Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837 Página Valdense «...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20 PERSISTIR FRENTE A LA SUMA DE TODOS LOS MALES Marisa Strizzi 3 NUESTRO VÍNCULO CON LA NATURALEZA Reto Sonderegger 4 LA CREACIÓN SE QUEJA, ¿DOLORES DE ALGO NUEVO QUE VIENE? Sergio Bertinat 7 Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Octubre 2022- N° 283 - Afiliado a O.P.I. N° 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638 Lecturas sobre ecología: experiencias y compromisos
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Algunas veces mencioné cómo nace, cómo pienso y siento, esta página; qué ejercicios creativos -o improvisados- realizo para llegar a algún lugar, aunque confieso que a veces se desdibuja o transforma con el correr de las palabras. Cuestión que esta vez al leer cada uno de los textos varias veces, por un motivo u otro, volvía al inicio, volvía a recordar y a repasar las notas de la reunión con el equipo editor. Al principio no entendía bien por qué, hasta que me di cuenta: hay cosas que es mejor decirlas desde el vamos. Como muy pocas veces pasa, con el equipo editor armamos un pequeño listado de aclaraciones frente a la temática, que bien podrían volverse hipótesis de las cuales partimos para planificar la edición. Eso se volvió una herramienta ordenadora al momento de pensar qué queríamos trabajar, por qué y para qué; y sin dudas también nos permitió hacer un planteo claro al inicio de cada uno de las solicitudes de colaboración. Ahora, pensándolo con un poco de distancia quizás fue el miedo de hacer una edición pesimista, porque cuando hablamos de ecología es innegable cuánto mal le estamos haciendo a nuestro planeta, genera sentimientos de culpa, de frustración, de indignación y más, sobre todo porque al final del día las acciones individuales parecen imperceptibles respecto del accionar de nuestros gobiernos, de las grandes empresas, etcétera.
Entonces, quisimos partir de la premisa de que esta edición sea esperanza, contenga señales de esperanza; y por eso tenemos algunos testimonios como el de Reto -en la página cuatro-, el de Luciano y Marina de la Obra Ecuménica Barrio Borro -en la cinco- y la de la Asociación Civil Rock y Vida -en la página nueve-. Pero también pensamos en incomodarnos, ejercicio necesario cuando queremos salir de nuestros lugares cómodos porque, aunque parezcan imperceptible, lo que hacemos cuenta. Por eso tenemos reflexiones sobre el consumo y los
Apuntes de la Directora
cuerpos oprimidos, sobre el compromiso que tenemos como cristianxs y sobre el rol de las ciudades en este desequilibrio ambiental.
Claro que esto no significa romantizar la cosa, negar lo innegable.
Para mí, esta edición es un insumo más que va en la línea de resquebrajar algunos discursos muy hermosos pero vacíos, es una muestra de que hay intentos, ensayos concretos, proyectos, existen alternativas. Es una manera de reconocer que hacemos muchas cosas mal -de nuevo: individual y colectivamentepero también hay esperanza. Al menos ese es mi impulso, mi motor de cambios y transformaciones.
Como personas que creemos en un Dios justo, bondadoso y cercano, tenemos el compromiso de activar redes, de abrazarnos y luchar juntxs por la justicia climática y ambiental. Nuestras acciones, aunque sean pequeñas, deben corresponderse con el mundo que queremos y deseamos, con esa vida buena y abundante que queremos para todxs. Cuidar el mundo, y todo lo que habita en él, es parte de nuestra militancia ética como cristianxs aunque eso implique cuestionar nuestro hábitos y prácticas. No existe manual ni receta, pero no tengo dudas de que en lo colectivo -como siempre- está la alternativa, la salida. Por eso se vuelve necesario contagiarnos la esperanza: esperanzarnos.
Daiana Genre Bert
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Esperanzar
Persistir frente a la suma de todos los males
Las imágenes y relatos acerca del calentamiento global y los acontecimientos ecológicos que lo acompañan se presentan amenazantes; con frecuencia, son fuente de angustia y ansiedades. Algunas personas e instituciones intentan evitar el tremendismo: no hay que asustar a la gente o mal predisponer a la congregación. Pero, admitamos, evitar el golpe se torna ya imposible. Porque no sólo se trata de cambios meteorológicos variados e inquietantes, sino de eventos globales de carácter sistémico: de dinámicas socio-económico-políticas biológicas y culturales que nos involucran. Hablar de la crisis ecológica es hablar al mismo tiempo de una crisis civilizatoria y esto nos coloca dentro de un escenario que es «la suma de todos los males».
Habitamos un planeta que acusa el impacto de la hiper realización del patrón civilizatorio moderno occidental, marcado constitutivamente por su carácter antropocéntrico, patriarcal, colonialista, clasista, racista y de homogeneización cultural. El mundo que así se construye se caracteriza por la supremacía de la especie humana sobre otras y, en la dimensión de lo humano, por el primado de sujetos privilegiados por razones de especie, sexo, género, etnia y clase. El tipo de relaciones e intercambios que estos sujetos establecen con sus «otros» se dan mayormente en forma de vínculos asimétricos, jerárquicos, que involucran siempre algún tipo de violencia. Un aspecto peculiar de este patrón civilizatorio es la expansión de un modelo económico que persigue un crecimiento sin fin, hecho que trae aparejadas la explotación descontrolada y la agresión sistémica de los elementos que hacen posible la subsistencia de la vida.
En realidad, en el planeta Tierra, lo eco-lógico -el razonamiento de la casa- ha sido subyugado por lo eco-nómico -la ley de la casa- y esta ley -nomos- está desquiciada: obedece e impone los dictados del capital. Así, el milagro evolutivo del conocimiento y el desarrollo tecnocientífico humano es manipulado y utilizado dentro de una lógica cooptada por la ley del dominio progresivo, que reduce todo lo que toca en mercancía.
Nuestras lecturas teológicas desde el Sur, informadas por los conocimientos que surgen de las realidades marginales y subyugadas, alientan sin embargo nuestras búsquedas. No estamos inermes, nuestra caja está llena de herramientas que no nos permiten rendirnos ni mirar para otro lado. Dios se revela ineludiblemente en lo pobre, en lo sufriente, en la cruz. Allí nos lo muestran quienes en nuestro medio más acusan los golpes: las comunidades empobrecidas, la biodiversidad reducida, la biósfera amenazada. Confrontar teológicamente estas crisis es tomar seriamente al pecado y a éste en su forma estructural. Habitamos unas coordenadas que nos anuncian que el capitalismo no deja de existir por el solo hecho de que decidamos que no nos gusta. Pretender combatirlo con conciencias limpias «desde algún afuera» tiene tanto asidero real como gritar «paren el mundo, me quiero bajar». Somos parte, pero tenemos el llamado de nombrar las cosas por lo que son. Porque la gracia se manifiesta en escenarios imposibles donde el desquicio de la ley es confrontado por lo que no puede mercantilizarse. Sólo en medio del tejido podrido y sufriente, cobra sentido el don de la relacionalidad y del cuidado, del tratamiento respetuoso de lo otro humano y no humano, viviente y no viviente, y de la renuncia a la violencia como recurso.
Como comunidades cristianas necesitamos persistir en la esperanza. Después de todo, éste es nuestro modo de estar en el mundo: por la fe —es decir, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve—. Pero la fe, lejos de ser un recurso de la gimnástica íntima del alma, es la apertura a lo otro que nos excede. La fe de Jesucristo —justicia de Dios— pone lo humano en contexto y lo examina; desmantela las fantasías deslumbrantes del ego, las pretensiones de dominio del sujeto racional, el pecado de la especie. La fe es lo único que nos permite participar de una realidad otra, que nos cautiva por su promesa, que nos abre al futuro. Así, nos interrumpe y saca de la asfixiante búsqueda de «lo propio», de la encorvadura, del mirarnos el ombligo — no sólo como individuos y comunidades, sino como especie propiciadora de la asfixia a niveles planetarios—. Dar testimonio de esta fe es señalar los males y nombrarlos, persistiendo en las prácticas esperanzadas que nos concede la gracia.
Marisa Strizzi
Miembro de la Iglesia Menonita de Buenos Aires. Es Doctora en teología y se desempeña como profesora en la Red Ecuménica de Educación Teológica (REET) y en el Instituto de Pastoral Contextual (IPC).
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Ilustración de Pawel Kuczynski
Nuestro vínculo
con la naturaleza
«La naturaleza no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a ella»
Lema de agricultores/as brasileños/as agroforestales
La dicotomía entre naturaleza y cultura o la civilización humana, cimiento del pensamiento moderno occidental, fue sin lugar a dudas una condición primordial para la explotación brutal y sin precedentes de diferentes ecosistemas en nuestro planeta. La colocación de nuestra especie por fuera y sobre todo por arriba de la naturaleza, dio inicio a un proceso de sometimiento extractivista y esclavista de lo que llamamos recursos naturales. También dio lugar a una alienación y enajenación de lo que son los procesos de vida en general, y las dinámicas de interacción entre todas las formas de vida. Esta ceguera combinada y propulsada por la avaricia capitalista nos está llevando a un peligro real de autoextinción; un proceso donde convergen diferentes crisis en el marco del cambio climático.
Personalmente, me cuesta mucho mantener el equilibrio y la calma frente a la situación global. Sentir tanta impotencia me podría llegar a enfermar a largo plazo. Sin embargo, estoy tratando de aprender a ver el mundo desde el pedacito de tierra donde vivo y ejerzo mi trabajo de agricultor. Nosotros, Javiera -mi compañera- y yo, llegamos hace once años a nuestra chacra en Misiones. Nuestra tierra no era muy valiosa, desde el punto de vista agronómico. Pero, para nosotros contenía mucha belleza con su diversidad de paisajes, la mitad de la superficie selva secundaria en recuperación y dos hermosos arroyos con cascadas.
La parte de nuestra chacra donde en la actualidad concentramos la granja y la producción agrícola, era un peladero cuando llegamos. El ex dueño había mandado a arrancar una plantación de yerba mate con topadora y dejó un suelo compactadisímo, sin materia orgánica, expuesto a sol y lluvia, capacidad de absorción de agua de lluvia cerca de cero y consiguientemente condenado a la erosión.
Desde el inicio, intentamos arborizar este espacio con especies nativas pero nuestros primeros intentos fallaron a pesar de mucho sacrificio. O los arbolitos se murieron por insolación directa en verano o por las fuertes heladas. Recién en el año 2016 conocimos por internet experiencias agroforestales de Brasil y en el mismo año pude participar de un curso teórico-practico con un equipo brasileño. Dos semanas después empezamos con la implementación de nuestro primer sistema agroforestal (SAF) en nuestra granja. Y los resultados fueron inmediatos y espectaculares. Realmente marcó un antes y un después.
Logramos empezar a transformar el paisaje, producir más, de mejor calidad y la zona de quinta se llenó de vida.
Empezó un proceso de acumulación de materia orgánica y se generó un nuevo agro-ecosistema con mucha más biodiversidad. La agroforestería convierte el espacio productivo en un hábitat para muchos animales silvestres, más que nada aves, insectos, anfibios y reptiles. En nuestra granja se complejizó la cadena trófica; al incorporar muchos más actores diferentes, se estableció un muy buen control natural de plagas. Pude ver con mis propios ojos lo que nos enseñaron en ecología en nuestra formación profesional en Suiza como agricultores y agricultoras orgánicas: que la estabilidad de un agroecosistema se genera a través de la diversidad.
Cada año podemos observar más aves y también nuevas especies que eligen nuestro lugar para descansar, comer o anidar. Son tantos los pájaros que anidan en la granja, que empezaron a venir tucanes (el grande, el pico verde y el arasarí fajado) para alimentarse de los huevos y pichones de las otras especies. Como agricultor quedo inmerso en todo esto, sintiéndome parte de algo más grande que yo. No soy el dueño de lo que está pasando, más bien me veo como un facilitador de ciertos procesos. Mas que nada, quiero hacer hincapié en la posibilidad de revertir procesos de destrucción y degradación. Me encanta el canto de los pájaros al amanecer y a veces casi me ensordece el concierto de las ranas en los aljibes al anochecer. Mi corazón salta cuando me pasa en frente un venado en un sendero del monte, o descubro huellas de animales silvestres con los cuales compartimos el espacio a pesar que muy pocas veces los vemos. También disfruto compartir nuestro espacio con otra gente. Sea con turistas o con niños, niñas y adolescentes en el marco de las actividades de granja escuela. Es otra manera de sembrar semillas. Semillas de conciencia de que somos dueños y dueñas de nuestro destino, pero necesitamos un despertar masivo y colectivo e inmediato. No nos queda mucho tiempo. Mientras tanto seguiremos remando contra la corriente generando más formas de vida.
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Reto Sonderegger, Agricultor ecológico y emprendedor agroturístico, Granja La Lechuza, en General Alvear, cerca de Oberá, Misiones.
Las huertas comunitarias en Casavalle: Una alternativa para el desarrollo
«Tuvimos muchas familias, yo me acuerdo de caras muy felices, de plantar en el basurero, realmente ahí empieza; después fue parte de un proyecto que no podía bajarse, porque te dignifica y cambiás la vulnerabilidad por fuerza». El recuerdo de Fabiana Gonzáles1, referente del área Ambiente y Sustentabilidad de la Obra Ecuménica Barrio Borro (Oebb), sobre los primeros resultados del área, resume la forma en que la perspectiva de educación ambiental y sustentabilidad se ha implementado como alternativa de desarrollo colectivo, frente a un contexto de vulnerabilidad socio-económica. Desde la Oebb, las propuestas pedagógicas y socio-comunitarias que las impulsan cumplen este año las tres décadas de promoción en Casavalle.
La Oebb es una asociación civil social y cultural sin fines de lucro, gestionada por la Fundación Pablo de Tarso. Se encuentra presente en Casavalle desde 1978 y es administrada por una Comisión Directiva conformada por representantes de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay. Desde sus inicios, la institución se ha centrado en desarrollar servicios educativos, recreativos, formativos y alimenticios, destinados a niños, niñas, adolescentes y mujeres que habitan en el barrio Borro -cuenca Casavalle-, en una de las zonas con mayor vulnerabilidad social, cultural y económica de Montevideo.
La inclusión de la temática de ambiente y sustentabilidad en la Obra se remonta a 1992, mediante un convenio con la Intendencia Municipal, Juventud para Cristo y Gurises Unidos. Por entonces, consistía en participar de una actividad donde se decomisaban alimentos e insumos en mal estado que eran reciclados por quienes participaban de la instancia. La iniciativa buscaba que los niños, niñas y adolescentes tomaran conciencia de los ciclos alimenticios y de las cosas que podían llegar a consumir. Diez años después a esos primeros pasos, las necesidades alimenticias surgidas en la crisis de 2002 determinaron que se comenzara a implementar una huerta como proyecto educativo. De ese espacio, además, se sacaban alimentos para el consumo de las familias participantes. Ya en 2010, el taller de huerta comenzó a formar parte del proyecto como Club de Niños y el área se terminó de institucionalizar.
