Página Valdense - Edición 06-23

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Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

Democracia, el desafío de construir futuro 3

EL AMOR CONSTRUYE DERECHOS Y DEMOCRACIA Flavio Rapisardi

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DICTADURA Y DEMOCRACIA EN NUESTROS PAÍSES RIOPLATENSES Guido Quintela Bartel

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¿QUIÉN TIENE LA CULPA? Tomás Barolín Tron

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Noviembre 2023 - N° 291 - Afiliado a O.P.I. 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638

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Insistir No es la primera vez que Página Valdense va a trabajar en sus páginas principales sobre un tema complejo, de hecho, creo que ese es uno de nuestros desafíos constantes: complejizar aquello que parece bastante básico, simple, chato, pero que al rascar un poquito aparecen perspectivas que aportan reflexiones liberadoras; y, por el contrario, intentar simplificar aquellas cosas que de tan complejas o amplias no sabemos muy bien cómo empezar a desmenuzar.

Quizás no haga falta aclarar, pero cuando aquí digo complejizar me refiero a tensionar y pensar críticamente aquello que parece moral, ética, emocional, cultural, política y socialmente establecido, mientras tejemos posibles vinculaciones con otros fenómenos que orbitan cerca; y cuando digo simplificar no hablo de reducir a cuestiones superficiales aquellas cosas que no lo son, sino más bien hacer el ejercicio analítico a partir de conceptos más sencillos o pequeños que son parte de eso complejo. En ambos casos, creo que lo importante radica en no olvidarnos del todo cuando pensamos cada parte o, por el contrario, no ahogarnos en la inmensidad del todo cuando podemos empezar a pensar de a poco.

Reflexionar sobre democracia en estos tiempos, sobre todo en Argentina, parece ser un ejercicio de alto riesgo. Las susceptibilidades están a flor de piel, listas para ser heridas; las palabras están agazapadas, listas para salir en defensa de nuestra postura; la mirada inquisidora está más presente que nunca intentando dilucidar si estás de un lado o del otro. Ya sé, no estoy diciendo nada nuevo: las polarizaciones están cada vez más pronunciadas, no hay gris que valga, parece no haber posiciones conciliadoras que se puedan sostener en el tiempo.

Entonces, frente a tanto conflicto: ¿cómo se nos ocurre trabajar sobre democracia?

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Bueno, en realidad, la respuesta es bastante simple: porque seguimos apostando a un proyecto de vida buena y abundante, de vida plena, para todos, todas y todes. Ese desafío nos invita una y otra vez a construir desde las diferencias; es más: celebrando las diferencias, y cuando hacemos camino desde ese lugar se achican las opciones de irnos hacia los extremos refugiándonos en verdades absolutas que sin dudas obturan el ejercicio democrático. ¿Es fácil? No, claro que no.

No es ni fácil ni cómodo; la mayoría de las veces suele ser frustrante y angustiante, pero hay que insistir.

Hay que insistir en una gestión de poder contrahegemónica; hay que insistir en la construcción de acuerdos -aunque sean mínimos- que no se rompan con promesas de soluciones inmediatas; hay que insistir en construir desde las bases, desde las comunidades; hay que insistir en los ensayos, aunque no siempre salgan bien. Hay que insistir porque puede que se muevan muchas cosas alrededor, pero nuestro horizonte sigue siendo hacer del mundo un lugar más amable, más habitable, más vivible y no para unos pocxs, sino para toda la creación.

Esa construcción, mínimamente, como cristianxs nos involucra y nos compromete a trabajar por un mundo con menos desigualdades, luchando por políticas que sean igualadoras de oportunidades; por sociedades más empáticas, solidarias, compasivas y amorosas. Humildemente creo que encontrar puntos de coincidencia nos van a impulsar a romper el molde del individualismo -que tantos discursos promueven- y nos permitirá ver, entender y sentir que la salida siempre es colectiva.

Insista en construir desde el amor.

Daiana Genre Bert

El amor construye

derechos y democracia Lxs cristianxs estamos, como todo nuestro pueblo y de otras naciones, en una encrucijada que deberemos pensar cómo se gestó y en qué colaboramos por acción y/u omisión desde nuestros espacios profesionales, de fe, partidos políticos, sindicatos, organizaciones.

Las derechas liberales clásicas están desapareciendo y dejando lugar a nuevas versiones ultra, aún mucho más autoritarias que el conservadurismo «evangélico compasivo» del Partido Republicano en manos de los Bush. Esta derecha es «nueva» porque se gestó al calor de avances en materia de derechos, en un mundo donde el egotismo brutal del capitalismo ideal se impone a fuerza de abyecciones.

Hoy el capitalismo brutal que está envenenando a nuestro planeta, quitando derechos en nombre de la eficiencia y con un discurso racista y clasista de que la democracia no necesita de «planeros y vagos». Al contrario, les resulta una piedra en el zapato porque toda construcción con o por lxs prójimxs corroe ese clima cultural de encapsulamiento que necesita un capitalismo salvaje financierizado que solo beneficia al uno por ciento de la población mundial, mientras que, en el 99 por ciento restante, muchxs se identifican por complejos procesos a la mano de sus verdugxs.

El amor cristiano como «ágape», la apelación al prójimx en todo el Evangelio es todo lo contrario a lo que la nueva derecha viene a arrasar. ¿Alguien cree a esta altura de la historia que alcanza con el ideal de solo esfuerzo y el solo mérito? Presentar a esta ética como contraria a la necesidad de las instancias colectivas, de una Estado que regule la voracidad de mercado es, por un lado, una tergiversación del mensaje de Jesús y de toda posición humanista que hace de la dignidad el núcleo de su hacer. Y, por otra parte, un uso perverso de la fe a favor de los fariseos y herodianos de toda época.

Podemos discutir si el Reino de amor e igualdad puede ser hoy o no. En mi caso prefiero la metáfora de su aparición «por momentos», en los actos de justicia, reparación, construcción de derechos. Apostando por un Dios del tiempo vivo, de la historia y no de un lugar que puede devenir rápidamente en una burocracia opresora. Nuestro continente es tal a partir de un acto de injusticia ya que antes no era «un» continente, sino reparación, construcción de derechos. Abya Yala o «tierra de la plena madurez», donde con sus virtudes y defectos distintas «naciones» construían su vida colectiva en muchos aspectos de modos más justos que los europeos -recordemos el almacenamiento comunitario de trigo para épocas de escasez-.

La «colonización» fue un momento en el que no la maldad en abstracto, sino la de personas llenas de la maldad de avaricia por oro y riquezas de un sistema eco-

“El encuentro” de Jaime Zapata

nómico que comenzaba a mundializarse irrumpe y «funda» un mundo con una cruz, una Biblia y espadas ensangrentadas. De allí en más se abrió una «herida» que hoy quieren hacer pasar por «grieta» para quitarle la dimensión moral de lo que nos separa de quienes tienen por Dios al lucro, la avaricia y el desprecio. Acá, y en todo el mundo, el mensaje del Reino supo, sabe y sabrá encarnase nuevamente en las luchas necesarias que compartimos en el principio que toda necesidad que no implique la anulación de unx otrx es la base de todo derecho, que jamás serán gastos sino inversión cuyo fruto debe buscarse en todos los cruces que nos unen como sociedad ¿Puede un cristianx avalar que la educación, la salud y el empleo sean regulados por una «mano invisible del mercado»? Nos critican a lxs cristianxs de creer en abstracciones, por lo que mi pregunta es: ¿esa mano dónde está? Quienes consideramos que la democracia y los derechos son el mejor modo de construir y reconstruir formas de cuidado y vida amorosa no podemos ser neutrales ni indiferentes. En estas encrucijadas solo la comunión con la palabra, el ágape y lxs otrxs son inicio y freno necesario a los profetas del odio sin tapujos.

