda. La más reciente encarnación es el filme Fausto, del extraordinario Alexander Sokurov (2011), que es la parte final de la tetralogía (teratología) del poder que comenzó con Moloch en 1999 (su reflexión sobre un Hitler doméstico, escatológico, hipocondríaco y atormentado por su propia imagen, a quien su querida Eva Braun despide diciendo en tono condescendiente: “Pero Adi, la muerte es la muerte y no puede ser conquistada”), continuó en 2001 con Taurus (sobre un Lenin viejo y enfermo en sus últimos días de agonía y desesperanza) y en 2005 siguió con El sol (sobre el emperador Hirohito, un niño adulto, derrotado y empujado a renunciar a su presunta divinidad). A estas controvertidas figuras históricas en su decadencia, Sokurov suma la leyenda del doctor Fausto a manera de síntesis y como un epílogo sobre el concepto del poder.

Un Fausto sin dignidad Sokurov comienza su filme, que resultó ganador el año pasado del León de Oro de Venecia, con una larga toma en que descendemos del cielo sobre una aldea aparentemente de juguete hasta llegar a los genitales del cadáver que afanosamente descuartiza el doctor Fausto en su búsqueda del sitio donde reside el alma. La historia está situada en algún lugar de Europa central en el siglo xvii y la ambientación recuerda la pintura de Peter Brueghel, el Viejo. Fausto sobrevive en la miseria y el hambre termina por llevarlo a Mauricius Mueller, un prestamista repulsivo con un cuerpo adiposo, deforme y un pene en lugar de cola, un personaje muy distinto de los Mefistó-

feles seductores. La muerte y la monstruosidad tienen un contrapunto fascinante en las imágenes de mujeres semidesnudas que lavan ropa, entre ellas, la bellísima Margarete, quien parece sacada de un cuadro de Vermeer y de quien Fausto se enamora. Aquí es Fausto quien busca a Mefistófeles, es él quien propone la transacción al demonio quien, a su vez, no se muestra demasiado interesado y le anuncia que la vida no vale nada. Sin embargo, le dice que únicamente le dará dinero a cambio de su alma. Sokurov da una vuelta inesperada a la trama y nos conduce a un terreno de ambigüedad lejano al de las obras precedentes, en donde no hay redención posible. En los filmes anteriores de la tetralogía se presentan tiranos que tuvieron el poder de disponer sobre las vidas de millones y que en su ocaso son simplemente hombres débiles; aquí se le presenta a un hombre la posibilidad de acceder a ese poder, pero el poder es inmaterial y requiere de seguidores sumisos para que se pueda ejercer.

Transgresión final Fausto es el filme más ambicioso y caro de la carrera de Sokurov, y pudo terminarse gracias a un acto de poder: nada menos que Vladimir Putin se encargó del financiamiento. ¿Sería ésta otra transacción mefistofélica? La declaración reciente de Sokurov de que en realidad le interesa la literatura mientras que el cine no le gusta mucho, ha causado estrépito, rabia y risa. El heredero espiritual de Tarkovsky (amigo admirado hasta la pasión, protector y guía, aunque nunca su maestro, según Sokurov) ha cometido una transgresión más. Este autor reconocido por la severidad de sus temas, el poder emocional de sus imágenes poéticas, herméticas y devastadoras, se ha rebelado contra el cine mismo y ha dado un giro en esta tetralogía hacia un cine brutal, repleto de situaciones grotescas e incluso ridículas, en el que sin embargo siguen abundando imágenes conmovedoras, imposiblemente bellas y absolutamente inolvidables. Fausto es por mucho uno de los mejores filmes de lo que va del siglo •

JORNADA VIRTUAL

naief.yehya@gmail.com

alapiz2000@gmail.com

Jaime Sabines (ii de v)

12


........ arte y pensamiento

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola

germainegh@pegaso.net

El eterno masculino

E

L DESNUDO HA SIDO un tema central de la historia del arte desde la Grecia antigua. Con todas sus connotaciones estéticas y sociológicas, la representación del cuerpo desnudo lleva a las más diversas interpretaciones. Si bien el desnudo ha inspirado las obras más excelsas, pasando por los diferentes cánones de belleza que obedecen a los distintos períodos históricos, en pleno siglo xxi nos topamos con una realidad que resulta de una gran ambigüedad: el desnudo femenino fascina, mientras que el desnudo masculino incomoda. ¿Tabúes, prejuicios, moralismos? Lo cierto es que proliferan los desnudos feme-

