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LA TRAVESURA DE JORGE ANDRES

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NOBLEZA

NOBLEZA

belleza, para él era una hazaña, pero de inmediato aterrizo en su realidad, recordó que su madre lo había mandado a comprar las provisiones para el almuerzo y por entretenerse con el tochesito de marras, no había cumplido con su deber, la mochila de fique que llevaba para guardar el mercado, la utilizo como jaula, introdujo al pájaro con mucho cuidado y decidió volver raudo sobre sus pasos, a tres cuadras del lugar, cuando iba destino a su morada, se encontró con sus pequeños amigos, a quienes con orgullo les contó sobre su hazaña, agregándole actos inexistentes de acciones intrépidas.

Después de cinco minutos de explicaciones, continuo con su camino, llego a su casa y le comento a sus hermanas, sobre la procedencia y consecución del tan admirado plumífero, al cual, quien lo veía quedaba entusiasmado con sus colores y su magnífico trinar, en su corta existencia jamás había escuchado cantar, a un pájaro como ese, su hermana mayor Micaela, más preocupada por sus obligaciones de casa, le pregunto por las provisiones, las cuales se requerían para el almuerzo, respondiendo pícaramente, rascándose la cabeza, que se habían agotado y que había escasez, por lo que tenían que comer de lo que había quedado del día anterior. En la casa el pequeño toche se volvió la entretención, lo acomodaron en una vieja jaula donde le suministraron agua y unas pepas de maíz que el pájaro no comió.

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Jorge Andrés, hacía pocos días había cumplido los diez años, su mirada alegre, lo hacía un joven voluntarioso, siempre listo a bromear y hacer travesuras con sus amigos del barrio, en ese instante, por primera vez, se sentía muy especial, de tener algo propio, único, del cual disponer a su antojo, aunque fuera por unos pocos minutos, por esta razón pensó que si actuaba rápido antes que llegaran sus padres, podía hacer uso ilimitado, de su primera adquisición, sin pensarlo dos veces, se trasladó de inmediato al almacén el roble, local que comerciaba ropa, allí había visto días antes, una chaqueta de jean, propia para su talla, la tenía idealizada, pero sabía que sus padres no tenían el dinero para comprársela, y cuando lo había, era destinado a otras prioridades básicas como la manutención de su hogar, compuesto por padre, madre y seis hermanos más.

Tan pronto llego al almacén, opto por explorar el lugar, preguntando por el valor de la chaqueta, por lo que le manifestaron que costaba ciento ochenta pesos, la miro, la olió y se extasió con su fuerte olor a nuevo, entendió que para hacerse a su anhelada prenda, tenía que vender el ave, por lo que salió del local no sin antes advertirle al administrador, que en la tarde volvería a comprarla, rogó que no la fueran a vender, que se la apartaran, el

dependiente, le dijo que estuviera tranquilo que a si acontecería, antes de salir, indago por la hora, aduciéndole el encargado que eran las 11 de la mañana, Jorge estaba obsesionado, con adquirir su preciada prenda, pero para conseguirla, tenía que vender el toche.

Al salir del almacén, recordó que en la plaza de mercado, comerciaban con aves, por lo que considero, que debía trasladarse, hasta allí y ofrecerla en venta, procediendo a dirigir sus pasos directamente al pabellón de las aves, lugar donde también comerciaban artesanías y un variado catálogo de avecillas, como calandrias, turpiales, mirlas y loros, las cuales recordaba que vendían y que observaba, cuando su madre lo traía a mercar, más que todo, a cumplir con su labor de cuidador, del canasto de las compras, cuando lo ubicaban en la clásica posición, estática de vigilante, instantes que aprovechaba para menguar los bananos que comía furtivamente, mientras su madre recorría la galería. En esas actividades de rutina, que ejercía los jueves días de mercado, recordaba que la señora que atendía el pabellón de las aves era muy huraña, a la cual le decían doña Osilda, no por tierna y dócil, sino por lo contrario, por ser fiera y refunfuñona, pero esto antes de amedrentarlo, más lo motivaba, porque era el camino más expedito, para adquirir su preciada chaqueta, una vez frente al local comercial, de manera decidida, confronto a la propietaria del local, diciéndole que su padre lo había mandado a ofrecer en venta, un hermoso toche, señalándole, uno muy similar que estaba de muestrario, lo observo detalladamente diciéndole, que el toche que estaba ofreciéndole tenía un hermoso y colorido plumaje, muy superior al que ella comerciaba.