Flavio Rapisardi PÁGINA VALDENSE I 3

Dictadura y democracia en nuestros países rioplatenses

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El primero de marzo del año siguiente asumió el primer presidente constitucional uruguayo luego de 13 años, el Dr. Julio María Sanguinetti, una de las principales figuras de las negociaciones con los militares.

Para el caso argentino resulta indiscutible señalar que la derrota en la Guerra de las Malvinas en 1982 fue un golpe devastador para la dictadura militar, que ya enfrentaba crecientes presiones internacionales debido a las denuncias de violaciones masivas de los derechos humanos. Si bien el objetivo original de la guerra era fortalecer la legitimidad del gobierno, la derrota minó la credibilidad de la junta militar, le quitó sus principales apoyos dentro de las filas castrenses y la sociedad civil, y aceleró su declive. La combinación de lo anterior con una crisis económica persistente y el ascenso del descontento social llevaron a las autoridades a convocar a elecciones en 1983. El candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), Raúl Alfonsín, se convirtió en el nuevo presidente, derrotando al candidato del Partido Justicialista, Ítalo Lúder.

En Argentina la transición democrática estuvo marcada por desafíos significativos. La situación económica continuó enfrentando altos niveles de deuda y una inflación desenfrenada, lo que llevó a una brutal crisis y social en la década de 1980. Además, hubo intentos de golpe militar en 1987 y 1988, lo que reflejó la fragilidad de las instituciones democráticas en ese momento.

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A modo de coda, se considera importante destacar que el cierre efectivo de las heridas de las dictaduras y la consolidación de las democracias en los países del Río de la Plata tomó años y continúa siendo un proceso en evolución.

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El escrito que se presenta a continuación esboza brevemente algunas líneas sobre los procesos de transición democrática de las últimas dictaduras en Argentina y Uruguay. En esa clave, se insta a lxs lectorxs más curiosxs a produndizar la lectura crítica de estos procesos con el adecuado apoyo bibliográfico.

Las transiciones de la dictadura a la democracia en Argentina y Uruguay fueron procesos prácticamente paralelos y que presentaron varias coincidencias. En primer lugar, estuvieron íntimamente ligados a las interacciones entre factores políticos, sociales y económicos. En segundo lugar, las convergencias de presiones internas y externas resultaron determinantes para la apertura hacia formas más democráticas de gobierno.

En tercer lugar, en ambos casos es relativamente fácil determinar cuándo empezaron, pero no cuándo terminaron; es decir, existe cierto consenso a la hora de indicar que la guerra de las Malvinas, en 1982, y la victoria del «NO» en el plebiscito constitucional de 1980 marcaron el inicio de las transiciones en Argentina y Uruguay respectivamente. No obstante, resulta infinitamente más difícil determinar el final de esos procesos, principalmente porque las democracias que emergieron en la década de 1980 tuvieron el desafío de superar las dictaduras pasadas a la vez que aprendían nuevamente a hacer sobre la marcha.

Un breve repaso por sus cronologías otorga algunas pistas de lo que se quiere demostrar aquí. Como se mencionó anteriormente, la victoria de la papeleta del «NO» en el plebiscito de fines noviembre de 1980 marcó un punto de inflexión en el caso uruguayo. El hecho de que la población hubiese rechazado la propuesta de la dictadura para establecer una Constitución acorde a sus intereses fue simplemente insuperable. Poco tiempo después, las autoridades del régimen anunciaron una serie de medidas que comenzarían a implementar para articular el diálogo de cara a una posible salida concertada.

Así, a pesar de que fluctuaron momentos de aperturismo y autoritarismo, se inició un período de transición que se caracterizó por el paulatino restablecimiento del asociacionismo gremial y político, y la reactivación de la movilización gremial, especialmente estudiantil. Paralelamente, y en dos instancias, comenzaron a producirse negociaciones entre las autoridades militares y representantes de distintas facciones políticas. Primero, en mayo de 1983, cuando no pudieron llegar a un acuerdo y luego en julio y agosto de 1984.

Fue en esta segunda instancia que, luego de varios tires y aflojes, se logró la firma de un acuerdo que llamaba a elecciones para el 28 de noviembre de ese mismo año.

Las dificultades persistieron en áreas como la justicia, la reconciliación social y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. A pesar de los avances logrados, la superación de estos legados autoritarios y el desarrollo pleno de sociedades verdaderamente democráticas siguen siendo un desafío pendiente en la región. En este sentido, es fundamental reflexionar sobre el largo camino que estas naciones han recorrido y cuestionar hasta qué punto han logrado superar completamente estos traumáticos períodos en su historia.

Guido Quintela Bartel

¿Quién tiene la culpa?

Hace algún tiempo me tocó reflexionar en esta misma publicación sobre la democracia. Es difícil no volver sobre algunos de los planteos de aquel entonces, más aún a la luz de algunos hechos en las horas en que se escriben estas líneas. Es que las definiciones más habituales de democracia son bastante bien conocidas por la mayoría, pero aportan poco para reflexionar sobre los problemas que hoy enfrenta su construcción y su cuidado.

También es difícil abordar un tema de estas características en medio de crisis bélicas que afectan la integridad de miles de personas y sobre las cuales los ámbitos de resolución de controversias –espejos de las «democracias» de nuestros países y sus mecanismos institucionales de representación– parecen no tener capacidad alguna de incidencia.

Y ello es porque la discusión sobre la democracia es profundamente una discusión sobre el poder.

Si somos etimológicamente estrictos esto no debería llamar mayor atención, es más, hasta parece trivial: la palabra griega kratos refiere justamente al poder. A pesar de ello, ¿cuánto pensamos en el poder cuando hablamos cotidianamente de la democracia? Creo que poco, y eso es parte de hacia dónde intentaré navegar en las líneas que siguen.

Vivimos en sociedades con un fuerte sentido de la individualidad, donde cada una de las relaciones que mantenemos con el resto de la sociedad giran progresivamente en función de nuestros gustos, elecciones e intereses. El consumo de películas, música, publicaciones en redes, reels, tiktoks y un largo etcétera, se da en función de las sugerencias que los algoritmos nos ofrecen a partir de nuestros gustos y opiniones.

A partir de allí, los valores, las ideas, las noticias, las opiniones se instalan con mayor fuerza en la subjetividad, en el pensamiento de cada uno-a.

La guerra es un buen ejemplo de esto mismo. Quienes tengan mayor simpatía por el pueblo israelí, seguramente hayan visto el bombardeo al hospital en la Franja de Gaza, y cómo las autoridades israelíes denunciaron que las bombas no provinieron de su lado sino del propio territorio de Gaza, con las necesarias «pruebas» validadas por cadenas de prensa también con simpatía por el régimen israelí. Quienes, por el contrario, tengan mayor simpatía por el pueblo palestino, seguramente hayan visto similares imágenes del bombardeo al hospital, pero entiendan que el bombardeo provino del lado israelí, con las respectivas pruebas presentadas de igual manera.

Esto no significa que ambos hechos sucedieron, solo puede haber sucedido uno de ellos -la bomba debió de haber salido indefectiblemente de un lado u otro-, pero sí es cierto que, para cada quien, lo que creemos determinará en buena medida cuál de las dos lecturas que se nos presentan como realidad aceptaremos como tal.

La pregunta es, en ese sentido, ¿cómo hacer convivir en una misma sociedad sentidos tan contrapuestos de la realidad sin que se desate violencia?

Respuestas seguras no existen, pero si hay algo que a todas luces refuerza cada una de esas visiones es la poca interacción con otras, y ahí es donde reside la gran cualidad de la democracia, en poder lograr que esa discusión se dé.