ninos en exhibiciones, reproducciones y toda suerte de investigaciones y publicaciones, mientras que por vez primera se han realizado en museos convencionales dos magnas exposiciones dedicadas al desnudo masculino: la pionera fue Nackte Männer (Hombres desnudos) y tuvo lugar en el Leopold Museum de Viena hace dos años, y actualmente se presenta en el Musée d´Orsay en París la impresionante muestra titulada Masculino/Masculino. El hombre desnudo en el arte de 1800 a nuestros días. Nunca antes se había hecho el esfuerzo de reunir, estudiar y presentar este tema en un contexto de tal amplitud sustentado por una profunda investigación iconográfica que ha puesto en realce importantes obras de artistas tanto célebres como desconocidos, hasta ahora confinadas a las bodegas o a espacios secundarios por tratarse de imágenes non gratas. Es el caso del lienzo monumental del pintor místico belga Jean Delville, La escuela de Platón (1900), cuya participación en la muestra es considerada por los curadores “apoteósica” por ser el rescate de una obra maestra prácticamente desconocida. Se trata de una escena edénica en la que aparece el filósofo griego representado, en franca alusión a Cristo, rodeado de doce discípulos de rostros afeminados y cuerpos musculosos y contorsionados que crean un efecto de extraña ambigüedad. Los colores apastelados y las posturas amaneradas de los mancebos evocan una atmósfera simbolista de una exultante carga homoerótica. Y como esta alucinante pintura, la exhibición está llena de sorpresas. Integrada por cerca de doscientas piezas entre pintura, escultura, dibujo, fotografía y video, la exposición tiene la audacia de hacer dialogar obras de los principales artistas del romanticismo, el neoclasicismo, el simbolismo y las vanguardias históricas con los creadores más polémicos de la actualidad. Si la imagen de la mujer desnuda está normalmente asociada al deseo y la lujuria, el desnudo masculino hasta finales del siglo xix hace más bien alarde de la heroicidad y el poder. Desfilan en las salas de exhibición portentosos faunos, efebos,

La escuela de Platón, de Jean Delville

Apolos, Mercurios, Aquiles, Davides, San Sebastianes –entre éstos, el Ex-voto, de Ángel Zárraga perteneciente al munal , único artista latinoamericano presente en la muestra– que sirven como pretexto para plasmar el ideal de belleza apolíneo, ya sea en varones viriles de marcadas musculaturas, o en muchachos andróginos de finas proporciones que remiten al état d'esprit de su época. En los albores del siglo xx surgen con intensidad las tribulaciones existenciales que dan lugar a atmósferas crípticas que revelan la angustia de la humanidad ante la corazonada de la debacle. La pintura expresionista es el ejemplo más

Ex-voto, de Ángel Zárraga, detalle

contundente de la transformación que se da de la belleza ideal decimonónica a la percepción desgarrada del ser humano y su entorno. Si bien el género del autorretrato se remonta al siglo x i v , no es sino hasta el siglo xx que el artista se despoja de sus ropas para exhibir su desnudez física y espiritual, con la excepción del Autorretrato desnudo, de Durero ( ca 1505), única obra antigua de este género que se conoce. Artistas como Egon Schiele, Christian Schad y Richard Gerstl, inauguran esta tradición que en el arte contemporáneo será llevada a sus últimas consecuencias. Entre el caleidoscópico repertorio de creadores actuales que integran la muestra, atrapan mi atención las siete obras de los franceses Pierre et Gilles, controvertida pareja sentimental y artística que trabaja al alimón sus obras de deliberada esencia kitsch y que en muchas ocasiones han levantado tolvaneras por su contenido explícitamente gay, tildadas inclusive de pornográficas. Estas piezas marcan la pauta de acidez y un sano humor negro que es el claro reflejo de la época turbia que estamos viviendo •

@LabAlonso

En Medellín, el futuro de la música Primer día Conforme se acercan a Medellín, los aviones empiezan a sentirse trenes. Bamboleándose sobre montes incontables, el nuestro se sustenta en un verdor que regala –o hace imaginar– sembradíos de café y plátano. Viajamos en el espacio pero también en el deseo. Sí, finalmente pisaremos Colombia. Tierra de creadores y mujeres bellas. Tierra de un español que apenas suena ya canta entre los labios. Tierra pues. Tierra.

Emilsen Pacheco

Estamos aquí porque nos invitaron a Circulart 2013, uno de los mercados sonoros más importantes de América y del mundo. Sus organizadores esperan que demos un concierto y que participemos en la mesa “El futuro de la música desde la perspectiva de los artistas”. Claro, lo segundo nos pone más nerviosos que lo primero. Cuando hemos asistido a conversaciones semejantes, sea como expositores o mezclados entre la audiencia, siempre salimos insatisfechos.

