Página Valdense - Edición 04-23

Página Valdense

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

Gestionar la esperanza en tiempos de transformaciones

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COMPROMISO ÉTICO Y VOCES PROFÉTICAS Gloria Pua Ulloa

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LOS DESAFÍOS DE ESTE TIEMPO

Comisión de Ministerios

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PASTORAL URBANA: EL ESPÍRITU DE LA HOSPITALIDAD Dennis Smith

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Junio 2023 - N° 28 - Afiliado a O.P.I. N° 837 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638

COMISIÓN SINODAL Wilfredo Bonjour, Matilde Duffort, Miriam Brito, Carina Tschopp y Fabian Bremermann DIRECTORA Daiana Genre Bert

EDITOR RESPONSABLE Darío Barolín e-mail:dariobarolin@yahoo.com.ar

EQUIPO DE REDACCIÓN Yanina Vigna, Lis Rivoira, Tomás Barolín Tron, Mymma Sappé CREACIÓN GRÁFICA, DIAGRAMACIÓN Penélope Chauvié

ILUSTRACIÓN DE TAPA Davide Bonazzi ETIQUETADO, DISTRIBUCIÓN Y ADMINISTRACIÓN Julio Leal - 19 de junio 917 casi Vlausich Colonia Valdense- Uruguay Tel.: (598) 4522 0620 - Cel.: 099967745 SUSCRIPCIÓN ANUAL Precios subsidiados por el proyecto OPM

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Argentina

Col. Belgrano: Delhy Pastre.

Col. 25 de Mayo: Ruben Bertinat.

Cnel. Suárez: Pablo Rafarelli.

Gral Roca: Oscar Dalmás.

Gral San Martín - LP: Stella Maris Chambón.

La Paz - ER: Marisel Garnier.

Jacinto Aráuz - LP: Susana Tucat.

San Carlos C. - SF: Héctor Cotichini.

Villa Iris - BA: Ema Dalmás.

Reconquista - SF: Dardo Zanuttini S. Martín - SF: Edith Long.

San Gustavo - ER: Orfilia Barolin.

El Sombrerito - SF: Aurora Bertinat.

IERBA (Buenos Aires): Comunidad de IERBA. Gálvez: Rubén Gardiol.

López: Carina Tschopp.

Paraná: Equipo de Comunicación.

Flores Consistorio: Alberdi 2240 (CABA) San Nicolas: Helvecia Catalín.

Laprida: Delta Bertón.

Bahía Blanca: Natalia Coria.

Apuntes

de la Directora

Una fe dispuesta al movimiento Hace muy poco tiempo atrás, en este mismo espacio donde mensualmente hago el ejercicio de poner en palabras aquello que vengo sentipensando en relación a la temática que abordamos en las páginas principales, compartía algunas preguntas que ampliaron mis reflexiones sobre cómo afrontar los procesos de cambio, gestionar lo incierto y comprender el ritmo de cada proceso.

Cuantos desafíos aparecen cuando se nos mueve aquello conocido, aquello que de alguna forma u otra nos ordena, nos propone una estructura que nos da tranquilidad y nos permite transitar el presente con cierto optimismo. Cuando todo se mueve es necesario tener algo a lo que aferrarnos, y quizás la pregunta clave es a qué.

Dice una clásica canción: Cambia lo superficial.

Cambia también lo profundo.

Cambia el modo de pensar.

Cambia todo en este mundo. (…)

Cambia, todo cambia. (…)

Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.

En los tiempos que todo parece cambiar, ¿qué queremos que nos sostenga? ¿Cuál es nuestra certeza? ¿Tenemos certezas? ¿En qué creemos? ¿Por qué creemos en lo que creemos? ¿Eso nos da seguridad? ¿Tranquilidad?

Uruguay

Carmelo: Ruth Soulier.

Cañada Nieto: Alba Charbonnier.

Colonia: Ethel C. Negrin.

Col. Miguelete: Ana Félix.

Col. A. Negro: Carolina Galván.

Col. Valdense: Secretaría IEV Colonia Valdense.

Cosmopolita: Milka Charbonnier.

Dolores: Nora Gallo.

Fray Bentos: Cristina Dalmás.

Juan L. Lacaze: Manuel Ávila.

Alférez Lascano: Nylia Gonnet.

Melo: Glenys Rameau.

Montevideo: Mario Pablo Ábalos O. de Lavalle: Juanita Bonjour.

Palmitas: Hilda Geymonat.

Paysandú: Ruben Dalmas.

Rosario: Andrea Montaña.

Mercedes: Natalia Gauthier.Carlos Dodino Tarariras: Consistorio de Tarariras.

Tres Bocas: María Fernández.

Young: Esther Malán

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La fe puede ser un marco contenedor de todos los movimientos, incluso sacudones, que puedan hacerse presente, pero para que esa fe nos contenga y nos ayude a transitar los procesos de transformación –incluso, sobre todo, a los que nos resistimos- tiene que ser una fe viva, que se deje permear por las realidades, que tenga la capacidad de adaptarse y ser flexible; de moverse y colarse por lugares inimaginables, como la Ruaj. Una fe viva, al menos para mí, significa una fe en movimiento, en continua transformación; una fe que no sólo me sostenga sino que me impulse a ser y hacer mejor; una fe que me invite a ver más allá de lo que me pasa a mí; una fe que me permita ver que los movimientos –aún con los que no estoy de acuerdo- son necesarios.

Afrontar los procesos de cambio. Gestionar lo incierto. Comprender el ritmo de cada proceso.

Los cambios no se dan de la noche a la mañana ni se traccionan de manera individual, requieren pequeños empujoncitos, un montón de paciencia y alejarnos de vez en cuando para mirar desde otro lugar.

Eso me parece clave para gestionar lo incierto, que se relaciona con el hecho de limitar las expectativas sobre los resultados para no sentir frustración, o tanta al menos; porque un proceso puede llevar mucho, mucho, tiempo.

“

Lo que me parece importante es no perder de vista nuestro horizonte, hacia dónde nos movemos y, sobre todo, por qué lo hacemos.

“

REDACCIÓN Varela 1729 - Dolores - Soriano - Uruguay e-mail: paginavaldense@gmail.com

Que siempre sintamos el amor, el cuidado y la compañía de quien nos invita a construir un mundo mejor.

Daiana Genre Bert

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Compromiso ético y voces proféticas

“

Por un lado, hay una demanda constante por poder fortalecer los lazos de encuentro y seguir construyendo comunidad, pero por otro lado, nos enfrentamos a resistencias e incluso sentimientos de apatía frente a la acción colectiva.

“

Como cristianas y cristianos somos testigos de tiempos difíciles, marcados por la constante desigualdad, exclusión y un retroceso en la conquista de derechos fundamentales. Ante este panorama, nos urge encontrar una respuesta ética que pueda elevar la voz profética que nos caracteriza en nuestro quehacer y lograr procesos de transformación real y sostenibles.

En el último tiempo, podemos observar una agudización de la polarización a nivel político en Argentina y Uruguay, no sólo por el auge de movimientos conservadores y libertarios, sino también, por la tendencia hacia la ultraderecha de sectores tradicionalmente conservadores y por las rupturas internas dentro de los movimientos políticos más progresistas, debilitando las medidas a favor de los sectores más vulnerados quienes se ven más afectados por las decisiones de los sectores políticos.

Aunque la actividad económica de ambos países se ha recuperado más rápido de lo esperado en la post pandemia, de acuerdo a los informes del Banco Mundial y de la CEPAL, la mejora en los índices económicos no se traduce en mejores condiciones de vida para la mayoría de la población.

En términos ambientales, las consecuencias del cambio climático y de los modelos de explotación se han venido acentuando con fuertes impactos sobre los ecosistemas y la vida de las personas. La falta de respuesta de los Estados en situaciones de emergencia han tenido graves consecuencias sobre el medio ambiente, la producción agrícola y las garantías de acceso a derechos fundamentales como el agua y los alimentos. Uno de los ejemplos más claros es la crisis hídrica por la que está atravesando Montevideo en estos momentos.

