Noticias de Provincia - Enero 2021

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Noticias de Provincia Enero 2021


Noticias de Provincia Enero 2021

Provincial Hermann Rodríguez Osorio, SJ Coordinación editorial John Jairo Montoya Rivera, SJ

CONTENIDO 3 Editorial 5 Noticias breves

Corrección de estilo Enrique Alfonso Gutiérrez Tovar, SJ

10 La pascua de nuestros hermanos

Oficina Provincial de Comunicaciones María Alejandra Navarrete Tovar María Alejandra Rojas Matabajoy Paula Andrea Vizcaya Amaya Juan David Pabón Rodríguez Pablo Gabriel Ivorra Peñafort

77 No hay nada imposible para Dios

Impresión Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A.S. Segunda edición cerrada el 4 de marzo de 2021.

84 Testimonios de las ordenaciones 107 Encuentro Vocacional Arrupe 2020 110 Mi Belén en la Sierra Tarahumara 114 Campamento misión en Chachagüí 117 Construcción de paz: una tarea de la niñez y la juventud

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Editorial “TODO VOLVERÁ A IR BIEN, PERO NUNCA SERÁ COMO ANTES” Hermann Rodríguez Osorio, SJ Provincial de Colombia

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l 28 de diciembre pasado, nuestro hermano, el P. Julio Ignacio Jiménez Dorado, SJ, compartía en su blog, “Dios con sentido”, una entrevista de Milagros Pérez Oliva, publicada en el periódico El País de España, pocos días antes. La entrevista presentaba las reflexiones del jesuita catalán Javier Melloni, sobre la pandemia del coronavirus. Su título era: “El virus es el portador de un mensaje severo que hemos de saber escuchar”. Julio encabezaba su envío desde el hospital con estas palabras: “Gracias por tu presencia y oración. Mi salud con altibajos pero controlado. Esto no impide el envío de estas interpretaciones espirituales supremamente interesantes. No hay mal que por bien no venga. Te comparto esta entrevista altamente recomendable. Javier Melloni se considera miembro de una generación que ha crecido entre las ruinas de las antiguas certezas, dedicado a explorar una nueva espiritualidad entre los fragmentos de las viejas creencias. Artículo sin desperdicio. Lo coloco entero. Bendiciones. Julio”. Un mes después, Julio se encontraba definitivamente con Dios en un abrazo eterno. Entre mediados de noviembre y comienzos de diciembre del año pasado, diez compañeros más habían perdido la batalla contra el coronavirus: los PP. Marco Tulio González, Roberto Triviño, Gonzalo Amaya, Jorge Uribe, Leonardo Ramírez, Guillermo Hernández, Álvaro Jiménez, Fortunato Herrera, Rodolfo Eduardo de Roux y el Hermano Gabriel Montañez. Junto con ellos, otros cuatro jesuitas de nuestra provincia han fallecido en estos últimos tres meses, por otras causas: los PP. Luis Carlos Herrera, Carlos Alberto Cardona, Alfonso Llano y Francisco Zuluaga. De acuerdo con información del P. Fernando Mendoza, subsecretario de la Compañía de Jesús en Roma, hasta el día 2 de febrero de 2021, habían fallecido 139 jesuitas por Covid-19 en todo el mundo. Por asistencias, las cifras son: 5 en el África, 14 en Asia Meridional, 4 en Asia Pacífico, 13 en América Latina Meridional, 16 en América Latina Septentrional, 11 en Europa Centro Oriental, 31 en Europa Meridional, 24 en Europa Occidental, 21 en Canadá y Estados Unidos. La herida que nos deja esta tragedia es muy honda y todavía no acabamos de dimensionar el impacto que ha causado y seguirá causando en nuestro servicio a la misión de la Compañía de Jesús a nivel local y universal.

Retomando el título de un libro conocido sobre el acompañamiento en el duelo, escrito por el teólogo alemán Jochen Jülicher, podemos decir también nosotros que, después de lo que ha pasado, “Todo volverá a ir bien, pero nunca será como antes”. El mensaje severo que nos ha traído la pandemia, tenemos que aprender a escucharlo. Estamos siendo invitados a conjugar en todos los tiempos la palabra cuidar: yo cuido, tu cuidas, el cuida, nosotros cuidamos, vosotros cuidáis y ellos cuidan…

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El mensaje severo que nos ha traído la pandemia, tenemos que aprender a escucharlo. El dolor que sentimos es muy grande. Todos sabemos que nuestro destino no se halla aquí y todos sabemos que algún día moriremos, pero cuando estos procesos se aceleran o nos llegan de modo atropellado por la fragilidad humana o la ferocidad de una pandemia como la que vivimos, nos sentimos más lastimados y vulnerables. Unos días antes de vivir esta singular experiencia de duelo colectivo, nos alegramos por el regalo que recibimos de Dios en la ordenación diaconal de Jefferson Chaverra, y la ordenación presbiteral de William Andrés Díaz, Andrés Hernández, Roosbel Alexander Orozco y Andrés Rosado, celebración que presidió el nuevo arzobispo de Bogotá, Monseñor Luis José Rueda Aparicio el 16 de noviembre pasado en el Templo de San Ignacio. Pocos días después, el 27 de noviembre, el mismo señor Arzobispo, y en el mismo Templo de San Ignacio, nos acompañó en la ordenación diaconal de ocho compañeros jesuitas, estudiantes del Centro Interprovincial de Formación – CIF. Ellos fueron: Jorge Cervantes (MEX), Pedro Guido Coronel (PAR), Oscar Freites (URU), Juan Pablo Gil (MEX), Roberto López (CAM), Brad Mills (UWE), Daniel Mora (UCS) y Omar Fredy Pabón (COL). Signos claros de esperanza, en medio del ensañamiento de esta tragedia. Para cerrar el año pasado, vivimos también como Provincia la transición natural de un gobierno provincial a otro. Nuevos asistentes, nuevos consultores, nuevo provincial y cambios en muchas obras y comunidades que venían preparándose y que se han ido haciendo realidad en este comienzo de año. Aunque nunca será como antes, porque hemos perdido amigos y hermanos entrañables, con la ayuda de Dios y el aporte de todos, veremos poco a poco que todo volverá a ir bien. Los jesuitas tenemos nostalgia del futuro, como bien lo dice Javier Melloni en la entrevista que compartió con nosotros Julio un mes antes de su pascua: “Entré a los 18 años, pero me lo pensé mucho porque a mí me gustaba más san Francisco. Lo que me decantó es que los jesuitas no tienen nostalgia del pasado, sino del futuro: consideran que el ser humano aún ha de realizarse y hay que acompañarlo”. Y queremos seguir comprometidos en esta tarea de acompañar al ser humano en su camino hacia Dios. Enlace del post de Julio en su blog “Dios con sentido” https://www.diosconsentido.com/2020/12/28/el-virus-portador-de-un-mensaje/

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Noticias breves

Ordenaciones Sacerdotales El 16 de noviembre de 2020, en la iglesia San Ignacio de Bogotá, han recibido la ordenación sacerdotal de manos del señor arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, los diáconos: William Andrés Díaz Sánchez, SJ, Andrés Hernández Caro, SJ, Roosbel Alexander Orozco Serna, SJ y Andrés Rosado Duque, SJ.

Ordenaciones Diaconales En la misma ceremonia del 16 de noviembre, recibió la ordenación diaconal el escolar Jefferson Chaverra Paz, SJ (COL). El 27 de noviembre, en ceremonia presidida por el señor arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, recibieron el diaconado los escolares: Jorge Luis Cervantes Blanco, SJ (MEX), Pedro Guido Coronel Baez, SJ (PAR), Óscar Alfredo Freites, SJ (ARU), Juan Pablo Gil Salazar, SJ (MEX), Roberto Antonio López Amaya, SJ Enero 2021

(CAM), Brad Andrew Mills, SJ (UWE), Daniel Alberto Mora Arenas, SJ (UCS), Ómar Fredy Pabón Sánchez, SJ (COL). El 28 de noviembre, Juan Pablo Vásquez Herrera, SJ (CAM), se ordenó diácono en Guatemala después de haber concluido sus estudios de teología en la PUJ.

Posesión Provincial El padre Hermann Rodríguez Osorio, SJ, nombrado Prepósito Provincial de la Provincia de Colombia, por el Padre General Arturo Sosa Abascal, SJ, mediante Decreto del 2 de julio de 2020, tomó posesión del cargo el 12 de diciembre, en la Iglesia San Ignacio de Bogotá. A partir de esa fecha quedó integrado su equipo de trabajo: P. John Jairo Montoya Rivera, SJ (Socio), P. Gerardo Villota Sañudo, SJ (Asistente para la Formación del Cuerpo Apostólico de la Provincia/Consultor), P. Luis Fernando Múnera Congote, SJ (Asistente para el Discernimiento 5


y Planificación Apostólica), P. Vicente Durán Casas, SJ (Consultor), P. Jorge Alberto Camacho, SJ (Consultor).

Fallecimientos • P. Luis Carlos Herrera Molina, SJ (Bogotá, 11 de noviembre de 2020). • P. Carlos Alberto Cardona Forero, SJ (Cali, 20 de noviembre de 2020). • P. Alfonso Llano Escobar, SJ (Bogotá, 2 de diciembre de 2020). • P. Francisco Zuluaga Jiménez, SJ (Medellín, 19 de enero de 2021).

Por causa del Covid-19 • P. Marco Tulio Gómez Arbeláez, SJ (Bogotá, 22 de noviembre de 2020). • Hno. Gabriel Montañez Barrera, SJ (Bogotá, 22 de noviembre de 2020). • P. Roberto Triviño Ayala, SJ (Bogotá, 23 de noviembre de 2020). • P. Gonzalo Amaya Otero, SJ (Bogotá, 25 de noviembre de 2020). • P. Jorge Uribe Ramón, SJ (Bogotá, 25 de noviembre de 2020). • P. Leonardo Ramírez Uribe, SJ (Bogotá, 29 de noviembre de 2020). • P. Guillermo Hernández Téllez, SJ (Bogotá, 30 de noviembre de 2020). • P. Álvaro Jímenez Cadena, SJ (Bogotá, 30 de noviembre de 2020). • P. Fortunato Herrera Molina, SJ (Bogotá, 1 de diciembre de 2020). • P. Rodolfo Eduardo De Roux Guerrero, SJ (Bogotá, 3 de diciembre de 2020). • P. Julio Ignacio Jiménez Dorado, SJ (Bucaramanga, 28 de enero de 2021).

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Expresamos nuestra solidaridad y condolencia a los padres: Darío Restrepo Londoño, SJ, por el fallecimento de su hermana Olga Restrepo Londoño; Gabriel Jaime Pérez Montoya, SJ, por el fallecimiento de su mamá Marta Montoya de Pérez; Luis Guillermo Sarasa Gallego, SJ, por el fallecimiento de su mamá Blanca Celina Gallego de Sarasa; y a Carlos Vásquez Posada, SJ, por el fallecimiento de su hermano Jorge Eduardo Vásquez Posada.

Pasaron por la Provincia para Navidad y Año Nuevo: P. Roberto Jaramillo Bernal, SJ, P. Moisés Peña Martínez, SJ, P. Javier Castillo Rodríguez, SJ (ESP).

Destinos Los escolares Jhon Jairo Lara Avella, SJ, Santiago Ocampo Hernández, SJ y Juan David Sánchez Prieto, SJ han sido destinados a continuar su etapa de estudios de filosofía en el Filosofado Regional de Guadalajara, Facultad de Filosofía y Ciencias Sociales en el ITESO (México). Una vez concluída su etapa de filosofía, los siguientes escolares fueron enviados a magisterio: • Jaider Javier Salas Restrepo, SJ al Colegio San Francisco Javier de Pasto. • Rafael Antonio Tole Abella, SJ a las obras de la región Valle Pacífico. • Jhonatan Muñoz Zapata, SJ al Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga. • Romel Yamid Pastrana Betancourt, SJ al Colegio San Ignacio de Medellín. • Julián Andrés Bustos Jaimes, SJ al Colegio San Ignacio de Medellín. • El hermano José Leonardo Esquivel González, SJ pasa del Colegio San Ignacio de Medellín a la Parroquia Nuestra Señora de la Macarena Noticias de Provincia


en la Macarena, Meta, donde continuará su magisterio.

A Tercera Probación: P. Fredy Castañeda Vargas, SJ ha sido destinado a la Tercera Probación a México (2021).

Últimos Votos P. Diego Giraldo Aristizábal, SJ, P. Héctor Londoño Montoya, SJ, P. Rodolfo Eduardo Abello Rosas, SJ, P. Benhur Navarro Abril, SJ, P. José Virgilio Rojas Rojas, SJ, P. Juan Manuel Montoya Parra, SJ, P. Juan Enrique Casas Rudbeck, SJ, y Luis Felipe Navarrete Nossa, SJ.

Superiores • Los padres Rodolfo Eduardo Abello Rosas, SJ y Héctor Londoño Montoya, SJ, quienes eran vicesuperiores de la Comunidad del Colegio San Pedro Claver y del Colegio San Francisco Javier, respectivamente, fueron confirmados como superiores de sus comunidades, una vez hicieron sus últimos votos. • El P. Gerardo Villota Sañudo, SJ ha sido nombrado superior de la Comunidad San Pedro Canisio (Curia Provincial). • El P. Jorge Eduardo Serrano Ordóñez, SJ es el nuevo Superior de la Comunidad San Pedro Claver de Cartagena, director del Santuario Casa Museo San Pedro Claver, párroco de la Parroquia San Pedro Claver y coordinador de la Misión Regional de la Costa Caribe. • El P. Jorge Alberto Camacho Chaín, SJ ha sido nombrado superior de la Comunidad de Formación San Francisco Javier. Colaborará medio tiempo en CINEP. • El padre General ha nombrado superior de la Comunidad de Profesores María Inmaculada al P. Víctor Martínez Morales, SJ. Hará parte del Consejo Fondo para la Formación Académica de los NN. Enero 2021

• El P. Hugo Nelson Gómez Sevilla, SJ fue nombrado superior de la Comunidad Colegio San Bartolomé, La Merced. • El P. José de Jesús Prieto León, SJ fue nombrado superior de la Comunidad San Alonso Rodríguez (Enfermería de Chapinero). • El P. Libardo Vaderrama Centeno, SJ fue nombrado superior de la Comunidad San Alberto Hurtado de Cali. • El P. José Raúl Arbeláez Arbeláez, SJ fue nombrado superior de la Comunidad Sagrado Corazón de Jesús de Barrancabermeja. Colaborará en el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. • El padre Provincial destinó a la CPAL al P. Luis Javier Sarralde Delgado, SJ, donde ha recibido la misión de ser el superior de la Comunidad Samuel Fritz (Leticia) y coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico de la CPAL-SJPAM.

Ministros • P. Silvio Cajiao Pabón, SJ es el ministro y vice-superior de la Comunidad San Alonso Rodríguez (Enfermería de Chapinero). • P. Antonio José Sarmiento Nova, SJ es el nuevo ministro de la Comunidad Universidad Javeriana de Bogotá. • P. Ismael Garceranth Ramos, SJ es el ministro de la Comunidad de Profesores María Inmaculada. • P. Elkin Arango Ramírez, SJ fue nombrado ministro de la Comunidad Pedro Fabro. • P. Mauricio Bueno Castellanos, SJ fue nombrado ministro y administrador de la Comunidad San Alberto Hurtado de Cali. • Hno. Jesús Enrique Díaz Corpas, SJ fue nombrado ministro de la Comunidad Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga.

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• P. Joaquín Emilio Pachón Fajardo, SJ fue nombrado ministro de la Comunidad San Pedro Claver de Cartagena.

• P. John Jairo Montoya Rivera, SJ Asignado a la Comunidad Colegio San Bartolomé, La Merced.

• E. Mario A. Vargas Pérez, SJ fue nombrado ministro de la Comunidad San Pedro Canisio (Curia Provincial). Colaborará en la Red Juvenil Ignaciana.

• P. Jorge Enrique Sacedo Martínez, SJ Asignado a la Comunidad San Pedro Canisio. Colaborará en el Archivo de la Provincia.

• P. Alfredo Ferro Medina, SJ fue nombrado ministro de la Comunidad Colegio San Bartolomé, La Merced. Colaborará en Fe y Alegría.

Párrocos • P. Arturo Guerra Saldaña, SJ Parroquia San Francisco Javier. Hará parte de la Comunidad de Formación San Francisco Javier. • P. Joaquín Emilio Pachón Fajardo, SJ Parroquia Santa Rita de Cartagena. • P. Jorge Eduardo Serrano Ordóñez, SJ Parroquia San Pedro Claver de Cartagena. • P. David Sánchez Hernández, SJ Parroquia La Divina Pastora de Medellín. Hará parte de la Comunidad Colegio San Ignacio. • P. Luis Guillermo Trujillo Arboleda, SJ Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, Bucaramanga. • P. Jorge Iván Moreno Ortíz, SJ Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, Barrancabermeja.

Otros destinos • P. José Darío Rodríguez Cuadros, SJ Colaborará en el CINEP. Acompañante de la comunidad de estudiantes de teología, Centro Internacional de Formación (CIF), Comunidad Santa Ana. • P. Joaquín Emilio Sánchez García, SJ Asignado a la Comunidad Universidad Javeriana de Bogotá. Colaborará en la Universidad.

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• P. Jonathan Marín Cano, SJ Colaborará medio tiempo en JRS (Servicio Jesuita a Refugiados), Bogotá. • Diácono Omar Fredy Pabón Sánchez, SJ Colaborará en la Parroquia Nuestra Señora de la Macarena. • Hno. Anselmo Molano Vergara, SJ Asignado a la Comunidad de Profesores María Inmaculada. • P. Misael Enrique Meza Rueda, SJ Colaborará en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali. Asignado a la Comunidad San Alberto Hurtado. • P. José Rafael Garrido Rodríguez, SJ Asignado a la comunidad Colegio San Bartolomé Mayor. Mientras viaja a Boston para hacer estudios especiales colaborará en el templo de San Ignacio y en la Pastoral del Colegio. • P. Jairo Gilberto Bayona Zamora, SJ Mientras tramita pasantía en el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús en Roma vivirá en la Comunidad Pedro Canisio (Curia Provincial) y colaborará en el Archivo de la Provincia. • E. Daniel Mora Arenas, SJ (UCS). Asignado a la Comunidad de Formación San Francisco Javier mientras concluye estudios de teología. Colaborará en la Parroquia San Francisco Javier. • E. Jorge Luis Cervantes Blanco, SJ (Mex). Asignado a la Comunidad del Colegio San Bartolomé Mayor mientras concluye sus estudios de teología. Colaborará en la Red Juvenil Ignaciana.

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Estado de Salud de los nuestros El P. Eduardo Uribe Ferrero, SJ fue operado recientemente en Bucaramanga. Se recupera satisfactoriamente.

• Noviembre 5 (viernes en la noche) hasta el 13 (sábado en la noche), en Villasunción. Estarán a cargo del padre Luis Alfonso Castellanos Ramírez, SJ.

Agradecimiento Comunidad San Alonso Rodríguez (Enfermería Chapinero) En este momento los 8 padres que residen en la enfermería están estables. Son ellos: P. Gregorio Arango Henao, SJ, P. Javier Hoyos Santander, SJ, Hno. Luis Alfonso Montenegro Jaque, SJ, P. Virgilio Zea González, SJ, P. Alvaro Duque Hoyos, SJ y José Adolfo González Prados, SJ. Los padres René van Hissenhoven Goenaga, SJ y Franciso de Paula Lora Araoz, SJ están transitoriamente con sus familias.

Los padres Darío Restrepo Londoño, SJ, Gabriel Jaime Pérez Montoya, SJ, Luis Guillermo Sarasa Gallego, SJ y Carlos Vásquez Posada, SJ, agradecen a todos los jesuitas que han expresado su solidaridad y ofrecido oraciones con ocasión del fallecimiento de sus seres queridos.

Casa Pedro Arrupe • Hno. Baudilio Carvajal Sierra, SJ. Está hospitalizado con tratamiento de quimioterapia. Su estado de salud es delicado. • P. Bernardo Botero Álvarez, SJ. Después de una larga hospitalización en el hospital Pablo Tobón Uribe se encuentra estable.

Dispensa El Santo Padre ha concedido dispensa de todas las obligaciones provenientes del sacerdocio (incluido el celibato sacertodal) con la pérdida del estado clerical y la dispensa de los votos religiosos (que implica la dimisión de la Compañía de Jesús) a César Augusto Casas Ospina.

Retiros espirituales de la Provincia • Junio 18 (viernes en la noche) hasta el 26 (sábado en la noche), en La Esperanza. Estarán a cargo del padre Jorge E. Serrano Ordóñez, SJ. Enero 2021

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La Pascua de nuestros hermanos

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P. LUIS CARLOS HERRERA MOLINA, SJ 1926 - 2020

Fue llamado por el Señor el 11 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació el 6 de septiembre de 1926 en Gigante (Huila), en el hogar de don Fortunato Herrera y doña Teresa Molina. Tuvo ocho hermanos, de los cuales uno jesuita: Fortunato. • Fallecido en Bogotá a los 94 años de edad • Había cumplido 76 años de Compañía • Tenía 58 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó al Noviciado en Santa Rosa el 31 de octubre de 1944 y emitió los primeros votos el 13 de noviembre de 1946; en esta casa hizo también el Juniorado (1947-1949). Cursó la Filosofía en la Javeriana (1950-1953) y realizó la Etapa Apostólica en Medellín y Bucaramanga (1954-1956). Cursó la Teología en la Javeriana (1957-1960) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1959. Realizó la Tercera Probación en La Ceja (1961) y profesó los últimos votos el 15 de agosto de 1962.

SU VIDA Conocedor profundo de la literatura. Apasionado por su tierra huilense y su poeta José Eustasio Rivera. Profesor universitario, formador de los nuestros y rector de varios colegios de la Provincia.

RECORRIDO APOSTÓLICO La vida apostólica del P. Luis Carlos estuvo muy ligada a la formación de los nuestros y a los colegios. En Madrid, se especializó en literatura (1966) y en radiodifusión y T.V. (1975); en esa misma ciudad se doctoró en filología románica. Gran conocedor de las obras de José Eustasio Rivera y Gabriel García Marques, contribuyó con sus cursos de literatura en la formación de los jóvenes jesuitas (1970, 1998-2005) y en la Javeriana, en la cual también desempeñó múltiples cargos (1970-1977). También fue rector de los colegios San Luis Gonzaga (1984-1989) y San José (1990-1994). Entre muchas distinciones, fue reconocido como miembro de la Academia Huilense de Historia. Fue hombre de trato delicado, siempre disponible y jesuita enamorado de la Compañía. Pasó los últimos años de su vida en la Enfermería San Alonso Rodríguez. Enero 2021

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) José Eustasio Rivera. Poeta de promisión. La Vorágine (comentario crítico). Exégesis de Tierra de Promisión. Me salpican tus olas. Más allá del tiempo vespertino. Gabriel García Marques y la ética en Cien años de soledad.

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Por Gerardo Remolina Vargas, SJ

El formador de jóvenes jesuitas

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espués de su Ordenación sacerdotal (1959), terminado su cuarto año de Teología (1960) y hecha su Tercera Probación (1961), la primera misión apostólica que recibió Luis Carlos (1962) fue la de ser formador de los jóvenes jesuitas en el “Colegio Noviciado del Sagrado Corazón” en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá). Allí fue enviado como Ministro de Juniores y profesor de Historia de la Literatura, latín, Lengua Española y oratoria. El cargo de “Ministro” de escolares -Juniores, Filósofos, Teólogos- era indispensable en ese entonces, dado el gran número de escolares que vivían en las comunidades de formación. Ese número impedía que el Rector pudiera atender de manera personalizada a las necesidades de todos los miembros de su comunidad y especialmente de los que estaban en formación. Cuando Luis Carlos llegó a Santa Rosa, la Comunidad constaba de 9 sacerdotes, 12 hermanos coadjutores veteranos, 43 juniores, 38 novicios

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escolares y 23 novicios coadjutores, para un total 135 miembros bajo la responsabilidad del Rector y del Maestro de Novicios. La misión del “Ministro” de juniores comprendía la atención directa e inmediata de casi todos los aspectos de la vida cotidiana: organización de la vida religiosa y comunitaria, distribución del tiempo dedicado a los estudios y al descanso, días de vacación, actividades deportivas y culturales, apostolados, vacaciones de fin de año, etc. En el ejercicio de su cargo, Luis Carlos se distinguió por su delicadeza en el trato, por su finura y discreción en su modo de proceder, y por el respeto y comprensión de las personas al ejercer su autoridad religiosa. Al mismo tiempo, como profesor se caracterizó por su amor al lenguaje y a la literatura, por su talante poético y a veces místico, que les imprimía a sus clases. Esto llevó a que algunos de sus discípulos lo recordaran posteriormente con la denominación de “el divino Herrera” … (divus). Para perfeccionar sus estudios literarios, a los que había sido muy aficionado desde su juventud, Luis Carlos fue enviado a Madrid (1966 -1967) en donde obtuvo un brillante doctorado en Literatura. A su regreso fue destinado nuevamente al Juniorado (1968), en donde ejerció su magisterio. Y al trasladarse el Juniorado de Santa Rosa a Bogotá, fue nombrado (1969) Superior religioso de un grupo de nueve jóvenes jesuitas que hacían sus estudios de Ciencias naturales en el Colegio Máximo de la Compañía. En los dos años siguientes (1970-1971) estuvo encargado del acompañamiento espiritual de los estudiantes jesuitas de filosofía. Durante este tiempo comenzó a ejercer su profesorado en el Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana.

El profesor y “Maestro” universitario La labor desarrollada por Luis Carlos en el departamento de Literatura y en la Universidad Javeriana (1963-1984) fue tanto administrativa como académica. Durante estos años, además de su profesorado desempeñó varios cargos: fue Director del departamento de Literatura, Codirector y Jefe de redacción de la Revista Javeriana, Decano del Medio Universitario y Secretario de la Facultad de Medios de Comunicación Social (1974–1977), Asesor de Medios de Comunicación Social (MCS) en América Latina DECOS-del CELAM. Pero además de profesor, Luis Carlos fue un “Maestro” en la formación de varias generaciones de literatos. Quien mejor puede dar testimonio de esta labor es el profesor Cristo Rafael Figueroa, hoy Profesor titular emérito del Departamento de Literatura. Según su valioso testimonio, “el padre Herrera, fue uno de mis formadores en mi carrera de Filosofía y Letras y luego mi Maestro-colega que asesoró varios proyectos míos sobre García Márquez y durante uno de mis períodos como director del departamento de Literatura, él se desempeñó como profesor-investigador tanto sobre Rivera y García Márquez, como sobre temáticas de ética y literatura”. “Varios de sus estudiantes y luego colegas dentro y fuera de la Javeriana no olvidaremos sus clases sobre textualidad y sobre su célebre método de buscar la palabra-tema en el universo literario de los autores como una manera productiva del análisis semántico de los textos, asunto que desde la Javeriana resonó en otras universidades y academias de Bogotá y del país como un aporte en la búsqueda de especificidad de la naturaleza de los estudios literarios en el país durante los años setenta y ochenta.”

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Luis Carlos fue un investigador incansable de la obra literaria de José Eustasio Rivera, cuyo fruto maduro fue publicado por la Editorial Javeriana con el título José Eustasio Rivera. Obra literaria. Edición crítica (2009). Además, el interés literario de Luis Carlos por la obra de Gabriel García Márquez, le permitió publicar varios artículos de crítica literaria sobre los escritos de nuestro Premio Nobel, así como acerca de la ética en Cien años de soledad.