Segundo día Qué grata experiencia. En la charla sobre el futuro de la música conocimos a Víctor Víctor, músico dominicano padre de la bachata; uno de esos hombres que apenas hablan convierten las palabras en flores. El moderador fue el maestro Octavio Arbeláez, columna de Circulart, personaje que crea mejores mundos en nuestro mundo. Fue un cierre poético para un día de conferencias con gente deslumbrante, como Scott Cohen (The Orchard), Charles Slomovitz (Shazam), Bahigh Acuna (Spotify) y Marcos Chomen (cd Baby). Lo creemos porque –gracias a la curaduría de Sergio Arbeláez, hijo de Octavio– no se descuidó ni pervirtió al ser supremo: la música. Ya por la noche, en el Teatro Pablo Tobón, nos sorprendió el trabajo de Señor Loop, banda panameña cuya relación con México se ha ido estrechando. Búsquelos la lectora, el lector, y sonría este domingo pensando en las cosas tan buenas que se generan frontera abajo y que hace falta descubrir.

Tercer día Nos gusta el Teatro Pablo Tobón Uribe. Nos gusta la banda Pumcayó de Guadalajara, que se suma a un cartel de seis para el día de hoy. Tiene carácter. Hay en sus miembros un buen trabajo vocal, una interesante urdimbre guitarrera. La base rítmica es sólida pero sabe adelgazar cuando se debe. Entre los técnicos del foro destaca Coco, integrante de Puerto Candelaria, otra de esas agrupaciones que... Ya sabe… Sonría pensando en las cosas tan buenas que hay por descubrir.

Cuarto día Estamos frente a una computadora en el barrio El Poblado. A nuestras espaldas escuchamos parloteos a propósito de tecnología, medios de producción, formas de distribución, modelos de mercadeo, cultura de consumo… Sopesamos la complejidad de la nueva industria. A decir verdad, no nos preocupa el futuro de la música en esos términos. Ella va a estar bien. Siempre habrá gente sin torceduras cuidándole la vida. En los sitios más improbables del planeta las canciones sonarán –como lo hicieron desde el principio– para responderle a la naturaleza y al tiempo, para llamar a lo divino, para entretener, divertir y celebrar el nacimiento o la muerte. Siempre habrá experimentos de índole honesta. ¿Ejemplos? Emilsen Pacheco y Curupira. El primero es figura señera del bullerengue, una suerte de fandango sin instrumentos de cuerda ni aliento que, en su forma más pura, deja todo a los designios de la voz y percusiones menores. El segundo es un grupo extraordinario que actualiza con ciencia extrema la tímbrica de gaitas, tambores y maracas. Su virtud es la microscopía extrema, la polirritmia con que nos aplasta sumando el léxico del bajo y la guitarra eléctricos. Pacheco, por el contrario, canta y toca las percusiones de manera religiosa. Sus letras son desgarradoras. La respuesta del coro que lo acompaña, tan senil como él, nos rompe para que el baile en que se turnan sus miembros, luego, nos restaure. Primero en foros separados, luego se juntaron para obsequiarnos una noche inolvidable en el Matacandelas, lugar de lugares en Medellín.

Quinto día Hoy queremos ver a Radaid, también de Guadalajara, así como a otras bandas bogotanas que nos han recomendado. Estamos por cerrar maleta. Hay en ella muchos discos regalados. Escucharemos con especial atención el de Gualajo, rey de la chonta, marimba tradicional colombiana. Búsquelo también. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

Jornada Semanal • Número 976 • 17 de noviembre de 2013

ARTES VISUALES

13


arte y pensamiento ........

