Echinocereus schmollii,
UN SÍMBOLO CADEREYTENSE QUE SE NIEGA A DESAPARECER
Aranda-Pineda, J. A.1, Maruri Aguilar, B.1*, Sánchez Martínez, E.1. 1 Jardín Botánico Regional de Cadereyta “Ing. Manuel González de Cosío”. Camino a Antigua Hacienda de Tovares S/N. Ejido “Las Fuentes y Pueblo Nuevo”. Cadereyta de Montes, Querétaro 76500, México. *Autor de Correspondencia: bmaruri@concyteq.edu.mx
RESUMEN
Echinocereus schmollii (Weing.) N.P. Taylor es una especie de cactácea endémica y amenazada de la parte meridional del Desierto Chihuahuense. Se presenta una revisión del estado de conocimiento de la especie, desde su descubrimiento hasta la actualidad. E. schmollii enfrenta varias amenazas que la podrían llevar a la extinción en el medio silvestre, y carece de una actualización sobre el estado de conservación de sus poblaciones. Se recomienda, como parte de las estrategias de conservación, retomar la designación que ostenta como flor emblemática del municipio de Cadereyta de Montes, Querétaro, para el desarrollo de estrategias que involucren a la sociedad en general en su protección
INTRODUCCIÓN
Era la mañana del sábado 5 de junio de 1999 y los miembros del cabildo de Cadereyta de Montes, Querétaro, comenzaban a reunirse. La sesión comenzó como cualquier otra, discutiendo los temas comunes para una reunión de esta naturaleza, hasta que llegaron al quinto punto de la orden del día. En este surgió una nueva iniciativa: considerando su belleza y carácter endémico, se proponía declarar como flor emblemática y representativa para el municipio a Wilcoxia schmollii (Weing.) F.M. Knuth), especie que más tarde se denominaría Echinocereus schmollii (Weing.) N.P. Taylor. Los asistentes comenzaron la discusión preguntándose ¿Qué era esta especie y por qué había que darle tal nombramiento? ¿Realmente era tan valiosa como para representar la flora cadereytense?
Conociendo a la cola de borrego
En la vasta extensión del Desierto Chihuahuense se pueden encontrar una gran diversidad de cactáceas casi de todo tipo, como nopales (Opuntia spp.), biznagas (e.g. Mammillaria spp. y Echinocactus spp.) y órganos (e.g. Lophocereus marginatus (DC.) S.Arias & Terrazas). Dentro de esta variedad de formas, destaca un grupo muy diverso. En México son comúnmente llamados “alicoches” y pertenecen al género Echinocereus (Hernández y Gómez-Hinostrosa, 2005). Estas especies de cactáceas son fáciles de identificar, con tallos cilíndricos que se ramifican desde la base formando numerosas agregaciones. Sus costillas bien marcadas presentan areolas con espinas muy largas y delgadas, y producen flores diurnas muy vistosas de color amarillo, rojo o magenta (Weniger, 1969; Taylor, 1985; Bravo-Hollis y Sánchez Mejorada, 1991; Anderson, 2001). El nombre de este género fue designado por el botánico alemán George Engelmann en 1848, a partir de la raíz griega ἐχῖνος (equinos) que significa “erizo”, y de la raíz latina cereus que significa “vela” o “cirio”, en referencia a sus tallos cilíndricos (como velas) muy espinosos (como los erizos), razón por la cual en inglés se les denomina “hedgehog cactus” = cacto erizo (Weniger, 1969).