Luis Carlos fue un “Maestro” en la formación de varias generaciones de literatos. El Rector de Colegios San Luis Gonzaga - Manizales Ya que toda su vida sacerdotal había transcurrido en la academia, y a nivel universitario, no poca sorpresa debió de causarle la misión que le dio el P. Provincial como Rector del Colegio San Luis Gonzaga de Manizales. A pesar de su sorpresa, aceptó este cargo con total disponibilidad, y con gran entusiasmo. Durante su rectorado (1984-1990) continuó, en el periódico “La Patria” de Manizales, la labor periodística cultural que había iniciado en 1973 como colaborador del Magazín Dominical de “El Espectador”. En 1987 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Cultural, premio que dedicó a don Guillermo Cano. Como Rector, puso al servicio de la comunidad educativa no solo sus dotes humanas de gentileza, finura y respeto por las personas, sino también su experiencia como formador de jóvenes, su capacidad de renovación y emprendimiento, así como sus dotes administrativas. Puso especial atención a la sección de “Infantiles” del Colegio, renovando los métodos pedagógicos y adaptando su estructura física. Hizo además la renovación curricular del Bachillerato Comercial Nocturno y semestralizó su actividad académica. Como administrador logró equilibrar las finanzas (tarea difícil debido a las deudas de algunos padres de familia), y además recuperó un lote adyacente al Colegio que estaba en disputa por una supuesta invasión.

San José – Barranquilla Al terminar su rectorado en Manizales, y considerando los éxitos obtenidos en el colegio San Luis Gonzaga, el P. Provincial lo envió como Rector al Colegio San José de Barranquilla, cargo que desempeñó desde 1990 hasta 1993. Allí puso especial empeño en atraer a los padres de familia, poniendo a su disposición las instalaciones del Colegio (campos deportivos, piscina, casa de Puerto Colombia). Amplió la Junta de la Asociación y estableció en ella una democracia participativa, dando también cabida a empleados y estudiantes. Procuró establecer la “matrícula diferencial”, tarea que resultó imposible. Terminada su labor en Barranquilla, fue destinado de nuevo a la Universidad Javeriana y a atender a los estudiantes jesuitas en su formación del estilo literario.

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El poeta Aunque la gran mayoría de sus escritos fueron en prosa, el alma de Luis Carlos fue profundamente poética. En el año 2011, la Universidad Javeriana publicó una corta selección de sus poemas, bajo el título Más allá del viento vespertino. Luis Carlos vivía todo desde la belleza, fue un contemplativo no solo desde un punto de vista religioso, sino de toda la realidad del universo: el mundo, el sol, el río, los colores, las flores, los niños. La estrofa de uno de sus poemas podría enmarcar toda su personalidad y la poesía que se reflejaban incluso en conversaciones ordinarias. “Si buscas la belleza/ y no la llevas dentro/ recorrerás el mundo y no la encontrarás/. Si buscas la armonía y tu vida es tan solo el ruido y la estridencia… /No encontrarás “la música escondida” / que brota de como fuente de la herida/ que el corazón labró con tu existencia. Si buscas fuera / lo que llevas dentro/ ¡lo perderás!” Sus poemas reflejaban también su finura y su delicadeza: Si vas a mi jardín, y ves la rosa, / ¡no la toques! … Es bella. / Quizás por ser efímera…. / Déjala ser hermosa a la luz vespertina… / Las rosas me han dejado… Una verdad divina, / Por cultivar las rosas, conocí las espinas.

El sacerdote y religioso Más allá de sus cualidades humanas, que hizo rendir al máximo, Luis Carlos se distinguió por sus virtudes sacerdotales y religiosas. Desde niño quiso ser sacerdote. La víspera de su ordenación escribió: “He esperado esta aurora tanto, tanto… / que el corazón se enciende en llamaradas. / ¡Y mi silencio es cántico!” “¡Por fin el sol entre mis manos nace!”. Y describe así su labor sacerdotal: “Han venido a mi hogar/ mil hombres y mujeres/ a recibir en mi rincón la lumbre/ que no supe robar a las estrellas/ y que bebí de los atardeceres” ... Vienen a mi cisterna/ exhausta y agrietada, / a sostener la débil existencia”. Su vida religiosa la fue tejiendo con gran sencillez, discreción, modestia y fidelidad a su vocación ignaciana y jesuítica.

El ocaso de una mente privilegiada En sus últimos años, Luis Carlos conoció también las espinas. Sus facultades mentales fueron decayendo a un ritmo acelerado. En los inicios de su ocaso, se dedicó a revisar sus escritos, a regar las rosas plantadas en el antejardín de la comunidad, a cuidar de unas palomas que habían puesto sus huevos y tenido sus pichones en el rincón de una cornisa en la terraza de la comunidad. Finalmente, encontró lo que buscaba al ir tras la belleza. En una estrofa de su poema Zarza ardiente expresa el anhelo de su corazón: Sigo, Señor, tus pasos. Y el sol de sangre y oro/ deja en las tardes trágicas su más bello tesoro: / ¡tu imagen esplendente! Quiero verte, ¡Señor!

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P. CARLOS ALBERTO CARDONA FORERO, SJ 1966 - 2020

Fue llamado por el Señor el 20 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en Bogotá el 28 de diciembre de 1966, en el hogar de don Jesús María Cardona y doña María Forero. Tuvo dos hermanos: José Luis y Luz Mary. Exalumno del Colegio Mayor de San Bartolomé y de la Universidad Javeriana. • Fallecido en Cali a los 53 años de edad • Había cumplido 26 años de Compañía • Tenía concedidos los últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó al Noviciado de Medellín, el 20 de enero de 1994 y emitió los votos del bienio el 13 de enero de 1996. En la Universidad Javeriana hizo el Juniorado (1996) y los estudios de Filosofía (1997-2000). Su Magisterio tuvo lugar en el Colegio San José (Barranquilla, 2000-2001) y cursó la Teología en Heythrop College - Londres (2003-2006). Fue ordenado el 2 de diciembre de 2006. Realizó la Tercera Probación en Cuba (2016).

SU VIDA Con preparación académica en educación y contador público, partió a la casa del Padre purificado por una penosa enfermedad, con las primicias de su vocación de educador y de pastor. Hombre de trato delicado y fiel amigo.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Carlos Alberto – “Carlitos” como era llamado cariñosamente – desplegó su servicio apostólico principalmente en la educación. Después de ser ayudante y ministro del Noviciado (2006-2009), se ocupó de la pastoral del Colegio San Francisco Javier (Pasto, 2009-2010) y luego pasó a colaborar en el CIF de Bogotá (2010-2012). Enseguida colaboró en el área académica del Colegio San Pedro Claver (Bucaramanga, 2012), de donde pasó a Barranquilla para servir como director académico del Colegio San José y como administrador de la Casa de Ejercicios Santa María del Mar. Fue además vice-superior, ecónomo y consultor de la comunidad de esta ciudad. Desde 2014 fue encargado del Centro de Pastoral de la Universidad Javeriana Cali. Allí también participó en el Proyecto Apostólico Regional del Valle del Cauca. 16

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El P. Carlos Alberto fue un jesuita de buen trato, honesto, austero en el manejo de los bienes, metódico y organizado en todas sus labores; vivió con autenticidad y trasparencia su opción religiosa, asimilando el espíritu de la Compañía y sintiéndose muy identificado con ella. Expresó una sólida fe en Jesucristo, así como una relación sana con Dios y con la Iglesia. Su fe se vio afirmada por una dura enfermedad que minó rápidamente su salud, pero que enfrentó en las manos de Dios.

Semblanza

Por Luis Felipe Navarrete, SJ

E

scribo esta breve semblanza el 28 de diciembre, día del cumpleaños de Carlos Alberto; es un modo de rememorar agradecido por todo el bien recibido a través de la vida de Carlos. No pretendo dar una cuenta exhaustiva de todo su itinerario vital; compartí estrechamente con Carlos durante los años de formación, desde el noviciado hasta la ordenación presbiteral; ya una vez nos ordenamos, tuvimos ministerios y destinos diferentes, y en ciudades distantes, pero siempre aprovechábamos la ocasión para actualizarnos de noticias cada vez que nos encontrábamos en alguna ciudad de paso. Compartimos el noviciado e incluso los apostolados de esta primera etapa en la Compañía, habiendo entrado Carlos un año después de mi, en enero de 1994. Desde ese momento, íbamos a tener la oportunidad de vivir en común numerosas experiencias en las etapas de formación subsiguientes. Nuestra primera salida del país la hicimos juntos, a Guatemala, mientras Carlos terminaba su Juniorado y yo iniciaba el Filosofado. Formamos parte de un equipo, con otros estudiantes javerianos, que participaría de uno de los primeros encuentros de estudiantes de universidades jesuitas. En aquella ocasión nos hospedamos en casas de familias de los estudiantes de la Universidad Rafael Landivar. La afabilidad de Carlos, su modo tan cordial de tratar a las personas, también su flexibilidad para acomodarse a diversos lugares y personas, hicieron que esta experiencia de acogida y de encuentro fuera muy enriquecedora, para nosotros y para quienes nos recibieron. Sería pues este el primero de tantos otros viajes que haríamos en compañía, sobretodo durante nuestros estudios teológicos en Heythrop College, la institución de estudios filosóficos y teológicos que los jesuitas tenían en Londres. Fue muy grato para mi haber sido destinado a estos estudios junto con Carlos Alberto. Habiendo tomado distancia de mi provincia y de mi grupo de compañeros de estudios en Colombia, Carlos fue sin duda un compañero fiel, un interlocutor en nuestro camino de aprendizaje teológico, un caminante incansable y siempre abierto a conocer lugares, personas y nuevas ideas. Pero no sólo su apertura de espíritu hizo que Carlos se abriera a variedad de personas y apostolados. En la relación con cada persona y en la ejecución de sus misiones, Carlos quiso dar lo mejor de sí mismo. Sin exagerar, puedo decir que Carlos fue un hombre de profundidad y de responsabilidad con cada una de las grandes o pequeñas empresas que tenía entre manos. En lugar de la dispersión de tareas, Carlos prefería concentrarse en una, para hacerla bien y llevarla a su fin. Tal vez fue esto lo que ocupó sus pensamientos cuando decidió escribir aquella monografía de su maestría en filosofía, titulada: Libertad y Responsabilidad. Aproximación desde una perspectiva sartreana (2000). Al

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respecto de ese deseo de asumir una tarea con la mayor profundidad y responsabilidad, soy testigo de la acuciante pregunta existencial que se planteó en torno a sus años de ordenación, antes y después de culminar su formación en teología. Carlos quería saber a qué área del saber y del apostolado podía dedicar sus energías con especial atención y fidelidad. Como ya lo dije, la dispersión no era lo suyo. En dónde podía ser bueno, en dónde podría lograr la excelencia para el servicio. Esta era su pregunta que, al momento de su ordenación, a los 39 años, comenzó a ocupar el centro de sus discernimientos y de sus propuestas al provincial de la época. Unos pocos años después de su ordenación, celebrada a finales del 2006, y de haberse definido que la educación era ese ámbito especial de trabajo apostólico, Carlos seria destinado a llevar a cabo una maestría en Educación en la Universidad de los Andes. En estos años de estudios, pudo con seguridad articular todos los aprendizajes ganados en sus experiencias previas de trabajo en Colegios, en Pasto, Bucaramanga y Barranquilla. Me consta su alegría, y su alivio, al haber alcanzado estas claridades tan buscadas, claridades que siempre requieren tiempo y diálogo con otros.

[...] un hombre de profundidad y de responsabilidad con cada una de las grandes o pequeñas empresas que tenía entre manos. Pero la claridad no fue para Carlos un valor en sí mismo. Sabía bien que sin confianza en sí mismo, más allá de los logros o fracasos, o sin confianza en los otros y en quienes tenían alguna posición de autoridad, seguir adelante en este camino de servicio se hacía imposible. Por eso, aunque pensaba que iba a ser destinado a trabajar en colegios luego de su ordenación, como así lo había conversado con el provincial de entonces, Carlos se dispuso de modo generoso a apoyar la formación, siendo ayudante y ministro en el Noviciado (2006-2009). Creo que también fue esta confianza en que la voluntad de Dios se escribe con decisiones que pueden desconcertar, lo que igualmente lo motivó a entregar sus energías y creatividad siendo director de Pastoral en la Javeriana de Cali (2017), destino que recibió luego de su Tercera Probación en Cuba (2016-2017) y luego de haberse desempeñado por cuatro años como Vicerrector Académico en el Colegio San José de Barranquilla. Ciertamente los colegios pudieron haber sido una obra en la cual pudo haber continuado su misión, y en la que sus estudios en educación pudieron haber dado fruto. Pero otros eran los caminos del Señor, y Carlos los transitó con la profundidad y responsabilidad que lo caracterizaron. De eso dan testimonio tantas personas que se acercaron el día de su funeral a agradecerle a su familia o a comentarles las bondades recibidas a través del ministerio de Carlos Alberto. Posiblemente fueron estos caminos inciertos por los que discurre la voluntad divina, y que nos van abriendo al Dios-siempre-mayor lo que Carlos vislumbró mientras hacía su monografía de maestría en Educación, titulada: La incertidumbre como herramienta pedagógica (2012).

Libertad, responsabilidad, incertidumbre fueron asuntos que le dieron a Carlos qué pensar. 18

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Libertad, responsabilidad, incertidumbre fueron asuntos que le dieron a Carlos qué pensar. Pero estos no sólo fueron temas para entretener el intelecto; fueron más bien la ocasión para discurrir, debatir y dialogar en torno a lo fundamental. Sin que sus intereses se hubieran concentrado en el desarrollo de la academia, a Carlos le gustaba discutir, contrastar posiciones, considerar teorías; pero sobretodo, le gustaba escribir, y lo hacía de un modo que, debo confesarlo, me suscitaba una cierta envidia. Elegante, irónica, esmerada, y siempre con su toque de humor, así era la escritura de Carlos que yo siempre disfrutaba en sus correos, en sus aportes a las noticias de la provincia, o en otros escritos. Sé bien que hubo un último escrito que Carlos hubiera deseado plasmar en papel: el texto de sus últimos votos que íbamos a celebrar el pasado 8 de diciembre; así lo habíamos conversado a comienzos de noviembre, cuando se daban indicios de su recuperación. El tiempo no le dio, pero podemos decir que ya forma parte de eso que llamamos Compañía gloriosa. En todo caso, como lo repetía Celia Carmona cuando estábamos en el noviciado, cada vez que fallecía algún jesuita, de Carlos podemos decir: “perseveró”; para nosotros que seguimos peregrinando, y para quienes tuvimos el placer de compartir su compañía, Carlos nos anima a seguir discerniendo la voluntad divina, en medio de las claridades que vamos ganando y siempre confiando en la bondad divina que se muestra propicia en la incertidumbre y en la adversidad.

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H. GABRIEL MONTAÑEZ HERRERA, SJ 1931 - 2020

Fue llamado por el Señor el 22 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES El H. Montañez nació en Onzaga (Santander), el 7 de junio de 1931. Fueron sus padres don Valeriano Montañez y doña Silvia Barrera. Tuvo cinco hermanos. • Fallecido en Bogotá a los 89 años de edad • Había cumplido 72 años de Compañía • Tenía 59 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo el 1 de mayo de 1948 y emitió los primeros votos el 3 de mayo de 1950. Su Tercera Probación la realizó en Santa Rosa de Viterbo en 1961 y se incorporó de manera definitiva en la Compañía de Jesús por lo últimos votos el 15 de agosto de 1951. Realizó estudios de sastrería con los Padres Salesianos.

SU VIDA Hermano jesuita sencillo, alegre, hábil sastre que con cariño permitió a generaciones de novicios estrenar las primeras sotanas. Siempre atento y de fino humor boyacense.

RECORRIDO APOSTÓLICO El H. Gabriel Montañez fue testimonio de vida sencilla y fidelidad a su vocación de jesuita. Sus primeros servicios los prestó en Santa Rosa de Viterbo como sastre, encargado de la ropería y conductor (1948-1951). Pasó luego a El Mortiño, donde desempeñó los mismos oficios (1951-1955). En el colegio Mayor de San Bartolomé se encargó de la sastrería y la portería (1956); volvió a Santa Rosa de Viterbo a retomar los oficios en que allí había servido (1960-1969). En Barranquilla fue subministro, encargado de compras y de vehículos, y prefecto de empleados (1971-1983); fue luego trasladado a Manizales, en donde colaboró en tareas administrativas (1984-1986). En las instalaciones de la Curia Provincial colaboró en la portería y como sacristán del Templo de Nuestra Señora de la Soledad (1992-1998); pasó luego al Colegio San Bartolomé La Merced como encargado de las capillas (19982007). Desde junio de 2007 pasó a ser parte de la comunidad orante de la Enfermería San Alonso Rodríguez de Chapinero. 20

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Su salud se fue aminorando por el peso de los años y a finales del 2020 resultó contagiado de Covid-19 durante la pandemia que afectó al mundo en ese año.

Semblanza

Por Honorio Betancur Montoya, SJ

C

onocí al Hermano Gabriel a comienzos del año 1957, cuando él formaba parte de la comunidad del recién inaugurado Noviciado San Estanislao de Kostka en La Ceja, Antioquia. Yo era un joven que intentaba conocer la Compañía. Nuestros encuentros eran casi de miradas (según las reglas o normas), pues a él no le era permitido conversar con nadie. Tiempo más tarde, él fue destinado al Noviciado de Santa Rosa de Viterbo (en Boyacá). Terminado mi noviciado pasé a vivir a esa región destinado para los hermanos “veteranos” (término para los hermanos que ya habían hecho los votos). Allí comenzó propiamente mi amistad con el Hermano Gabriel, la cual duró toda su vida. Unas semanas antes de su paso al cielo, me envió las últimas saludes. Pasado un año y medio en Santa Rosa, ya la obediencia nos separó, pero la amistad incondicional perduró para siempre. Con el correr de los años, el Hermano Gabriel fue destinado a la comunidad del San Bartolomé La Merced, cosa que nos alegró mucho a los dos. Llegó deteriorado en su estado de salud debido a una trombosis que había paralizado la mitad de su cuerpo. Gracias a su tenacidad y deseo de servir, logró recuperarse un poco, pero las consecuencias lo acompañaron por el resto de sus días. Del Hermano Montañez destaco el profundo amor a su vocación como religioso hermano en la Compañía de Jesús. Comprendió aquello que nos dice San Pablo en la Primera Carta a los Corintios en el capítulo 7 verso 35: “Servir al Señor sin distracciones”. Es lo mismo que afirmó el Padre General Adolfo Nicolás cuando dijo: “la vocación del jesuita hermano es como un ejemplo de ser bueno sin distracciones”. Esto fue el Hermano Gabriel, nada lo distrajo, ni el deseo de ser más, ni aparentar. Solo estuvo centrado en el Señor imitándolo en la sencillez y el silencio de una vida oculta. Su vocación la alimentó día a día con la oración, la Eucaristía, retiros y Ejercicios Espirituales anuales y sacramento de la reconciliación. Estando en la enfermería, él “agendaba” a su confesor para que fuera a reconciliarlo y a conversar espiritualmente. Semanas antes de su pascua, lo llamó para que le aplicara el sacramento de la unción de los enfermos. Otro de sus pilares fue la vida comunitaria. Para él era algo muy importante pues se hacía presente en todas las actividades propuestas por la comunidad como reuniones, salidas, paseos, entre otros. Disfrutaba todo con alegría y sencillez, aceptando también los sinsabores que no han de faltar en una vida común. Sus cumpleaños siempre fueron motivo de regocijo comunitario y familiar. Para la celebración no faltaban algunos de sus familiares y amigos jesuitas a quienes nos comenzaba a invitar hasta con varios meses de anterioridad. Gozaba de su música preferida que eran “las rancheras”, muchísimas se las sabía y las cantaba. Hablaba de ellas con fluidez y felicidad.

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Disfrutaba todo con alegría y sencillez, aceptando también los sinsabores que no han de faltar en una vida común. Su donación a la Compañía y al Señor fue total como nos enseñó San Ignacio. El hermano Gabriel entregó todo su haber y su poseer. No escatimó esfuerzos en el cumplimiento de las misiones y responsabilidades que la Compañía le asignó: sastre confeccionando sotanas, balandranes, manteos, esclavinas, bonetes y demás prendas clericales. Esta misión la tuvo hasta un poco después del Concilio Vaticano II. Sin dificultad, se acomodó y desempeñó otros muchos oficios que la Compañía le asignó de acuerdo con las diferentes comunidades donde vivió. Algunos de ellos como conductor, encargado del transporte, de compras, jefe del personal de los colaboradores apostólicos. A su llegada a la comunidad de San Bartolomé La Merced, pese a sus limitaciones físicas y motrices, con amor, responsabilidad y cariño se encargó de la Capilla de Nuestra Señora de Fátima y demás capillas del Colegio. Esta labor la desempeñó hasta que su salud se debilitó, y al necesitar ayudas especiales, los superiores decidieron llevarlo a la enfermería San Alonso Rodríguez, decisión que aceptó mas no compartió. Allí continué visitándolo y compartiendo con él recuerdos y anécdotas comunitarias y familiares. Era feliz al verme llegar, pero al final siempre las despedidas eran nostálgicas: ¿Por qué tan pronto? ¿Cuándo regresas? ¿Qué día salimos a comer? Además afirmaba: “algún día quiero regresar a la comunidad”. En el Hermano Gabriel encontramos un ejemplo de seguimiento al Señor desde lo escondido y lo sencillo. En él se cumplieron las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en Panamá, cuando dijo: “El Hermano es el que tiene el carisma más puro de la Compañía de Jesús: servir, servir, servir… El hermano es así, concreto”. Que el Hermano Gabriel, quien goza ya en la presencia de Dios, y con la intercesión de la Virgen María, envíe vocaciones a la Iglesia y a la Compañía como hermanos jesuitas.

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P. MARCO TULIO GONZÁLEZ ARBELÁEZ, SJ 1934 - 2020

Fue llamado por el Señor el 22 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en Yolombó (Antioquia), el 10 de septiembre de 1934, en el hogar de Marcos González y Martha Enriqueta Arbeláez. Tuvo ocho hermanos. • Fallecido en Bogotá a los 86 años de edad • Había cumplido 70 años de Compañía • Tenía 38 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en el Noviciado de Santa Rosa el 3 de noviembre de 1950 e hizo los primeros votos el 13 de noviembre de 1952; allí mismo hizo el Juniorado (1953-1955). En Chapinero cursó la Filosofía (19561959) y realizó la Etapa Apostólica en Bucaramanga y Bogotá (1960-1962). Estudió Teología en Bogotá (1963-1966) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1965. Hizo la Tercera Probación en Medellín (1976) y profesó los últimos votos el 6 de mayo de 1982.

SU VIDA Decano de Psicología, presencia amable y cercana en la Javeriana. Su palabra acompañó en asesoría espiritual a numerosos exalumnos javerianos.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Marco Tulio inició su misión como profesor en Medellín (1967) y en el Instituto de Ciencias Sociales de Cali (1969-1970). Fue enviado luego a Bogotá, donde pasó prácticamente toda su vida apostólica, particularmente en la Javeriana. En ésta fue profesor de Educación (1971-1972), Decano Académico de Psicología (1973-1981), bibliotecario (1984), director de posgrados de Psicología (19851995), director general de la Biblioteca (1992-1995), profesor de Psicología (1992-1999). Entre 1992 y 1999 colaboró en la Asociación de Padres de Familia del Colegio San Bartolomé La Merced, al tiempo que apoyó la obra de Ray Shambach. Fue también Rector de la Universidad Mariana de las Hermanas Franciscanas (Pasto, 2003-2006) y vicerrector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (2007). Regresaría de nuevo a la Javeriana a colaborar como asesor espiritual de la Facultad Enero 2021

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de Ciencias Económicas y Administrativas desde 2008 y en el Centro de Pastoral San Francisco Javier desde 2011. Con su salud debilitada por el paso de los años, fue afectado por contagio de Covid-19 a finales de 2020.

Semblanza

Por Guillermo Zapata, SJ

Una encantadora cena de despedida «Señor cuando Tú quieras, florecerán las aguas. Y verán los vigías de las costas humanas cortar una gaviota la luz de la mañana, llevando el sol naciente sobre sus alas blancas». (R. de Roux)

M

arco Tulio González Arbeláez (19342020) pasó sus últimos días en San Alonso Rodríguez. Allí tuvimos la oportunidad de compartir algunas eucaristías, por aquellos días del confinamiento en donde la oración es ese oasis que refresca el alma y le da la fuerza para volar en el horizonte abierto de la esperanza. A estas eucaristías algunas veces llevaba la guitarra para los cánticos litúrgicos. Aún recuerdo la sonrisa amplia de Marco Tulio acompasando el ritmo de las melodías sagradas y su mirada atenta para compartir sobre las reflexiones escritas para el momento, como fue aquel día en que celebramos el Corpus Christi con toda la Comunidad de los Padres y Hermanos en San Alonso. González Arbeláez, hombre abierto a la sensibilidad académica, espiritual y humana. En aquel

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momento de la Misa, citábamos al antropólogo francés Lévy-Strauss, quien afirmaba que «la comida es el alma de toda cultura»… y como alma de culturas, la misma Eucaristía se nos hace cercanía, vida. Este pan de vida definitiva es el «pan para la vida del mundo» (Jn 6,51). Toda esta cercanía con la mesa recordaba las innumerables invitaciones aceptadas por Marco Tulio con sus innumerables amigos a la mesa. Como excelente conversador, salían innumerables temas de actualidad, que González alimentaba en su constante lectura de textos de las más variadas temáticas: teología, política, espiritualidad, humanidades. Era una delicia conversar con esta abundancia cercana a lo que los antiguos llamaban el Symposium, el Banquete a quien el mismo Platón (427347 a.C.) le dedicó una de sus mejores reflexiones sobre el amor. Los drinks con Marco Tulio eran geniales. En Nueva York, ciudad a la que tantas veces visitó el P. González Arbeláz para atender la invitación de un obispo polaco que le tenía gran aprecio, celebraba las eucaristías en el inglés, que había aprendido desde sus estudios de Psicología en la Universidad de Boston. Precisamente R. J. Karris en su libro Lucas, artista y teólogo (1985), publicado en esa ciudad, afirma que a Jesús le mataron por su forma de comer, para aludir a su compromiso con aquella mesa abierta para todos, que se convierte también en Mesa de despedida, en banquete último, en alimento de vida definitiva. Nunca llegaría a pensar que esta era una mesa de despedida con aquel compañero de camino que cruzó la meta, aquella otra orilla de la eternidad que me recuerda aquellas frases de Al-Hallay: «Ve a decir a mis amigos que me he embarcado hacia el Gran Mar y que mi barca se rompe». Qué profecía, ¡unas barcas que se rompen! Aquella fue la última eucaristía celebrada allí con esos entrañables amigos de San Alonso, entre ellos con Marco Tulio, a quienes también les dirigí los Ejercicios. Cómo olvidar aquella Misa sobre el universo iluminada por el sol del mediodía y, con Noticias de Provincia


la claridad de aquel recuerdo, marcada por un coloquio sobre el pan de la vida definitiva y por la música de una guitarra que, en aquel momento, nos elevaba el ánimo hasta el Dios de la vida, a tal punto que al encontrarle de nuevo por los corredores me preguntaba: ¿dónde dejaste la guitarra? Sin duda, en su espíritu vibraban las notas de una consolación permanente. En días recientes, la periodista Diana Sofía Giraldo, en su columna Pandemia y Fe publicada en El Nuevo siglo del 26 de noviembre del 2020, cuenta que había leído una reflexión sobre estos tiempos de contagios escrita por la pluma de Marco Tulio, un verdadero testamento espiritual, en el que leemos: existe algo que «bien puede ser verdaderamente revolucionario: Existir. Ser la luz que somos. No importa la sombra que nos rodea, estamos aquí para manifestar nuestra luz. Una sola vela encendida rompe la oscuridad». Esto fue Marco Tulio a lo largo de sus 86 años de vida; esa conciencia lúcida de un humanista que impartía claridad allí donde estaba: en la mesa, en los innumerables auditorios académicos, en las responsabilidades que desempeñó. Por algún tiempo fue rector de la Universidad Mariana en Pasto; en Lima Perú, estuvo por un breve lapso de tiempo para apoyar, con su trabajo académico, a la Universidad Ruiz de Montoya; estuvo como decano de Psicología en la Universidad Javeriana, e incluso director de la Biblioteca General Alfonso Borrero por buen número de años. Todo este recorrido nos permite reconocer en Marco Tulio su cercanía con las personas, con ese mundo infinito de los libros en los que hurgó incansablemente toda la variedad de temas que alentaron su búsqueda espiritual, humana, científica.