17 de noviembre de 2013 • Número 976 • Jornada Semanal

14

Jorge Moch

Ana García Bergua

V

ICENTE ROJO FUE UN gran amigo de mi padre y lo conozco desde niña. Para mí ha sido siempre aquel señor de talante tímido que nunca escatimaba una sonrisa de alegría y complicidad para quienes estuviéramos cerca. Cada cierta cantidad de años ha ido desplegando, como un mago, el trabajo realizado en su estudio: sus famosas series –Señales, Negaciones, Recuerdos, México bajo la lluvia, la magnífica Escenarios…–, donde el color habla como si con él se realizara una escritura misteriosa, donde todo parece formar parte del juego de un niño genio que nunca suelta el lápiz. Vicente Rojo es también la r de Ediciones era, y estoy segura de que muchísimos lectores concebimos los libros como él los diseña; el diseño gráfico mexicano de la segunda mitad del siglo xx pasa por su escuela, que ha hecho de las publicaciones algo vivo y sugerente. Por eso he leído encantada este Diario abierto que edita era y reúne los textos escritos en distintos momentos, en muchos casos a partir de las respuestas dadas en entrevistas diversas. La Carta a Paul Westheim que ilustra la portada –una especie de historia del arte de bolsillo–, me hace imaginar también las historias que relata Vicente en este libro: la salida de Barcelona cuando era pequeño, con una última visión del Paseo de San Juan, la luz de México que lo impresionó (“en México encontré la libertad –o al menos, mi libertad)”, el ambiente de la Imprenta Madero en los años cincuenta, sus maestros Arturo Souto y Miguel Prieto, el Palacio de Bellas Artes donde trabajó muchísimos años, Fernando Benítez y los suplementos emblemáticos de los sesenta y setenta, los amigos de su generación o el gato Fritzi (testigo, junto con el hijo de Paul Klee, del instante en que el pintor alemán y su esposa “tocaron sonatas de Bach y de Mozart para significar el día y la libertad”, y a quien Vicente hubiera querido encarnar para poder compartir ese momento privilegiado). Tantos y más “cuadritos” que formarían la vida del creador y que seguramente andan por ahí transformándose en sus obras, recorriendo las Tés inimaginables de la serie Señales, derivándose en los flujos vigorosos de México bajo la lluvia o estallando en esos volcanes de Escenarios que son como rompecabezas, en tantos cuadros pintados por Vicente Rojo a lo largo de una vida. Cuenta Vicente que cuando empieza a pintar “me enfrento a quince telas o más… Trabajo siempre en rotación, de modo que con gran movilidad las formas que surgieron en un cuadro a veces puedan ir a terminar en otro” y así imagina uno esta pintura incansable que a la vez

es una manera de escritura también, por la manera en que salta y se mueve de unas a otras posibilidades, en aquel estudio donde “me acompañan algunos objetos: unos lienzos blancos, pinceles, colores, papel de lija, trapos sucios, zapatos viejos, la necesaria música, algunas imágenes impresas fijadas con tachuelas a la pared, y uno que otro libro. Mientras, en otros lugares, los auténticos modificadores siguen insistiendo, y con éxito, en cambiar la vida y/o el mundo”. Debemos hacer constar que este libro es pequeño, de brevedad diríamos monterroseana, pero también es grande pues, como digo, toda una vida y una obra respiran en él. Es tan generoso este libro, que no sólo vive en él Vicente, sino también muchos de sus amigos más queridos y apreciados, como Manuel Felguérez, Arnoldo Kraus, mi padre ya mencionado o Rafael López Castro, entre otros, y es muy conmovedora la manera en que está todo dispuesto, un poco como un collage. En un apartado especial, Vicente nos explica la génesis de sus grandes series pictóricas e incluye algunas reproducciones. Y por si fuera poco, hay también muchas ideas que dejan al lector impresionado, como ésta, con la que termino agradeciéndole todo lo que nos da en este pequeño y enorme libro: “La obra de arte es una meditación que no tiene fin: esta meditación es una llama para el artista. Pero estoy convencido de que este fuego sólo se puede encender si el artista tiene los pies bien puestos en la tierra y lo deja arder. Es decir, a partir de una idea que siempre me ha inquietado, tiendo a practicar lo que creo que Borges llamó ‘una imaginación rigurosa’. Pienso que si no existieran los árboles en que se posan, los pájaros no sabrían que vuelan. Si no tuvieran ese punto de apoyo que es la rama estarían simplemente girando en el aire y su vuelo carecería de sentido.” Vicente Rojo, los pies en la tierra, la obra en vuelo •

En qué nos hemos convertido

S

OMOS FRACASO COMO PAÍS. Fiasco social. Hemos permitido a la avidez imponerse a la misericordia y a la avaricia prevalecer sobre la decencia. Dejamos que nuestros gobernantes sean ejecutivos empresariales en lugar de académicos, humanistas o activistas sociales. Herbert Marcuse sostenía en 1966, durante el simposio titulado “Marx y el mundo occidental” auspiciado por la Universidad de Notre Dame, la vigencia de un pensamiento marxista que podríamos fácilmente vincular al México de hoy: en una sociedad de cambio administrado desde la lógica capitalista “donde relaciones sociales entre los hombres se rigen más por el