Sin embargo, como casi todo en el mundo de la botánica, hay excepciones a la regla. En la parte meridional
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del Desierto Chihuahuense, en el centro del estado de Querétaro y específicamente en el municipio de Cadereyta de Montes, se encuentra creciendo entre el matorral micrófilo una especie que pasa desapercibida al ojo no entrenado (Fig. 1A), pero que muestra su esplendor con su bella floración durante unos días al año, a inicios de la primavera (Fig. 1B y 2). Esta especie es Echinocereus schmollii, una planta que debido a la forma y color de sus tallos se oculta entre las ramas de los arbustos debajo de los que suele crecer. Comúnmente se le conoce como “organito” o “cola de borrego”. La “cola de borrego” difiere, en gran medida, de la forma típica del resto de las especies del género Echinocereus: sus tallos son cilíndricos, muy alargados, de color verde con pequeñas areolas que portan espinas largas que parecen cerdas o pelos y dan el aspecto de que el tallo está cubierto por lana suave, razón por la cual también es llamada “viejito” (Bravo-Hollis y Sánchez Mejorada, 1991; Anderson, 2001; Scheinvar, 2004). Las flores de E. schmollii son muy vistosas, de color rosa-magenta. Poseen un estigma de color verde intenso, y surgen de la parte superior de las areolas, rompiendo la epidermis a medida que crecen los botones (Fig. 1 y 2). Comparte estas características con otras especies de Echinocereus, a pesar de que la morfología del tallo puede ser diferente (Anderson, 2001; Scheinvar, 2004, Sánchez et. al., 2014).
Por mucho tiempo existió una discusión acerca de la clasificación de la “cola de borrego”. Era evidente que era una cactácea, pues portaba en su tallo aréolas de donde surgen estructuras como espinas, tallos y raíces. Sin embargo, no quedaba suficientemente claro en cuál género era correcto para clasificarla a partir de su anatomía y morfología. El primero en describirla y clasificarla fue el botánico alemán Wilhem Wiengart en 1931. Desde México le fueron enviados fragmentos de plantas junto con una fotografía de la planta en cultivo, la cual se alejaba de la forma típica que exhiben los ejemplares en vida silvestre, factores que dificultaron su descripción completa (Fig. 3). En principio, Weingart nombró a la planta Cereus schmollii (Weing.). Con el epíteto específico honró a Ferdinand Schmoll, paisajista alemán y coleccionista de plantas

Figura 1. Echinocereus schmollii creciendo en su hábitat. A) Individuo no reproductivo. B) Ejemplar mostrando una flor abierta color rosa que contrasta con su entorno, y dos botones florales. (Fotografías: A. Carlos Lim en Naturalista https://mexico.inaturalist.org/observations/62423850 y B. Archivo del Jardín Botánico Regional de Cadereyta).
suculentas que residió muchos años en Cadereyta de Montes, y que fue quien le proporcionó el material para la descripción. Unos años más tarde, Frederik Marcus Knuth, quien fuera un botánico danés, clasificó a la planta bajo el género Wilcoxia, que agrupaba varias especies de tallos alargados y raíces tuberosas, características que concordaban muy bien con las de la cola de borrego (Backeberg y Knuth, 1935). Finalmente, Taylor (1985; 1989), tomando en cuenta las características de las flores, frutos, semillas, el polen, espinas y la morfología de la epidermis, la clasificó bajo el género Echinocereus. Recientemente se rectificó esta clasificación mediante estudios moleculares (Sánchez et. al., 2014).
Echinocereus schmollii, una especie misteriosa seriamente amenazada Desde su descubrimiento, E. schmollii ha sido un misterio. Si bien se conoce de su existencia desde hace casi un siglo, se desconoce parte de su biología. Hernández-Oria et. al. (2006a; 2006b) describen con detalle su estado de conservación y los factores que amenazan la permanencia de sus poblaciones. Ahora se sabe que la especie tiene una distribución geográfica muy restringida, con solo 13 poblaciones pequeñas en el municipio de Cadereyta de Montes y requiere de un tipo muy específico de hábitat (Hernández-Oria, 2006b). Esta combinación de características la clasifican como una especie rara, vulnerable, por lo cual se deben implementar estrategias que permitan su conservación. De lo contrario, pueden quedar extintas del medio silvestre (Rabinowitz, 1981; HernándezOria, 2006b).

Figura 2. Ejemplar cultivado de Echinocereus schmollii en floración, perteneciente a la colección del Jardín Botánico Regional de Cadereyta “Ing. Manuel González de Cosío”. Fotografía: Archivo del Jardín Botánico Regional de Cadereyta.