Ahora, ¿es suficiente para lograr ese fin ir a votar una vez cada cuatro o cinco años? Creo que no. Nos hemos limitado a llamarle democracia a básicamente el acto eleccionario, pero nos olvidamos de la construcción cotidiana, de los pequeños debates que van acercando posiciones. ¿Cuándo fue la última vez que debatimos sin posiciones predigitadas sobre temas de la pequeña escala -los asuntos del barrio, de la ciudad o el pueblo, de la escuela, etc.-? ¿Qué tan previstos están esos espacios?

Existe toda una dimensión de la democracia que pareciera hemos olvidado por completo. Dimensión que nos hace exponernos a la confrontación, al incómodo pero necesario lugar de tener que someter nuestras ideas y convencimientos a la crítica y al debate, pero que al mismo tiempo nos aleja de la cómoda decisión de mantenernos autoconvencidos-as de una parte de la realidad.

El ascenso de discursos y opciones que solamente pueden existir gracias a su propia argumentación y no se sostienen ante la mínima crítica por su inconsistencia y falsedad, es uno de los efectos más peligrosos de esta realidad que vivimos. Este artículo difícilmente logre algún cambio en esta situación, pero por lo menos intenta generar alguna reflexión para pensar en cómo construir otras formas de democracia más allá de la que estamos acostumbrados-as a construir, que de democracia pareciera tener poco.

Tomás Barolín Tron PÁGINA VALDENSE I 5

Sobre el cristianismo

y los Derechos Humanos

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“

En este contexto incierto, plagado de discursos de odio y prácticas individualistas, nos llamó a recordar las palabras de Jesús: «yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10: 10). Que esta sea nuestra gran meta.

“

Para quienes hemos atravesado el mundo evangélico conservador, hablar de derechos humanos ha sido generalmente un tabú o una herejía. Las prédicas y enseñanzas cristianas, ya desde la escuelita dominical, suelen estar enraizadas en los mandatos morales, especialmente en torno a la sexualidad y en las consecuencias de la transgresión.

El hacer el bien, y sobre todo a las personas que son pobres, es uno de los grandes mandamientos cristianos, supongo que no debe haber iglesia que dentro de sus acciones principales no esté presente este eje o no tenga un área de acción social. Pero, me pregunto: ¿Desde qué lugar y, sobre todo, desde qué mirada hemos «ayudado» a los-las necesitados-as?

La práctica de dar un plato de comida para luego entregar el «tratadito» y llevar la palabra de Dios es algo que siempre me llamó la atención, esta idea de que lo más importante es «salvar el alma del infierno», como si esa persona no estuviera ahora, en este momento, viviendo un infierno todos los días, ¿Por qué no hablamos del derecho de todos y todas a vivir dignamente?

A tener un buen trabajo, una casa, salud, educación y, también, libertad de elegir en qué creer y cómo.

Tal vez el lugar de salvadores y salvadoras nos viene bien, nos gusta, nos da un halo de buen cristiano y buena cristiana, nos pone una estrellita más en nuestra futura corona de buenas obras y nos deja la conciencia tranquila, que además esa persona, en otra vida, estará mejor.

Esta forma de acercarnos al otro y la otra no sólo menosprecia el padecimiento que está atravesando, sino que también invisibiliza todo lo que sucedió para que esa persona haya llegado a ese lugar; porque que esa persona sea «pobre» no tiene que ver con una cadena de sucesos desafortunados o una decisión individual, sino

con un sistema cruel que necesita seguir excluyendo a los y las más débiles en favor de los más poderosos.

«Atacamos» la pobreza, pero no nos preguntamos seriamente que la genera. Eso no lo denunciamos, porque eso es política y no nos compete como cristianos y cristianas. De la misma manera que no es nuestra jurisdicción hablar de derechos humanos.

No encontramos la palabra Derechos Humanos en el texto bíblico -es un concepto moderno surgido en el siglo XX- pero es innegable que todas las acciones de Dios son un llamado a la preservación y lucha de la vida y la dignidad de todas las personas, especialmente, de quienes tienen sus derechos vulnerados.

Evidentemente algo nos ha pasado a los evangélicos y evangélicas que asociamos el predicar las Buenas Nuevas de los evangelios con la oración de fe y salvar las almas del infierno.

Jesús fue un activista social, un militante de derechos humanos. Me gusta pensar que, si él estuviera acá hoy, caminando entre nosotros y nosotras, no hablaría de las cuatro leyes espirituales, ni estaría en las plazas con un megáfono asustándonos con los siete jinetes del apocalipsis o mostrando la película «Como ladrón en la noche», sino que nos predicaría sobre los 30 artículos de la Declaración Universal de los derechos humanos.

De igual manera con las niñeces, Jesús no estaría con el librito sin palabras de colores, les hablaría de la Convención de los derechos del niño, niñas y adolescentes y de Educación Sexual Integral.

Y también, seguramente, hablaría en inclusivo.

Natalia Morbelli Ministerio de Justicia y DDHH Colectivo Sororidad y Fe Memoria Profética

Las páginas que supimosconseguir «(...) Hay que amasar el pan con cansancio, por cansancio, contra el cansancio. Hay que amasar el pan sin humildad, con empeño, con odio, con desprecio, con ferocidad, con saña. Como si todo estuviera al fin por acabarse. Como si todo estuviera al fin por empezar. Hay que amasar el pan para vivir, porque se vive, para seguir viviendo. Escribir. Amasar el pan. No hay diferencia».

Leila Guerriero ¿Qué recorrido podemos trazar en estos 40 años de democracia sobre la producción de libros? En una primera aproximación, la celebración de la libertad en su máxima expresión, tanto la de la información y producción, como la de la recepción, la de lxs ciudadanxs ávidxs de lecturas en cualquiera de sus formas.

La vuelta a la democracia significó reconstruirnos y volver a escribir la historia a través de distintos lentes, realidades y subjetividades. Fue, justamente, el libro Nunca Más el que reunió los primeros testimonios de quienes habían sufrido la dictadura en carne propia. Y como todo proceso de producción literaria, fue un proceso colectivo.

Puede que, a la ligera, asociemos a la lectura como un acto cotidiano de ejercicio individual, pero si nos adentramos un poquito ya podemos ver cómo la concepción de la literatura y de los libros es siempre con y por otrxs. Leer siempre es un acto de transformación: no soy la misma persona después de haber sido «tocada» por ciertas líneas. Y esa transformación nunca es solitaria.

Es este lazo social el que quiso destruir la última dictadura con la censura, la erradicación de ciertas lecturas consideradas «peligrosas» y la circulación de la palabra escrita, una acción que se ha repetido a lo largo de la historia en cualquier expresión fascista y dictatorial: de esto no se habla ni se lee.

Es con la democracia que tenemos la posibilidad de leer y producir en libertad lo-que-cada-unx-quiera. Para eso, además, tiene que haber recursos. Eso es un derecho humano y, como tal, debe ser garantizado por el Estado.

A lo largo de estas cuatro décadas, la producción literaria floreció desde las universidades, en revistas temáticas, nacieron grandes editoriales y diarios que fueron escuelas de periodismo en sí mismos, entre otros.

Durante los primeros años del 2000, con la llegada del kirchnerismo y la recomposición del tejido social y el impulso de políticas públicas, este proceso acompañó a la industria del libro que, frente al avance de las nuevas tecnologías, no para de crecer -aunque el papel sea un bien cada vez más caro-. Son parte de este trayecto el fomento y la promoción de la lectura, la implementación de planes nacionales de incentivo a la CONABIP -Comisión Nacional de Bibliotecas Populares- y, en paralelo, el surgimiento de un sinfín de editoriales independientes a lo largo y ancho de Argentina: cada rincón tiene y debe decir algo sobre su realidad y su futuro. Y las páginas en blanco son el campo ideal para ello, porque también son un campo de disputa cultural.

Dos expresiones, un mismo compartir

Quiero sintetizar en dos ejemplos lo que para mí significa poder leer y producir en democracia. Son proyectos que merecen ser contados y difundidos, posiblemente los conozcan y, si no, bienvenidxs a estos universos.