Emilé Michel Cioran

valor de cambio que por el valor de las mercancías y servicios que ellos mismos producen, la satisfacción de las necesidades humanas tiene lugar sólo como un residuo de la producción rentable”. Para los consorcios, las grandes corporaciones trasnacionales y sus personeros enquistados en el variopinto aparato de la administración pública, a los seres humanos, despojados de nuestra única cualidad de consumidores de los bienes o servicios que esos grandes consorcios auspician sólo nos quedarían dos naturalezas o funciones posibles: ser parte de su corpus, ser residuos. Millones de mexicanos sin acceso a educación o trabajo remunerado –preferentemente en la lógica empresarial como empleados del sistema, so pena de ser considerados competencia o agentes patógenos, como los “indignados” o las diversas manifestaciones del movimiento globalifóbico– y sin acceso por lógica consecuencia a servicios asistenciales en un impensable Estado benefactor, estarían condenados entonces a ser eso: escurridura, morralla. En la violenta realidad nacional, nacida de la irreflexiva coerción de un sistema económico profundamente injusto y vejatorio de la dignidad humana en lo particular, esos residuos a menudo terminan siendo carne de cañón en cruentas guerras no declaradas, por ejemplo, la que vivimos aquí desde 2006 y con la que el entonces recién impuesto Felipe Calderón, tratando de validar su espuria presencia en la Presidencia, lanzó contra la delincuencia organizada asumiendo como remanentes factibles de la tragedia lo que entonces llamó, imbécil, “daño colateral”. Residuos. Pero el desperdicio, además del hecho de carne y sangre y la correlación monetarista que horroriza a contadores y economistas cuentachiles que siguen creyendo que lo importante es lo fiduciario y no lo humano, es cultural. Nos hemos convertido en una repugnante cultura de horror y crueldad. Hemos permitido, por todas las razones equi-

vocadas, trucar el México de los paisajes idílicos, la artesanía y el color, en el México formador de asesinos, de psicópatas, de violadores, el que colecciona espeluznantes estampas: los “pozoleados”, los descuartizados, los calcinados, los restos humanos troceados, encobijados, amontonados en fosas comunes que rezuman sadismo y estupidez pero sobre todo una lacerante indiferencia, como si en la indolencia y su consubstancial resignación diéramos a Cioran sustancia, putrefacta carne con qué demostrar su terrible sentencia: “La simetría aparente de las alegrías y de las penas no emana en absoluto de su distribución equitativa: es debida a la injusticia que golpea a ciertos individuos y los obliga así a compensar con su aplastamiento la despreocupación de los otros.” Y mientras se multiplican por ejemplo las desapariciones de niñas y jovencitas por todo el territorio nacional –en las redes sociales circulan miles de gritos desesperados de sus padres y madres– el grueso de la masa ríe, escurriéndole baba, con la bien fabricada oferta de los brazos mediáticos del régimen, principalmente las parrillas televisivas de Televisa y tv Azteca o con festivales musicales de tugurio, o con un cine taquillero y facilón, deslumbrante, ramplón y casi siempre extranjero. Y a los maestros que pugnan por mejores escuelas se les llama violentos. Y a los ciudadanos que en su desespero deciden tomar las armas para defenderse de los delincuentes se les llama rijosos. Y el gobierno golpea a los disidentes y vuelve sobre sus ensangrentados pasos y cobija grupos de choque que de inmediato niega.Y los poderosos que comenten crímenes casi siempre siguen impunes, ricos, felices. Y todo sigue igual, pero peor, porque parece que, volviendo a Cioran, al menos en México “nadie puede escapar de la condena a la felicidad o la desdicha, ni escapar de la sentencia nativa del tribunal funambulesco cuya decisión se extiende entre el espermatozoide y la tumba” •

CABEZALCUBO

El diario abierto de Vicente Rojo

PASO A RETIRARME

tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch


........ arte y pensamiento

Orlando Ortiz

Un incidente decimonónico

E

L ASUNTO DEL ESPIONAJE al otrora candidato del pri a la Presidencia de la República y a otros mandatarios latinoamericanos, por parte del gobierno yanqui, trajo a mi memoria algo que leí hace tiempo. La anécdota la narra don Carlos María de Bustamante en El nuevo Bernal Díaz, o sea la historia de la invasión de los angloamericanos en México. Ocurrió en Las Delicias, acuoso recinto que contaba con cinco estanques, dos de ellos destinados a los hombres, uno para las mujeres y otros dos para caballos. El caso fue que el barón Alleye de la Ciprey, funcionario de la legación francesa, ordenó a dos de sus sirvientes que llevaran su cabalgaduras a los mencionados baños; ahí, uno de los pencos le pisó la cola a un perro que reaccionó furioso y le mordió una pata a la bestia; los criados la emprendieron contra el can; el personal del establecimiento salió en defensa del perro y se armó la gorda, hasta que llegó el encargado y puso orden; pero al retirarse los mozos del barón se negaron a pagar alegando que por atender al corcel herido no bañaron los otros. Hubo alegato y dejaron en prenda uno de los equinos. Los fámulos, a su manera contáronle a su patrón lo ocurrido, que, indignado, armó una expedición punitiva contra Las Delicias, acompañado de los secretarios de la legación, algunos amigos y los lambiscones que nunca faltan. De nuevo se armó la tremolina, misma que se acentuó porque los curiosos se burlaban de los desfiguros que realizaba el gabacho. Intervino la policía y, según apunta con sorna, ya no recuerdo si Bustamante o don Artemio del Valle Arizpe, poco faltó para que se iniciara otra “guerra de los pasteles” (ocurrida poco antes). No llegó a tanto el incidente, pero la furia del diplomático francés no desapareció; iracundo por algunos escritos burlones aparecidos en la prensa, y que según él eran de la autoría de don Mariano Otero –a la sazón jefe de policía y alcalde de la ciudad–, le escupió la cara y le soltó un bastonazo que Otero detuvo antes de que le partiera el cráneo y le asestó un puñetazo al franchute, que intentó de nuevo agredir al creador de la Ley de Amparo en nuestro país. Adoptó la actitud de ofendido y retó a duelo a don Mariano, se nombraron los padrinos y no llegó la sangre al río gracias a la intervención del conde José Gómez de la Cortina. Aprovecharé el viaje para hablar un poco de los ahora en vías de extinción “baños públicos”. Se tiene noticia de que los más antiguos, con licencia expedida en 1743, se ubicaban en la Cerrada de la Misericordia, misma que me ha sido imposible situar. Pero es en el xviii e inicios del xix cuando, en