Al día de hoy, el área Ambiente y Sustentabilidad promueve el aprendizaje de estas herramientas en dos grandes líneas de acción vinculadas entre sí, la intrainstitucional y la comunitaria. La primera toma la perspectiva de la Educación Ambiental como eje transversal parala elaboración y diseño de las propuestas de trabajo en la institución, promoviendo la inclusión de contenidos y proyectos que habiliten nuevas prácticas en la relación de los sujetos con su entorno vital. La línea comunitaria, parte de la experiencia de trabajo acumulado para contribuir en la construcción de proyectos en y desde la
comunidad. Con ese enfoque, se realizan talleres sobre generación de ecoladrillos, huerta orgánica, alimentación saludable y formación en compostaje, entre otros.
En 2002, la urgencia alimentaria frente a la crisis implicó reconvertir el trabajo realizado hasta el momento, centrándolo en el desarrollo de una huerta comunitaria que permitiera abastecer a quienes más lo necesitaban. Si bien en los años posteriores buena parte de las políticas públicas implementadas a nivel gubernamental y estatal se focalizaron en la cuenca de Casavalle, no resultaron suficientes para generar una transformación en las condiciones de vida de buena parte de las personas que radican en la zona. Así, los datos del 2020 de la unidad de estadística de la Intendencia de Montevideo, establecen que una de cada cinco personas que vive en el Municipio D (donde se ubica el barrio Borro) se encuentra por debajo de la línea de pobreza, y en los menores de 12 años el número es de uno de cada tres.
De esa forma, tanto el desarrollo de una huerta en la institución como en otros espacios comunitarios, han brindado una alternativa alimenticia a quienes se encuentran en un contexto de mayor vulnerabilidad. Esa labor colectiva ha permitido, a su vez, que los niños, niñas y adolescentes que integran la Oebb, sus familias y los vecinos y vecinas de la zona, se vinculen con su territorio y encuentren un lugar de empoderamiento desde la autosustentabilidad. Mediante el trabajo comunitario como generador de una relación sostenible en el tiempo y como alternativa de desarrollo, el apoyo a las huertas familiares siempre ha tenido el horizonte de espacios que puedan ser sostenidos por los propios vecinos y vecinas, y la búsqueda de proyectos de autogestión comunitarios que promuevan referencia y vínculos, frente a una respuesta estatal que no resulta suficiente.
Área de Comunicación de la Obra Ecuménica Barrio Borro https://www.fundacionpablodetarso.org.uy/post/siempre-estuvo-la-perspectiva-medioambiental
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Ilustración de Sunny Van Loon
El consumo cotidiano y la invisibilidad de los cuerpos oprimidos
mida procesada: margarina, chocolate, queso para untar, así como productos cosméticos y también era utilizado como biodiesel, como reemplazo de los combustibles fósiles. Se trata de una commodity altamente rentable por su bajo costo para los capitalistas y su versatilidad para ser procesada, pero su producción está tristemente asociada a la deforestación y quema de los bosques tropicales en los países donde se produce, la destrucción del hábitat de orangutanes, elefantes y tigres en Malasia e Indonesia, la contaminación ambiental producida por los incendios y las condiciones de esclavitud de las personas que trabajan en las plantaciones.
Me despierto con mucho esfuerzo y enfilo para la cocina a calentar agua. ¡Pucha! No hay yerba. Hoy va a ser un día largo. Voy hasta el súper; no puedo arrancar el día sin el mate. Paso por la góndola de dulces y me tiento. ¡Cuánta variedad de cosas! Finalmente me decido por un alfajor. Paso por otra góndola y me acuerdo que me queda poco café, así que va café al carrito. Termino llevando la yerba y tres o cuatro cosas más que no estaban en la lista. Mientras escribo este artículo, desvío la mirada al costado y rescato el envoltorio del alfajor de la papelera. Ahí encuentro envoltorios varios, de esos que te hacen detenerte un rato a pensar si son reciclables o no y en qué contenedor tendrían que ir y que al final terminan yendo al tacho de basura junto con la mugre de la barrida y los pañuelos descartables usados. En el envoltorio, en letra muy chiquita leo un montón de ingredientes de los cuales sólo conozco el azúcar, harina de trigo, aceite vegetal, cacao en polvo, etc. En otro envoltorio que encontré, de un producto que parece totalmente diferente, los ingredientes son más o menos los mismos.
Averiguando un poco, encontré un blog que se llama «Carro de combate», de mujeres periodistas que se dedican a investigar e informar sobre los impactos socio-ambientales asociados a las distintas fases del ciclo de vida de un producto. Sostienen que «el consumo es un acto político y la primera batalla es la información». Allí pude encontrar varios informes, muy breves e ilustrativos, sobre las características de la producción de commodities que se usan como materias primas de productos de consumo cotidiano, como por ejemplo azúcar, aceite de palma, soja, algodón, entre otros. Todas son producidas principalmente en el sur global y en la mayoría de los casos a miles de kilómetros de donde se producen los bienes manufacturados, así como de donde éstos últimos son finalmente consumidos.
A modo de ejemplo, al momento de la elaboración del informe, el aceite de palma, principalmente producido en Malasia e Indonesia, se podía encontrar en la co-
¿Cuáles son los cuerpos que están pagando los costos reales de la explotación social, ecológica, ambiental de los territorios? ¿Cuáles son los cuerpos y territorios que más sufren?
María, una campesina de algún lugar remoto de Colombia, recuerda el terror que vivió su comunidad cuando por parte de grupos paramilitares fue despojada de sus cuerpos y sus tierras, donde vivían de la cosecha de ñame, yuca, frijoles y frutas. Cuando volvieron, tiempo después, en aquellas tierras de diversa abundancia se extendían plantaciones de palma hasta el horizonte. Rebeca añora el agua cristalina del río; ahora no le quedan más opciones que seguir caminando en busca de agua limpia para abastecer la aldea y le duele saber que ya no queda, que el agua que le da de beber a sus hijxs está contaminada. Ruth ahora trabaja el doble, pues fue despojada de aquellas redes que sostenían la vida comunitaria; ahora debe hacerse cargo sola de los cuidados del hogar y de lo que queda de su granja para que su esposo pueda seguir recibiendo un mísero salario, al cual ha quedado subordinada. Magdalena tiene miedo de salir a la calle; la megaminería trajo muchos hombres extraños a su territorio y sabe que su cuerpo ya no es suyo, sino una mercancía más a explotar.
Son los cuerpos feminizados, de mujeres nativas, afrodescendientes, campesinas, los que históricamente han sido objeto de conquista al igual que las tierras que habitan y protegen, pero también son los cuerpos que más luchan y resisten las múltiples opresiones de la colonización, el capitalismo y el patriarcado.
Cuerpos y territorios distantes y no tanto. Historias que no leés en el envoltorio de un alfajor.
Sofía Rameau Ribeiro
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Ilustración de Marina Verdú
¿dolores de algo nuevo que viene?