En el marco de 40 años de democracia en la Argentina, y casi el mismo período en Uruguay, son aún muchas las deudas pendientes en materia de derechos. En este sentido, ante la falta de respuestas o respuestas a medias de los Estados se ha propiciado el clima para que los discursos de odio se agudicen y se vayan extremando cada vez más, con consecuencias reales sobre la vida y los cuerpos de las personas. Enlazados con el poder real, estos discursos han logrado aprovecharse de los momentos de crisis para consolidarse y convocar a una fuerte masa de la población, que ante la incertidumbre sobre el futuro, encuentra en éstos respuestas a sus propias necesidades.

La lógica del individualismo y la meritocracia con la que operan, logran minar los esfuerzos colectivos por hacer frente a las situaciones de injusticia. Esta lógica de individualización también ha hecho mella en las membresías de nuestras iglesias.

Frente a esto, como personas de fe, estamos llamadas a aunar esfuerzos para que no se debilite la lucha colectiva por la justicia social.

Debemos seguir construyendo buenas prácticas, poner sobre las mesas los debates que se generan en la sociedad en general y las respuestas que como personas de fe podemos ofrecer ante un panorama de incertidumbre y de crisis que tiene efectos directos sobre la vida de las personas, especialmente quienes sufren más fuertemente las consecuencias de la exclusión.

Por tanto, asumiendo nuestro compromiso ético cristiano que implica basarnos en el amor y en la búsqueda de la justicia, ¿cómo podemos de-construir estas narrativas que buscan imponerse y construir un relato que dignifique el valor de la persona humana que es inalienable e intrínseco? ¿Cómo podemos construir una agenda transformadora que materialice la esperanza de la vida abundante, aspecto esencial de la fe en Dios?

Como cristianas y cristianos no podemos estar de espaldas al mundo, sin capacidad de discernimiento del momento actual que vivimos como sociedad. Escuchar los signos de los tiempos implica denunciar los males y anunciar las buenas nuevas del amor de Dios en una práctica que materialice ese amor como fundamento. Nuestra vocación profética debe traducirse en una práctica política que construya alternativas que dignifiquen a todas y todos sin exclusión y que oriente nuestro camino en la lucha y defensa de los derechos humanos y la justicia social.

Esta tarea, implica también la posibilidad de plantearnos formas de caminar distintas. Hacer un repaso crítico sobre nuestro quehacer y abrir nuestras mentes y corazones a nuevas posibilidades, nuevas herramientas, nuevas prácticas que contribuyan a una vida plena y en abundancia para todos y para todas.

Gloria Pua Ulloa

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La esperanza como motor de transformación Este es un pequeño texto colectivo sobre Espacio Var y Espacio Compa, dos iniciativas que nacen en la búsqueda por canalizar ganas y esperanzas de construir un mundo más justo.

En el 2016 surgió Espacio Var, como una combinación de dos trayectorias: un grupo de jóvenes de distintas tradiciones protestantes con ganas de desarrollar una propuesta ya que traían una mochila de situaciones de frustración, pérdida y desencanto; y la Iglesia Metodista de la Aguada que había tomado la decisión de brindar un espacio de referencia juvenil para Montevideo, una iglesia que en sus 125 años de historia tiene muchas experiencias comunitarias con numerosas muestras de ser una comunidad abierta y dispuesta a recibir las demandas de diferentes grupos, en dictadura por ejemplo la Iglesia Metodista supo ser refugio y lugar de resistencia de aquellos grupos que se oponían a la tiranía y crueldad que se vivió en la década de los 70.

Siempre quedo muy marcado en el equipo cuando un grupo de mujeres de la Iglesia se acercaron para agradecer muy emocionadas el surgimiento del espacio VAR, ellas sentían que esta iniciativa era una respuesta a sus oraciones, ya que la Iglesia de la Aguada volvía a moverse, a resurgir con una propuesta de misión, de trabajo y de una esperanza que se ponía en práctica.

Con esta iniciativa empezamos a trabajar en tres ejes: voluntariado, arte y reflexión, de ahí la sigla VAR. En cuánto a la dinámica, vamos proponiendo algunas actividades, pero no solo nos quedamos con nuestras propuestas, sino que apostamos a que la comunidad se acerque a plantear las propias, permeadas por sus ganas, vitalidad y contexto. Nuestra misión es estar en constante dialogo, ya que creemos que de allí nacen los proyectos más ricos y fructíferos para una transformación de vida buena, no solo para quienes están pensadas las actividades, sino también para quienes las llevan a cabo.

VAR, y más en especifico Espacio Compa -que es una de las actividades que nuclea VAR- es un centro que trabaja con personas que se encuentra en situación de calle. Espacio Compa nos muestra día a día realidades muy crudas, de mucha desesperanza. Jóvenes detonadxs por la pasta base, muchxs que vienen de estar institucionalizadxs desde niñxs, otrxs que transitaron por la cárcel; todas situaciones que destruyen las herramientas y las subjetividade. Si sabemos ser partícipes de procesos de reinserción, de reconstrucción de vínculos, las pequeñas transformaciones nos dan esperanza, así como los procesos comunitarios y colectivos. La esperanza nos lo da la fe en Jesús que acompaña nuestro camino, haciéndolos saber que, a pesar de las situaciones de dolor, de muerte -en el sentido concreto y también metafórico-, está con nosotrxs. De hecho, la muerte nos tocó muy de cerca porque uno de los líderes de nuestra comunidad, Yamandú Rodriguez, fue asesinado en circunstancias poco claras hace un año.

En este sentido, la frustración es parte de este trabajo, es una realidad, algo con lo que lidiamos todo el tiem-

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po. La clave está en el trabajo en equipo, en la posibilidad de compartir cómo estamos, lo que nos pasa, lo que nos enoja, entristece o hace mal. Reconocer la frustración es parte crucial para poder trabajarla y aprender a manejarla, para que se haga más liviana y para poder aprender de ella. Cuando hablamos de acompañar situaciones de consumo problemático, por ejemplo, se vuelve indispensable comprender que hay muchos factores que lo determinan que no son plausibles en la inmediatez; pobreza extrema, un sistema económico excluyente, un sistema educativo difícil de sostener para infancias donde el pan de todos los días no es una certeza, contextos de violencia, entre otro innumerable de razones que llevan a detonar en el consumo para escapar de una cruda realidad. El mayor desafío como equipo es intentar aportar luz a esas trayectorias tan vulneradas, no juzgar las decisiones tomadas y sostener. No hay duda alguna que tener esperanza y poder transmitirla se vuelve clave.

Gestionar la esperanza es lo que hace que tenga sentido Espacio Compa, así como también el amor. En el centro diurno brindamos alimentación, talleres artísticos, orientación en salud, educación y trabajo, es un espacio que tiene actividades recreativas y terapéuticas.

A quienes asisten al centro se les acompaña desde lo más cotidiano, minúsculo e indispensable, como puede ser dar un vaso de agua, un abrazo o un te quiero, como en cosas más grandes, como lo es conseguir trabajo o dejar de consumir sustancia. El equipo trabaja desde el amor y el sostén, por eso se cree que sin las cosas pequeñas como un abrazo o un te quiero difícil se hace el camino de un proyecto de vida buena y abundante, que con afán es nuestro mayor deseo para cada unx de quienes asisten al centro.

Acompañar es entender que la mayoría de las personas -por no decir todas- están atravesando un momento muy desesperanzador. Transmitir la esperanza como un motor de transformación es necesario para que no se derrumben sus proyectos de vida, para que confíen en que su realidad es circunstancial y que pase a las adversidades el camino puede tomar un rumbo distinto.