Ciudad de México, comenzaron a establecerse los baños públicos, denominado “placeres”, aunque todo parece indicar que solamente se destinaban a los placeres de la higiene y limpieza del cuerpo. Las albercas se establecieron más tarde y, por las descripciones que he leído, al menos una de ellas, la afamada Alberca Pane, tenía instalaciones fastuosas, con jardines, fuentes, baños de regadera, pozas diversas, y detalles con reminiscencias orientales. Las más notables eran las albercas Blasio y Osorio, además de la ya mencionada Pane, y las tres se localizaban “en las afueras”, es decir, casi en el vértice del Paseo de Bucareli y Reforma. (Por donde antes se encontraba El Caballito y ahora está El Caballote.) Los tres establecimientos satisfacían sus necesidades con el agua que extraían de pozos artesianos, misma que era muy blanca (tal vez hayan querido decir, transparente), brillante y tibia. No entraré en los detalles ni en los rituales de este tipo de higiene y diversión; porque vale apuntar que en el área de estos baños, los cronistas consignan que en primavera y verano la concurrencia era enorme y, como es nuestra muy mexicana costumbre: donde hay muchedumbre se arma una verbena, con fondas, restaurantes, antojitos en changarros improvisados, vendedores de todo tipo de cosas, música y desmadre, eso sí, todo en los límites de lo moral y las buenas costumbres. Dicen, aunque es de poner en duda. Sin embargo, debo consignar que las albercas estaban en “las afueras” y se llegaba a ellas en ferrocarril y posteriormente en tranvías que establecieron la ruta “Baños”. La puntualización obedece a que los baños públicos más antiguos se localizaban en el centro de la ciudad. Había niveles, o mejor dicho, categorías en tales establecimientos, según la clase social a la que perteneciera el bañista. Pero también según la especie, porque, como ya vimos, había baños para los caballos •

Luis Tovar Twitter: @luistovars

Ad(o/a)ptadas

E

L TÉRMINO “ADOPTACIÓN” NO existe, pero sería inmejorable para definir, en una sola palabra, la idea que da sustento y estructura a las historias que se cuentan en dos películas mexicanas actualmente en exhibición: Los insólitos peces gato (Claudia Sainte-Luce, 2013) y Mi universo en minúsculas (Hatuey Viveros, 2011). Ópera prima en largometraje de ficción de su autora, Los insólitos… fue parte de la sección competitiva en el Festival de Cine de Morelia, como lo es del hoy concluido Baja International Film Fest ( biff ), además de ser una de las cuatro