En su ingenuidad, desconocía el valor comercial de las aves, por lo que sin pensarlo, le manifestó a su interlocutora, que se lo vendía en doscientos pesos, la vieja conocedora de su oficio, no mostró ninguna emoción, pero por dentro, era consiente que se lo estaban vendiendo muy rebajado, ya que ella comerciaba, cada toche en la suma de mil pesos, al ver semejante ganga, le manifestó al muchacho que fuera a traerlo, no había terminado de pronunciar las palabras, cuando Jorge corría desesperadamente, en dirección a su casa a traer el pájaro, sabía que el tiempo que le quedaba era muy limitado, ya que el almacén donde pretendía comprar su añorada prenda, cerraba a las doce en punto y ya corrían las once y cincuenta, así que con lo que le daban sus pequeñas piernas, llego a su casa, no saludo, ingreso, reviso la jaula que estuviera bien segura y en un santiamén, ya estaba de regreso en el pabellón de las aves.

Llego jadeante, allí lo entrego encimando la vieja jaula, tan pronto recibió los doscientos pesos, salió a toda prisa a satisfacer, sus instintos mercantilistas, iba tan raudo que al cruzar la calle, no vio a una motocicleta que se aproximaba, con tan mala suerte que lo atropello, levantándolo por los aires, se incorporó lo más rápido posible, aturdido y asustado, no le importo el golpe, los transeúntes curiosos se agolpaban, a mirar que le había pasado al pequeño niño, una patrulla de tránsito se hizo presente, indagando por lo sucedido, el tumulto de gentes se hacía cada vez mayor, en un descuido de los gendarmes policiales, se escabullo y como pudo llego con su pantalón roto, al almacén cerciorándose, que nadie lo seguía.

El administrador del local comercial, lo reparo minuciosamente y le pregunto sobre el porqué estaba tan alterado, este no respondió y fue directo al estante, donde estaba la chaqueta, le mostró el dinero y le aseguro al vendedor, que estaba de cumpleaños y que su padrino se lo había dado, para que se comprara la chaqueta, como ya faltaban pocos minutos para el cierre del local, paro rutinario de descanso del medio día, el vendedor no pregunto nada más y le entrego la chaqueta, tan pronto la tuvo en sus manos, no dejo que se la guardaran en la bolsa de venta, afanosamente, le quito la marquilla de cartón, que señalaba su precio, se la puso, se miró al espejo, se peinó y una sonrisa de satisfacción, se dibujó en su inocente y agraciado rostro, salió a toda prisa, en dirección del parque principal del Socorro, su amado y querido pueblo, busco una banca, se sentó y ya reposado se dedicó a disfrutar de su primera compra, allí bien sentado y sin afanes, la palpo centímetro a centímetro, reviso sus costuras, bolsillos y demás atractivos que le llamaban la atención.

Pasaron varios minutos, como ya era la hora del almuerzo, hizo cuentas y le sobraban veinte pesos, alzo la cabeza, miro pausadamente la calle y observo al fondo en la esquina, una panadería donde se dirigió, en este lugar muy vanidoso, seguro de sus actuaciones pidió un refresco, al cual acompaño con dos sendas empanadas de las grandes, como se lo hizo saber al tendero, las pidió con arroz, huevo y picante, no se cambiaba por nadie, se sentía en su gloria, bien comido, bien vestido, pensaba, definitivamente un día inolvidable.

Una vez termino de comer, se dirigió a su casa, donde lo esperaba su madre, que hacía pocos minutos acababa de llegar de su trabajo, a manera de juez le pregunto por los pormenores de la caza del afamado pájaro, ya que media hora antes sus hermanas, la habían puesto al tanto de las novedades del hogar, con gran animosidad le expuso lo que había

acontecido, agregándole más espectacularidad a su relato, haciéndolo muy entretenido, puesto que su madre y hermanas no le quitaban sus ojos de encima y mostraban una cara de admiración por lo que acababa de hacer, proeza que lo mostraba como un hábil, aventurero y comerciante.