[...] reconocer en Marco Tulio su cercanía con las personas, con ese mundo infinito de los libros [...] Algunas tardes nos reuníamos con otros compañeros jesuitas para hacer un Symposium a nuestro estilo, animados por aquel anfitrion de la Provincia de Nueva York, el P. Juan Villegas Hernández. Qué remanso en el que encontrábamos no sólo los entretejidos de historias del pasado, sino el presente y por qué no, adivinar el futuro que hoy ya se ha hecho realidad. La Provincia, los viajes, las inquietudes, las preguntas, eran iluminadas por la fluidez coloquial de Marco Tulio, animada por la locuacidad de otros jesuitas allí convocados para conversar animadamente alrededor de unos saludables drinks famosos en todos los corredores de Chapinero. Allí estuvieron presentes las ocurrencias de Osuna Gil, las pausadas frases de Restrepo Moreno, los ponderados análisis de Rodríguez Osorio, y los picantes comentarios del ingeniero Álvarez Estrena. En fin, un espacio de risas, carcajadas y cuentos de grata recordación. Cómo resuenan aquí las palabras escritas por Marco Tulio en lo que la periodista del Nuevo Siglo denomina su testamento espiritual, y que yo quiero retomar aquí con el eco de esa compleja situación que vive el mundo en donde Marco Tulio pronunció su legado: «Vibra con la luz que eres. ¡Y confía! ¡Estás en camino!», porque «las almas son como velas que se encienden las unas a las otras». Como ese fuego que enciende otros fuegos del santo Hurtado. El espíritu de Marco Tulio se ha encendido para brillar con esa luz eterna de la que ahora participa, en compañía de todos aquellos que la misma luz ha arrebatado para siempre: Rodolfo Eduardo, Gonzalo, Fortunato, Luis Carlos, Guillermo, Gabriel, Alvaro, Leonardo, todos aquellos que hoy participan de la morada de la luz y de la Paz, en aquella Fiesta que no conoce ocaso. Así oraba Santo Tomás “no hay sacramento más saludable que éste” (S. Tomás, Opúsculo 57. Sacramento precioso y admirable, Lect. 1-4). Mesa que se convirtió en cena de despedida de ese gran amigo, hermano en religión que fue Marco Tulio González Arbeláez. Enero 2021

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P. CARLOS ROBERTO TRIVIÑO AYALA, SJ 1939 - 2020

Fue llamado por el Señor el 23 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Hijo de don Víctor Triviño y doña Laura Ayala, nació el 4 de noviembre de 1939 en Pasto. De sus cinco hermanos una fue religiosa. Fue exalumno del Colegio San Francisco Javier. • Fallecido en Bogotá a los 81 años de edad • Había cumplido 65 años de Compañía • Tenía 46 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en Santa Rosa el 7 de septiembre de 1955 e hizo los primeros votos el 8 de septiembre de 1957; en esa casa hizo también el Juniorado (1958-1960). En el Colegio Máximo cursó la Filosofía (19621964) y la Teología (1967-1970), después de la Etapa Apostólica que hizo en Barranquilla (1965-1966). Fue ordenado el 29 de noviembre de 1969. Hizo la Tercera Probación en Medellín (1973) y los últimos votos el 15 de agosto de 1974.

SU VIDA Infatigable director de Ejercicios Espirituales Ignacianos, especialmente al clero de Colombia. Hombre de oración y discreto guía espiritual.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Roberto dedicó toda su vida a dar Ejercicios Espirituales, para lo cual obtuvo un diploma en Teología Espiritual en la Universidad Gregoriana (1978-1980) y un máster en Teología en la Javeriana. Inició su oficio de acompañante de ejercicios en 1971, residiendo en la Comunidad San Pedro Canisio. Colaboró como capellán de la Estación IX de la Policía Nacional en Bogotá, fue director de la Casa de Ejercicios Espirituales Bethania en Barranquilla y en esta misma ciudad fue director de la Congregación Mariana. Hizo parte del comité de dirección y redacción de la Revista El Mensajero. También fue secretario del Apostolado de La Oración (Roma, 1989). Su vida transcurrió discretamente impartiendo Ejercicios a sacerdotes, seminaristas y religiosos a lo largo del país. Resultó positivo para Covid-19 a finales de 2020. 26

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Artículos en las revistas Reflexiones CIRE, Apuntes Ignacianos, El Mensajero y Antorcha Mariana.

Semblanza

Por Iván Restrepo, SJ

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odos guardamos el recuerdo de Roberto como un hombre sencillo y sin pretensiones, que puso al servicio de Dios y de los demás lo que él mismo vivía. Su vida estuvo marcada por una firme adhesión a un camino espiritual que cultivó con una constancia y devoción inalterables. Lo hizo con esfuerzo y dedicación exclusiva, al mismo tiempo que con gusto y satisfacción, de tal manera que los Provinciales nunca pensaron en cambiarle el rumbo a su apostolado, que desde los años setenta se orientó al conocimiento y la práctica de dar los Ejercicios espirituales, como uno de los miembros fundadores del equipo original del Centro de espiritualidad CIRE.

Todos guardamos el recuerdo de Roberto como un hombre sencillo y sin pretensiones, que puso al servicio de Dios y de los demás lo que él mismo vivía. Por eso la persona de Roberto está asociada de forma indeleble a la práctica pastoral realizada durante toda su vida ministerial, de proponer los Ejercicios ignacianos a públicos muy diferentes. Gracias a su pertenencia al CIRE durante sus primeros treinta años, colaboró y se aprovechó del enorme interés que el conocimiento de los mismos suscitó en las décadas posteriores al Concilio Vaticano II. Esa preparación progresiva le permitió ir adaptando su propuesta a los grupos a los que incansablemente los ofreció. En ese servicio pastoral fue encontrando un nicho particular que consistió en dar los Ejercicios espirituales a innumerables tandas de sacerdotes de muchísimas diócesis del país. Como sabemos, por un buen número de circunstancias no es este un candidato fácil para la experiencia de los Ejercicios y, con todo, Roberto fue adquiriendo una práctica y un gusto particular de ofrecer este servicio a todos los obispos que lo pedían para el clero de sus diócesis. Fue allí donde Roberto dio lo mejor de sí en un ministerio que, aunque decididamente no fácil y aun algo ingrato, supo dedicarse por entero a responder los pedidos que incesantemente recibía. Fue precisamente atendiendo a esos múltiples pedidos, cuando en una ocasión en la que tuvo que dar varias tandas seguidas, experimentó un primer accidente cardiovascular que, con el paso de los días se fue acentuando hasta llevarlo a la Comunidad San Alonso en donde pasó sus últimos años, con la misma bondad y devoción que lo acompañó toda su vida. Esperamos que el Señor le haya concedido experimentar en su plenitud y floración, la propuesta que los Ejercicios desarrollan y contienen. Enero 2021

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P. JORGE URIBE RAMÓN, SJ 1939 - 2020

Fue llamado por el Señor el 25 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en P amplona (Norte de Santander), el 13 de julio de 19 39, en el hogar de don Manuel Uribe y doña Alici a Ramón, quienes tuvieron otros seis hijos, uno de ellos también jesuita: Manuel. • Fallecido en Bogotá a los 81 años de edad • Había cumplido 63 años de Compañía • Tenía 39 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó el 5 de diciembre de 1956 en Santa Rosa y emitió los votos del bienio el 8 de diciembre de 1958; allí mismo realizó el Juniorado (1959-1961). En Chapinero estudió la Filosofía (1962-1965); la Etapa Apostólica la hizo en El Mortiño y Bucaramanga (1966-1968). Cursó la Teología en Bogotá (1969-1971, 1973) y fue ordenado el 21 de noviembre de 1971. Realizó la Tercera Probación en Bogotá (1977) y profesó los últimos votos el 2 de febrero de 1981.

SU VIDA Puso al servicio de la educación y de la pastoral sus capacidades técnicas para la radio y las comunicaciones sociales. Ejerció labores pastorales en varios lugares del país.

RECORRIDO APOSTÓLICO Para su misión, el P. Jorge se especializó en medios de comunicación social: realizó estudios en ese campo en Madrid (1974-1976), Londres (1985), y la Javeriana (1981-1985). Entre 1968 y 1995 fue periodista adscrito a Caracol, al tiempo que fue asesor de prensa del Vaticano y de la Conferencia Episcopal Colombiana. Entre 1977 y 1994 sirvió en diversas ocupaciones: colaboró en CENPRO, en la Facultad de Comunicación de la Javeriana, en la Emisora Kennedy y el periódico Mensaje, así como en el cubrimiento de los viajes de Juan Pablo II en América Latina. Posteriormente fue vicario parroquial en Tierralta, donde fue director de la Emisora Sergio Restrepo (1995-2010). Hizo colaboraciones puntuales para la Curia Provincial en 2011. Desde 2012 pasó a ser parte de la comunidad orante de San Alonso Rodríguez. Resultó afectado por la pandemia del Covid-19. 28

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Recuperé la capacidad de soñar. El pecado social. Un pueblo scout canta. El pensamiento social de Juan Pablo II en América Latina.

Semblanza

Por Manuel y Graciela Uribe Ramón “Tierralta, tierra hermosa donde Dios, los árboles, los ríos las aves, el sol, la luna y el hombre pretenden ser hermanos y para unirlos más. SR Stereo la Radio nuestra” (Eslogan de la Emisora Sergio Restrepo redactado por Jorge)

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e estirpe santandereana, Jorge fue mellizo de un parto difícil, que mamá y él siempre recordaron, así como a Luis, que no logró vivir. El tercero de seis hermanos, inquieto desde pequeño, amigo de la aventura y el riesgo, heredó de papá la afición por las armas, la buena puntería, la cacería y las habilidades manuales.

Estudió con los Hermanos Cristianos en el Colegio Provincial de Pamplona hasta segundo de bachillerato, en el Colegio Mayor de San Bartolomé de Bogotá y en el seminario menor de El Mortiño

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en Zipaquirá. Desde allí se inició en el mundo de las comunicaciones y la fotografía, siendo encargado de tomar las fotografías oficiales de las ordenaciones sacerdotales. En el noviciado de Santa Rosa de Viterbo aprendió a manejar la emisora de radio con la que los jesuitas se comunicaban con Bogotá. Como radioaficionado hizo amistades y ayudó a muchas personas a comunicarse para pedir ayuda médica, consecución de medicinas, noticias de muerte de seres queridos, búsqueda de personas. Además de sus estudios de humanidades, filosofía, teología y matemáticas, Jorge estudió Medios de Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid, obtuvo el grado como Periodista en la Universidad Javeriana de Bogotá y participó en el curso Curfopal (Curso de formación para América Latina) en Brasil, entre otros relacionados con la comunicación. Desde sus estudios de teología, participó en CENPRO, con un grupo de jesuitas que trabajaba en medios de comunicación con la orientación del padre Valserra, quien influyó mucho en madurar su vocación de comunicador trabajando en televisión, radio y reportería. Su ordenación sacerdotal el 21 de noviembre de 1971, se hizo en los estudios de la Televisión Nacional de Colombia. Fue muy hábil en cubrir eventos y transmitir ´chivas´. Hizo el cubrimiento informativo de las visitas del Papa Juan Pablo II a Brasil, Estados Unidos, Centro América, y de las reuniones de la Conferencia Latinoamericana de Obispos (CELAM), en Puebla, con el patrocinio de importantes medios de comunicación colombiana: Caracol y RCN. Algunos de estos cubrimientos fueron muy conocidos, como el del incendio del edificio de Avianca: Jorge logró subirse al último piso en un helicóptero cuando los otros pisos estaban en llamas y desde allí transmitió para la radio. También el atentado de la ETA que asesinó a Carrero Blanco, personaje muy importante 30

del franquismo, el 20 de diciembre de 1973 en Madrid: pusieron una bomba debajo de su carro que lo elevó y lo arrojó a la azotea de una casa de los jesuitas. Allí llegó Jorge y subido en la azotea transmitió el evento. Gracias a su trabajo en medios de comunicación viajó por todo el mundo; recordaba de una manera especial su viaje a Alaska y a Israel. Cuando estudiaba en Madrid consiguió una moto Lambretta, viajó en ella por varios países de Europa y fue su medio de transporte en Bogotá por mucho tiempo. Se reía contando que una vez que había mucha niebla decidió acampar en un prado y dormir allí; cuando se despertó un policía le estaba preguntando por qué estaba aparcando en uno de los parques principales de Bruselas. Como esta hay muchas anécdotas. Además de CENPRO, Jorge ejerció su apostolado en los medios de comunicación haciendo reportajes para radio, prensa (El Tiempo y El Espectador) y televisión. Dirigió la Emisora Kennedy del P. Echeverry en Bogotá; fundó una emisora comunitaria en Guayabal cuando Armero fue arrasado por la erupción del volcán del Nevado del Ruiz, desde donde se acompañó la búsqueda de personas desaparecidas; trabajó varios años como profesor de periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad Javeriana de Bogotá. Tierralta (Córdoba), a partir de 1998, sin duda fue el hogar que lo acogió y donde vivió feliz. Este fue su primer encuentro con el mundo rural. Caminar al lado de la población campesina lo llevó a conocer su realidad y a encontrar alternativas de vida y superación. En las comunicaciones, de nuevo, vio la oportunidad de llegar a toda la población a través de una radio comunitaria, como lo atestigua el periódico Altablero: “En Tierralta, las emisoras se escuchan con dificultad. Con desechos electrónicos fue posible disfrutar la alegría de culminar el diseño electrónico de un pequeño transmisor de F.M., Noticias de Provincia


que junto con una antena artesanal, un micrófono y una grabadora de CD dieron comienzo a la emisora comunitaria Sergio Restrepo. Lo satisfactorio es que un implemento tan pequeño sea el medio para llegar a muchas personas y, además, gozar ensamblándolo”.

Caminar al lado de la población campesina lo llevó a conocer su realidad y a encontrar alternativas de vida y superación. La Emisora se constituye en la plataforma para ayudar en muchos proyectos de desarrollo en la ciudad y las veredas, como el proyecto Aurora a través del cual se acompañó a 900 familias de la región de Batata desplazadas por la violencia armada, tan dura en esta región de Colombia por ser cuna del paramilitarismo en disputa con otros actores armados ilegales. Al respecto recuerda Gleniz Avilés – coordinadora académica del INSER, quien fuera asistente de Jorge en Tierralta – en su homenaje a la memoria de Jorge: “Allí se organiza la asociación de cosechadores de maíz, una piladora, tractor y capital para que las familias pudieran trabajar y salir adelante, retornar a sus tierras, les devolviste el deseo de vivir y la confianza en el trabajo comunitario”. En la medida que el tejido social se fue reconstruyendo, se inició el bachillerato por radio INSER (Instituto Sergio Restrepo), “siendo conocida y apoyada por los Ministerios de Educación, Comunicaciones y Cultura, entre otros. La Secretaría de Educación Departamental evaluó Enero 2021

el proyecto, lo declaró piloto y respaldó con la licencia 000305 del 27 de octubre del 2006, que cubre el bachillerato completo” (Altablero). Los resultados los recuerda Gleniz: “Hoy más de 300 personas se han graduado, todos mayores de edad desde los 18 hasta los 80 años. Aún recuerdo tu cara de satisfacción cuando veías al Señor Marcos graduándose, un señor de más de 70 años, que trabajaba, sostenía su familia y además tenía la posibilidad de estudiar, y era por ello que valía la pena todo esfuerzo, dedicación”. Se conformaron 50 radio-centros con más de 700 estudiantes y, con el apoyo del Sena, se complementó la formación técnica y tecnológica de los estudiantes. Este proceso educativo requería la elaboración de guías para las clases para todos los cursos y materias. Jorge elaboró personalmente muchas de estas guías y se valió de las de Fe y Alegría y de otras instituciones similares. Fue admirable la labor que desarrolló sin contar con un equipo que le ayudara y que tuvo que ir formando con personas de Tierralta. “Saber no ocupa espacio”, era uno de sus lemas. Conservó y aumentó el museo fundado por el Padre Sergio Restrepo, que tiene más de 1611 piezas muy significativas de la cultura Zenú y una biblioteca actualizada. Estudió esta cultura y fue invitado en varias partes para dar conferencias sobre el tema. Fundó el Festival del Padre Sergio Restrepo, jesuita asesinado por los paramilitares, para conmemorar su vida y su muerte. La celebración del aniversario de su muerte la convirtió en una oportunidad para la participación en diferentes actividades artísticas, culturales y programas radiales con la participación de “más de 100 grupos folclóricos dentro y fuera del municipio. Una semana llena de identidad, expresión artística, hermandad y alegría”, precisa Gleniz. En la medida en que avanzaron los proyectos con el apoyo de un grupo de colaboradores y 31


mirando hacia el futuro y continuidad del proceso, buscó su integración y fundó la Corporación Casa de la Cultura con sus obras anexas de biblioteca, museo, emisora y el INSER. Fueron muchas las horas y desvelos en la elaboración de los estatutos y los contenidos para el bachillerato radial. Así mismo, la financiación, que significaba no sólo el pago de profesores para las clases presenciales de la educación semi-escolarizada que se realizaban en el colegio de Fe y Alegría, sino del personal que trabajaba en la emisora: locutores, manejadores de proyectos radiales con la comunidad, instalaciones. Gracias a su capacidad de relaciones públicas y de presentación de proyectos, se logró financiar muchas de las obras. La elaboración de proyectos a favor del campesinado (empresas comunitarias, cultivo de cacao y maíz, atención a desplazados) le significó conocer las propuestas del Gobierno, los requisitos para elaborar, ejecutar y evaluar proyectos. En sus viajes a Bogotá, lograba conseguir donaciones de computadores, escritorios, libros, equipos de trasmisión y antena para ampliar la difusión de la emisora. ¡Cuántas veces lo acompañamos al aeropuerto con parte de la carga, incrédulos ante el apoyo que lograba de aviones Hércules de la FAC para el transporte!

[...] lograba conseguir donaciones de computadores, escritorios, libros, equipos de trasmisión y antena para ampliar la difusión de la emisora. La salida de los jesuitas de Tierralta significó sin duda para Jorge uno de los golpes más duros. Su preocupación, al no ser considerada esta una obra de la Compañía, fue la de no dejar sólo al equipo con el que había logrado la realización de este sueño y que éste contara con las herramientas necesarias para poder continuar. No lo han defraudado, la Corporación Casa de la Cultura sigue viva afirma Gleniz: “Pues quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, quererlo, respetarlo, admirarlo y compartir días de trabajo, estamos seguros de que su presencia no ha terminado ni se ha acabado con su partida; es más, estamos seguros que la llama encendida en educación, comunicación y cultura trascenderá y perdurará a través del tiempo”. Y nosotros, tus hermanos, tu familia, que aprendimos a conocerte y a entenderte, te llevaremos siempre en nuestro corazón, recordaremos tus picardías y travesuras, tus detalles y el amor por mamá. Las veces que estuviste presente, celebraste bautizos, matrimonios, aniversarios, y moviste cielo y tierra cuando te necesitamos. Te mantuviste siempre fiel a tu compromiso con Dios y con la Compañía de Jesús, a pesar de las dificultades. Has volado alto Jorgito, nos vas a abrir el camino hacia la Casa del Padre, y desde la Emisora Celestial, que seguramente ya has fundado, continuarás tu presencia entre nosotros.

Fuentes: El Modelo pedagógico de Radio Sutatenza renace en Tierralta, Córdoba. La experiencia del Instituto Sergio Restrepo. En Al Tablero. El periódico de un país que educa y se educa. Ministerio de Educación Nacional, No.45, Abril – Junio de 2008. https://www.mineducacion.gov.co/1621/article-168338.html Gleniz Avilés: “Homenaje al padre Jorge Uribe Ramón”. Diciembre 3 de 2020. 32

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P. GONZALO AMAYA OTERO, SJ 1929 - 2020

Fue llamado por el Señor el 25 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en Chía (Cundinamarca) el 7 de febrero de 1929, en el hogar de Gonzalo Amaya y Juanita Otero. Tuvo dos hermanas: Luz Marina y Clara, ya fallecidas. • Fallecido en Bogotá a los 91 años de edad • Había cumplido 74 años de Compañía • Tenía 50 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo, el 31 de octubre de 1944 y emitió los votos del bienio el 13 de noviembre de 1946. En esa casa realizó el Juniorado (1947-1949) y luego en Bogotá hizo el Filosofado (1950-1953). Cursó la Teología en Chapinero (1957-1960) y fue ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1959. Realizó la Tercera Probación en La Ceja en 1961. Profesó los últimos votos el 15 de agosto de 1970.

SU VIDA Pastor en varias parroquias, en buena parte en el Magdalena. Apacible, sonriente, cercano de los pobres, discreto guía espiritual. Generoso modelo de acogida y consejería fraternal.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Gonzalo inició su vida apostólica en la formación de los nuestros, fundamentalmente como espiritual de los Juniores (1964-1972) y como ministro de los mismos. Después pasó a la Parroquia de Villa Javier, en la que fue vicario (1976) y posteriormente superior y párroco (1977-1979). Antes de regresar a esta comunidad y parroquia de Villa Javier, de nuevo como párroco (2000-2011) y como colaborador hasta el 2020, prestó sus servicios en otras parroquias de la Provincia: fue superior y párroco del Sagrado Corazón en Barrancabermeja; superior en Cartagena y párroco de Santa Rita, así como asesor de Fe y Alegría, de la JTC y del Círculo de Obreros de esa ciudad; y párroco de El Señor de los Milagros en Aguablanca-Cali.

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Su labor en las parroquias se caracterizó por una estrecha cercanía y sensibilidad por los pobres. Esta labor pastoral la complementó con el acompañamiento espiritual de religiosas y jesuitas, lo cual realizó con cariño, sencillez y generosidad sobresalientes. De igual manera, fue un apóstol dedicado a los Ejercicios Espirituales, para lo cual fue bastante solicitado. El peso de los años lo llevó a la enfermería de San Alonso Rodríguez, donde resultó positivo por Covid-19. Sin duda, fue un hombre que encarnó plenamente el carisma de nuestro padre Ignacio.

Semblanza

Por Pedro Nel Ortiz Lozano, SJ

Un hombre profundamente bueno

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ació en Chía (Cundinamarca) el 7 de febrero de 1929, hijo de Gonzalo y de Juanita, dos hermanas: Luz Marina y Sor Clara, religiosa de las Hermanitas de los Pobres. Su papá trabajó en el Banco de la República.

Gonzalo ingresó a la Compañía el 31 de octubre de 1944, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial; se ordenó el 3 de diciembre de 1959, e hizo sus últimos votos el 15 de agosto de 1970. Que me acuerde, vine a conocer a Gonzalo después de su ordenación sacerdotal; mi hermano Gonzalo me decía que cuando él estaba trabajando en el Colegio San Luis Gonzaga de Manizales, Gonzalo Amaya hacía su tiempo de magisterio, se ayudaban, hacían el examen juntos. Después de su ordenación y últimos votos, los superiores vieron su carisma de acompañante de jóvenes jesuitas; fue así que sus estudios de espiritualidad en Roma se vieron truncados por la necesidad de atender a nuestros jóvenes escolares. Fueron días difíciles para la Iglesia y la Compañía después del Concilio Vaticano II: se soltaron las amarras y vino una deserción abundante de nuestros jóvenes jesuitas en las distintas etapas de la formación. Prácticamente se cerró el filosofado. Se habían formado pequeñas comunidades de estudiantes y Gonzalo estaba como acompañante de una de ellas, situada cerca de la Parroquia de San Javier en Bogotá. Esto hacía que nos viéramos con frecuencia y que nos ayudara en la pastoral parroquial. Por ese tiempo, durante cuatro años, yo trabajaba en el Cinep pero vivía en San Javier. Como dice el refrán, si en la casa de jóvenes llovía en el Cinep no escampaba: época de la visita del P. Mac Garry, reorganización de la institución, salida de la Compañía de algunos de sus miembros. Para mí fue la apertura del apostolado parroquial en la Misión del Río Magdalena: Puerto Wilches, Sabana de Torres, Barrancabermeja, Comisión de Vida y Paz… Por esos años llegó Gonzalo Amaya como superior y párroco del Sagrado Corazón en Barrancabermeja, se fue acrecentando nuestra amistad a través de la conversación fluida acerca de distintos tópicos, no solo espirituales y pastorales sino también políticos y sociales. Gonzalo, “hombre profundamente bueno”, se relacionó con muchísimas personas del clero de la diócesis, de la vida religiosa y laicos muy comprometidos en el contexto socio-político y cultural de la región. La gente lo apreciaba muchísimo y le tenía plena confianza; 34

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siempre estuvo disponible para ayudar, servir, acompañar. Después de seis años fue destinado a Cartagena como párroco del Santuario de San Pedro Claver y superior de la comunidad; allí creó lazos de amistad y de bondad a su alrededor con el mismo modo de proceder. Finalmente volvió a Bogotá para ser colaborador de la Parroquia de San Javier. Jocosamente decíamos que Gonzalo era “paraformador”, sobre todo de la vida religiosa femenina: no se negaba a ofrecerles generosamente los Ejercicios de San Ignacio. Yo aprovechaba esos tiempos para acompañarlo y hacer mis propios Ejercicios bajo su dirección. Algún día le llegué a decir que esos eran los mismos del año pasado; al año siguiente me mandó decir que los había cambiado y nuevamente volví a su magisterio sencillo, alegre, hecho vida en su propia vida. Gonzalo sufría de diabetes y su sistema respiratorio era frágil, de forma que se vio la necesidad de trasladarlo a la enfermería de San Alonso Rodríguez. Sin embargo, no dejaba de ir los domingos a San Javier a celebrar la misa de las 12 del día y a confesar, hasta que llegó la hecatombe: se contagió de Covid-19. Sus últimos días estuvo muy sensible; empezó a sentir los pasos de la hermana muerte y comenzó a despedirse con lágrimas de sus amigos. Yo no lo sentí tan delicado de salud: aunque tenía dificultades para hablar, me parecía que se mantenía estable, resistiendo los fuertes antibióticos que le suministraban para vencer la neumonía que lo acompañaba. Dios lo necesitaba junto a sí para verlo cara a cara, para hacerlo más profundamente bueno de lo que siempre había sido y para que su bondad se hiciera más universal y más incluyente cada día. Hasta luego al amigo siempre fiel, intercesor permanente con el Hijo y la Madre ante el Padre-Madre de la humanidad.

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P. LEONARDO RAMÍREZ URIBE, SJ 1930 - 2020

Fue llamado por el Señor el 29 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en Bogotá el 6 de mayo de 1930, en el hogar de d on Noel Martín Ramírez y doña Sofía Uribe. Realizó sus estudios de bachillerato en la Apostólica de Nazaret y en San Bartolomé. • Fallecido en Bogotá a los 90 años de edad • Había cumplido 75 años de Compañía • Tenía 57 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en Santa Rosa de Viterbo el 31 de octubre de 1945 y emitió los votos del bienio el 13 de noviembre de 1947; allí hizo el Juniorado entre 1948 y 1949. La Etapa Apostólica la hizo en Pasto y Bogotá (1954-1957) y luego la Teología en Bogotá (1958-1961). Fue ordenado el 10 de febrero de 1960. En La Ceja realizó la Tercera Probación (1962) y se incorporó definitivamente a la Compañía el 15 de agosto de 1963.

SU VIDA Nos edificó con su gran amor y devoción a la Virgen María. Pastor cercano de los internos en las cárceles. Ejemplo de tenacidad, elocuencia y erudición.

RECORRIDO APOSTÓLICO Dos factores caracterizaron la vida apostólica del P. Leonardo: su profunda devoción por la Virgen María y su denodado servicio en varias cárceles. Inició su servicio en el Colegio Mayor de San Bartolomé como profesor de filosofía (1963-1969); después fue prefecto del templo de San Ignacio de Bogotá (1969-1974). Entre 1975 y 1994 fue profesor de Mariología y latín en el Colegio Máximo; después trabajó como vicario parroquial de La Macarena (Bogotá) y colaboró en la Emisora Kennedy (1994-2000). Desde 1967 sirvió en el acompañamiento de presidiarios en las cárceles Modelo y Distrital de Bogotá y en otras cárceles de Cundinamarca. Paralelamente, prestó sus servicios en la Sociedad Mariológica de Colombia, de la que fue miembro de número desde 1965; fue su director y colaboró en la misma en diversos cargos. Fue jesuita trasparente y de entera docilidad a la misión. 36

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Los acólitos. Estudio histórico-pastoral. Los Papas y el Rosario. La práctica y difusión del Santo Rosario en el Nuevo Reino de Granada durante el S. XVI. Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. El Rosario en documentos episcopales colombianos (1893-1962) y en catecismos.

Semblanza

Por Germán Neira, SJ

Una mamá generosa y un hijo único sereno y valiente

L

eonardo nació en Bogotá el 6 de mayo de 1930, en el hogar formado por don Noel Martín Ramírez y doña Sofía Uribe. Realizó sus estudios de bachillerato en la Escuela Apostólica de Nazaret (El Mortiño) y en el Colegio de San Bartolomé La Merced. Don Noel murió antes de que Leonardo entrara a la Compañía (31 de octubre,1945), y doña Sofía quedó viuda a cargo de su único hijo. Aquí se presentó un primer obstáculo para su entrada a la Compañía. Cuando un joven es hijo único y su madre es viuda, la Compañía supone que el hijo -ahora joven- tendrá que sostener a la mamá cuando ella lo necesite. Por esta razón, solo recibe al joven si hay una constancia evidente de que no lo requiere para su futuro sostenimiento. Como narrara Leonardo en la homilía de sus 50 años de Compañía (31 de octubre de 1995), doña Sofía envió al P. Provincial (P. José María Posada) una carta en que decía claramente que ella no necesitaría para su futuro sostenimiento a Leonardo, y que apoyaba claramente su deseo de entrar a la Compañía. Ese 31 de octubre fue recibido en el noviciado de Santa Rosa de Viterbo por el P. Germán Mejía, SJ, Maestro de Novicios, como uno de los 19 jóvenes que entraron ese año. Allí hizo los votos del bienio el 13 de noviembre de 1947. Posteriormente, en esa misma casa, realizó el Juniorado (1948-49), después, la Etapa Apostólica en Pasto y Bogotá (1958-61) y la Teología en Bogotá (1958-61). Se ordenó de sacerdote el 10 de febrero de 1960 y realizó la Tercera Probación en 1962, para incorporarse definitivamente a la Compañía por los últimos votos el 15 de agosto de 1963. Leonardo tenía una forma de ser muy abierta a las circunstancias y problemas actuales, y siempre estaba en búsqueda. Fue profesor de filosofía en el Colegio Mayor de San Bartolomé (1963-1969). Enseñó Mariología y latín en el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús (Universidad Javeriana) casi 20 años (1975-1994). Fue Vicario Pastoral en la Iglesia de la Macarena, Bogotá; y colaboró en la Emisora Kennedy (1996-2000). Hacia 1990 (no tengo la fecha precisa) le hicieron una operación de reposición de cadera que resultó muy difícil, pues tuvieron que llegar hasta raspar el hueso, y el médico no pudo terminar la operación, pues había una infección muy grande. El resultado fue negativo: le quedó una pierna más corta que la otra, alrededor de veinte centímetros. Dada la cojera por la desproporción de la altura de una de las piernas, le acomodaron un botín con los 20 cm. de altura que le faltaban. Esta situación lo obligó a dejar de manejar carro, y a cierta incomodidad para caminar. Sin embargo, sin quejarse, siguió todas sus actividades: visitas a las cárceles, rezo del rosario los domingos en la ermita de la Virgen María

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en el Parque Nacional, actividades de la Sociedad Mariológica, clases… Tomaba taxi, o algún amigo lo llevaba y lo traía. Al principio usaba bastón, y en los últimos años utilizaba un caminador.

[...] visitas a las cárceles, rezo del rosario los domingos en la ermita de la Virgen María en el Parque Nacional, actividades de la Sociedad Mariológica, clases… Un gran promotor de la devoción a la Santísima Virgen En 1965 fue Cofundador y Director de la Sociedad Mariológica de Colombia, con la que siguió colaborando hasta el 2020. Recibió de su mamá, doña Sofía, la herencia de una casa ubicada a una cuadra del Colegio del Pilar de Bogotá, la cual donó como sede a la Sociedad Mariológica. Fue muy amigo del P. Ricardo Struve Haker, sacerdote diocesano alemán quien fue nombrado párroco del Santuario de la Peña en el año 1968, e hizo una hermosa remodelación del santuario. Esta imagen, que apareció en una roca de un cerro del oriente de Bogotá, fue trasladada con mucho cuidado al Santuario remodelado: aparece la Virgen María con el Niño en los brazos, San José y dos ángeles. La última restauración la hizo el P. Hernando Rojas (sacerdote diocesano), y actualmente funciona en el Santuario del Seminario Redemptoris Mater de las comunidades catecumenales. Leonardo siempre estuvo en contacto con el P. Struve y con este santuario de La Peña que difunde mucho la devoción a la Virgen María. Hasta cuando pudo montar en taxi y caminar con su caminador (mediados de 2020), Leonardo tuvo una devoción muy linda: iba los domingos al Parque Nacional, donde en una pequeña zona verde hay una ermita con una imagen sencilla de la Virgen María. Allí rezaba el rosario en honor de la Virgen, con algunas personas que lo acompañaban. En la portería de la Compañía de Jesús en Chapinero, Leonardo siempre dejaba estampas, oraciones y medallas de la Virgen y de Nuestro Señor, que quienes llegaban allí iban llevando.

Una herencia no fácil: capellán de las cárceles Distrital y Modelo El P. Jaime Santander, SJ era el capellán de estas dos cárceles, y en el año 1967 fue destinado a un trabajo social muy complejo en Barranquilla y sus alrededores. Le pidió a Leonardo si lo podía reemplazar, pero sin saber si podría volver. Leonardo aceptó con gusto. Jaime Santander murió en Barranquilla el 15 de marzo de 1975, y Leonardo siguió su trabajo como capellán cercano a los presos desde 1967 hasta 2019. Llama la atención esta dedicación continuada a este trabajo en las cárceles que, en general es difícil: fuera de oír y acompañar con afecto a los presos, no tiene muchos resultados tangibles. Leonardo fue fiel durante 52 años a este apostolado, y siempre lo consideró como una de sus prioridades apostólicas.

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P. ÁLVARO JIMÉNEZ CADENA, SJ 1926 - 2020

Fue llamado por el Señor el 29 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació el 29 de octubre de 1926 en Bogotá, en el hogar de don Celso Jiménez y doña Anita Cadena. Tuvo seis hermanos, dos de ellos también jesuitas: Gustavo y Alberto. • Fallecido en Bogotá a los 94 años de edad • Había cumplido 78 años de Compañía • Tenía 60 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó al Noviciado de Santa Rosa el 26 de noviembre de 1941 y emitió los votos del bienio el 8 de diciembre de 1943; en esa casa hizo también el Juniorado (1944-1946). Cursó la Filosofía en Chapinero (1947-1950) e hizo la Etapa Apostólica en el Colegio San Ignacio (1951-1953). Estudió la Teología en Chapinero (1954-1957) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1956. Hizo la Tercera Probación en La Ceja (1959) y profesó los últimos votos el 15 de agosto de 1960.

SU VIDA Especializado psicólogo vinculado a la Facultad de Psicología de la Javeriana, de la cual fue fundador, decano y consejero. Autor de numerosas publicaciones de ayuda espiritual y psicológica.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Álvaro fue un académico consagrado. Obtuvo doctorados en Teología (Universidad Gregoriana, 1963) y en Psicología (Chicago University, 1974). Casi la totalidad de su vida apostólica la dedicó a la Javeriana: fue profesor de Ciencias Religiosas y Psicología (1963-1972), Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y Psicología (1965-1972), Director de Asesoría Psicológica (1975-1981), Vicerrector del Medio (1976-1977), Vicerrector de la seccional Cali (1983-1988), colaborador en la Facultad de Teología y en Educación Continuada (1992-1995). También dirigió la Sección de Espiritualidad del CELAM (1981-1982), participó como investigador y profesor de ITEPAL (CELAM 1989-1991), director del Programa “Formador de Formadores” (1994-2000) y director de la Casa de Ejercicios Cristo Rey (1994-2008). En su avanzada edad resultó afectado por el Covid-19 en la Enfermería San Alonso Rodríguez. Enero 2021

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) En busca de la felicidad. Itinerario psicológico y espiritual. Claves para superar los conflictos familiares. Quiero y puedo acrecentar mi autoestima. Personalidad atractiva y madurez. Madurez humana y castidad religiosa. El perdón sana y reconcilia.

Semblanza

Por Germán Neira, SJ

C

elso Jiménez (Paipa, Boyacá) y Anita Cadena (Bucaramanga) formaron su familia en la que nacieron siete hijos. De ellos, el cuarto – Álvaro –, el quinto – Gustavo –, y el sexto – Alberto, entraron muy jóvenes a la Compañía de Jesús, y han perseverado en ella. Esta semblanza se refiere al P. Álvaro Jiménez, quien falleció de Covid-19 en la enfermería de San Alonso Rodríguez, el 29 de noviembre de 2020. Nota: Los títulos de esta semblanza están tomados (en parte) de algunos de los títulos de los libros de sicología publicados por el P. Álvaro Jiménez.

“Caminos de superación”: importancia del trabajo institucional El P. Álvaro Jiménez fue un académico consagrado que obtuvo dos Doctorados: el primero en la Universidad Gregoriana (Roma) en Teología en el año 1963; el segundo en Chicago University en el año 1974 en Psicología. Su trabajo y publicaciones se desarrollaron principalmente en Psicología (motivacional), teniendo también en cuenta algunos aspectos de teología. Casi toda su vida estuvo vinculado a la Universidad Javeriana en la que ocupó diversos cargos institucionales: Profesor de Ciencias Religiosas y Psicología (1963-1972); Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y Psicología (1965-1972); Director de Asesoría Psicológica (1975-1981); Vicerrector del Medio Universitario (1976-1977); Vicerrector de la Seccional Cali de la Javeriana (1983-1988); Colaborador en la Facultad de Teología y en Educación Continuada (1992-1995); Dirección de la Sección de Espiritualidad del CELAM; Investigador y profesor del ITEPAL, CELAM (1989-1991); Director del Programa ‘Formador de Formadores’ (1994-2000); Director de la Casa de Ejercicios de Cristo Rey (1994-2000). Los últimos años tuvo un problema muy serio en sus ojos (afectación de la mácula) que le impedía ver bien; sin embargo, utilizó todos los medios técnicos de computador para poder agrandar las letras y poder seguir leyendo y corrigiendo los textos que publicaba.

“Quiero y puedo acrecentar…” mis publicaciones Álvaro Jiménez fue un gran publicista de libros muy interesantes de divulgación de psicología motivacional. Si uno entra su nombre y apellidos por Google, enseguida aparecen sus publicaciones en diversas editoriales; Ciertamente la editorial principal es la de Ediciones Paulinas. Por otra parte, el porcentaje que recibía Álvaro por sus publicaciones lo volvía a invertir en sus nuevas publicaciones, lo cual le permitía estar siempre al día, tanto en los temas como en los libros publicados. 40

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Hay un título que se repite con distintos matices: “Quiero y puedo”: acrecentar mi autoestima, mi inteligencia emocional; controlar mis miedos, dominar mi mal genio, vivir contento. Otros títulos: Caminos de superación; Claves para superar conflictos familiares; En busca de la felicidad; 30 celebraciones de la Palabra; Aportes de la sicología a la vida religiosa; la oración del enfermo; Padres e hijos felices…

Hay una forma de ‘gozar de la vida’ que Álvaro mantuvo “En busca de la felicidad…” Hay una forma de ‘gozar de la vida’ que Álvaro mantuvo, tanto cuando estuvo en la Javeriana de Bogotá, como en la Javeriana de Cali. Los Jiménez han sido bastante viajeros y aventureros… Álvaro logró hacerse a una buena motocicleta de turismo, fácil de manejar. Personalmente yo tenía una moto Vespa que andaba bien y lo acompañé en algunos de sus viajes de recreo en moto. Uno de los viajes tuvo como centro la casa-finca de Mario Jiménez (el menor de la familia), en Paipa (Boyacá), llamada Talauta. En unas vacaciones en las cuales Mario nos prestó la casa, hicimos con Álvaro una serie de excursiones interesantes por los caminos y poblaciones aledañas a Paipa. En el Valle del Cauca, Álvaro en varias ocasiones viajaba de Cali a Buga, para hacer algunos paseos teniendo como paisaje amplio el plan y las montañas del Valle. Le gustaban tanto estos viajes, que había que recomendarle que no fueran tan largos… Podemos decir sin temor a equivocarnos, que estos viajes de recreo eran pequeños momentos de ‘búsqueda de felicidad’ de nuestro amigo y compañero, Álvaro Jiménez. En los últimos años, por varios límites de salud, terminó vendiendo a un trabajador de nuestra Casa de San Claver la moto en la que había viajado tanto, y ya no podía usar… Algo que le dio mucho consuelo a Álvaro durante su estancia en la enfermería de San Alonso, fueron las visitas frecuentes de su sobrina Catalina Jiménez (hija de Mario). quien lo acompañaba con frecuencia y lo llevaba a veces a pasear y quedarse en Paipa.

Publicaciones (algunos títulos): Quiero y puedo controlar mis miedos. Ediciones Paulinas, Bogotá, 2006. Quiero y puedo dominar el mal genio. Ediciones Paulinas, Bogotá, 2005. Viva feliz la segunda mitad de su vida. El arte de envejecer feliz. Quiero y puedo vivir contento. Ediciones Paulinas, Bogotá, 2005. Triunfar como persona II. El arte de comunicarse. CEJA, Bogotá, 1995. Motivaciones para vivir feliz en familia. Indoamerican Press Service, Bogotá, 2004. Novenario de difuntos. Ediciones Paulinas, Bogotá, 1996.

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P. LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ TÉLLEZ, SJ 1936 - 2020

Fue llamado por el Señor el 30 de noviembre de 2020.

DATOS PERSONALES Hijo de don Juan Horacio Ramírez y doña Esther Téllez, nació el 8 de febrero de 1936 en Bogotá; tuvo nueve hermanos. Realizó sus estudios de secundaria en la Escuela Apostólica El Mortiño. • Fallecido en Bogotá a los 84 años de edad • Había cumplido 68 años de Compañía • Tenía 44 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó al Noviciado de Santa Rosa el 31 de diciembre de 1951 y emitió los primeros votos el 13 de noviembre de 1953; en esa misma casa hizo el Juniorado (1953-1956). Pasó a la Javeriana a estudiar Filosofía (1957-1960) y realizó la Etapa Apostólica en El Mortiño (1961-1962). Volvió a Bogotá para cursar la Teología (1963-1966) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1966. La Tercera Probación la hizo en Murcia – España – (1967) y profesó los últimos votos el 2 de febrero de 1976.

SU VIDA Psicólogo, impulsor de las escuelas de padres de familia en nuestros colegios. Guía y consejero familiar. Presencia por largos años en la Javeriana en atención de personal.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Guillermo empezó su servicio apostólico como colaborador en revistas y en la Editorial Pax (1966-1967). Después, entre 1969 y 1972, fue prefecto y director de estudios del Colegio San Luis Gonzaga de Manizales. En 1973 comenzó, en Cali, su trabajo de promotor de la Escuela de Padres, labor a la que dedicó buena parte de su vida (1973-2000). Continuando con este apostolado, pasó a la Javeriana en Bogotá como director del Programa de Asesoría Familiar, en un cuidadoso servicio a personas de diversas condiciones, desde el 2001. Su testimonio sacerdotal estuvo lleno de la mano misericordiosa de Dios para todos aquellos a quienes dedicó su trabajo apostólico. Su entrega y disponibilidad fueron plenas en cada misión que le confió la Compañía. Durante sus últimos años, problemas respiratorios debilitaron su salud, hasta que fue afectado por un brote de Covid-19 a finales de 2020. 42

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Colección de folletos para la Escuela de Padres de Familia.

Semblanza

Por Germán Neira, SJ

La experiencia de haber pertenecido a una familia grande

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os padres de la familia Hernández-Téllez fueron don Horacio Hernández y doña Esther Téllez, quienes tuvieron diez hijos, cuatro hombres y seis mujeres: Mario Enrique, María Inés, Ana Isabel, Leonor, Esther, Juan Horacio (+), Roberto, Alicia, María Cristina y Guillermo (cuya ubicación exacta entre sus hermanos no sabemos). Se trataba de una familia de pura tradición bogotana. Su nombre era Luis Guillermo, pero nunca utilizó en su vida ordinaria el nombre de ‘Luis’; posiblemente desde que estuvo en la Escuela Apostólica de El Mortiño (1948-1951) le pusieron el sobrenombre de “el Negro Hernández”.

Viajero incansable, con medios muy técnicos de comunicación Guillermo (desde 1973 hasta 2000) fue un viajero incansable que recorrió casi todo el País, dando sus conferencias sobre familia, con las mejores técnicas audiovisuales de la época. Para su trabajo (que empezó en el Colegio de San Bartolomé, La Merced) los superiores le concedieron el permiso de tener una camioneta en la que le cabían todos los instrumentos audiovisuales, de modo que iban juntos, el conferencista (audio) y los aparatos correspondientes (para los ‘videos’). Programaba muy bien sus visitas, que eran ordinariamente en colegios de las diversas poblaciones; sus conferencias sobre familia iban dirigidas preferentemente a directivos y profesores de colegios oficiales y privados. Tenía tanto éxito, que muchas veces lo volvían a llamar para que les diera conferencias sobre otros temas. Así nació lo que Guillermo denominó Escuela de Padres. El cambio de ‘registro’ geográfico en el apostolado de Guillermo tiene un contexto histórico que hay que tener en cuenta. El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) promovió un proceso de paz con las FARC en que llegó a dialogar con Manuel Marulanda (Tirofijo) jefe de las FARC y con algunos de sus subalternos; no se lograron clarificar bien los procedimientos y las FARC aprovecharon este ‘tiempo tranquilo’ para acrecentar sus dominios en muchas regiones; los grandes ganaderos, viendo la ineficiencia del Gobierno en relación con las FARC, resolvieron crear algunos ejércitos particulares para defenderse de la guerrilla, que luego se fueron independizando y se convirtieron en ‘paramilitares’ independientes que empezaron a controlar y a luchar contra la guerrilla por territorios que eran de su interés.

Enero 2021

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Guillermo se dio cuenta de que dada la situación que se estaba presentando en todo el País, prácticamente su trabajo itinerante se convertía fácilmente en peligro de muerte. El apostolado itinerante de Guillermo duró veintisiete años, hasta que, en el año 2000 -mitad del gobierno de Pastrana- iba por una de las largas y estrechas carreteras que recorren la Costa Norte de Colombia, hacia Barranquilla. Iba por la carretera principal que pasa entre los Departamentos de Córdoba y Sucre: Corozal, Sincelejo, Sahagún, Planeta Rica…, cuando tuvo que sufrir dos ‘retenes’ distintos, uno de las FARC, y otro -más arriba- de los paramilitares. En los dos hubo requisa total de la camioneta, interrogatorio acerca de su trabajo, del sitio a donde iba, para quién trabajaba, etc., con sospechas de que era espía del grupo contrario. Y lo amenazaban de muerte si llegaba a decir algo al bando contrario sobre su ubicación. Guillermo se dio cuenta de que dada la situación que se estaba presentando en todo el País, prácticamente su trabajo itinerante se convertía fácilmente en peligro de muerte. Por esta razón cambió de ubicación y pasó a trabajar en la Universidad Javeriana como Director del Programa de Asesoría Familiar, en el que estuvo hasta el año 2017 cuando se enfermó. Tenía una oficina pequeña, pero bien organizada con todos sus materiales e instrumentos audiovisuales, al lado de la capilla de Santa María del Camino; dictaba sus conferencias sobre familia en las diversas Facultades de la Javeriana (especialmente a profesores y administrativos).

Amplitud temática de sus cursos y conferencias La temática de los cursos y conferencias sobre familia fue muy amplia: sexualidad, el proceso de la adolescencia, las neurosis de nuestro tiempo (tensión, agresividad, mal genio, sentimiento de soledad); búsqueda de identidad, sentido de la vida. Sobre relaciones humanas para la familia: el amor conyugal, la importancia de las relaciones interpersonales. También sobre la Historia dinámica de la pareja humana: las etapas del amor y desamor, unión y separación; consejería y relajación como oportunidad de expresar problemas de orden personal y recibir reflejo del grupo; manejo de la soledad, angustia, resentimientos, afecto, amor y sexo; conflictos con los hijos; dinámica mental, elementos sicológicos útiles para la vida práctica. Problemas del inconsciente: manejo de sensaciones, sentimientos y afectos. También ofreció un estudio ameno de la Biblia: ¿cómo se plasmó la historia de Israel?; la época de los grandes profetas.

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P. FORTUNATO HERRERA MOLINA, SJ 1934 - 2020

Fue llamado por el Señor el 1 de diciembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en El Agrado (Huila), el 27 de junio de 1934, en el hogar de don Fortunato Herrera y doña Teresa Molina. Tuvo nueve hermanos, de los cuales un jesuita: Luis Carlos. • Fallecido en Bogotá a los 86 años de edad • Había cumplido 70 años de Compañía • Tenía 41 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en Santa Rosa de Viterbo el 3 de noviembre de 1950 e hizo los votos del bienio el 13 de noviembre de 1952; allí hizo también el Juniorado (1953-1955). Realizó la Etapa Apostólica en Tunja y Zipaquirá (1960-1961) y estudió la Teología en la Javeriana (1962-1965); fue ordenado el 3 de diciembre de 1964. Hizo la Tercera Probación en Estados Unidos (1967), y profesó los últimos votos el 2 de febrero de 1979.

SU VIDA Apasionado por la Historia, fue custodio de los más valiosos archivos de nuestra Provincia, en particular el del Colegio Mayor de San Bartolomé. Con su guitarra entonó guabinas y bundes de su tierra huilense.

RECORRIDO APOSTÓLICO La vida apostólica del P. Fortunato se desarrolló principalmente en los colegios. Se especializó en psicología educativa en Estados Unidos (1969). Fue Espiritual de alumnos de San Bartolomé La Merced (1966) y del Colegio San Juan Berchmans (1974-1975), así como director de estudios del Colegio San José (1977) y del Mayor de San Bartolomé (1979-1987). Fue encargado del patrimonio histórico de la Provincia entre 1987 y 1999 y responsable del Archivo Histórico del Mayor (1990-1994) cuya recuperación de importantes fuentes históricas se debió a su gestión. Desde 2009 se desempeño como encargado del Archivo de Provincia, hasta que por su estado de salud pasó a formar parte de la Residencia San Alonso Rodríguez. A su trabajo como historiador debemos varias investigaciones sobre la historia de los colegios. Sufrió contagio por Covid-19 a finales de 2020. Enero 2021

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Hitos de la historia de la Compañía de Jesús en Colombia. 400 años (1604-2004). Jorge Villamil Cordovez, música y poesía. El Colegio de San Juan Berchmans. Instituto de Ciencias Sociales. 1961-2001. ¿Quieres aprender a estudiar?

Semblanza

Por Jorge Enrique Salcedo Martínez, SJ

Un hombre apasionado por Jesucristo, la historia, la música y por su pueblo el Agrado

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l Padre Fortunato Herrera Molina, SJ nació en el Agrado (Huila), el 27 de junio de 1934; sus padres fueron Fortunato Herrera y Teresa Molina. “Fortu”, como cariñosamente lo llamábamos, tuvo 9 hermanos, de los cuales Luis Carlos fue también jesuita.

“Fortu”, ingresó a la Compañía de Jesús al Noviciado de Santa Rosa de Viterbo el 3 de noviembre de 1950 e hizo los votos del bienio el 13 de noviembre de 1952. En este bello pueblo boyacense realizó su Juniorado entre 1953 y 1955. Después hizo su Etapa Apostólica en Tunja y Zipaquirá entre 1960 y 1961. Sus años de Teología los estudió en Bogotá en la Pontificia Universidad Javeriana entre 1962 y 1965 y fue ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1964. Para culminar esta larga formación jesuita hizo la Tercera Probación en el año de 1967 en los Estados Unidos, en donde se especializó en psicología educativa en 1969. Más adelante, fue incorporado a la Compañía de Jesús, mediante su profesión solemne de 4 votos el 2 de febrero de 1979. Con una vida apostólica muy variopinta en los colegios: fue director espiritual de los estudiantes en San Bartolomé Mayor en 1966 y en San Juan Berchmans entre 1974 y 1975, más adelante, director de estudios del San José en 1977 y del Mayor de San Bartolomé entre 1979 y 1987. En esta misma institución estuvo encargado del Archivo Histórico del Colegio de San Bartolomé y colaboró en el patrimonio histórico de la Provincia entre 1988 y 1994. A Fortunato le debemos la organización minuciosa y ordenada del Archivo Histórico del Colegio Mayor de San Bartolomé. Allí se dedicó a la catalogación y descripción de las distintas cajas de documentos, que diseñó para preservar los documentos de la humedad y los hongos. De este arduo esfuerzo son los inventarios de los documentos desde el periodo de la Monarquía Española hasta la época de la República. Hoy la labor de digitalización es mucho más expedita, gracias a la organización y trabajo incansable de “Fortu” por la preservación de los archivos. En el año de 1995 fue enviado a la comunidad del Colegio San José de Barranquilla, en donde fue director del Instituto San José, un colegio para estudiantes pobres de dicha ciudad. Allí combinó este trabajo con la recopilación de documentos para preservar el patrimonio histórico de la Provincia 46

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hasta el año de 1998. En 1999 fue enviado a la comunidad de la Universidad Javeriana en donde se desempeñó como colaborador del Archivo Histórico de la Provincia y presidente de la Comisión de los centenarios de la Provincia, este oficio lo desempeñó hasta el año de 2008. Cabe resaltar que en el primer semestre del año 2002 estuvo investigando en los archivos históricos de la Compañía de Jesús en Roma y en España. Con la revisión de todos estos acervos documentales escribió las historias de varios colegios de la Provincia, una de ellas – la del Colegio San Juan Berchmans – fue publicada por Acodesi en el año de 2003. Además, escribió varios artículos en los que sintetizó la historia de los colegios jesuitas en Colombia (véase al final).

