Música pop: cuestión de desiguadad

MÚSICA POP: CUESTIÓN DE

'La

DESIGUALDAD

Las mujeres llevamos mucho tiempo haciendo música. Decir que no hay tantas creando pienso que es, por defecto, una falacia' 'Es más enriquecedor adoptar una actitud constructiva y dar ejemplo. De ahí que el ceder todo un cartel a artistas femeninas'

INÉS CALERO

«Especialmente en la Comunidad podemos presumir de un buen estado de salud musical, con estilos diversos y de gran calidad, pero respecto al pop, el papel de las mujeres parece totalmente anecdótico y excepcional; puede que sea la escena más castigada e infravalorada dentro de los estilos musicales donde la mujer cobre protagonismo», explica Lidia Vila, teclista y coros del dúo femenino pop, Júlia.

«Es cierto que hay más hombres que mujeres haciendo música. Es verdad que hay menos referentes de artistas femeninos. Pero también es cierto que cada vez hay más mujeres que se están haciendo un hueco en los (todavía escasos) circuitos musicales de Valencia». Son palabras de Isabel Cervera, co-fundadora del She's The Fest, festival multidisciplinar con un cartel dedicado enteramente al talento femenino que se ha celebrado este pasado fin de semana en el Centro de Creación Cultural Contemporánea Las Naves en Valencia.

«Quiero pensar que no hay sexismo en la música y trato de no interpretar comentarios ni acciones desde esa perspectiva», continua Cervera. «Aunque igual que en otras profesiones, cuando se trata de valorar el trabajo de una mujer frente al de un hombre ya que a las mujeres se nos subestima, juzga y critica mucho más que a ellos. El sector musical en este territorio sigue siendo un mundo de hombres».

La realidad duele y sumergirse en la música es más difícil si se es mujer. La opinión de la valenciana Carolina Otero, que lleva desde 1997 dedicándose a la música y a la poesía a partes iguales, lo avala: «las mujeres llevamos mucho tiempo ya haciendo música. Decir que no hay tantas creando pienso que es, por defecto, una falacia; no un argumento para justificar su poca presencia en actividades públicas». «Es complicado definir en una sensación esta impotencia. Hay una asociación de debilidad y de falta de calidad cuando se comparan las bandas femeninas frente a las masculinas. Y es una sensación horrible», sentencia Estela Tormo, voz de Júlia. A priori, existe un juicio y un recelo previo que deben superarse ofreciendo más calidad si cabe.

Y en cuanto a si hay machismo, «me he topado recientemente con alguna postura

desafortunada

de

algún

cromañón que afirmaba que a mis conciertos

prácticamente

iba

la

gente para ver mi faldita», sentencia la

cantante

de

Carolina

&

The

Someonelses. «Soy yo la que ha de decidir si un día llevo escote y otro toco con sudadera, si me muestro fea o atractiva; eso no justifica mi música pero tampoco la ha de subestimar. Mi sexo y mi aspecto son circunstanciales».

Unos prejuicios que se suman a un interminable y constante análisis. «Parece que tengamos la lupa de un jurado permanente que intenta dejarnos fuera de juego en cuando editamos un trabajo o salimos a escena a tocar», revela la vocal de Júlia. Sin embargo, reconoce que «ya empezamos a estar acostumbradas y no nos preocupa».

Por no hablar del idioma en el que se cante. Y en el caso del dúo amateur femenino, donde sin querer se les enmarca con la etiqueta de 'música en valencià', «ahí ya sí que ya no tienes explicación posible... ¡Eres muy rara y encajarás muy difícilmente en muchos sectores! (...) Y no es por falta de calidad. Es porque es un mundo con muchos prejuicios y con un patriarcalismo muy camuflado pero persistente», sentencia Vila.

'DE SEGUNDAS' El problema, sin embargo, subyace en un concepción social más transversal. «El padre de una adolescente que me comentaba el gran talento musical de su hija, cuando le pregunté si ella tenía un grupo o había dado algún concierto, me contestó que 'ni hablar, que se tenía que dedicar a estudiar una profesión de verdad'». Hasta que no deje que considerarse la música, en particular, como una implicación social 'de segundas', no hay nada que hacer.