Dos factores amenazan a E. schmollii: sus características intrínsecas y los factores antrópicos. En el primer grupo sus rasgos biológicos causan que las poblaciones sean tan pequeñas y restringidas. Ejemplo de ello es que sólo se desarrolla en un tipo muy específico de suelo, en una comunidad de matorral micrófilo y bajo ciertas especies arbustivas como Painteria revoluta (Rose) Britton & Rose, Condalia velutina I.M. Johnst. y Calliandra eriophylla Benth., que actúan como plantas nodrizas (Hernández-Oria et. al., 2006b). Aunado a esto, sólo una pequeña parte de la población está compuesta por individuos reproductivos que producen pocas flores, de las que menos de la mitad se desarrollan a frutos (Vázquez-Díaz, 2016), además de que se ha reportado que en algunos casos el gineceo se atrofia, actuando en conjunto como una población dioica. Esto significa que solamente las plantas que produzcan flores con los óvulos y estigmas funcionales podrán producir frutos y semillas (Hernández-Oria et. al., 2006b). Estas características podrían provocar que, en el
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largo plazo, no existan suficientes propágulos disponibles en el medio y, por lo tanto, los individuos que mueren no sean reemplazados por nuevas plantas.
Las actividades humanas representan el segundo grupo de amenazas para E. schmollii. Estas destruyen y fragmentan su hábitat, y pueden conducir a su extinción local, lo cual sería devastador dado los pocos sitios en donde se tiene localizada. En el Semidesierto Queretano, región que habita la especie, diversas actividades como la ganadería, la explotación de recursos naturales minerales “como el mármol”, maderables y no maderables, y la expansión de centros urbanos representan un riesgo al afectar o eliminar la cubierta vegetal, lo que resulta en la disminución de individuos (Hernández-Oria et. al., 2006a; Chávez et. al., 2007; Bayona y Chávez, 2017). Otros efectos directos en las plantas son el pisoteo y consumo como forraje, como sucede con otras cactáceas del semidesierto (Chávez, et. al., 2007; Casanova y Aranda-Pineda, 2020).
Cuando una planta es descubierta y descrita, inmediatamente se despierta el interés de la comunidad científica por saber más de ella y estudiarla. Sin embargo, también atrae a coleccionistas y aficionados que buscan tener de cualquier manera un ejemplar de la nueva especie (Janeba, 2017). En el caso de E. schmollii, se ha registrado que existe la venta ilegal de plantas y semillas dentro y fuera de México
(Bárcenas, 2003). Además, se tiene conocimiento de venta de plantas extraídas del campo por parte de las personas que viven en las cercanías de sus poblaciones, motivados por la demanda de los coleccionistas, que desean tener un ejemplar (Chávez et. al., 2007).
Aun cuando se tienen algunos estudios de su estado de conservación que sirvieron para listarla en las categorías

del ejemplar cultivado de Echinocereus schmollii, usada como referencia para su descripción por Weingart (1931, p. 252)
de riesgo (Hernández-Oria, 2006a; 2006b), falta mucho por saber de esta misteriosa especie. Es necesaria una actualización del estado de sus poblaciones, considerando aspectos como su dinámica poblacional, genética, interacciones biológicas, edafología y estudios de los efectos
que el cambio climático pueda ejercer sobre ella. La conservación in situ es compleja y debe ser abordada desde un enfoque multidisciplinario, que incluya el desarrollo de nuevas estrategias.
La conservación de Echinocereus schmollii
Teniendo en cuenta la unicidad, lo especial y las serias amenazas que enfrenta E. schmollii, se han desarrollado algunas medidas y estrategias que pretender contribuir a su conservación. En primer lugar, E. schmollii se encuentra listada en peligro de extinción (P) según la NOM-059SEMARNAT-2010 (SEMARNAT, 2019), en peligro (EN) según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Sánchez et. al., 2013) y en el apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, 2023).
Estas herramientas tienen como objetivo el establecimiento el informar el estado de las especies en riesgo, para su correcto manejo y establecimiento de medidas de protección, como limitar el comercio internacional de manera ilegal y la posesión de ejemplares cuya legal procedencia no se pueda acreditar (Bárcenas, 2003).