[...] escribió las historias de varios colegios de la Provincia [...] En el 2009 fue destinado por sus superiores a vivir en la comunidad San Pedro Canisio, en donde fue el colaborador del padre Socio en el Archivo de la Provincia hasta el año del 2012. Entre los años 2013 y 2015 se dedicó a escribir la historia de las obras y las comunidades de la Provincia como es el caso del Instituto de Ciencias de Cali. Esta labor la combinó con su trabajo de confesor en el Templo de Nuestra Señora de la Soledad. En el año 2016 fue destinado a la enfermería San Alonso Rodríguez, SJ en donde se dedicó a orar por la Iglesia y por la Compañía de Jesús hasta su encuentro con el Padre Eterno el 1 de diciembre de 2020. Tenía 86 años de edad, 70 años de Compañía y 41 años de últimos votos.

y coplas como queda registrado en el año de 1988, cuando compuso un pasillo denominado “El retorno a mi pueblo” al que le puso también la música. En estas letras y tonadas se puede apreciar la sensibilidad por la música y por su pueblo natal, en donde evoca sus recuerdos y experiencias profundas de la infancia. Al retornar al pueblo de mi “Agrado” Quisiera revivir recuerdos de mi infancia… Y al contemplar de lejos… la torre de su Iglesia, Aroma el mismo suelo y el azul del cielo Se torna más azul. (Bis) Quisiera remontarme, volando en ilusiones, A coronar la cima del pequeño cerro: “El cerro Caracol”. Allí creció mi alma con tanta lozanía Que entonces no cabía en la pequeña “instancia” De un niño juguetón… Al retornar al pueblo de mi “Agrado” Quisiera retozar…: “El charco de la Estrella!” Decían que una doncella, surgida de sus ondas, Mimetizó las frondas y en esquiva ronda, Hechizó a un pescador…(Bis) Quisiera repicaran sonidos de campanas Que con su serenata, arriba de la “Galda”, Despertaban al sol… Aguas del “Chimbayaco” purificaron mi alma Cuando en el bautisterio, vestido de blanco, Recibí yo la unción. Aquí, bajo tu suelo, reposan “MIS PASADOS” … Aquí quiero quedarme … Tu seño besarte… ¡Aquí está “MI MANSION”! (BIS)

Para “Fortu”, fueron muy importantes sus raíces huilenses, por ello escribió varios artículos Enero 2021

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) El Colegio Berchmans. En los 70 años de su fundación, 1933-2003. (Bogotá: Imágenes Gráficas, S.A., 2003). Los Colegios de la Compañía de Jesús en Colombia. En Acodesi, 400 años Jesuitas en Colombia. (Bogotá: Editorial Kimpres, Ltda, 2003) 63-73. Hitos en la historia de la Compañía de Jesús en Colombia. 400 años (1604-2004). (Bogotá: Javegraf, 2011). Instituto de Ciencias Sociales. (Universidad Obrera) Cali. 40 años: 1961-2001 (Santiago de Cali: impresión digital Litocencoa, 2002). Jorge Villamil Cordovez, música y poesía. (S.l.: Editora Surcolombiana S.A., 2008).

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P. ALFONSO DE JESÚS LLANO ESCOBAR, SJ 1925 - 2020

Fue llamado por el Señor el 2 de diciembre de 2020.

DATOS PERSONALES El P. Alfonso nació en Medellín el 21 de agosto de 1925. Fuer on sus padres don Alejandro Llano y doña María Escobar; tuvo cinco hermanos. Sus estudios de secundaria los realizó en el Colegio San Ignacio de Medellín. • Fallecido en Bogotá a los 95 años de edad • Había cumplido 79 años de Compañía • Tenía 60 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó en el Noviciado de Santa Rosa el 17 de abril de 1941 e hizo los primeros votos el 25 de abril de 1943; allí mismo hizo el Juniorado (1943-1946). En Bogotá estudió la Filosofía (1947-1950) y luego en Santa Rosa hizo la Etapa Apostólica (1951-1952). Cursó la Teología en Bogotá (1954-1957) y fue ordenado en esta ciudad el 3 de diciembre de 1956. En 1959 hizo la Tercera Probación en La Ceja; el 15 de agosto de 1960 profesó los últimos votos.

SU VIDA Profesor de ética y teología moral, animador espiritual y guía pastoral en la Facultad de Medicina de la Javeriana; pionero de los estudios de bioética; amplio influjo apostólico a través de sus columnas periodísticas.

RECORRIDO APOSTÓLICO Luego de su paso por la formación de los nuestros en el Noviciado (1958-1960) y el Colegio Máximo (1963-1967), la vida apostólica del P. Alfonso se concentró en el campo de la enseñanza de la ética y la teología moral (1970-1977). Su presencia en las ciencias de la salud en la Javeriana fue significativa: Decano del Medio en Ciencias de la Salud (1977), Decano del Medio en Medicina (1979-1986), director y fundador del Instituto de Bioética – CENALBE – desde el año 2000, el cual fue un gran aporte para el país. Fue, además, presidente de la Federación Latinoamericana de Bioética (1993), profesor de ética médica en la Universidad Militar Nueva Granada y colaborador en otras instituciones de bioética (1994-2008). También sirvió como capellán del Palacio de Nariño. Como columnista del Enero 2021

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diario El Tiempo ayudó a muchas personas a madurar en la vivencia de su fe. Falleció por el peso de su avanzada edad.

PUBLICACIONES (Algunos títulos) 100 razones para hacer un alto en el camino. Un alto en el camino. Objeción de conciencia institucional. Bioética y moral católica. ¿Qué es bioética? La bioética en la educación. Valoración ética de personas homosexuales.

Semblanza

Por Manuel Alberto González

El Alfonso que yo conocí

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scribo estas líneas cuando ha pasado poco más de un mes de la partida de Alfonso Llano y creo que, de una u otra forma, por medio de las palabras le regresaré a la vida. Cuando le conocí ya era el reputado sacerdote jesuita que muchos admiraban y respetaban: decenas habían sido sus alumnos, centenas sus lectores y otros tantos sus amigos. En ese tiempo, yo era un bachiller ingenuo que soñaba con una carrera de humanidades, ignorante en ese momento de que ese camino me llevaría a los confines de la Bioética. Alfonso siempre fue franco en su amistad y cariño para conmigo. Siempre estuvo interesado en mis progresos académicos y con regularidad confrontábamos opiniones sobre los deberes y evaluaciones académicas que debía afrontar. En este periodo de tiempo supe que, aparte de sus gustos por la Teología y la Bioética, existía en él otro interés equivalente a los saberes citados: la Literatura. La afición por las grandes narraciones y los intensos relatos nos unió aún más, pues, aunque yo estudiaba Filosofía, me apasiona totalmente la literatura. Esta pasión se vio prontamente igualada por otra que también compartíamos de forma intensa: el Cine. Muchas y diversas cintas vimos juntos. Al final de ellas y al calor de un café o un chocolate con su respectivo postre, intercambiábamos opiniones sobre la película vista y planeábamos, antes de regresar a nuestros respectivos domicilios, cuál sería la siguiente que apreciaríamos. Todo esto que estoy contando es de conocimiento de nuestro circulo, mas poco aporta a un panegírico de Alfonso. Entonces, he de referirme al tiempo de las polémicas públicas por sus artículos y opiniones. Yo lo viví con él y sé con certeza que fue una época difícil y triste; incluso, por momentos, llegó a eclipsarle su franca y tradicional sonrisa. En medio de tan aciagos periodos, algo sí era claro: compartieras o no sus planteamientos, éstos no te dejaban indiferente. Al capotear esas turbulencias, siempre admiré de él la valentía al defender sus ideas; su pensamiento formado de manera excelsa le respaldaba en sus convicciones. Nunca rehuyó y siempre dio la cara a las polémicas que se generaban. 50

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Encontró un remanso de paz en la Bioética: grato saber que le importó, la cuidó y la vio florecer en el país. Sus nociones de calidad de vida y de dignidad humana, por las que también será recordado, hicieron de él un embajador más de Colombia ante el mundo. Bajo su tutela yo también llegué a la Bioética, que fue un complemento para mi formación humanística; allí Alfonso, quien había sido mi amigo, pasó también a convertirse en mi maestro. Ahora teníamos un nuevo tema en común. Recuerdo muy bien, en un viaje a España, cómo tocábamos temáticas en común, junto a muchos otros, en las salas del Museo del Prado. Contemplando a los grandes maestros allí expuestos, los temas y las polémicas teológicas, la literatura y la historia confluían de forma natural.

Encontró un remanso de paz en la Bioética: grato saber que le importó, la cuidó y la vio florecer en el país. Ahora bien, si hubo momentos difíciles para él, yo también los tuve y Alfonso estuvo allí conmigo como amigo y como sacerdote. Por citar un ejemplo, cuando me apoyó irrestrictamente al perder a mi madre ofició sus exequias y me dirigió consoladoras palabras en tan inmenso dolor; incluso, me acompañó en silencio en varias oportunidades, pues ante tal pérdida las palabras sobraban. Pasaron los años junto con otras diversas dificultades. Tiempos difíciles llegaron para ambos, pero él se mantuvo firme y siempre me tendió la mano. Me queda la tranquilidad de que, de una u otra forma, yo pude retribuirle algo de lo que él hizo por mí a lo largo de nuestra amistad. Aunque nunca podré pagarle ni agradecerle lo suficiente por creer en mí, puedo decir con la frente en alto que yo, en sus tiempos finales, literalmente le di la mano, e incluso el brazo, para apoyarse y ponerse en pie, o simplemente para acercarle un libro, sus audífonos, su bastón o un poco de comida. Permanecí con él en silencio, como otrora lo hizo conmigo. Lo veía leer, orar, decir misa o sencillamente descansar. Allí vi al hombre en su más clara naturaleza: no la de amigo, no la de sacerdote, sino la de un ser humano que culmina su ciclo vital para fundirse con su origen, con su Creador. Creo que Alfonso se fue en su ley, convencido del Camino elegido. Un poco incomprendido por el mundo, pero con la seguridad de que, en esos silencios compartidos, yo fui su agradecido amigo. De una u otra forma, junto al recuerdo de sus amigos, y de quienes lo quisimos de verdad, sus enseñanzas públicas, privadas y académicas le sobrevivirán. Algunos verán en tales lecciones una forma distinta y quizás más asequible para su propia fe. Otros lo recordaran por sus aportes a la historia de la Bioética y unos cuantos más, yo incluido, recordaremos que, tras su sonrisa franca y actitud paternal y piadosa, había una certeza inquebrantable en su sacerdocio y en todo lo que ello implicó para su vida.

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Semblanza

Por Yamid Amórtegui

Hasta pronto padre Llano

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l primer contacto con el padre Alfonso Llano lo tuve en el 2011, a través de un correo electrónico, cuando era estudiante universitario y estaba a pocos meses de graduarme. Con la amabilidad que lo caracterizó, el padre me recibió en su oficina de CENALBE y se fue creando una bella amistad en torno a la espiritualidad ignaciana. A partir del acompañamiento espiritual fui invitado a participar de los cursos sobre cristianismo que él dictó por varios años en las instalaciones del CIRE. Las clases tenían como centro a la persona de Jesús. Creo que el reto que él se propuso durante el tiempo que nos acompañó fue demostrar que Jesucristo es alguien cercano, que está al lado de todos, especialmente de los más vulnerables. Para quienes hicimos parte de sus clases, estas fueron un espacio para dejar las cargas de la semana, para reír, compartir y profundizar en una fe adulta y crítica, que diera cuenta de la época en la que nos encontramos. El padre Llano se destacó por ser un hombre de avanzada. En su biblioteca personal tenía una colección de teología muy actual, la cual compartió con sus estudiantes en los cursos de cada semestre. Fue un sacerdote apasionado por la docencia. Algunos meses antes de su muerte, organizó las últimas charlas para sus amigos cercarnos. La última, que nos dictó el 18 de febrero de 2020, fue sobre la voluntad de Dios. Con un lenguaje sencillo, alejado de los tecnicismos teológicos y litúrgicos, nos explicó que la actitud principal de la vida es la fe, ya que esta nos acerca a Dios; también nos motivó a entender que la existencia de cada uno debe estar en función de Jesucristo. Este fue el último día que lo pudimos ver en persona. Luego, iniciaron la cuarentena y las restricciones a la movilidad y, a pesar de todo, nos mantuvimos en contacto por medios virtuales.

[...] también nos motivó a entender que la existencia de cada uno debe estar en función de Jesucristo. Dos ideas del padre Llano me marcaron profundamente. La primera tiene que ver con la importancia de la conciencia, aquella voz interior que nos da las pautas para actuar frente a cualquier situación. Como lo afirma en su texto Primacía de la conciencia: “La conciencia de la persona adulta tiene la primacía sobre las demás instancias en los juicios de conciencia que se refieren a las acciones por realizar”. En sus cursos y en los encuentros personales que tuvimos, siempre recalcó la importancia de tomar las decisiones con libertad, haciendo discernimiento, consultando a personas que supieran de los temas, pero al final, sabiendo que toda decisión debe corresponder a nuestras creencias. En medio de un mundo lleno de ruido y palabras vacías, nos enseñó que no debemos dejarnos llevar por lo que creen los demás, siempre debemos respetar lo que la conciencia nos dice y estar tranquilos ante las decisiones que tomemos. La otra idea tiene que ver con la forma de afrontar los inconvenientes de la vida. Constantemente nos recomendó hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para superar 52

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los problemas de salud y solucionar cualquier dificultad, sabiendo que al final los resultados se dejan completamente en manos de Dios.

[...] se debe llegar hasta la última instancia, sabiendo que hay un tiempo para callar, para aceptar la voluntad de Dios [...] Recuerdo cuando hablamos sobre la suspensión definitiva de su columna dominical “Un alto en el camino”, que fue una de las cosas que más satisfacción le trajo a lo largo de la vida, pero que también le acarreó algunas dificultades debido a sus posturas teológicas. Frente a este acontecimiento el padre Alfonso me enseñó que se debe llegar hasta la última instancia, sabiendo que hay un tiempo para callar, para aceptar la voluntad de Dios, estar en paz y seguir adelante, aunque las cosas no salgan como nosotros deseamos. Ante esta prueba tan dura de la vida, el padre siguió las palabras de san Ignacio cuando en los ejercicios espirituales le dice al Señor: “Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta”. Habría tanto por recordar del padre Alfonso: su sonrisa, la palabra amable para todos, su amor por la Compañía de Jesús y la iglesia católica, su cercanía y apoyo a los pobres, su vitalidad. Sin importar el día de la semana, siempre estuvo disponible para apoyar a los enfermos y dar la bendición a quienes la necesitaban. Fue un hombre cálido que trataba a las personas como si fueran amigos de toda la vida. Siempre nos aconsejó que estuviéramos felices y disfrutáramos de la vida. En alguna de sus charlas hablamos sobre la muerte y todos decíamos que era un paso muy difícil y triste. Ante esto, él reconoció que, por supuesto, cualquier muerte significa un vacío grande para los que se quedan; no obstante, recuerdo su cara de felicidad cuando nos explicaba que morir es “pasar a Dios”, estar en su presencia y saber que un día todos nos encontraremos en algún lugar al que muchos llaman Cielo. Al escribir este texto, me viene a la memoria cuando nos contó que él ya estaba preparado y sentía felicidad por acercarse a este último momento. Solo queda por decir hasta pronto y gracias. En todos aquellos que lo conocimos dejó una huella imborrable. Sus palabras, su amor por la vida, su recomendación de ayudar a los más pobres y su fuerza para asumir las adversidades nos mostraron a un Dios que acoge y acepta a todos. Con la fe crítica que él me enseñó, tengo la esperanza de que un día yo también “pasaré a Dios” y podremos seguir compartiendo la existencia. Mientras tanto, en mi oración diaria repetiré las palabras con las cuales cerró cada una de sus clases: “Acompáñanos Señor que ya atardece, sé nuestro compañero en el camino de la vida. Parte para nosotros el pan y danos tu santa bendición”.

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P. RODOLFO EDUARDO DE ROUX GUERRERO, SJ 1925 - 2020

Fue llamado por el Señor el 3 de diciembre de 2020.

DATOS PERSONALES Nació en Cali el 21 de julio de 1925, en el hogar de don Gustavo de Roux y doña Eufrosina Guerrero. Tuvo tres hermanos: Gustavo, Miguel y María Teresa. Fue exalumno del Colegio San Juan Berchmans. • Fallecido en Bogotá a los 95 años de edad • Había cumplido 75 años de Compañía • Tenía 58 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó el 5 de enero de 1945 en Santa Rosa de Viterbo y emitió los primeros votos el 6 de enero de 1947; allí mismo hizo el Juniorado (1947-1948). Entre 1949 y 1951 realizó el Filosofado en Bogotá y volvió a Santa Rosa para la Etapa Apostólica (1952). Cursó la Teología en la Javeriana (1953-1956) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1955. Hizo la Tercera Probación en Salamanca (1957) y profesó los últimos votos el 2 de febrero de 1962.

SU VIDA Profundizó y enseñó Sagrada Eucaristía; impulsó la investigación sobre Lonergan; fue fecundo escritor teológico, poeta y novelista. De honda identidad jesuítica y gran acompañante espiritual.

RECORRIDO APOSTÓLICO El P. Rodolfo se destacó, a lo largo de su misión apostólica, como profesor universitario. Se inició como profesor de ética y espiritual del Colegio San Ignacio (1957). Recibió su doctorado en Teología en la Gregoriana en 1960. Desde entonces, pasó a ser profesor de Teología Dogmática y Sagrada Eucaristía en Chapinero y la Javeriana. En esta Universidad sirvió, además, como Decano de Filosofía y Letras (1969-1970), Decano de Teología (1984-1986). Colaboró también en la Revista Theologica Xaveriana. Fue cofundador del grupo de investigación Cosmópolis sobre el pensamiento de Lonergan. Solicitado acompañante espiritual, poeta de profunda sensibilidad humana y teológica, así como prolífico escritor. De trato sumamente delicado, fue un hombre que vivió a cabalidad nuestro modo de proceder. Ya de avanzada edad en la casa San Alonso Rodríguez, resultó afectado por la pandemia del Covid-19. 54

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Compartir el pan. Antología poética. Sacerdocio en el servicio de la cultura. ¿Qué celebramos los católicos? El método como problema. Eucaristía y espiritualidad ignaciana. El dolor de la tierra. (Novela).

Semblanza

Por Germán Neira, SJ

Amor misericordioso que orienta

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lgo que siempre estuvo presente en Rodolfo, en su vida de comunidad como jesuita y en su trabajo pastoral fue un estilo propio y personal de ‘amor misericordioso’, caracterizado por una gran delicadeza y cuidado por los que acudían a él. No había persona que acudiera a él (especialmente pobres o con problemas) que no fuera recibido con afecto y cuidado. La sabiduría que tenía como don de consejo, se fundamentaba en un amor misericordioso que no hacía distinción de personas ni de clases sociales. Tanto en su apostolado en distintos sitios, como a la casa de Chapinero, acudían muchas personas en busca de consuelo y orientación: cohermanos jesuitas, obreros, profesionales, hombres, mujeres, varios obispos, entre otros. Y se cumplía lo que Rodolfo decía en una de sus poesías: “A todos los llevo dentro, porque a todos los amé”.

Pasión por el ‘ser’ (conocer) En la familia De Roux no había doctores, pero sí se daba una inquietud grande por estar informados y conocer sobre los diversos asuntos de la vida. Desde niño, Rodolfo fue muy aficionado a la lectura; entre sus recuerdos de lecturas están las Fábulas de La Fontaine. Hizo su primaria y bachillerato en el Colegio Berchmans. Tuvo como profesor al P. Tomás Galvis, SJ, quien descubrió sus cualidades literarias y lo animó a aprender a escribir; hizo un escrito que tituló ‘La muerte de mi mamá Marcela’ (una señora que lo cuidó y lo cargó de niño…). La afición a la literatura estuvo presente en toda su vida. El mismo Rodolfo decía que si no hubiera sido jesuita, hubiera sido literato. Rodolfo hizo los estudios de filosofía y teología (pregrado) en la Casa de Chapinero, con profesores que enseñaban en esa época la neoescolástica. Al terminar, fue destinado a Roma para hacer su Doctorado en Teología, con la finalidad de ser profesor en el Colegio Máximo de Chapinero. Estuvo en la Universidad Gregoriana de Roma de 1958 a 1961 y tuvo la gran oportunidad de tener contacto con muchos de los grandes teólogos que prepararon el Concilio Vaticano II: Juan Alfaro, Yves Congar, Stanislas Lyonnet, K. Rahner…; se encontró también personalmente con el gran teólogo canadiense Bernard Lonergan, con quien tomó un seminario sobre Cristología y quien fue su profesor-tutor para un ensayo de clase. La tesis de Doctorado se la dirigió el P. Charles Boyer, SJ y se tituló, El amor de Dios al hombre en San Agustín.

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En febrero de 1961 Rodolfo empezó su enseñanza en la Facultad de Teología del Colegio Máximo en Chapinero, que duró 50 años hasta el año 2011, siendo profesor sin interrupción. Comenzó dando un curso de Cristología, tomando como base el texto de B. Lonergan; también enseñó Antropología Teológica; en 1963 dio su primer curso de Eucaristía, asignatura que estaría dando durante 48 años, hasta el año 2011. Además de su enseñanza teológica, Rodolfo fue el fundador en 1989 (junto con Mario Gutiérrez y Germán Neira) del Grupo de Investigación “Cosmópolis”, clasificado desde 2001 en Colciencias, con investigaciones muy serias sobre Bernard Lonergan, explicitando las posibles aplicaciones de sus aportes a análisis de problemas socioculturales de Colombia y América Latina.

[...] decía que si no hubiera sido jesuita, hubiera sido literato. Rodolfo fue autor en literatura de tres obras importantes publicadas. Dos poéticas: Vida que pasa (conjunto de tres libros, 1985) y Antología, (2017); una novela: El dolor de la tierra, en que describe el drama del mundo campesino, en una vereda de Sasaima (Cundinamarca). Estas dos obras fueron la base para ser nombrado ‘Miembro de número’ de la Academia Colombiana de la Lengua. En Teología escribió 11 libros y 22 artículos (en Theologica Xaveriana). Su obra teológica más importante son los dos volúmenes sobre Eucaristía: Compartir el pan, Vol. 1, Contexto histórico-litúrgico para una reflexión sobre la Eucaristía, 2018; y Vol. 2, La Cena con los Doce, 2019. Tal vez es libro más actualizado y completo, escrito en español, sobre la Eucaristía, hasta el momento presente.

Trabajo en ambiente popular y con pobres Desde su juventud (cuando era estudiante de segundo año de teología) Rodolfo comenzó su trabajo en ambiente popular con un grupo de jóvenes obreros del Barrio Siete de Agosto, inspirándose en la propuesta del P. Cardjin (sacerdote belga). Este grupo se conformó como JOC (Juventud Obrera Católica), siguiendo la metodología de ver, juzgar y actuar, así como el acompañamiento personal que ayudaba a convertir al grupo en una familia en que unos cuidaban de otros. Este grupo de unos 10 a 15 muchachos obreros, del que participaban no solo ellos sino sus familias, duró muchos años. De otra parte, durante más de 10 años, Rodolfo estuvo yendo a la población de Sasaima (Cundinamarca) para colaborar con el Párroco en la celebración de las misas los domingos. A la vereda de Monterredondo (Guayabetal, Cundinamarca) estuvo yendo por más de 40 años en Semana Santa a celebrar las ceremonias, en un salón comunal del Colegio que tienen la Hermanas del Niño Jesús Pobre en esa vereda. Las ceremonias se hacían ordinariamente en forma popular novedosa de dramas en que los actores eran personas campesinas del Colegio y de las veredas. Rodolfo recibió la designación oficial, (con medalla) por parte del Alcalde de Guayabetal, como ciudadano de la localidad por su trabajo pastoral continuo de 40 años.

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Por Lía De Roux Rengifo

Huellas para recordar

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ara recordar a Rodolfo a algunos les bastará con repasar su biografía: Nacido en Cali, entró a los 19 años a la Compañía de Jesús, institución de la que hizo el sentido de su vida siguiendo con afecto y entrega los postulados de San Ignacio. Licenciado en Filosofía y letras, doctorado en Teología en Roma, experto en Bernard Lonergan, profesor por 50 años en la Universidad Javeriana, Decano Académico de la Facultad de Filosofía y Letras, miembro correspondiente y de número de la Academia Colombiana de la Lengua, autor de libros y artículos de teología y literatura. Otros lo recordarán por su especial intuición para descifrar los valores del alma campesina y fundirse en su vida sencilla; también por su profunda espiritualidad centrada en el amor a Dios; o por su manera de acoger, con un estilo propio colmado de delicadeza, a los que le pedían un consejo. Su eterna disposición para comprender la fragilidad y las miserias humanas volcándose con sabiduría a señalar caminos de esperanza, dar una palabra sanadora, apoyar a los que se encontraban en dificultades y cobijar su dolor sin distingos de clase ni condición.

[...] lo recordarán por su especial intuición para descifrar los valores del alma campesina y fundirse en su vida sencilla [...] Enero 2021

Yo recuerdo a Rodolfo en toda su magnitud a través de su poesía. Porque en la poesía queda plasmada el alma del poeta: sentimientos, intuiciones, anhelos, evocaciones, preguntas y nostalgias. En sus poemas reconozco su espíritu, su experiencia personal en el mundo, su dimensión interior, su manera de transitar los días. “Si no hubiera sido Jesuita, hubiera sido literato” decía, quizá sin ser consciente de que la dimensión lírica constituyó en él un sentido dominante. Fue a través de la palabra creadora y su musicalidad que manifestó su esencia, sus sentimientos más íntimos y plasmó las huellas de su camino en el tiempo: Traigo un camino enredado en el alma y en los pies… En esa aventura hacia lo absoluto, hacia el encuentro con el Otro y los otros, convertida en poesía, expresó la magnitud de su fe religiosa. Fe en un más allá manifestada con esperanza y al mismo tiempo con incertidumbre, una fe que no excluye la pregunta: (…) Un corazón ardido de tu sed insaciable; una estrella, tu estrella inmediata y distante; y mis pasos presurosos e inciertos. Amor que me llevas lejos. Amor que me vas llevando. ¿A qué playas? ¿A qué puerto? Sólo tú sabes. Sus versos me señalan la manera como el paisaje avasallaba su espíritu sensible, dándole un placer estético de dimensiones profundas que lo integraba con el Todo: Por los sentidos ávidos la melodía del paisaje, en lluvia mansa, me va empapando inadvertidamente El alma.

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(…) Ya comprendí paisaje, que en tu esplendor de pájaros y brisas, vuela mi sonora alegría. Así mismo acude a mi memoria a través de las personas amadas y los momentos con ellas compartidos, que marcaron el mapa de su afectividad: Como el viejo guayabo liso y duro, que domina en el parque ¡mi corazón lleva tatuados tantos nombres en su corteza¡ (…) ¡Cuántas cosas, cuántos rostros En mi camino encontré! A todos los llevo dentro Porque a todos los amé. Cuando hayamos partido los que estuvimos cerca, otros que no conocieron personalmente a Rodolfo, podrán también encontrarlo en su poesía, reflejo de lo que fue. Porque al morir se deja como dice Unamuno “un esqueleto a la tierra, un alma y una obra a la historia”. Es esta la forma de demostrar que se ha vivido de una manera particular la vida que pasa y se deja una huella en la vida que queda.

[...] otros que no conocieron personalmente a Rodolfo, podrán también encontrarlo en su poesía, reflejo de lo que fue.

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P. FRANCISCO ZULUAGA JIMÉNEZ, SJ 1932 - 2021

Fue llamado por el Señor el miércoles 19 de enero de 2021.

DATOS PERSONALES Nació en Santuario (Antioquia) el 31 de marzo de 1932 y fue hijo de don Antonio Zuluaga y doña Susana Jiménez, quienes tuvieron diez hijos más. Fue su familia tradicionalmente católica. • Fallecido en Medellín a los 88 años de edad • Había cumplido 73 años de Compañía • Tenía 44 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó a la Compañía el 27 de noviembre de 1947, en Santa Rosa de Viterbo; allí realizó también el Juniorado (1949-1952) y pasó a Chapinero para cursar la Filosofía (1953-1956). Realizó la etapa apostólica en el Mayor de San Bartolomé (1957-58) y en el Colegio José Joaquín Ortiz (1959). Hizo la Teología en Chapinero (1960-1963) y fue ordenado sacerdote el 27 de septiembre de 1962. Realizó la Tercera Probación en La Ceja (1964) y profesó los últimos votos el 2 de febrero de 1976.

SU VIDA De carácter firme, “Pachito” – como se le llamaba cariñosamente – fue un hombre de agudo sentido de la justicia y de genuina preocupación por la problemática social y por los pobres. Compartió sus últimos años con los novicios de la Provincia.

