7 minute read

Duelos en tiempos de Covid

En diciembre del año pasado llegó una noticia que advertía de un virus que estaba cobrando la vida de muchas personas en China, noticia que seguramente, muchos tomamos a la ligera porque lo veíamos lejos y quizá con cero probabilidades de afectarnos. Sin embargo, conforme fueron transcurriendo las semanas, el tema comenzó a tomar relevancia ya que el virus empezó a impactar en Italia y luego en España, para continuar en otros países; al extremo que la OMS (Organización Mundial de la Salud) colocó al COVID-19 en el grado de Pandemia.

Fue ahí donde a nivel internacional se empezaron a tomar una serie de medidas e iniciativas para enfrentar dicha situación. En México parecía que las cosas se tomaban con calma y desde mi punto de vista o bien, desde mi propia vivencia, no se pensaba que esto fuera a tener un impacto más allá de un par de meses en confinamiento. Cuando la Secretaría de Educación Pública anuncia que se iban a adelantar las vacaciones de Semana Santa para iniciar con un periodo de cuarentena cuyo objetivo era evitar el mayor número de contagios y que el sistema de salud se viera rebasado, muchos lo tomaron todavía con calma, sin embargo, con el transcurrir de los días comencé a recibir mensajes y llamadas de pacientes y conocidos que expresaban su angustia por la situación que se estaba viviendo, algunos referían ya no querer ver más noticias porque los abrumaban y los llenaban de miedo. En contraste, algunos empezaron a buscarle el lado positivo a la situación y no tardaron en comenzar a subir a redes sociales retos para hacer ciertas rutinas de ejercicio, invitaciones para leer libros, exhortos para hacer todo aquello que, por tiempo, nunca se hacía. Incluso algunos museos, circos, artistas y empresas abrieron posibilidades para tener alguna actividad recreativa que hiciera más llevadera la situación del confinamiento.

Advertisement

empezaron a reportar dificultades para dormir, otros un incremento en sus niveles de ansiedad, unos más describían estados emocionales como depresión, irritabilidad, angustia, miedo y una sensación de atrapamiento.

El miedo al contagio y a perder algún ser querido se apoderó de aquellos que por su actividad laboral tenían que seguir saliendo a la calle, en especial médicos y enfermeros.

Toda esta situación vino a hacer una pausa en nuestras vidas, vino a sensibilizarnos y a recordarnos el valor de estar en casa con la familia y tener tiempos de convivencia. El problema es que al no estar habituados a una dinámica de encierro, mucho menos a estar 24/7 con nuestra pareja y nuestros hijos, sumado a la preocupación por la parte económica y de salud, los conflictos y las discusiones no tardaron en hacerse presentes. Dicho de otra manera, los problemas y dificultades que nos venían aquejando y que estaban ahí latentes, no tardaron en emerger.

Por todo lo que hasta aquí he expuesto, es importante comprender que el tema del confinamiento y el Covid-19 vinieron a impactar no sólo nuestras vidas en términos de lo ya descrito, sino que están poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptación y resiliencia, colocándonos en una sensación de incertidumbre. Este concepto tiene mucha profundidad en la psique humana, ya que el ser humano necesita tener certeza, necesita tener claro el rumbo y dirección de su vida, de sus tiempos, de sus proyectos, y en general, de su vida. Al no tener certeza de ¿qué es lo que va a pasar? o ¿cuándo va a terminar la pandemia? y sobre todo, ¿cuándo vamos a volver a la “normalidad”?, entonces entramos en angustia y miedo.

El Covid-19 nos está llevando a enfrentar la pérdida no sólo de certeza, hemos perdido seres queridos, algunos han perdido su fuente de ingreso o un porcentaje de este, otros han perdido su negocio, otros, tenemos miedo de perder alguna de estas cosas. Se han cancelado graduaciones, se han reprogramado bodas, conciertos y un largo etcétera. Es ahí donde conviene aprender y comprender el proceso de enfermedades como la depresión. ¿Por qué? Porque la depresión por definición es una reacción frente a una pérdida o amenaza de pérdida de algo o alguien en quien tenemos depositados una serie de afectos que son significativos para cada uno de nosotros.

