En su hábitat En la cocina del resort, que comanda Emanuel López, junto a unas croquetas de quinoa. “Ni se me ocurrió pedir cocinar”, asegura el jurado de MasterChef.
D
el otro lado del celular, a Christophe Krywonis le ofrecen viajar a Punta Arenas. Cuando advierte que es bien al Sur de Chile, lo rechaza: “¡No, pensé que me hablabas de Punta Cana!”. Se nota que las vacaciones están en su radar. Y lo acepta: “¡Quiero playa, jaja! Estoy planificando mi vida para no pirar, para no quedarme como el año pasado, trabajando todo el tiempo sin parar. Por eso vine a La Posada del Qenti, para bajar el estrés... y la barriga”.
Un sobroso almanaque Este año viene con una sorpresa por parte del cocinero francés que llegó a la Argentina en 1989: un calendario culinario que se llama, sin vueltas, Anuario 2016 de Christophe (Editorial Planeta). “Hice dos recetas por mes. A eso se suma una para las Fiestas, un pavo navideño; y otras dos para enero del 2017. Todas las fotografías son de un grande, Eduardo Torres, y la producción general es de Vanessa Kroop. Hasta mi hija Lola, que estudia escenografía, colaboró. El año próximo ya está cerrado hacer lo mismo”, señala feliz.
–¿Te detonó el año pasado? –Fue muy fuerte. No dormía bien, estaba hiperactivo. En seis meses descansé un solo día. Algo estaba mal en mí. Así que tengo que bajar los decibeles. Cumplí cincuenta años en abril. Dije “lo voy a festejar”, y nunca lo hice. Vamos a ver en los próximos seis meses cómo estoy. –¿No arranca MasterChef? –No me llamaron para eso. Si se hace, quizás sea en la segunda parte del año. Me ofrecieron un proyecto de cocina, pero aún no puedo decir nada. –¿Te sorprendió algún participante del programa? –Los chicos. A Donato (De Santis), a Germán (Martitegui) y a mí nos dejaron con la boca abierta. No lo esperaba. Yo, a esa edad, no era aficionado a la cocina. –¿Cómo es tu rutina acá en las sierras? –Te juro que pensé que me iba a aburrir, pero nada que ver: hago cosas todo el tiempo. Ahora terminamos esta entrevista y tengo dos masajes. Me levanto 8.45, desayuno, voy 9.15 al gimnasio... –¿Nunca habías ido antes? –Sí, pero no como acá... Era fierros y metrosexuales alrededor mío, que me hinchaba las pelotas. No soy para esas cosas. Soy más del pueblo. Hice entrenamiento