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Ecce Homo de San Gil
Los brazos en cruz fijan la frontera entre el sudor y el martirio, entre tu sangre y mi pena, mirando a ese cielo, rogando respuestas.
Tu rostro presagia la muerte cierta, los labios sin sangre, la boca lamenta/se hiela del cuerpo invisible crece la certeza de la ira del hombre que en la tarde te espera.
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Cúbrete de súplica, de color martirio, del dolor oscuro que tu gesto muestra, prosigue tu paso por la calle abierta, a hombros de hombres veinte almas se aprietan Y dos te protegen del furor de voces y de las humanas miserias.
Julio Albendea Orbís