El árbol…
En enero pasado, una expedición científica logró descender a más de 8000 metros de profundidad para investigar los misterios que esconden las profundidades oceánicas de la Fosa de Atacama, ubicada a 160 kilómetros de la costa chilena. Más allá del logro, hay una noticia colateral que impacta: a 8000 metros de profundidad encontraron una bolsa de plástico azul. «Antes que nosotros, habían llegado nuestros desperdicios», expresó el especialista Osvaldo Ulloa, quien junto a Rubén Escribano subdirector del Instituto Milenio de Oceanografía en la Universidad de Concepción de Chile, tuvieron la oportunidad de cumplir el sueño de llegar las profundidades de la Fosa. «Los plásticos, agregó, quedarán en el fondo del mar por siglos, no como un hito de nuestra audacia y avance tecnológico, sino de nuestra soberbia e insensibilidad frente al daño que les estamos ocasionando a los océanos».
…y el bosque
Datos recientes de Oxfam revelan que el uno por ciento más rico de la humanidad es responsable del doble de las emisiones que el 50 por ciento más pobre y que, según las previsiones, en 2030 la huella de carbono de los primeros multiplicará por 30 el nivel compatible con el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 1,5°C establecido en el Acuerdo de París.
Se estima, además, que los países ricos son responsables del 92 por ciento del exceso de emisiones. Esta crisis climática tiene un costo catastrófico, y extremadamente desigual. El colapso climático mata de muy diversas maneras: malnutrición, enfermedades, calor extremo y mayor frecuencia e intensidad de los desastres naturales relacionados con el clima. La inmensa mayoría de estas muertes se producen en los países de renta media y baja, que han contribuido relativamente poco a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Evidentemente en esta crisis de nuestro sistema de vida, hay responsabilidades personales. Quien más, quien menos, estamos aportando para que la creación continúe su proceso de contaminación y desequilibrio que ponen en riesgo la vida misma. Sin embargo, no podemos ignorar que hay una responsabilidad estructural, en el sistema de vida impuesto por los grandes imperios empresariales que, en su afán de crecimiento ilimitado, causan desastres, muertes, miseria. Veamos el árbol, pero no dejemos de mirar el bosque. La bolsa de plástico en la fosa de Atacama es un eslabón en la ya estructural cadena que está agobiando la vida del planeta tierra.
Una semilla
Jesús dijo también: «Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla en la tierra: que lo mismo da que esté dormido o despierto, que sea de noche o de día, la semilla nace y crece, sin que él
sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero el tallo, luego la espiga y más tarde los granos que llenan la espiga.» Mc. 4,26-28
Una semilla, sembrada con simplicidad y confianza es el desafío que nos viene de Jesús en su invitación a vivir como ciudadanos y ciudadanas de su Reino. Es imprescindible una mirada crítica a la realidad, pero sumamente necesario ser sembradores y sembradoras en esperanza de lo nuevo. El desafío es mirar nuestras conductas diarias con el cuidado o no del ambiente. Mirar para poder cambiar lo que estamos haciendo mal y podríamos hacer mejor. Ese cambio será como una buena semilla que estamos sembrando y es señal de nuestro compromiso con el cuidado de la vida.
Una cosecha de nuevas semillas
Queda claro que no alcanza con conductas y compromisos personales. Si estamos ante un problema político económico global, requiere de soluciones en ese nivel. Esto no implica que esos compromisos no sean importantes, ya que esas actitudes en si son una denuncia a lo que está mal y un anticipo de las conductas que tarde o temprano deberemos adoptar si no queremos continuar transitando hacia una catástrofe ambiental global.
Porque como dice Pablo, «la creación perdió su verdadera finalidad…; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto». Romanos 8:20-22
En este sentido de esperanza de gemidos no de muerte, sino de vida nueva, quisiera señalar caminos que podemos transitar.
Es imprescindible volver a unir al ser humano con la naturaleza. No podemos olvidar que somos los y las humanas una parte más de toda la vida que hay en la naturaleza, y que agredirla es una auto agresión, porque nuestra vida es en medio de la naturaleza o no será.
En este sentido será fundamental establecer una nueva alianza entre las personas y la tierra y para ello se hace necesario recuperar la dimensión de lo sagrado. Que la humanidad haya perdido esta idea y este vínculo con la naturaleza, ha significado considerarla casi como un simple depósito de recursos para la libre disponibilidad humana; y así se la usado.
Solo recuperando esta concepción integral, podremos relacionarnos con la naturaleza de un modo sano y con posibilidades de futuro. Se trata de privilegiar la vida en todas sus expresiones y saber que ella solo será posible en un ambiente sano y vital y que nunca la podremos garantizar por más acumulación avara que hagamos de bienes a costa del saqueo de sus recursos.
Sergio Bertinat
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La creación
Rol de las ciudades en el cuidado del ambiente
Parece una obviedad, quizás un tanto pesimista, decir qué rol cumplen las ciudades en el cuidado del medio ambiente, cuando las mismas presentan un continuo y acelerado crecimiento, imponiendo un modelo que pareciera estar cada vez más lejano del cuidado.
En América Latina, un continente predominantemente urbano, con una población urbana que se ha incrementado rápidamente a causa de la migración rural, durante en el periodo de 1980 a 2005, tuvo un crecimiento medio anual de la población total en un 2 por ciento, mientras que la población urbana es superior al 3 por ciento. El programa de las Naciones Unidas ONU Hábitat, estima que un 60 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades para el 2030 (J. Moreno, 2022). Para el caso de Uruguay, un país de 3.3 millones de habitantes, su población se asienta en más del 92 por ciento en centros urbanos y el 42 por ciento del total se concentra en la capital (BID, 2009).
Los principales problemas ambientales asociados a las ciudades son el elevado consumo de los recursos naturales y territoriales, la contaminación y los residuos que generan (Ambrosio, 2007). En Uruguay, cada uruguayo y uruguaya produce 1,1 kg de basura por día, lo que se traduce en 1.335.00 toneladas por año, de los cuales aproximadamente el 75 por ciento es de origen domiciliario (CEMPRE, 2022).
Las ciudades consumen una gran parte del suministro energético mundial y son responsables del 70 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero también pueden formar parte de la solución para lograr la reducción de los nocivos gases de efecto invernadero que provocan el aumento de la temperatura (ONU, 2019).
¿Pero a qué llamamos cuidado? ¿Cómo lo definimos y cuándo pasa a tener sentido al incorporarlo en el contexto urbano? La Ley de Protección del Medio ambiente, Ley N° 17.283 para Uruguay, dentro de su amplio articulado lo menciona como el conjunto de prácticas que logren la prevención, eliminación, mitigación y compensación de los impactos ambientales negativos que se generen, propiciando un modelo de desarrollo ambientalmente sostenible (IMPO, 2022).
El rol de las ciudades hacia una sostenibilidad debe comprometerse con la lucha contra el cambio climático que debe enmarcarse en una hoja de ruta hacia la neutralidad del carbono. Entre las medidas se encuentran descarbonizar el transporte, aumentar el acceso a la energía verde (renovables) y fortalecer los requisitos de construcción más eficientes (J. Moreno, 2022).
En los conos urbanos necesariamente se debe valer de medidas reales de mitigación, como ser la generación y mantención de áreas verdes, arbolado y huertas urbanas. Estas logran generar grandes beneficios ecosistémicos como también beneficios sociales y económicos.
Los árboles ayudan a contrarrestar mucho los efectos adversos que genera el medio urbano: atemperan el clima y los cambios de temperatura, capturan partículas contaminantes del aire (CO2, O3, óxidos nitrosos), sirven de aislación acústica, disminuyen el agua de escorrentía y proporcionan refugio a la fauna (Alonso, Morales, 2017).
Entre los beneficios sociales, la presencia del arbolado urbano está asociada a la reducción del estrés de los individuos y por tanto a una mejora en la salud física. Existe una relación positiva entre las áreas arboladas y la mejora en aprendizaje y comportamiento de los niños. Pacientes hospitalizados con vista de árboles por la ventana han mostrado tener una recuperación más rápida y con menores complicaciones que pacientes sin este tipo de vista (Alonso, Morales, 2017).
Los huertos urbanos son islas de vegetación que filtran los contaminantes atmosféricos de los focos de contaminación de las ciudades. Son innegables los efectos positivos, construye zonas verdes, recicla desechos y fortalece a las ciudades frente al cambio climático. Además, son lugares de encuentro en los que se producen interacciones sociales. Su principal función no suele ser la alimentaria, sino la de facilitar un ocio alternativo, contacto con la naturaleza interacciones interpersonales que pueden dar lugar a transformaciones en los hábitos de consumo (AMBIOTUM, 2021).
Se aconseja, reducir la cantidad de residuos generada, reutilización de los mismos, y reciclado para que sean reincorporados al ciclo y evitar su desecho (Ambrosio, 2007). El paso del ser humano genera impactos, eso es indudable porque somos un animal de construcción, pero ambientalmente debemos ser conscientes en adoptar medidas hacia hábitos de consumo más sanos, que logren reducir la huella de carbono. La sumatoria de aportes individuales, por mínimo que sea, colectiviza buenos resultados.
El árbol adquiere toda su importancia cuando está solo en el paisaje. Una vez vi un árbol solo y temblando, en una tarde de junio en el campo sin casas. Este árbol solitario me despertó el amor al bosque. La casa del hombre, mirada desde lejos, parecía una piedra blanca. No tenía árboles, ni se veía nada en su torno. (Juan José Morosoli).
Andrés Servetti Gonnet
*AMBIOTUM. Los huertos urbanos mejoran la vida de las ciudades (www.ambientum.com). 2021.
*BID. Nota Técnica UR -N1030. Desarrollo Urbano en el Uruguay. Aportes para el diálogo sectorial. 2009.
*CEMPRE, https://cempre.org.uy. URUGUAY, 2022.
*Ley N° 17.283. Ley General de Medio Ambiente. 2000. IMPO. 2022.
*Fernando Pozuelo. El Arbolado urbano, una necesidad en el Ecosistema de la ciudad. (www.fernandopozuelo.com). 2021
*Julia Moreno. FORÉTICA. El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático. (https://foretica.org). 2022.
*Martina Alonso Gerla, María Clara Morales Vignale. Comparación de fórmulas de valoración monetaria en el arbolado urbano de Montevideo, Uruguay.
* Marina Ambrosio Gonzalez. Ciudades y Medio Ambiente. Instituto Geográfico Nacional. Ficha 06. España. 2007.
*ONU. Noticias ONU (https://news.un.org). 2019.
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un trabajo constante para Rock y Vida
A principios de los años 90, y desde el interior de los barrios tanto de la ciudad como del Gran buenos Aires, nacía lo que después sería la Asociación Civil Rock y Vida, que hoy se replica por toda Argentina y otros países.
Temas como salud -comprendiendo a lo físico, emocional y mental- y ambiente, que desarrollaremos en este texto, fueron y son una búsqueda de respuesta constante ante un mundo que se nos presenta hostil, descuidado y lo que es peor, lejos del propósito para lo que fuimos creados y creadas.
La herida ambiental
En el libro de Génesis, que integra La Biblia, Dios nos dice «sojuzgad», que no significa someter -aquí radica quizá un concepto mal entendido y sus consecuencias- sino, «administrar la tierra», el lugar, el medio donde vivimos.
Es evidente que las graves condiciones ambientales a nivel mundial en nuestro contexto actual, y lo que se vislumbra hacia futuro, nos muestran que estamos lejos de esto.
Creemos que, sin dudas, uno de los principales factores, es esta devastación sobre los recursos sin importar lo que deba sacrificarse en el camino, lo que nos lleva otra vez al análisis bíblico cuando leemos «raíz de todos los males es el amor al dinero» -1 Timoteo, capítulo 6, versículo 10.
El saqueo al que nos referimos muchas veces es propuesto por corporaciones poderosas responsables del daño. Ante este Goliat, las voluntades individuales parecieran no tener demasiada incidencia, sin embargo, creemos que ahí no radica el error, sino en correr el foco y deslindar responsabilidades a quienes a través de los años miran para otro lado.
Se logró instalar en la sociedad el concepto de «granito de arena», favores realizados por algunos héroes y heroínas, como pequeños beneficios al ambiente, pero no se logró todavía que como sociedad tomemos sentido de pertenencia, y promovamos el respeto y el amor por el lugar donde vivimos. Esta indiferencia social es incentivada por gobiernos y diferentes organismos gubernamentales convivientes y responsables de manera directa de tanto daño y tanta muerte.
Ante deforestaciones, tragedias evitables, y la falta de recursos como agua y gas en algunos sectores del planeta, el poder económico, muchas veces disfrazado de un verde progresismo, sigue con estructuras armadas para bloquear, quebrantar, transgredir leyes y logran sus objetivos. Los gobiernos y sus áreas en el medioambiente están ausentes, creemos intencionalmente, y sin ningún tipo de regulación permiten el acceso a la riqueza para pocos dejando devastación y enfermedad para pueblos enteros.
En cuanto a los tan mentados medios de comunicación, consideramos que nos deberíamos preguntar -junto con cierta ciencia- al servicio de quienes están, ya que pululan y bombardean con desinformaciones y supuestas campañas ambientales hechas para lavar imagen, adornadas y vacías de contenido.
Acción y respuesta
¿Cómo nos paramos frente a este contexto? La acción constante de RockYVida parte de creer a Dios y su crea-
ción perfecta, que no dejó no para explotación de unos y unas pocas en desmedro de la pobreza de muchos y muchas. Combatimos esa desigualdad con fe y propuestas. También partimos de escuchar y ser testigos de sectores vulnerados, como los barrios enteros que son enfermados por empresas libres de contaminar su aire. Convivimos con pueblos originarios que consumen agua contaminada ante los ojos indiferentes de municipios, gobernaciones y dirigentes, que naturalizan su falta de accesibilidad a la vida misma, donde ancianos, ancianas, niños y niñas mueren por algo tan básico como no ser atendidos en un hospital. En Pandemia acompañamos con un protocolo seguro a las familias recicladoras urbanas, llamadas cartoneras, que no dejaron de hacer su trabajo buscando en los deshechos su sostén diario, mientras la propaganda televisiva nos indicaba que nos laváramos las manos varias veces por día.
Diferentes realidades, en ellas vivimos, porque es la única manera de conocer a fondo sus problemas y porque somos parte, pero todo lo enunciado está muy lejos de la resignación. Con fe combativa y revelándonos ante estas situaciones, vamos en el nombre de Jesús. Como comunidad, en todos estos años, creamos redes y abrimos diferentes frentes para demostrar que es posible cambiar esta difícil realidad ambiental que se vive a nivel mundial.
Creemos que las campañas son la principal herramienta de concientización social. Cada acción que realizamos puede beneficiar o afectar el medio donde vivimos.
Desde RyV, impartimos con especialistas en diferentes materias ambientales, talleres sustentables en nuestras instalaciones educativas y sembramos en niños, niñas y adolescentes herramientas para el compromiso y la responsabilidad.
Realizamos capacitaciones en empleos verdes, fundamentales en el presente y futuro. Cursos de siembra y riego en espacios amplios y reducidos.