Comienzo con la cooperativa-editorial Eloísa Cartonerai del barrio de La Boca -Ciudad Autónoma de Buenos Aires- que nació en el 2003 al calor del posestallido que terminó con el gobierno de la Alianza. Esta propuesta surgió con Javier Barilaro y Washington Cucurto, como una necesidad que emergió entre los trueques, el trabajo informal de los cartoneros y ante los costos imposibles del papel. Así, comenzaron a editar libros de autores latinoamericanos, con materiales reciclados e intervenidos artesanalmente, comprándole el cartón a lxs cartonerxs.

Sus libros-objeto siguen contando historias, libros que son únicos, y, otra vez, la salida es colectiva.

Y, por último, el panadero-poeta Gastón Leandro Ezequiel Vázquez nos convida su proyecto Pan Poecíaii -así, con c- que nació en el 2020. Desde Villa Hipódromo, Bahía Blanca, en su horno de barro crea artesanalmente versos de poesía de autores de todo el mundo, en masa de pan o pizza, que luego comparte en su perfil de Instagram -@panpoecia-. La poesía que nunca se estanca ni pierde vigencia, que nos interpela, en las manos de Gastón, se vuelve letra física, comestible; un alimento para el alma que, como con cada libro, se comparte.

Laura Michelin Salomon Geymonat

Obra de Gastón Leandro Ezequiel Vázquez

Comunicadora Social

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Entrevista a Liani Blanco, artista musical santafesina

«El arte puede transformar a las personas

y las personas pueden cambiar el mundo» ticipación y producción de espectáculos, festivales, conciertos, muestras, como también la posibilidad de elegir libremente repertorios, autores y compositores.

Liani Blanco -«Liani» es su apodo, que une sus dos nombres de pila: Lía Ana- es una de las artistas señeras de la ciudad de Reconquista, en el norte de la provincia de Santa Fe. Forjó una carrera de cantante solista, interpretando repertorios de la música litoraleña y el folclore argentino y latinoamericano. Fruto de su labor artística, publicó tres discos: «Sentimientos», «Dame tu mano y cantemos» -proyecto argentino-español- 2004- y «Pasiones».

Por otra parte, Liani fue directora del Coro del Instituto de Formación Docente 5074, además fundó y dirigió el Coro «Refugio», de Reconquista, perteneciente al Programa «Coros y Orquestas juveniles para el Bicentenario» del Ministerio de Educación de la Nación y de la provincia de Santa Fe (2009 y 2010). Además, es docente jubilada de música: ejerció en el Instituto Superior, de Formación Docente N° 5074, de la ciudad de Reconquista. Actualmente Integra el Equipo Provincial de la Subsecretaría de Educación Inicial del Ministerio de Educación de Santa Fe y es tutora del Departamento General Obligado de la Escuela de Oficios Artísticos del Ministerio de Cultura de Santa Fe. También, fue secretaria de Cultura y Educación de la Municipalidad de Reconquista, en el año 2007. Actualmente coordina el Espacio Cultural «Lo de Vicenta», de Reconquista. ¿Cómo influyó en tu formación como profesional de la música la apertura democrática de diciembre de 1983?

En lo personal, yo venía de realizar estudios de canto y guitarra en La Plata, Buenos Aires, luego de mis estudios secundarios. Especialmente en esa ciudad el clima era bastante turbulento con mucha movilización estudiantil y también de las fuerzas militares.

De regreso a Reconquista comencé a dictar clases particulares en mi casa. Pero en febrero de 1983 el entonces intendente de esta ciudad, el Dr. Vasalo Ore, tuvo la iniciativa de crear el Profesorado de Música en la Escuela de Artes, que hasta entonces era municipal. Era una carrera de formación docente de tres años y una gran oportunidad para profesionalizar la educación musical en mi ciudad, por lo que pertenezco a la primera promoción de esa carrera.

Con el triunfo de Raúl Alfonsín y el regreso a la democracia se ampliaron los horizontes en cuanto a par-

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Quisiera plantearte un tema que generó y sigue generando polémica: ¿Existe relación entre el arte y la conciencia política? ¿El arte puede transformar la realidad?

El arte como fenómeno social, político y filosófico constituye un emergente de cada momento histórico y de cada comunidad. Cualquier producción artística tiene la potencialidad de convertirse en uno de los modos a través de los cuales emerge lo novedoso en relación a usos, prácticas, valores materiales y simbólicos, otros modos de representar el mundo y como intervenir en él.

La canción, la pintura, la literatura no se insertan en el mundo tal cual es, sino que representa una nueva propuesta de mirarlo, de sistematizarlo y además ofrece la posibilidad de interpretaciones y subjetivaciones personales, crear sentido propio Hay autores y cantautores que conciben la música desde esta mirada, social, política, asumiendo su rol de artista comprometida-o, y el arte es su militancia El Arte no cambia el mundo, pero puede transformar a las personas y las personas pueden cambiar el mundo.

Quienes nos dedicamos a enseñar arte promovemos la sensibilización, la comprensión del mundo y del ser humano, enseñamos a mirar el mundo de otra manera, a vivir mejor, y de esta forma, mejorar la sociedad en la que estamos inmersos. ¿Cómo puede ayudar el arte, y la música en particular, en la visibilidad de identidades y la promoción de derechos?

Creo que el Arte, y especialmente la educación artística, es una manera efectiva de inclusión. El arte tiene la capacidad de inspirar y generar empatía entre receptores, usuarios y usuarias del arte a los que las organizaciones de derechos humanos no siempre llegan.

La literatura, el cine y el video, el teatro, la fotografía, las artes plásticas, la danza, entre otras formas artísticas, han constituido una herramienta, un soporte, un contexto y motivo de una diversidad de formas de memoria, denuncia y reflexión sobre los derechos humanos en la Argentina.

Actualmente se ha avanzado mucho en relación a los derechos humanos. 40 años de democracia ininterrumpida han garantizado y legitimado diversas identidades. La implementación de la ESI -Educación Sexual Integral- en la educación pública, el INAMU -Instituto Nacional de la Música- con el cupo femenino en escenarios, la ley de equidad de género en los medios de comunicación, son medidas que favorecen la convivencia multicultural, el respeto y la participación.

Eduardo Obregón

Ensayar

otros mundos

posibles

Nos interpela nuestra realidad, y nos interpela porque nos conmueve, nos preocupa y ocupa. Todxs, de algún modo u otrx, percibimos el incremento de la violencia en nuestras sociedades, desde violencias físicas por motivos de género hasta abusos por parte de lxs seres humanxs hacia la Creación derivando en inundaciones, sequías, calores o fríos extremos, pasando por un sinfín de manifestaciones de un clima social que parece fogonearse desde diversos discursos y terminan ganando terreno en nuestras cotidianeidades.

Entonces, frente a tanta efervescencia, la invitación a un diálogo sobre cómo estamos construyendo el futuro de nuestro planeta es urgente y requiere de conversaciones y reflexiones profundas. La relación de uso y descarte de la vida se nos propone cómo la única dinámica posible, y bien sabemos que cuando todo se mercantiliza para beneficio de la ambición de un puñado de personas, quienes pagan el precio más alto son quienes están en situaciones de vulnerabilidad social.

Aceptar esa invitación, esa propuesta a construir un mundo más equitativo y solidario, requiere del ejercicio de habilitarnos a mirar, ver, sentir, pensar y preguntar-nos por nuestra realidad; requiere de nuestra insistencia para identificar las crisis y buscar los motivos que la originan. Aceptar esa invitación es alentarnos y promover el compromiso con la construcción colectiva de nuevos consensos que posibiliten nuestras prácticas y modos de vida, que sean consecuentes con el proyecto de vida buena y abundante que soñamos para todxs. Aceptar esa invitación requiere de una lectura crítica del modelo que nos condujo hasta aquí, no solamente para observar los desaciertos sino también para buscar nuevos modos de vincularnos -entre las personas y con la naturaleza-.