En estos contextos tan complejos, sentimos que, como cristianxs tenemos que poder transmitirles que vamos a acompañar a cada unx de manera incondicional, con mucho amor, de manera profesional y si bien no predicamos la palabra explícitamente, sí trabajamos basadxs en cómo entendemos el amor y la palabra de Dios.

Nuestra fe se refleja en acciones concretas sin necesidad de ponerla en palabras. Nuestro deseo y por lo que trabajamos es para que, quienes participan del espacio, puedan soñar con nosotrxs un mundo nuevo y poner manos a la obra para transformarlo. El equipo de VAR, la comunidad de la Iglesia Metodista e iglesias hermanas, así como cada persona que aporta a este proyecto trabaja por un mundo más igual para todas, todos y todes.

Nicolás Iglesias, Silvia Geymonat

Los desafíos de este tiempo «Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para que anuncien las obras maravillosas de Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa». 1Pedro 2, 9 Como sociedad toda y como Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata –IEVRP- en particular, estamos viviendo tiempos de profundas transformaciones; cambios de paradigmas que nos sostenían e identificaban que nos invitan a búsquedas, preguntas, deconstrucciones, reconstrucciones, nuevas construcciones.

Esto nos desafía y esperanza en varios sentidos, al tiempo que nos exige esfuerzos de análisis, interpretación y búsquedas de consensos para, desde el respeto y cuidado de la diversidad de procesos y realidades comunitarias, emprender los necesarios cambios, así como la importante tarea de creación y organización de lo nuevo que viene llegando.

Varios indicadores de las transformaciones que nos atraviesan en este tiempo como iglesia, se manifiestan en lo concerniente a los ministerios.

Es un dato conocido, pero debemos recordarnos que desde hace unos años en la IEVRP no hay nuevas consagraciones al ministerio pastoral, y no contamos en la actualidad con la posibilidad de designación/asignación de pastores para todas las comunidades como en algún tiempo lo fue.

Respondiendo a una necesidad manifiesta por varios Sínodos, se desarrolló en el último tiempo el programa de capacitación de laicxs «Esfuérzate en la Gracia». Al momento, más de sesenta personas ya han finalizado el proceso de formación que este programa propone. También desde hace un par de años, nuestros Sínodos han decidido que comunidades y presbiterios hagamos planificaciones anuales en las que se identifiquen y expliciten ejes de trabajo prioritarios, necesidades y recursos con los que se cuenta y/o que son necesarios conseguir o proveer.

En tal sentido y a medida que nos vamos apropiando de esta herramienta que nos permite pensarnos, proyectarnos y organizarnos como comunidades locales y regionales -ya no desde la dinámica tradicional basada en la presencia de pastores acompañando a cada iglesia- van surgiendo necesidades y posibilidades en cuanto a roles, funciones y desarrollo de capacidades para asumir los ministerios en estas nuevas situaciones que definen este momento.

Como Comisión Sinodal de Ministerios, invitada por Página Valdense a decir algo sobre nuestras miradas de los desafíos que los nuevos tiempos plantean a las realidades de los ministerios, compartimos algunos puntos que identificamos como orientadores. Los mismos surgen de la reflexión que nos fue posible hacer desde la tarea que Mesa Valdense, por dos años consecutivos, nos ha solicitado: reunir, sistematizar e interpretar las planificaciones comunitarias y presbiteriales.

La primera orientación que identificamos tiene que ver con la necesidad de contar con espacios de capacitación bíblico/teológica de laicxs. Desde esta perspectiva, vemos que las propuestas de capacitación deben brindar conocimientos sobre aspectos claves de nuestra identidad teológica protestante reformada; brindar las bases para una lectura e interpretación bíblica liberadora; desarrollar pensamiento crítico y proveer herramientas para la planificación y el acompañamiento de procesos comunitarios que sean participativos, basados en el testimonio y la misión de Dios a la que somos llamadxs en el aquí y ahora. Procesos que resignifiquen y actualicen los elementos de la tradición que las comunidades deseen y necesiten conservar. Procesos que cuiden y alienten la inclusión de lo nuevo que nos desafía.

Y una segunda orientación tiene que ver con el animarnos a salir del modelo ministerial unipersonal para ir hacia la formación de equipos ministeriales: este es un desafío que exige desaprender y aprender. Este cambio de paradigma requerirá de acuerdos basados en el diálogo. Darnos ánimo para ensayar lo nuevo; evaluar, proyectar. Ejercitar la práctica de la construcción colectiva.

Estas orientaciones requieren de la decisión estratégica de contar con acompañamiento, asesoramiento y los recursos necesarios que den sostenibilidad a los nuevos modelos ministeriales que se vayan poniendo en marcha.

En el momento actual y en base a los datos relevados, identificamos dos necesidades expresadas con mucha fuerza para las que debemos tener propuestas, ya que se trata de tareas que eran comúnmente asumidas y desarrolladas por pastores: 1) la coordinación de la gestión comunitaria: en las comunidades hay personas dispuestas y preparadas para la preparación, animación y desarrollo de las diversas actividades, pero es necesario capacitar, fortalecer, asesorar a equipos que puedan asumir la conducción/gestión del programa/misión del proceso comunitario como un todo, en su integralidad.

2) la articulación de la voz pública de la iglesia en los espacios de representación en medio de la sociedad civil.

Sentimos este tiempo de cambios de paradigmas como una gran oportunidad. Celebramos esta posibilidad de pensarnos/repensarnos. Celebramos el tiempo de desear e imaginar comunitariamente.

Confiamos que el Espíritu Santo nos anima y nos dará capacidades para no paralizarnos sino salir de las comodidades de lo conocido, al encuentro de lo nuevo que ya está expresándose.

«Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para que anuncien las obras maravillosas de Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa». 1 Pedro 2, 9 Comisión Sinodal de Ministerios Mabel Gonnet, Cristina Dalmas, Nelda Eichhorn, Ariel Charbonnier, Claudia Tron

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Teologías y

sabidurías en conversación Ecología de saberes

Hace un tiempo ya, Boaventura de Souza Santos hablaba de ecología de saberes1. Con esta idea sugería el conocimiento e intercambio de las diferentes sabidurías que tenemos en cuanto humanidad. Al seguir este camino, las diferentes sabidurías que ayer y hoy habitan el mundo, no se excluyen o eliminan entre sí sino más bien trabajan en diálogo.

Esta propuesta surge a partir de observar que la civilización occidental ha producido una especie de epistemicidio. Esto es, colocó en el nivel de única verdad una sola sabiduría y desplazó a las demás al lugar de ilógicas, inferiores o imposibles de ser consideradas buenas para la vida. De este modo, hemos empobrecido la sabiduría de la humanidad reduciéndola a un solo conocimiento autorizado. En esta exclusión de sabidurías fueron desterradas las de pueblos originarios, por ejemplo, entre muchas otras.

La teología se encuentra entre las disciplinas occidentales que han «pecado» de excluir lo que no se ajuste al canon de conocimientos autorizados, normalizados.

Y esto hace un tiempo que viene siendo cuestionado.

Si pensamos en la teología latinoamericana este cuestionamiento se observa, por ejemplo, en los años ‘70 con la Teología de la Liberación (TdL). Ya en aquel tiempo la TdL se sienta a dialogar con otras disciplinas como fueron la sociología o la economía para buscar nuevas respuestas y caminos para nuestros pueblos oprimidos. Hace igualmente mucho tiempo, hubo teologías que se sentaron a dialogar con las lecturas feministas o con las lecturas desde las perspectivas de los pueblos originarios.

Así, hemos tenido enriquecimientos nacidos por las diferentes intersecciones que ha habido entre las sabidurías teológicas heredadas y aquellas que hoy en día circulan en nuestras sociedades. Esto ha sido un camino de crecimiento sin ningún

La fe en diálogo

Para visualizar a modo de ejemplo, comparto una experiencia y reflexión que tuvimos en un taller sobre diálogo entre sabidurías.