Acto seguido, les comento en detalle sobre la negociación efectuada y sobre su nueva adquisición, después de dar las explicaciones formales, paso a su cuarto, colgó la chaqueta frente a su cama, no se cansaba de mirarla, ya tenía previsto estrenarla en las festividades de semana santa, muy próximas a celebrarse.

Pasaron dos días, siendo la admiración de sus hermanas, el día domingo de ramos inicios de la semana de pasión, tocaron a la puerta muy temprano, eran las siete de la mañana, su hermana Micaela, atendió a las personas que se presentaban, eran dos señoras de edad avanzada las cuales le preguntaron a Micaela si ahí vivía un niño llamado Jorge Andrés, a lo que Micaela asintió afirmativamente, las señoras de inmediato, le hicieron saber el motivo de su presencia, aduciendo que se habían enterado por unos niños vecinos al lugar de residencia de ellas, quien se había llevado el pájaro y donde vivía, agregando que el ave tenía un gran plumaje muy colorido, y era de su propiedad, desde que era un pichoncito, el cual con gran paciencia habían acostumbrado a mantenerlo libre, por lo que el pájaro se movía en todo el sector aledaño a la casa, como si fuera un cachorrito y como era tan mimado y manso, no le huía, ni temía a los humanos, antes por el contrario, los buscaba esperando su recompensa en comida, que al notar la ausencia del toche, habían procedido a indagar en todo el sector, y en estas pesquisas se habían enterado, sobre quien lo había cazado y posteriormente llevado para su casa, por esta razón, ellas estaban tocando a la puerta.

Micaela, sorprendida, llamo a Jorge Andrés quien se asomó al portón de entrada, de inmediato, fue interpelado por las forasteras, quienes le pidieron que les entregara el toche que era de su propiedad, tan pronto se vio sorprendido, se acobardó y corrió a ocultarse debajo de su cama, su madre alarmada por los llamados airados que Micaela le hacía a su hermano, salió a la puerta y se enteró de primera mano, de la otra parte de la historia, la que no había contado su querido hijo, allí se enteró por boca de las visitantes, sobre las vivencias del toche, el cual vagaba, de casa en casa, en su estado natural, mencionaron que este, se caracterizaba por ser dócil, añadiendo que este no podía volar muy alto, debido al corte

semanal que le efectuaban a sus pequeñas alas, para que no se fuera lejos de su entorno de costumbre, en síntesis afirmaban que el joven lo había cogido arbitrariamente. Para Jorge el tiempo de gloria se le desvaneció de inmediato, su madre educada con una extrema rigidez patriarcal, no dudo ni un momento, se quitó una de sus chanclas y corrió a buscar a su hijo, no tardo en encontrarlo debajo de su cama, le propino dos chancletazos, lo conmino a salir y se dirigió con él, hasta la entrada de la casa, asiéndolo por una de sus orejas, en la puerta le grito:-“Me hace el favor, no sé cómo lo hará, pero recupera ese bendito toche y se lo devuelve a las señoras, que pena, en esta casa no toleramos ladrones”. La madre se disculpó con las señoras y envió a su hijo a deshilvanar el mismo, el rollo de problema en que se había metido.

Triste y abatido agacho la cabeza y sin mediar palabra, hecho a andar seguido de las señoras, no había caminado media cuadra, cuando lo alcanzo su hermana Micaela esta le entrego la chaqueta, diciéndole:-<mentiroso>, Jorge era consiente que para llegar a pedir el pájaro, debía llegar con el dinero, contante y sonante, por lo que era prioritario ir primero al almacén y convencer al administrador del local, que le recibiera la chaqueta y por ende le devolviera el dinero, acto seguido se dirigieron al almacén el roble, ubicado al costado sur de la plaza mayor, una vez allí, sin pensarlo ingreso llorando, alarmando a los allí presentes, de tres zancadas se ubicó en el rincón más interno del local, el administrador alarmado por los sollozos del imberbe lo escuchó atentamente.