Como comunidades de fe, nos anima el deseo y la esperanza de otro mundo posible, pero: ¿cuáles son las causas de los malestares que sentimos como humanidad y creación toda? ¿Cuáles son las transformaciones más urgentes y necesarias? ¿En qué medida nos comprometen a nosotrxs? ¿Qué injerencia pueden tener nuestras prácticas y reflexiones en nuestras sociedades? ¿Y en nuestros sistemas políticos? ¿Cómo podemos hacer transformaciones que tengan incidencia?

Un primer paso puede ser leer juntxs la realidad y hacernos preguntas, compartir aquellas que traemos y salir a la búsqueda de algunas respuestas, pero no desde una sola mirada sino desde varias. La pluralidad de voces no solo nos anima a salir de los lugares conoci-

dos, sino también nos posibilita mirar con otros ojos aquello que estuvo delante nuestro por mucho tiempo.

El ejercicio de volver a mirar necesita también del intento de deconstruir lógicas, argumentos y prácticas que legitimaron este deterioro del tejido social y de la degradación de la vida en muchos aspectos. En este sentido, podemos nutrirnos de la perspectiva del Buen Vivir propio de los pueblos indígenas de nuestro continente.

El Buen Vivir es un concepto plural y diverso que aparece como una alternativa frente a los modelos de desarrollo que se basan en el crecimiento económico, la explotación de la naturaleza, el mercado, el consumo, el progreso de manera ilimitada, etcétera; porque retoma la idea de buena vida en el que aparecen otras dimensiones relevantes que sobrepasan la noción de que vivir mejor es algo que se produce a costa de otras personas, incluso de la naturaleza. Entonces, podemos decir que esta perspectiva es contrahegemónica porque nos permite pensar otra forma de estructurar nuestras vidas, promoviendo relaciones armoniosas entre lxs seres humanxs y la naturaleza; pero esta armonía es posible si existen condiciones igualitarias.

Esto nos lleva a preguntarnos cómo construimos esas condiciones de equidad, y es aquí donde la participación se vuelve esencial, donde el compromiso y la defensa de la vida plena de las demás personas se vuelve un propósito común. Esto nos anima, una y otra vez, a mirar la realidad, a mirarnos; nos impulsa a leerla y leernos a nosotrxs mismxs desde una conciencia crítica que aliente a las transformaciones necesarias hacia una vida digna para todxs, desde los espacios colectivos, desde lo comunitario, que se atrevan a ensayar otros mundos posibles.

Daiana Genre Bert PÁGINA VALDENSE I 9

Relato de un

encuentro

La familia que elegimos

Este es un relato muy especial para mí. En otras oportunidades, en esta misma columna, dije que hacer este texto es uno de los procesos de escritura que más me gusta… quizás sea porque en el diálogo -sea presencial, por videollamada, intercambios por whatsapps o apelando a la memoria- posibilita un encuentro que va mucho más allá de las palabras, de lo que decimos o dejamos de decir, se trata de emocionarnos, de conmovernos, de identificarnos, de empatizar con personas que no conocemos. El desafío de esta página es construir un relato cuyo hilo conductor se teje a partir de algo inesperado, de aquello que nos despierte el encuentro.

Dije recién que este texto, particularmente, es especial porque la protagonista es parte de mi familia; podría decirse no de la familia directa, pero familia al fin, de esa que el tiempo y los vientos de la vida se aseguran de juntar. No voy a dejar con la intriga a las personas fanáticas de los árboles genealógicos: es mi tía segunda, prima hermana de mi padre. Me atrevo a tirar este dato con la intención de que nos conozcan un poco más, pero también como intento de reivindicar a nuestra familia, a esa familia que elegimos: ella, para mí, siempre fue la Tía Miriam.

En fin, empecemos y hagámoslo por el principio: «Nací en La Paz, crecí en el campo, en el seno de una familia valdense, con dos hermanos mayores», arranca diciendo. La Colonia Oficial 3 y 14 fue durante mucho tiempo su lugar y su hogar, ahí, en el medio del monte, a unos 25 kilómetros de La Paz. Cuando empezamos a hablar de recuerdos enseguida aparecen los y las abuelas por parte de Juana, su mamá. «De mi abuelo recuerdo los paseos en auto hasta la panadería. Nos decía que, si nos portábamos bien y nos agarrábamos fuerte, teníamos premio. Y así era: nos compraba un cañoncito de dulce de leche que sabía a gloria. También me acuerdo de la gran frutera repleta de cosas deliciosas que podíamos comer cuantas quisiéramos», dice esto mientras me explica que son imágenes vívidas y grabadas a fuego en su memoria porque su abuelo falleció cuando tenía apenas seis años. En cambio, a su abuela la recuerda de más grande: «siempre sentada en su mecedora, dormitando… pero con un ojo puesto en sus nietos y nietas que siempre andábamos a la vuelta.

Ella era de descendencia inglesa, así que, a las cinco de la tarde en punto se tomaba el té. Única tradición que conservó hasta su muerte». Todos esos momentos se daban en la casa de sus abuelos, casi de manera obliga-

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toria, porque cada vez que viajaban a la ciudad ese era el punto de encuentro, donde se hospedaban.

Su otro abuelo y abuela, por parte de Ricardo -su papá- vivían en el campo. «De alguna manera, mi abuela paterna era la contracara de mis otros abuelos porque jugaba con nosotros a las cartas, a disfrazarnos, a cazar comapanes -luciérnagas o bichitos de luz-, y era la mejor cómplice para todo aquello que se nos ocurriera hacer». Me dice que sus mejores recuerdos provienen de los encuentros con su familia paterna porque celebraban juntos-as las Navidades, se iban de pesca, disfrutaban de vacaciones en carpa.

Es imposible no acordarme de todas las anécdotas que me contó mi papá sobre estas aventuras: el viaje en camión -¡sí, en camión!- desde La Paz hasta las Cataratas del Iguazú, las vacaciones en el camping de Chajarí, las ‘jodas’ que planificaban todxs lxs nietxs juntxs y que más de una vez terminaban con algo roto y varios retos.

Además, puedo confirmar que su abuela materna, mi bisabuela, la «Chinita» tenía devoción por ellxs porque la recuerdo ya con demencia senil, buscando a sus biznietxs -que creía nietxs- diciendo: «¡muchachos, vengan a comer pan con crema y azúcar!» Nos perseguía con su caminar muy muy lento sólo para mimarnos con comida.

Enseguidita nomás empezamos a hablar sobre su vínculo con la iglesia. «Fue en ese lugar en el campo donde empecé la escuelita dominical, junto a muchísimos chicos que no venían de una familia valdense, y hoy doy gracias a Dios haber podido participar de ese espacio de fe tan heterogéneo», me dice y vemos juntas lo que el paso del tiempo transformó de esa realidad y lo que no. Todavía nos quedan algunos vestigios de esa cosa de apellidos y familias valdenses, ¿no?

Seguimos recorriendo recuerdos y tensionándonos con la vida comunitaria actual, reflexionando sobre aquellas costumbres que se fueron perdiendo al mismo tiempo que lo nuevo se abría paso. Le pregunto cuál es su primera imagen de esa iglesia de su niñez y me dice sin lugar a dudas: «entrando en el templo de San Gustavo junto a mi padre. De hecho, la situación fue muy especial porque mientras entraba con mi papá, mi mamá me tira suavemente del brazo y me dice en voz baja “nosotras, las mujeres, nos sentamos de este lado”. ¡Todavía recuerdo mi enojo! No entendía por qué no me podía sentar junto a mi padre».