La Estrategia Mexicana de Conservación Vegetal (EMCV) busca integrar los diferentes esfuerzos para la conservación de la flora nacional mediante una serie de objetivos y líneas de acción especificas (CONABIO, 2012). Su objetivo estratégico 2, “mejorar el estado de conservación de la diversidad vegetal”, requiere esfuerzos para reforzar mecanismos in situ y ex situ. Sobre este último, se estima que cerca de la mitad de las especies de flora mexicana amenazada se encuentran formando parte de una colección científica en algún jardín botánico del país. E. schmollii se encuentra en seis jardines botánicos: Ecojardín-IIES, UNAM (Morelia, Mich.), Jardín Botánico “El Charco del Ingenio” (San Miguel de Allende, Gto.), Jardín Botánico de la Facultad de Ciencias Naturales-UAQ (Querétaro, Qro.), Jardín Botánico del Instituto de Biología-UNAM (CDMX), Jardín Botánico Louise Wardle de Camacho-AFRICAM (Puebla, Pue.) y el Jardín Botánico Regional de Cadereyta “Ing. Manuel González de Cosío”-CONCYTEQ (Cadereyta de Montes, Qro.) (Sánchez et. al., 2018). En el mundo, la especie existe en al menos 19 jardines botánicos de América del Norte y Europa (BGCI, 2024), y según los registros del Sistema Global de Información sobre Biodiversidad GBIF, por sus siglas en inglés , se encuentra en al menos nueve jardines botánicos en Alemania (GBIF, 2024). La presencia de la especie en herbarios también contribuye al desarrollo de estrategias de conservación, al mantener un registro histórico de la colecta, incluyendo fecha, localidad, asociaciones vegetales y tipos de suelo donde fue encontrada, entre otros datos. Ejemplares herborizados de E. schmollii existen en el Herbario Nacional del Instituto de Biología, UNAM (MEXU) y del Herbario Jerzy Rzedowski, UAQ (QMEX) (GBIF, 2024).
La reproducción y propagación de la especie en viveros especializados también es clave para su conservación. Estos viveros, bajo la figura de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), están reconocidos por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), que autoriza el aprovechamiento sustentable de la especie. Bajo este
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esquema, se producen ejemplares de legal procedencia que pueden satisfacer la demanda de aficionados y coleccionistas, y disminuyen la presión que ejerce la colecta ilegal en el medio silvestre. Existen protocolos para su propagación tanto por vía sexual, mediante la obtención y siembra de semillas, como por la vía asexual por medio de esquejes y cultivo de tejidos (Sánchez et. al., 2006a; PérezMolphe-Bach, et. al., 2015), y dos jardines botánicos la propagan: el Jardín Botánico del Instituto de Biología, UNAM y el Jardín Botánico Regional de Cadereyta “Ing. Manuel González de Cosío” (Fig. 2; Sánchez et. al., 2018). Por otro lado, la creación de áreas naturales protegidas (ANP) es indispensable para la conservación in situ de E. schmollii, debido a que, bajo este esquema se limita las actividades humanas que actualmente la amenazan. El estado de Querétaro cuenta con cuatro ANP decretadas a nivel federal: una Reserva de la Biósfera (Sierra Gorda), dos Parques Nacionales (El Cimatario y el Cerro de las Campanas) y un Área de Protección de Recursos Naturales (Peña Colorada) (CONANP, 2023). A nivel estatal y municipal se han establecido nueve ANP bajo diferentes definiciones: parque interurbano, paisaje protegido, reserva estatal y zona de reserva ecológica de las cuales ninguna de ellas se encuentra dentro de los municipios que conforman el Semidesierto Queretano, aun cuando se reconoce que esta área es una de las más diversas en especies de cactáceas, varias de ellas amenazadas como Strombocactus disciformis (DC.) Britton & Rose, Lophophora diffusa (Croizat) Bravo, Mammillaria herrerae Werderm. y E. schmollii (CONACYT, 2019; Scheinvar, 2004; Sánchez et. al., 2006a). Dentro de los objetivos y líneas estratégicas de la EMCV también está contemplada la “educación y cultura ambiental hacia una conciencia social responsable” (CONABIO, 2012). En este sentido, los jardines botánicos también son instituciones clave que tienen una posición privilegiada al promover el aprendizaje mediante prácticas integrales que conectan a audiencias diversas, interesadas en invertir tiempo en nuevas experiencias y aprendizaje, con la ciencia y las colecciones científicas (Adamo, 2022). Los jardines mexicanos han avanzado en la definición de sus principales actividades educativas, interpretativas y divulgativas (Martínez et al., 2012), que son desarrolladas por cada institución mediante materiales educativos como folletos, libros y juegos, y recursos pedagógicos como talleres, conferencias, visitas guiadas. De este modo se busca que las personas conozcan a las especies en riesgo, como E. schmollii, reconozcan su importancia y se sensibilicen con la situación que enfrentan. El objetivo no es sólo ofrecer datos crudos, sino fomentar la participación de las comunidades, especialmente las más cercanas a las poblaciones amenazadas para que tomen parte en sus posibles soluciones (Zamora-López, 2005). Un claro ejemplo de ello es el modelo de conservación “Las 3 eRres que tú eRes” desarrollado por el Jardín Botánico Regional de Cadereyta. Este proyecto implementa tres pasos para la conservación de especies amenazadas (las 3 erres): Reconocimiento, al
promover el valor de la biodiversidad local y educando a la comunidad sobre su importancia y la necesidad de protegerla, Reproducción al implementar programas de reproducción de cactáceas en peligro de extinción, incluyendo a la emblemática E. schmollii, y finalmente la Recuperación mediante la orientación especializada para la implementación de acciones de conservación que permitan restaurar las poblaciones de plantas de la región (Sánchez et. al., 2006b).