Mi universo

cintas mexicanas dentro de la programación de la actual Muestra Internacional de la Cineteca. La presencia reiterada de la película en los espacios que, dada su naturaleza, le son propicios –festivales y muestras, aunque una cartelera comercial menos torpe y pobre que la padecida habitualmente no le debería hacer el feo–, obedece de manera estricta a la calidad de su factura y a la eficacia narrativa que supo imprimir a su trabajo la guionista y directora. Si se habla de adopciones que son adaptaciones, como sucede aquí, consecuentemente –o antecedentemente, mejor dicho– se habla de orfandades y, con ellas, de carencias, insuficiencias o ausencias afectivas; déficit en el corazón, para cualquiera de los casos, que de un modo u otro ha de subsanarse. Si la soledad, como aquí ocurre, no es el resultado de una elección consciente sino el derivado de una situación prevaleciente, de la que no se es partícipe o actor sino mera víctima; si esa soledad es una suerte de imposición, sólo puede vivirse a tropiezos, a contracorriente y a disgusto, por más que un atávico instinto de conservación haga capaz al solitario –aquí, a la solitaria Claudia, una Ximena Ayala desempeñando muy bien el papel de una joven agridulce, arisca por necesidades defensivas– de siempre arreglárselas por su cuenta, acostumbrada como está lo mismo a dar por hecho que no necesita de nadie, como a suponer que nadie la necesita a ella. En un mentís a ese tinglado endeble de suposiciones consiste la trama de Los insólitos peces gato: carente de una familia, inexperta en el difícil arte de la convivencia entre seres humanos, Claudia se adapta cuando es adoptada por un núcleo familiar que nada tiene de disfuncional (palabrita, esta última, de la que en tiempos recientes abusa Mediomundo a la hora de hacer lo poco que sabe: repetir términos puestos de moda, que poco explican pero le suenan bien, creyendo que con lugares comunes de nuevo cuño es posible hablar plausiblemente de una película o de cualquier otra cosa), puesto

que, de hecho y con todas sus excentricidades, funciona en aquello para lo que una familia se instituye: para servirle a sus miembros como soporte material e, igual de importante, como ámbito para que desarrollen un sentido de pertenencia, es decir, para que la soledad, que no la individualidad, tenga un freno. Pero también al revés: extinta su figura tutelar, la familia es adoptada por Claudia y a ella se adapta cuando adopta la personalidad, los hábitos y la visión vital de un nuevo miembro recién incorporado.

En el Otro, Uno Como aquélla, a Aina, la protagonista de Mi universo en minúsculas –la española Aida Folch, cálida y creíble– le sucede encontrar lo que no estaba buscando: vínculos afectivos con personas que, desde su perspectiva, parecieran salidos de la nada, si bien desde el punto de vista del espectador más bien es al contrario: érase una joven española que viene a Ciudad de México a buscar a su padre, sin más orientación que el nombre y el número de una calle que se llama como decenas o cientos de calles. El desplazamiento de Aina en busca de la proverbial aguja en el pajar, literalmente por todos lados de la metrópoli, es una alegoría simple pero efectiva de la tan traída y llevada búsqueda-deuno-mismo. El plus, en este caso, consiste en que los hallazgos no se verifican en el yo de Aina ni se conjugan en primera persona del singular, sino en las tres que conforman el plural: del “ellos”, los ajenos que a su paso va conociendo, pasa al “ustedes” cuando empieza a contactarlos, y finalmente accede al “nosotros” cuando insensible, lenta y delicadamente, gracias a la generosidad de sus nuevos congéneres, acaba sabiéndose una más. Adaptadas y adoptadas, ahítas de una orfandad que por fortuna no ha calado hasta el fondo de sus almas, Claudia y Aina simbolizan bien una búsqueda que no por vieja es menos acuciante: la de saberse y sentirse un Uno que forma parte de un Otro que lo explica, lo resguarda y, sobre todo, que lo quiere •

CINEXCUSAS

Jornada Semanal • Número 976 • 17 de noviembre de 2013

PROSAÍSMOS

15


ensayo

17 de noviembre de 2013 • Número 976 • Jornada Semanal

Bailar La consagración de la primavera Norma Ávila Jiménez

A

l terminar de leer la novela de Haruki Murakami, Baila, baila, baila, algo que se queda grabado es lo que recomienda el hombre carnero al protagonista: bailar de forma deslumbrante mientras la música suene. Aunque Murakami le da el sentido de lo que significa vivir, lo anterior tiene relación con lo que Pina Bausch –quien fuera directora del Tanztheater Wuppertal– enfatizara en la película dirigida por Wim Wenders en su homenaje: “Baila, baila, de otra forma estamos perdidos.” Y así es: sin la danza, interpretada u observada, en el mundo se reportarían más casos de depresión y estrés. Al igual que la Luna –como diría Sabines–, bailar quita el dolor de cabeza. Una coreografía que conmocionó a los espectadores, al igual que las notas desprendidas por la partitura acompañante, fue estrenada por el Ballet Ruso el 29 de mayo de 1913 en el Teatro Campos Elíseos: La consagración de la primavera. Los atrevidos pasos ideados por Vaslav Nijinsky, aunados a la música de Igor Stravinsky, que dio voz propia a las percusiones e innovó la forma de estructurar la armonía y el ritmo, detonaron el escándalo. Carl Van Vechten, en su libro Música después de la guerra, asegura: “Una parte del público quedó pasmada ante lo que consideraba un intento blasfemo de destruir la música como expresión de arte y comenzó a silbar […] Algunos que gustábamos, comenzamos a vociferar en tono de protesta […] Los bailarines, totalmente fuera de ritmo por el tumulto que causaba el auditorio, danzaban al compás de una música que trataban de imaginar […] A un crítico le arrancaron el cuello de la camisa […] Stravinsky detenía a Nijinsky para que no saltara hacia el público a repartir golpes […] En el intermedio, Rodin fue a abrazar a Nijinsky porque había encarnado sus sueños.” Celebrada este año por cumplirse cien años de su estreno, esta obra, construida en dos actos, La adoración de la tierra y El sacrificio, fue retirada del repertorio de la compañía rusa, lo que sumió