Y al estar en un momento de vida en donde estamos enfrentando todo tipo de pérdidas, entramos en consecuencia en procesos de duelo que, si no son bien manejados y trabajados, pueden traer otro tipo de repercusiones muy importantes no sólo a nivel social, sino físico y mental. Por ello voy a describir de manera breve las etapas del duelo a fin de que las puedan conocer, identificar y sobre todo comprender, para que en caso de requerirlo sepan transitarlas o incluso aplicar las estrategias necesarias para afrontarlas.

La primera etapa es la NEGACIÓN, y yo agregaría el AISLAMIENTO, es decir, cuando una persona recibe una mala noticia lo primero que hace es negar o rechazar la situación como una forma de protegerse a nivel emocional del impacto de dicha noticia. Por eso es muy frecuente que la primera respuesta sea: ¡no es cierto!, ¡no puede ser!, ¡no te creo! En la situación que estamos viviendo, ha sido muy frecuente el observar que personas contagiadas de Covid-19, dejan pasar días como una forma de negar algo que les aterra y que ya es inminente. Otros dicen que el Covid-19 no existe y que es un invento. De esta forma evaden la realidad y evitan experimentar el mar de emociones que vendría en consecuencia.

El aislamiento lo podemos observar, por ejemplo, en aquellas personas que evitan ver noticias o enterarse del avance de la situación como una forma de no entrar en estados de angustia y ansiedad.

La segunda etapa es el ENOJO. Tomar noticia de que perdimos a un ser querido, que nos quedamos sin trabajo o cualquier otro ejemplo como los que ya hemos mencionado puede derivar en una sensación de mucha frustración e impotencia porque no podemos cambiar la situación y entonces sentimos mucha ira, enojo y dolor. En un principio sale en todas direcciones, hacia los médicos, al gobierno y todo aquello que tenga cara de culpable. Posteriormente, ese enojo se dirige hacia uno mismo a través de autoreproches y reclamos por no haber hecho tal o cual acción, por ejemplo, si alguien salió a una reunión y producto de ello se contagió y un ser querido terminó contagiándose y perdiendo la vida, la culpa será muy grande. Lo que derivará en una DEPRESIÓN, que es la tercera etapa del duelo.

El poder trabajar con todas las creencias o ideas que surgen a partir de la pérdida, el ir transitando y trabajando todas las emociones que de ellas emergen es lo que podemos describir en términos generales como DUELO. Es por ello que la última etapa se llama ACEPTACIÓN, porque justo cuando hemos logrado superar todas estas etapas entramos en un proceso donde ya hemos asimilado y aceptado lo ocurrido. Lo importante de esto es, que logremos aprender algo de estas experiencias y mejor aún, que logremos salir fortalecidos de ellas.

Mtro. Manuel Hernández G.

El pasado sábado 10 de octubre en la Parroquia de Nuestra Señora de Covadonga, se presentaron 11 de nuestros alumnos del Instituto La Paz, quienes estaban ansiosos por la larga espera para recibir el sacramento de la Primera Comunión, pues como ustedes saben éste debió realizarse en el mes de junio.

A lo largo de estos 11 años he tenido el privilegio de acompañar cada año al grupo que asiste al catecismo y recibir los sacramentos de la Confesión y la Primera Comunión, por lo cual me siento muy agradecida con Dios, con los directivos del Instituto, maestros, padres de familia y mis queridos alumnos por permitirme servir a Dios a través de cada uno.

Para mí es motivo de mucha alegría e infinita gratitud a Dios, el ser instrumento para que mis alumnos se preparen adecuadamente para recibir a Cristo.

Catequista María Gudelia Cuéllar Serrano

This article is from: