iento y luz Boletín de las Iglesias Evangélicas Valdenses del Presbiterio Sur Argentino Año IV - Nº 52 - setiembre de 2015
Zaqueo, baja enseguida, tienen Evangelio, Si tienen música y no ia. les Ig no es show, porque hoy Evangelio, n ne tie no y l cia so n Si tienen acció tengo que es ONG, no Iglesia. , lio ge an Ev quedarme agradable y no tienen Si tienen un ambiente en tu casa es un club, no Iglesia. Ricardo Agreste.
PEQUEÑAS HISTORIAS
El valor de testimoniar
nuestra fe
Había un hombre llamado Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, muy estimado y favorecido por su rey, porque el Señor había dado la victoria a Siria por medio de él. Pero este hombre estaba enfermo de lepra. En una de las correrías de los sirios contra los israelitas, una muchachita fue hecha cautiva, y se quedó al servicio de la mujer de Naamán. Esta muchachita dijo a su ama: —Si mi amo fuera a ver al profeta que está en Samaria, quedaría curado de su lepra. 2ª Reyes 5:1-3
LA OSTRA Y LA PERLA ¿Sabían Uds. que una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas? Las perlas son producto del dolor, resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando penetra un grano de arena, las células de nácar comienzan a trabajar y lo cubren con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla. La perla es una herida cicatrizada. Y nosotros ¿en qué podemos compararnos con lo que le pasa a la ostra?. Acaso ¿ se han sentido lastimados por las palabras hirientes de alguien? ¿Fueron acusados de haber dicho cosas que nunca dijeron? ¿Sufrieron los duros golpes de los pre conceptos? ¿Recibieron una porción de indiferencia? Entonces...¡produzcan una perla! Cubran sus lastimaduras con varias capas de amor. Desgraciadamente son pocas las personas que se interesan por este tipo de proceso. La mayoría sólo aprende a cultivar resentimientos dejando heridas abiertas, impidiendo que las lesiones cicatricen. Así, en la práctica, vemos que son muchas las ostras vacías. No porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar un dolor en amor. Alejandro Faber Iglesia Reformada Cristo Vive Tres Arroyos- Prov. Buenos Aires- Argentina Red de Liturgia CLAI