En voz baja le hizo saber al administrador por lo que estaba pasando, le hizo un relato dramático y pormenorizado, a lo que este, una vez finalizada la historia, comprendió las necesidades y deseos frustrados que tenía por hacerse a su chaqueta, le causo lástima y un profundo pesar, había visto el gesto de alegría del joven, cuando se probó la prenda de vestir por primera vez, el relato narrado por el pequeño, lo conmovió, le devolvió su dinero y sin reparar mucho, le recibió la chaqueta, dándole ánimo, propinándole una palmada cariñosa en su hombro, este le sonrió y agradecido, abandono el local, rumbo a la plaza de mercado, a medida que se acercaba al pabellón de las aves, la tensión aumentaba, sus manos le sudaban copiosamente, al entrar al recinto, fue cuando comenzó a sentir una fuerte punzada en el estómago, se sentía como mareado, un sentimiento de culpa lo invadía, y notaba que todo el mundo lo miraba, a medida que avanzaba, la sensación de mareo iba en aumento, al llegar al portón de hierro de la Galería, no aguanto más y vómito, su cuerpo convulsionaba levemente, sudaba frío, levanto sus ojos, miro el sol canicular que caía con tanta fuerza, que

le obligó a cerrar los ojos y a guarecerse debajo del alerón de metal de la puerta, sus acompañantes lo auxiliaron aireándolo a manera de abanico, con un pedazo, de una vieja caja de cartón.

Al cabo de varios minutos, reacciono, ya se había repuesto e ingreso con nuevos bríos, al lugar de la señora de los pájaros, quien salió detrás del mostrador, sacudiéndose las hilachas de la falda. En este lugar se la encontró de frente, la miro y con voz entrecortada le dijo a la osca señora.-¿se acuerda de mí?, la señora lo miro seriamente, como presintiendo que algo no estaba bien, si, le dijo secamente, que quiere le pregunto, de inmediato le dijo que el toche que le había vendido en doscientos pesos no era de él, que se lo había encontrado, pero que él no sabía que tenía dueño, acto seguido le indico que las señoras que lo acompañaban eran sus verdaderas, propietarias, la vieja gruñona demostró con creces, del porqué le decían doña Osilda, su fama no era gratuita, esta saco a relucir toda su furia y repertorio descalificador, insultando al pequeño que no atinaba a reaccionar, al fondo se escuchaba el canto del pájaro que subía el tono, como protesta, sumándose a su manera a incrementar los improperios, contra su raptor.

Para parar la injusta agresión verbal a que estaba sometido el pequeño, las señoras acompañantes, le recriminaron a la enfurecida mujer, sobre el arbitrario proceder, haciéndole saber que la persona que había fallado era ella, que actuaba dolosamente a sabiendas de que negociaba con un menor, aprovechándose de la inocencia de este, además le hicieron saber que ella sabía del verdadero precio del pájaro, comprándolo muy barato, al escuchar las recriminaciones, doña Osilda aceptó a regañadientes la devolución del pájaro, pero previo desembolso de lo que había pagado.

Jorge apresuradamente y nervioso, saco de su bolsillo los ciento ochenta pesos, que le habían devuelto en el almacén de ropa, y se los dio, instantes eternos, puesto que esta suma no cubría los doscientos, la propietaria del local termino de contar y les hizo saber en voz alta, que faltaban veinte pesos, hubo un silencio sepulcral, afanosamente Jorge, se revisó uno a uno cada bolsillo, diciendo:- yo se los pago, a lo cual la fiera mujer miro al muchacho y le dijo:- pero usted no tiene donde caerse muerto, miro a su alrededor y noto que la bodega de los pájaros estaba muy sucia, llena de estiércol de aves y residuos de alimentos, alegando:-yo les devuelvo el pájaro, pero el faltante me lo paga el joven, haciéndome un aseo a la bodega.

Jorge asintió afirmativamente, las propietarias del turpial, lo recibieron y abandonaron el lugar, no sin antes decirle a la vieja refunfuñona, que no fuera abusar del muchacho, que ya suficiente escarmiento había tenido, una vez quedo solo, escucho serenamente las instrucciones altisonantes, que le daba la furiosa señora, respecto de cómo debía hacer el aseo, quien se apersonó a dirigirlo, haciéndolo repetir él friegue, en varias ocasiones, cuando no era de su agrado, en esa actividad tardo dos horas, a las tres de la tarde, la sirena de la plaza, que anunciaba su cierre sonó. Por lo que la señora gruñona, sentencio la tarde diciéndole al ingenuo jovencito, que por allí no lo quería volver a ver.