Pensemos en el concepto de fe. Es un concepto teológico central y fundante en nuestra tradición religiosa. Pero ¿cómo entendemos la fe desde el pensamiento teológico dominante? ¿Qué entendemos cuando decimos que «sólo la fe nos salva»? o ¿qué entendemos al afirmar que «el justo por la fe vivirá»?

Desde la teología occidental y sobre todo la tradición protestante, pensar en la fe muchas veces tiene que ver con la confianza y certeza en el acto salvífico de Jesús en la cruz. Esa idea de fe es principalmente individual -es mi propia certeza en relación con ese acto salvífico- y fundamentalmente un hecho espiritual -mi fe es una disposición del espíritu-.

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Si ese concepto, entendido tradicionalmente, lo ponemos en conversación con sabidurías ecológicas y feministas nos vamos a encontrar con la importancia de incorporar a nuestro cuerpo en el pensar. Así, entonces, el concepto de fe deberá tener una especie de encarnación. La fe puede ser vivida, sentida en el cuerpo. ¿Cómo podemos vivir la fe circulando en nuestro cuerpo?

Si agregamos a esta conversación anterior las sabidurías ancestrales de nuestros pueblos originarios, encontramos que la idea de cuerpo, por ejemplo, es bastante diferente a la occidental. Los cuerpos no necesariamente «terminan» en lo que nuestra cultura entiende como «mi cuerpo» sino que de alguna forma se «extienden» hacia otros cuerpos vivos y hacia el cuerpo de la tierra.

Esta idea de cuerpos entrelazados casi indefinidamente en formas diversas o más bien con formas amplias, porosas, intercambiables, nos lleva a repreguntarnos sobre el tradicional concepto de fe en nuestra teología. ¿Cómo sentimos la fe encarnada al entender que nuestros cuerpos están entrelazados y van más allá de nuestra propia piel? Vivenciar la fe entonces es una experiencia que necesariamente se siente en el cuerpo extendido, en el cuerpo compartido, en el cuerpo que llega hasta y desde la tierra. ¿Cómo entendemos entonces el concepto de la fe como lo que nos salva en este diálogo? ¿Qué significa vivir por la fe en este enriquecimiento conceptual?

Entonces, luego de encontrar este nuevo modo de entender el cuerpo, volvemos a leer algunos pasajes bíblicos en relación con la fe y adquieren nuevos significados y nuevas dimensiones.

Releyendo algunos pasajes

Pensemos por ejemplo en un pasaje como Marcos 5:24-34, la curación de la mujer que toca el manto de Jesús. En este pasaje se puede ver cómo la fe pareciera una energía, un flujo que circula entre los cuerpos.

Por otro lado, los cuerpos sienten ese flujo, esa fe. Fe, sanación y cuerpos están muy vinculados en este texto cuando lo leemos incorporando otras sabidurías.

La fe ya no es sólo una disposición espiritual hacia Dios, sino que se incorpora el cuerpo, el cuerpo interconectado. «Mi fe» ya no es posible sino se dimensiona como «nuestra fe».

También será muy fructífero abordar los escritos paulinos donde la fe juega un rol vital. ¿Cómo poder entrar en los textos de la carta a los Romanos desde estas ideas de cuerpos como hábitat de la fe? Pensemos que una de las discusiones en Pablo es la circuncisión.

Y esto es algo corporal. Sin embargo, pareciera que hemos asumido que lo corporal no salva -ahí ubicamos la Ley- y lo espiritual sí -ahí ubicamos la fe-. Tendremos entonces la tarea de releer aquellos pasajes que nos cuentan de Abraham entendiendo la fe con su cuerpo, por ejemplo, Romanos 4:19. Tendremos que leer los pa-

sajes pensando en la fe como simiente viviente que da lugar a nuevos cuerpos, la fe como sanación de cuerpos esclavizados, la fe transformando cuerpos de la tierra que gimen en cuerpos esperanzados, etc., etc.

Hemos compartido a modo de ejemplo sólo uno o dos diálogos posibles entre teologías y otras sabidu-

rías. Existen muchos más. Si bien nuestro espacio en este escrito es pequeño, la invitación que de éste surge no lo es tanto: releer la Biblia y la vida a la luz de diálogos con otras sabidurías de nuestros tiempos y de tiempos ancestrales.

Pablo Manuel Ferrer

Pastoral urbana:

El espíritu de la hospitalidad

Suele suceder rápidamente, a veces en una sola generación. La tuya es aquella iglesia imponente en el centro del pueblo. En aquel entonces se llenaba, especialmente para las fiestas especiales. En su momento servía como referencia cultural y corazón espiritual de la comunidad. Allí se reunía la gente en momentos de crisis, para conmemorar hitos históricos o para reconocer, de alguna manera, la presencia de aquello que desde siempre ha sostenido a la comunidad en los momentos límites de su peregrinaje.

Pero hoy está casi vacía.

La juventud se fue a otras ciudades para estudiar, para trabajar. Y no son muchos-as los-as que conservan un vínculo con la iglesia en su nuevo ambiente. Mientras tanto, han llegado otras muchas iglesias al pueblo que no piden permiso para pregonar sus doctrinas y armar sus espectáculos.

Ya pasaron los tiempos en que tu iglesia funcionaba como brújula moral en la comunidad, con la autoridad, incluso, de poder imponer criterios y callar voces disidentes.

En las últimas décadas los centros urbanos en América Latina han crecido mucho. Paralelamente, ha crecido el impacto de la sociedad de consumo, del individualismo y del secularismo. Eso no quiere decir que la gente ya no anhela palpar el numinoso. ¡Al contrario! Hay múltiples espiritualidades vigentes en nuestro entorno y la gente se siente libre para armar sus propios caminos sin sujetarse a las normas de las instituciones religiosas.

En el siglo pasado, muchas congregaciones urbanas se componían principalmente de personas que conservaban vínculos con la zona rural. Por un tiempo, lograron sobrevivir como destacamentos de la cultura tradicional en territorio ajeno, asumiendo una postura defensiva ante la compleja red de nuevas relaciones sociales, políticas y culturales desenvolviéndose alrededor del templo.

Para muchas personas que crecieron en pueblos pequeños, el anonimato de la ciudad les ha ofrecido espacio para encontrarse y desarrollarse como persona. Se sienten libres para explorar nuevos elementos para sus biografías personales, establecer relaciones fecundas con personas provenientes de otras tradiciones y culturas, descubrir nuevas facetas de su propia identidad.

Pero la ciudad es también un territorio hostil, voraz, que no perdona ningún desliz, especialmente en un sistema económico que descarta sin misericordia a tantas personas que no logran sujetarse a las normas y exigencias del mercado. Hay tanta gente sola, amar-

gada, desesperada. ¿Cómo sobrevivir como comunidad de fe en este mundo urbano?

La congregación urbana hoy tiene que repensar su presencia y ministerio a la luz de su contexto. ¿Cuáles son los desafíos y oportunidades que están enfrentando sus feligreses y sus vecinos-as hoy? ¿Con qué recursos cuentan como comunidad? ¿Cómo poner estos recursos a la orden del vecindario? ¿Cómo entrar en alianza estratégica con las fuerzas vivas de la comunidad para promover la justicia, practicar la misericordia y generar esperanza en la situación concreta en la cual nos encontramos?

Una práctica espiritual especialmente importante hoy es la hospitalidad. La mayoría de los templos urbanos pasan casi toda la semana cerrados y bajo llave. ¿Qué pasa si llegamos a entender a nuestros templos como espacios públicos al servicio de la comunidad? ¿Qué pasa si la iglesia llega a conocer a su vecindario y ponerse a la orden de sus vecinos-as?

En 2021, en plena pandemia, nos mudamos a una pequeña ciudad de diez mil personas en Oregon para acompañar a mis padres ancianos. Nos sorprendimos al descubrir que son casi 500 personas en situación de calle aquí, y que nuestra iglesia les permite refugiarse cada noche en el perímetro del templo, a veces son tres o cuatro, a veces una docena. Aquí la noche es fría y hay mucha lluvia.