RECORRIDO APOSTÓLICO

Después de ordenado fue destinado a realizar estudios especiales en sociología de la religión, en el Instituto de Ciencias Sociales de la Gregoriana (1965-1967). De regreso a la Provincia, se vinculó a la investigación sociológica del Survey, liderada por el CIAS (1967-1969). Los años subsiguientes, a la cabeza del CIAS, participó en la planeación de la Provincia; colaboró también en el Teologado como vice-superior y superior (1975-1978), y en el gobierno de Provincia como consultor (1977-79). En 1980 tomó un tiempo sabático que dedicó al estudio del carisma ignaciano y de los Ejercicios en Roma. Desde entonces trabajó activamente en el ámbito de los ejercicios ignacianos, así como en el acompañamiento de religiosas y religiosos. Publicó algunos libros de espiritualidad. Fue, además, un hombre amante de las plantas y de sus propiedades medicinales. Enero 2021

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PUBLICACIONES (Algunos títulos) Las plantas medicinales (2015) Espiritualidad del sentido de la vida (2013) Espiritualidad Ignaciana (2008) Señor, enséñanos a orar (2006) Religiosidad popular campesina (1995) Los campesinos colombianos (1981)

Semblanza

Por Alejandro Angulo Novoa, SJ

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omo suele ocurrir con los Franciscos, también al Padre Francisco Zuluaga Jiménez, lo llamábamos Pacho. Y como era bajo de estatura lo hacíamos con el diminutivo: Pachito. Pero por una paradoja normal, Pachito fue uno de los grandes jesuitas colombianos si por sus frutos lo conocemos. Una prueba de su grandeza de ánimo, de su celo apostólico y de su altura de miras fue la temprana solicitud de ser enviado a Rusia, a combatir el comunismo en los tiempos de Stalin. En Roma se había diseñado un proyecto misional con una convocatoria abierta a toda la Compañía de Jesús. Y como buen apóstol, Pachito, se ofreció a ir y empezó a estudiar el ruso. Para fortuna suya y de la Provincia colombiana, los superiores respectivos le respondieron que su Moscú lo encontraría en Colombia. Y que para prepararse al combate se inscribiera en la Universidad Gregoriana, en Roma, a la Facultad de Ciencias Sociales, donde podría estudiar el marxismo y el comunismo junto al Padre Wetter, jesuita alemán, expulsado de Rusia y experto en ambas disciplinas, quien, además, había experimentado en su propio pellejo las tempestades que provocó el Padrecito Stalin con sus terribles purgas y su imperialismo terrorista en lo que se llamó, en aquella época, la Unión Soviética.

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Ni corto ni perezoso Pacho se hizo amigo y buen discípulo del P. Wetter y regresó con su licencia gregoriana en sociología, especialidad en estudios marxistas, al naciente Centro de Investigación y Acción Social de Bogotá, una réplica del modelo de centros que se estaban creando en ese momento en América Latina, siguiendo el ejemplo de los centros jesuitas europeos, de los cuales el más famoso entre nosotros era L’Action Populaire de Paris. Pacho se entregó con entusiasmo a esa misión de crear el CIAS de Colombia (hoy CINEP) y, para tener una herramienta de trabajo, escribió su libro La Religiosidad Popular en Colombia que muestra el resultado de su investigación para la tesis de grado en la Gregoriana y que, además, correspondía con su idea del apostolado que pensaba desarrollar. Como acontece y pasa, en ese mismo momento la Administración Provincial estaba proyectando realizar por su lado una encuesta que reflejara la realidad social de la Provincia Jesuítica Colombiana y facilitara una planificación adecuada de los recursos humanos y materiales para el apostolado de la Compañía en el país. Obviamente el licenciado en Sociología, Padre Francisco Zuluaga Jiménez, junto con el nuevo doctor en Sociología, Padre Gustavo Jiménez Cadena fueron encargados del Survey de la Provincia y debido a su eficiente actividad Pachito llegó a ser conocido por todas las comunidades y, él a su vez, adquirió un conocimiento interesante de la mencionada realidad de todas las comunidades. En esta forma la creación del CIAS y la realización y análisis del Survey de la Provincia ocuparon buena parte de su primer quinquenio apostólico entre 1967 y 1972.

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[...] Pachito llegó a ser conocido por todas las comunidades y, él a su vez, adquirió un conocimiento interesante de la mencionada realidad de todas las comunidades. El conocimiento de los distintos espacios jesuíticos fue una preparación para su segundo quinquenio como vicesuperior, por un año, y superior, por cuatro años, en la casa de formación de nuestros estudiantes de teología, cargo difícil que Pachito desempeñó con gran éxito, así como para sus sucesivos superioratos (IMCA 1979-1983; Pignatelli 1984-1991; Pedro Fabro 1993-1999). En 1979 es nombrado superior del Instituto Mayor Campesino de Buga, cuando todavía estaba presente su fundador otro Pacho, el grande, o sea, el Padre Francisco Javier Mejía. Pachito demostró su talante espiritual, su vigor intelectual y su prudencia, manejando el Instituto bajo la mirada del fundador y aplicando todos sus conocimientos científicos y prácticos sobre el campesinado colombiano que había comenzado a estudiar en su tesis y que había plasmado en sus dos libros: Los campesinos colombianos y Estructuras de un orden nuevo. Para el comienzo del tercer milenio, o sea, a sus sesenta y ocho años de vida, el interés de Pachito se vuelve hacia la espiritualidad como lo muestran sus publicaciones de Peregrinación a santuarios; Cartilla para convivencias – retiros ignacianos 2005; Señor enséñanos a orar 2006; Espiritualidad Ignaciana 2008; Sonríe Dios te ama – Chistes de salón 2008. Este enfoque no es nuevo, porque la devoción de Pachito fue conocida desde el noviciado y la solidez de su espiritualidad, apuntalada en largas horas de meditación, se demostró durante sus superioratos, pero sólo en este momento requiere toda su dedicación y estudio sistemático como aparece en dichos textos. Al mismo tiempo él está llevando a cabo un intenso trabajo pastoral parroquial, juntando así teoría y práctica. Su destino como acompañante del Maestro de Novicios, su último apostolado antes de pasar a orar por la Compañía en la Comunidad Pedro Arrupe, es una muestra más de la alta estima que sus superiores tuvieron de sus virtudes y de su ciencia. Para quienes tuvimos el privilegio de compartir con él algo de esa profunda espiritualidad y gran riqueza humana la muerte del Padre Francisco Zuluaga Jiménez es la perfecta coronación de una vida histórica modelada por el en todo amar y servir que el Padre Ignacio nos dio como consigna a sus hijos para entrar a esa otra existencia inmortal que él contemplaba como nuestro destino verdadero.

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P. JULIO IGNACIO JIMÉNEZ DORADO, SJ 1945 - 2021

Fue llamado por el Señor el 28 de enero de 2021.

DATOS PERSONALES Nació en Pasto el 6 de enero de 1945, en el hogar de don Julio Jiménez y doña Enriqueta Dorado. Tuvo ocho hermanos: Enrique, Mercedes, Martha, Ricardo, Enriqueta, Laura, Enrique y Emilio. • Falleció en Bucaramanga a los 76 años de edad • Había cumplido 56 años de Compañía • Tenía 38 años de últimos votos

EN LA COMPAÑÍA Ingresó a la Compañía en el Noviciado de La Ceja (Antioquia) el 20 de enero de 1965. Pasó a Santa Rosa de Viterbo para hacer el Juniorado (1967-68) y luego a Chapinero para estudiar la Filosofía (197172). En el Colegio San Bartolomé La Merced hizo el Magisterio (1969-70) y luego estudió la Teología en la Javeriana (1973-77). Fue ordenado el 6 de diciembre de 1975 e hizo la Tercera Probación en Buga (1981). Se incorporó definitivamente a la Compañía el 15 de agosto de 1982.

SU VIDA Amante de la espiritualidad ignaciana y dedicado acompañante de ejercicios espirituales; tuvo bajo su responsabilidad la rectoría de varios de nuestros colegios.

RECORRIDO APOSTÓLICO Exalumno del Colegio San Francisco Javier de Pasto y bachiller del Colegio San Ignacio, el P. Julio se destacó por su fidelidad y entrega generosa al apostolado educativo y a la espiritualidad ignaciana con los Ejercicios acompañados. Muchas personas se enriquecieron con los valiosos aportes de su sabiduría, que reflejó en numerosos encuentros, cursos y talleres caracterizados por su talante humano y espiritual. Supo siempre comunicar esta gracia conforme a la vocación a la que hemos sido llamados, en pobreza y humildad, en comunión de vida y de trabajo. Fue un hombre de oración y de amor personal a Jesucristo, que entendió y centró su vida interior en la Eucaristía. Sus diferentes responsabilidades como rector de varios colegios y director de casas de ejercicios, las asumió con generosidad y total dedicación, poniendo en ellas lo mejor de sus capacidades y dones. Su última misión fue la de director de la Casa de Ejercicios Villasunción de Bucaramanga, en la que ofreció acompañamiento espiritual y 62

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personal a laicos, religiosos y especialmente a la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) de esa ciudad. A causa del virus del Covid-19 tuvo complicaciones serias de salud, que al final terminaron por quebrar sus defensas después de varias semanas de lucha contra esta enfermedad.

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Por José Leonardo Rincón, SJ

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onocí a Julito en 1982, siendo yo novicio de segundo año, cuando era él el director de pastoral del Colegio San Ignacio y Toño Calle me envió a que lo acompañara a dar retiros espirituales a un grupo de estudiantes de último año en La Colombiere. Esa positiva experiencia marcó mi vida de jesuita y sacerdote pues me enamoró del genuino apostolado nuestro, un don maravilloso eso de ser testigo del actuar efectivo del Espíritu en las personas. Posteriormente, en 1988, nos reencontramos en Bucaramanga porque inicié allí mi etapa de magisterio y él hacía pocos meses había asumido la rectoría. En ese entorno apostólico desafiante se consolidó nuestra amistad. Durante el primer semestre estuve encargado de la dirección de pastoral y por eso pude ir a la reunión de homólogos en La Esperanza donde nos aprobaron iniciar la experiencia del Curso-Taller de Formación Integral, esa otra experiencia que ha marcado la vida de nuestros líderes estudiantes y que el apoyó decididamente al lado de José Carlos Jaramillo y Guillermo Zapata. En pleno semestre académico, Julio me pidió dejar las clases y asumir de lleno la coordinación de la oficina de Fe y Justicia y hacer vida por primera vez en nuestros colegios el Proyecto (ahora Programa) de Formación y Acción Social, FAS. Igualmente me invitó a representar al Colegio en la Mesa de Diálogo regional por la paz que el entonces presidente Barco había convocado. Me invitó al consejo directivo y me nombró su secretario para que aprendiera sobre la vida del colegio. También fui su chofer en muchos viajes por carreteras colombianas, ocasión inigualable para conocernos a fondo y soñar juntos. Estuve a su lado muchas veces como acompañante de Ejercicios Espirituales y puedo dar testimonio de su excelente carisma para darlos. Todo un maestro que nos contagiaba de su pasión y estaba siempre abierto para aprender de otros las mejores prácticas. Agradecido de haber sido enviado con Ferdi a Roma a un curso de espiritualidad en el antiguo CIS, recordaba el impacto de que una mujer laica le diera Ejercicios y de haber tenido a Tony de Mello como profesor. Las guías que constantemente iba puliendo, el cualificado equipo que conformó para darlos, el infaltable acordeón que tocaba magistralmente y encantaba a todos, las sentidas eucaristías de liturgia juliana, decía yo, y que no se median en minutos sino en julios, decían bromeando otros. Las reuniones nocturnas para evaluar e ir construyendo sobre la marcha del proceso.

Escogí a Julio como mi padrino de ordenación porque, además de amigo, fue para mi referente de pastor y jesuita ejercitador. Enero 2021

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Escogí a Julio como mi padrino de ordenación porque, además de amigo, fue para mi referente de pastor y jesuita ejercitador. Sentí siempre su presencia cercana y su apoyo en las misiones delicadas que me fue confiando la Compañía. Muchas “diosidencias”, como solía decir, confluyeron en nuestras vidas: a él como a mi mamá los reyes magos lo trajeron un 6 de enero; se graduó en el colegio San Ignacio en el año que yo nací y años después lo sucedí en su rectoría; estuve al frente del colegio en su natal Pasto y año tras año verifiqué en la bitácora del Santuario de Las Lajas que para su cumpleaños estuvo allí presente; solidariamente acompañarlo en la trágica muerte de su mamá; sentír su fidelidad y obediencia a los acuerdos de ACODESI en las cuatro rectorías que le encargaron; me ayudó a dar los primeros ejercicios espirituales acompañados a directivos y profesores en la Javeriana-Cali; comentador semanal de mis artículos me alentó a publicarlos. De “espíritu burlón” diferenciaba muy bien los pastusos geográficos de los psicológicos; sufrió muchos meses la acusación injusta que lo privó del ministerio pero que le permitió aprovechar el tiempo para pulir su tesis sobre el arte de orar y los materiales de su ministerio, finalmente exonerado tuvo la ilusión de reiniciar su tarea, pero la pandemia no se lo permitió. Nuestro último encuentro formal fue en un panel compartido con Luis Felipe Gómez para la Pastoral de Javeriana-Cali. Cual cordero llevado al matadero, no olvidaré el rostro resignado que expresaba también el inocultable malestar producido por la decisión de trasladarlo a la UCI, pues allí estaría mejor asistido en su oxigenación. “¿Buena suerte?, ¿mala suerte?, ¡quién sabe!”. Su lapidaria frase de despedida parecía anticipar su no retorno: “la fe no quita el dolor, le da sentido”. Esto fue el 29 de diciembre, pero la neumonía ocasionada por el COVID estaba presente desde antes de la navidad y atacaba con fuerza sus debilitados pulmones afectados desde comienzos del siglo.

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El 28, y no fue inocentada, nos hizo llegar su último aporte, un artículo del jesuita catalán Javier Melloni: “El virus es portador de un mensaje severo que hemos de saber escuchar”. Julio, honestamente siempre dijo que no era un intelectual creativo y original, sino el vocero y el eco de las cosas buenas que otros producían. Dios lo llamó en este 2021 a celebrar con Él los 40 años de los ejercicios espirituales personalizados, esa gigantesca iniciativa suya que hizo mucho bien a cientos de laicos y jesuitas y que transformó la cultura organizacional de nuestros colegios pues les infundió el sello Ignaciano que necesitaban pues no era tan explícito. Descansa amigo, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor. Te lo mereces: le entregaste todo lo mejor que tenías, sin mezquindades. Tu texto favorito de Ignacio, ese maestro que nunca fue profesor, el Principio y Fundamento, es la clave para ser feliz, pues es la lente desde la cual podemos darle sentido a nuestras vidas, eso nos lo enseñaste, a degustar frase tras frase y así lo queremos vivir. Vete en paz y aunque hay que ser ligeros de equipaje, te recuerdo que en el cielo sobran liras, pero hace falta tu acordeon. Padrino: ¡Estarás siempre en mi corazón!

Semblanza

Por Carlos Alberto Romero, SJ

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n 6 de enero de 1945 amaneció a la vida, en la ciudad de Pasto (Nariño), Julio Ignacio, hijo de Julio Jiménez y Enriqueta Dorado. Era el penúltimo de los 9 hijos de la familia. Cinco varones y cuatro mujeres. Estudió en el Colegio San Francisco Javier en Pasto y en el Colegio San Ignacio en Medellín; comenzó estudios universitarios en EAFIT en Medellín. En todo este tiempo fue sintiendo el Noticias de Provincia


llamado del Señor a la Compañía de Jesús. Ingresó al noviciado en La Ceja (Antioquia) en 1965, e hizo los votos del bienio el 2 de febrero de 1967. El Juniorado lo hizo en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá) y luego, en Chapinero (Bogotá), los estudios de Filosofía y Teología. Su Magisterio lo realizó en el Colegio San Bartolomé La Merced (1969-1970). Se ordenó sacerdote en Pasto el 6 de diciembre de 1975. La Tercera Probación la realizó en Buga (Valle) en 1981 e hizo sus últimos votos en el Santuario de las Lajas (Nariño) el 15 de agosto de 1982. Julio partió a la Casa del Padre en Bucaramanga el 28 de enero de 2021 a los 76 años de edad, 56 de Compañía, 45 de ordenación sacerdotal, 38 de últimos votos. Cuando iniciamos los estudios de Teología (1973), en la Casa de Chapinero hubo varias cosas que fueron uniendo más nuestra amistad: Hernando Silva era nuestro superior en ese momento y su estilo de acompañamiento fue marcando nuestra manera de vivir; además, organizó el teologado en sub-comunidades. Esta experiencia comunitaria marcó significativamente nuestro vínculo con los otros compañeros. Un elemento que nos unió fue el interés por la temática de los mismos estudios. Su preocupación fue hacer una tesina sobre la oración para los jóvenes. Fue una cartilla pedagógica: “El Arte de orar”; por mi parte, hice una tesina sobre “El discernimiento comunitario”. El librito de Julio sobre la oración tuvo mucho éxito, pues alcanzó 6 ediciones y fue traducido al portugués. Julio, Darío Gamboa y Julio Alberto Arango fueron los pioneros en dar retiros en equipo a distintos grupos de colegios. Poco a poco nos incorporamos otros compañeros como Marcos Castaño, “Ferdi” Mendoza y Alberto Echeverri. Esta experiencia de trabajo en equipo consolidó nuestra amistad y nos ayudó a aprender los unos de los otros. Otra experiencia que marcó a Julio en su formación sacerdotal fue un curso en el que participó sobre la CVX, con Fernando Mendoza en Roma. Hicieron sus ejercicios espirituales a nivel personalizado y, justamente, una mujer fue la acompañante de Julio. Los ocho días de ejercicios lo mantuvo en el Principio y Fundamento ignaciano, no lo dejó hacer más. A partir de esta experiencia entendió la importancia de darle el énfasis al Principio y Fundamento en su vida. Era su leitmotiv. En su Tercera Probación, que hizo en Buga (1981), fue madurando la experiencia vivida en Roma y empezó a diseñar los Ejercicios Espirituales Personalizados (EEP), que justamente este año (2020) celebraba los 40 años.

[...] entendió la importancia de darle el énfasis al Principio y Fundamento en su vida. Era su leitmotiv. Entre 1987 y 2009 fue rector de varios colegios: San Pedro Claver en Bucaramanga (1987-1994), San José en Barranquilla (1994-1996), San Ignacio en Medellín (1997-2003) y San Bartolomé La Merced en Bogotá (2003-2009). Durante estos 22 años de rectorado lideró con pasión los Ejercicios Espirituales Personalizados (EEP) para laicos. Era intenso y contagió a los compañeros jesuitas y laicos este bello apostolado de la espiritualidad ignaciana. Su acordeón y su preocupación para que le entendieran hicieron que fuera un gran pedagogo. Estos elementos fueron instrumentos asertivos de evangelización. Enero 2021

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Del 2010 al 2021 su misión fue trabajar por la promoción de la Espiritualidad Ignaciana regional y nacional en las Casas de Ejercicios de los Farallones en Cali y de la Casa de Ejercicios de Villasunción en Bucaramanga. En ambos sitios impartió cursos de espiritualidad ignaciana como el TPM (tiempo para mí), EVA (encuentro con mi vida afectiva), o ENEAGRAMA IGNACIANO AL ESTILO DE LOS JESUITAS. También trabajó en talleres para novios y para matrimonios. No puedo dejar de mencionar el influjo del P. Gustavo Baena, SJ, que con su sencillez y profundidad teológica tocó profundamente el corazón de Julio. El P. Baena le ayudó a clarificar lo que es religión y lo que es espiritualidad. En palabras muy sencillas, decía que espiritualidad es: “El arte de salir de sí mismo en bien de los demás, así como lo hace el Dios revelado en la Biblia, que nos crea habitando en nosotros. Sólo lo podemos saber por experiencia”. Propuso esta formación ignaciana semanalmente en las Casas de Ejercicios, comentando los distintos casettes grabados de las charlas del P. Gustavo Baena, SJ, en el Centro de Fe y Cultura en Medellín. La Compañía de Jesús hace dos años realizó un discernimiento comunitario universal sobre las preferencias apostólicas para los próximos diez años. El resultado fueron 4 preferencias apostólicas. La primera, mostrar el camino hacia Dios, mediante los Ejercicios de San Ignacio y el discernimiento. Esto le generó un gozo inmenso a Julio, porque encajaba perfectamente en lo que estaba haciendo. Esto para él significó sentir y gustar internamente esta preferencia apostólica. Un feligrés, Daniel Villada, en las misas de los Farallones en Cali, le propuso poner los Ejercicios Espirituales ´On Line´, en pantalla y con su ayuda creó un blog www.diosconsentido.com. Su libro, “El Arte de Orar”, lo había actualizado y estaba próximo a sacarlo en físico con el siguiente título: “El arte de orar, amar y servir”. 66

Con motivo de la pandemia, celebraba las misas virtuales a las 7.00 a.m. y los domingos a las 11.00 a.m. con tres características: el acordeón, la imagen de la Virgen y la bandera de Colombia. Esa era su decoración, casi como su ADN. Su presencia sacerdotal y orientación espiritual en las diversas actividades en las cuales acompañó a niños, jóvenes y adultos en la búsqueda de sentido, fue algo con lo que vibraba. Su amor, dedicación, alegría y sabiduría tomaron cuerpo en sus frases célebres: “La salida es hacia adentro”, “Solo se ama lo que se conoce, el amor es proporcional al conocimiento”, “el secreto está en descubrir que Dios nos amó primero”, “la eucaristía es la vida”, “Colombia, país moralmente enfermo”, “Yo soy Colombia”, “la fe no quita el dolor, le da sentido”, “antes de formarse el cerebro, debe formarse el corazón”, “cuál debe ser nuestra colaboración a la acción creativa de Dios”, “La oración de Jesús es el lugar donde se percibe que todo viene de Dios y a Él vuelve”, “una visión sin acción es una ilusión”. Tanta riqueza en estas frases que repetía a diestra y siniestra hoy son semilla del Reino, que fue capaz de construir con su entrega desinteresada, con su intensidad y pasión por la fe.

Gran legado y gran misión la que dejas, de responder al llamado del amor y a ser fieles en ese propósito. Gracias maestro, apóstol, amigo y humilde servidor de Cristo… hoy cantas con Facundo, en el cielo, “no soy de aquí ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad”. Gran legado y gran misión la que dejas, de Noticias de Provincia


responder al llamado del amor y a ser fieles en ese propósito. En las distintas reuniones le gustaba cantar mucho la canción compuesta por Julio Iglesias LA VIDA SIGUE IGUAL. Las estrofas con negrilla adquieren sentido en este momento. Unos que nacen, otros morirán, Unos que ríen, otros llorarán Agua sin cauces Río sin mar Penas y glorias, guerras y paz Siempre hay por qué vivir por qué luchar. Siempre hay por quien sufrir y a quien amar Al final, las obras quedan las gentes se van Otros que vienen las continuarán, La vida sigue igual. Pocos amigos que son de verdad Cuantos te halagan si triunfando estás Y si fracasas bien comprenderás Los buenos quedan los demás se van.

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¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? 1 Corintios 15,55

Homilía en las exequias de nuestros trece compañeros jesuitas fallecidos entre noviembre y diciembre de 2020 Domingo 31 de enero, 2021 - 4:00 p.m. Iglesia de San Ignacio - Bogotá

P. Gerardo Remolina Vargas, SJ Comunidad Universidad Javeriana

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• Apocalipsis 21, 1-6ª • Lucas 24, 1-7

Q

ueridos familiares de nuestros hermanos recientemente fallecidos; queridos compañeros jesuitas; queridos colegas, discípulos y amigos de quienes hoy honramos las cenizas. Para esta Eucaristía de acción de gracias por la vida de nuestros hermanos, hemos escogido dos lecturas pascuales, porque hoy estamos celebrando nada menos que su pascua, es decir, su paso de la muerte a la vida verdadera.

UNA LUCHA ENCARNIZADA La primera lectura describe el final de los tiempos; no con tintes de tragedia, - como solemos imaginar lo apocalíptico- sino con cantos de victoria: “cuando ya no habrá muerte, ni dolor, ni llanto, porque todo lo de antes ha pasado”. Es la proclamación del triunfo de la vida sobre la muerte. A su vez el evangelio nos describe la búsqueda amorosa de las mujeres que acuden al sepulcro de Jesús, entre ellas María Magdalena, y se encuentran con que él no está ya allí, sino que ha resucitado. Un hermoso himno del tiempo pascual hace eco a este acontecimiento: “Lucharon vida y muerte en singular batalla, y muerto el que es la vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María en la mañana? ¡A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja! ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!”. La batalla entre la vida y la muerte se da todos los días de la existencia humana, pero en estos tiempos se está dando con especial fiereza una singular batalla. El nuevo coronavirus ha cobrado la vida de más de dos millones de seres humanos, y parece seguir triunfando de manera todavía más agresiva. Por eso, todos anhelamos la muerte definitiva de ese monstruo viral. La producción de las vacunas y el comienzo de su aplicación abren una ventana de esperanza. Creo en la ciencia y en la capacidad humana, y estoy seguro de que finalmente triunfaremos en esta singular batalla. Sin embargo, la muerte seguirá dando su batalla: el ser humano no logrará superar definitivamente la muerte. Ella seguirá amenazándonos continuamente con su temible aguijón. No obstante, ya en el siglo VIII antes de Cristo, el profeta Isaías (25,8) proclamaba: “El Señor destruirá para siempre la muerte, y secará las lágrimas de los ojos de todos”. Y Oseas, otro profeta del mismo siglo, ponía en boca del Señor esta promesa: “De manos del sepulcro los redimiré, los libraré de la muerte. Muerte, yo seré tu muerte; yo seré tu destrucción” (13,14). Y el apóstol Pablo, con la seguridad que da la fe, proclamaba: “Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos a sus pies. El último enemigo en ser derrotado será la muerte” (1 Co. 15,24-26), “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (ib. v. 55).

A LA ORILLA DEL TIEMPO Hoy adornan este presbiterio, como hermosa oblación de la Compañía de Jesús, 13 cofres que recogen las cenizas de los cuerpos de nuestros hermanos, después de haber pasado por el fuego del crematorio. A cada uno de ellos podemos aplicar el poema de nuestro hermano y poeta, el P. Antonio Silva Mojica, SJ Titulado “A la orilla del tiempo”:

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Hermann Rodríguez, SJ y Enrique Gutiérrez, SJ

Jesuitas presentes en las exequias

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“A la orilla del tiempo/ frente al mar del futuro, / despojarán mi espíritu /de la carne y del mundo. / Legaré mi carruaje, /cansado de accidentes, / a la fragua del polvo, /fundición de los seres. / En la playa del tiempo /quemaré mis errores/ y el zarzal de recuerdos/ para el viaje de amores. / Y estrenando alegrías / Y estrenando ilusiones, /partiré con las brisas/ convertido en canciones.” El fuego es símbolo de destrucción; pero también es símbolo del amor. Cuando hay un amor intenso, decimos que el fuego del amor devora el alma. Y el libro del “Cantar de los Cantares” nos dice que “¡El fuego ardiente del amor es una llama divina!” Que “El agua de todos los mares no podría apagar el amor; tampoco los ríos podrían extinguirlo” (Cantar 8, 6-7). El rito de la cremación al que han sido sometidos los cuerpos de nuestros hermanos no es un momento de destrucción sino de transformación. Cuando un tronco se introduce en una hoguera, el fuego lo va lamiendo poco a poco, acariciándolo lentamente hasta convertirlo en fuego; entonces el tronco desaparece, se convierte en llama, y deja como recuerdo solamente las cenizas. La llama del amor a Dios y los hermanos fue transformando lentamente sus vidas hasta convertirlas en llamas que nos iluminaron y hoy nos dejan como recuerdo sus cenizas.

El rito de la cremación al que han sido sometidos los cuerpos de nuestros hermanos no es un momento de destrucción sino de transformación. La película japonesa que estuvo hace algún tiempo en las carteleras de los cines con el título “Una Agencia de viajes”, tiene como argumento central el tema de la muerte. Y al final, junto al horno crematorio, el encargado de hacer funcionar el horno le dice a su amigo, el hijo de la difunta que va a ser cremada: “Soy el guardián del portal de la muerte. ¡La muerte se acaba aquí! Es una puerta que se abre al más allá, y estoy seguro de que más allá volveremos a encontrarnos con los seres que amamos.” Y el sacerdote periodista y poeta, José Luis Martín Descalzo, en un hermoso poema de su libro “Testamento del pájaro solitario” proclama: “Morir solo es morir, morir se acaba, morir es una hoguera fugitiva, es abrir una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se buscaba.”