SHE'S THE FEST COMO PALIATIVO En un rol de moderador en un debate que está más que servido se encuentra el She's The Fest. La iniciativa adopta una postura conciliadora entre la denuncia social y la normalización del feminismo, a modo de plataforma para dar visibilidad a artistas que tienen un talento femenino determinante en su formación.

«Me parece mucho más enriquecedor adoptar una actitud constructiva y dar ejemplo, en lugar de quejarse y arremeter contra el otro. De ahí que el ceder todo un cartel a artistas femeninas es una forma de incrementar su visibilidad a la vez que le damos el valor y reconocimiento que se merecen», explica Cervera como organizadora del evento musical.

«Si no existiera desigualdad, no habría surgido esta idea, ni existirían todas aquellas acciones que tratan de equilibrar la balanza», continua Cervera. Un festival necesario pero no deseado (en cierto modo). Las cantantes preguntadas también coinciden. «Estamos hablando naturalmente de una discriminación positiva que es

totalmente necesaria hoy en día. Por supuesto, preferiría que la situación estuviera tan normalizada que no hiciese falta recurrir a esta 'feminización impuesta', pero menos es nada», explica Lidia Vila. Otero, que actúa en el evento, preferiría que «no fuera necesario este festival puesto que significaría que hombres y mujeres tenemos las mismas oportunidades». No obstante, «si siguen haciendo falta antologías de poesía exclusivas de mujeres, premios sólo para mujeres o festivales para mujeres es que aún queda un largo camino por recorrer».

FESTIVALES Y APUESTAS No hay festivales dedicados expresamente al talento masculino pero como si lo hubiera. Observados los carteles de las ediciones de 2015 de los festivales más significativos de la zona, el porcentaje de bandas mayoritariamente masculinas en detrimento de las femeninas está insultantemente lejos de reflejar la paridad. El FIB, el Low y el Arenal Sound centran casi el 80% de su oferta en bandas masculinas.

Y el El Deleste o el Festival de les Arts muy ligeramente se acercan al 70%.

«Es resultado del 'falocentrismo' del que todos somos víctimas, conscientes o inconscientes. Hay bandas buenas y malas sea cual sea el sexo del compositor. Es perverso no hacer ver al público que existen mujeres no sólo cantantes o instrumentistas sino instrumentistas virtuosas. Hay que educar a la audiencia en la paridad», defiende Otero y cuestiona «¿Cabe explicar que ser mujer es accidental, como nacer riojano o londinense, en el siglo XVI o en el siglo XXI?» «El público reclama aquello que conoce. Si los programadores no son valientes y no apuestan por la calidad de los grupos formados por mujeres, la audiencia no llegará nunca ni siquiera a conocerlas», denuncia Vila. Como contrapunto, Isabel Cervera distingue los verdaderos consumidores de música, los 'musiclovers', del público pasivo, que busca el ocio festivalero como fin. A los primeros asegura que esta ausencia en los carteles no altera su interés por el género de las bandas.

De aquellos line-up, estos lodos. Un público al que le cuesta interesarse por cantantes femeninas. Una ponzoña silenciosa que se extiende de un modo transversal a la gestión cultural de esta industria. Un proceso en cadena que le hace un flaco favor a la industria musical. ¿Puede que los promotores de festivales apuestan por a grupos mayoritariamente masculinos porque parece que atraen a más público, lo que lleva a pensar que la gente prefiere ver esos grupos, que el público escucha en definitiva más bandas masculinas? Puede. «Sin embargo no siempre es así y lo vemos por ejemplo en el She's The Fest», matiza Cervera. Y además, enfatiza: «las discográficas, los promotores, los artistas, el púbico, los consumidores de música.... todos estamos metidos en el ajo y sólo entre todos conseguiremos que esto cambie. ¡A ver quién empieza!». A ver.