Recibimos material reciclable para su separación y producción de diferentes elementos y con esa materia prima generamos una economía circular. Desde el taller sustentable con diferentes proyectos a través de los años, algunos innovadores en sus comienzos:
• Instalación eficiencia lumínica led, en 2010 en cincuenta espacios.
• Lámparas Mozer de iluminación natural con led incluido para servicio nocturno.
• Calefones solares térmicos con envases de gaseosas.
• Desarrollo de componentes electrónicos en el uso de iluminación para un consumo racional y más eficiente.
Creemos y generamos acciones para dar respuesta. Rock y Vida, es un corazón grande con muchas extremidades y no cree en actividades eventuales. Su camino es constante, a veces silencioso, enfrenta las frustraciones y ansiedades para revertirlas en búsqueda de espacios de participación y transformación social y ambiental. Esa es la clave.
Francisco Juárez
Podés encontrar más información sobre Rock y Vida y sus actividades en: www.instagram.com/rockyvida/
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Si de viajes
largos se trata
Los obstáculos nos hacen más fuertes, dicen. Cliché o no, este relato es una muestra que de las situaciones adversas también pueden salir cosas hermosas, como la amistad que construimos por un viaje atravesado.
Siendo sincera, ya había surgido la idea cuando intercambiamos mensajes por otro tema, pero un texto que por h o por b no llegó, me hizo adelantar el pedido. Un solo mensaje bastó para que me respondiera: «Compañera de viaje. -Hace un silencio muy corto, pero se nota que está pensando como organizándose mentalmente- Emmmm, voy a ver si esta noche puedo escribir algo. Tenemos estudio bíblico, pero voy a ver si cuando regreso escribo y sino mañana temprano».
Lali es de esas personas que siempre está dispuesta, que hace todo lo posible para estar, ayudar, colaborar. Así que esa misma noche me llegó un mail que empieza diciendo: «¡Si de viajes largos se trata!», y sigue: «no hay nadie mejor que los hermanos y hermanas valdenses para contar sus experiencias de viajes… esos largoooos viajes que hacemos para encontrarnos... pero hoy les contamos uno que fue interminable».
Es cierto, al ser una iglesia rioplatense, sabemos que tenemos comunidad del otro lado del río y pareciera que viajar es parte de nuestra identidad en algún punto. Cuando estamos cerca de algún encuentro comunitario, cada auto disponible para viajar se transforma en un colectivo que entra a todos los pueblos.
Este relato empieza así, con el auto de Lali, de San Carlos -Santa Fe, Argentina- que nos busca por Paraná -Entre Ríos, Argentina- a Aymará y a mí y seguimos viaje hasta Colonia del Sacramento -Uruguay- donde se iba a realizar el Sínodo en el 2016.
El viaje de ida estuvo tranquilo, claro, comparándolo con lo que nos esperaba a la vuelta. Salimos de Colonia a eso de las seis de la tarde con amenaza de lluvia, mate pronto y música para hacer más ameno el viaje. Llegando a la rotonda de Carmelo todo empezó a volverse extraño, primero se nos apagó la música, después las luces de la radio titilaban, los limpiaparabrisas no andaban. ¡Cosa de mandinga! Hicimos unos kilómetros más cuando nos dimos cuenta que el Clio se empezó a quedar sin corriente. «El último suspiro de vida del auto lo dio justo enfrente de una estación de servicio, no quedaba otra que bajarse y empujar hasta llegar a la parte de atrás que había un techito», palabras textuales del mail. «Para entonces, la amenaza se había convertido en un viento de tormenta espantoso. El techito que era nuestro refugio parecía volarse en cualquier momento», continúa.
Además Lali es servicial, optimista; y con esa misma iniciativa buscó a un electricista amigo de empleado de la estación: «”Se rompió el alternador” me dijo… ¡Ay papá! -pensé- porque estábamos en la puerta de un feriado largo por carnaval», confiesa en el mail. Recuerdo que las soluciones que nos compartió Lali fueron algo así: «Me dio dos opciones, una es esperar a que el repuesto llegue de Montevideo -esa opción era casi imposible porque era domingo, y después feriado- la otra es ir cargando la batería cada tanto; pero donde nos quedemos varados tiene que ser un lugar donde podamos cargar la batería».
Todo parecía estar de mal en peor. Llovía, teníamos hambre, no había solución sencilla. Cada quien transi-
Relato de un encuentro PÁGINA VALDENSE I 10
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taba el caos como podía. Recuerdo que estábamos todxs muy nerviosxs y con Ayma decidimos establecer prioridades: buscar comida, conseguimos unos chivitos en un carrito. Lali nos decía que no quería, que no tenía hambre, que no, que no… Ahora, en la distancia, me dice en el mail: «¡Cómo pa’ chivito estaba yo!».
Decidimos pasar la noche ahí mientras se cargaba la batería, porque sí quizás era una señal de esperanza que no supimos ver en el momento: esa estación tenía cargador. Acordamos dormir en el auto y salir a eso de las seis, «con el primer rayo de luz», dice Lali y resume su ansiedad esa noche. Claro que no descansamos bien, de hecho, creo que él no durmió nada. A eso de las cuatro y algo, con algo más de claridad nos dice «chicas, nos vamos».
Quizás les resulte difícil imaginarse un viaje con lluvia y sin luces ni limpiaparabrisas; sin aire acondicionado en el inicio de febrero; sin radio en un ambiente tenso que mezclaba ansiedad, miedo y frustración. Pero así fue.
A medida que aclaraba, paraba la lluvia. Ahora la meta era llegar al puente internacional con la energía suficiente para prender las luces en la aduana. «¿Y si me quedo sin carga justo en el puente? ¿Si se me apagan las luces cruzando la aduana? Un sin número de preguntas me invadieron» confiesa el protagonista de este relato, aunque durante el viaje se tragaba esos pensamientos y trataba de ser optimista.
Todo iba bien, pero se nos terminó la carga en la estación sobre la ruta llegando a Mercedes. Ahí, con los pocos pesos uruguayos que quedaban compré un cable para puentear el auto, porque como veníamos era mejor prevenir y tener alguna opción más. No recuerdo dónde cargamos la batería, pero salimos de nuevo a ruta. Pasamos el puente engañando al control aduanero con que el auto andaba perfecto, y llegamos a Gualeguaychú después de que varios autos nos avisaran que no teníamos las luces bajas obligatorias prendidas. «Si supieran…», decíamos entonces. Confieso que ya me sentía un poco más cerca de casa, aunque faltaban más
de tres horas de viaje -en un viaje normal y no era el caso-. Podíamos usar el celular y su gps, eso ya nos daba tranquilidad. Cargamos la batería de nuevo en una gomería; y lo mismo hicimos en un taller mecánico una hora después, en Gualeguay. Cada carga demoraba mínimo una hora así que hablamos de todos los temas habidos y por haber. En esa ciudad, Ayma tomó un colectivo directo a La Paz porque tenía compromisos, así que quedamos sólo Lali y yo.
La ansiedad se sentía cada vez más. Nos quedaban dos horas y media, casi tres, hasta Paraná. Debatimos si cargar la batería en la ciudad de Victoria, pero ganaron las ganas de llegar a casa. Cruzando los dedos, nos largamos de nuevo. Hicimos dos horitas y pico sin problemas, pero hubo que cargar nafta y para eso hay que parar el auto. En palabras de Lali: «Cuando quisimos arrancar: mudo… a esa altura mi presión estaba en 50 más o menos», pero por suerte ya estábamos cerca, así que los cables para puentear la batería que compramos en Mercedes nos sirvieron cuando mi compañera vino a nuestro rescate. Cargamos hasta arrancar y seguimos.