Lo de nuestra iglesia es apenas un gesto de hospitalidad, pero tratamos de llegar a conocer a cada persona, les ofrecemos alimentos y trabajamos en coordinación cercana con las autoridades locales para asegurar que tengan acceso a servicios básicos de salud y seguridad.

Otras iglesias están descubriendo diferentes maneras para abrirse a sus comunidades. En una, han abierto sus puertas a la niñez del barrio para que puedan hacer sus tareas escolares en un ambiente acogedor y seguro. En otra, reciben a las y los adultos mayores para que tengan donde comer juntos y realizar actividades sociales. Otras abren sus puertas para grupos artísticos, musicales y deportivos para que tengan donde entrenar, ensayar y ejercer su creatividad. Otras coordinan con autoridades locales y gremios profesionales para ofrecer servicios médicos, legales o psicológicos a sectores marginados de la comunidad.

En cada situación hay riesgos y desafíos inesperados, pero sopla el espíritu de la hospitalidad. Primero, hay que abrir las puertas del templo.

Dennis A. Smith PÁGINA VALDENSE I 7

Allí donde nos toque andar nuestros días Podría decir que las personas que hemos nacido en una comunidad valdense, y sobre todo en el caso particular de las comunidades rurales, tuvimos la posibilidad de experimentar una niñez feliz en el seno comunitario.

En mi caso, participando de la Escuela dominical con los niños y niñas de familiares y vecinos-as de la Colonia agrícola Greising e Ibáñez en Alférez. ¡El fin de semana era siempre esperado con ansiedad!... Compartir este espacio de aprendizaje nos permitió ir conociendo, poco a poco, la vida y obra de Jesús, con imágenes adheridas a una tela especial para hacerlo más gráfico y poder asimilarlo con más claridad. Imposible no recordar las verdaderas vocaciones que tuvieron aquellas educadoras, madres y tías de muchos de los niños y niñas participantes. Luego compartíamos un momento de merienda y los variados juegos, en los que también participaban los y las jóvenes y las personas mayores con partidos de futbol voleibol y bochas. Verdaderas fiestas sociales integradoras, de las que participaban todos y todas las vecinas de la Colonia.

Es en estas tierras del este uruguayo que, un grupo de jóvenes matrimonios valdenses provenientes de Colonia Cosmopolita, se afincan y comienzan sus labores. No venían solos ni solas, también portaban su fe en Dios y la cultura Valdense.

Desde el primer momento comenzaron con las reuniones y los cultos conducidos por los-as laicas, las actividades con niños-as y jóvenes en un rancho de paredes de terrón y techo de paja. Les visita el pastor Ganz desde la Comunidad de Colonia Cosmopolita para organizarse como Iglesia en formación, eligen el consistorio, ocupándose también de realizar las gestiones para fundar una escuela pública con el fin de lograr la educación de sus hijos e hijas.

El acompañamiento pastoral es anual en el primer tiempo, luego semestralmente al intensificarse las actividades debido a la llegada de otros colonos y colonas.

En 1953 construyen el templo donde se desarrollarán todas las actividades: cultos, escuela dominical, catecismo, Unión Cristiana de Jóvenes, coro y además toda la actividad deportiva en su amplio predio. Los cultos son preparados y conducidos por los laicos-as durante el tiempo entre visita y visita del pastor. Debido a la intensa actividad, la visita pastoral pasa a realizarse trimestralmente y, luego, mensualmente. En mi memoria está presente la figura del pastor Juan Tron, radicado en Montevideo, desde donde atiende nuestra comunidad.

En la década del ‘60 aparecen las dificultades en la agricultura, la falta de energía eléctrica y la mala caminería. Son factores determinantes para que comience nuevamente la emigración de varias familias, algunas regresan a sus lugares de origen, otras se trasladan a la ciudad de Lascano, ciudad en la que se incentiva la producción y la industrialización arrocera con lo que surgen nichos de trabajo donde se van ubicando los llegados y llegadas de Alférez y otras zonas de la región.

La Unión Cristiana de jóvenes de Alférez toma como iniciativa una campaña de evangelización en el Barrio

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Porvenir de Lascano. Concretándose esta actividad con encuentros los días sábado en unos ranchitos de paja en el mismo barrio donde, luego de un tiempo de canto, lectura de la Biblia, y clases de educación cristiana, se compartía la merienda y juegos, estas actividades son llevadas a cabo por jóvenes integrantes de la Unión Cristiana y señoras de la Liga Femenina radicadas en Lascano. Con esta actividad se da lugar al comienzo de los campamentos en Palmares de la Coronilla, en predios de la Iglesia, llevando hasta allí a niños y niñas humildes a conocer el mar y vivir un tiempo distinto en torno a la Palabra.

Creo que esta emigración, desde las Colonias agrícolas hacia las ciudades pequeñas y más grandes, fue una realidad que se vivió en la mayoría de los lugares.

Esto trae como consecuencia que, estas comunidades con perfil rural, tuvieron que ir adaptándose en la medida de sus posibilidades a la vida urbana tan diferente de la rural. Ya el templo no será más el lugar natural de encuentro de toda la comunidad y los vecinos-as, habrá que adaptarse a los distintos horarios de trabajo de la membresía para organizar las actividades.

Con motivo de mi participación en la Mesa Valdense durante algún tiempo, tuve la posibilidad de visitar otras comunidades que tuvieron que vivir esta realidad, tanto en Uruguay como en Argentina. El trabajo de los laicos y laicas, con el acompañamiento de las y los pastores y pastoras, ha sido fundamental para lograr insertarse de la mejor forma en la vida citadina y metropolitana.

A modo de conclusión pienso que, como cristianos y cristianas, todos y todas estamos llamados a dar testimonio de vida nueva en Cristo, allí donde nos toque andar nuestros días, en la confianza y esperanza de que es Dios quien nos Guía y nos acompaña en todo tiempo y en todo lugar. Amén Orlando Allío

Daniel Salmieri

¡Seamos una iglesia viva!

Antes de comenzar de lleno con el relato quiero hacer una pequeña aclaración: este es un texto testimonial. Ojalá muchas personas de mi comunidad, incluso quizás de otras, puedan sentirse reflejadas en mis palabras, pero si no sucede eso quiero recordar que es un punto de vista, una perspectiva, un sentir; y seguramente en ese compartir nos enriquecemos.

Realidad que combina urbano y rural. Paysandú es una comunidad que abarca un área urbana pero también rural, ya que existen comunidades o grupos dentro del departamento con quienes en ocasiones se realizan actividades en conjunto, aunque quizás ahora menos que en otros tiempos. Nos falta encontrarnos más… porque esas diferentes realidades sin dudas nos hacen crecer…

Comunidad como espacio de compartir. Como ya entré en el juego de comparar la presencia e incidencia de nuestra comunidad en diferentes tiempos, es bastante notorio que se ha reducido en su membresía, hecho que parece no ser algo particular de Paysandú, sino que parece suceder en varias comunidades. Sin embargo, continúa siendo un lugar de compartir, una ampliación si se quiere del espacio familiar, ya que tenemos un sentimiento de hermandad que nos hace caminar juntxs en las semejanzas y diferencias.

Nuestras actividades. Quizás lo que más fue transformando con el paso del tiempo, porque claro, las dinámicas sociales, comunitarias, familiares y profesionales cambiaron, nosotrxs cambiamos. Aun así, sostenemos muchas actividades: los cultos que antes eran espacios semanales, hace ya un tiempo, luego de la pandemia, comenzaron a implementarse dos o tres veces al mes; educación cristiana, por el momento, dirigida a niñxs; eventualmente realizamos estudios bíblicos. Además, hacemos actividades espaciales que son planificadas con bastante tiempo de anticipación con el objetivo de celebrar la fe, compartir un momento de encuentro, y también para obtener beneficio económico en algunas oportunidades. Hemos organizado algunas charlas o conversatorios que tienen que ver con temas sensibles en la comunidad, y en ocasiones organizadas en conjunto con otros grupos o instituciones, estas últimas nos enriquece un montón. Durante la pandemia realizamos muchos, y continuamos actualmente con estas actividades; se abordaron temas relacionados con la memoria reciente, violaciones a los derechos humanos, género, condición de la mujer, apoyo a familias que sufren necesidades, etcétera.