En este mismo sentido, la designación de una especie icónica como símbolo nacional puede ser una herramienta para darla a conocer tanto por sus características biológicas, como por los problemas que enfrenta, y también para reconocer su valor e importancia. Muchos países alrededor del mundo tienen nombramientos de árboles y flores nacionales. Algunas de las razones para esta denominación obedecen a su importancia religiosa, cultural, comercial, ornamental, ceremonial, o por ser un elemento endémico o característico del paisaje del lugar (RamírezDíaz y Carnevali, 2020). En México, la Dalia (Dahlia spp.) fue designada como el símbolo de la floricultura nacional, y hoy se considera como la flor nacional (SAGAR, 1963; Ramírez-Díaz y Carnevali, 2020). Este nombramiento se ha acompañado con acciones que anualmente conmemoran su importancia cultural, alimenticia, medicinal y en la horticultura (SIAP, 2022).
Perspectivas a futuro del emblema Cadereytense Queda ya lejano aquel 5 de junio de 1999, en el que el cabildo de Cadereyta de Montes, Querétaro, tuvo a bien honrar a una de sus flores más hermosas, al nombrarla como la flor distintiva del municipio. Desde entonces, la especie ha visto cómo su futuro cada vez es menos prometedor, enfrentando cada vez más problemas para mantenerse en su hábitat. Si bien existen áreas naturales protegidas que son designadas a diferentes niveles desde el federal hasta el municipal, las áreas de distribución de E. schmollii aún no tienen ningún tipo de protección. Las acciones de conservación ex situ y la propagación, son apoyos subsidiarios de su permanencia in situ, que depende de las decisiones que se tomen sobre los territorios y de la conciencia de la ciudadanía.
E schmollii es una bella planta cuya escasez y limitada distribución geográfica la definen, desde el punto de vista biológico, como una especie rara. Si bien se conoce desde hace casi un siglo, hasta hace poco tiempo se definió con mayor claridad su clasificación dentro del género Echinocereus y a pesar de su larga historia, todavía nos hace falta conocer mucho de esta especie. Aunque se han desarrollado algunas estrategias de conservación, no son suficientes para garantizar su supervivencia. Es lamentable que no se encuentre dentro de ningún Área Natural Protegida, situación que deja a la planta aún más vulnerable a las amenazas que enfrenta: fragmentación y destrucción del hábitat, así como el cambio de usos de suelo por actividades ganaderas, aprovechamiento de recursos minerales y desarrollo urbano.
Este es un buen momento para actuar y no dejar que tal nombramiento a una especie tan emblemática se quede en un acta. E schmollii es una planta única del Semidesierto Queretano y su designación como flor distintiva, es una oportunidad para promover su conocimiento y su problemática a un público más amplio. Esta planta en conjunto con otras cactáceas amenazadas, puede actuar como especies paraguas, es decir que su nombramiento y decreto de protección de sus áreas de distribución, también beneficia a otras que se encuentran en las mismas localidades.
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