A todo esto, ya era hora de la siesta y le pregunto si quiere comer algo. Así como es generoso, mi amigo Lali también es un poco terco, sólo un poco… me decía que no, que no tenía hambre. Buscamos un lugar donde cargar la batería nuevamente porque si bien yo me quedaba en Paraná, él debía seguir viaje hasta San Carlos. Toda una odisea conseguir un lugar donde cargar un lunes feriado y a la siesta por estos lados, pero lo logramos. ¡Otra señal de esperanza y de cuidado que no supimos valorar! Mientras esperamos, armamos un complot con mi compañera y a escondidas compramos una pizza y una gaseosa y la dejamos en el asiento de Lali. ¡Cómo no iba a tener hambre si hacía cerca de 20 horas que no comía!
Lo que siguió ya es testimonio de Lali: «Crucé el túnel, Santa Fe, Santo Tomé y seguí rumbo a San Carlos. Apenas llegué al frente de mi casa, el auto se detuvo como diciendo hasta acá llegó mi amor. Eso fue alrededor de las seis de la tarde, 24 horas después de haber salido de Colonia. ¡Las horas más largas de mi vida!»
Hoy es una anécdota, pero la pasamos mal. Seis años después estamos de acuerdo que no vimos las señales de esperanza y que el cansancio nos impidió ver que Dios nos estuvo cuidando en todo el camino.
También estamos de acuerdo que fue una bendición sentirnos acompañadxs, y que esos momentos de bronca y frustración nos unieron de una forma hermosamente extraña; quizás tan extraña como a veces obra Dios.
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Héctor «Lali» Cotichini y Daiana Genre Bert
Agua Negra Mafalda
Llueve y no es agua Transgénicos en la piel, de la cabeza hasta los pies La tierra grita parad, la tierra grita Monsanto fuera de nuestra ciudad.
No, no sé parar la destrucción de mi planeta, el calor que nos asfixia lo quema todo, el agua sube desde los polos.
No, no quiero ver más tierra muerta, su semilla infecta solo brota una vez.
El CO2 lo quema todo, así como el consumo a su fiel comprador.
No, no sé por qué, dónde mirar. No sé qué hacer, cómo no colaborar. No sé por qué, dónde mirar. No sé qué hacer, y no colaborar.
La dependencia, a su comida basura. Te quieren presa, a su estilo de vida. El desenfreno, capitalismo caníbal. Su avaricia asesina.
Bayer asesina a ti te duele la cabeza, tómate algo para la tristeza, que te genera no llegar a la meta de sus cupos perfectos de vida plena. Desde un constipado hasta la lepra, todo lo controla la farmacéutica y el gobierno que legisla en su favor, son gigantes y luchan por el control.
Deja de fumar hierba que eso es de drogata dame un antidepresivo que tengo la tensión baja, ataja y relaja la raja con una rayita de matarratas. El tabique de plata pega con tu corbata todo bien porque la consumes y no la pasas.
Bebiendo agua negra, que viene del lago. El fracking mató toda vida ya.
Aire, yo solo quiero un poco de aire, yo solo quiero un poco de aire.
Contaminado, aún no te has organizado, intestinos controlados por los hilos del mercado. Contaminado, mantente siempre informado el agroterrorismo ya está constitucionalizado.
No, no sé por qué, dónde mirar, no sé qué hacer, cómo no colaborar. No sé por qué, dónde mirar, no sé qué hacer y no colaborar.
Mafalda es una banda española de hace poco más de diez años. Se destaca por sus letras empoderadas y peligrosas para el sistema, al que atacan sin miedo. Sus discos son protesta, antiespecismo, feminismo, consumismo, libertad.
Haciendo alusión al tema que nos propone esta edición, les comparto la letra de Agua Negra, una canción/ discurso sobre la contaminación y los problemas ambientales, junto con una firme crítica hacia industrias como Monsanto y Bayer.
PÁGINA VALDENSE I 12 Conexiones Espacio del Movimiento Juvenil Valdense | Año XXII |Octubre 2022| conexionesvaldense@gmail.com
Ilustración de Sebastián Thibault
Una relación ecuménica fortalece
que se
El Sínodo en Italia, desde el 1975, es valdense y metodista, es decir que se compone por las dos iglesias en conjunto. Este año, además, se decidió sumar la presencia de la UCEBI -Unión de las Iglesias Evangélicas Bautistas en Italia-, en los primeros días de Asamblea. Si bien no es una novedad puesto que ya es la quinta vez que las iglesias se reúnen en asamblea, la última vez fue hace ya 15 años, en el 2007. El trabajo ecuménico de las tres iglesias va más allá de la participación conjunta en las asambleas-sínodos, por ejemplo, la FGEI -Federación Juvenil Evangélica de Italia- está compuesta por las tres denominaciones, de igual manera sucede con la Federación de Mujeres Evangélicas de Italia -FDEI- y en la formación de estudiantes en la Facultad de Teología en Roma.
Para entender esta asamblea-sínodo más de cerca, pedimos a Andrea Aprile, un joven pastor, que nos cuente su testimonio:
Me llamo Andrea, tengo 34 años y soy un pastor consagrado por la Unión de las Iglesias Evangélicas Bautistas en Italia (UCEBI), a pesar de no haber servido nunca en una Iglesia Bautista en Italia, ni en otro lugar. Podemos decir que soy el fruto de un experimento: en 2015, el moderador de la Tavola Valdense y el presidente de la UCEBI se pusieron de acuerdo y me preguntaron si quería servir, en mi período de prueba, en la Iglesia Valdense de Riesi -Sicilia-. Por supuesto que acepté enseguida, estaba muy feliz de empezar mi ministerio. Amé desde el principio esa experiencia, así como amé profundamente a la comunidad de Riesi.
Luego de aproximadamente tres años, me consagraron, y fue una experiencia muy particular, no sólo para mí. Mi evaluación fue realizada por la Iglesia Valdense, con modalidad bautista; es decir, mi consagración se realizó en la Iglesia de Riesi y no en el sínodo. Podemos decir, entonces, que la comunidad Valdense de Riesi se portó por un día como una Iglesia Bautista, y desde ese momento, la UCEBI me consideró un pastor bautista teniendo como base la evaluación hecha por una comunidad valdense.
Esta pequeña autobiografía fue sólo para decir que la asamblea-sínodo que se realizó en agosto en Torre Pellice, después de 15 años, tuvo un valor -sobre todo simbólico- muy grande. De hecho, era muy joven cuando se realizó la última vez y varias veces me pregunté porqué no se organiza conjuntamente, porque el camino en común entre bautistas y valdenses continuó. Soy una de las tantas pruebas de eso.
Tal vez la causa de esta larga pausa fue la falta de perspectivas, tal vez se hacía difícil imaginar una dirección clara en este camino a la luz de los acuerdos ecuménicos que estas dos iglesias tienen con realidades exteriores. Se hace difícil, por ejemplo, imaginar un acuerdo posible sobre el bautismo que pudiese ser compatible con la Concordia de Leuemberg.
Hoy, después de esta asamblea-sínodo, podemos decir que, aun sin tener todavía un horizonte muy claro, este camino se retomó con convicción. Creo que la decisión más importante fue la de volver a organizar este mismo evento en 5 años -o antes- y mientras tanto organizar formaciones y espacios que favorezcan una reflexión común sobre los temas que todavía nos separan y sobre la construcción de una relación que pueda fortalecerse.