Pensativo y cabizbajo, se dirigió a su casa, muy preocupado, ya cerca de esta, hizo un alto en el camino, se sentó un buen tiempo, meditando, diciéndose para sus adentros que lo que le había pasado era por ser ambicioso y tonto, mientras tanto en su casa, la madre, arrepentida por su actitud intolerante, le dijo a su hija Micaela, que se asomara a ver, si ya venía su hermano, esta le dijo que no y le confesó que se sentía triste por haberlo tratado mal, diciéndole mentiroso en su cara.

La madre al ver que su hijo no llegaba, cogió su viejo abrigo y de manera decidida musito:me iré a buscarlo, por lo que Micaela se ofreció a acompañar a su madre, diciéndole que entre las dos lo iban a encontrar más rápido, caminaron una cuadra, al doblar la esquina, encontraron a Jorge A muy triste y prevenido con ellas, su madre lo llamo con voz suave y lo abrazo fuertemente, junto con su hermana mayor, en este gran gesto de amor le expresaron el gran afecto que sentían por él, diciéndole, que las perdonara, pero que entendiera que lo ajeno, se respetaba, que aprovechara esta experiencia para crecer como persona, rematando con un refrán popular que dice: ”el que con lo ajeno se viste en la calle lo desvisten”. Abrazados y mimándose, en un ambiente de cordialidad, caminaron sin prisa hasta alcanzar el portón.

PALOMO EL CORCEL DEL LIBERTADOR.

n la biblioteca central de la población del socorro, población componente del gran Santander, rica en importantes acontecimientos históricos de nuestra nación, se citaron dos adolescentes quienes añorando la catedra de historia, se sentaron a E componer un poema alusivo a las festividades patrias que conmemoran la independencia, de nuestra amada Republica, exaltando las gestas épicas del célebre caballo palomo, fiel amigo de nuestro gran libertador, luego de leer y escudriñar varios artículos históricos, relacionados con el tema, le dedican con letras muy sentidas, un hermoso poema al noble y brioso corcel{ después de algunas horas, lo culminan con gran entusiasmo, para deleite de sus compañeros, y más que eso, para sensibilizarlos sobre la importancia de conocer nuestros orígenes, fortalecer nuestro arraigo, con el objetivo primordial de ahondar en nuestros valores y sentir nuestra patria, con fundamentos propios, de un pueblo que se niega a olvidar y vivir en la superfluidad de entornos, no conservan las tradiciones, procurando ser ellos con estas iniciativas, ser guardianes de tradición, sin más preámbulos, Ricardo y Brandon se pronuncian con inspirado acento respecto del héroe cuadrúpedo que acompaño a Bolívar en grandes batallas, que sellaron nuestra independencia, fortaleciendo nestro desarrollo republicano, con gran respeto dejan estampado el poema de su autoria:

“A TI PALOMO”

Palomo gran caballo blanco de luz, Que con tu infinito brillo, le indico al gran libertador el sendero libertario. Galopas, al lado del pensamiento del infante inspirándolo a constituirse en hombre de bien amantes de la libertad y justicia, gracias, gran caballo blanco.

Principio de invierno. En Santa rosa de Viterbo, Manos pálidas de mujer, que a Bolívar engalanan obsequiando brioso corcel de manos de Casilda zafra. Palomo es nombrado con honores, de inmediato entra en batalla recorriendo con Bolívar, el entorno del Tundama, Casilda zafra en su discurso, le pregona grandes éxitos magnificando el binomio, hombre centauro, que acaba de nacer.

Palomo gran caballo brioso corcel, valiente y aguerrido, digno de un gran general vencedor de mil batallas. El libertador con su gran caballo, ante la tropa desfilo presentándoles, al inmaculado Blanco hermoso corcel bravío, baluarte de una gran causa. Fue el sitio de Vargas, donde mostró su bravura, Desde aquel día, palomo se inmortalizó, en nuestra historia, cuando acabó la batalla el libertador descabalga, y le agradece a Casilda su visión premonitoria. Palomo no se cansa, ni tampoco su jinete, porque tiene un andar cómodo, del cual Bolívar se adapta, caballo así no lo tienen, ni ingleses, ni españoles,

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