LOS HOMBRES, RELATO DE DIOS Uno de los más destacados teólogos del siglo XX, Edward Schillebeeckx, escribió un libro titulado “Los hombres, relato de Dios” (Ed. Sígueme, 1989). Su Prólogo comienza así: “Dicen que un niño dijo una vez: «Los hombres son las palabras con las que Dios cuenta su historia». Esa frase infantil -continúa el autor- es el tema de este libro. Este libro trata de la vida de los hombres y del vínculo entre éstos y Dios tal como se ha hecho visible, ante todo en Jesús de Nazaret…” (p.11) Efectivamente, dado que los seres humanos, somos imágenes y semejanza de Dios, todos, pero particularmente los cristianos, somos llamados a ser con nuestras vidas, un relato de Dios. Y cada uno lo hace a su manera. Pero aquí no se trata de un relato literario, ni de la representación de un espectáculo, sino de un relato vital, existencial: se trata de hacer presente a Dios a través de la propia vida. Enero 2021

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Hoy recordamos la vida de nuestros trece hermanos fallecidos. Es un momento propicio para que todos nosotros, familiares, compañeros jesuitas, colegas, discípulos y amigos, recojamos el relato de Dios que cada uno de ellos nos hizo a lo largo de su vida. Cada uno de ellos se comprometió, de manera diferente, pero auténtica, con las necesidades espirituales, religiosas, psicológicas y materiales de sus hermanos los seres humanos, y nos dijeron que a través de ellos Dios plantó su tienda en medio de nosotros, compartiendo nuestra vida y haciéndose nuestro servidor.

Es un momento propicio para que todos nosotros [...] recojamos el relato de Dios que cada uno de ellos nos hizo a lo largo de su vida. Y nos dijeron que Dios es amigo de los pobres y los desheredados, de la gente sencilla del pueblo, de los jóvenes y de los encarcelados, de quienes lo han abandonado y lo buscan sinceramente. Que Él quiere estar presente en los medios de comunicación, en la historia de los pueblos, en la literatura, en la poesía, en las inquietudes religiosas, y que nada de lo humano le es extraño. Nos dijeron que Él quiere estar presente en las familias para hacer de ellas verdaderos hogares de amor, de comprensión y de mutua humanización; que está presente en quienes comparten con Él los sufrimientos de la cruz, y que ha estado presente -dando la fortaleza necesaria- a quienes se han purificado en el dolor durante muchos años. Que Él es Espíritu y que quiere que ejercitemos nuestro espíritu en su búsqueda, procurando llegar a tener un conocimiento interno de Jesucristo, para más amarlo y seguirlo más de cerca.

Que Él es Espíritu y que quiere que ejercitemos nuestro espíritu en su búsqueda [...] En su pascua, en su paso de esta vida mortal a la verdadera vida, nuestros hermanos nos dicen que “De Dios salimos y a Dios volvemos”; que “nadie vive para sí mismo” (sino para los demás) y nadie muere para sí mismo”, (sino para Dios); que “en la vida y en la muerte somos del Señor” (Romanos 14, 8). ¡Dales, Señor, el descanso eterno! ¡Y brille para ellos la luz perpetua!

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Cristina Castañeda de la Curia Provincial

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Germán Bernal, SJ cantando el salmo responsorial

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Hermann Rodríguez, SJ saludando a quienes sostuvieron las urnas en el homenaje

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“… no hay nada imposible para Dios” Homilía de la eucaristía de posesión de Hermann Rodríguez Osorio, SJ como nuevo provincial de Colombia. Diciembre 12 de 2020 Iglesia de San Ignacio, Bogotá.

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l inicio de la Congregación General 36ª., el Maestro de la Orden de Santo Domingo, Fray Bruno Cadoré, OP, nos decía a los jesuitas: “Tengan la audacia de lo improbable, de buscar eso que es difícil, eso que parece imposible”. Pocos días después, Arturo Sosa, el recién elegido superior general de los jesuitas, en su primera homilía, nos decía: “Si nuestra fe es como la de María, madre de Jesús y madre de la Compañía de Jesús, nuestra audacia puede ir aún más allá y buscar no solo lo improbable, sino lo imposible, porque para Dios nada es imposible, como proclama el arcángel Gabriel en la escena de la Anunciación (Lc 1,37)”. Pero, qué significa para nosotros que para Dios no hay nada imposible o, dicho de modo positivo, que “todo es posible para Dios”. San Lucas se refiere al poder de Dios que es capaz de despojarse de su rango para hacerse uno de nostros en el vientre de María. Es un poder de servicio, de abajamiento, de entrega. Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de México y de toda América Latina. Ella es la manifestación de la ternura de Dios a un indígena mexicano, representante de los pueblos originarios de nuestro continente, que recibe el regalo de su protección y bendición. María de Nazaret es el símbolo del pueblo que se abre a la promesa de Dios. María acoge la vida de Dios que se acerca a nuestra historia para enseñarnos el camino de la vida verdadera en la persona de Jesús. El oficio de María, ayer, hoy y siempre, es llevarnos a Jesús y hacernos sus discípulos. En lenguaje ignaciano, ponernos con el Hijo. Para los que vivimos la espiritualidad ignaciana, jesuitas y laicos/as, el encuentro con la persona de Jesús es lo más importante de nuestra existencia, es la marca de nuestro carisma, es la fuente de nuestra más pura alegría… la que anuncia lleno

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de fascinación el profeta Zacarías en la primera lectura: "Canta de gozo y regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en medio de ti, dice el Señor”. El centro de nuestra vida es conocer internamente a Jesús, para más amarlo y seguirlo. Esta es la dinámica que san Ignacio pretende desencadenar a través de los Ejercicios Espirituales. Y la herramienta para hacer esto posible, no es otra sino la contemplación reiterativa, frecuente, cotidiana, de los misterios de la vida de Jesús. Eso fue lo que Ignacio aprendió en los días grises y monótonos de su convalescencia en el piso alto de la casa torre de Loyola, mientras se recuperaba de la herida que recibió en su pierna derecha mientras defendía la fortaleza de Pamplona. De la lectura de la vida de los santos y de la vida de Jesús, fueron brotando las imágenes que luego ocuparían la mente, el corazón y las entrañas de este caballero herido, fracasado y desorientado. Imaginaba cada detalle y dejaba que la fantasía fuera completando las escenas y los vacíos de los relatos leídos, hasta que la fuerza de la presencia y el encuentro con el Señor, “ansí nuevamente encarnado” (EE 109), fue transformando su vida, hasta arrebatarle el corazón y hacerlo ‘compañero de Jesús’ para siempre. El método de la contemplación logró cambiar el rumbo de este caminante, en una dirección que para muchos, parecía no solo improbable, sino sobre todo imposible.

Imaginaba cada detalle y dejaba que la fantasía fuera completando las escenas y los vacíos de los relatos leídos [...] Noticias de Provincia


Hermann Rodríguez, SJ y Carlos Eduardo Correa, SJ

Homenaje a los jesuitas fallecidos

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Este sencillo método de trabajo personal, se fue sistematizando hasta llegar a ser lo que hoy conocemos como los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Sin la menor duda, el mayor tesoro de los jesuitas y el objeto de nuestra primera preferencia apostólica universal, sin la cual, en palabras del Papa Francisco, “lo otro no funciona”.

Este templo de San Ignacio que disfrutamos hoy, antes de hacerse realidad y gozar de la belleza que hoy admiramos, fue un sueño de los primeros jesuitas que vinieron a Santafé de Bogotá a comienzos del siglo XVII. Ese sueño se transformó en esta maravillosa obra de arte que podemos disfrutar y compartir hoy.

A mi me gusta recordar una definición de un joven estudiante del colegio San Ignacio de Medellín, quien después de escucharme la explicación sobre cómo les invitaba a trabajar y a hacer los ejercicios de contemplación, levantó la mano y me dijo… “Padre, lo que usted nos está proponiendo es que nos ‘empeliculemos’…”. Una definición perfecta de lo que hacemos en los Ejercicios Espirituales, solo que san Ignacio es el que nos propone las películas con las que quiere que nos empeliculemos…

Este templo de San Ignacio [...] fue un sueño de los primeros jesuitas que vinieron a Santafé de Bogotá

Casi podríamos decir que la contemplación es como una especie de método para soñar despierto… algo que algunos llaman ‘sueños lúcidos’. La verdad es que mucha gente que hace EE no solo sueña, sino también duerme durante la contemplación. Es de maestros alcanzar la capacidad de contemplar y aplicar los sentidos interiores, sin dormirse. Requiere de mucha disciplina y de una buena dosis de café… ojalá colombiano.

La invitación que quisiera hacer hoy a mis hermanos jesuitas y a tantas personas, laicos/ as, religiosas, que caminan también con Ignacio, al servicio de la iglesia y de nuestra sociedad, es no solo a soñar con lo improbable, sino a soñar juntos lo imposible…

Soñar despierto es el fondo de la metodología ignaciana. La capacidad de soñar es una fuerza transformadora extraordinaria que no creo que hayamos acabado de descubrir. Por otra parte, Ignacio no se quedó soñando solo, sino que fue invitando a otros también a soñar… algunos se vincularon como ‘compañeros de Jesús’ y otros se vincularon como compañeros/as apostólicos. Lo que Ignacio aprendió no lo guardó para sí mismo sino que lo compartió con otros. Y los jesuitas seguimos teniendo como primera tarea, “mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento”.

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• Soñar juntos con un país en el que nos podamos decir la verdad, en el que podamos caminar hacia la construcción de una paz estable y duradera. • Soñar juntos con una Iglesia y una Compañía de Jesús que es capaz de “caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia”. • Soñar juntos con la posibilidad de “acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador”. • Soñar juntos con un mundo en el que todos podamos “colaborar en el cuidado de la Casa Común”.

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Hermann Rodríguez, SJ en el rito de Comunión

Viví los días de la cuarentena en el juniorado interprovincial de Lima. Los juniores con los que compartí esos meses de mi vida en el Perú, me enseñaron a valorar y apreciar la infinita capacidad de la imaginación y de la fantasía humana. Les agradezco ese regalo que me hicieron de invitarme a seguir soñando y a soñar junto a otros. Fueron muchas las películas que literalmente ‘disfrutamos’ juntos. Entre otras, vimos las ocho películas de Harry Potter. Allí descubrí que casi al final del séptimo libro de la saga de la escritora británica Joanne Rowling, “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, hay una frase del sabio profesor de Hogwarts, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, que me ha dado muchas vueltas en la cabeza y me ha confirmado en el poder que tiene la imaginación en nuestras vidas: “Dígame una última cosa –pidió Harry–. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza? Dumbledore lo miró sonriente, y su voz sonó alta y potente, pese a que aquella reluciente neblina descendía de nuevo y le iba ocultando el cuerpo. –Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a signficar eso que no es real?”

Lo que soñamos juntos, tiene la fuerza suficiente para transformar la realidad. Lo que soñamos juntos no sucede solo en nuestra cabeza. Lo que soñamos juntos, tiene la fuerza suficientre para transformar la realidad. Termino con las palabras del Papa Francisco en el número 8 de su última encíclica, Fratelli Tutti: Enero 2021

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Homenaje a los jesuitas fallecidos

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“«He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos (Fratelli Tutti, 8).

Hermann Rodríguez, SJ acompañado de su familia

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El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado para los que vivían en tinieblas Roosbel Alexander Orozco Serna, SJ

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n medio de la gran noche oscura, producida por la pandemia, nos ha brillado la gran luz de recibir la ordenación presbiteral. Después de la ordenación diaconal, en diciembre de 2019, se esperaría que en julio de 2021 fuera nuestra consagración presbiteral, pero no fue así. De hecho, la pandemia llegó para cambiarlo todo: nos exigió pensar –a los que seriamos ordenados– la posibilidad de cambiar las fechas previstas o de realizar encuentros multitudinarios aún sabiendo que el riesgo de contagios era latente. Al finalizar el primer semestre del año anterior, el entonces provincial, P. Carlos E. Correa, SJ, nos pidió, a los futuros presbíteros, una reunión con el asistente de formación para decidir cómo proceder frente a la realidad que nos imponía la pandemia. Las deliberaciones estuvieron, sin duda, cargadas de tensiones, haciendo que las decisiones tomadas no fueran unánimes, pues siempre será imposible ponerse plenamente de acuerdo. Evidentemente, una de esas decisiones fue la escogencia de la nueva fecha para las ordenaciones (21 de noviembre), realizándolas en conjunto con los estudiantes del CIF de Bogotá que recibirían la ordenación diaconal.

Las deliberaciones estuvieron, sin duda, cargadas de tensiones haciendo que las decisiones tomadas no fueran unánimes [...] Con esa decisión ya tomada, sabíamos los riesgos que ella conllevaría. De hecho, después de catorce años de preparación para ser ordenados, no íbamos a estar acompañados físicamente por tantas personas que han estado junto a nosotros a lo largo del camino transcurrido. Reconocíamos que sería una ceremonia muy diferente y que implicaría, además, modos novedosos paras saber cuidar a los pocos que participarían presencialmente de la ceremonia en el Templo de San Ignacio. Teniendo presente esas tensiones e imágenes que nos deparaba el futuro, realizamos juntos los Ejercicios Espirituales para la preparación de la ordenación. El P. Iván Restrepo, SJ fue quien nos acompañó en los Ejercicios. En ellos pudimos encontrar la gracia de Dios trabajando en nosotros y llamándonos a seguirlo más allá de los obstáculos que la realidad nos presenta. La espera había terminado. Llegó el mes de noviembre y con él todas las alegrías y preocupaciones que traería la ordenación presbiteral. Junto con el P. Enrique Gutiérrez, SJ, maestro de ceremonias, se coordinaron los preparativos necesarios para la celebración. Igualmente, además de Andrés Hernández, SJ, Andrés Díaz, SJ , los estudiantes del CIF y yo, se unían para ser ordenados Andrés Rosado, SJ, como presbítero, y Jefferson Chaverra, SJ, como diácono.

[...] pudimos encontrar la gracia de Dios trabajando en nosotros y llamándonos a seguirlo más allá de los obstáculos que la realidad nos presenta. Enero 2021

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No obstante, a tan solo dos días de la celebración, la comunidad del CIF Bogotá –a la cual pertenece el P. Enrique– entró en periodo de cuarentena porque algunos de sus miembros fueron confirmados como casos positivos de Covid-19. Por esta razón, nos quedamos sin maestro de ceremonias. Sin embargo, la gracia de Dios –a través de la disponibilidad del P. Jonathan Marín, SJ, a quien agradezco infinitamente– salvaguardó la preparación de la ordenación. La celebración siguió su rumbo, aunque, obviamente, ya no participarían los teólogos que se ordenarían diáconos. Finalmente, el día de la ordenación llegó, 16 de noviembre: fiesta de los mártires del Paraguay y conmemoración del asesinato de los mártires de El Salvador. Siendo las 4:00 p.m, el arzobispo de Bogotá, Monseñor José Luis Rueda Aparicio, comenzó la eucaristía. La ordenación se llevó a cabo en medio de rigurosos protocolos de bioseguridad, en el Templo de San Ignacio, contiguo al Colegio Mayor de San Bartolomé. Durante la homilía, monseñor nos propuso tres características importantes para vivir el ministerio: ser hombres orantes; ser hombres fraternos; ser hombres misioneros. Al transcurrir la celebración, la presencia de Dios, la emoción y la responsabilidad de lo que se asumía era cada vez mayor. No obstante, esa presencia de Dios se manifestaba en una profunda confianza en Aquel que nos había llamado y que nos invitaba a seguirlo radicalmente. A pesar de las múltiples dificultades previas a la celebración, toda ella se llevó con una profunda tranquilidad y alegría espiritual. Por todo esto, y confiándome a la misericordia de Dios, le doy gracias porque que me ha llamado. A pesar de la oscuridad, brilló en nosotros una gran luz. Luz que me invita a entregarme para dar esperanza a aquellos que viven en tinieblas. Evidentemente, el sentido de nuestra ordenación siempre estará marcado por la realidad del Covid-19, situación que lleva a confiarnos en Dios frente a las oscuridades y claridades de nuestra existencia. Roosbel Alexander Orozco Serna, SJ

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El señor arzobispo monseñor José Luis Rueda Aparicio unge las manos del diácono Roosbel Alexander

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GALERÍA FOTOGRÁFICA

Ordenaciones diaconales y presbiterales Noviembre 16 y 27 de 2020 Iglesia de San Ignacio, Bogotá

Los cuatro presbíteros y el diácono durante la plegaria eucarística

El señor arzobispo monseñor José Luis Rueda Aparicio presenta a los ordenados

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Postración de los cuatro ordenandos presbíteros

Viviana Porras cantando el salmo responsorial

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Andrés Rosado Duque, SJ

William Andrés Díaz Sánchez, SJ

Roosbel Alexander Orozco Serna, SJ

Andrés Hernández Caro, SJ

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Jefferson Chaverra Paz, SJ

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El señor arzobispo entrega el cáliz y la patena

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Presentación de los ordenandos diáconos al señor arzobispo

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Postración de los diáconos

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ANDRÉS HERNÁNDEZ CARO, SJ Presbítero

Fue ordenado Sacerdote por Mons. Luis José Rueda Aparicio el 16 de noviembre de 2020 en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá.

DATOS PERSONALES Nació en Bogotá el 11 de junio de 1985, en el hogar de don Heriberto Hernández y doña Flor Alba Caro, quienes tuvieron también una hija: Lina María.

EN LA COMPAÑÍA Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Medellín, el 7 de febrero de 2010 y emitió los primeros votos el 15 de febrero de 2012. Realizó en la Javeriana de Bogotá el Juniorado (2012) y el Filosofado (2013). El Magisterio lo hizo en el Colegio San Francisco Javier (Pasto, 2014-2015) y en Cartagena (2016). Hizo la Teología en la Gregoriana (2016-2019) y una maestría en espiritualidad en Comillas (2020). Actualmente es el Ayudante del Maestro de Novicios, responsable del Apostolado de la Oración y Delegado Vocacional de la Región Antioquia.

SOBRE SU VIDA Abogado de la Javeriana, Andrés descubrió en el carisma ignaciano el modo como realizar su vida en la entrega que hace realidad el amor de Dios en todo y en todos. En la Compañía encontró una entera resonancia de sus deseos primeros en la búsqueda de la Mayor Gloria de Dios y en el servicio de la justicia. Fueron estas las llamas que encendieron su corazón para pedir el ingreso al Noviciado. Considera que Dios lo ha llevado de su mano durante estos años, para identificarse cada vez más con Cristo; este amor diáfano que ha experimentado en ese caminar no ha dejado su vida igual, pues reconoce que es Él quien lo sostiene. Para Andrés, el sacerdocio, confirmación de ese llamado gratuito, reside en una misión generosa de entrega a los demás, amando como Dios nos ha amado: hasta el final.

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ANDRÉS ROSADO DUQUE, SJ Presbítero

Fue ordenado Sacerdote por Mons. Luis José Rueda Aparicio el 16 de noviembre de 2020 en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá.

DATOS PERSONALES Nació en Medellín, el 23 de diciembre de 1970, en el hogar de don Bernardo Rosado y doña María Alicia Duque, quienes tuvieron otros dos hijos: Juan Bernardo y María Clemencia.

EN LA COMPAÑÍA Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Medellín el 15 de enero de 2011 y emitió los primeros votos el 13 de enero de 2013. Realizó toda su formación en la Javeriana de Bogotá: Juniorado (2013), Filosofado (2014) y Teología (2017-2019), ésta última siendo parte de la Comunidad del CIF. Su Magisterio lo realizó en el Colegio San Luis Gonzaga de Manizales en los años 2015 a 2016. Actualmente colabora en la pastoral del Colegio San Francisco Javier de Pasto.

SOBRE SU VIDA Exalumno del Colegio San Ignacio de Medellín, Andrés es Técnico Profesional en Publicidad del Instituto de Artes de esa ciudad, profesión que desempeñó durante seis años en el campo de la industria marroquinera, antes de entrar a la Compañía. Luego de afrontar y superar una profunda y difícil experiencia personal y de acompañar a su padre durante sus últimos días, sintió el llamado a servir y a amar a los demás sin condiciones, siguiendo los pasos de San Ignacio en la Compañía. En este trasegar interior fue fundamental el testimonio de su señora madre, quien paciente y amorosamente lo acompañó en los momentos difíciles. De igual modo, fueron faro en su discernimiento vocacional dos jesuitas que recuerda con cariño: el P. Mario Alberto Rivera S.J y el H. Urbano Duque S.J.

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ROOSBEL ALEXANDER OROZCO SERNA, SJ Presbítero

Fue ordenado Sacerdote por Mons. Luis José Rueda Aparicio el 16 de noviembre de 2020 en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá.

DATOS PERSONALES Nació en Bogotá, el 8 de julio de 1989, en el hogar de don Robert Orozco y doña Macyori Serna. Tiene una hermana: Tatiana Andrea.

EN LA COMPAÑÍA Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Medellín el 10 de enero de 2007 y emitió los primeros votos el 10 de enero de 2009. Realizó en la Javeriana de Bogotá el Juniorado (2009-2010) y el Filosofado (2011-2014). El Magisterio lo hizo en el Colegio San Juan Berchmans (2015-2016). Entre 2017 y 2020 estudió Teología en el Teologado Interprovincial San Ignacio de Loyola de Belo Horizonte (Brasil). Actualmente hace parte del Equipo de Vocaciones de la Provincia.

SOBRE SU VIDA Alexander inició su proceso de discernimiento vocacional en 2005 en la Casa Manresa. Allí tuvo la oportunidad de conocer y aproximarse a la espiritualidad ignaciana y al modo de proceder de la Compañía, los dos aspectos que lo hicieron enamorarse de ella. Es un hombre serio y trasparente, así como alegre, amigable, acogedor y disponible, que se ha desempeñado principalmente en el trabajo con jóvenes. Para él, el sacerdocio significa responder a la fidelidad del Señor, que siente lo ha acompañado durante toda su vida. Esta presencia constante de Dios en su vida lo ha impulsado a mantenerse fiel a su vocación a la Compañía. En suma, Alexander comprende el sacerdocio como fuente de esperanza para los más necesitados en quienes Dios se ha encarnado.

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WILLIAM ANDRÉS DÍAZ SÁNCHEZ, SJ Presbítero

Fue ordenado Sacerdote por Mons. Luis José Rueda Aparicio el 16 de noviembre de 2020 en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá.

DATOS PERSONALES Nació el 17 de abril de 1989 en el Guamo (Tolima), en el hogar de don Marco Tulio Díaz y doña María Elvira Sánchez, quienes tuvieron tres hijos más: Ruth Viviana, Leydi Johanna y Yeisson Fabián.

EN LA COMPAÑÍA Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Medellín el 10 de enero de 2007 y emitió los primeros votos el 10 de enero de 2009. Realizó en la Javeriana de Bogotá el Juniorado (2009-2010) y el Filosofado (2011-2014). El Magisterio lo hizo en el Colegio San Francisco Javier (Pasto, 2015-2016). Entre 2017 y 2020 estudió Teología en el Teologado Interprovincial San Ignacio de Loyola de Belo Horizonte (Brasil). Actualmente hace parte del Equipo de Vocaciones de la Provincia y realiza la Maestría en Teología en la Javeriana.

SOBRE SU VIDA Su vocación tuvo inicio al participar en una misión de Navidad, animada por el P. Aurelio Castañeda S.J. en el año 2005, en la vereda en que vivía con su familia. En aquella ocasión, no sin inconvenientes, recibió el permiso de sus padres de integrarse, en la Casa Manresa de Bogotá, a la experiencia de discernimiento vocacional. El choque entre la vida del campo y de la ciudad significó para William afrontar sus miedos, para finalmente darle su sí al Señor. Un profundo y sincero agradecimiento con Dios y con la Compañía, enraizado en su experiencia de fe y como religioso, así como una honda conversión en sentido cristiano, se encuentran en el fundamento de su manera de comprender el sacerdocio al servicio de la Iglesia de Cristo en la Compañía.

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JEFFERSON CHAVERRA PAZ, SJ Diácono

Fue ordenado Diácono por Mons. Luis José Rueda Aparicio el 16 de noviembre de 2020 en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá. Es originario de Quibdó (Chocó), donde nació el 9 de septiembre de 1982. Es hijo de Roberto Chaverra G. y Damiana del Carmen Paz C. Tiene tres hermanos: Haidyth, Roberto y Andrés Felipe. Ingresó a la Compañía el 17 de enero de 2009. Su Juniorado tuvo lugar en Bogotá del 2011 al 2012, después tuvo una experiencia apostólica en el CINEP. Actualmente colabora pastoralmente en la Parroquia Santa Rita de Cartagena.

OMAR FREDY PABÓN SÁNCHEZ, SJ Diácono

Fue ordenado Diácono por Mons. Luis José Rueda Aparicio el 27 de noviembre de 2020 en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá. Nació en Charta (Santander) el 16 de octubre de 1988, en el hogar de don Eustacio Pabón y doña Isabel Sánchez, quienes tienen tres hijos más: John Alexander, Adriana Marcela y Wilmer. Ingresó a la Compañía el 8 de enero de 2010. Siguió estudios de Humanidades, Filosofía y Teología en la Javeriana. Recientemente fue destinado a colaborar en la Parroquia Nuestra Señora de La Macarena en el Meta.

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Le preguntamos a los ordenandos a qué se sienten llamados con su nuevo ministerio en medio de esta pandemia y del contexto social mundial. Conoce sus respuestas. Siento el llamado de físicamente encontrarme con la gente de la manera que ellos necesitan, siempre promoviendo la bioseguridad adecuada. Y, me siento llamado también a buscar nuevas maneras de fomentar conexión y solidaridad, incluso a través de la tecnología.

BRAD MILLS, S.J. Diácono

Esta pandemia ha revelado las grandes necesidades del mundo actual. La brecha escandalosa de nivel socioeconómico en tantos países ha crecido aún más, y ha dejado a los más necesitados aún más vulnerables, muchos sin trabajo. También, nos estamos dando cuenta de que la tecnología no basta para llenar nuestros anhelos más profundos para conexión y comunidad.

JORGE LUIS CERVANTES BLANCO, SJ

Yo me siento llamado a acercarme a las personas más afectadas por estos fenómenos: los migrantes, los desempleados, los jóvenes buscando esperanza para su futuro, y personas solas o aisladas que carecen de un sentido de conexión. Siento el llamado de vivir el evangelio en estos contextos, de ser parte de la revelación de Dios que busca siempre crear nuevos horizontes de justicia y comunidad.

La pandemia llegó con tal fuerza que generó en el contexto global un clima de incertidumbre. La coyuntura social del 2020 enfatizó aún más la dinámica egoísta del ser humano, eso a lo que el papa Francisco llama “cultura del descarte”. Ante ello, me ronda la siguiente pregunta: ¿cuál es el sentido de los ministerios que la Iglesia me ha encomendado?

Ahora no es un tiempo para parar nuestro trabajo pastoral, esperando el final de una pandemia que puede durar mucho tiempo más. Es un tiempo de laborar con creatividad en favor de los más necesitados, sin paralizarnos por miedo. Enero 2021

Diácono

San Pablo recuerda la importancia de gloriarnos hasta en las tribulaciones porque “engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” 103


(Rm 5, 3-5). En estos tiempos volátiles, siento la profunda invitación del Espíritu de trasmitir, a través del ministerio, esperanza al pueblo de Dios, esa que radica en el encuentro con el otro, en el cruce de miradas que nos devela el anhelo profundo por construir juntos una humanidad justa y fraterna. Me siento invitado a seguir construyendo en compañía del pueblo de Dios caminos de esperanza, fraternidad y justicia en este contexto marcado por el dolor y la incertidumbre, pues, aunque parezca una utopía ingenua, renunciar a esto sería abandonar el consuelo que otorga el Resucitado en medio de la aflicción.

dos cotidianos. Así también, las consecuencias de este tiempo se transparentan al recorrer los barrios y visitar las casas de los más humildes. Ancianos cansados y tristes, jóvenes desesperanzados, niños necesitados de contención y afecto, familias preocupadas por el futuro de los suyos. Ante este contexto, me siento invitado a seguir saliendo al encuentro para escuchar, acompañar, ayudar a sanar heridas y buscar creativos nuevos caminos junto a los más vulnerables. Desde allí, voy descubriendo que el ministerio del servicio, por medio del diaconado, es un don y una tarea que puede hacer mucho bien en medio del Pueblo de Dios. Pues, en definitiva, es ese Pueblo quien nos va haciendo ministros, va jalonando nuestro servicio y nos va haciendo caer en la cuenta del gratuito amor que Dios nos ha comunicado y confiado.