La asamblea-sínodo, entre otras cosas, votó un documento llamado «renovación del Pacto», que, sobre la base de un lenguaje bíblico, afirmó una vez más la necesidad de no desperdiciar el don que Dios nos dió en este recorrido, y por lo tanto, continuar a pesar de los obstáculos y de los prejuicios que muchas veces nos hacen caminar más lento.
Fue muy importante no solo reflexionar, orar y cantar juntxs, sino también restaurar relaciones polvorientas, aunque no por eso olvidadas. Sobre todo, en este tiempo postpandémico que nos desacostumbró a vivir la belleza de la hermandad y sororidad que no sea mediada por la pantalla de un celular o de una computadora. Fue realmente importante poder retomar este camino usando nuestros cuerpos.
Uno de mis pequeños sueños se realizó, y deseo que sea un paso necesario para poder hacer otros que nos lleven a testimoniar de forma más convincente y encarnada, el común evangelio de Cristo en un contexto en donde es cada vez es más difícil comprender su sentido.
Introducción y traducción: Myriam Sappé
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omunicándonos C
Espacio de la Federación Femenina Evangélica Valdense
Por fin, ¡¡llegó el día!!...
Después de casi 3 años; gracias a Dios volvimos a encontrarnos ¡¡Qué alegría!!
Muchos días de preocupación y preparación, tratando que todo saliera lo mejor posible. Y llegó el día… sábado 10 de setiembre de 202: Encuentro Nacional de Ligas Femeninas y festejos de cumpleaños por los 90 años de las Ligas de Dolores, Miguelete y Ombúes.
Nos encontramos en Ombúes de Lavalle, a partir de las nueve de la mañana comenzaron a llegar las delegaciones y lo que siguió fue todo ¡reencuentros, saludos, abrazos postergados por tanto tiempo!
A las 10, el templo lleno con alrededor de 100 personas. Luego de la bienvenida y las presentaciones, se realizó el devocional a cargo de la pastora Nora Justet, quien orientó el tema y el trabajo en grupos. Sin dudas, fue muy enriquecedor todo el trabajo y la puesta en plenario.
Y llegó la hora del almuerzo, nuevamente se convirtió en un momento de saludos y confraternidad. A las 14, volvimos al templo donde los integrantes de los campamentos, Rossina y Gerardo Geymonat, brindaron una charla sobre la obra que la Iglesia Valdense realiza en Puerto Conchillas desde hace 57 años. Fue una maravillosa muestra, desde sus comienzos hasta nuestros
días, todo acompañado de fotos y videos. En un momento intervino Vilma Artús de Plenc, que actualmente vive en Valdense, ella es fundadora y dio testimonio de los comienzos: dónde y cómo cocinaban, cómo dormían, qué niños y niñas participaban, cómo se financiaba. Fue una charla amena y enriquecedora. Se finalizó lo protocolar con reseñas históricas de las Ligas que cumplían años y una pequeña representación por las integrantes de la Liga local.
Llegábamos al momento de cierre, pero antes compartimos el té, confituras y la rica torta alusiva, elaborada por la socia Mireya Mahr; y después, nuevamente un momento de abrazos y saludos, pero esta vez para despedirnos.
Nos queda un enorme agradecimiento a Dios por el hermoso día compartido y el deseo de poder seguir realizando estos encuentros.
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» Filipenses
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Liga Femenina de Ombúes de Lavalle
Dios de la primavera
y la palabra
naturaleza, y nos preguntamos, ¿Qué hacemos con ella? Vuelvo acá, al norte santafesino, que, desde la pandemia, sufrimos otro fenómeno: los incendios. Ahora particularmente en el puerto y en las islas aledañas a la ciudad de Reconquista, que afecta a toda la biodiversidad de estos humedales, y a la salud de todos/as. Quizás como seres humanos y humanas no estamos entendiendo la relación que tenemos con la naturaleza, no estamos ajenos y ajenas a lo que suceda con ella, buscamos dominarla y sacar provecho. La ambición y la arrogancia de unos pocos y pocas afecta a todas y todos los seres vivientes, provocando destrucción. Tal vez es eso lo que Dios nos quiere advertir, que no somos más que la naturaleza que nos rodea, y al estar conectados a ella, lo que suceda dependerá de nosotros y nosotras, individual y colectivamente.
Volviendo al tema de los almendros. Buscando información para este pequeño artículo, en una página de España encontré que los almendros están floreciendo aún más temprano de lo habitual. El calentamiento global hace que en invierno haya días de 16 grados, esto hace que se engañen y a la vez, esto no agota la posibilidad que una ultima helada queme las flores, y con ellas se acaba el proceso empezado por el árbol que no terminaría dando el fruto esperado.
Al profeta Jeremías lo podemos denominar como el profeta de la crisis, es el que anuncia el exilio, fue perseguido, vivió en una etapa de confusión política y social, y es llamado a destruir, construir, derribar y plantar. En su libro nos regala una visión que quizás nos ayude para hoy. Leemos en 1: 11-12
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: «¿Qué ves, Jeremías?». Yo respondí: «Veo una rama de almendro». Entonces el Señor me dijo: «Has visto bien, porque yo vigilo sobre mi palabra para realizarla».
En hebreo almendro se dice «shaked», que, a su vez, significa alerta, vigilante, despierto. Se dice que este árbol es uno de los primeros en florecer, ya casi a fines del invierno, como anunciando la primavera que se acerca. Acá en el norte santafecino tenemos fenómeno parecido con los lapachos. Ya casi en agosto con los primeros calores, los lapachos florecen y toda la región se viste de rosa. Podríamos sacar una primera reflexión: como Dios se manifiesta en la naturaleza, sus ciclos, como observar la belleza. Y sería fácil verlo así, pero a su vez nos dice «¡alerta!», y nos podemos preguntar: ¿De qué debemos estar atentos y atentas? Y quizás haya muchas respuestas para esta pregunta, pero yo voy a volver a la
No dejemos que nos quedemos sin almendros, que se nos acaben las flores por el calentamiento o por el fuego intencional, que nos quedemos sin abejas, sin flora y sin fauna.
Podemos hacer nuestras pequeñas acciones, pero eso no basta, necesitamos leyes que protejan los humedales y que se cumplan las existentes como la ley de boques en Argentina. Necesitamos pensar en las futuras generaciones, pero también el hoy. Porque respirando humo y ceniza no llegaremos muy lejos. Por ahí, en este caso, sueno un poco como Jeremías que en su tiempo fue tomado como un profeta que anunciaba catástrofes. Pero debemos aprender otra manera de ser humanos y humanas.
Quiero terminar esta reflexión con un rayo de esperanza, Dios/a es fiel, fiel a su palabra, para llevarla en obras y fiel para acompañarnos, aunque el trecho que nos toque sea difícil. Pongamos manos a la obra para que podamos seguir viendo a los almendros y lapachos florecer. Amén.
Carmen Alegre
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¿Puedes venderme el aire que pasa entre tus dedos y te golpea la cara y te despeina?
¿Tal vez podrías venderme cinco pesos de viento, o más, quizás venderme una tormenta? ¿Acaso el aire fino me venderías, el aire (no todo) que recorre en tu jardín corolas y corolas, en tu jardín para los pájaros, diez pesos de aire fino?
El aire gira y pasa En una mariposa. Nadie lo tiene, nadie.
El cielo está en las nubes. Altas las nubes pasan. Nadie las tiene, nadie.
El agua cae, rueda. El agua rueda, pasa. Nadie la tiene, nadie.
La tierra tuya es mía. Todos los pies la pisan. Nadie la tiene, nadie.
Extracto de «Puedes», de Nicolás Guillén