La tía Miriam se caracteriza por decir lo que piensa, creo que no se aguanta no ser fiel a sí misma. Es una persona sencilla, que habla tranquila. Me pregunto si fue con el paso de los años que aprendió eso o siempre fue así. Lo cierto es que desde que la conozco más en profundidad, expone lo que siente y piensa con claridad, dejando lugar a la sospecha y la duda, dejando lugar a que podamos pensar diferente y eso nos una aún más. Habla mucho de sus dolores -de los de más lejos y más cerca-, de sus experiencias, de sus sentires. Para mí es admirable el recorrido que hizo durante estos años, sobre todo con un grupo de la comunidad de Paraná que siempre venimos con cosas raras, con desafíos. ¿Por qué digo esto? Porque de alguna manera estoy abriendo el paraguas para lo que viene:

“

«Crecí en esa dualidad. Por un lado, en la escuelita nos enseñaban que éramos todos iguales, no había ni ricos ni pobres, nos enseñaban que Jesús nos quería a todos por igual; y, por otro lado, en los cultos de la iglesia donde participaba se separaba a hombres y mujeres, valdenses y no valdenses. Creo que ahí fue donde empecé a revelarme un poco contra las tradiciones»

“

me dice y continúa: «Participé siempre y nunca me alejé de la Iglesia, pero tomaba de la comunidad lo que creía mejor para mí, y lo que no me gustaba lo dejaba de lado». Pienso en lo aburrido que puede ser una comunidad homogénea, donde todxs seamos iguales, pensemos iguales, vivamos la fe de maneras iguales; me gusta mucho más pensar en los desafíos que trae construir comunidad en la diversidad, celebrando las diferencias que van enriqueciendo la búsqueda de vida plena para todxs.

Seguimos hablando de su infancia en la comunidad: «Fui a los campamentos desde muy muy chica porque mis padres trabajaban de líderes y, cuando tuve edad,

participé en cada verano. En esos espacios fui conociendo y haciendo amigos de distintos lugares y comunidades», me cuenta y se nota que era una actividad que disfrutaba muchísimo. Nos adelantamos en el tiempo y dice: «Participé del primer campamento rioplatense y a medida que conocía otros jóvenes me sentía menos cómoda en mi comunidad». En el medio de esos recuerdos aparece Hugo «Cuchipe» Malán como un gran referente en su vida de fe: «me acompañó y me animó a ser crítica con lo que pasaba a mi alrededor. Una de las más grandes enseñanzas de mi vida».

«A los 23 años me casé y me vine a vivir a Paraná. Si bien ya no participaba de la comunidad de San Gustavo, nunca me alejé porque cada vez que viajaba a visitar a mi familia participaba con ellos. También mis hijos comenzaron a formarse en San Gustavo, en campamentos y cada vez que podían iban a la escuelita bíblica, hasta que vimos, con otras familias que vivían en Paraná, la necesidad de formar una escuelita para nuestros niños, y empezamos con la ayuda de los pastores Sergio Bertinat y Claudia Tron, que nos acompañaban desde San Gustavo a ser comunidad». ¡Así empezó la historia de la comunidad de Paraná! Que tiene muchos vaivenes, pero que con el tiempo se fue consolidando hasta lo que somos hoy: quizás un grupo chico, pero con ganas de seguir construyendo una comunidad que nos abrace.

Podríamos hablar horas y horas sobre ese camino en el que, sin dudas, la tía Miriam fue una de las personas que insistente y porfiadamente confiaron en el proceso. «Hoy estoy parada en otro lugar. Con el tiempo fueron surgido dolores que vienen del pasado y ahora salen a la luz… dolores de cosas que no supe o no pude ver, pero que hoy me encuentran fuerte en mi fe y con una comunidad que me sostiene y acompaña con un amor infinito que solo Jesús nos puede dar». Esa es Miriam Aimée Barolín, una mujer tenaz, una compañera admirable, una tía segunda que se convirtió en la familia que elijo y, de hecho, tía de muchxs con quienes no tiene ni un ápice de consanguineidad.

Daiana Genre Bert

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Espacio del Movimiento Juvenil Valdense | Año XXII |Noviembre 2023| conexionesvaldense@gmail.

Conexiones

Juventud y democracia:

la urgente necesidad de empoderarnos en el ejercicio crítico

En el actual panorama político es interesante observar cómo ciertos segmentos de la juventud muestran afinidad hacia ideologías aparentemente discordantes con la narrativa predominante de la juventud progresista. Encontramos rebeldías contrapuestas: antes, las figuras del rock nacional cantando contra la dictadura y, ahora, gran porcentaje del electorado joven militando por un partido negacionista. Esta tendencia despierta interrogantes sobre las motivaciones detrás de estas preferencias políticas.

Se suele argumentar que esta inclinación hacia sectores de derecha podría derivar de una falta de ejercicio crítico o una adhesión acrítica a ciertos valores o discursos. Sin embargo, es importante considerar que la diversidad de perspectivas y experiencias dentro de la juventud también influye en sus decisiones políticas. Esta orientación puede ser producto de diversas influencias: desde el entorno familiar y educativo hasta la percepción de la situación socioeconómica o cultural; pero hay cosas que no se negocian. Al concebir la falta de ejercicio crítico como causante principal de estas tendencias ideológicas, se asume la existencia de una especie de manto que cae sobre las personas que “no están bien informadas”, cuando la realidad es que lisa y llanamente a muchas no les importa la vida del resto.

Existe una cuestión de raíz que tiene que ver con un concepto mucho menos analizable en números y se trata del ejercicio de pensar profundamente en la otra, el otro, le otre.

Nos encontramos con un sentimiento muy fuerte que, cuando funciona como motor, es peligroso. Hablamos del enojo, el odio, la disconformidad. El ser humano no puede llegar a conocerlo todo ni tener una opinión bien formada sobre cada uno de los temas o aspectos que le acaecen, y es por la mismísima soberbia que trae consigo, que tiene un deseo omnipotente de posicionarse en un bando u otro.

La corriente política que se llevó las elecciones argentinas se alza adoptando posturas que falsean la verdad, tergiversan datos, rechazan los consensos alcanzados con mucho esfuerzo y fomentan un mundo implacable, basado en la distorsión de uno de los conceptos más bellos que tenemos: la libertad.

La línea entre negar y respaldar suele ser intencionalmente borrosa. Negar la existencia de una crisis sin prece-

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dentes causada por la actividad humana puede no ser lo mismo que abogar por la libertad de contaminar los ríos sin restricciones, pero claramente una alimenta a la otra.

Difuminar esas fronteras implica un trabajo constante y paciente. A menudo, conlleva incorporar en el discurso otros tipos de negacionismos, algunos más cotidianos o incuestionables, hasta que la cantidad de información sea abrumadora, convirtiéndola en algo imposible de procesar.

El resultado justifica el esfuerzo: poco a poco se va moldeando una opinión generalizada. Pues el sentido común no radica en una acumulación de conocimientos organizados, sino en un reflejo social. Por eso es valioso plasmar estas ideas por escrito, aun cuando se consideran conocidas.

El rechazo a la comercialización de órganos o al tráfico de personas -especialmente de niños-as-, la reivindicación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la defensa de la sanidad y la educación pública, junto con muchos otros acuerdos que hoy día están siendo cuestionados, son tan esenciales que a veces se da por sentado que no es necesario expresarlos. Tan solo hace falta apartar la mirada de uno-a mismo-a durante unos segundos para percatarse del error.

Contamos con suficientes pruebas para afirmar que desregular el mercado de armas conduce a un aumento en los índices de muertes violentas, y sin embargo... Contamos con suficientes pruebas para sostener que el enfoque prohibitivo genera más perjuicios y desaprovecha más oportunidades de progreso que un mercado de sustancias debidamente regulado, y sin embargo... Contamos con suficientes pruebas para afirmar que el desarrollo económico no es viable sin una moneda soberana y que dicho progreso no tendrá éxito si ignora los límites físicos que el planeta impone, y sin embargo…

Muchos más sin embargos podrían aparecer en esta suerte de análisis, que incluso tiene algún que otro tinte de desahogo; pero me gustaría cerrar con algo del poco optimismo que nos queda frente a esta situación: nos tenemos.

