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Las Santas Marías

Ya se palpa la muerte en San Esteban, y el perfume del incienso nos invade. Quedó ya sola en la vida La Señora, María Salomé y María Magdalena, van con ella. En sus rictus de dolor se ve la pena Los banceros las elevan y recorren la Cuenca luctuosa.

Hay duelo y silencio en nuestras calles. Ya se oyen las carracas de la muerte y el corazón se encoge cuando pasan, derramando lágrimas de culpa. Esa Madre destrozada y abatida llega al sepulcro…… ¡está vacío!, a un lado ve la piedra recorrida. Hierve el pecho de la Madre y torna la tristeza en alegría, buscando al Hijo que no encuentra.

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Isabel Castellanos

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