OSCAR FREITES, SJ

Diácono

La pandemia ha dejado (y está dejando) muchas heridas. Muerte de familiares y personas queridas; inestabilidad económica y pérdida de fuentes de ingresos; miedo, incertidumbre y depresión tras largos períodos de aislamiento. Desde inicios de enero, me encuentro viviendo en el norte de mi país, en la ciudad de Resistencia, provincia de Chaco, Argentina. Aquí, los efectos de la pandemia se hacen evidentes a la puerta de nuestra parroquia donde cada día llegan más personas en búsqueda de ayuda. El almuerzo del día, alimentos y ropa, orientación para conseguir un empleo, buscar a alguien que escuche y consuele, son pedi104

ROBERTO ANTONIO LÓPEZ AMAYA, SJ Diácono

A servir en la nueva normalidad que vivimos, con creatividad apostólica, alegría, esperanza, cuidado por todos y en camino con Jesús.

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ANDRÉS HERNÁNDEZ CARO, SJ - Presbítero En esta historia en la que vivimos, marcada por el miedo y la incertidumbre, me siento particularmente llamado a acompañar, a escuchar mucho. El costo de estas dos situaciones es la desesperanza, de la cual se sigue, a veces, un gran desinterés por la vida. ¡Todo un desafío! La pandemia, especialmente “el encierro”, nos ha expuesto a realidades (como la fragilidad, la impotencia, la enfermedad, la muerte, el desespero, la duda, la frustración, la soledad) que antes podíamos disimular, ignorar, dilatar o aliviar con una cierta gama de recursos. La realidad, sin embargo, es que tenemos que acoger estas realidades, a veces a sorbos grandes, en medio de las limitaciones de la pandemia, afrontando el deseo de huir o negar la realidad. Acompañar es acoger, ayudar a acoger estas realidades para redescubrir la propia humanidad y la de todos los hombres que caminamos en este tiempo, sin los cuales, como dice Francisco, podremos salir adelante, juntos. Aprendo mucho también de mi humanidad escuchando (¡porque también siento miedo e incertidumbre!), por lo que creo que la llamada también es “dejarme hacer” desde la humanidad que comparto con los que cruzo por mi camino… y descubrir entonces que el ministerio que he recibido es una consagración al Señor y a su Pueblo, pero que no es posible sin experimentar la humanidad que compartimos.

ANDRÉS ROSADO DUQUE, SJ - Presbítero El 23 de noviembre de 2019, tuvo lugar mi ordenación diaconal en medio de las más estrictas medidas de seguridad debido a los problemas de orden público que afrontaba la capital de nuestro violento país. Desde allí, en mi oración siempre está presente que el sacerdocio en buena medida implica morir a nuestros propios quereres y entenderes. Se trata de un bello sacrificio en el cual se puede vislumbrar con absoluta Enero 2021

claridad, que la primacía de Dios es la que reina en nuestra vida, incluso más allá de nuestras propias limitaciones e incoherencias. Prueba de ello, es que un año más tarde, en medio de una cruel pandemia, fue mi ordenación presbiteral, esta vez, en medio de las más estrictas medidas de bioseguridad, de difíciles decisiones y absurdos confinamientos. Todo ello, para confirmar que Dios en su infinita misericordia, aún sigue llamando a pesar de la precariedad humana, un Evangelio encarnado también en las situaciones límite, un llamado a servir y amar, en medio del dolor. La posibilidad de contemplar cara a cara el rostro del sufrimiento, que no ha dejado de clamar en el desierto por una humanidad a imagen de Dios.

WILLIAM ANDRÉS DÍAZ SÁNCHEZ, SJ - Presbítero Yo me siento más que nunca en las manos de Dios”, fueron las memorables palabras del P. Arrupe al finalizar su servicio como General de la Compañía; y son justamente las palabras que saboreo internamente cuando contemplo el tiempo reciente de ministerio ordenado entre rostros, encuentros y aprendizajes que van forjando mi corazón sacerdotal. Me siento profundamente agradecido con Aquel que me llamó a la existencia y me abraza en deseos de seguirle más de cerca, consolado con su trato misericordioso, y desafiado a construir el sueño de Dios en medio de esta realidad que se impone y nos apremia a dar razón de nuestra esperanza. Creo que este ministerio ordenado encuentra su sentido en la medida en que se conjugue con el modo en que Dios apuesta por la vida y la reconciliación, en la medida en que ame auténticamente esta fe en la que creo y asuma las consecuencias de ser hijo de esta Iglesia santa y pecadora; en la medida en que viva con alegría y creatividad mi vocación como compañero de Jesús, en las apuestas y posibilidades que juntos construimos. Finalmente, deseo que este don del 105


sacerdocio pueda iluminar las alegrías y las esperanzas, las angustias y las tristezas de quienes buscan el rostro del Señor con sincero corazón, especialmente de tantos jóvenes que se sienten llamados a jugarse la vida por la Vida.

OMAR FREDY PABÓN SÁNCHEZ, SJ - Presbítero El señor arzobispo de Bogotá, en el marco de la ordenación diaconal, insistió cómo el orden del diaconado es una disposición permanente en la vida del ministro ordenado, esta insistencia la comprendí como el no perder de vista este horizonte de servicio al modo del maestro. La consolación que he sentido durante este tiempo ha sido fruto de la confirmación del llamado del Señor a seguirlo en esta Compañía, sentirme unido a su misión reconciliadora en el acompañamiento espiritual personal y comunitario que se cultivó durante este tiempo en la misión de acompañar, servir y defender del servicio jesuita a refugiados en el contexto latinoamericano, misión que se decanta, en discernimiento, en las apuestas por la reconciliación con las fuentes de vida, experiencias profundas de sentido (Dios), la reconciliación preventiva en la apuesta por la sostenibilidad de la paz desde las nuevas generaciones, la lucha en justicia por la vida digna especialmente de quienes son vulnerados en sus derechos y la sintonía en armonía con esta casa grande común que habitamos. Por supuesto, detrás del decantar esta misión reconciliadora, está el rostro de muchas personas que llevo en el corazón, que me han introducido en la misión, que me hacen sentir equipo, comunidad y parte de este tiempo propicio para vivir el Evangelio. Ahora viene un tiempo de decantar más directamente en contexto estas mociones de Dios dadas a la Compañía, ver cómo han venido resonando en un contexto determinado, La Macarena, Meta, y unirme en servicio, junto a otros compañeros y compañeras, en lo que sentimos que Dios está trabajando en la construcción de su Reino.

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Encuentro Vocacional Arrupe 2020 Equipo Vocaciones Jesuitas Colombia

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“¿Qué nos separará del amor de Cristo?” (8,35), escribe San Pablo en la epístola a los Romanos, animándolos a no desfallecer ante las condiciones hostiles que les retaban en el seguimiento de Jesucristo. Desde la Misión vocacional también nos hemos sentimos desafiados, ya no por la persecución de un imperio, esta vez por un enemigo silencioso, en forma de pandemia, que exige de nuestra parte un sumo cuidado del cuerpo y del espíritu, responsabilidad con la propia vida y con la vida de los otros (particularmente de los más frágiles), creciente lucidez a la hora de reinventar los modos de llevar adelante la misión, y sobre todo confianza en que el mismo Señor sabrá inspirar nuestros pasos. Es así como decidimos realizar de manera presencial el Encuentro Arrupe 2020, del 5 al 23 de diciembre en la Finca San José de la Esperanza. Atendiendo a los protocolos requeridos en este tiempo, 24 aspirantes provenientes de las varias regiones de Colombia tuvieron la oportunidad de vivir un tiempo de conocimiento mutuo y del “modo nuestro de proceder”, así mismo, un tiempo de profunda oración en clima de Ejercicios Espirituales. Cabe destacar que la mayoría de estos jóvenes han participado de las varias experiencias que la Misión Vocacional ofreció a lo largo del 2020, particularmente, de la experiencia Manresa On-line, propuesta de acompañamiento remoto y continuado.

[...] la ocasión para examinar con finura las motivaciones en dirección a la vida consagrada. Sin duda, se trató de un tiempo propicio para afianzar la amistad con el Señor y al interior del grupo; al tiempo, la ocasión para examinar con finura las motivaciones en dirección a la vida consagrada. En palabras de Sebastián Aguado, “Le experiencia del Encuentro Arrupe me permitió reconocer la voz de Dios en un susurro simple. A Dios no lo hallé en la riqueza del dinero ni en la vanagloria de los sucesos; lo hallé cuando reconocí mi fragilidad y de mi necesidad de Él (…) esta experiencia, ha sido esencial para fortalecer, con la sapiencia del Espíritu Santo, el llamado de seguir un nuevo camino bajo la bandera de nuestro Señor Jesucristo”. Por su parte, Andrés Felipe Acosta afirma que el Encuentro Arrupe le permitió “reconocer al Dios vivo que toca a la puerta constantemente y que, en muchas ocasiones, pasa desapercibido por nuestras preocupaciones, nuestras falsas seguridades y ataduras que enceguecen el caminar del buen espíritu”, además de ayudarle a fortalecer el encuentro personal, comunitario y trascendental. En el Encuentro Arrupe nos acompañaron los padres Hermann Rodríguez y Gerardo Villota, nos compartieron su testimonio vocacional y nos ofrecieron valiosas pinceladas sobre la vivencia de la vocación en la Compañía, los desafíos y oportunidades de nuestra misión hoy. Por su parte, el P. Juan Manuel Chocano (PER), nos ofreció una mirada panorámica de la presencia de la Compañía en América latina, centrando su reflexión en el influjo cultural, educativo y religioso que se ha ejercido desde entonces. Destacamos el valioso apoyo durante toda la experiencia de los escolares de la Casa de Formación Santiago Ocampo, Johnny Torres, Augusto Quintero y Óscar Duarte. Damos gracias al Señor porque nos sentimos, más que nunca, en sus manos; porque nos inspira modos nuevos de llevar adelante esta misión. Agradecemos también las oraciones que ustedes elevaron para que este encuentro aconteciera del mejor modo. Encomendamos en manos de Dios este año 2021, nuestros esfuerzos y deseos de servirle con mayor generosidad. 108

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Mi Belén en la Sierra Tarahumara Diego Peláez Londoño S.J. Filosofado Regional Guadalajara, Jalisco

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no de los tantos regalos que he recibido en este tiempo de Filosofía en México, por parte de Dios y la Compañía, ha sido el poder tener un apostolado con el mundo indígena. Trabajar en el Equipo de Apoyo a Migrantes Indígenas y poder tejer una relación con diferentes pueblos originarios me ha dado una sensibilidad distinta para concebir la vida pastoral, mi vocación, y mi principio y fundamento. Quiero compartirles mi experiencia de Navidad con el pueblo rarámuri, ubicado en la Sierra Tarahumara en el estado de Chihuahua, donde he vivido mis experiencias de misión en los meses de diciembre del 2019 y 2020. Este compartir tiene sus limitaciones, ya que la cosmovisión de esta comunidad es muy amplia y compleja de entender y haría falta estar de lleno para poder comprenderla; sin embargo, es vivo y profundo. Para la gran mayoría de las personas que vivimos los Ejercicios espirituales de San Ignacio, uno de los momentos más significativos es la contemplación del nacimiento [110]. Ignacio apela a todos nuestros sentidos para ejercitarnos en el sentir y gustar y así conocer y amar a este Jesús apasionante. Los primeros puntos nos plantean ver con la vista imaginativa el camino de Nazaret a Belén y así comienza mi viaje, sobre el camino que recorría de Samachiki a La Gavilana (mi lugar de misión), imaginando a la Virgen casi de nueve meses en medio de la Sierra, una caminata de más de cinco horas por un bosque espeso de pinos y encinos, unos aguajes de color azul cristalino y una tierra árida, rocosa, y llena de barrancos imponentes y extenuantes. Llegué a la Gavilana al atardecer, ya todos estaban en sus casas, y conocí a Goyo Kímari, uno de los fiesteros encargados de la celebración de Navidad. Goyo me dio la bienvenida, a mi y a mis compañeros misioneros, y nos invitó a la fiesta. Esa primera noche descansamos y al día siguiente salimos a visitar algunas casas. Es poco lo que se puede visitar, puesto que el pueblo 112

rarámuri vive disperso y no hay una concepción de aldea o pueblo tradicional como se concibió en las reducciones del Paraguay. Los rarámuris siempre se resistieron a juntarse, y, por tanto, el reunirse en el templo los domingos para el rezo o para las fiestas, se vuelve un acontecimiento central. Durante la primera mañana visitamos a Chinto y su esposa, ellos nos brindaron un desayuno con tortillas recién hechas y café caliente que acompañamos con el paisaje alucinante de las barrancas de la Sierra que se veían desde su casa, ubicada en la cima de un cerro. El rarámuri es de pocas palabras, así que la visita se trata simplemente de estar y de compartir lo que se tiene; teniendo poco te ofrecen todo. Luego pasamos a la casa de Belacio, otro fiestero, que además es chapeioco (1). Este rarámuri es bastante especial, es muy conversador y bromista, tiene una voz aguda y siempre se le ve muy feliz, sería él el anfitrión de la celebración. Cuando llegamos a su casa había gran revuelo: Refugia, su esposa, estaba muy atareada con los preparativos de la fiesta, ella, junto a las otras mujeres se estaban encargando de preparar el tesgüino (2). Mientras conversábamos fui observando como preparaban todo el espacio para celebrar el Yúmari, así llaman al ritual: se ubican tres cruces frente a una mesa y otra, que representa al de abajo, es decir, al malo, se ubica detrás para que este no cause estragos. Resulta curioso que se le haga partícipe de la comunidad y de la fiesta. La velada comenzó y uno de los momentos más especiales fue el ofrecimiento de una chiva a Onoruáme, el que es Padre y Madre, “Él nos la ha dado y a Él se la devolvemos en agradecimiento por todo” me dijeron. Valencio, un hombre muy trabajador, humilde y desde su sencillez fue el encargado de desangrar la chiva, yo le ayudaba a sostener las patas de la chiva mientras observaba su cara de reverencia y respeto por aquel momento tan ritual y significativo. Mientras tanto, Julio, otro chapeioco, Noticias de Provincia


iba purificando el espacio con un copal de un olor que jamás olvidará mi cuerpo: pasó rodeándonos a cada uno, posteriormente ofreció a los cuatro puntos cardinales un poco del tesgüino que se iba cociendo y luego lo repartió entre los que estábamos allí. Seguido de esto, se ofreció la sangre de la chiva y se inició la preparación del tónari (3). Como todas las fiestas rarámuris, esta continuó en la noche, a la par con mi contemplación del nacimiento. Cargado de imágenes, sabores y olores veía a María y a José en cada mujer y hombre rarámuri, observaba lo que hablaban, lo que hacían y, disponiéndome para dejarme llevar, me vestí de matachín (4) para la danza, que es el rito central en la liturgia de los rarámuris. El traje litúrgico de los danzantes, la música, las evoluciones del baile y, en general, todos los elementos de esta fiesta, reflejan la síntesis cultural entre el mundo americano y el europeo.

[...] observaba lo que hablaban, lo que hacían y, disponiéndome para dejarme llevar, me vestí de matachín para la danza [...] La noche estaba vestida de colores, la alegría inundaba el corazón, después de doce piezas de un solitario, pero alegre violín se elevaba un rezo y se compartía el nawésare (5). Así fui pasando mi noche de Navidad, bailando y agradeciendo junto a los rarámuris que onorúame se hacía un rarámuri más, que quería vivir entre nosotros. La consolación que trae este Jesús con su venida la podía sentir al contemplar e imaginar su Enero 2021

nacimiento en una de estas sencillas casas de barro, a la luz de la leña, visitado y acompañado por estos pastores vestidos de matachín que querían ofrendarle su danza. En medio de la incertidumbre, de un año tan complejo para tantas personas, podía sentir como en la madrugada, la luz no se apagaba, pues en este rincón del mundo había hombres y mujeres llamados a adorar al niño. Eran los últimos de nuestra sociedad los que tuvieron la dicha de verlo primero, de acogerlo y vivirlo. Al final de la noche, ya a la espera del amanecer, la generosidad y todo lo que la palabra comunidad puede significar la puedo resumir en el momento de la repartición del tónari: es el momento más eucarístico. El caldo junto a las tortillas es la acción de gracias que te dan por asistir a la fiesta, por acompañarlos, por venir desde lejos y danzar. Allí, en medio de los rostros iluminados por la luz de la fogata, el niñito de María y José nacía en este sencillo, pero sentido compartir.

(1) Cargo comunitario que tiene la función de preparar y animar la fiesta, es quien hace la invitación para danzar. (2) Bebida fermentada tradicional de maíz para la fiesta. (3) Caldo de chiva o res que se ofrece en la fiesta a toda la comunidad. (4) Persona que baila con capas de tela vistosa, coronas de espejos y listones con música de violín y guitarra, con ritmos alegres. (5) Consejo que da el gobernador a toda la comunidad.

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Campamento misión Chachagüí Rafael Hernández, SJ, Juan Nicolás Murcia, SJ y Andrés Nicolás Díaz Sierra, SJ Colegio San francisco Javier Pasto (diciembre 2020)

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ntes que nada, me gustaría agradecerle al padre rector del colegio San Francisco Javier de Pasto, Diego Giraldo, SJ, por la invitación que nos hizo a algunos jesuitas para ir a apoyar el campamento misión de dicha obra de la Compañía de Jesús. Así pues, me gustaría empezar por resaltar la valentía y responsabilidad con la que el colegio San Francisco Javier asumió la tarea de llevar a cabo el campamento misión, en medio de las circunstancias de pandemia que nos envuelven. Esta labor incluyó varios meses de planeación tanto del campamento encabezado por el Hermano Rafael Hernández, SJ, como de las medidas de bioseguridad con miras a evitar que el virus afectara a los participantes. En este sentido, el colegio dispuso de insumos médicos para proteger a los misioneros tales como tapabocas, termómetros, pulso-oxímetros etc. Igualmente permitió la asistencia de una enfermera, para que estuviera monitoreando los signos vitales y el estado

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de salud de los mismos. También se limitó el radio de acción de la misión puesto que en anteriores años se visitaban diversas veredas, pero en este caso se limitó a una sola vereda (Mata Redonda), lo que significó que el cúmulo de actividades se desarrollasen en la misma finca Villa Loyola. Contar con este enorme espacio fue un privilegio porque permitió disponer de diversos lugares para desempeñar los eventos propuestos en la malla curricular, supliendo de cierta forma la actividad de itinerancia y movilidad que atañe a cualquier misión vivida con anterioridad. El campamento propuso espacios muy puntuales para fomentar la vida espiritual en los jóvenes. Iniciando el día se llevaba a cabo el Diario Espiritual, momento para encomendar la jornada a Dios, orar y recordar aquello que más había quedado resonando del día anterior. Asimismo, en la noche se realizaba la Pausa Ignaciana, que servía para ver el paso concreto de Dios por la vida de cada participante. Otros momentos de recogimiento fueron las Eucaristías, liturgias de la palabra, noche Taizé, entre otros. Todo lo anterior recordó a los misioneros la importancia en la misión y la vida misma, de un encuentro intimo con Jesús, quien, en últimas, fue el que impulsó al patrono del Colegio, San Francisco Javier, a recorrer varias partes del mundo anunciando la buena nueva del Reino de Dios. Los misioneros javerianos tuvieron la oportunidad de entrar en contacto con las comunidades de la vereda de Mata Redonda en dos momentos puntuales. Uno cuando algunos miembros de la comunidad visitaban Guaduales (Parte alta de la finca Villa Loyola). Allí los misioneros compartieron con los niños y jóvenes a través de juegos y posteriormente en la celebración de la novena junto a la Eucaristía. El otro momento puntual fue cuando se llevó a cabo una caminata por una parte de la vereda, cuyo objetivo fue conocer la zona y compartir con algunos de sus habitantes. En ese orden de ideas, la caminata les ayudó a los participantes a relacionarse directamente con el campo y en consecuencia con los campesinos. Adicionalmente los jóvenes pudieron estar presentes, aprender e incluso colaborar en todo el proceso de sembrado y producción de café; estos espacios permitieron que los misioneros valoraran el campo, lo cuidaran y se preocuparan por él y por quienes trabajan allí, máxime cuando hoy en día, el trabajo del campesino no se tiene bien remunerado, o no se presentan las suficientes garantías o apoyo para ellos. No obstante, los javerianos pudieron ver la importancia del campo en la medida en que se constituye como la fuente principal de alimentación para los nariñenses y en general para toda la nación colombiana.

Las actividades grupales les sirvieron a los jóvenes para recordar la importancia del trabajo en red [...] Trabajar en grupo no es una tarea fácil y menos si tenemos en cuenta lo distinto que es cada joven. A pesar de ello, el campamento tuvo actividades grupales desde el primer momento, con la conformación de los diversos equipos de misioneros. Las actividades grupales les sirvieron a los jóvenes para recordar la importancia del trabajo en red, en donde todos ponían sus cualidades y destrezas para sortear los diversos retos que el mismo programa misional les iba proponiendo; como era de esperarEnero 2021

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se, también surgieron algunas diferencias de opinión, pero estas, sirvieron para aprender a entablar diálogos respetuosos buscando siempre llegar a puntos en común que los unieran, en pro de la consecución de la actividad que tenían por realizar. Este trabajo cooperativo de los misioneros sirvió para reafirmar en unos y descubrir en otros el espíritu de liderazgo que habita en ellos. Solo en circunstancias puntuales y trabajando con un equipo humano se aprende a ser líder; y no se hace desde la imposición sino desde el diálogo, el respeto y la participación. Elementos que se pudieron evidenciar en todo el grupo de participantes. El campamento presentó diversas dinámicas en las que los misioneros apelaron a su creatividad tales como la participación en juegos, dramatizar algunas escenas de la realidad, el ingeniárselas para vender productos sacados de la inventiva, crear y unificar diversas historias fantasiosas entre otras. Finalmente, considero que fue un acierto la realización del campamento misión porque permitió a los javerianos desarrollar diferentes destrezas para su formación integral, tales como la vida espiritual, el trabajo en grupo, el liderazgo, el trabajo con comunidades campesinas y la creatividad e innovación. Damos gracias a Dios por todas aquellas personas que permitieron el correcto desarrollo de este campamento y les seguimos animando para que se siga realizando con la responsabilidad y diligencia que se tuvo a pesar del momento de calamidad doméstica por el que pasamos.

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Construcción de paz: una tarea de la niñez y la juventud María Camila Pabón López Comunicaciones Servicio Jesuita a Refugiados Colombia Egresada del Colegio Mayor de San Bartolomé

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n el marco del proyecto “Tejedores de Vida – Una apuesta de educación para la paz y la reconciliación desde las nuevas generaciones” el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), junto con las organizaciones aliadas Colectivo Proterra y ACODESI han venido desarrollando un proceso de contribución a los espacios de consolidación de culturas de paz y reconciliación a través de una apuesta por la educación transformadora dirigida a las nuevas generaciones. Lo anterior tiene como objetivo que desde las diversas comunidades educativas se propongan escenarios de identificación de problemáticas en los entornos en los que se desenvuelven la niñez y la juventud. En ese sentido, el papel del JRS Colombia ha sido hacer un acompañamiento en distintos colegios a nivel nacional para propiciar escenarios de transformación en los que los niños, niñas y adolescentes no solamente toman consciencia de las problemáticas a las que se enfrentan, sino que construyen agendas de paz para proponer soluciones concretas y transformar sus realidades. La construcción de paz y los escenarios de reconciliación que se dan desde las nuevas generaciones son un semillero de ideas que pueden aportar a reconstruir el tejido social desde el ámbito local, para contribuir a escenarios de reconciliación en el ámbito nacional. Un claro ejemplo de este trabajo por parte de la niñez y la juventud es la construcción de agendas de paz que realizaron niños, niñas y adolescentes de distintas partes del país, en un trabajo conjunto con la Red JRS Colegios y en el marco del proyecto Tejedores de Vida. Los niños, niñas y jóvenes de lugares como Bogotá, Suacha, Barranquilla, Medellín, Pasto, Cali y Buenaventura realizaron un trabajo de identificación de problemáticas desde los ámbitos comunitario, político y educativo, con el fin de dar soluciones viables y convertirse en agentes de paz. Esto es un llamado a la sociedad civil para que se reconozca el papel de las nuevas generaciones en la construc-

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ción de tejido social y escenarios de reconciliación en el contexto nacional marcado por la firma de los acuerdos de paz y la educación con procesos escolares en tiempos de pandemia.

Esto es un llamado a la sociedad civil para que se reconozca el papel de las nuevas generaciones en la construcción de tejido social. Durante el trabajo realizado, los niños, niñas y jóvenes tuvieron el objetivo de transformar las realidades que les rodean, a través de la identificación de actores claves en las problemáticas que enfrentan. Mostraron su interés de trabajar para promover espacios de intercambios de experiencias, y así evitar la falta de reconocimiento entre individuos y comunidades, lo cual genera bullying y ciberbullying. Asimismo, desde la niñez y la juventud existe una preocupación generalizada por la falta de conciencia ambiental y de apropiación colectiva de espacios comunitarios, lo cual tiene como consecuencia la contaminación de la tierra y fuentes hídricas, por esta razón proponen a actores claves de sus comunidades como las juntas de acción comunal, profesores y profesoras, padres y madres de familia realizar mingas comunitarias de limpieza y recorridos ambientales para que desde la experiencia se genere apropiación y sentido de pertenencia en las comunidades a las que pertenecen. Además, durante el IX Encuentro de la Red JRS Colegios, los niños, niñas y adolescentes tuvieron la oportunidad de reconocerse y de dialogar los puntos en común en los que se identifican con sus compañeras y compañeros, para estar de acuerdo en que no quieren vivir en una sociedad donde sus derechos sean vulnerados y tengan que enfrentar escenarios de violencia propiciados por las mismas comunidades y por actores del conflicto armado, el cual sigue estando muy presente en diversas zonas rurales del país.

[...] no quieren vivir en una sociedad donde sus derechos sean vulnerados y tengan que enfrentar escenarios de violencia La principal invitación desde las nuevas generaciones es reconstruir el tejido social para subsanar las rupturas que generan las problemáticas a las que se enfrentan sus comunidades. Con acciones de prevención, protección y atención, la niñez y la juventud proponen implementar una educación con enfoque de derecho a la participación, para mostrar y demostrar que la perspectiva de los niños, niñas y adolescentes debe ser tenida en cuenta para prevenir violencias desde las comunidades y, de esta manera, contribuir con la construcción de paz en todo el territorio nacional.

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Un espacio para soñar juntos nuestra misión. Un sábado al mes de 11:00 a.m. a 12:30 p.m.

Inauguración Sábado 13 de febrero de 2021

Pandemia y Coronavirus:

aprendizajes de una tragedia en curso Ponente Carlos Gómez Restrepo, MD, decano de la Facultad de Medicina - PUJ. Comentaristas Mary Bermúdez Gómez, MD, profesora de la Facultad de Medicina - PUJ. Jorge Julio Mejía Mejía, SJ, Escuela de Paz del CINEP/PPP. Moderador Hermann Rodríguez Osorio, SJ, provincial de Colombia.

En vivo por Jesuitas Colombia Enero 2021

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