Una frase muy usada en estas últimas semanas que intenta animarnos, ante tanta desesperanza, a volver la mirada hacia lo que sí tenemos más allá del horizonte político que toca por delante en medio de tanto discurso violento.

Nos tenemos, como trinchera de resistencia amorosa, quienes seguimos intentando construir un mundo más justo donde el mercado no dicte las leyes, donde nuestra historia eche luz para seguir caminando, donde el hilo no se corte por lo más delgado, donde se garanticen más derechos y donde, insistentemente, propongamos la sospecha, el ejercicio crítico y la política -con un Estado presente e igualador de oportunidades, independientemente del partido político- como herramienta y motor de transformaciones.

Florencia Arias

La preparación del

Día Mundial de la Oración por la Mujer Latinoamericana María Jiménez de Ramírez es pastora ordenada de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela, ocupa el cargo de secretaria ejecutiva del Sínodo de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela (IPV) y también del Presbiterio Central.

Además, atiende pastoralmente a la Iglesia Presbiteriana Príncipe de Paz, en Caracas. Vive en Guarenas, en la zona metropolitana de la capital venezolana. Hasta abril del año pasado (2022), fue directora del Departamento de Mujeres de AIPRAL. En esta oportunidad nos comparte cómo fue planificado el Día Mundial de la Oración por la Mujer Latinoamericana 2023.

El Comité Ejecutivo de AIPRAL nos convocó pues se había propuesto que Venezuela asumiera la organización y la elaboración de la liturgia del Día Mundial de Oración por las Mujer Latinoamericana, entonces, la Junta Coordinadora del Sínodo convocó a una comisión en la que participaran mujeres de los dos presbiterios -central y occidental-. Se designó una hermana de Maracaibo, Miriam Franca; otra de Barquisimeto, Nilmari Blanco; una joven de un poblado rural de oriente del país, Josimar; y Lioda de Valeras de la ciudad de Caracas; además, participo yo como secretaria del Sínodo y por mi experiencia en atención pastoral. Además, contamos con la compañía de Claudia Tron, actual directora del Departamento de Mujeres de AIPRAL, quien siempre nos impulsó para que esta celebración esté pronta a tiempo, a través de reuniones semanales.

Comenzamos a pensar cual podría ser un tema que realmente tuviese que ver con nuestras mujeres, que nos atraviese y, luego de varias charlas, coincidimos en trabajar sobre las migraciones. Dijimos, nuestra gente de Venezuela está migrando hacia varios lugares. Se está dando un proceso de muchos movimientos migratorios al y desde el interior, pero también al y desde el exterior; entonces, propusimos que este sea el tema a trabajar en la liturgia. Estuvimos de acuerdo, y comenzamos a pensar profundamente por qué queríamos trabajar ese tema y desde qué perspectiva lo trabajaríamos. Analizando y conversando nos dimos cuenta que siempre estuvo atravesado por la desesperanza, por la angustia, por la búsqueda de alternativas y nos dimos el desafío de trabajarlo desde la esperanza, desde el deseo de una mejor vida. Quisimos tener en cuenta no sólo a la o las personas que migran, sino también a quiénes quedan en el país. Así fue que salimos en búsqueda de testimonios que puedan ser un reflejo de cómo la palabra de Dios se funde con la realidad para dar sustento a esa esperanza.

Algo bien interesante de esta liturgia fue que nos obligó a ser creativas, a descubrir potencialidades en cada una de las personas que participamos. Mientras avanzábamos en la preparación nos encontrábamos con testimonios de lo más diversos y pensamos en que sería muy bueno que la reflexión no fuera sólo a partir de un texto bíblico, sino que sean esas experiencias las que nos motiven a reflexionar. Así fue que compartimos una serie de historias contadas por sus protagonistas,

misma realidad, pero diferentes maneras de vivirla: una abuela que tiene que ser el sustento económico de sus nietos porque su hija que migró apenas puede mantenerse; Miriam y su familia que debieron repensar su migración por pedido de sus hijos y volver a su país; Guadalupe, una joven profesional que decidió quedarse en Venezuela, y algunos otros.

Realmente creo que pudimos experimentar la presencia del Espíritu en la preparación de esta celebración, fue una liturgia que nos salió del alma, de las entrañas. Creo que la acción del Espíritu Santo tuvo una fuerza enorme para conducirnos y guiarnos en el recorrido, fue algo que salió desde lo vivido. Y eso mismo sucedió cuando finalmente desarrollamos la celebración en Caracas: fue algo especial. Una cosa fue trabajarla y otra cosa fue vivirla con tantas mujeres, viendo rostros, viendo lágrimas de hermanas que están atravesando esa situación. Fue algo inigualable.

Necesitábamos ese consuelo, el autoconsuelo y consolar a otros y otras a partir de la esperanza que nos ofrece el Evangelio, y no desde la desesperanza que es lo que nos ofrece generalmente la cotidianeidad. Entonces, la liturgia fue crear, sentir y producir por nosotras, las mujeres venezolanas, y quisimos que tenga un componente participativo de cada congregación a partir de preguntas que surgieron luego de escuchar los testimonios, y nos desafiábamos a mirar la realidad y ver qué o cómo podemos transformarla para que sea más vivible, más amable.

Daiana Genre Bert Para mí fue una grata sorpresa la oportunidad de acompañar al grupo de mujeres que la Iglesia Presbiteriana de Venezuela nombró para pensar y crear el Programa del Día de Oración por la Mujer Latinoamericana 2023. Un grupo muy diverso en cuanto a recorridos, contextos, situaciones de vida, dones y roles dentro de las comunidades de fe. Eso ciertamente hizo que el tiempo de trabajo compartido fuera muy rico y desafiante. En lo personal creo que el tema de las migraciones, que luego de un tiempo de discernimiento colectivo fue el que decidimos sea el eje del programa, fue realmente muy iluminador para nuestros caminos de fe. Historias de vida de mujeres atravesadas por la decisión de migrar, así como también de no migrar, nos permitieron ir al encuentro, en la Biblia, de tantas historias de vidas buscando plenitud, derechos, dignidad, alegría. Damos gracias a Dios porque el programa fue bienvenido y replicado en muchas comunidades de AIPRAL en el continente. Damos gracias por el conversatorio que sobre este tema de las migraciones pudimos concretar hacia fines del mes de setiembre, como cierre de la propuesta. ¡Damos gracias a la Ruaj que nos regaló de su creatividad, su aliento, su compañía y su poder transformador!

Claudia Tron PÁGINA VALDENSE I 13

Comunicándonos Actividades corales recientes Espacio de la Federación Femenina Evangélica Valdense

El día 14 de octubre del corriente año, tuvimos una celebración en la Casa de la Cultura de nuestra ciudad, Lascano, con motivo de conmemorar los 10 años de su Sede propia. Este evento nos dio la oportunidad de recordar otro aniversario: los 70 años de nuestro Coro popular «Dr. Roberto Introini». Y, con estos dos motivos tan importantes para la cultura, se organizó un encuentro de coros, estando presentes los coros de: Maldonado, Lavalleja, Río Branco, Vergara, Velázquez, el Coro del Club La Amistad de nuestra ciudad y el nuestro.

Nuestro coro fue fundado en abril del año 1953 por iniciativa del Dr. Roberto Introini y otros vecinos que apoyaron esta idea. Integraban este coro un buen número de participantes de nuestra Iglesia Valdense.

Recordando aquellos tiempos, pensemos en la dificultad que tenían aquellas personas, muchas de las cuales vivían en Alférez, a 25 km de Lascano, para trasladarse… Los vehículos eran lentos, los caminos inseguros, los trabajos en el campo no podían suspenderse… y pese a ello, ¡el deseo de participar era inmenso!

