Colección de cuentos Vol. I: Fábulas, infancia y aventuras

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Osos y cuevas polares Christopher Polo Repentinamente, Timmí se despertó por el grito de su madre que decía, “Ven aquí mi hijo, tengo una sorpresa para ti.” Como él corría abajo de las escaleras en el día muy frío, esperaba que la sorpresa fuera un viaje a un lugar cálido. La vida en el Círculo Polar Árctico era lúgubre y fría. A su incredulidad, su madre solamente tuvo un abrigo fuerte para él. Ella se lo compró porque ella quería acompañarlo en la exploración del área. Ella pensó que él era lo suficiente mayor para manejar los peligros del Árctico. Esa noche ellos empacaron sus mochilas con todas las cosas que pensaron ser necesarias. Timmí estaba seguro para empacar su tentempié favorito y su madre le dijo que cogiera el agua. El próximo día, Timmí y su madre fueron por una aventura a un sistema de cuevas donde ella había estado antes. De camino a la cueva, Timmí vio una familia de osos polares en la distancia y mencionó a su madre. Ella le dijo que estaría bien si ellos no se aproximaban a los osos. Timmí miró cómo los osos desaparecieron en las ráfagas de nieve. Ellos continuaban el viaje de dos horas a la cueva con solamente hielo blanco y plano en vista. No fue hasta que ellos llegaron a la entrada de la cueva que una tormenta de nieve empezó. Por suerte, ellos tenían la cueva para protección y comenzaron a buscar las cuevas. La madre de Timmí solamente estaba como mucho cien metros en la cueva. Ahora, porque Timmí estaba con ella, ellos iban mucho más. Mientras Timmí seguía a su madre, él le preguntó cómo las cuevas fueron formadas, quiénes podría vivir en ellas, y si estaba seguro. Su madre había esperado que una aventura en las cuevas provocara la curiosidad de Timmí. Ella no esperaba que él estuviera tan interesado. Después de viajar alguna distancia, ellos oyeron el ruido del hielo movedizo por el peso de la nieve nueva. La madre de Timmí ignoró el ruido porque era una ocurrencia común, pero Timmí no pensaba que el ruido solamente era el hielo. Entonces, llegaron a un tramo cavernoso que parecía como alguien había cortado un tajo grande de la tierra. Mientras estaban caminando al lago del borde, la estabilidad del hielo pareció muy mal así que ellos se quedaron cerca de la pared. Ellos trataron abstenerse de mirar hacia abajo en la caída de sobre cien metros. Sin la luz del sol, ellos solamente tenían las bengalas para iluminar el camino. Timmí miró las piedras de hielo en asombro de los formas extrañas y naturales. A un punto cuando el caminaba se convirtió en estrecho, ellos tuvieron que barajar contra la pared. Había solamente una delgada tira para caminar. Timmí no quiso ir a través de eso. Su madre fue primero para asegurarse que el camino estaviera seguro y Timmí la siguió. Timmí nerviosamente miraba para aprender qué hacer. Despacio, su madre se deslizó de costado. De pronto, el hielo, que su madre previamente había pisado, empezó a desmoronarse. Esto causó que su madre saltara al otro lado y Timmí cayera hacia atrás. El hielo de la piedra y el cielo bajaron y ellos estaban separados. Timmí y su madre gritaban uno al otro, pero solamente oyeron la voz sorda por los escombros. Su madre trabajó para mover unas piezas, pero mas rocas rellenaron el espacio. Timmí se separó de su madre, comenzaba a pensar lo que su madre le había enseñado de la supervivencia en las cuevas frías. Primero, Timmí buscó en su mochila y encontró alguna comida, un pico de hielo y algunas bengalas, pero no fue mucho para ayudarle. Asustado y perdido, Timmí decidió retroceder el camino y marcaba una “X” en las piedras para recordar por dónde había venido. De vez en cuando Timmí gritaba por su madre. Esperaba que ella respondiera, pero nunca recibió una respuesta. No supo dónde estaba yendo, pero supo que debía seguir tratando. Sin la luz del sol, Timmí no sabía la hora del día. Él se sentó en un refugio seguro fuera de un túnel para pensar sobre su situación. Abrió un paquete de carne seca y una botella de agua por un tentempié. Trató de mantenerse despierto para hablar con él mismo. En la media de su conversación, él oyó un ruido de la cueva. Curioso pero asustado, Timmí echó un vistazo. No quiso

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