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EL PERDON EN LOS TIEMPOS DE LA GUERRA
filantrópicos, y por llevar a tan inmaculada instancia el concepto del perdón, el coronel Montiel, había tomado la decisión de heredarle todos sus bienes, Simón anonadado, dejo caer unas lágrimas, y se notificó de su nuevo estatus, pasaron algunos meses y Simón se asesoró con la empresa francesa de violines la rúe, quienes lo asesoraron para montar en su amada provincia de Zárate la soñada orquesta filarmónica. Simón vivió por muchos años, siendo el mecenas, de su provincia, a quien se le atribuyen grandes obras, como el teatro de la ópera de Zárate, obra de gran virtuosismo arquitectónico, hoy se le recuerda como el gran don Simón de la casa, otros más carismáticos como san Simón el apóstol del perdón
C a p í t u l o 2
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SEGUNDA CUPULA MAGICA, POEMARIO.
LA CASONA.
Los que vivieron y crecieron en ella a ellos los vieron llorar amargamente con nostalgia sentida de una infancia bien vivida los que vivieron y crecieron melancólicos la observan, a la vera del camino. Agrietada y vieja, con sus cimientos ya vencidos. Unas lágrimas afloran, en el doliente consciente, que la observa ensimismado escudriñando pasados añejos, buenos tiempos, que como los buenos vinos se degustan lentamente, sus tapias viejas esperan
tranquilas el paso inexorable del tiempo implacable, intuyendo su destino, los que vivieron y crecieron la extrañan fuertemente, en su cosmos, los fantasmas se deleitan gratamente con los paliativos de amor que les profesan sus que rientes, de sentir que los recuerdan. Los que vivieron y crecieron, a ellos los vieron llorar, amargamente, recordando a sus viejos que les prodigaron una infancia bien vivida. Desolada esta la fortaleza de amor, no hay más que decir, que cada cual le profese respeto. Oh casona vieja, oh casona hermosa. Portentoso recuerdo, de quienes vivieron en ella…
SOCORRITO QUERIDO

En una noche tranquila de luna llena, en el pueblito libertario La luna cansada de estar colgada en su cielo eterno, como un gran farolito, Se hizo inspiración y a manera de susurro, le dijo al viejo bohemio: coge tu guitarra y ponle música, a estas sentidas letras que le expreso y canto a este tu hermoso pueblo:
Socorrito querido, desde a aquí yo te admiro, Tus casas coloniales orgullo del pasado, De aquellos años viejos, que ya no volverán… Tu semblante sano, con aires añejos, Evocan gloriosas memorias, de dignidad.
Cuando me siento bella, rozagante y llena, Miro tus calles, tus parques tu entorno, Que, como un gran espejo, reflejan mi realidad.
Socorrito querido, desde aquí yo te admiro, tus balcones floridos, testigos mudos de tu historia, vieron formar en tus calles, a millares de gentes, con ideales altruistas de libertad. Soy fiel testigo de tu gran pasado, De tu hermoso presente, Pueblito hermoso, remanso de paz. Cuando en las madrugadas me retiro, como fiel centinela, dejo consigna, A mi compañero sentimental, Que te cuide, proteja y abrigue sin sofocar, Manteniendo ese hermoso clima, Para bien de sus hijos, que, con sabiduría, sapiencia, No pierden el norte, del legado altruista de sus fundadores, De justicia, respeto y libertad. Como el farolito que puso mi Dios, Sigo expectante, vigilante y celosa De tu gran estructura, moral y espiritual. Socorrito querido desde aquí yo te admiro, iluminándome de dicha, disfrutando tus logros, como ese que dice: Pueblo Patrimonio de Colombia, joya rodeada de naturaleza, cultura y de paz.
ZAPATOS ROTOS.

Zapatos rotos de caminante incansable, que se traga los caminos, Zapatos que andan y desandan, Trayectos inconclusos, Zapatos que imploran caridad, soportando pesos físicos y conciencias intranquilas. Zapatos que se resisten de manera épica, al inexorable tiempo que hace mella, sin distingo alguno, en voluntades racionales, inertes inmersas en un todo. Zapatos rotos, indignos del pudiente, Que, con mirada desdeñosa, clausura cuando quiere, Zapatos rotos que caminan junto al viento,