De estas personas, aún hoy continúan en la actividad coral, Helvecia Pons Beux y Nylia Gonnet Tourn, ambas integrantes de nuestra Liga Femenina, lo que es un honor para nosotras. En la oportunidad se entregaron certificados conmemorativos a los fundadores, algunos en forma personal, y otros vía Correo dentro del país y fuera de fronteras. Fue un hermoso acontecimiento; emocionante y gratificante, para quienes amamos el canto.

Los días 21 y 22 de octubre, la Asociación Coral Lascanense «Dr. Roberto Introini» concurrió al departamento de Colonia. En la tarde del sábado 21 cantamos en el Hogar de Ancianos de Colonia Valdense algunos temas cortos y nos dio mucha alegría ver con cuánta atención nos acompañaron muchos ancianos y ancianas. Tanto que, al terminar nos pidieron una más y cuando ya nos retirábamos, nos dijeron, ¿pueden cantar otra más? A lo que accedimos, gustosos y gustosas de haber comparti-

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do ese momento con ellos-as. En la noche de ese mismo sábado, asistimos a la conmemoración por el Centenario del Coro de Colonia Cosmopolita. ¡Fue una delicia para los oídos escuchar esas voces tan unidas y afinadas, cantar canciones que regocijan el alma!

Y, al día siguiente, domingo 22, asistir a la Fiesta de Canto en Colonia Valdense. Comenzó esta actividad con un coro de niños de la localidad, lo siguieron los coros de: Colonia Valdense; Miguelete; Montevideo; Fray Bentos; Colonia; Asociación Coral Lascanense Dr. Roberto Introini y Cosmopolita.

Los Coros, con una muy buena presentación coral.

Diversidad de temas, pero todos con la alegría de alabar al Señor, en ese antiguo templo que recibió a los participantes con la música de su hermoso órgano.

Para culminar unieron sus voces en: «Protégeme Dios, yo confío en Ti», «Gloria a Dios nuestro creador», «El Juramento de Sibaud», «Que Dios te bendiga» de Peter C. Lutkin, acompañados al órgano.

El 13 de noviembre se cumple el centenario de la primera Fiesta de Canto de la Iglesia Valdense, que tuvo lugar en Tarariras en el año 1923. En aquella oportunidad dio inicio a la misma el Pastor Daniel Armand Ugón con la lectura del Salmo 68: 4 «Canten ustedes a Dios, canten himnos a su nombre; Alaben al que cabalga sobre las nubes ¡Alégrense en el Señor!

Alégrense en su presencia!»

Estamos convencidas que todas las actividades corales que se han realizado en estos cien años, dentro de los templos y fuera de ellos, han sido de alegría, alabanza a Dios y confraternidad. ¡Una caricia para el alma!

Liga Femenina de Alférez

«Jesús economista

en el Evangelio de Mateo» Artículo sobre la parábola de los trabajadores del viñedo (Mateo 20:1-16) El reino de los cielos se parece a la política laboral que practica el señor —oikodes- potes— que sale de su casa en la mañana para buscar y contratar trabajadores para su viñedo. Todo lo que hace el señor parece estar de acuerdo con la ley y las costumbres de los trabajadores, porque nadie se queja de su situación durante la jornada.

Sin embargo, a la hora de pagar surge un problema.

A los primeros contrata- dos, el sueldo, que les había parecido justo en la mañana (véase 20,2: synfonesas de meta ton ergaton), no les parece correcto en la tarde, ya que resulta que es el mismo sueldo que el señor paga a los que habían estado sin empleo durante casi todo el día. A éstos, que sólo habían empezado a trabajar después de una larga espera, el señor les había prometido dar «lo que fuera justo» (20,4-5). Y ocurre que al señor le parece justo el mismo sueldo que valía para un jornalero desde la primera hora de la mañana.

La explicación se da en 20,13-14. El problema no es el no cumplir con lo contratado: «¿Acaso no te arreglaste conmigo por este sueldo?» (20,13). El problema surge del deseo del señor de «dar a este último lo mismo que a ti», esto es, a quien entró primero a trabajar. ¿No es un trato demasiado igual a todos? ¿Es el mismo trato a todos? ¿Es una simple muestra de bondad: «porque yo soy bueno» (hoti ego agathos eimi)” (20,15b)? ¿No importa el hecho de que no todos habían hecho el mismo trabajo? Todo depende de la lógica que rige a la hora de fijar o evaluar las reglas de juego económicas.

La pregunta que hace el señor en 20,15a («¿A mí no me es permitido hacer lo que quiero con lo mío?») no representa la lógica determinante de la parábola. Esta no es una apología del derecho absoluto del propietario de disponer de sus bienes como quiera. Tampoco es un llamado a la generosidad patronal. La parábola trata más bien una cuestión básica de la justicia económica.

Los que apenas lograron trabajar tarde en el día, tendrán que pagar en el mercado de esa noche o de la mañana el mismo precio por sus víveres y otros productos requeridos que los que estuvieron empleados desde el amanecer. Además, todo trabajador tiene el derecho a poder vivir de su trabajo (10,10). Si el sistema laboral no sabe emplear adecuadamente a los trabajadores, la parábola insiste, por medio de la figura del señor-viñador y su concepto quizá sorprendente de «lo que sea justo», en que el peso de este estado de desempleo y subempleo no caiga encima de los que no han

podido trabajar. Pues durante todo el día ahí estaban en el mercado donde tenían que estar para conseguir su «chamba» (20,3).

El señor no responde al caso de los trabajadores — de todos los trabajadores— de acuerdo con su nivel de producción, es decir sus horas de trabajo, sino con base en la necesidad, la cual le parece igual para todos. Por eso el señor ha salido durante todo el día, y hasta la última hora del día, para ver si todavía había desempleados.

El intercambio en 20,6-7 es importante. Primero, el señor interroga a los que aún están en el mercado a la undécima hora del día. Casi los insulta con su pregunta: «¿Por qué ustedes han estado aquí parados todo el día como flojos (argoi)?» (20,6). ¿No es esta precisamente la percepción que sigue vigente en ciertos sectores sociales, como si la pobreza fuera más que nada un problema de flojera? Los trabajadores contestan al señor: «Porque nadie nos ha contratado» (20,7). La pobreza no se arregla sin puestos de trabajo.

La respuesta de los trabajadores parece la luz capaz de iluminar al señor-contratista acerca de la problemática laboral sin salida durante todo el día. Porque, sin más discusión y pese a la hora tan avanzada, el viñador contrata también a estos trabajadores y los despacha a su viñedo. Y cuando llega el momento de pagarles el jornal, el señor le dice al supervisor que «llame a los trabajadores y págales su sueldo empezando con los últimos hasta los primeros» (20,8). El jefe parece haberse dado cuenta de algo.

Ahora, los que antes estaban excluidos van a recibir primero lo que necesitan para vivir. Los que ya han tenido lugar recibirán después. Recibirán lo mismo que los recién entrados, no obstante, tendrán que esperar un ratito. Es comprensible, quizás, que los primeros se quejen, pero así es en el reino de los cielos. Los que antes podían sentirse bien ubicados y arreglados, tal vez verán con «mal ojo» el actual bienestar de quienes habían quedado anteriormente en la calle (cf. 20,15b).

Sin embargo, la nueva política económica que el señor de la parábola empieza a practicar no reconoce el derecho de «haber llegado primero». Más bien insiste en la necesidad de ajustar cuentas, comenzando por el lado menos asegurado hasta ahora.

Leif E. Vaage Extracto del artículo de la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA) N° 27, Quito, Ecuador, 1997. Pag. 112-129

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¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.

Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir.

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura porque no habrá niños de la calle.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importe ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.

Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses.

Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.

Eduardo Galeano Extracto de una entrevista en la TV catalana, el 23 de Mayo del 2011