En lo personal, me gustan todas las actividades, tanto las más ‘hacia adentro’ como las ‘hacia afuera’. Todas significan un tiempo de disfrute y compartir.

Sensibilidad. Creo ser parte de una comunidad, que si bien pequeña, es sensible a temas sociales. Todas las problemáticas de nuestro entorno han pasado por nuestra reflexión y acción; incluso aquellas que fueron o son muy sensibles y dan lugar a diversos sentires y pensares. En este camino ha prevalecido, al menos eso percibo, la palabra liberadora del amor de Dios

y una lectura crítica y contextualizada de la Biblia. Se ha hecho un camino en el que la lectura de la Biblia es abierta, reflexiva y no literal. Hemos aprendido en este caminar juntxs que Dios se manifiesta en todos los tiempos, se sigue manifestando y no es algo rígido y dogmático, sino vivo y, como tal, se adata a todos los tiempos.

Pensarnos como Iglesia. Creo poder hablar en plural cuando digo que nos sentimos fuertemente parte de una Iglesia más amplia, que se manifiesta tanto en lo regional como en lo rioplatense y también en lo ecuménico. En este sentido somos conscientes de los cambios que, lejos de implicarnos parálisis, deben ser tomados como oportunidad. El modelo de nuestra iglesia, así como el de las iglesias hermanas, está quedando obsoleto y, eso que en otros momentos fue una dinámica funcional, está dejando de serlo. Así, las comunidades con una figura pastoral de guía son las menos, tendencia que se va acrecentando. Nuestras iglesias deben transformarse y para ello el principal cambio debe ser en nosotrxs mismxs. Por esto nuestra comunidad se ha planteado la capacitación de su membresía y una organización que apunta al trabajo en equipo, tratando de dar respuesta a las problemáticas más sensibles.

Grupos de trabajo. En este sentido, se apunta a juntarnos a pensar, planificar en diferentes ámbitos.

En lo que atañe a nuestra comunidad local, buscamos mantener espacios de encuentro, educación cristiana y celebración. Rescato una hermosa experiencia que vivo desde la escucha del programa de radio, antes coordinado por el pastor y que ahora es llevado adelante por un equipo de laicxs que continúan dando testimonio de una manera excepcional.

En lo regional, pensar juntxs con otrxs que viven similares realidades -equipos presbiteriales que se están conformando- y en lo rioplatense estar en espacios y lugares para también nos permitan pensarnos como iglesia.

Continuos desafíos. Recientemente fuimos parte de una delegación en el ámbito de la Red de Educación Teológica -REET, red que funciona luego del cierre de ISEDET-, donde se compartieron todas estas temáticas que tienen que ver con lo académico, pero también con la vida de las Iglesias. ¿Cómo pensarnos a futuro, teniendo en cuenta la importancia de la capacitación teológica, pero a un nivel popular o para personas de nuestras comunidades que no pretenden licenciarse sino tener herramientas para una mejor interpretación de la Biblia? Hermosa experiencia el «Esfuérzate en la gracia» a nivel de nuestra Iglesia.

Así seremos una Iglesia viva: confiando en el camino que nos marca Jesús, la importancia de dar testimonio en nuestra sociedad y enriqueciéndonos juntxs en nuestra comunidad, ¡nuestra Iglesia y más allá! ¡Que así sea!

Marilín Dalmás

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Relato de un

encuentro

Visitas y experiencias de fe

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«Cuando volvíamos de la escuela dominical, yo las sentaba en un banquito a mis hermanas y ponía de púlpito un cajoncito que teníamos para lustrar los zapatos, y les predicaba lo que habíamos trabajado en la clase. Así que siempre me gustó la predicación».

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En una tarde un poco gris, pero cálida de este otoño bahiense, vino Dora Janavel a mi casa. Un tecito, masitas… iniciamos una charla en la que me contó un poco de su historia de vida dentro de la comunidad valdense.

Nos tenemos mucha confianza, así que sin mucho preámbulo le pregunté: ¿Nos podés contar dónde transcurrió tu infancia? ¿Dónde te criaste?... un poquito de esa historia familiar. Y enseguida arrancamos la conversación: «Bueno, soy hija de un matrimonio valdense.

La segunda de las tres primeras hijas, después nació un varoncito, yo ya tenía como nueve años; y después mi hermanita, cuando yo tenía veinte. Me crie en el campo, en Colonia El Trigo, en la casa de mis abuelos. Ellos habían venido de Italia, pasaron por Uruguay y se vinieron a la Argentina; acá compraron un campo en esa Colonia. Recuerdo que teníamos un templo cerca de casa, en el campo de Pilón, que era una donación que habían hecho a la iglesia, era una capillita muy sencilla».

Como se darán cuenta, la iglesia está presente desde el inicio de la charla, así que aprovecho para profundizar sobre sus primeros pasos en la comunidad, y me cuenta: «desde muy chiquita nos llevaban a la escuela dominical. Me acuerdo de las sillitas bajitas que teníamos. ¡Me encantaba ir! Después hice catecismo, me confirmé… Seguí yendo al templo, nos reuníamos un grupo de jóvenes a compartir un estudio bíblico, no recuerdo si era una vez al mes, pero siempre era por la noche». Ahí nos detenemos un poco y hablamos sobre las personas que marcan nuestra vida, a quienes admiramos y de alguna manera tenemos como referentes.

Dora me dice que, para ella, esas personas fueron Raúl Vigna, Dora Bertín e Inés Rostán.

Es una conversación entre amigas que, si bien sabemos nuestras historias y recorridos, nos ayudamos a hacer memoria para hacer este relato. Entonces le pregunto qué era lo que más le gustaba en ese momento de su vida, y me dice: «La iglesia, la fe, siempre me apasionó», y continúa entre risas con un recuerdo que, humildemente, creo que la define muy bien:

Damos un salto, pasamos de su infancia y adolescencia para que nos comparta cómo llegó a Bahía Blanca, y más incluso, a la comunidad. «Me casé y nos vinimos a vivir acá. Lo primero que hice fue buscar a la Iglesia Valdense y empezar a participar. Fui maestra de escuela dominical unos años, al tiempo comencé a participar de la Liga Femenina, pero recién cuando mis hijas fueron más grandes empecé a ir más asiduamente. Ocupé muchos cargos: fui presidenta, secretaría, también tesorera; siempre trabajando en la Liga Femenina». Recuerda con nitidez uno de los sustos más grandes -así lo define ella- cuando la llamaron al tiempo de quedarse sin pastor y le dijeron: «¿El domingo podrías hacer el culto?». Automáticamente respondió: «¡¿Qué?!», y me cuenta lo que pensó: «tenía la idea inocente de que te lo daban todo preparado, ¡y no! Tenía que buscar el texto, para colmo estaba el libro de liturgia que no me gustaba, de hecho, siempre lo transgredí.

Me gustaba cambiar las liturgias, hacerlas nuevas, darle una vuelta y no seguir los momentos sino atar una cosa con la otra». Nos vamos un poquito más en el tiempo.

«Después entre en el consistorio, estuve en la secretaría muchos años, que era mucho trabajo porque las actas se hacían en manuscrito, en un borrador porque todo sucedía muy rápido, y después había que pasarlas al libro de actas», recordamos juntas.

draditos y yo después los cosía y los llevaba», me dice.

Y hoy sigue haciendo baberos para el Cottolengo y las mantitas para bebés que nacen en el hospital. Desde el grupo de mujeres apoyamos con insumos para la confección que con mucho amor y dedicación realiza Dora.