a Nijinsky en una profunda depresión que lo llevó a estar internado en un hospital psiquiátrico por treinta y un años. Su arte no había sido comprendido; se adelantó a su época. Basada en ritos paganos de la antigua Rusia, la Consagración “está hecha como una restricción al cuerpo; limita los recursos del bailarín y lo obliga a expresarse con una increíble disimetría”, aseguró Millicent Hodson en un documental difundido por Canal Once. Hodson rescató lo que pudo de la coreografía original y la montó al Joefrey Ballet; al igual que Nijinsky, logró que los intérpretes de los adolescentes y la elegida –quien bailaría hasta “morir”–, se desplazaran y brincaran con la cabeza ladeada hacia uno de sus hombros y los pies encontrados, una blasfemia para los ejecutantes acostumbrados a la abertura de la pierna desde la ingle. “Es difícil saltar en esa posición y eso provoca que se sienta el ritual, la lucha que se está pasando […] ¿Por qué permitieron que se perdiera la obra? Probablemente por dudas de Diaghilev –empresario del ballet–, porque el cambio en los lineamientos del cuerpo era radical.” En la última danza, la elegida agita desesperadamente los brazos sobre su vientre y salta con las piernas encogidas mientras sus trenzas percuten repetidamente sus hombros. Ese final y la antisimetría corporal requerida en la ejecución se convirtieron en un parteaguas en la historia del ballet: el neoclásico hacía su aparición en el escenario. Después de Nijinsky, otros coreógrafos han montado la obra con su propio lenguaje, destacando, entre ellos, Mary Wigman, representante del expresionismo alemán y quien, “embrujada por esa música, a la vez mi infierno y mi paraíso”, en 1957 la montó a la compañía de danza de la Ópera de Berlín. Decidió colocar un plano inclinado circular en el foro, con el objetivo de que el público observara a todos los bailarines, principalmente a la elegida al tratar de zafarse de la gruesa cuerda atada alrededor de su cuerpo.

La creadora Pina Bausch, cuya compañía, el Tanztheater Wuppertal, tuvimos la oportunidad de ver en México en los años setenta, cuando presentó Café Müller, y Claveles en los ochenta, al referirse a la composición cumbre de Stravinsky, declaró: “No tengo palabras para ella… es demasiado poderosa y sólo tengo mi danza”, montada en 1975 y que resultó tan monumental como la música. Las bailarinas del Tanztheater no necesitan maquillaje, ni fijarse el cabello con gel, spray o limón para verse poderosas corporalmente y frágiles internamente: bastan sus desplazamientos y los gestos de temor ante un trapo rojo, símbolo del sacrificio, que avientan como si quemara su piel. La elegida –Ruth Amarante ha sido una de las mejores intérpretes de ese papel–, al final se convulsiona, se tapa el rostro con las manos, solloza y repite varias veces un fuerte movimiento de brazos, torso y cabeza del centro del cuerpo hacia el frente –el cual detona en el público angustia y éxtasis–, hasta caer al piso. Como la historia de la citada coreógrafa alemana, la elegida muere para renacer en la memoria colectiva. En México, a manera de tributo, este año dos compañías han ejecutado la obra aludida: Delfos y el grupo canadiense dirigido por Marie Chouinard. La primera presentó la coreografía de Claudia Lavista y Víctor Ruiz en julio, acompañada por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. Aun cuando esta pieza danzaria trasladó –e innovó– el rito ancestral al mundo contemporáneo, los movimientos, brincos y clavados sobre el sillón-inconsciente colectivo, dejaron ver lo primitivo de la conducta humana. Orgánica y visceral, con una estética que valora el aspecto sexual, en agosto pasado se presentó la coreografía de Chouinard. Quien pueda viajar a Suiza en diciembre podrá admirar, quizá, la última puesta en escena del año de la homenajeada composición, a cargo del Bejart Ballet Lausanne. Ya vendrán otras creaciones y la Consagración continuará bailándose, para no sentirnos perdidos •

16


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.