Como por arte de magia me acorde de otra actividad que realiza y no salió en nuestra charla, la visitación; y le pregunté qué la inspiró y ella me respondió: «Siempre pensé que decir “tengo fe” o “amo a Dios”, pero no miramos lo que le falta al hermano, en qué podemos ayudar, era como una falta de coherencia. Yo no podía hacerlo, salía de mí. Hasta hoy en día sale de mí, cuando me entero que alguien necesita una visita, una palabra de consuelo o solamente la escucha, ahí estoy».

Le propongo que miremos todo el recorrido que hizo en la comunidad, ahora con cierta distancia, y que pensemos juntas qué significa la fe en su vida. «No se puede describir la fe, o podemos hacerlo en el momento que la vivimos, es lo que nos da esperanza y fuerza. Para mí la fe es algo muy personal, cada persona la siente y la vive de manera diferente.

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Me cuenta que también participó en el grupo ecuménico, de la Semana Mundial de la Oración y de varios espacios más, lo que me llevó a preguntarle qué era lo que más le gustaba y su respuesta fue compleja, pero siento que a todos y todas nos pasa un poco eso, porque me dice: «No sé qué decirte, me gustaba participar en comunidad, me hice amiga de mucha gente. Me gustaba hablar, escuchar a los demás». Se me ocurrió preguntarle si en esos lugares había una figura central a la que el resto seguía, y me dice que con el paso del tiempo se dio cuenta que sí, tal vez en ese momento no lo sentía, igualmente remarca que siempre se escuchaban y todos podían hablar.

Como quien no quiere la cosa, fuimos cambiando un poco de tema, pero no del todo. Le pregunté cómo fue el vínculo entre su familia y la iglesia con el paso del tiempo y me dice que todos hicieron educación cristiana, pero es ella la que siguió participando de manera sostenida y comprometida: «siempre me apoyaron, fui muy libre, pude hacer lo que quise». En ese momento se acuerda que también participó en un grupo que ayudaba a mujeres, y así se enganchó a hacer ropita de bebé, mantitas y demás cosas que la asistente social del Hospital Penna que trabajaba con ellas le comentaba que necesitaban. «Las mujeres de la Liga tejían los cua-

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Aurora Weis junto a Dora

Si creo que hace falta mucha fe, mucha entrega, mucha consagración y compromiso, por sobre todas las cosas con quienes nos necesitan, sin mirar su apellido, clase social ni partido político. Me gusta mucho la carta de Santiago que dice no hay fe sin obras, así que, si tenemos fe, pero no hacemos obras, creo que esa fe no nos vale de nada», y agrega: «la fe se demuestra con amor, con entrega y con trabajo para que tengamos adelantos del Reino».

Llegamos al final de nuestra charla y reflexionamos juntas sobre la importancia de escucharnos, de escuchar lo que proviene de nuestras experiencias, haciendo el ejercicio de mirar nuestro pasado para poder proyectarnos al futuro. Que las experiencias sean de inspiración.

«Que no haya mayor deber que ser dueñas de nuestras propias vidas y dar cauce a tu amor -de Dios-» Mailé V Avila, Dev. Conefe 2023

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Espacio del Movimiento Juvenil Valdense | Año XXII |Junio 2023| conexionesvaldense@gmail.com

Conexiones «If»

Si guardas en tu puesto, la cabeza tranquila, cuando todo a tu lado es cabeza perdida.

Si tienes en ti mismo una fe que te niegan y no desprecias nunca, las dudas que ellos tengan.

Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.

Si engañado, no engañas, Si no buscas más odio, que el odio que te tengan.

Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres, si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.

Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo.

Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.

Si tropiezas el triunfo, si llega tu derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma.

Si logras que se sepa la verdad que has hablado, a pesar del sofismo del orbe encanallado.

Si vuelves al comienzo de la obra perdida, aunque esta obra sea la de toda tu vida.

Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría, tus ganancias de siempre, a la suerte de un día, y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea, sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.

Si logras que tus nervios y el corazón te asistan, aun después de su fuga, de tu cuerpo en fatiga, y se agarren contigo cuando no quede nada, porque tú lo deseas y lo quieres, y mandas.

Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.

Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.

Si nadie que te hiera, llegue a hacerte la herida, si todos te reclaman y ninguno te precisa.

Si llenas un minuto envidiable y cierto, de sesenta segundos que te lleven al cielo.

Todo lo de esta tierra, será de tu dominio, y mucho más aún, serás hombre, hijo mío.

Rudyard Kipling

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Ilustración de Craig Frazier

El poema «Si» -If, en inglés- de Rudyard Kipling nos brinda una poderosa reflexión sobre los cambios y la transformación en medio de las diversas situaciones de la vida.

En un sentido espiritual, nos insta a trascender las fluctuaciones externas y encontrar una base sólida en nuestra propia esencia. Abrazar las lecciones que nos brindan los cambios, enriqueciendo nuestra alma a medida que avanzamos en el camino.

La invitación a ser auténticas y auténticos, a mantener la integridad en medio de la adversidad y a persistir a pesar de los obstáculos, nos guía hacia una transformación interna que va más allá de las circunstancias externas. Esta transformación espiritual implica reconocer nuestra conexión con algo más profundo y trascendente, permitiendo que nuestros valores y virtudes nos guíen incluso en medio de las tormentas del cambio.

En última instancia, «Si» nos recuerda que el cambio es inevitable, pero la forma en que respondemos a él es lo que realmente importa. Al adoptar una mentalidad espiritual podemos abrazar los cambios como oportunidades para crecer, aprender y avanzar en nuestro viaje interior, manteniendo nuestra luz encendida sin importar las sombras que puedan cruzar nuestro camino.

Florencia Arias

Continúa el proceso hacia la creación

Escuela de Ministerios Comunitarios Compartimos a continuación el balance realizado por el equipo coordinador de la Consulta-Taller desarrollado durante el 20 y 21 de mayo en las instalaciones del Colegio Ward en Buenos Aires, así también como algunas impresiones al respecto. La Escuela de Ministerios Comunitarios en una propuesta formativa para los ministerios no-ordenados o no- consagrados, de tipo ‘comunitario’, que está siendo desarrollada por la Red Ecuménica de Educación Teológica (REET).

En primer lugar, nos parece que la CT fue al encuentro de una necesidad sentida de parte de las iglesias, y esto se pudo percibir en el espíritu reinante durante el encuentro, el clima de celebración y la alegría del reencuentro presencial. El grupo de personas participantes supo apropiarse de las consignas y de los momentos celebrativos, que «fluyeron» entre sí, en un clima de compromiso y fraternidad-sororidad, marcado por el respeto de trayectorias y por una gran disposición colectiva a senti-pensarnos, con la complejidad y la potencia que implica el intercambio entre diversas iglesias.

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Consideramos que estamos ante un proceso eclesial que excede a las propuestas concretas que nos convocaron, y que a través de los ejes Misión, Edificación de Comunidades de Fe y Ministerios se evidenciaron situaciones y desafíos muy puntuales que viven las iglesias, desde una sentida necesidad de encontrarse, de hacer caminos, de trabajar y el actuar mancomunadamente en relación al fortalecimiento de capacidades, aspectos que, sin dudas, hacen lo colectivo del espíritu compartido.

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Destacamos puntualmente la apertura, el compromiso y el valor de los aportes realizados por los presidentes de las Iglesias IERP e IDC (pastores Leonardo Schindler y Bladimir Coro Mogro) y el Moderador de la IEVRP (pastor Marcelo Nicolau), quienes además esti-

timular y animar la reflexión «poniendo el cuerpo» en una representación, contribuyeron con sendas reflexiones sobre cada uno de los tres ejes temáticos del encuentro. Asimismo, la importancia de contar con el apoyo institucional necesario para proyectar y organizar la futura «Escuela de Ministerios Comunitarios» (EMC).

Con respecto a nuestra propia experiencia de colaboración como equipo coordinador, hemos logrado «dejarnos habitar» por una dinámica provocadora, propia y única, para luego echarnos a andar un camino de interpretación, de discernimiento de lo elaborado colectivamente. Cada devolución de las personas que participaron es valorada, ponderada y hecha parte de esta construcción colectiva. Allí radica el desafío de diagramar una hoja de ruta para la EMC que procure dar cuenta de las necesidades, intereses y las búsquedas compartidas. Cada aporte de nuestra parte, implica estar a la altura de lo que arrojó ese trabajo mancomunado, en la medida de las expectativas con una enorme responsabilidad y compromiso. ¡Nos queda un gran trabajo por delante!

Damos gracias por haber podido concretar un encuentro presencial, de volver a escribir «nuestro libro de los abrazos», de compartir la alegría, el compromiso, la dedicación, la fe y la esperanza en la construcción de un espacio crítico de formación de ministerios comunitarios laicos.

Claudia Tron, Martin Elsesser, Ezequiel Silva y Daniel Beros PÁGINA VALDENSE I 13

Comunicándonos

Espacio de la Federación Femenina Evangélica Valdense

A servir «Yo, el Hijo del hombre, lo hago así.

No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás.

Vine para dar mi vida por la salvación de muchos.»

Mateo 20: 28 La Diaconía es el servicio dentro de la comunidad.

De diferentes maneras como puede ser la ayuda económica, acompañamiento en diferentes actividades y necesidades, que incluyen la espiritual y emocional; también la visitación es diaconía porque es una manera de estar ahí para personas que necesitan afecto, sostén.

Quizás algunas personas piensan que sólo es un trabajo para unos pocos o pocas, para quienes están preparados y preparadas, pero el presente de la diaconía nos involucra a todos y todas, en mayor o menor medida.

Cristo nos invita a servir, no a ser servidos y servidas. Es una invitación que no conoce límites, es para todos y todas, parte de la membresía de la iglesia o no, de nuestra comunidad religiosa o de otras comunidades hermanas, o también para aquellas personas que no participan en ninguna comunidad de fe, pero que tienen el mismo sentir que las convoca a ayudar y proclamar con sus acciones ese ministerio. Incluso, muchas veces estas personas ni siquiera se dan cuenta de lo que están haciendo. Son aquellas que se reúnen para aprender, y luego utilizan lo aprendido para ayudar de diversas maneras y a diversas personas.

Servir también es visitar; charlar con quienes lo quieran o necesiten; abrazar a alguien que está atravesando una situación difícil, de angustia o dolor; regalar una sonrisa en tiempo de tristeza; encontrarnos para trabajar juntos y juntas en proyectos y beneficios, incluso sólo para compartir un momento. Esos son gestos de servicio.

Muchas veces parece que la sociedad en la que vivimos está descreída de este Dios de amor en quien creemos. Hay muchos dioses que nos rodean y trabajan para llenar nuestras mentes y corazones, de jóvenes y no tan jóvenes. Quizás por eso se ha perdido el deseo de seguir los pasos de Jesús.

Hay mucho para hacer en nuestras comunidades, y también por supuesto fuera de ellas, en las instituciones desde las cuales podemos colaborar. Es gratificante saber que no estamos solos y solas, que muchas personas tenemos el mismo sentir.

Demos gracias a Dios por tener ese espacio para trabajar para su Reino.

Rosa Ester Malán Duval PÁGINA VALDENSE I 14

Sueños que Leemos en Hechos de los Apóstoles 11: 19-30 El texto bíblico nos habla de las circunstancias en las cuales se formaron nuevas comunidades de fe, en este caso se desarrolla más lo que sucedió en la ciudad de Antioquía, pero también se mencionan otras ciudades como Chipre, Cirene y Fenicia.

Eran tiempos de persecución por parte de las autoridades romanas, habían matado a Esteban y esto provocó migraciones hacia otros lugares más alejados y desconocidos. El relato dice que allí donde se asentaban predicaban el Evangelio a las personas judías que vivían en aquellas ciudades. Pero en Antioquía fue distinto, ya que se les predicó también a quienes no provenían del judaísmo y la comunidad creció tanto que fue en aquel lugar donde les llamaron, por primera vez, cristianxs.

En estas ciudades había una gran diversidad cultural y religiosa, allí se iban instalando personas provenientes de distintas regiones, con sus tradiciones y creencias. Por lo que podemos imaginar el desafío que implicó el encuentro entre personas tan diferentes para generar espacios en común, compartir el Evangelio y la mesa, dónde muchas veces lo que se hacía más difícil era el «choque cultural». Una tensión recurrente en el libro de Hechos y en las cartas parece ser la cuestión de si la predicación también era para aquellas personas que no provenían del judaísmo, pero además en varias oportunidades se menciona el conflicto que generaba la imposición de las tradiciones judías en las nuevas iglesias cristianas que se iban conformando. Es decir, que en este tiempo convivían diversas corrientes y maneras de interpretar la Evangelización, no fue un movimiento uniforme de instalación de comunidades en distintos lugares.

En medio de todo este contexto hostil con las autoridades y las tensiones internas, es interesante destacar la solidaridad y cooperación que se mencionan como parte importante de este proceso de formación y construcción de las primeras comunidades. Primero, lxs creyentes de Chipre y Cirene fueron a predicar la Buena Noticia a Antioquía, también Bernabé fue enviado allí por la Iglesia de Jerusalén y fue a buscar a Saulo para instalarse juntos en esta ciudad durante un año, donde estuvieron enseñando a la gente y acompañando a la iglesia. Hacia el final, el texto dice que desde Antioquía enviaron una ofrenda para ayudar a lxs hermanxs de Judea, que estaban pasando necesidades.

La formación de las primeras comunidades cristianas estuvo impulsada por la fe, el entusiasmo y el compromiso, por la reciprocidad y el acompañamiento entre comunidades. Claramente fue un gran desafío

brotan el que asumieron por aquellos tiempos, así como una gran apuesta a seguir predicando el Reino de Dios, su proyecto de vida plena para toda la Creación, ampliando las mesas, saliendo al encuentro de otrxs para compartir en comunidad.

Compostaje de sueños

Se toman los sueños más amados los más acariciados, los que nos daban sentido y han quedado aplastados.

Se los entierra. Se los arroja a un pozo.

Se los cubre con hojas, pasto y restos de cocina. Se los riega.

Se revuelve un poco.

Y se los deja ahí, sin fecha de regreso.

Y una tarde, entre las plantas, unos años después, cuando nadie lo espera ha nacido otro sueño.

No se parece al que enterramos una vez es otro sueño.

Es hijo de aquel, y de la tierra, de las lombrices, de la noche y el invierno.

Y si se mira bien, ya no está solo: parecen brotar más a medio metro.

Pablo Alaguibe

Yanina Vigna Equipo editor

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Cambia todo cambia Cambia lo superficial.

Cambia también lo profundo.

Cambia el modo de pensar.

Cambia todo en este mundo.

Cambia el clima con los años.

Cambia el pastor su rebaño.

Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño Cambia el más fino brillante De mano en mano, su brillo Cambia el nido el pajarillo Cambia el sentir un amante Cambia el rumbo el caminante, aunque esto le cause daño.

Y así como todo cambia, que yo cambie no extraño Cambia, todo cambia.

Cambia, todo cambia.

Cambia, todo cambia.

Cambia, todo cambia.

Cambia el sol en su carrera.

Cuando la noche subsiste, cambia la planta y se viste de verde en la primavera Cambia el pelaje la fiera.

Cambia el cabello el anciano.

Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.

Pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre, ni el recuerdo, ni el dolor de mi pueblo y de mi gente Lo que cambió ayer, tendrá que cambiar mañana.

Así como cambio yo, en esta tierra lejana.

Cambia, todo cambia.

Cambia, todo cambia.

Cambia, todo cambia.

Cambia, todo cambia.

Julio Numhauser Navarro